Pastoral del noviazgo

1 julio 2010

“Debido a la complejidad del contexto cultural

en que vive la Iglesia en muchos países,

 el Sínodo recomienda tener el máximo cuidado pastoral

en la formación de los novios”

 (SACRAMENTUM CARITATIS, 29)

 
Un tema oportuno
Como bien saben nuestros lectores Misión Joven aborda distintos temas de interés en Pastoral Juvenil. No pocos educadores y sacerdotes nos han pedido, en más de una ocasión, una palabra sobre el trabajo pastoral con novios.
Es un tema que nos parece oportuno. Por una parte el pluralismo sociológico nos presenta distintas maneras de vivir la etapa de noviazgo. Por otra parte vemos la riqueza teológica del horizonte donde se sitúa el noviazgo vivido por jóvenes creyentes, el matrimonio cristiano. Todo esto es para el educador cristiano un gran reto pastoral.
 
En una pastoral juvenil vocacional
Toda Pastoral juvenil que se precie es vocacional. Muchos de nuestros contemporáneos, sumergidos en una cultura pragmática, hacen una lectura reductiva de la palabra ‘vocación’. Identifican vocación con profesión. Este planteamiento adolece de un déficit antropológico. La antropología cristiana habla de un Dios que llama y del hombre, que en su libertad, responde. Toda vocación, también el matrimonio, es una llamada de Dios y una respuesta responsable del hombre.
Nuestro contexto cultural vive una crisis de vocaciones. Esta afirmación se nos presenta evidente si nos fijamos en la vida sacerdotal o religiosa. Pero también podríamos afirmar lo mismo si nos fijamos en la vida matrimonial.
La pastoral juvenil tiene también una dimensión vocacional. Quiere ayudar a que los jóvenes escuchen, en el fondo del corazón, la llamada de Dios a una vida plena y feliz. Es ésta una de las tareas más delicadas en pastoral juvenil.
 
Llamada a la santidad
Quizás debamos retomar aquellos textos del Concilio Vaticano II donde se nos dibuja el ideal de la vocación cristiana al matrimonio. Es así como el matrimonio se convierte, para los esposos, en lugar teológico donde Dios llama a la santidad. Este horizonte nos habla de la santidad no como una heroicidad, sino como la realidad básica de todo bautizado, cada uno según su estado de vida y profesión. “Los fieles todos, de cualquier condición y estado que sean, fortalecidos por tantos y tan poderosos medios, son llamados por Dios, cada uno por su camino, a la perfección de la santidad por la que el mismo Padre es perfecto” (LG 11).
 
Un reto pastoral
No es extraño que el tema interese, y preocupe, a cuantos trabajan pastoralmente con jóvenes. Este mismo interés, y preocupación, está en el magisterio de la Iglesia cuando dice: “El bien de la Iglesia y toda la sociedad esperan del Matrimonio, y de la familia fundada en él, es demasiado grande como para no ocuparse a fondo de este ámbito pastoral específico. Matrimonio y familia son instituciones que deben ser promovidas y protegidas de cualquier equívoco posible sobre su auténtica verdad, porque el daño que se les hace provoca de hecho una herida a la convivencia humana como tal” (SC, 29).
 
Pastoral de novios-pastoral prematrimonial
¿Es lo mismo pastoral de noviazgo que pastoral prematrimonial? Lo primero que queremos hacer es distinguir ‘pastoral de noviazgo’ y ‘pastoral prematrimonial’. La primera habla de las iniciativas pastorales que la Iglesia hace, o puede hacer, cuando un hombre y una mujer deciden formar pareja y comprometerse en un proyecto matrimonial. Para este momento del noviazgo hay que reconocer que todavía contamos con pocas iniciativas pastorales.
Desde la exhortación apostólica “Familiaris Consortio” la Iglesia habla de tres momentos en la pastoral prematrimonial: una preparación remota (aquellas claves educativas y pastorales que a lo largo de la vida ayudan a entender qué es un matrimonio cristiano), una pastoral prematrimonial próxima (la preparación específica al matrimonio) y otra inmediata (la preparación al sacramento).
En este número de Misión Joven ofrecemos diversas aportaciones que nos iluminan el ámbito y la praxis de la pastoral de noviazgo.
 
Sobre los artículos
Antonio Calero reflexiona sobre el ideal: el matrimonio cristiano. Ve la oportunidad y necesidad de ofrecer a la sociedad un modelo atrayente de familia cristiana. El matrimonio cristiano siendo un hecho humano tiene naturaleza sacramental. Su reflexión es rica en claves teológicas. La pastoral matrimonial es preciso situarla en la corresponsabilidad de los laicos en la Iglesia.
El segundo artículo tiene otro tono. Lo firma Santiago Galve que es asesor familiar y experto en educación sexual. Escribe sobre el noviazgo tal como él ve que se está viviendo en nuestra sociedad. Ve, con preocupación, unas relaciones eróticas precoces y la instalación en una ausencia de valores. Propone que tanto padres, como educadores, no se desentiendan educativamente de estos temas.
Antonio Ríos nos ofrece un artículo lleno de iniciativas pastorales para la etapa del Noviazgo. Se pregunta qué aporta la fe a la vivencia del noviazgo. La Presencia del Dios de Jesús no resta sino que es un plus: consolida, pacifica, nutre, impulsa.
Por último, Miguel Ángel Olivares, dice así: “La mejor manera de ser congruente acompañando a los jóvenes en este mundo multicultural y mediático, es ofrecerles lo mejor de nuestras creencias y de nuestros conocimientos, pero sobre todo lo que a nosotros nos ha sido valioso y válido en la vida”.

KOLDO GUTIÉRREZ
 
 

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