PASTORAL JUVENIL Y PASTORAL VOCACIONAL

1 junio 2011

Óscar Bartolomé
Coordinador Inspectorial de Pastoral Vocacional
Salesianos León
 
Diversos enfoques para la Pastoral vocacional
La pastoral vocacional se puede enfocar de distintas maneras en una provincia o en una diócesis. Una podría ser aquella en la que la pastoral vocacional está desvinculada de la estructura del gobierno de la provincia. La segunda estaría conectada directamente con el provincial. La tercera se configuraría como una estructura dependiente de la formación o de la pastoral. Y la cuarta estaría presente en el consejo provincial como una consejería más.
Todas y cada una de estas fórmulas presentan sus luces y sus sombras. Pero quizás sea la de la pastoral vocacional como coronación de la pastoral juvenil la que más presente esté en la animación de las distintas congregaciones religiosas.
 
Pastoral juvenil vocacional
La pastoral vocacional tiene que estar inserta, por su lógica interna, en las parroquias, en las escuelas, en las obras sociales, en los centros juveniles, en todas las actividades que una determinada provincia o diócesis lleva a cabo. La pastoral vocacional es obvio que tiene que estar presente en los lugares donde se anuncia el Evangelio y se construye comunidad cristiana. La pastoral debe tener una clara impronta vocacional, por lo tanto no se puede distanciar de ella, sino que debe enraizarse en su interior de forma armónica, sin difuminarse, llevando a una “vocacionalización” de la pastoral. Este tipo de pastoral vocacional llega a todos los destinatarios del trabajo pastoral y a los mismos agentes pastorales.
Cuando la pastoral vocacional va unida a la pastoral juvenil, encontrará accesos y formas de intervenir en los procesos de personalización y crecimiento de la fe de las personas para que con el paso del tiempo puedan llegar a ir tomando una opción seria por el seguimiento de Cristo de una manera clara, libre, personalizada y madura. Además se podrá prestar una atención especial a todas las vocaciones y cuidar la pastoral familiar.
Debemos evitar el riesgo de que la pastoral vocacional quede engullida por la pastoral juvenil y, más pronto o más tarde, desaparezca. Si es una prioridad debemos dedicarle no solo el tiempo necesario, sino también las personas adecuadas y cuidar especialmente la formación de los agentes de pastoral en el tema vocacional para que no se produzca una inhibición respecto a este tema.
Todo esto puede llevar a plantearnos cómo estamos llevando a cabo nuestra pastoral vocacional y a estimularnos a seguir trabajando, desde donde nos encontramos, para ayudar a las personas con las que entramos en contacto a seguir o a descubrir su opción de vida.
En el fondo el objetivo de todo planteamiento y tarea pastoral es acompañar a los destinatarios y facilitar, desde la situación concreta que están viviendo, el encuentro personal con Jesús, que plenifica la propia vida e invita a construir su Reino en nuestro mundo.
La realidad que viven la mayoría de los jóvenes no favorece estos planteamientos y está marcada por una visión consumista y mercantilista que prima la gratificación inmediata y el precio que hay que pagar o el beneficio que consigues por lo que realizas. Ciertamente esta realidad no es la más apropiada para escuchar la llamada de Dios, ni para optar por un estilo de vida comprometida al servicio de Dios y de los hombres que supone entrega y compromiso personal.
 
Cultura vocacional
El gran desafío de nuestra Pastoral es generar, en los ambientes donde trabajamos (parroquias, centros juveniles, plataformas sociales, colegios…), una cultura vocacional, es decir, un modo de concebir la vida como don gratuito y compromiso de servicio,  fruto de:
–          valorar a la persona por encima de lo que hace;
–          favorecer su acogida incondicional;
–          primar el protagonismo y la responsabilidad de los jóvenes acompañándoles en su proceso personal;
–          ofrecer momentos y espacios de silencio, oración y encuentro con uno mismo y con Dios;
–          promover y dinamizar proyectos solidarios y de servicio a la comunidad, sobre todo a los más necesitados;
–          implicar a todos los estamentos de la Comunidad Educativa para que se cuestionen lo que Dios les pide y se comprometan con lo que proponen.
 
Concreciones
Este planteamiento:

  1. Nos pide superar en nuestra pastoral juvenil la concepción reduccionista de la pastoral vocacional, que se preocupa sólo de buscar candidatos para la vida religiosa o sacerdotal, y nos invita a crear un ambiente con las condiciones adecuadas para que cada joven pueda descubrir, asumir y seguir responsablemente su propia vocación.
  2. Nos invita a centrarnos en lo positivo y a ser propositivos, a ofrecer con gozo a los jóvenes un estilo de vida que nos llena: Dios da sentido pleno a nuestro quehacer educativo pastoral y nos invita a mejorar la vida de los demás.
  3. Nos invita a ser compañeros de camino, ser acompañantes, estar con y por los chicos y jóvenes. Educadores, hombres y mujeres llenos de Dios y expertos en humanidad, que saben hacer de su presencia animadora entre los chicos “la patria de su misión” y “el templo de su experiencia de Dios”… Vivir así es hacer pastoral y pastoral vocacional.

 
La Semana Vocacional
La Semana Vocacional es un medio concreto y sencillo para seguir creando «cultura vocacional».
Insertos como nos encontramos en plena crisis vocacional nuestras presencias tienen que ser propositivas y presentar elementos que ayuden a crear una cultura vocacional donde sea posible hacerse preguntas, cuestionase sobre el sentido que cada uno quiere dar a su vida. Para hacer real esta cultura vocacional algunas acciones concretas pueden ser las siguientes,

  1. Seguir descubriendo que en la animación vocacional todos somos responsables.
  2. Potenciar y valorar la figura del educador como dinamizador de esta cultura, ya sea laico o religioso. El educador es quien da vida a esta cultura, quien puede laborar un determinado proyecto y hacerlo vida.
  3. Trabajar creando una mentalidad que sirva de humus para el nacimiento y el crecimiento de vocaciones. Es clave transmitir, desde cualquier ambiente en el que se trabaje, que la vida es don y don para ser donado.
  4. Generar una cultura ética en la que tenga la primacía la persona, cada persona concreta con sus riquezas y con sus debilidades.
  5. Potenciar una mentalidad proyectual con el objetivo de abrir horizontes frente a una cultura marcada por lo inmediato, lo inmanente.
  6. Presentar biografías significativas de personas que han vivido su vida como vocación.
  7. Cuidar la educación en la oración y la celebración. Educar en el silencio y en la interioridad.

 
Crear esta cultura es una tarea ardua y difícil, pero no debemos desistir de nuestro empeño buscando acciones concretas con las que podemos ir preparando el terreno para pasos posteriores. La Semana Vocacional es un medio para ir creando esta cultura. No tiene porque ser exactamente una semana, puede ser una quincena. Algunas ideas para la realización de la misma son las siguientes:
–          Que haya un equipo para la preparación de la misma en el que estén representados todos los grupos a los que se va a dirigir tal campaña.
–          La semana vocacional no es cuestión solamente de unos pocos que la llevan a cabo, es cuestión de todos los ambientes de una determinada provincia o diócesis.
–          Llevarla a cabo todos los años con regularidad. De esta forma se convertirá en algo normalizado. Lo vocacional sonará como algo natural.
–          La fecha en la que se lleve a cabo esta actividad puede ser entorno a fiesta del patrón o patrona de la Congregación o de algún santo significativo para la vida de una parroquia, diócesis o agrupación.
–          La Semana Vocacional tiene que estar adaptada a todas las edades y es importante que en todas las edades se presente con las convenientes adaptaciones y recursos para cada edad.
–          Sería bueno ponerla en práctica en todos los ambientes en los que cada congregación o diócesis lleve a cabo su tarea pastoral.
–          Cuidar todos los detalles de la Semana Vocacional: cartelería, vídeos, objetos de recuerdo… No podemos olvidar que estamos insertos en una cultura de lo visual, de la imagen.
–          La Semana Vocacional se puede acompañar de alguna exposición presentando historias o personas que han vivido su vida como respuesta a la llamada del Señor.
–          Son muy interesantes las mesas redondas en las que algunas personas invitadas pueden presentar su vocación y pueden ayudar a que los interlocutores se interroguen sobre lo que otras personas han expuesto.
–          Es importante que en la Semana Vocacional haya materiales de todo tipo, desde oraciones y celebraciones hasta películas y libros, así como dinámicas y artículos para reflexionar.
 

Óscar Bartolomé