Para afrontar el fenómeno del botellón de forma coherente es necesario hacer antes un cuidado diagnostico. He aquí algunas claves que estructuramos mínimamente a partir de las intervenciones de varios expertos (Cf. «El País», 25.0.02)
§ Estar allí
Todo lo relacionado con el botellón ayuda a los jóvenes a establecer un ritual de transición al papel de adulto. Los jóvenes se hacen dueños de la calle. El fenómeno tiene varios componentes: apropiación de un territorio y, además, a sus horas. Es un espacio que ocupan lo adultos por el día y luego ellos a sus horas.
§ Pertenencia al grupo
Es un proceso un tanto mágico de integración que ayuda a los jóvenes a compensar sus experiencias de estrés y de exclusión de toda la semana. Desempeña una función de fusión con el grupo de iguales. Se supera la exclusión de la escuela, ya que la escuela genera fracaso. De ahí la necesidad de dotarse de un espacio propio en el que lo adultos no puedan estar.
§ Dimensión expresiva
Se da una tendencia de los jóvenes al consumo abusivo de cualquier cosa. Y sobre todo a hacerlo en masa… Como toda forma masiva de actividad, el botellón tiene una dimensión expresiva: la de sacar lo que tienen dentro, fuera del ámbito de los adultos. Les aporta una ilusión de comunidad, de sentir que forman parte del grupo. […] La tendencia al agrupamiento es primitiva, histórica… Antes fue la litrona o el guateque. Los adolescentes necesitan el grupo como referente. Lo que altera esto es el consumo abusivo y neurótico de alcohol.
§ Sin tolerancia a la frustración
Los padres, por falta de tiempo o por cansancio, no se ocupan de la educación de sus hijos, y nos encontramos con una generación con unos niveles de tolerancia de la frustración muy bajos y más indisciplina que en otras generaciones… Por ello los colegios tienen que educar antes de enseñar. […] La falta de tolerancia a la frustración explicaría el consumo de alcohol, ya que los jóvenes y adolescentes buscan una satisfacción inmediata y el alcohol es más barato que la droga. Por ello es importante educar en el consumo responsable, con límites, y ayudar a diferenciar entre consumir y ser.
§ Permisividad
La permisividad social con el consumo de alcohol es tan grande que, aunque los chavales lleguen muy borrachos a casa, es algo que no crea alarma social. […] El cambio producido en la sociedad española no ha sido asimilado: se ha pasado de la represión absoluta a la cama redonda; no se digirió ese cambio y los padres creen que, como han sido frustrados, no deben frustrar, Y se llega a la exageración. Se ha perdido lo que se llama la frustración sutil… […] Las relaciones entre adultos y adolescentes han cambiado: se ha pasado de un modo de educación autoritario, inaceptable, a una permisividad total, también inaceptable: no se ponen límites. Y parece que a los niños hay que dejarles hacer lo que quieran. Se les tapa la boca dándoles de todo.
§ La educación, ¿en manos de quién?
Hay una deficiencia funcional: falta la función del padre y de la madre. […] Los docentes se quejan de las familias porque han dejado el problema de la educación en manos exclusivas de los centros y han hecho dejación de sus responsabilidades.
§ Mensajes contradictorios
En la familia se dan mensajes contradictorios: hay amenazas que no se cumplen. Los adolescentes, lo saben. Y resulta que los adolescentes necesitan saltarse la ley, pero para ello precisan un límite, una norma que saltarse. Como no lo tienen y se les permite todo, se quejan de que se sienten muy abandonados. […] Falta de roles diferenciados en la familia: Hay madres y padres que quieren ser el colega de su hijo.
§ Falta de comunicación
Los padres no dedican tiempo suficiente a los hijos cuando son pequeños. Si los dejamos solos no podemos quejarnos de que no hay comunicación… Hay que establecer vínculos de proximidad desde pequeños para que cuenten con la figura a la que referirse cuando crezcan. […] En las familias no se habla: hay aislamiento entre los miembros, por lo que el individuo se repliega sobre sí mismo. Y hay una vacío en esta sociedad que vive en una adolescencia continua. Vivimos en la sociedad de la comunicación, pero la gente no se habla. Es una sociedad muy agresiva donde prima el individualismo. El botellón ayuda a los jóvenes a paliar esa incomunicación.
§ Falta de proyecto
Los jóvenes crecen actualmente sin un cometido. Se están preparando hasta los 20 o los 30 años para hacer algo, los deberes no surgen de manera espontánea y las familias no saben cómo inculcarlos. […] Hay una falta de capacidad de esforzarse debido a esa falta de sentido de proyecto a largo plazo para orientar su comportamiento y luchar por algo. No tienen proyecto vital.
Herminio Otero