POLÍTICA Y GLOBALIZACIÓN HOY

1 junio 2003

Ana Blanco
 
Ana Blanco es profesora de enseñanzas medias y miembro del centro Cristianisme í Justície (Barcelona).
 
Síntesis del artículo:
Hoy día el mundo es una aldea global, como predijo Mac Luhan, y es imposible actuar en la política local sin tener en cuenta lo que pasa a escala global. La autora nos presenta un buen resumen de lo que supone la globalización económica y sus consecuencias, así como las alternativas posibles y deseables al modo en que se está llevando a cabo.
 

  1. LA GLOBALIZACIÓN Y SUS CONSECUENCIAS

 
1.1 Qué es la globalización
Se entiende por globalización la interconexión política, económica, cultural entre los diferentes países del mundo. Puesto que comprende muchas facetas su definición es compleja, pero si nos atenemos al terreno estrictamente económico, se puede definir como la aceleración de la interdependencia de las economías nacionales provocada por los cambios tecnológicos y la reducción de las barreras en la movilidad de mercancías, capitales y personas. Todo este proceso se desarrolla dentro de un sistema capitalista de marcada tendencia liberal.
 
1.2 Origen histórico
El origen de la globalización hay que situarlo a finales del siglo XV, cuando los europeos comienzan a percibir la exploración de otros continentes como una excelente oportunidad de expansión económica y de control político. Este fenómeno ha ido en aumento a raíz de la Revolución Industrial; especialmente durante la segunda mitad del siglo XX, en un contexto de crisis económicas (1973, 1979) y de victoria del capitalismo sobre en socialismo (1989), junto con el desarrollo de las tecnologías de información y comunicación, el abaratamiento de los transportes y el vacío legislativo, esta interrelación entre países se ha intensificado y se ha acelerado.
 
Para dotarla de prestigio, se nos quiere presentar la globalización como una estructura social muy moderna y sin precedentes, alcanzada como uno más de los frutos del progreso. Justo es reconocer que el vocablo es ciertamente moderno y muy atractivo al sugerir algo global- es decir, común a todos- y suscitar además la imagen de un globo en cuya barquilla común se eleva la humanidad, solidariamente unida, hacía un futuro mejor.
 
1.3 Análisis de la situación actual
Ahora bien, un análisis serio de la situación actual del mundo nos demuestra que la globalización provoca que los países, sobre todo los de menor renta por habitante, dependan cada vez más de la situación económica mundial, decididamente influida por la grandes potencias. Al mismo tiempo, esto contribuye a que las decisiones económicas que pueda adoptar un estado estén cada vez más condicionadas y limitadas por las decisiones de otros estados. Por ejemplo, si un país adopta unas medidas sobre los impuestos, los tipos de interés o los salarios sin tener en cuenta las determinaciones que adoptan los países que producen bienes y servicios similares, se puede producir el desplazamiento masivo de capitales o de la producción hacia los competidores, generando un grave deterioro de su situación económica.
 
Esta nueva realidad ha consolidado fenómenos nuevos como la dispersión de la producción y una mayor inestabilidad financiera. Actualmente, un número creciente de productos está fabricado con componentes producidos en otros países, de forma que la alteración de cualquier circunstancia en uno de dichos países amenaza su sustitución en la cadena mundial de la producción. Por otro lado, las nuevas tecnologías permiten trasladar de un país a otro, y casi de manera prácticamente instantánea, las inversiones extranjeras, lo que dificulta la estabilidad de las economías.
 
La teoría económica neoliberal predice que la globalización favorece el crecimiento económico y posibilita una mayor igualdad en la renta por habitante entre países. Pero la evidencia demuestra que, a pesar que el crecimiento económico ha sido intenso durante los últimos decenios, las diferencias en la renta entre países ricos y países pobres han aumentado, de tal manera que la brecha entre países centrales y países periféricos está más abierta que nunca.
 
Podemos afirmar, pues, que la globalización favorece a los países ricos puesto que las relaciones económicas y financieras están organizadas alrededor de tres centros: los EEUU, la Unión Europea y el Japón. En todos ellos la interacción entre proceso tecnológico, mano de obra cualificada y la abundancia de capitales permiten, al margen de las crisis que puedan sufrir, que una gran parte de sus ciudadanos mantengan un elevado nivel de vida.
 
Por otra parte, su posición es determinante en el comercio mundial. Las grandes empresas de estos países controlan los flujos financieros internacionales y, en gran parte, la evolución de la economía de los otros países. Muchas de ellas ofrecen sus productos en régimen de monopolio, en unos casos porque tienen la propiedad exclusiva de la nueva tecnología, en otros, porque tienen mucha más información que en el pasado, y además ésta es obtenida con mayor rapidez y a un precio menor.
 
El drama reside en que la población que habita esta zona central de la economía mundial, los llamados países ricos, apenas alcanza un 20%, el resto de la población del planeta, un 80%, reside en la amplia zona de América Latina, Asia y África que, en contraposición, denominamos países pobres, y constituyen una verdadera periferia del sistema económico mundial: son los desfavorecidos del fenómeno de la globalización. Así pues, en un mundo cada vez más global, estamos inmersos en un período histórico caracterizado por grandes contrastes y desigualdades.
 
1.4 Algunos ejemplos
 
1.4.1 El crecimiento vegetativo de la población en los países ricos es muy bajo, hasta el extremo que su envejecimiento progresivo dificulta el relieve generacional. La natalidad nos supera el 15%º y en algunos casos, como España; roza el 10%º. Sin embargo, los países del Tercer Mundo han experimentado un aumento espectacular en la segunda mitad del siglo XX, en muchos casos en crecimiento vegetativo sobrepasa el 30%º.
 
El bajo aumento vegetativo de la población en los países ricos constituye un reto de primera magnitud para mantener el nivel de vida alcanzado durante el siglo XX. La     población que emigra de los países pobres, cada vez más numerosa, pretende tener más posibilidades de trabajo y de desarrollo personal, pero la inmensa mayoría no dispone de la cualificación necesaria y su integración social y cultural es un desafío que la sociedad avanzada debe afrontar.
 
Además, el fenómeno de la inmigración pone al descubierto que la libre circulación de capitales mercaderías y personas no siempre se cumple, sobre todo si estas dos últimas proceden de los países periféricos. No debemos olvidar que existen grandes trabas a la entrada de inmigrantes.
 
Ahora bien, la situación de la mayor parte de la población mundial es mucho peor. Un gran número de pueblos subsiste en la miseria sin acceso a los servicios básicos, como la educación, la sanidad, etc., mientras que las condiciones higiénicas y de alimentación son muy precarias. Por otro lado, el crecimiento de la población a un ritmo tan elevado obliga a dedicar la mayoría del producto nacional al consumo, lo que dificulta el ahorro, que es básico para llevar a cabo proyectos de inversión; por otro lado, dificulta la mejora de la renta por habitante, ya que la tasa del aumento del PIB no puede seguir la de la población, llegando a provocar, muchas veces, tensiones explosivas por falta de recursos alimenticios, como ocurre en algunos países del continente africano.
 
1.4.2 La evolución de la economía capitalista ha tendido a la concentración de la riqueza en un número de países limitado (EEUU, Unión Europea y Japón), mientras que la trayectoria del resto está cada ves más influida por las decisiones que adoptan estos países y las empresas multinacionales. Los países ricos tienen un nivel de renta por habitante que en 1999 superaba los 30.000 dólares, a la vez que la media mundial no llegaba a los 7000 y muchos de los países más pobres estaban por debajo de los 1000 dólares. Esta concentración de riqueza no es el resultado de una distribución geográfica desigual de los recursos naturales, ya que los habitantes de muchos países con recursos naturales importantes viven en peores condiciones que los que viven en países industrializados con recursos casi inexistentes.
 
1.4.3 La explotación está en manos de grandes multinacionales. Esto explica que los beneficios mayores se obtengan en la comercialización y en la distribución, y no en la producción; además, para comercializarlos es necesario un volumen de capital del cual no disponen los países pobres donde hay recursos naturales. Las empresas que explotan estos recursos y comercializan con ellos tienen como objetivo principal la obtención del máximo beneficio. Así, las decisiones de inversión no tienen en cuenta la mejora de vida de los habitantes del planeta ni el equilibrio ecológico a la hora de explotar los recursos. Así pues, las empresas compiten brutalmente entre ellas para mantenerse en el mercado y obtener más beneficios. Esto les obliga a ofrecer sus productos a precios competitivos y por eso han de minimizar los costos. En los países subdesarrollados, debido a la explosión demográfica, las grandes multinacionales disponen de una oferta prácticamente ilimitada de mano de obra para poder fabricar sus productos, lo cual les permite pagar unos salarios muy bajos. Las innovaciones tecnológicas en la transmisión de la información y el bajo coste del transporte les sirve para mantener en los países más avanzados las fases más especializadas, que son las que generan mas valor. Por ejemplo, en muchos sectores de producción las grandes empresas tienen situado su departamento de investigación y de diseño en las economías más ricas, mientras que la fabricación de los productos se realiza en el Tercer Mundo.
 
1.4.4 En este contexto hemos de situar el fenómeno de la enorme deuda externa que los países de menor renta por habitante han contraído y que ha agravado el problema del subdesarrollo. En parte, esto se ha producido a causa de las dificultades para rentabilizar las inversiones o para superar el desequilibrio entre importaciones y exportaciones, lo que les obliga a endeudarse cada vez más. También hay que tener en cuenta que la mayoría de los gobiernos de estos países son corruptos y permiten la apropiación de los recursos por una minoría que controla el poder político y económico. Así pues, el problema de la deuda del Tercer Mundo es consecuencia de la ausencia de control por parte de los organismos internacionales o de los gobiernos de los países desarrollados y de la actitud de los grupos dominantes en estos países pobres. En definitiva, en un mundo dominado por el capitalismo (sistema económico adoptado por la globalización) el subdesarrollo que caracteriza a los países pobres tiende a perpetuarse de la misma forma que el desarrollo se consolida en los países ricos.
 

  1. 5 Consecuencias que se derivan de esta situación

 
En el ámbito social, son dramáticas para el 80% de la población mundial. En los países pobres, la mayor parte de la población no puede salir de lo que se denomina el círculo de la pobreza: puesto que la población es pobre no puede ahorrar y, por tanto, tampoco puede invertir- ni en la producción de bienes ni en su propia cualificación-; por lo tanto, continúa siendo pobre.
 
Uno componente básico de la pobreza es el bajo nivel educativo. En estos países los porcentajes de analfabetos son elevados, sobre todo el femenino, mientras que los titulares universitarios son una fracción insignificante de la población. Esta situación tiene unas consecuencias sociales muy importantes, como la discriminación de las mujeres, la permanencia de enfrentamientos tribales, la fuga de profesionales, etc. Además el analfabetismo impide el acceso a cualquier forma de cultura escrita.
 
La escasa cualificación educativa también tiene consecuencias económicas ya que una instrucción deficiente no permite aprovechar las ventajas de las innovaciones para producir más y más competitivamente. Por eso, a pesar del avance espectacular de la tecnología en los últimos decenios, las características de las sociedades subdesarrolladas hacen que las innovaciones técnicas que permiten aumentar la productividad no puedan ser aplicadas.
 
Los ejemplos anteriormente descritos demuestran que la solidaridad no es la actitud predominante por parte de los que defienden la globalización, puesto que la barquilla del globo no se eleva más que para una minoría de globalizadores-privilegiados-, mientras que quedan en tierra millones de globalizados – excluidos – que dependen de los primeros.
 
1.6 Ha triunfado la economía financiera
 
Veamos algunas de sus consecuencias:
 
1.6.1 Se ha desarrollado una nueva estructura mundial a la que podemos denominar “turbo capitalismo” caracterizado por:
 
– Un neoliberalismo que consiste básicamente en el abandono del pacto entre trabajo y capital y el desarrollo de nuevas estrategias empresariales.
 
– Predominio de las finanzas sobre la industria, con predominio de la especulación bursátil y el desplazamiento constante de capitales.
 
– Nueva división mundial del trabajo propiciada por el desplazamiento de las fábricas a países baratos generando un paro laboral estructural; la implantación del trabajo precario; las modificaciones en los tipos de contratos de modo que los empleados se   convierten en socios independientes. Con estos cambios las empresas crecen más     rápido que el PIB de los estados donde operan.
 
Los grandes beneficiados de este nuevo orden económico son las personas altamente cualificadas, los ciudadanos de países y regiones con buena infraestructura y un gran desarrollo tecnológico y la gente con una gran capacidad de consumir, mientras que los grandes perjudicados son los países y regiones pobres y las personas con escasa cualificación, un trabajo precario y, por lo tanto, sin capacidad de consumir
 
1.6.2 En el ámbito social podemos afirmar que este nuevo proceso económico tiene como resultado la exclusión creciente de muchas personas generada por las mutaciones en la pobreza. En los países ricos se está fraguando un nuevo tipo de “exclusión social” caracterizado por la carencia material y el aislamiento social. La pérdida de trabajo y del apoyo familiar propicia el aislamiento y la soledad, el individuo queda estigmatizado y se “retira” y lo “retiran” de la vida social, cayendo en un círculo de pobreza y aislamiento del que es difícil salir. En los países subdesarrollados la pobreza es heredada puesto que es estructural.
 
1.6.3 En el ámbito político se percibe una “crisis” del estado de bienestar que ha sido el motor del progreso económico y del elevado nivel de vida de los países de la UE. Actualmente asistimos a una impotencia institucional y una pérdida de autoridad de los gobiernos frente a los agentes económicos. Los estados europeos, para mantener su competitividad con EEUU y Japón, financian empresas privadas con el dinero público y lo hacen, muchas veces, a cambio de “recortes” en las partidas sociales. Por otra parte, frecuentemente las grandes empresas gozan de exención de impuestos mientras que otras, menos influyentes, han de cotizar el doble.
 
Se constata así mismo una crisis ideológica. Los partidos políticos que acceden al poder renuncian a sus planteamientos ideológicos y se convierten en profesionales de la política; por otra parte, la acumulación de poder –a través de mayorías absolutas– propicia la corrupción. Hay que añadir, además, que, hoy en día, las democracias de muchos países son sólo representativas y han dejado de ser participativas.
 
Hay una crisis estructural del estado de bienestar puesto que frecuentemente existe una contradicción entre objetivos a corto y a largo plazo. La actitud de los ciudadanos fomenta esta situación. Por un lado, con su pragmatismo, ya que demandan que los partidos funcionen como gestorías y se desentiendan de cualquier compromiso político, por otro, con su inseguridad, ya que, temerosos de perder el bienestar alcanzado, no dudan en apoyar propuestas políticas con un claro matiz autoritario y antidemocrático como ha sucedido recientemente en Austria y Francia.
 
1.6.4 En el ámbito cultural se propicia una cultura dominante caracterizada por una propagación de las concepciones occidentales. Asistimos a una cultura del consumo, además de trivial, que hecha por tierra formas culturales tradicionales cargadas de concepciones simbólicas y religiosas. Se comprende, pues, que la gran mayoría de desfavorecidos de la humanidad venga manifestando crecientes protestas. La toma de conciencia crece entre los excluidos, y por eso algunas importantes reuniones internacionales como la Organización Mundial del Comercio o el Grupo de los Siete se han desarrollado en un ambiente de protestas públicas movidas por diversas organizaciones políticas y sociales que podemos considerar como el germen de los movimientos antiglobalización.
 
Es conveniente aclarar que estos movimientos no se oponen a la globalización y a las ventajas que se derivan de ella; más bien condenan un tipo de globalización que no hace más que favorecer a una minoría y condenar a la exclusión a la gran mayoría. Justo es reconocer que sus opositores son un conjunto heterogéneo que abarca desde las más radicales posiciones antisistema hasta las más pacíficamente solidarias contra la injusticia y pobreza y defensoras de los derechos humanos, pasando por la ecología, reivindicaciones culturales o religiosas y otras muchas actitudes. Ahora bien, a pesar de esta diversificación existen “ideas sólidas”(frente al pensamiento liberal o “único” del poder económico) defendidas por un cuerpo de pensamiento social , sostenido por instituciones y publicaciones seriamente críticas con este liberalismo. En este contexto se tiene que enmarcar la creación de Foro Mundial Social de Porte Alegre.

  1. “GENERACIÓN DE PORTO ALEGRE”: UNA NUEVA FORMA DE GLOBALIZACIÓN

 
Si en plena euforia neoliberal de los ochenta Margaret Thacher proclamó “No hay alternativa”, al iniciarse el nuevo milenio el planeta está dando un vuelco. Ha nacido un potente movimiento por la justicia social, a favor del Sur y de los marginados. Es la “Generación de Porto Alegre” que afirma que Otro mundo es posible. El nacimiento y la extensión del movimiento ha sido una auténtica sorpresa. Hace cinco años nadie se hubiera imaginado que se estaba gestando una reclamación de justicia social tan potente, ni que se pudiera estar organizando un movimiento de protesta tan articulado y novedoso, tanto es así que un periódico norteamericano ha calificado este movimiento como la única potencia capaz de hacer frente a los EEUU.
 
Hay que recordar que las décadas de los ochenta y noventa fueron escenario de una extraordinaria acumulación de poder propiciada por la globalización económico financiera. La hegemonía neoliberal se impuso en todo el mundo y el poder de las grandes corporaciones pasó a ser formidable. Así el FMI (Fondo Monetario Internacional) o la OMC (Organización Mundial del Comercio) defendieron estos intereses como si se tratara de una decisión aséptica, motivada por razones puramente científicas y no ideológicas. De repente, sin que los partidos políticos, la izquierda o los sindicatos salieran de su apatía y de su estupor, sin que tuvieran nada que ver, nació un extraño movimiento social.
 
2.1 Porto Alegre I.
El primer acontecimiento fue una manifestación en la ciudad norteamericana de Seattle contra una reunión de la OMC. Se reunían no para protestar contra un Gobierno o un tirano, sino para cuestionar las decisiones asépticas de dicho organismo, para criticar y negar legitimidad a organismos internacionales que estaban defendiendo y extendiendo la globalización económico financiera. Al principio se les acusó de ser “antiglobalizadores” y violentos y de oponerse a algo imparable pero rápidamente se empezó a demostrar que esta acusación era injusta.
 
El primer intento de plasmar este movimiento en un foro mundial, que ayudó a conectar a todos los grupos y que permitió explorar la idea de debates y acciones comunes, fue la creación del Foro Social Mundial, el llamado Porto Alegre I. En esta ciudad brasileña, apoyado por un Ayuntamiento Progresista en manos del partido del ahora presidente Lula, un pequeño grupo de ONGs, organizaciones sociales y movimientos críticos, organizó, en Enero del 2001, una reunión abierta cuyo principal objetivo era oponerse al Foro Económico de Davos (Suiza) que se celebraba por las mismas fechas.
 
De esta primera reunión salió un Consejo Internacional (al que pertenecen 112 ONGs y movimientos sociales de América, Europa, Asia y Africa) y una Carta de Principios que establece los objetivos del Movimiento y fija un sistema de funcionamiento que impide ser dominado, jerarquizado o dirigido por algunos grupos que lo integran o por los partidos y sindicatos clásicos. Funcionaba como una primera Internacional. Sus componentes decidían ponerse de acuerdo en determinados objetivos y se comprometían a luchar por conseguirlos de acuerdo con sus propios medios, su propia cultura y sus propias capacidades.
 
Según la Carta de Principios, para pertenecer al FSM había que oponerse a la globalización económico financiera y defender una “globalización solidaria que respete los derechos humanos universales y el medio ambiente” y que se apoye “en sistemas e instituciones internacionales democráticas que estén al sevicio de la justicia social, la igualdad y la soberanía de los pueblos”. El Foro no admitía a grupos que justifiquen y defiendan la violencia o a grupos armados o militares y tampoco permitía que estén representados los partidos políticos como tales.
 
Porto Alegre I fue un éxito, pero no consiguió romper el cerco de los medios de comunicación no alternativos. Además, algunos meses después se produjo el atentado de las Torres Gemelas y los medios de comunicación más conservadores predijeron la desaparición del movimiento. “Porto Alegre adiós”, escribió The Wall Street Journal.
 
2.2 Porto Alegre II y III
Pero no fue así, Porto Alegre II resistió. Al FSM se le iban incorporando centenares de asociaciones y ONGs de todo el mundo, cada vez más dispuestas a examinar acciones comunes y ejercer presión en la calle.
 
Pero el verdadero estallido fue Porto Alegre III, celebrado el pasado mes de Enero: más de 100.000 asistentes, además de miles de jóvenes, 5717 organizaciones y 156 países de todo el mundo. En Porto Alegre III ha desaparecido cualquier temor a que el movimiento pueda ser manipulado por violentos o truncado por las fuerzas más conservadoras y partidarias del neoliberalismo radical.
 
Los asistentes se encontraron con un Foro organizado en distintos niveles y con propuestas concretas de trabajo. Un grupo de sociólogos y politicólogos que participa en los debates procura ir creando un marco teórico que sustente el movimiento.
 
Se han apreciado dos líneas distintas de análisis: quienes defienden que el movimiento debe seguir, de momento, vinculado al Brasil, sobre todo ahora que gobierna Lula el país y quienes creen que, precisamente porque Lula está en el gobierno, es preferible marcar la independencia del movimiento y extenderlo a todo el mundo. Los segundos han convencido a los primeros.
 
Sigue sin existir un consenso entre quienes consideran prioritario llevar las reivindicaciones del movimiento a los parlamentos nacionales y organismos internacionales, es decir, aquellos que buscan relacionar el nuevo movimiento con la democracia representativa, y quienes niegan el poder de partidos y parlamentos pero quieren impulsar, sobre todo, la democracia participativa. En cualquier caso unos y otros están de acuerdo en una cosa: otro mundo es posible, y probablemente pase por la “Generación de Porto Alegre”.
 
La conclusión significativa es la siguiente: mientras que la minoría globalizadora casi limita sus intereses a los mecanismos y resortes económicos que afectan sus beneficios y operaciones especulativas, la gran mayoría se inquieta por lo que importa a la vida humana en todas sus dimensiones. Una vida en plenitud, no reducida a meros horizontes económicos, lo que exige otro mundo más vasto que el financiero.
 

  1. ALTERNATIVAS A LA ACTUAL GLOBALIZACIÓN

 
Si bien es cierto que la globalización es irreversible como lo fue, en su día, la Revolución Industrial, también es cierto que es un proceso abierto que se está gestando y, por lo tanto, se puede modificar su trayectoria y corregir sus defectos.
 
3.1 Frente a una globalización económico financiera propuesta por el modelo neoliberal que favorece a los países ricos y, sobre todo, a las grandes multinacionales hay que fomentar un tipo de globalización basada en un modelo que no sólo logre el crecimiento económico sino que sea capaz de distribuir de manera más equitativa la riqueza y mejorar, así, el nivel de vida de la población mundial.
 
Un modelo adecuado será aquel que logre reducir la diferencia entre la riqueza de los países desarrollados y la pobreza de los países subdesarrollados y, a la vez, permita equiparar la renta entre las clases más pudientes y las más desfavorecidas dentro de cada uno de los países.
 
Para ello es necesario:

  • Evitar la libre circulación de capitales tal como ocurre hoy en día ya que, debido al uso de las nuevas tecnologías, no están sujetos a ningún tipo de control y se desplazan de un país a otro buscando, simplemente, la especulación financiera. Una buena medida para moderar estos desplazamientos sería aplicar un impuesto sobre los movimientos de capital a corto plazo. Es lo que se conoce como “Tasa Tobin”. Su implantación es difícil puesto que requiere del acuerdo de todos los países afectados.
  • Exigir la desaparición de los llamados “paraísos fiscales” que permiten la fuga de enormes cantidades de capital, perjudicando gravemente la economía de los países de procedencia que, en buena medida, son subdesarrollados. La “descapitalización” de Argentina es un ejemplo claro. Por otro lado la existencia de estos “paraísos” esconden casos flagrantes de corrupción como es el caso del “Prestige”. No hay que olvidar que este barco navegaba bajo bandera liberiana. Liberia es un paraíso fiscal donde el propietario del barco, un armador griego, no encontró ningún tipo de trabas para poner en circulación el petrolero que no reunía las condiciones necesarias para poder transportar el crudo.
  • Fomentar el desarrollo de un comercio justo, sin poner ningún tipo de trabas a los productos que vienen de países pobres y pagar, así mismo, un precio que permita a sus productores vivir con dignidad.

Es, quizás, uno de los aspectos en el que más podemos influir los ciudadanos puesto que en nuestras manos está el no adquirir aquellas mercaderías que han sido elaboradas sin tener en cuenta la explotación económica a la que están sometidas las personas que intervienen en su proceso de fabricación y que, muchas veces, son trabajadores infantiles.

  • Condonar la deuda externa que sume en la miseria a los países periféricos y no les permite salir de su pobreza. Bien es cierto que la condonación ha de ir acompañada de políticas económicas responsables por parte de los gobernantes de aquellos países a los que la deuda les ha sido perdonada. Así mismo, los países centrales tienen el deber “moral” de dedicar una parte de su presupuesto al desarrollo de los países pobres.

 
3.2 Frente a la globalización política que quiere imponer EEUU a través de su “Nuevo Orden Internacional” que se traduce en una hegemonía política, económica, cultural y militar, que no duda en subyugar al resto de los países, hay que luchar por un “Nuevo Orden Internacional” donde todos los las regiones del mundo tengan las mismas oportunidades para poder desarrollarse en un marco de igualdad, respeto y tolerancia.
 
Para ello es necesario:

  • Fomentar la democracia participativa que permita a los ciudadanos expresar sus inquietudes y deseos y, así mismo, forzar a los partidos a desarrollar políticas que favorezcan el bienestar, no sólo económico, sino también el social, cultural y ecológico de la población que gobiernan.
  • Dar mayor protagonismo a instituciones internacionales en las que estén representados todos los pueblos en igualdad de condiciones. A este respecto es necesario una modificación radical de la ONU en vista de los acontecimientos recientes relacionados con la guerra contra Iraq.
  • Abogar por la creación de un Tribunal Penal Internacional que tenga competencias sobre los tribunales de cada uno de los países del mundo sin excepción. Este Tribunal ha de ser capaz de perseguir, juzgar y condenar los crímenes de guerra y las violaciones de los derechos humanos, siempre desde la legitimidad.
  • Convocar cumbres internacionales para tratar aquellos temas que favorezcan un desarrollo sostenible y contribuyan al progreso de los más débiles como las de Río de Janeiro (1992): Medio Ambiente y Desarrollo, Viena (1993): Derechos Humanos, Beijing (1995): Mujer, Copenhague (1996): Desarrollo Social.
  • No sólo basta con convocarlas, además se ha de exigir que los responsables lleven a la práctica los principios acordados.

 
3.3 Frente a una globalización social que favorece la existencia de una minoría privilegiada y una mayoría excluida hay que potenciar un tipo de globalización que permita la creación de una sociedad solidaria que tenga como principal objetivo la dignidad del se humano.
 
Para ello es necesario:

  • Facilitar el acceso a la educación de todos los niños del planeta para que tengan las mismas oportunidades. Es, sin duda, uno de los objetivos más importantes si queremos conseguir un mundo más justo. Sobre todo es fundamental que puedan acceder al dominio de las nuevas tecnologías puesto que son herramientas básicas para no apearse del carro de la globalización.
  • En los países ricos, como el nuestro, acoger e integrar a los inmigrantes, puesto que su trabajo nos ayuda a mantener nuestro nivel de vida. Además, no hemos de olvidar que millones de europeos emigraron, en siglos anteriores, hacia América, Asia y África y que estos desplazamientos contribuyeron al progreso del Viejo Continente.
  • Así pues, esta acogida e integración es una retribución justa y contribuirá a crear una sociedad más rica, segura, tolerante y pacífica.

 
3.4. Frente a la globalización cultural basada en una cultura del consumo y de la trivialidad de claras raíces occidentales y materialistas se ha de favorecer una cultura de la diversidad que fomente los valores más profundos y humanos que podemos encontrar en cada una de las culturas que conforman el planeta.
 
Para ello es necesario:

  • Evitar el consumo compulsivo e indiscriminado que nos convierte en verdaderos esclavos de bienes materiales y educar en un consumo racional. Está comprobado que si toda la humanidad consumiera tal como lo hacemos los habitantes de países ricos la vida en el planeta sufriría, en poco tiempo, un daño irreversible.
  • Apartar, sobre todo a las generaciones jóvenes, de una cultura del ocio que promueve una sociedad basada en valores triviales que impiden el desarrollo integral de la persona. Asistimos atónitos a la proyección creciente de programas que denominamos “telebasura” y que se convierten, muchas veces, en modelos de conducta social y, además, nos adormecen impidiendo que percibamos la realidad que nos rodea. Frente a esto hemos de crear espacios que fomenten un espíritu crítico que nos permita crecer libremente sin ningún tipo de manipulación.
  • Valorar la diversidad cultural que nos ayude a enriquecernos y buscar, en cada una de las diversas tradiciones, aquello que nos hace más personas para lograr una sociedad más justa, solidaria y, sobre todo, feliz dentro de los límites de lo humano.

 
BIBLIOGRAFÍA:
 

  • Sampetro, José Luís,       El mercado y la globalización,       Ediciones destino,

Barcelona,2002
 

  • VV AA,   Perspectiva,   Vicens Vives, Barcelona, 2002

 

  • Gallego Díaz, Soledad, Rebelión en la calle, El País Semanal nº 1381

 

  • El resto de la bibliografía utilizada ha sido extraída de los resúmenes de las conferencias sobre la globalización realizadas por los ponentes:

 

    • Mària i Serrano, José F. , La globalización

 

    • Oliveras, Arcadi,   Los retos de la globalización

 

    • Fernández de la Hoz, Paloma, La globalización