¿Por qué vivir?

1 enero 2004

Textos para la reflexión

Blanca Encinas
 
La pregunta por el sentido de la vida ha estado muy presente en el pensamiento y en la reflexión de los hombres y mujeres de los siglos pasados. Hoy, según algunos, parece como si se ofuscara y no viviéramos ya los humanos preocupados por los grandes interrogantes del por qué vivir, por qué luchar, por qué morir.
Al ofrecer esta selección de textos pretendo simplemente estimular esta reflexión. Están tomados, en su mayor parte, de la filosofía, teología y narrativa actual. Los he agrupado en tres bloques: en el primero recojo textos que plantean y formulan la cuestión del sentido-sinsentido de la vida humana; en el segundo, he querido presentar algunos textos que aluden a las dificultades y obstáculos con los que frecuentemente es necesario confrontarse; finalmente, en el tercero, selecciono textos que, de manera positiva, ofrecen caminos y pistas. Cada uno de los tres bloques va seguido de algunas pautas pensadas para ayudar la reflexión en los grupos de jóvenes. Es posible que a algunos grupos no les hagan falta. Los textos son ya suficientemente sugerentes como para suscitar, sin más, el diálogo.
 

LA PREGUNTA POR EL SENTIDO

 
1. El problema del sentido
“Nosotros sentimos que incluso si todas las posibles cuestiones científicas pudieran responderse, el problema de nuestra vida no habría sido más penetrado. Desde luego que no queda ya ninguna pregunta, y precisamente ésta es la respuesta. La solución del problema de la vida está en la desaparición de este problema. ¿No es ésta la razón de que los hombres que han llegado a ver claro el sentido de la vida, después de mucho dudar, no sepan decir en qué consiste este sentido?”
L. WITTEGENSTEIN, Tractatus lógico-philososphicus, Alianza Editorial, Madrid 1980, 201-203.

2. El sentido de la vida, cuestión fundamental
“No hay nada más que un problema filosófico verdaderamente serio: es el suicidio. Juzgar que la vida vale o no vale la pena de ser vivida es contestar a la cuestión fundamental de la filosofía… Si yo me pregunto por qué cosa juzgaré que tal cuestión es más urgente que tal otra, contesto que es por las acciones que arrastra. Jamás he visto a nadie morir por el argumento ontológico. Galileo, que tenía una verdad científica de importancia, la abjuró de la forma más fácil del mundo desde el momento en que ella puso su vida en peligro. En cierto sentido hizo bien. Esta verdad no valía la hoguera. Cuál de los dos, si la tierra o el cielo, gira alrededor del otro, es profundamente indiferente. En una palabra es una cuestión fútil. En cambio, yo veo que muchas gentes mueren porque estiman que la vida no vale la pena de ser vivida. Veo a otras que se hacen matar paradójicamente por las ideas o las ilusiones que les dan una razón de vivir (lo que se llama una razón de vivir es al mismo tiempo una excelente razón de morir). Juzgo, pues, que el sentido de la vida es la cuestión más urgente”.
A. CAMUS, El mito de Sísifo, en Obras Completas II, Aguilar, Madrid 1973, 125.
 
3. El suicidio incuestionable
“Tanto un repaso histórico de nuestra tradición como el sentido común nos mostrarían, inmediatamente, que el suicidio es la cosa más natural. Si esto es así, entonces quien tendría que darnos argumentos poderosísimos sería el que está en contra del suicidio, a éste le correspondería el peso de la prueba, el esfuerzo para abrirnos los ojos ante esa supuesta perversión”
J. SÁDABA, Saber vivir, Libertarias, Madrid 1984, 128.
 
4. Indiferencia al sentido
“La oposición del sentido y del sin sentido ya no es desgarradora y pierde parte de su radicalismo ante la frivolidad o la utilidad de la moda, del ocio, de la publicidad. En la era de lo espectacular, las antinomias duras, las de lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, lo real y la ilusión, el sentido y el sinsentido se esfuman, los antagonismos se vuelven flotantes, se empieza a comprender, mal que les pese a nuestros metafísicos y antimetafísicos, que ya es posible vivir sin objetivo ni sentido, en secuencia-flash, y esto es nuevo. Es mejor cualquier sentido que ninguno, decía Nietzche, hasta eso ya no es verdad hoy. La propia necesidad de sentido ha sido barrida y la existencia indiferente al sentido puede desplegarse sin patetismo ni abismo, sin aspiración a nuevas tablas de valores”
G. LIPOVETSKY, La era del vacío, Anagrama, Barcelona 1986, 38.
 

  1. Cuestión existencial

“Lo desearíamos, sin duda, pero no somos del todo transparentes a nosotros mismos. Acaso haya de comenzar por ahí para comprenderse bien. El hombre es ese ser en perpetua búsqueda de su humanidad y del secreto que ella encubre. Cuestión que no tiene nada de académica. Es existencial: cercana a las cuestiones de nuestro destino. Pues presentimos que el hecho de inclinarnos sobre el brocal de nuestro propio pozo acaso nos conduzca al sentido de nuestra vida. Que no tenga que decir un día: “¿he pasado de largo?”.
A. GESCHE, Dios para pensar I, Sígueme, Salamanca 1995, 193.
 
6. Fuerza primaria
“La búsqueda por parte del hombre del sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una “racionalización secundaria” de sus impulsos instintivos. Este sentido es único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el hombre un significado que satisfaga su propia voluntad de sentido. Algunos autores sostienen que los sentidos y los principios no son otra cosa que “mecanismos de defensa”, “formaciones y sublimaciones de las reacciones”. Por lo que a mí toca, yo no quisiera vivir simplemente por mor de mis “mecanismos de defensa”, ni estaría dispuesto a morir por mis “formaciones de las reacciones”. El hombre, no obstante, es capaz de vivir e incluso de morir por sus ideales y principios”
V. FRANKL, El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 199416, 98.
 

  1. Se inquiere al hombre

“Como quiera que toda situación vital representa un reto para el hombre y le plantea un problema que solo él debe resolver, la cuestión del significado de la vida puede, en realidad, invertirse. En última instancia, el hombre no debería inquirir cuál es el sentido de la vida, sino comprender que es a él a quien se inquiere. En una palabra, a cada hombre se le pregunta por la vida y únicamente puede responder a la vida respondiendo por su propia vida; solo siendo responsable puede contestar a la vida”.
V. FRANKL, El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 199416, 108.

8. Solo se vive una vez
“El hombre nunca puede saber qué debe querer, porque vive solo una vida y no tiene modo de compararla con sus vidas precedentes ni de enmendarla en sus vidas posteriores. ¿Es mejor estar con Teresa o quedarse solo? No existe posibilidad alguna de comprobar cuál de las decisiones es la mejor, porque no existe comparación alguna. El hombre lo vive todo a la primera y sin preparación. Como si un actor representase su obra sin ningún tipo de ensayo. Pero ¿qué valor puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma? Por eso la vida parece un boceto. Pero ni siquiera boceto es la palabra precisa, porque un boceto es siempre un borrador de algo, la preparación para un cuadro, mientras que el boceto que es nuestra vida es un boceto para nada, un borrador sin cuadro… Lo que solo ocurre una vez es como si no ocurriera nunca. Si el hombre sólo puede vivir una vida es como si no viviera en absoluto”
M. KUNDERA, La insoportable levedad del ser, Tusquets, Barcelona 1985, 16.
 

  1. ¿Cuáles son tus planes?

“En un momento dado se callaron y, tras un breve silencio, el Viejo Fleischmann me preguntó: ¿Cuáles son tus planes para el futuro? Me sorprendí un poco y les dije que aún no me había planteado nada. Entonces el otro viejo se movió y se inclinó en su silla hacia mí. Antes que nada –dijo- tienes que olvidar los horrores. Le pregunté muy extrañado: ¿Por qué? Para poder vivir, respondió, y el señor Fleischmann asintió con la cabeza: Para poder vivir libremente, a lo que el otro asintió añadiendo: Con esa carga no se puede empezar una nueva vida; tuve que reconocer que en eso tenía razón. Pero, por otra parte, no entendía cómo me podían pedir cosas imposibles, y les hice saber que i experiencia había sido real y que yo no podía mandar sobre mis recuerdos. Podría empezar una nueva vida, expliqué, si naciera de nuevo, o si alguna enfermedad acabara con mi mente, haciéndome olvidar todo por completo… De todas formas, añadí, yo no me día cuenta de que eran horrores. Se quedaron muy sorprendidos con mi respuesta y preguntaron cómo debía de interpretarse eso de que no me dí cuenta. Entonces les pregunté qué habían hecho ellos durante aquellos tiempos difíciles. Pues… vivir, dijo uno. Intentar sobrevivir, dijo el otro. Claro, observé, habían dado un paso tras otro. Querían saber qué significaba eso de los pasos y yo les contesté cómo se hacía eso en Auschwitz”.
I. KERTÉSZ, Sin destino, Acantilado, Barcelona 2001, 256.
 
10. Interrogantes más profundos del hombre
“Ante la actual evolución del mundo, son cada día más numerosos los que se plantean o los que acometen con nueva penetración las cuestiones más fundamentales: ¿Qué es el hombre? ¿Cuál es el sentido del dolor, del mal, de la muerte, que, a pesar de tantos progresos hechos, subsisten todavía? ¿Qué valor tienen las victorias logradas a tan caro precio? ¿Qué puede dar el hombre a la sociedad? ¿Qué puede esperar de ella? ¿Qué hay después de esta vida temporal? Cree la Iglesia que Cristo muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse. Igualmente cree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro”
CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, 10.
 

PISTAS PARA LA REFLEXIÓN
 
1.      Seleccionar el texto que parece de mayor interés: analizarlo, comentarlo en el grupo.

  1. Subrayar las frases y expresiones que más llaman la atención y compartirlas en el grupo.
  2. ¿Cómo formulan estos textos la pregunta por el sentido de la vida?
  3. ¿Cómo se formula hoy en el ambiente concreto en que vivimos?
  4. ¿Sigue siendo una cuestión fundamental o, más bien, como insinúa Lipovetsky, no es ya una cuestión “desgarradora?
  5. ¿Estamos los hombres del siglo XXI realmente preocupados por los grandes interrogantes que formula el Vaticano II?
  6. Cuáles son nuestras verdaderas y más reales preocupaciones?
  7. ¿Constituye el suicidio la “cosa más natural?
  8. ¿Puede o no puede saber el hombre lo que debe querer, buscar y decidir?
  9. ¿Qué significa para mí plantear, buscar, vivir y dar sentido a mi vida?

 

DIFICULTADES Y OBSTÁCULOS

 
1. El peso de la vida
“No sabía que la libertad no es una recompensa ni una condecoración que se celebra con champaña. Ni tampoco un regalo ni una caja de golosinas para endulzar la boca. ¡Oh, no! Es, por el contrario, una carga y una carrera de fondo, solitaria y extenuante… Al final de toda libertad hay una sentencia; he ahí por qué la libertad es carga pesada, sobre todo cuando uno sufre de fiebre, o de pena, o no quiere a nadie. Para quien está solo, sin Dios y sin amo, el peso de los días es terrible. Hay que buscar un amo, puesto que Dios no está de moda”
A. CAMUS, La caída, en Obras Completas I, Aguilar, Madrid 1979, 473.

  1. Los hombres mueren y no son felices

“En fin, no estoy loco; es más, nunca he sido tan razonable. Sencillamente he sentido de golpe necesidad de lo imposible. Las cosas, tal cual son, no me satisfacen…Este mundo, tal como está hecho, no es soportable. Así que necesito la luna, la felicidad o la inmortalidad; algo que quizá sea descabellado, pero que no sea de este mundo… Creo acordarme, es verdad, que, hace unos días, una mujer que yo amaba murió. Pero, ¿qué es el amor? Poca cosa. Esa muerte no es nada, te lo juro; solo es la señal de una verdad que convierte a la luna en necesaria. Es una verdad muy sencilla y muy clara, algo tonta, pero difícil de descubrir y pesada de llevar. Los hombres mueren y no son felices”.
A. CAMUS, Calígula, acto I, escena V.
 
3. Nada más que proyecto
“El hombre no es nada más que su proyecto: no existe más que en la medida en que se realiza; no es otra cosa que el conjunto de sus actos; no es nada más que su vida”
J. P. SARTRE, El existencialismo es un humanismo, 72
 
4. Solos
“No, es imposible; es imposible comunicar la sensación de vida de una época determinada de la propia existencia, lo que constituye su verdad, su sentido, su sutil y penetrante esencia. Es imposible. Vivimos como soñamos… solos”
J. CONRARD, El corazón de las tinieblas, Lumen, Barcelona 1974, 53.
 
5. No volveré a ser joven
“Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
envejecer, morir, eran tan solo
las dimensiones del Teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir,
es el único argumento de la obra”
J. GIL DE BIEDMA, Antología poética, Alianza, Madrid 1981, 118.
 
6. Suicidas vivos
“Al igual que Demóstenes, Sócrates, Cleopatra, Séneca y otros grandes suicidas de la historia, en la Norteamérica de hoy y de ayer existe un panteón mítico exclusivo dedicado a Ernest Hemingway, Judy Garland, Marilyn Monroe, Elvis Presley y Kurt Cobain, todos muertos de sobredosis de drogas y de fama. Todos con sus vidas marcadas casi tanto por su trágico final como por el impacto de su obra. Parece como si viéramos toda la trama de sus existencias a través del cristal de su último acto. Pero existen igualmente millones de desesperados anónimos que ni las autoridades ni las estadísticas aceptan como tales porque la muerte es emocional y no física. Me refiero a las amas de casa paralizadas en su infelicidad, a los burócratas aburridos, a las parejas en bancarrota afectiva, a los narcisistas ensimismados, a los resentidos ambulantes, a los alcohólicos encubiertos, a los adolescentes drogadictos, a las anoréxicas enajenadas, y a quienes viven aletargados sumergidos en el cinismo, la desidia y la rutina”.
L. ROJAS MARCOS, Las semillas de la violencia, Espasa Calpe, Madrid 1995, 162,
 
7. Vivir nuestro tiempo
“Nunca nos limitamos al presente. Anticipamos el futuro, como si viniera demasiado lento, como si quisiéramos acelerar su marcha; recordamos el pasado como para retenerlo, pues desaparece tan pronto: es locura andar a la deriva en tiempos que no son nuestros, y olvidar el único tiempo que nos pertenece; y es frivolidad reflexionar sobre tiempos que no existen, y perder el único que está ahí. Apenas pensamos en el presente, y si lo hacemos, es tan solo para encender en él la luz de que queremos disponer en el futuro. Nunca es el presente meta; el pasado y el presente son medios, únicamente el futuro es nuestra meta. Y así no vivimos nunca, sino que esperamos vivir, y disponiéndonos siempre a ser felices, es inevitable que no lo seamos jamás”.
PASCAL. Pensamientos, n. 172.
 
8. Al borde de la carretera
“Estoy sentado al borde de la carretera.
El chófer cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar a donde voy.
¿Por qué contemplo el cambio de rueda
con impaciencia?
B. BRECHT, Poemas
 

  1. La ciudad

“Dijiste: Iré a otra tierra, iré a algún otro mar.
Mejor que esta habrá alguna otra ciudad.
Una condena escrita es cada intento mío
y está mi corazón, como un muerto, en su nicho.
¿Hasta cuándo mi alma va a continuar tan lánguida?
Donde vuelvo la vista, mire a donde mire,
de mi vida las ruinas negras las veo aquí,
en donde tantos años pasé, arruiné y perdí”
B. P. CAVAFIS, Poemas, Seix Barral, Barcelona 1994,
 
10. La vida, sombra fugaz
“El mañana y el mañana y el mañana avanzan en pequeños pasos, de día en día, hasta la última sílaba del tiempo recordable; y todos nuestros ayeres han alumbrado a los locos el camino hacia el polvo de la muerte… ¡Extínguete, fugaz antorcha!… La vida no es más que una sombra que pasa, un pobre cómico que se pavonea y agita una hora sobre la escena y después no se le oye más…; un cuento narrado por un idiota, lleno de ruido y furia, y que no significa nada”.
W. SHAKESPEARE, Macbeth, acto V, escena V.
 

PISTAS PARA LA REFLEXIÓN
 
1.      Resumir en breves frases las dificultades y obstáculos que presentan los textos en relación al sentido de la vida.

  1. Responder personalmente a cada una de esas dificultades.
  2. ¿Cuál es la postura de estos textos ante la cuestión del sentido de la vida?
  3. Comentar en el grupo el texto ante el que se encuentre mayor dificultad.
  4. ¿Por qué se llega a esa situación descrita de “desesperados anónimos?
  5. ¿Cuáles son las causas por las que se llega a afirmar: “no me gusta el lugar de donde vengo; no me gusta el lugar a donde voy?
  6. “Los hombres mueren y no son felices”: ¿es posible la felicidad en esta vida?
  7. ¿Cuáles son actualmente las dificultades para plantearse y responder la pregunta por el sentido de la vida?
  8. ¿Sigue siendo necesario plantearse la pregunta por el sentido de la vida?
  9. Sentido del presente, del pasado y del futuro en la propia existencia

 
CAMINOS DEL SENTIDO
 
1. Cambio de actitud ante la vida
“Lo que de verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después, enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros. Tenemos que dejar de hacernos preguntas sobre el significado de la vida y, en vez de ello, pensar en nosotros como en seres a quienes la vida les inquiriera continua e incesantemente. Nuestra contestación tiene que estar hecha no de palabras ni tampoco de meditación, sino de una conducta y una actuación rectas. En última instancia vivir significa asumir la responsabilidad de encontrar la respuesta correcta a los problemas que ello plantea y cumplir las tareas que la vida asigna continuamente a cada individuo”.
V. FRANKL, El hombre en busca de sentido, Herder, Barcelona 199416, 78-79.
 
2. Narrar la vida
“Nuestras vidas no son los ríos que van a dar a la mar que es el morir. Lo dijo el poeta, pero ya se sabe que los poetas mienten mucho. Vivir es más parecido a escribir. La vida no discurre como un río, sino como una narración. Acto a acto contamos nuestra historia y en cada instante tenemos que decidir la frase que escribiremos a continuación, el proyecto, el argumento, el estilo”.
J. A. MARINA, Ética para náufragos, Anagrama, Barcelona 1995, 13.
 
3 Recuperación de la conciencia
“La vida es inseparable del acto en que concluye, pues el sentido del camino está siempre definido por su término. De ahí que si la muerte no se asume se desvirtúe la vida. Ser persona, ser fin en sí mismo supone saberse finito, tener conciencia no solo de fines propios, sino del propio fin; un fin incierto en el cuándo, pero irremisible a la postre, absolutamente definitivo. Nada hay más personal que la propia muerte; rehuir su realidad es contrario a la realización de la persona… Para una conciencia que tiene el privilegio de poseerse a sí misma y se nutre de su autoposesión es difícil de aceptar un fin que solo es final. Excluida para muchos la perduración en otra vida que en ésta, la propia conciencia rehuye la consideración de su último fin; se defiende de muchas maneras, negándose a sí misma, rehuyendo aceptar que la vida tenga sentido alguno, o dejando que lo absorba la historia. A la postre, la vida se realiza en fines siempre penúltimos, que dejan en suspenso el que da sentido a la realización, porque el hombre no entiende bien que solo se puede ser para la muerte”.
J. L. PINILLOS, Las funciones de la conciencia. Discurso de ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid 1983, 124.
 
4. Capacidad de espera y de lucha
“La capacidad de esperar, de luchar por una meta sin abandonarse al desaliento o a la desesperación, la capacidad de tener puesta siempre la mirada hacia el futuro son fundamentales para obtener el éxito en cualquier empresa. Son indispensables para el deportista, el artista, el político, el emprendedor, el científico, el explorador o el emigrante. Para cualquiera que desee construir, inventar, arriesgar, desafiar, superar un obstáculo, buscar lo nuevo. También para curarse de una enfermedad. Tan solo la persona que desea curarse, tan solo aquel que está convencido de conseguirlo, tan solo aquel que lucha para vivir y que cree en ello, se curará”.
F. ALBERONI, La esperanza, Gedisa, Barcelona 2001, 22.
 
5. El valor de la vida
“Solo el futuro da un sentido al pasado. Lo que nosotros dejaremos a nuestros hijos determina el valor de la vida que habremos vivido. La Tierra es como una biblioteca que hay que dejar intacta después de haberse enriquecido con su lectura y haberla enriquecido. La vida es su libro más precioso. Conviene protegerla amorosamente antes de transmitirla –acompañada de nuevos comentarios- a otros que osarán luego llevarla más lejos, más arriba”.
J. ATTALI, Milenio, Seix Barral, Barcelona 1991, 107.
 
6. La esperanza de la fe
“En esa contradicción con que la palabra de promesa se opone a la realidad perceptible del sufrimiento y de la muerte, la fe se apoya en la esperanza y se apresura a ir más allá de este mundo… Creer significa de hecho superar las barreras, trascender, encontrarse en éxodo. Pero de tal modo que no por ello quede suprimida o pasada por alto la realidad opresora. La muerte es muerte verdadera, y la podredumbre, podredumbre hedionda. La culpa sigue siendo culpa, y el sufrimiento continúa siendo, también para la fe, un grito que carece de una respuesta ya lista. La fe sobrepasa estas realidades, pero no para refugiarse en el ámbito celestial, en lo utópico; no se pierde, soñando, en una realidad diferente. Solo puede sobrepasar las barreras de la vida construidas por el sufrimiento, la culpa y la muerte, allí donde tales barreras están realmente derribadas. Solo siguiendo al Cristo resucitado de la pasión, al Cristo resucitado de la muerte en abandono de Dios y del sepulcro, llega la fe a tener una mirada despejada hacia el horizonte en que no existe ya tribulación alguna, hacia la libertad y la alegría”
J. MOLTMANN, Teología de la esperanza, Sígueme, Salamanca 1977, 24.
 
7. La vida marcha hacia Dios
“Jorge Marique formuló con una espontaneidad genial cómo nuestras vidas son río y el morir es nuestro mar. ¿Y qué ocurre allí con nuestra aguas? ¿se disuelven en el vasto piélago, dejando de tener realidad todo lo vivido y propio? En verdad solo tenemos como propio lo vivido, y si esto nos fuere arrancado, nada nos queda. La respuesta bíblica es clara y sobria: la vida humana marcha hacia Dios y Dios es el mar que la acoge no para disolverla en insignificancia o en anulación, sino para afirmarla en amor y desde él en eternidad”.
O. GONZALEZ DE CARDEDAL, Raíz de la esperanza, Sígueme, Salamanca 1995, 189.
 
8. Por encima de todos los enigmas
“Esta unión de Cristo con el hombre es en sí misma un misterio del que nace el hombre nuevo, llamado a participar de la vida de Dios, creado nuevamente en Cristo, en la plenitud de la gracia y verdad. La unión de Cristo con el hombre es la fuerza y la fuente de la fuerza, según la incisiva expresión de San Juan en el prólogo de su Evangelio: “Dios dióles poder de venir a ser hijos”. Esta es la fuerza que transforma interiormente al hombre, como principio de una vida nueva que no se desvanece y no pasa, sino que dura hasta la vida eterna. Esta vida prometida y dada a cada hombre por el Padre en Jesucristo, Hijo eterno y unigénito, encarnado y nacido al llegar la plenitud de los tiempos de la Virgen María, es el final cumplimiento de la vocación del hombre. Es de algún modo cumplimiento de la “suerte” que desde la eternidad Dios le ha preparado. Esta “suerte divina” se hace camino, por encima de todos los enigmas, incógnitas, tortuosidades, curvas de la “suerte humana” en el mundo temporal. En efecto, si todo esto lleva… a la frontera de la muerte y a la meta de la destrucción del cuerpo humano, Cristo se nos aparece más allá de esta meta: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí no morirá para siempre”.
JUAN PABLO II, Redemptor hominis, 73.
 
9. El mensaje de la cruz
“Cristo sufre voluntariamente y sufre inocentemente. Acoge con sus sufrimientos aquel interrogante que, puesto muchas veces por los hombres, ha sido expresado, en un cierto sentido, de manera radical en el libro de Job. Sin embargo, Cristo no solo lleva consigo la misma pregunta (y esto todavía de manera todavía más radical, ya que Él no es solo un hombre como Job, sino el unigénito Hijo de Dios), sino que lleva también el máximo de la posible respuesta a este interrogante. La respuesta emerge, se podría decir, de la misma materia de la que está formada la pregunta. Cristo da la respuesta al interrogante sobre el sufrimiento y sobre el sentido del mismo no solo con sus enseñanzas, es decir, con la Buena Nueva, sino ante todo con su propio sufrimiento, el cual está integrado de una manera orgánica e indisoluble con las enseñanzas de la Buena Nueva. Esta es la palabra última y sintética de esta enseñanza: “la doctrina de la cruz”, como diría San Pablo”.
JUAN PABLO II, Salvifici doloris, 18.
 

  1. El reconocimiento de Dios

“El reconocimiento de Dios no se opone en modo alguno a la dignidad humana, ya que esa dignidad tiene en el mismo Dios su fundamento y perfección. Es Dios creador el que constituye al hombre inteligente y libre en la sociedad. Y, sobre todo, el hombre es llamado, como hijo, a la unión con Dios y a la participación de su felicidad. Enseña además la Iglesia que la esperanza escatológica no merma la importancia de las tareas temporales, sino que más bien proporciona nuevos motivos de apoyo para su ejercicio. Cuando, por el contrario, faltan ese fundamento divino y esa esperanza de la vida eterna, la dignidad humana sufre lesiones gravísimas –es lo que hoy con frecuencia sucede- y los enigmas de la vida y de la muerte, de la culpa y del dolor, quedan sin solucionar, llevando no raramente al hombre a la desesperación”.
CONCILIO VATICANO II, Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo, 21.
 

PISTAS PARA LA REFLEXIÓN
 

  1.      Resumir sintéticamente los caminos de sentido que aparecen en los textos presentados.
  2. ¿Qué sugiere la comparación de la vida como narración?
  3. ¿Qué significa, de manera concreta y vital, que el sentido del camino está determinado por su término?
  4. ¿Qué capacidad de espera, de lucha, de compromiso, hay en mi vida?
  5. Comentar la comparación de Attali, “la Tierra es como una biblioteca” y la expresión “la vida es su libro más precioso?
  6. ¿Qué horizonte de sentido ofrece la fe cristiana?
  7. ¿Cómo percibo en mi vida cristiana que, realmente, “la vida humana marcha hacia Dios”?
  8. ¿Cuál es el significado de la “vida nueva que no se desvanece y no pasa” al que se refiere Juan Pablo II?
  9. ¿Cuál es el sentido del dolor que aparece en el libro de Job? ¿Cuál es el sentido que nos llega a los cristianos desde la “doctrina de la cruz”?
  10. ¿Por qué la esperanza escatológica no merma la importancia del compromiso y de las tareas humanas?