Destinatarios: Niños, jóvenes, (no se descartan adultos), en colegios, parroquias, asociaciones…
Contexto: La mayoría de nosotros durante estas vacaciones nos trasladaremos a determinados lugares, para desconectar y poder descansar: playa, montaña, casa de los abuelos, colonias, campamentos… Pues bien, todos tendremos que preparar, o nos prepararán, la maleta, donde meteremos todo lo necesario para esos días que vamos a estar fuera de nuestras casas. La maleta nos servirá para recordarnos ciertos aspectos de nuestro mundo que no podemos echar en el olvido.
Objetivos:
- Reflexionar, a partir de unos datos, sobre nuestro mundo.
- Sin llegar a amargar las vacaciones a nadie, lograr “meter” en la maleta junto a nuestros enseres, esas situaciones de injusticia, de abandono y de miseria, y a esos hermanos nuestros que no pueden gozar de nuestra situación tan privilegiada.
- Tomar partido, conseguir ensanchar cada día más las fronteras de nuestro corazón. Aprender a necesitar cada vez menos cosas materiales y sacar todo el jugo posible a las pocas que nos queden.
Duración: Entre 45 y 60 minutos (se puede acortar o alargar según vamos viendo cómo vaya transcurriendo la sesión).
Desarrollo: El educador se hará con una maleta (bolsa de equipaje, mochila…) que colocará en un lugar visible. Les empezará a hablar a los jóvenes sobre las vacaciones, invitándoles a que exprese cada uno qué lugar elige para pasar el verano o parte del mismo. Cuando todos, brevemente, hayan intervenido, abrirá la maleta formulándoles la siguiente pregunta: ¿Qué cosas vais a meter en la maleta durante estas vacaciones? Cada joven, libremente, irá exponiendo prendas, objetos… y el profesor aprovechará lo que digan sus jóvenes para, a partir de unos datos, establecer una reflexión y un diálogo donde todos puedan enriquecerse.
- Ropa: Mientras nosotros escogemos el último bañador que ha salido al mercado, el pantalón de marca o las zapatillas de Beckam, os informo que el 90% de las prendas de vestir de última moda se fabrican a precios irrisorios en países del Tercer Mundo. Allí mujeres y niños trabajan a destajo en jornadas de entre 60 y 84 horas semanales por un sueldo que no suele sobrepasar el 0,4% del precio de venta del artículo.
- Libros: La gran fortuna que nosotros tenemos en hacer volar nuestra imaginación a través de la lectura de un libro: más de 860 millones de personas en todo el mundo no lo pueden llevar a cabo pues son analfabetas.
- Bolsa de aseo: Mientras nos cepillamos los dientes o nos hacemos la manicura o nos damos la crema solar para no dañarnos la piel, 1300 millones de personas en el mundo carecen hasta de agua potable, y mueren sin haberse dado una ducha en condiciones.
- Pequeño botiquín: Medicinas para un inesperado dolor de cabeza o para combatir una plaga de mosquitos. ¡Qué suerte tenemos! ¿Qué no? Pregunta a los más de 880 millones de personas que carecen de acceso a servicios sanitarios (vamos, que no pueden ir a un hospital porque no lo tienen).
- Juegos: Para tener ocupados esos momentos en que nos aburrimos: la game boy, un balón, el discman… Pongo en vuestro conocimiento que 350 millones de niños y niñas son obligados cada día a perfeccionarse en el único juego que les es permitido: combatir, rifle en mano, hasta lograr la muerte del contrario.
- Móvil: Vaya desazón si nos olvidamos de él. Es idóneo en vacaciones para no olvidarse de los amigos que hemos dejado en nuestros lugares de origen y para apuntar los teléfonos de los nuevos amigos que vamos conociendo… ¿Sabéis? Sólo en Asia 700.000 niñas son privadas desde su más tierna infancia de la posibilidad de hacer amigos, por estar demasiado ocupadas en sobrevivir vendiendo sus cuerpos a gente sin escrúpulos.
- DNI: Hay que llevar el documento de identidad a todas partes, hasta pueden multarte si se te olvida… Pues bien, lógicamente no se tiene registrada la cifra de personas que, por no tener, no poseen ni una nacionalidad reconocida (vamos, que como si no existieran).
- Esos pequeños ahorrillos, para disfrutar a tope de las vacaciones… Fijaos, qué ahorros pueden tener los más de 1200 millones de personas que subsisten con menos de un euro al día….
Valoración: Si es posible, sería muy enriquecedor evaluar y sacar conclusiones después de las vacaciones (al inicio del curso). ¿Cómo hemos vivido nuestro verano? ¿Hemos tenido presente esas situaciones de injusticia y miseria? ¿Nos ha servido, al menos, para no quejarnos cuando nos ha faltado algo, o para sensibilizarnos algo más con nuestros hermanos más pobres? ¿Cómo podíamos tomar partido ante situaciones de injusticia que hayamos oído o presenciado?
José María Escudero