Programación pastoral

1 junio 2006

Las ideas más preciosas son los métodos

Friedrich Nietzsche

 
Sobre la necesidad e importancia de proyectar, programar, planificar en la acción pastoral, las opiniones siguen siendo muy diversas; con frecuencia, incluso opuestas y enfrentadas. Desde los propios planteamientos teóricos y quizás más frecuentemente desde la propia experiencia personal afloran convicciones y motivaciones más o menos favorables o desfavorables a una mentalidad y a una praxis proyectiva.
 
Hoy no parecen existir dudas sobre la necesidad de trabajar con proyectos en múltiples campos de la actividad humana. El mundo laboral y profesional apuesta por la planificación en aras de la eficacia y de la producción. Las grandes empresas elaboran proyectos formativos, especialmente para el personal directivo. El ámbito educativo en sus diversas instituciones y estructuras (escuela, universidad, etc.) asume sin duda el proyecto y la programación buscando la calidad de la educación. También en la acción eclesial, desde hace al menos varios decenios, se siente la necesidad de coordinar la actividad pastoral. Y así, es normal la elaboración de planes quinquenales, de proyectos educativo-pastorales, de programaciones concretas de diversas intervenciones e iniciativas.
 
Sin duda, esta sensibilidad forma ya parte de las comunidades cristianas; pero, sin embargo, se ciernen todavía muchos interrogantes y muchos dudas. Y no es infrecuente tampoco el caso de quienes se sienten ya cansados de tanta programación o el de quienes se muestran molestos por el carácter rutinario y acomodaticio de simple copiar y pegar que muchas veces acompaña a un quehacer que, en sí mismo, implica y pide reflexión, creatividad y audacia para mirar al futuro.
Abordamos en este número de Misión Joven como tema de reflexión laprogramación pastoral con la finalidad precisa de precisar su verdadero sentido e importancia y de responder a algunas cuestiones que están apareciendo actualmente en la tarea pastoral cotidiana. Riccardo Tonelli se formula e intenta responder a la pregunta básica de la cuestión: ¿también la pastoral necesita proyectos y programaciones? ¿realmente es necesario introducir en las comunidades eclesiales la lógica del trabajar con proyectos? ¿no sería más conveniente centrarse más en el Espíritu que en las técnicas humanas? Quizás los agentes de pastoral tendríamos que llegar de verdad a la convicción de que la respuesta sobre la oportunidad de los proyectos pastorales implica como punto de partida llegar a una opción de fondo sobre el modo de vivir la propia fidelidad al Espíritu de Jesús; resultaría así que, realmente, la cuestión del programar es una cuestión de espiritualidad.
 
¿Por qué la actual decepción y malestar a la hora de confeccionar los proyectos pastorales? ¿Por qué esa sensación de cansancio, rutina o indiferencia de tantos agentes de pastoral ante las programaciones? ¿Qué es lo que nos está pasando? A estos interrogantes quiere responder también Jesús Rojano, ahondando en algunas de las causas que provocan esta situación, desde la sensación de saturación y la falta de análisis de la realidad a la fosilización de las instituciones; y, sobre todo, proponiendo brevemente algunos de los elementos de un buen proyecto pastoral.
 
Finalmente, Ángel Miranda lanza e invita a pasar de la programación de la pastoral a la programación en pastoral. Porque, en realidad, no se trata simplemente de una planificación de las acciones que realizamos en alguna plataforma pastoral concreta (parroquia, escuela, centro juvenil, etc.), sino de la planificación pastoral de dicha estructura. Es decir, lo verdaderamente importante es pasar de la programación de las actividades a la programación pastoral de la estructura.
 
Pero, en realidad, este tipo de programación pastoral nos exige comenzar clarificando nuestra propia identidad y definir con precisión la misión propia de nuestra estructura educativo-pastoral en la Iglesia: ¿por qué y para qué existe?, ¿a qué necesidades, urgencias, expectativas hemos de responder para que nuestra estructura sea realmente levadura del Reino de Dios?, y ¿cómo responder a estas expectativas y urgencias? Sólo así es posible llegar a perfilar objetivos, valores, metodología,  estilo de trabajo, estrategias e itinerarios.
 

EUGENIO ALBURQUERQUE

directormj@misionjoven.org

 

 

IN MEMORIAM

 
El domingo de Resurrección, mientras celebrábamosla Pascua de Jesús, nosllegó la comunicación del paso de esta vida al Padre deValentín de Pablo. Era actualmente Superior dela Región Salesiana de África. Falleció, de manera inesperada, la noche pascual en el corazón de África: enTouba (Malí) entregó su espíritu al Padre.
Durante muchos años colaboró asiduamente enMisión Joven. Desde 1984 a1992 estuvo vinculado al Equipo de Redacción. Durante ocho años fue nuestro Delegado Nacional de Pastoral Juvenil. Mucho, sin duda, le debemos y le debe nuestra Revista. Desde aquí nuestra memoria agradecida y nuestra oración. ¡Descanse en la paz del Señor!