“Proyecto Calle”

1 abril 2005

Una experiencia de animación educativa

Luis Antonio Medina
La experiencia que presentamos está en marcha en la ciudad italiana de Livorno desde 1999. Aparece descrita con amplitud en el libro recientemente publicado: Al encuentro con los jóvenes de la calle, objeto de recensión en este mismo número de Misión Joven. Su presentación creemos que puede resultar de interés para cuantos trabajan en la animación de calle o están interesados en proyectar y realizar una intervención de animación de calle.
 

  1. Cómo nace

El “Proyecto Calle” tiene detrás especialmente el compromiso eclesial del Sínodo de la diócesis de Livorno que reflexionó sobre “la calle y los jóvenes que la habitan”. El Sínodo señaló como a ésta como una de las prioridades pastorales. Nace, pues, el proyecto de la voluntad explícita del Sínodo de salir al encuentro de los jóvenes en los lugares donde éstos se concentran habitualmente.
La conclusión del Sínodo coincidió, además, con la celebración del centenario de la presencia salesiana en la ciudad de Livorno. La calle es el lugar de los orígenes salesianos. Y, de manera particular, a los salesianos se les confió la puesta en marcha del proyecto de animación de calle.
Antes de comenzar a preparar el proyecto, existe un ingente trabajo previo. Se encarga una investigación sociológica sobre el tipo de agregación juvenil informal. Los datos alcanzados proporcionaron una idea bastante clara del grado de agregación juvenil informal y espontánea. Según el estudio sociológico, para la mitad de los jóvenes de Livorno era normal vivir en la calle una parte consistente e importante de su vida de relación.
Una vez vistas las necesidades y motivaciones de las que nace el “Proyecto Calle” comienza ya el proceso de su elaboración.
 

  1. Hacia la elaboración del proyecto

Los primeros objetivos fueron: buscar una sede operativa, formar un grupo que organizase la actividad, conocer otras experiencias de animación de calle, establecer una conexión con las otras realidades sociales de la ciudad.
La diócesis se encarga de buscar una estructura logística de soporte para la actuación del proyecto y un ambiente donde los grupos de calle pudieran encontrar una base de apoyo para la realización de sus iniciativas, cuando fuesen necesario. Entre las varias posibilidades que aparecen, se escoge un ambiente ofrecido por un Instituto religioso, sin connotaciones religiosas y sin que esté anejo a una parroquia o a una institución religiosa, para dejar claro que la finalidad del proyecto no era llevar a los chicos a la iglesia.
Se buscan después las personas disponibles para intervenir en la iniciativa. Ante todo se constituye un grupo de adultos, con varias competencias, que tuvieran encuentros periódicos, con el fin de pensar y pergeñar el proyecto. Este grupo pensante tuvo y tiene gran importancia en cuanto a la reflexión, selección de iniciativas y metodologías a emplear. El grupo dedicó casi todo el primer año a profundizar qué motivaciones impelían como Iglesia a este tipo de intervención.
Durante la reflexión empieza también el conocimiento de otras experiencias en este sector de la animación educativa. Y antes de poner en marcha el proyecto se hizo la presentación a varias realidades que en la misma ciudad de Livorno se ocupan de los jóvenes en la dimensión educativa y social, con la opinión de pedirle también su opinión sobre el Proyecto, su utilidad y viabilidad. Existen así reuniones con asesores municipales, con representantes de distrito, con asociaciones de voluntarios y con algunas parroquias.
 

  1. Actuación del proyecto

Si el primer año sirvió para elaborar el proyecto y para sondear su viabilidad, la segunda fase fue la de su actuación. El proceso seguido fue el siguiente: constituirse en asociación, buscar los jóvenes dispuestos a formarse para convertirse en animadores, y a través de los cuales poder conectar en la calle con los grupos naturales de adolescentes.
Para trabajar más ágilmente en conexión con otras instancias educativas y para ofrecer mayor solidez y continuidad al proyecto, el primer paso fue constituirse como asociación de voluntariado. Esta formalización de la actividad representó un paso importante en orden a la visibilidad del proyecto en la ciudad. Sirvió también para asumir mayor responsabilidad ética no solo ante la comunidad cristiana, sino también ante la comunidad civil. Al mismo tiempo resultó útil para dar al proyecto autonomía frente a las actividades ordinarias de pastoral juvenil que realiza la comunidad.
Para la búsqueda de los animadores de calle, el mismo Obispo escribió una carta a algunos jóvenes más sensibles de la diócesis. La carta se titulaba: “Tengo necesidad de ti”. Su destinatarios eran los más cercanos a la pastoral juvenil, los que ya habían desarrollado un servicio civil en Caritas, animadores de grupos juveniles, etc. Además se recorrió algunas parroquias para dar a conocer la experiencia y buscar voluntarios. La invitación iba dirigida a jóvenes entre veinte y treinta años con la propuesta de participar en un primer momento en un curso de formación para animadores de calle. Cada año se repite esta convocatoria.
El curso de formación va precedido de un coloquio personal entre el responsable de la formación y los aspirantes, con el fin de ofrecerles una primera información sobre la animación de calle y sobre el compromiso que conlleva, además de sondear sus motivaciones y su madurez.. El curso está dirigido por los expertos del “grupo pensante” y es gratuito. El tema del curso del primer nivel es la relación educativa. Su objetivo es proporcionar el aprendizaje del trabajo con los grupos informales de calle. Los tiempos de formación prevén sesenta horas de teoría y setenta de práctica. El número de participantes en el curso se limita a quince.
La práctica consiste en la actuación de los alumnos, distribuidos por parejas, en una determinada zona de la ciudad. Durante mes y medio, dos o tres veces por semana, en horarios diversos de tarde, bajan a la calle para observar las agregaciones juveniles presentes, valorando sus características y costumbres. Cada quince días se reúnen con el tutor de seguimiento para elaborar e intercambiar los datos recogidos hasta llegar a realizar un auténtico mapa de las agregaciones juveniles presentes en dicha zona. Completado el mapeo, tiene lugar la selección y admisión de los animadores, tras la reflexión y discernimiento. Después comienza ya el trabajo propiamente dicho en la calle, Implica un primer momento de acercamiento a un grupo para pasar después a la consolidación de la relación.
Los animadores que han superado el acercamiento constituyen un grupo operativo, coordinado por un supervisor con el que se reúnen cada quince días para hacer balance de la actividad desarrollada con las varias agrupaciones.
Cuando los animadores junto con su grupo están a punto de terminar la fase consolidación de la relación, comienza para ellos el curso del segundo nivel. Este ulterior compromiso formativo es más corto que el anterior: veintiocho horas de teoría y treinta de práctica. Su finalidad es habilitar a los animadores de calle para la fase de planeamiento y de distanciamiento.
Esta es la experiencia narrada por Paolo Gambini. Para terminar su presentación hay que añadir que en libro que nos sirve de referencia puede encontrarse también una primera evaluación tras los primeros años de experimentación. Gambini transmite la verificación realizada en los tres aspectos básicos: la realización global del proyecto, el servicio de los animadores y el trabajo con los grupos informales.