Santiago Galve Asesor Familiar y experto en Educación Sexual. Es autor del libro Una Comunidad de Amor, libro disponible para los lectores que directamente lo soliciten al autor.
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
Tras un rápido análisis de la situación en que viven muchos adolescentes (sujetos pasivos, incremento de incontinencia verbal, ley del mínimo esfuerzo, reivindicación de derechos pero no de deberes, lógica consumista, ausencia de la dimensión cristiana), el artículo propone un amplio conjunto de orientaciones y pistas educativas para los padres, los educadores, las parroquias y movimientos eclesiales.
En los diversos ámbitos en los que me muevo, cursillos de educación sexual para adolescentes, escuela de padres, conferencias a profesores y padres sobre cómo educar hoy, parroquia, despacho de asesor familiar, amigos, esta es la pregunta más difícil.
La sociedad actual camina a una velocidad tal, que excede la proverbial capacidad del ser humano para adaptarse al medio. Pero este es el problema y, por tanto, los educadores debemos trabajar para encontrar la respuesta más idónea.
Comunicaré mi opinión, mi reflexión, y apuntaré unas ideas que, tal vez, puedan ser útiles a los que, como yo, gozan de la ilusión por esta apasionante tarea.
En mi artículo de Misión Joven del pasado mes de mayo, concluía con unas observaciones a este respecto. Sólo las enunciaba. Me parece oportuno, ahora, desarrollarlas.
Pero hemos de tener bien claro que este análisis refleja una situación global y que, por supuesto, existen múltiples y honrosas excepciones.
- Análisis de la situación
Son sujetos pasivos
Los adolescentes de la última época han efectuado un cambio pendular, debido a la transformación histórica en España y al cambio cultural a nivel mundial.
Aquellos adolescentes son los jóvenes de hoy, y en éstos, ya vamos encontrando las consecuencias de ese cambio.
Hay un dato que me llama mucho la atención: ¿Dónde ha quedado el deporte universitario? ¿Cuántos años hace que no se producen protestas en la Universidad?
Hace unos años, de veinte a treinta, estas protestas tenían establecida una frecuencia curiosa: tocaba revuelta estudiantil un curso sí, un curso no. La actual situación laboral, tras el invento del trabajo por objetivos, el horario flexible, y la generalización de los trabajos temporales, es denigrante. ¿Protestan los trabajadores?
Los jóvenes siempre han tenido un signo de identidad: la protesta. ¿Por qué? Pues porque la forma de entrar en el mundo de los adultos es desbancarles para ocupar su puesto. Amén de este proceso socio-psicológico, en la anterior época había razones claras para protestar: el absolutismo de la Iglesia, la dictadura política y la represión sexual. Pero ahora nada de esto existe y los jóvenes, por lo mismo, han perdido su secular identidad.
Ciertamente hoy en día existen otras dictaduras, posiblemente mucho más feroces que las de aquella época, pero hacen falta muchos años para cambiar el inconsciente colectivo. Como ejemplo puede servir la dictadura de la imagen, como desarrollaba en el anterior artículo. Añado aquí algo más:
Cuando explico este tema a los adolescentes, al llegar al tema de la publicidad de los pantalones vaqueros, les pregunto:
– En este colegio, ¿Es obligatorio el uniforme?
– ¡¡¡No!!!
– Levantad la mano todos los que lleváis pantalones vaqueros.
– …La inmensa mayoría.
– Que yo sepa la palabra uniforme, uni-forme, significa de una sola forma, ¿no?
Pues si todos lleváis el mismo pantalón será que vais uniformados. Lo que sucede es que no es el Colegio quien os lo impone, sino alguien que sí lo hace y lo consigue de tal forma que ni siquiera os dais cuenta de esta obligatoriedad. Naturalmente estoy hablando de la publicidad. Publicidad subliminal, por supuesto, esa que os obliga a hacer lo que los grandes comerciantes quieren, que a ellos les enriquece, y que vosotros, además de pagar, ni os enteráis de esa dictadura. Veamos.
Me acerco a uno que lleve el vaquero ventilado -por los rotos que están de moda- y le pregunto:
– Estamos en diciembre. Haz memoria. Este pantalón que llevas ahora, ¿te lo pones también en vacaciones, en agosto?
– Sí.
– ¿Qué diríais si en pleno verano me vieseis a mí, por la calle, con un plumas?
– Las sonrisas maliciosas son generales. Algunos, incluso se atreven a decir:
– Que estás chalao.
– ¿Y si en Navidad me vierais vestido con una camiseta de tirantes y un pantaloncito corto?
– Pues igual…
– ¡Ah!, ya lo entiendo, es que el frío y el calor sólo afectan de cintura para arriba… Por eso lleváis la misma prenda de vestir de cintura para abajo, en una zona geográfica en la que la diferencia de temperatura es de unos 30 grados. Pero claro, vosotros no estáis chalados. Vosotros sois perfectamente normales…
A continuación les pongo unos cuantos anuncios de vaqueros y les enseño los procesos subliminales por los que les han introducido en su cerebro estas tres ideas dominantes: Los vaqueros son cómodos; los vaqueros son el pantalón de los jóvenes; los vaqueros proporcionan placer erótico.
En este último aspecto les hago ver algo que debiera ser indignante para la mujer: En la mayoría de los anuncios se muestra una opinión machista, tan deleznable, como es que las mujeres siempre están dispuestas a abrirse de piernas si un machito les chasca los dedos. Es por eso por lo que en casi todos los anuncios de vaqueros la mujer siempre lleva la bragueta abierta. El hombre, nunca.
Tras estas explicaciones, infeliz de mí, al día siguiente pregunto:
– Levantad la mano los que hoy no os habéis puesto el vaquero.
Podéis imaginar la desconsoladora respuesta.
Está incrementándose la incontinencia verbal
En los recreos del colegio ya no juegan, sólo hablan y fuman.
Me llamó la atención un hecho curioso: Estaba impartiendo el curso de sexualidad en un colegio de Zaragoza. Al poco rato de volver del recreo me pide permiso un alumno para ir al servicio.
– Pero ¿no acabas de venir del patio?
– Claro. Pero a mi no me gusta perder recreo.
– ¿Es que estabas jugando algún partido y no querías fastidiar a los compañeros de equipo?
– Qué dice!… Estaba hablando con mis coleguis.
Se puede afirmar que actualmente el mayor, y tal vez el único valor de los adolescentes es estar con los amigos. No digo tener amigos, digo estar con los amigos. Y, por supuesto, sin realizar otra actividad —en la edad del máximo desarrollo físico— que la de mover la lengua.
Será por eso por lo que necesitan tener siempre un vaso en la mano: para evitar la sequedad, por el cansado uso de la boca. Aunque si este uso es por la noche y durante tantas horas, es muy posible que el único modo de no percibir el cansancio, o la incongruencia de no hacer nada, esté en el alcohol del vaso.
Está comprobado que todo aquel que se emborracha o se droga, es decir, el que no quiere ser consciente de su vida, es porque la vida que lleva no le satisface y tiene que alienarse, en el auténtico sentido de la palabra.
Cuando explico esto a mis alumnos, les digo:
– Poneos todos de pie.
Sin preguntar nada, lo hacen.
– Vamos a dar las dos horas que quedan de clase así, de pie.
Las protestas son ostensibles. Algunos con no muy buenos modos.
– Perdonad, pero yo creía que esto es lo que os gusta. Cuando he pasado alguna vez por los lugares donde montáis el finde, observo que os tiráis horas y horas de pie, quietos parados, y moviendo únicamente la lengua y el brazo que sujeta el vaso. Y por eso yo quería daros gusto…
He de reconocer que ni siquiera entienden mi ironía.
Y al acabar tan fatigosa actividad, completan la tarea, desde casa, enchufándose al teléfono móvil o al ordenador para continuar lo único que parece hacerles felices: hablar, hablar y hablar.
Es lógico que todo esto degenere en incontinencia verbal. Son incapaces de permanecer callados. Todo lo que dice el profesor han de comentarlo. Lo que dice el profesor o lo que algunos están comentando por su cuenta. ¡Qué diferente es el comportamiento de los alumnos antes y después del recreo!
No admiten la ley del esfuerzo
En lugar de disfrutar con retos difíciles y actividades que suponen un compromiso, pasan horas y horas sin mover otra cosa que el dedo que activa el mando a distancia de la TV, el ratón del ordenador, o el teclado del móvil.
Es significativo pasearse los fines de semana por los parques y sus canchas deportivas y observar que los casi únicos usuarios de las mismas son los emigrantes.
Cuando el profesor serio les manda deberes, suele tener problemas. Es notorio el hecho frecuente de que el profesor que menos hace trabajar a sus alumnos y que no pone casi nunca tareas para casa, no tiene ningún problema, ni con los alumnos ni con los padres. En cambio, conozco muchos casos de problemas de estrés, y hasta con baja laboral, de algunos maestros, motivados únicamente porque quieren hacer trabajar a sus alumnos, y los alumnos, pobrecitos, no tienen tiempo para jugar. Y, claro, los padres van a la caza y captura de tan cruel educador.
Los viejos educadores constatamos que los actuales adolescentes no leen, en clase no mantienen la atención, pues no saben tomar apuntes, y sólo saben quejarse si se les hace trabajar.
Sólo tienen derechos, no deberes
La filosofía de muchos padres que tuvieron que sufrir el tiempo del hambre, no solo de comida, sino de libertad, es: “A mi hijo no le va a faltar nada de cuanto yo he carecido”.
A esto se añade lo que comentaba en el anterior artículo de dar a los hijos todas las cosas que piden, para superar el complejo de culpa de no poder estar con ellos dándoles cariño, que es lo que más necesitan.
Este es el peor legado que se le puede dar a un hijo. La persona será libre si ella es capaz de hacer su vida. Habría que tener siempre presente el proverbio chino: Si un hombre tiene hambre, dale un pez; pero si quieres que nunca más pase hambre, dale una caña y enséñale a pescar.
El valor supremo son las cosas y el dinero
Esta es la consecuencia lógica del consumismo, de la dictadura de la imagen y de dar a los hijos todo lo que piden.
En la dimensión cristiana, están ausentes.
En las eucaristías dominicales la mayoría somos viejos. La religión ya no es necesaria para vivir, y vivir muy bien.
Únicamente se llenan las iglesias en los funerales. En las demás celebraciones litúrgicas —bodas, bautizos, primeras comuniones, confirmaciones—, muchos de los invitados se quedan fuera del templo. Y si te das una vuelta por allí, puedes observar que lo hacen con una cierta actitud de superioridad, compadeciéndose de los pobrecitos que han entrado. Porque ellos sí son auténticos.
Ya se sabe: sólo nos acordamos de Dios cuando lo necesitamos —es esclarecedora la frase: en las trincheras no hay ateos—, y ahora, que tenemos todas nuestras necesidades cubiertas más que de sobra, ¿para qué queremos un Dios que, encima, nos da problemas de tiempo y de altruismo?
Mi vecino fue alumno mío. Como tiene un gran aprecio por lo salesiano, acude a esta parroquia en lugar de la que le toca por vecindad. Allí continúa el matrimonio reuniéndose con antiguos compañeros. El pasado año me dijo, con infinita tristeza, algo que no podía creerme:
– Sabes que mi hijo mayor hizo el curso pasado la primera comunión. Este año han anunciado las inscripciones de postcomunión. ¿Cuántos crees que se ha apuntado de los setenta y tres?
– … …
– Sólo mi hijo.
Conozco otra parroquia (no digo cuál, no sea caso que se la cierren) regida por un cura antiguo amigo mío, en la que observé, al visitarle un domingo, que la eucaristía parroquial estaba al completo y, ¡oh placer de buenos cristianos!, se veían muchas caras de matrimonios jóvenes, y de jóvenes y jóvenas cantando a todo trapo.
Hablando después con él, nos contó algunas cosas. La que más me impresionó fue la respuesta a mi pregunta, tras la experiencia antes relatada de mi vecino:
– Cuántos niños hacen la primera comunión?
– Unos diez o doce.
– Sólo?
-Sí, es que aquí tenemos dos normas establecidas: 1ª No pueden venir para esta celebración vestidos de princesitas o marineritos. Han de vestir normal. 2ª A la catequesis han de asistir los padres con los hijos.
Creo que lo auténtico siempre es mejor que lo puramente formalista.
Viven para el “finde”
Opino que el ritmo de vida que he descrito hasta aquí, no es el mejor para ser felices. Pero este no es un dato consciente. Lo que sucede es que si esto es cierto, y además es subconsciente, tiene peor remedio.
Considero absurdo este tipo de vida en el que impera: el botellón; la discoteca a todo volumen que no hay quien pueda hablar si no es a gritos; el tipo de música machaconamente repetitiva por ritmo y por letras muy pobres; el estar horas y horas quietos parados sin hacer otra cosa que hablar; la dependencia psicológica de la pantalla; el reducir la relación sexual a lo puramente físico; el coqueteo con las drogas…
Doy mi interpretación de por qué siendo absurda esta forma de vida, no obstante es masiva: Porque los adolescentes tienen de todo, excepto lo que más necesitan, que es el cariño familiar. Y el mejor mecanismo —subconsciente, claro— de venganza, es hacer lo que más molesta a los padres y que es este sin vivir al que les someten con lo descrito anteriormente.
Y es masiva -macrobotellón, macrodiscoteca, macrofiesta- porque este es uno de los recursos subconscientes para superar el complejo de culpa: “cuantos más hagan lo mismo que yo, soy más normal”. Es proverbial la obsesión de las adolescentes que ya no son vírgenes por conseguir que todas sus amigas dejen de serlo. Cuando les hablo de esto, en los cursos de sexualidad, les interpelo: “Os suena la frase: ¿Pero todavía no lo has hecho..?”
Sus caras lo dicen todo.
Y, paradójicamente, los adolescentes que tienen valores como la religión, la solidaridad, la relación sexual como una integración de todos los valores de la persona y no solo el erotismo, la justicia, el amor como dar sin esperar nada a cambio, se sienten totalmente marginados e, incluso, denostados, perseguidos, y violentados.
- ¿Qué podemos hacer padres y educadores?
Lo hasta ahora descrito es poco alentador… Ciertamente no es aplicable a todos los adolescentes, pero sí a la mayoría. ¿Se puede hacer algo? ¡Difícil!, pero eso es lo que tenemos que intentar.
He reflexionado mucho sobre esta situación. Cuando yo trabajaba directamente con los adolescentes y jóvenes en mi anterior etapa educativa, las cosas eran mucho más fáciles pues todavía no habían nacido los causantes de la actual dictadura. En los colegios y parroquias donde desarrollaba mi tarea reunía un gran número de jóvenes que comenzaban unos grupos a los dieciséis años y los continuaban hasta casarse.
En los últimos años he dedicado todas mis fuerzas educativas monográficamente a la educación sexual, pero ahí sólo he podido practicar la parábola del sembrador. Actualmente, ya jubilado, sigo con la inquietud de toda mi vida.
2.1. ¿Son felices los adolescentes?
Esta es la pregunta que más me inquieta actualmente. Tal vez por mi tarea anterior, cuando convivía con ellos, me es muy difícil evitar la comparación. Pero, ahora, cada vez estoy más convencido de que es imposible que tanta gente esté condenada a lo peor que le puede pasar a una persona: no ser feliz.
Cada día me sorprende más el poder del cerebro humano. Voy a poner un ejemplo de lo más hilarante: ¿A quién de los mayores no nos sorprende la moda del ombligo al aire de las adolescentes? ¿Cómo es posible que nos digan que no pasan frío enseñando el tanga en pleno invierno?
A veces me ha ocurrido ir paseando y, al levantarse la mareita, instintivamente me meto la camiseta suelta dentro del pantalón, experimentando, solo por este gesto, un notorio alivio. Automáticamente pienso en los ombligos de las adolescentes.
Cuando se lo comento en mis charlas, me afirman categóricamente que ellas no sienten frío. Y yo ya pienso si será verdad. ¿No enseño en otros muchos casos el poder del subconsciente? ¿Y por qué aquí no puede suceder lo mismo?..
He escuchado a muchos de estos adolescentes individualmente. Cuando imparto los cursos les observo, les interpelo, y cada día estoy más convencido de que, aunque sea de una manera que yo no entiendo muy bien y que no comparto demasiado, no son tan desgraciados como podría suponerse. Creo que se lo montan, a su manera, bastante bien. Que tienen más que de sobra recursos para no ser tan infelices, sin tener que recurrir a actitudes extremas como la droga, la violencia, e incluso el suicidio, porque no soportan la vida que llevan.
Por supuesto, tendremos que aportarles algo más que lo que tienen, y deberemos intentar que cada uno de ellos recorra satisfactoriamente su camino.
Cuando les pregunto en mis charlas qué tipo de matrimonio desearían, les pongo el ejemplo de la edificación de un edificio: Para construirlo se necesitan muchos y distintos trabajadores. Un arquitecto, un aparejador, un encargado de obra, unos oficiales especialistas, unos albañiles y, finalmente, unos peones de albañil. Los sueldos van también en este orden.
Supongo que a todos os gustaría ser arquitectos, pero claro, eso supone mucho sacrificio, muchas renuncias, mucho esfuerzo y mucho tiempo, antes de llegar a serlo. A nadie se le regala ese puesto. Y así, gradualmente, los demás oficios.
Pero si no os tomáis ni una sola molestia, si no estáis dispuestos a renunciar a ningún placer inmediato, si sólo vais a atender el principio del placer (si me gusta lo hago, si no me gusta no lo hago) y no al principio del deber (si debo hacerlo lo hago, me guste o no me guste; si no debo hacerlo no lo hago, me guste o no me guste), no podréis más que ser peones de albañil en vuestra vida matrimonial y familiar. Pero yo no me atrevería a afirmar que un peón no es feliz.
2.2. Propuestas para los Padres
Dado caso que mi último libro, 30 Consejos prácticos para educar hoy, publicado por la Editorial CCS, está teniendo muy buena acogida, como percibo cuando imparto las conferencias sobre él en los colegios, tanto a los profesores como a los padres de los alumnos; y en él resumo mi experiencia de toda una vida de educador, me permito repetir aquí algunos consejos del mismo.
– Cumple siempre lo que digas.
– Di siempre los porqués.
– Quien no quiere trabajar, no tiene derecho a comer.
– No tengas miedo en exigir lo que es justo.
– No hagas nunca lo que pueda hacer él.
– Dilo sólo una vez.
– No basta con quererles. Ellos han de darse cuenta de que se les quiere. Diles a los padres que no se empeñen en decidir la vocación de sus hijos.
– Cuanta menos TV vean los niños y los adolescentes, más libres serán.
2.3. Propuestas para los Educadores
* Al Colegio, los adolescentes van a trabajar, no a pasarlo bien. Esto es lo que debe dejarse bien establecido desde el primer momento del curso. El trabajo personal, el esfuerzo, hace personas libres.
* Ha de recuperarse la auténtica autoridad. La autoridad implica: ciencia y bondad. El alumno debe ver en sus educadores estas dos cualidades. Entonces tendrán autoridad.
* Evaluación continua. Puesto que los adolescentes sólo perciben lo inmediato, no caigamos en la postura cómoda de un examen por evaluación y recuperemos la verdadera evaluación continua. Ello supone dos obviedades: No avisar los exámenes. Examinar todos los días.
* Subsanemos el “evaluación aprobada, evaluación olvidada”. Si educamos en el “estudiar para aprender” y no en el “estudiar para aprobar”, es normal el examen global.
* Método heurístico. Cuando estudiaba Pedagogía nos explicaron varios sistemas educativos. Me llamó mucho la atención uno de ellos. El profesor lo denominó método heurístico y nos explicó su significado:
En griego eurisco significa encontrar, descubrir. Este método pretende que sea el alumno quien vaya descubriendo, por sí mismo, las verdades, los principios, los conocimientos que el maestro le ha de enseñar.
La función del educador es la que se deriva del auténtico significado de la palabra pedagogo: también del griego,acompañar al niño, que es el nombre que inicialmente se daba a los esclavos que llevaban a los niños a la escuela.
* Fomentar la lectura. Tanto en su dimensión colegial, como en el placer que se obtiene leyendo.
* Enseñar a resumir lo leído. Es el mejor modo de aprender. Aprender viene de aprehender, coger para sí, personalizar.
* Enseñar a tomar apuntes. Es el modo más inteligente de no olvidar lo estudiado. Para ello han de realizarse cuatro operaciones: Escuchar la explicación del profesor. Resumirlo con tus palabras. Escribirlo. Todo ello mientras se sigue escuchando las ideas siguientes. Como además, en esta actividad se ocupan tres sentidos —vista, oído y tacto— la fijación de tales ideas en el cerebro es excelente.
* Regular la incontinencia verbal, de la que hablábamos antes. Ha de conseguirse que en clase sólo hable uno. Y la mejor forma de conseguirlo es callándose hasta que haya silencio y no gritando el consabido ¡Que os calléis…!
Cuando imparto los cursos de sexualidad, practico esta técnica. En muchos colegios, al principio de la charla he estado hasta cinco minutos con los brazos cruzados, en silencio, hasta que todos se han callado. Y durante todo el cursillo practico siempre la misma actitud. Es algo muy fastidioso, pero da un excelente resultado.
En un colegio, en el que me juntaron a los alumnos de 4º de ESO y 1º de BACH, un total de ciento sesenta, hube de estar veintidós minutos esperando. Curiosamente, esto sucedió después del recreo. Fue ahí donde aquel alumno me dijo que no podía perder recreo para ir al servicio. Y fueron aquellas dos experiencias las que me llevaron al conocimiento de este nuevo problema de la incontinencia verbal.
Tras este aprendizaje, me ha dado muy buen resultado, en los colegios donde he trabajado posteriormente, explicarles a los adolescentes, al iniciar la charla, este fenómeno de la incontinencia. Luego les propongo un gesto, el dedo índice sobre los labios, para que recuerden lo convenido cada vez que parlotean.
Un buen truco para que los alumnos aprendan esta lección puede ser lo que yo hice cuando era profesor de Filosofía:
Uno de esos días en que estaban especialmente inquietos, tuve que parar varias veces. Mantuve la actitud de silencio. Miraba ostensiblemente el reloj nada más comenzar el reto. Cuando finalmente se callaron, miré de nuevo el reloj y continué la clase como si nada hubiese pasado. Pero cuando quedaban diez minutos para finalizar la clase les dije:
-Sacad una hoja. Vamos a hacer un examen. Contestad a estas cuestiones.
Puse dos preguntas de lo explicado y una, bien difícil, de algo que no había explicado aún.
Cuando alguno protestó por esta tercera pregunta, les dije, señalando el reloj:
-Eso es lo que tenía previsto explicar en el tiempo que hemos perdido esperando que os callarais.
* En las convocatorias a los padres, es muy conveniente proponerles unas pautas de educación de sus hijos y no ceñirse únicamente a lo puramente académico. En lo expuesto anteriormente hay un buen esquema para organizar esta propuesta.
* También recuerdo algunos consejos de mi libro:
– En la educación, pocas palabras y muchos hechos.
– Mírales a la cara.
– Cuanto más grites, más gritan.
– No entres al trapo.
– A los jóvenes, si les exiges mucho, dan mucho. Si les exiges poco, no dan nada.
– Procura conocer a los padres de tus alumnos.
2.4. Propuestas para parroquias y movimientos pastorales
El cristianismo de masas, sin apenas formación teológica, sustentado únicamente en la tradición y la familia, tiene poca cabida en el entorno social que hoy vivimos.
Entre las hondas preocupaciones de los cristianos comprometidos, hay una que, si no es la principal, sí es la que más comentamos, la que más interrogantes nos suscita, y en la que encontramos no pocas dificultades a la hora de la respuesta.
Es el problema de la juventud, de cómo evangelizar a los jóvenes hoy, cómo ayudarles a descubrir la fe, a madurar en ella, cómo presentarles el Mensaje de Jesús en sintonía con su mentalidad, cuáles son los lenguajes y símbolos que les pueden resultar más significativos. Para ellos la Religión no es algo evidente y que se refleje de manera sociológica en el ambiente en el que viven. Sospechan que para vivir no es necesaria la religión, pues, de hecho, viven como si Dios hubiese muerto.
Para los catequistas de estos jóvenes es difícil pretender enseñarles que el verdadero Cristianismo es el que predica: un reino para los pobres, la liberación como proyecto de vida, la trascendencia del hombre por el amor.
Y lo más arduo de la tarea radica en que ellos no se hacen planteamientos. Simplemente viven unas realidades en las que subyacen estos planteamientos. Muchos de estos jóvenes siguen pensando que la religión fue una ilusión de niños, pues todos están bautizados y han hecho la primera comunión, y como sus madres o sus abuelas todavía van a misa, piensan que la religión es cosa de señoras mayores.
Resulta difícil mostrarles una religión que no puede admitir entre sus miembros a gente mediocre, timorata y cobarde, ya que la Comunidad Cristiana es un Reino de justicia, verdad, amor y paz.
Posiblemente, una vía de solución a esta situación pueda ser el aprovechar el supremo valor que los adolescentes dan a estar con los amigos, que comentaba antes. Ciertamente hay adolescentes que no quieren ser como la masa antes descrita. Que quieren tener valores, por haberlos mamado en su familia, o porque ha habido algo en su vida que les impele a esta búsqueda. Pero se encuentran demasiado solos. Es a estos adolescentes a quienes hay que ofrecer un grupo en el que puedan desarrollar sus ideales. Para ello:
- Ha de iniciarse el grupo en la catequesis de infancia
De entre los muchos niños que sólo piensan en el vestidito y la fastuosa fiesta, con el correspondiente regalo del móvil y demás parafernalia electrónica, seguro hay algunos que tienen otros objetivos.
Se trata de cumplir aquel versículo del Evangelio: Mirad que os envío cono ovejas en medio de lobos. Por tanto,sed astutos como serpientes, y sencillos como palomas (Mt 10,16). Y, a aquellos que se les ve diferentes, hacerles una llamada personal para constituir este grupo.
También se puede hacer a través de los padres.
Expongo una propuesta: Al inicio del tercer año de catequesis de 1ª Comunión, ofrezcamos a los niños que lo deseen, motivándoles con razones auténticamente evangélicas para que se enamoren de la figura de Jesús, un cuarto año de catequesis. Seguro que ahí tendremos a los convencidos.
En este grupo hay que colocar al mejor Catequista y éste deberá enseñarles el Evangelio, y practicar unas dinámicas de grupo, donde ellos vayan estrechando lazos de unión con los otros compañeros, y donde vayan aprendiendo que ser diferentes de esa mayoría que piensa poco, tiene más ventajas que inconvenientes.
- Al llegar este grupo a la adolescencia:
Se les propone un encuentro semanal de reflexión. En él cada uno comunica:
– Su actitud ante los diversos centros de vivencia: Familia, Colegio, Amigos.
– Un hecho de vida, que ha presenciado, que ha vivido, que ha leído, analizando sus causas y consecuencias.
– Se revisa el compromiso -hacer o evitar algo que no es obligatorio- que cada uno asumió en la anterior reunión. Su finalidad es educar la voluntad.
– La auténtica catequesis: habiéndose preparado durante la semana -por ejemplo al acostarse, retomando la pequeña oración que aprendieron de niños- las lecturas de la eucaristía del domingo, harán una reflexión personal, no teórica sino vivencial, sobre ellas.
– Cada uno toma un nuevo compromiso.
Evidentemente, este proceso se hará gradualmente.
Para iniciar esta dinámica, puede ser una buena idea hacer un ensayo de esta reflexión en unas jornadas de convivencia.
– También es muy oportuno realizar actividades culturales, de diversión o deportivas; campamentos, convivencias de formación, fiestas señaladas…
– Los más comprometidos de estos grupos serán, seguro, en un futuro, los mejores dirigentes de los grupos que comienzan.
Conclusión
Siempre ha sido mi pasión la educación. Los adolescentes y jóvenes han formado parte de mi vida. Ahora procuro continuar con esta tarea, si bien he de hacerlo de forma indirecta, proponiendo lo que he aprendido a los padres y a los educadores.
Y lo realizo con actitud evangélica: Todas mis conferencias, mis atenciones personales en el despacho, mis escritos, los hago de manera gratuita.
Si alguno de los lectores de este artículo quiere contar conmigo, estoy a su disposición, pues como decía Gandhi,hay más placer en dar que en recibir.
Pregunté a la Editorial si podrían incluir en el envío de este mes, como obsequio personal, mi libro Una Comunidad de Amor, que contiene mi saber sobre la Religión de Jesús. Es mi experiencia de los diecisiete años como profesor de religión, en los que el único libro de texto que tenían mis alumnos era el Evangelio. Fue la guía didáctica que utilicé para los grupos de catequesis de confirmación.
Pero me comentan que no es posible por cuestiones del envío postal. Si a los lectores de este artículo les interesa, puedo enviárselo por correo o por e-mail.
Gracias.
SANTIAGO GALVE
santiagogalve@telefonica.net