…9, 10, 11 y 12… ¡¡¡Feliz 2017!!!
Nos encontramos otra vez a principios de año y cómo no, se inundan nuestras vidas de encuentros familiares, compras, regalos…También, como mandan los cánones navideños, llenamos nuestro espacio y tiempo digital de whatsapps, entradas en muros de Facebook, Tuits con miles de RTs, virales de YouTube…todos ellos repletos de buenos deseos e imágenes de paz, amor y felicidad.
Me es inevitable en estos días de buenas intenciones, propósitos y sueños, pensar en nuestros chavales, en las situaciones que viven, en cómo estarán pasando las Navidades… Pienso todos los momentos que hemos vivido este año, los buenos y los malos. En medio de todos estos recuerdos, entra en mi cabeza, como un incómodo compañero de asiento, un encuentro con uno de ellos. Mi intención era animarle y motivarle para continuar el curso, pero la conversación no fue de la manera que yo esperaba, ya que gritándome me dijo: «quién eres tú para preocuparte por mí, nadie te ha pedido que me ayudes»
Cuántos chavales con sus gritos, empujones o indiferencia nos dicen no te preocupes por mí… Desde luego que están en su derecho, hay que respetarles, sus tiempos, sus momentos vitales. Sin embargo, a la vez tenemos que ser conscientes que esa actitud está siendo una petición de ayuda, aunque lo nieguen. Por eso, desde esta comprensión de tu situación, de tu dolor, estaré aquí para acompañarte.
Tengo claro quién soy yo para preocuparme por ti, y que seguiré haciéndolo de la misma forma. Porque yo también he sentido y siento que Tú te preocupas por mí cada día, aunque no quiera, esté enfadado, o no entienda nada de lo que está pasándome.
Y a ti te digo, espero que llegue ese día que sí sea tu momento y, quién sabe, tal vez te alegres de que aquel día me preocupara por ti, y de que lo haya seguido haciendo…
Javier Llorente, Salesiano cooperador y educador en Pan Bendito