Reproducimos y hacemos nuestra una reflexión de José María Escudero, asiduo colaborador de Cuaderno Joven y la convertimos en nuestra opinión. Puede convertirse un examen colectivo y una propuesta para el próximo Adviento. Dice así:
Hemos aprendido qué significa ser pobre, cómo vive un niño del Tercer Mundo o cuántas personas mueren de hambre al año, al mes, al día…
Nos hemos informado de la avalancha de emigrantes, los porqué de «su visita», qué requisitos necesitan para legalizar su presencia entre nosotros y dónde les explotamos laboral y humanamente…
Nos hemos asombrado al conocer cuánto le cuesta a una niña venir a nuestro país, cómo la convencen, de qué manera la engañan, «el lugar» donde van a aparar todos sus proyectos y cuáles son las amenazas si decide escaparse…
Hemos comprobado una vez más cómo una tercera parte de la humanidad se ahoga en la pobreza y cómo la otra parte nada a sus anchas sin preocupación alguna…
Nos hemos indignado al averiguar en cuántos lugares de nuestro mundo están en continua guerra, qué numero de personas mueren o quedan tocados, cuáles son las cifras económicas que genera una guerra y cuáles las calamidades que deja detrás de sí…
Hemos puesto el grito en el cielo al ver con nuestros propios ojos cuántas personas carecen de un trabajo digno, cómo aumentan los abusos sexuales a menores o incluso porqué mandamos alimentos, medicinas, ropa y demás artilugios a los países más pobres y les obligamos a agradecérnoslo eternamente con la famosa deuda externa.
O, sin irnos tan lejos, nos hemos alarmado al enterarnos de cuáles con los efectos de una sociedad consumista o dónde «rehabilitamos» a tanto marginado que existe en nuestra sociedad, y así un largo etcétera.
O pasamos a la acción o corremos el riesgo de acostumbrarnos a ver tanta calamidad como lo más normal del mundo y convertirnos de esta manera en cómplices (o tal vez en autores) de tanta injusticia. Ha llegado el momento de actuar. Dejemos las dudas e interrogantes a un lado y empecemos a cuestionar nuestras vidas y responder a tantos hermanos nuestros que nos necesitan. Por todo esto y porque en nuestras respuestas van incluidas las vidas de muchos seres humanos.
¿Quién estaría dispuesto a gastar parte de su tiempo y de su vida por erradicar tanta injusticia y egoísmo y así construir entre todos una nueva humanidad?
Cuaderno Joven
¡En el bufet del Señor!
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