[vc_row][vc_column][vc_column_text]Estos son algunos de los rasgos que constituyen la sociedad de lo efímero, una de cuyas características es su vertiginoso cambio, su rapidez y fugacidad.
– La ciencia contemporánea nos ofrece una imagen de la realidad cada vez más dinámica, desde el universo en expansión hasta la evolución de las especies;
– más aún, la producción científica se ha acelerado tanto que el desarrollo tecnológico de los últimos cuarenta años es quizá superior al de toda la historia anterior junta;
– la tecnología informática (en la que el paso de uno o dos años es suficiente para generar innovaciones significativas) está influyendo en todos los ámbitos de la vida urbana;
– las comunicaciones son ya casi inmediatas, desde la TV por cable hasta Internet; desde el AVE hasta la telefonía móvil;
– la misma economía deja de estar centrada en la producción e intercambio de bienes físicos materiales, para poyarse en los flujos dinámicos de información y capitales (fluidos, fugaces, rápidos);
– en el ámbito laboral, prima el emplea precario y los contratos temporales (ahí están pujantes empresas de trabajo temporal), aunque permanece el paro de larga duración;
– también la arquitectura se hace efímera basta comparar, por ejemplo, los edificios que permanecen en Sevilla tras la Expo 92 con los que se mantienen desde la exposición de 1929 (por no hablar de su multisecular catedral);
– la vivienda en propiedad deja su espacio a la vivienda alquilada e incluso a la multipropiedad compartida por temporadas;
– en la esfera doméstica, la TV y el «zapping» nos permiten saltar en segundos desde Somalia hasta Nueva York, pasando por las chabolas de Los Focos, mientras engullimos algunas de las múltiples comidas rápidas y a domicilio que nos oferta el mercado;
– por supuesto, las noticias son pasajeras, y difícilmente permanecen como noticias (= nuevas) más de unos pocos días; casi todas las semanas tenemos algún «partido del siglo» o un «día internacional» o lo que sea.. ;
– la moda (ropa, coche, música) y el consumo son efímeros por definición: el «nuevo» producto «X» sólo tiene de nuevo la etiqueta;
– las relaciones afectivas y sexuales también quedan marcadas por esta característica, imponiéndose las «aventuras» o los encuentros yaces de fin de semana;
– espectáculos propios de nuestro tiempo son el cine (sucesión rápida de imágenes) y los conciertos de «rock» (organizados en giras);
– de hecho, el tiempo de ocio parece responder al eslogan «vive rápido y disfruta», lo que quizá a ayude a explicar la aparición de las nuevas drogas de diseño («speed», «éxtasis» … );
– surge también el fenómeno del voluntariado y las ONGS, que, frente a otras instituciones sociales, tienen una menor estructuración y permanencia;
– en el ámbito de la exclusión y marginación social se habla de las «nuevas pobrezas» corro de un virus mutante en constante cambio.
Daniel Izuquiza
PARA HACER
- ¿Estamos de acuerdo con esos rasgos?
- ¿Cómo actúa cada uno en cada punto? ¿Cómo actuamos como grupo o corno colectivo (Jóvenes, adolescentes…)?
- ¿Cómo tendríamos que actuar como creyentes o personas comprometidas? El texto es la introducción a un artículo del autor publicado en «Sal Terrae» (octubre 1996, p. 761ss.) y titulado ¿Qué iglesia para una sociedad de lo efímero? Responder a esa pregunta. Se puede para ello entresacar las opiniones y propuestas del autor. Pueden consultarse igualmente tanto el artículo que aparece en la sección «Experiencias» («Presentar la Iglesia a los jóvenes de hoy”) como la entrevista a Boff, ambos en este mismo número deMisión Joven.
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