Reconciliación y proyecto de fraternidad

1 marzo 1999

CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DEL PERDÓN Y DE LA RECONCILIACIÓN

 
La Cuaresma es un tiempo particularmente indicado para las celebraciones comunitarias del perdón y la reconciliación. Sugerimos un breve esquema para una de ellas. El hecho de ser un simple esquema y la necesidad de situar cada celebración en el contexto y proceso de los grupos obliga doblemente a concretar el presente material.
 
 
 

  1. Preparación de la celebración del perdón

 
La celebración del «Sacramento de la Penitencia», particularmente significativa en el ambiente cuaresmal, debe ser un gran momento para disfrutar y saborear la reconciliación con uno mismo, con los demás y con el Buen Padre Dios.
 
Objetivo de la celebración
Descubrir el camino recorrido. Volver a encontrarse cada uno con aquello que le hace «único», pequeño y grande a la vez, como persona en búsqueda de Jesucristo y su Evangelio.
 
Proceso

  1. Tu persona merece la pena: lo mejor de ti.
  2. Libro de renuncias: lo que te ata o esclaviza.
  3. Recortes para un corazón nuevo: lo peor de ti.
  4. Taller de fe: lo que hace vivir con entusiasmo.
  5. Rampa de lanzamiento: apertura al futuro (compromiso y proyecto personal).
  6. Compartir el gesto: reciclar los corazones rotos.

 
Explicada cada una de las etapas del camino, se reparten las seis hojas conforme al modelo señalado más adelante (habrá que reproducir en una hoja mayor los pequeños recuadros que sugerimos). De contar con un lugar adecuado para la celebración, se invita a recorrer el camino por distintas estancias o pasillos; cada persona va dejando los folios entregados en los diversos lugares que posteriormente recorrerá, comenzando por el último (6), que puede ser la capilla donde se realizará el gesto final. Las demás hojas se depositan donde cada uno desee. Una vez realizado todo esto, se torna al punto de partida para que, propuestos los textos de la Escritura, cada uno comience su reflexión en diferentes etapas, comenzando por la primera (Tu persona merece la pena);conforme concluye una se pone en camino hacia la siguiente. De este modo —que si resultara complicado y difícil de realizar, puede simplificarse—, se pretende hacer caer en la cuenta que es necesario volver sobre el propio camino para ir curando las heridas.
Al finalizar el recorrido, se celebra el «Sacramento del Perdón y la Reconciliación».
 
 

  1. Punto de partida: «Lo esencial es invisible a los ojos»

 
Se proclaman los textos que siguen. Puede entregarse una hoja en la que aparezcan todos ellos y, en lugar de la proclamación, todos leen en silencio (en este caso, podría ponerse una música de fondo). A continuación se reproducen los modelos para las hojas que se entregan al principio.
 
[ «El Padre os conceda espíritu de sabiduría y revelación interior para conocerlo perfectamente, iluminando los ojos de vuestro corazón para que conozcáis cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados por Él» (Efesios 1,18).
 
[ «Pues el mismo Dios dijo: brille la luz del seno de las tinieblas… Y ha hecho brillar la luz en nuestros corazones» (2 Corintios 4,6).
 
[ «Os daré un corazón nuevo e infundiré en vosotros un espíritu nuevo: os arrancaré el corazón de piedra y os daré un corazón de carne» (Ezequiel 11,19).
 
[ «Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (Mateo 5,8).
 
[ «Porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón» (Lucas 12,34).
 
[ «Mira: éste está puesto para que muchos en Israel caigan o se levanten; será como una bandera discutida. Así quedará clara la actitud de muchos corazones» (Lucas 2,34-35).
 
[ «Que ninguno de vosotros tenga un corazón malo e incrédulo que lo lleve a desertar del Dios vivo» (Hebreos 3,12).
 
[ «Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: no endurezcáis el corazón…» (Salmo 94).
 
 
1
Tu persona merece la pena
¡Oportunidad única!: puedes descubrir «lo mejor de ti». Inténtalo, apuntando tus cualidades, ilusiones, el futuro que querrías construir…
 
2
Libro de renuncias
Cuidado, todo lo anterior tiene un precio a pagar: anota aquí «lo que te ata o esclaviza» y estás dispuesto a dejar.
Firma
 
3
Recortes para un corazón nuevo
Has entrevisto «lo peor de ti». Revisa ahora hacia dónde te conduce: miedos, prejuicios, críticas destructivas, envidias, odios, negatividad, complejos… Divide el corazón en tantos trozos como te veas mediocre en esos aspectos. Guárdalos.
 
4
Taller de fe
Piensa en «lo que te hace vivir con entusiasmo»: di en qué crees y sabrás de qué vas por la vida. ¿Cómo es el momento actual de tu fe, confianza en la vida…? ¿Qué te motiva y fascina?
 
5
Rampa de lanzamiento: fraternidad y solidaridad
«Apertura al futuro… para comprometerte con un proyecto de vida»: ¿dónde pongo a Dios y dónde me pone Él? ¿Qué quiero y qué quiere Dios de mí? Piensa todo ello en relación a la familia, al trabajo o estudio, amigos y otras relaciones sociales…, al dinero, la diversión, noche, fin de semana (¿alcohol?). Escribe tus compromisos, tus opciones.
 
6
Celebración del «Sacramento del Perdón y la Reconciliación»
Al concluir el camino realizado individualmente, nos reunimos para llevar a cabo el siguiente gesto.
 
n Con los trozos del corazón que cada uno ha roto —Alejandro Sanz hablaría del «corazón partido»—, se propone el proyecto de «Fraternidad». Pon tu parte para reciclar y reconciliar lo que estaba perdido, en desuso, lo que tú mismo has considerado viejo o podrido.
n Proceso: Cubo con agua, donde se echan los trozos de papel del corazón. Se remueve bien, hasta que se haga una pasta. Después se vierte en un recipiente con forma de corazón. Dejar que se vaya secando. (Es el momento, en su caso, de las confesiones individuales).
n Mientras tanto, piensa en las posibilidades de dar sentido al «nuevo corazón». Escríbelas aquí.
 
 

  1.  Oración conclusiva

 
 
Señor, danos un  corazón:
que salte de alegría,
que sepa compartir,
que no acumule cosas,
que se llene de personas,
que goce con los que gozan,
que sufra con los que sufren,
que sea libre para liberar,
que su absoluto sea Dios Padre,
que considere relativo todo lo demás,
que entienda de audacia
para «dar» con nuevos caminos,
que construya vida a su alrededor,
que posibilite creatividad a raudales,
que viva en actitud de discernimiento,
que tenga una profunda experiencia de Dios,
que sea experto en humanidad,
que se prolongue hacia los últimos,
que anuncie a Jesús de Nazaret,
que no se venda a nada ni a nadie,
que sea radical en la entrega,
que perdone siempre,
que esté a favor de la no violencia,
que critique las injusticias,
que denuncie la comodidad e hipocresía,
que se deje inflamar por el Espíritu,
que saboree la soledad,
incluso en medio de la marcha,
que tenga entrañas de misericordia,
que sea paciente,
que luche contra el mal,
que viva la fiesta sana,
que bombee sangre limpia,
nunca mezclada con alcohol
y sin inyecciones de droga en sus venas,
que sus «pastillas» sean para curar dolencias,
que disfrute de la naturaleza,
que hable un lenguaje ardiente,
lleno de ternura,
que mire al interior del ser humano,
que no se deje arrastrar por las apariencias,
que le prive la poesía,
que sea realista, con grande dosis de utopía,
que escuche los problemas de las personas
y tenga un trato exquisito con ellas,
que logre curar sus propias heridas,
que se eduque en la responsabilidad,
que se sienta querido en la comunidad,
que su tacto le haga
descubrir y valorar el esfuerzo de los demás,
que sepa trabajar en grupo,
que tenga detalles pequeños
para hacerse grande.
 
Señor,
dánoslo para construir una humanidad nueva.