¡REGALOS SIN ENVOLTORIO!

1 diciembre 2012

Cuando los sabios de Oriente, los Reyes Magos, entraron en el portal de Belén, la cara del niño Jesús se iluminó por completo, y su mirada, presa de una enorme felicidad, se dirigió a los regalos que le traían… Sin embargo ni el oro ni el incienso ni la mirra fueron de su agrado (ponte en su lugar, un bebé de apenas unos días qué va a entender de simbolismo religioso; era lógico que se esperara algo más infantil). De la misma forma, tampoco le despertaron demasiada ilusión los quesos y la leche que le trajeron los pastores, ni los panes recién sacados del horno que le llevó el panadero de Belén, ni la cuna, de la mejor madera, traída por una familia de leñadores… Bueno, ni las pantuflas ni los guantes ni el gorrito con cascabel…
Menos mal que Jesús (para eso era el Señor) supo guardar la compostura en todo momento y sólo se vio alterada cuando un niño se acercó a su lado comenzando “una guerra de chupetes.” Entonces sí, entonces el niño Jesús acogió con una enorme alegría el presente que le traía su compañero de juegos, y esos minutos de diversión (hasta que las madres “desgraciadamente” pusieron fin al combate) fueron, sin ninguna duda, el regalo favorito de Jesús.
Así que, amiga, amigo, si estas Navidades quieres despertar la ilusión del niño Jesús, si estas Navidades quieres acertar con los regalos, sorprendiendo a tu gente y convirtiéndote en su rey mago favorito, lee con atención la siguiente lista de regalos sin envoltorio y seguidamente ponte manos a la obra…
–         Tiempo. Regala unos minutos de tu ajetreada agenda a alguna persona que necesite de tu compañía.
–         Alegría. Hay mucha gente que necesita de tus alegrías para seguir soportando sus tristezas. Regala sonrisas auténticas.
–         Oración. Un excelente regalo que, aunque no se ve, se siente, y de qué forma. Pide a Dios por tu gente; Él se encargará de que les llegue el regalo.
–         Disponibilidad. Hacer las camas, poner la mesa, fregar los platos, prestar unos apuntes, ayudar a un compañero, visitar a un enfermo…
–         Escucha. Si Dios te ha dado dos oídos y una boca es para que escuches el doble de lo que hables… ¡Haz la prueba! ¡Te sentirás mucho mejor!
–         Amabilidad. “Gracias, lo siento, te ayudo, perdona, te quiero…”
–         Familia. Y no sólo para tus padres, hijos, tíos o hermanos. Que las personas que se acerquen a ti se sientan como en su casa, como uno más de la familia.
–         Talentos. Los que Dios te ha encomendado. Obsequia a tus hermanos con alguna de las cualidades que el Señor te ha regalado a ti.
–         Amor. Porque se puede amar a una persona sin estar forzosamente en posición horizontal, regala transfusiones de amor, del amor del bueno, de corazón a corazón.
–         Dios. Que a través de ti, de tus palabras y, sobre todo, de tus acciones, descubran y hagan suyo el mejor de los regalos: Dios.

José María Escudero

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