REYES MAGOS: EXPERIENCIA HUMANA Y ENCUENTRO CON DIOS

1 diciembre 1998

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HABLAR DE DIOS , HABLAR DEL HOMBRE

  1. MARTiNVELASCOrecoge unas palabras de E. Schillebeeckx que hace suyas: «Hablar con sentido de Dios solamente es posible sobre la base de experiencias humanas». Al respecto, este breve apunte trata de examinar la-«re-escritura» que el escritor francés M. Tournier hace del viaje de los Reyes Magos para ver cómo sus experiencias humanas les acercan o alejan de Dios, y sugerir el trabajo posterior que permite la lectura de dicho autor.

 
 
El ser humano un «ser» insatisfecho
 
LATÓN en el Banquete pone en bo­ca de una sacerdotisa de Mantinea, Dio­tima, que Eros ha nacido de la unión de Poros (Recurso o riqueza) y Penía (Po­breza) en el jardín de los dioses. El ser humano tiene mucho de dios Eros: ham­briento y sediento de pan, de amor, de jus­ticia, de belleza… con el ingenio para conseguirlos, pero, cuando lo consigue, vuelve a sentir hambre. Por eso, es un ser insatisfecho y añora un «agua que no nos dé más sed».
Quizá sea esa tensión y esa inadecua­ción entre lo que somos y lo que desea­mos, entre lo que deseamos y lo que con­seguimos lo que nos haga estar inquietos, insatisfechos, en movimiento, en bús­queda, experimentando, investigando, viajando.
 
La experiencia religiosa
 
EN cuanto apuntamos a continua­ción, seguimos a Martín Velasco en su des­cripción de la estructura fenomenológica de la experiencia religiosa (cf. La experiencia cristiana de Dios, Trotta, Madrid 1995).
 
El ser humano
Cuando los hombres han prestado aten­ción a lo mejor de sí mismos, han escuchado sus voces más íntimas y han percibido que ellas eran el eco de un voz anterior.
El Misterio
Con el término Misterio designamos el conjunto de elementos comunes a la mayor parte de las representaciones de la divinidad que configuran una realidad manifestada al hombre como escondida, revelada como ine­fable, a la que representa con los símbolos, invoca con los nombres y describe con los conceptos propios de cada tradición religio­sa: potencia, dioses, lo divino, el dios único, Jahvé, Alá, Brahma…
 
Al hablar de experiencia del Misterio nos re­ferimos a la primera reacción que provoca su presencia, a la huella que deja en la condición humana y en su manera humana de vivirla a través de la relación con el mundo, con los demás y con los acontecimientos de la propia vida. En esta huella del Misterio en la raíz del hombre tocamos el fondo del que surge la ac­tividad humana que lleva a nombrar, imagi­nar, representar y pensar lo divino de acuer­do con las variadísimas circunstancias cultu­rales por las que pasa la historia humana. Una huella que es como la marca en el más acá humano de un fuego que en sí mismo re­sulta cegador para el hombre.
La relación entre el Misterio y el ser humano
El hombre deja de ser el centro de la rela­ción y adopta una actitud de consentimiento y de reconocimiento que acepta a Dios como Dios, es decir, como lo único necesario y el centro de la propia vida. Experimenta una conversión radical que le hace pasar de la tendencia a la realización de sí a través de la posesión, el dominio y la explicación, a la en­trega de sí, la salida de sí mismo, la apertura y la disponibilidad.
La relación se traduce en una nueva forma de existir: la aceptación y el reconocimiento del Misterio como origen amoroso de sí mis­mo, y el confiado, liberado y gozoso ejercicio de la existencia que brota de tal conocimien­to. Saber que la propia existencia es una gra­cia, un regalo, y aceptarla agradecido.

  1. Panikkarelenca cuatro momentos distin­guibles y no separables en la experiencia reli­giosa (cf.Iconos del Misterio. La experiencia de Dios, Península, Barcelona 1998, 38):

La experiencia pura, instante vivencial, ex­periencial, inmediato, personal.
La memoria de ese momento.
La interpretación en un lenguaje que la mediatiza.
Su recepción en un mundo cultural.
 

  1. M. Tournier:

Gaspar, Melchor y Baltasar

 
ESTE autor, en esa obra (cf. Edhasa, Barcelona 1996; original en Gallimard, 1980) a partir del material mínimo de Mateo (2,1-12), de los detalles de los evange­lios apócrifos (Protoevangelio de Santiago, 21,1-4; Evangelio de Pseudo Mateo, 16; Evangelio árabe de la Infancia de Jesús, 7) y de La Leyenda Dorada de Jacobo de la Vo­rágine, «re-escribe» el viaje de los Reyes Magos e introduce la historia de cuarto rey (Taor), que procedía de tierras mucho más alejadas que las de los otros, que lle­gó tarde a la cita de Belén y que anduvo errante hasta el Viernes Santo. Historia que ya había sido contada por el pastor norteamericano Henry L. Van Dyke (1852-1933) y por el alemán Edzard Schaper (nacido en 1908).
Para trabajar esta novela, sugiero las siguientes pistas basadas en las que ofre­ce Mario Tomé al estudiar la obra de Tournier (Hermenéutica simbólica en la obra de Michel Tournier, Universidad de León 1986, 81-90).
 
 
Con cada rey -Gaspar, rey de Mereo;
Baltasar, rey de Nippur; Melchor, prínci­pe de Palmirenas; Taor, príncipe de Mangalore- analizar los siguientes as­pectos:
 

  1. Situación inicial. Motivos por los que emprende el viaje.
  2. El seguimiento de una estrella fugaz. El viaje de búsqueda y reflexión. 3. El encuentro con el rey Herodes.
  3. ¿Qué encuentran? ¿Qué les ha cambiado? ¿Qué ofrecen de regalo?
  4. Rasgos generales de la experiencia religiosa: búsqueda, encuentro con Dios, el día siguiente y el resto de la vida.
  5. Comenta el conflicto entre las experiencias personales de cada rey y lascreenciasde sus pueblos.
  6. ¿Cómo llegar a sentir experiencias religiosas en nuestro mundo moderno? 8. ¿Qué es viajaR?

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