Alabad al Señor en todo momento,
alabadlo en todo lugar.
Alabadlo abrazando a un hermano,
alabadlo jugando un parchís.
Alabadlo bajo la ducha,
alabadlo subidos en un tren.
Alabadlo tomando una copa,
alabadlo hablando a una flor.
Alabadlo de camino al trabajo,
alabadlo de regreso al hogar.
Alabadlo contemplando a un niño,
alabadlo escuchando a un mayor.
Alabadlo en el parque “la esquina,”
alabadlo en la tienda de “a cien”.
Alabadlo escribiendo un poema,
alabadlo rompiendo a reír.
Alabadlo en la biblioteca del barrio,
alabadlo en la cama también.
Todo ser que quiera amar y ser amado
alabe al Señor.
José María Escudero