El cambio climático: problemas y consecuencias
Inés Vázquez es Responsable de Educación para el Desarrollo de la Fundación Jóvenes del Tercer Mundo
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
El artículo propone una reflexión detenida en torno al gravísimo problema actual del cambio climático: Señala los problemas que acarrea, mide sus consecuencias e indica las principales propuestas y acciones de carácter internacional que se están dando, para terminar haciendo una llamada a la implicación de los jóvenes en la lucha contra el cambio climático, en la convicción de que no resulta posible justificar ya la falta de acción y de compromiso ante tan graves cuestiones.
La Tierra es el tercer planeta más cercano al Sol, actualmente es el único conocido en el que existe la vida como la conocemos, tiene sólo un satélite o luna que gira a su alrededor. Se cree que la tierra tiene aproximadamente 4.500 millones de años.
Todos dependemos de los recursos naturales de la Tierra en nuestra vida diaria: para alimentos y agua, para materiales de construcción, para obtener energía con la que calentarnos, desplazarnos. Con los años, muchos de nosotros hemos creado estilos de vida muy cómodos, todos gracias a los árboles, el agua, los minerales y otros recursos de la Tierra. Una hazaña ésta, considerada como digna de admiración sólo unas décadas atrás. Sin embargo, la Tierra ha comenzado a dar señales de alarma y los primeros pioneros del activismo ecológico llevan años advirtiendo de lo que comienza a ser aceptado, no sin sus polémicas correspondientes, cada vez por un sector más amplio de la población: le estamos pidiendo demasiado a nuestro planeta. Noticia inquietante, pues como sabemos, sólo hay una Tierra.
- Hogar, dulce hogar
El hombre moderno, conocido como Homo Sapiens, evolucionó hace unos 40.000 años durante el último periodo glaciar. Hasta su aparición, la evolución humana se había explicado por procesos de selección natural y de variabilidad genética. Pero ha sido únicamente en los últimos 10.000 años cuando el ser humano ha domesticado y alterado el medio ambiente para su propio provecho al plantar cosechas, criar animales y construir pueblos y ciudades. A partir de entonces, la evolución cultural y técnica comenzó a posibilitar controlar el planeta y modificar el medio en el que vive el ser humano. Incluso los avances de la técnica y de la medicina han permitido superar muchas limitaciones biológicas o genéticas, por ejemplo, prolongando la vida a enfermos que anteriormente tenían pocas posibilidades de sobrevivir. Por tanto, la evolución cultural y técnica ha superado a la evolución biológica. En la actualidad, la especie humana se encuentra con un gran poder en sus manos; poder puede controlar su evolución futura, pero también dispone de la capacidad de destruir el planeta en su totalidad.
La Tierra es como un oasis en medio del desierto. Las condiciones que se dan en nuestro planeta son las perfectas para que ésta se desarrolle: hay agua y aire en abundancia, y el Sol nos proporciona luz y calor. La Tierra está rodeada por lo que conocemos como atmósfera − una delgada capa de gases compuesta fundamentalmente por nitrógeno y oxígeno −, que se extiende unos 700 kilómetros por encima de la superficie terrestre. En la atmósfera se dan los fenómenos meteorológicos causantes de la climatología. Además, gracias a la protección de la atmósfera, la superficie terrestre se mantiene cálida.
Otras sustancias químicas que contiene la atmósfera son carbono y azufre. Estas sustancias están siendo constantemente transferidas a la Tierra y utilizadas por los seres vivos. Las temperaturas que reinan en nuestro planeta son las adecuadas para que los animales y las plantas vivan y se desarrollen. Existen grandes diferencias de temperatura sobre el planeta: desde los fríos glaciares de los polos al calor de los desiertos y las selvas. Pero los seres vivos se han adaptado a todo tipo de condiciones y hay vida en prácticamente todos los lugares de la tierra.
El clima de nuestro planeta es un complejo sistema resultante de la interacción de cinco factores: la atmósfera, los océanos, las regiones de hielo y nieve (criósfera), los organismos vivos (biósfera) y los suelos, sedimentos y rocas (geósfera), a su vez todos ellos directamente vinculados con el sol.
Sólo en estos términos es posible comprender los flujos y ciclos de energía y materia de la atmósfera, lo cual es imprescindible para investigar las causas y los efectos del tan traído y llevado “cambio climático”. Pero también, a estos factores hay que agregar uno más: el factor humano.
- El cambio climático no es una moda
Se habla tanto sobre el tema, que al final acabamos creyendo que es cosa de modas y que como tal, ya se pasará. Pero no, el cambio climático ni está, ni es una moda, sino que es un hecho, una consecuencia de las agresiones que, indiscriminadamente, el ser humano está realizando sobre la naturaleza. Esquilmando los recursos, contaminando acuíferos, ríos, mares, aire y tierra. Consecuencias que ya son más que evidentes y no algo que pasará en un futuro.
El Cambio Climático puede definirse como un cambio atribuido directa o indirectamente a las actividades humanas que alteran la composición global atmosférica.
El Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC)[1] creado en el año 1988 por la Organización Meteorológica Mundial (WMO,) y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas y cuyo objetivo es evaluar el riesgo del cambio climático originado por las actividades humanas, manifestó hace más de una década que «un cambio discernible de influencia humana sobre el clima global ya se puede detectar entre las muchas variables naturales del clima»
Los informes del IPCC se basan en publicaciones de revistas técnicas y científicas contrastadas. Cuenta con el trabajo de más de 2.000 científicos provenientes de 100 países. En el año 2007 fue galardonado con el PremioNobel de la Paz, compartido con Al Gore, por sus esfuerzos para construir y difundir un mayor conocimiento sobre el cambio climático causado por el hombre y poner las bases para las medidas para contrarrestar ese cambio.
El IPCC es un referente mundial en cuanto a la investigación y establecimiento de tesis acerca de las modificaciones que está experimentando la climatología en los últimos años. El Primer Informe de Evaluación del IPCC se publicó en 1990, y confirmó los elementos científicos que suscitan preocupación acerca del cambio climático. A raíz de ello, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió preparar una Convención Marco sobre el Cambio Climático (CMCC). Esa Convención entró en vigor en marzo de 1994.
El Segundo Informe de Evaluación, «Cambio climático 1995», se puso a disposición de la Segunda Conferencia de las Partes en la CMCC, y proporcionó material para las negociaciones del Protocolo de Kiotoderivado de la Convención. El tercer informe, «Cambio climático 2001», consta también de tres informes de grupos de trabajo sobre «la base científica», «efectos, adaptación y vulnerabilidad», y «mitigación», así como un Informe de síntesis en el que se abordan diversas cuestiones científicas y técnicas útiles para el diseño de políticas.
La última evaluación del PICC, divulgada en el Cuarto Informe, señaló una tendencia creciente en los eventos extremos observados en los pasados 50 años y consideraba probable que las altas temperaturas, olas de calor y fuertes precipitaciones continuarán siendo más frecuentes en el futuro, lo que puede ser fatal para la humanidad.
2.1. Principales problemas
- El “Efecto Invernadero”
El clima está directamente relacionado con la energía solar, que llega hasta la superficie de la Tierra y vuelve al espacio en forma de rayos infrarrojos. Pero esa energía que sale, pasa por la atmósfera. La atmósfera contiene, además de nitrógeno, oxígeno y argón, una mezcla de otros gases diferentes (dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, ozono, vapor de agua) que envuelve al planeta y forma un sistema ambiental integrado con todos los componentes de la Tierra. Son esos gases los que permiten pasar la energía solar pero a la vez atrapan y absorben parte del calor que “rebota” y vuelve a salir (aproximadamente un 30%; del resto un 45% es absorbido por la tierra y los océanos, y un 25% por la atmósfera). Este sistema de control natural de la temperatura de la Tierra se asimila así al efecto de un invernadero, y a los gases que actúan en ese proceso se los conoce como “gases de efecto invernadero”.
En 1974 los científicos Frank Rowland (estadounidense) y Mario Molina (mexicano) – ambos ganadores del premio Nobel de Química en 1995 – descubrieron la reducción del grosor en la capa de ozono, principal responsable en evitar la penetración de la radiación solar en la superficie terrestre. Actualmente la producción de los gases que provocan el Efecto Invernadero (gases de invernadero) ha aumentado debido a la interveción humana. Estos gases (principalmente el dióxido de carbono – CO2) se encargan de absorber y retener parte de la energía emitida por el Sol, impidiendo que los días sean demasiado calurosos o las noches demasiado frías.
El “efecto invernadero” no es en sí mismo un problema. Es más, el delicado equilibrio de dicho sistema es lo que ha creado las condiciones que permiten la vida en el planeta. El problema surge porque se ha agregado una carga artificial de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Se está poniendo una capa “de abrigo” extra que no necesitamos, y que aumenta el calor. El aumento en la emisión de estos gases provoca grandes cambios en el clima a nivel mundial (haciéndolo cada vez más impredecible), sufriendo alteraciones en las temperaturas regionales, en los regímenes de lluvia, en la agricultura, incremento en la desertificación y la descongelación de loscasquetes polares, elevando el nivel del mar y causando inundaciones en las zonas costeras y continentales en todo el mundo.
- El Dióxido de Carbono
El carbón, el petróleo y el gas natural son combustibles fósiles. Los quemamos en nuestras calderas, fábricas, coches y centrales térmicas para producir calor y energía. Se llaman combustibles fósiles porque se han formado a lo largo de millones de años de los restos de plantas y animales enterrados bajo el suelo. Pero los combustibles fósiles contienen grandes cantidades de carbono y, cuando se queman, liberan la energía que han acumulado durante largos periodos de tiempo, emitiendo entonces dióxido de carbono a la atmósfera. Este gas contribuye a aumentar el efecto invernadero.
El dióxido de carbono es además liberado por las erupciones volcánicas, por la respiración, por procesos del suelo, la combustión de componentes de carbono y por la evaporación oceánica. A su vez, se disuelve en los océanos y es consumido por la fotosíntesis de los vegetales.
Con posterioridad a la revolución industrial y en especial después de la Segunda Guerra Mundial, la actividad industrial ha emitido enormes cantidades de CO2 a la atmósfera a través de la combustión de combustibles fósiles de depósitos subterráneos, de los cuales los tres principales son carbón, petróleo y gas.
La mayor parte de las emisiones de dióxido de carbono son producidas por la utilización de combustibles fósiles para generar energía, los procesos industriales y el transporte, pero también son producidas por los procesos de deforestación y tala de bosques. Las actividades agrícolas y los cambios del uso de la tierra producen emisiones de metano y óxido nitroso, mientras que los procesos industriales también emiten productos químicos artificiales llamados halocarbonos (CFCs, HFCs, PFCs).
Los gases clorofluorocarbonos (formados por moléculas de carbono, cloro y fluor) son totalmente antropogénicos (es decir, creados por actividades humanas) y son producidos por aerosoles, refrigeradores y aparatos de aire acondicionado. Se considera que estos gases han contribuido en gran medida al calentamiento global.
Más que una evolución lineal, el clima sigue un trayecto no lineal con sorpresas inesperadas y drásticas cuando los niveles de gases de efecto invernadero alcanzan un punto crítico que desencadena otros procesos hasta ahora desconocidos. Todo indica que las emisiones de gases de efecto invernadero generadas por actividades humanas pueden causar cambios climáticos drásticos en el siglo XXI y más allá, con efectos de amplio alcance en el ambiente y en las sociedades y economías humanas.
2.2. Algunas consecuencias
El dióxido de carbono es el más abundante gas invernadero, pero hay otros muchos. Hasta ahora se han identificado unos 30, y es probable que existan otros de los que aún no tenemos conocimiento. Muchos gases invernadero existen en la atmósfera en pequeñísimas cantidades. Sin embargo, desgraciadamente, su poder de atrapar el calor es aterrador. Se estima que el del metano es unas 30 veces mayor que el del dióxido de carbono; el óxido de nitrógeno, 150 veces; el ozono de superficie, 2000 veces; y el CFC, de 10 a 23000 veces.
Algunos de estos gases tienen una vida muy larga en la atmósfera: aunque el ozono de superficie sólo dura unas semanas, el óxido de nitrógeno puede sobrevivir unos 170 años. Se calcula que los CFC duran aproximadamente un siglo, y otros tienen una vida de hasta 20.000 años. Estas estadísticas nos demuestran que vamos a tener que enfrentarnos con un recalentamiento de la Tierra durante mucho tiempo.
Unos grados más o unos grados menos entre un día y el siguiente nos parecen muy pocos. Sin embargo, cuando nos referimos a la temperatura media mundial, unos grados de más o de menos constituyen una gran diferencia. Los científicos opinan que si los gases invernadero se duplican, la temperatura media mundial se incrementará entre 1.5 y 4.5 grados centígrados. Si tenemos en cuenta que entre la temperatura media que reinaba durante la última glaciación y la actual sólo hay una diferencia de 4 grados centígrados, podemos imaginarnos fácilmente que un incremento semejante podría acarrear unas consecuencias catastróficas. Las condiciones climatológicas cambiarían a escala mundial. Los científicos estiman que las temperaturas en el sur de Europa serían superiores a la media global de subida. Con veranos menos lluviosos, algunas zonas podrían convertirse en desiertos. El efecto invernadero podría, a corto plazo, favorecer determinadas regiones, como, por ejemplo, Siberia, donde mejoraría la agricultura. Pero al derretirse la capa de hielo que la recubre permanentemente, podrían producirse escapes de metano.
Si la Tierra se recalentara, los glaciares de las montañas y los hielos del polo Norte y de la Antártica empezarían a derretirse. Nadie sabe con exactitud cuánto podría subir el nivel de las aguas del mar. Pero si no se toman medidas para que cese el incremento de la temperatura media mundial, el nivel podría subir de 20 a 40 cmpara principios del próximo siglo, y seguir subiendo. Incluso una pequeñísima subida del nivel de las aguas del mar podría tener unas consecuencias catastróficas. Por ejemplo, gran parte de Holanda ha sido ganada al mar, y vastas extensiones del país están por debajo del nivel del mar. Si este nivel sube, se podrían inundar todos esos terrenos. Las islas Maldivas, en el océano Índico, también son muy bajas, y si el nivel del mar subiera un metro, desaparecerían casi por completo bajo las olas del mar.
Paralelamente, la atmósfera no solo se esta calentando, sino que se esta volviendo cada vez más sucia. Los humos de los coches son los principales culpables, pero también lo son las centrales térmicas y las fabricas. Los combustibles fósiles, al quemarse, liberan gases peligrosos que pueden causar enfermedades. La polución es todavía peor en verano, cuando la luz del sol transforma los gases en tenues nubes brumosas conocidas como smog.
La polución del aire también esta dañando la capa de ozono, que nos protege de la radiación ultravioleta nociva del Sol. El daño es causado principalmente por los CFC. Se pensaba que los CFC eran productos químicos muy seguros porque normalmente no arden, ni se descomponen o se transforman de modo alguno. Desafortunadamente, sí se descomponen con la luz ultravioleta. Tarde o temprano, los CFC a través de la atmósfera alcanzan la capa de ozono, donde la radiación ultravioleta es mas fuerte. La radiación descompone los CFC y el cloro queda libre. El cloro reacciona con el ozono y lo destruye.
En verano de 1984, varios científicos descubrieron un inmenso agujero en la capa de ozono sobre el helado continente de la Antártida. En 1989, también hallaron un agujero sobre el Polo Norte. La capa de ozono se está volviendo más delgada y frágil.
En el siglo pasado, la gente comenzó a darse cuenta de que la suciedad expulsada por el creciente número de chimeneas de viviendas y fábricas estaba ocasionando la contaminación de la lluvia. Entre los años 1950 y 1980, la lluvia que cayó sobre Europa multiplicó aproximadamente por diez su grado de acidez. Éste ha descendido durante la década de los ochenta, pero, aunque muchos países han comenzado a tomar medidas para frenar la contaminación que causa la lluvia ácida, el problema no está desapareciendo. El agua de lluvia normal es ligeramente ácida. Pero en zonas muy contaminadas, la lluvia puede ser tan ácida, o incluso más, que el jugo de limón o el vinagre. Cuando los ácidos fuertes se introducen en ambientes naturales pueden causar graves daños a las plantas, animales y personas. La mayor parte de los óxidos de azufre y de nitrógeno que se combinan con agua para formar lluvia ácida se producen al quemar combustible. Pese a su nombre, la lluvia ácida no siempre es húmeda. Las sustancias que se combinan para formarla producen un polvo seco que al caer en un lugar daña el medio ambiente. Los dos mayores causantes de la lluvia ácida son los óxidos de azufre y los óxidos de nitrógeno. Cuando estos contaminantes llegan a la atmósfera, se combinan con el vapor de agua para formar ácidos fuertes: ácido sulfúrico y ácido nítrico.
Predecir cómo afectarán al clima global todas estas cuestiones citadas anteriormente es una tarea muy difícil. No obstante, muy pocas personas ponen en duda actualmente que el clima de la Tierra está cambiando y que, de no adoptar medidas, la humanidad entrará en un periodo de desequilibrio climático intensificado.
Los modelos climáticos predicen que si las tendencias de emisión actuales continúan, para el año 2100 la temperatura aumentará entre 1,4ºC y 5,8ºC. Son cambios sin precedentes en los registros históricos. Dentro de un siglo –que es decir casi nada en la historia de la Tierra– nuestros descendientes y los de las demás criaturas vivas podrían tener que soportar temperaturas muy por encima de las experimentadas durante la mayor parte de su proceso de evolución. Las consecuencias para muchas especies, incluida la humana, podrían ser catastróficas.
Una de las predicciones centrales de los expertos en clima es que los fenómenos extremos tales como tormentas, huracanes, inundaciones, sequías e inviernos severos, serían cada vez más frecuentes, con consecuencias graves para las condiciones de vida humana. No obstante, los impactos no serán los mismos en el planeta. Algunas regiones (particularmente las zonas secas del Tercer Mundo) se secarían, causando una grave degradación de la tierra mientras que otras sufrirían un enfriamiento considerable debido a cambios en la Corriente del Golfo. En general habría un aumento del nivel del mar (con proyecciones de 9 a 88 cm para el año 2100) a medida que el calentamiento del agua alcanzara las profundidades del océano.
Un posible impacto ecológico es la destrucción de la mayor parte del bosque amazónico para fines del siglo XXI, producto de la sequía. La pérdida de bosques a escala mundial liberaría aún más dióxido de carbono, exacerbando el cambio climático.
Los más vulnerables a los impactos del cambio climático son los que viven en condiciones sociales y económicas adversas: los sectores de menores ingresos de las poblaciones de los países del Sur, los sectores pobres urbanos en general, los residentes de regiones costeras e islas, y los habitantes de tierras semiáridas. La creciente exposición a desastres naturales tales como inundaciones, sequía, deslizamientos de tierra, tormentas y huracanes, serán más graves para los sectores que están en mayor situación de riesgo.
Según la Organización Mundial de la Salud (WHO)[2], aun un pequeño aumento de temperatura puede causar un aumento dramático de muertes producidas por el esparcimiento de enfermedades tales como la malaria,dengue y cólera; sequías, falta de agua y alimentos. La IPCC lo plantea así: «El cambio climático con certeza conllevará una significativa pérdida de vidas» (Dunn, 1997).
2.3. Propuestas y acciones internacionales
Los esfuerzos para establecer principios que tomaran en cuenta la seguridad ecológica se iniciaron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Entorno Humano (Estocolmo, Suecia, 1972). Desde entonces, un importante número de grupos y coaliciones han hecho importantes contribuciones para articular valores y principios necesarios para alcanzar el desarrollo sostenible. En 1987, la Comisión Brundtland instó a la creación de una nueva carta que: «consolidará y ampliará ciertos principios legales relevantes, para guiar el comportamiento estatal en la transición hacia el desarrollo sostenible». En 1992 se llevó a cabo la Cumbre de Río en donde se desarrolló la Carta de la Tierra, que fue el cimiento ético del Programa 21 y otros documentos de Río.
La Cumbre de Río (o Cumbre de la Tierra) se llevó a cabo del 3 al 14 de junio de 1992. En ella participaron 172 países (con 108 jefes de Estado) y 2.400 representantes de organizaciones no gubernamentales. Durante la cumbre se trataron los temas de medio ambiente y desarrollo sostenible. Como resultado de la Cumbre de Río se generaron los siguientes documentos: Agenda 21, la Declaración de Principios Forestales, la Convención para un Marco de las Naciones Unidas en Cambio Climático, la Convención de las Naciones Unidas sobre la diversidad biológica y la Declaración de Río sobre Medioambiente y Desarrollo.
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático fue aprobada el 9 de mayo de 1992 con 166 países firmantes y la opción de que los demás Estados puedan seguir adhiriendo.
En la Convención hay un reconocimiento del cambio acelerado que ha experimentado el clima del planeta en los últimos 200 años, y los graves efectos adversos que esto trae. También se admite que el origen de ese cambio es el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera, el cual ha provocado un calentamiento de la superficie de la Tierra y la atmósfera. También se señala que la mayor parte de esas emisiones tienen su origen en los países desarrollados.
El objetivo final de la Convención es que las concentraciones en la atmósfera de los gases de efecto invernadero resultantes de las actividades humanas se estabilicen en un nivel que no suponga un riesgo para el sistema climático.
La 3ª Conferencia de las Partes de la Convención de Cambio Climático realizada en Kioto, Japón, aprobó el 11 de diciembre de 1997, el texto conocido como el Protocolo de Kyoto[3].
El objetivo del Protocolo de Kyoto es conseguir reducir un 5,2% las emisiones de gases de efecto invernadero globales sobre los niveles de 1990 para el periodo 2008-2012. Este es el único mecanismo internacional para empezar a hacer frente al cambio climático y minimizar sus impactos. Para ello contiene objetivos legalmente obligatorios para que los países industrializados reduzcan las emisiones de los 6 gases de efecto invernadero de origen humano como dióxido de carbono (CO2), metano (CH4) y óxido nitroso (N2O), además de otros tres gases industriales fluorados.
El acuerdo entró en vigor el 16 de febrero del 2005, después de la ratificación por parte de Rusia. Sin embargo, Estados Unidos sigue negándose a ratificar el Protocolo. El Presidente Bush dijo claramente que el Protocolo lesionaría la economía de su país y su política energética, la cual está en primer lugar, es decir, por encima de los intereses de la humanidad y los intereses a largo plazo de sus conciudadanos. Australia, Liechtenstein y Mónaco tampoco lo han firmado.
De forma más reciente, el pasado mes de diciembre, se celebró la Cumbre de las Naciones Unidas contra el Cambio Climático en Bali. En palabras de Gerd Leipold, Director Ejecutivo de Greenpeace International[4], “la Administración Bush ha manipulado sin escrúpulos el nivel de acción sobre el cambio climático que la ciencia exige», «han relegado la ciencia a un simple pie de página».
A pesar de esta postura boicoteadora, habitual por otro lado en lo que a este tema se refiere, la Administración Bush se vio humillada por la firme resolución de los países en vías de desarrollo (China, India, Brasil, Sudáfrica), que llegaron a Bali con propuestas concretas encaminadas a jugar un papel justo en los esfuerzos globales para evitar el peligroso cambio climático y lo que se encontraron fue una estrategia por parte deBush poniendo en tela de juicio todos los temas de mayor importancia para los millones de personas que sufren ya los impactos del cambio climático.
El acuerdo final de Bali incluye un mandato para negociar una segunda fase más firme del Protocolo de Kyoto para el año 2009, iniciar un proceso para financiar y poner en práctica tecnologías limpias para los países en vías de desarrollo, y crear un fondo de ayuda para las víctimas del cambio climático. Por primera vez, el Convenio Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático tratará el problema pendiente del 20% de emisiones globales procedentes de la deforestación
- Los jóvenes y su implicación en la lucha contra el cambio climático
La capacidad juvenil como prescriptores de estilos de vida, productos y hábitos que en ocasiones influyen en los adultos, y la importancia de esta etapa formativa para las actitudes y comportamientos posteriores, hace que el aspecto educacional sea particularmente importante para que, al menos los grupos juveniles más sensibilizados con las problemáticas ambientales y sociales conozcan por qué y para qué es necesario un consumo responsable, cómo pueden promover la responsabilidad social empresarial a través de sus decisiones de consumo y las acciones específicas que pueden realizar para lograrlo, y sepan cómo desarrollar dichas acciones de la forma más fácil y accesible, de modo que el consumo responsable sea una práctica de mayorías.
En la actualidad, existen numerosos movimientos juveniles entorno a la cuestión medioambiental. Muchos de ellos no son en esencia organismos creados específicamente por jóvenes, pero sí aglutinan en sus filas a muchos de ellos, puesto que el medioambiente, la “causa ecológica” , es una de las que más simpatías granjea entre la juventud.
Uno de los ejemplos más relevantes e interesantes desarrollados en torno al medioambiente y con los jóvenes como protagonistas es el proyecto “Jóvenes por el cambio”, auspiciado por UNEP[5]-UNESCO. Este proyecto trata de articular una iniciativa internacional a favor del consumo sostenible orientada a la juventud y con especial énfasis en los aspectos educativos. Dado que en la enseñanza formal las actividades de información y sensibilización sobre estas materias suelen ser casi inexistentes, el proyecto de la UNEP-UNESCO ofrece una interesante posibilidad de sensibilizar, divulgar y educar a una amplia población juvenil en comportamientos y prácticas de consumo sostenible.
En el marco de este Programa se publica una revista Tunza en la que los propios jóvenes participan con sus artículos, opiniones y propuestas. En una de sus editoriales, un grupo de jóvenes escriben la siguiente reflexión, lo suficientemente lúcida como para detenernos en ella:
“Los logros de las personas que actualmente detentan el poder no son suficientes. Han ayudado a convertir el ambientalismo y la preocupación por la pobreza mundial en una fuerza global. Han creado revoluciones sociales, económicas y tecnológicas, y han luchado contra el racismo y el sexismo. Pero la gente en el mundo desarrollado -y la gente acomodada en el mundo en desarrollo- se acostumbró demasiado a su cómodo modo de vivir, demasiado apegados a la buena vida y a su propia condición, como para crear el cambio hacia un desarrollo sostenible que tan desesperadamente necesita el mundo.
No tenemos más que mirar a nuestro alrededor. Casi la mitad de los habitantes del mundo todavía tienen que vivir con menos de 2 dólares por día. Más de 2 millones de personas mueren cada año porque no pueden conseguir agua limpia. Más de 1 millón de niños menores de cinco años mueren porque tienen que respirar el humo de la quema de leña y estiércol porque su familia no tiene acceso a formas de energía limpia. Casi una cuarta parte de la tierra agrícola del mundo ha sido degradada. Las especies son empujadas a la extinción a un ritmo alarmante. Y el calentamiento de la Tierra está acelerando, derritiendo los glaciares y las plataformas de hielo, trastornando y alterando las cosechas y amenazando con catástrofes. ¿Acaso podemos aceptar un futuro de pobreza cada vez mayor en un medio ambiente mundial en proceso de desintegración, y la violencia y los conflictos que serán su inevitable resultado?”
Dentro de este Proyecto, los jóvenes participantes han elaborado una propuesta concreta que presentan de la siguiente manera[6]:
“Todos hacemos un impacto sobre la Tierra, debido a nuestros hábitos cotidianos, las cosas que usamos, comemos o tiramos, De manera que todos podemos ayudar, pensando en lo que hacemos, y tratando de hacer pisadas ligeras en nuestra Tierra. Aquí hay varias ideas de lo que cada uno puede hacer para ayudar:
Piensa de dónde proviene tu alimento y en los recursos que se usaron para producirlo y para llevarlo a donde vives. El procesamiento, embalaje y transporte de los alimentos tal vez use más recursos de lo que es realmente necesario o prudente. Así pues, piensa en cosas para comer y beber que se producen localmente. |
Piensa también en la basura. Tantas cosas se pueden reciclar o hasta reparar o remendar, pero nosotros simplemente las tiramos. Mira a tu alrededor, usa productos reciclados, como el papel usado para imprimir la revista Tunza; recicla todo lo que puedas de tu basura, y vuelve a usar embalajes y envases innecesarios y perjudiciales, como por ejemplo las bolsas de material plástico. |
Cuando vas a alguna parte en coche, piensa en el combustible que estás usando y la contaminación que estás creando. ¿Acaso podrías reducir esto compartiendo tus viajes con otra persona, usando transporte público, andando en bicicleta o hasta caminando? |
Trata de conservar energía en el trabajo, en tu casa y en la escuela de manera que se consuman menos recursos para suministrar lo que te hace falta. Reemplaza las bombillas comunes con bombillas fluorescentes compactas. Estas usan menos energía y duran más al mismo tiempo de producir la misma cantidad de luz. Apaga las luces, la televisión y los ordenadoras cuando no los estás usando. Tal vez hasta deja de usar máquinas a menos que sea necesario: por ejemplo, podrías colgar la ropa a secar al aire libre. Si tienes la suerte de tener agua corriente en tu casa, esto podría gastar recursos para limpiar y tratar el agua, así que trata de usar menos: tomando una ducha en vez de un baño, que usa por lo menos cuatro veces más agua; instalando una ducha de «flujo bajo», y cerrando el grifo mientras te lavas la cara y te limpias los dientes. |
Y no hagas todo esto tú solo. Discútelo con tus amigos y tu familia y persuádeles de unirse a tus esfuerzos para preservar el planeta”
Muchos otros jóvenes están liderando acciones comprometidas en defensa del medioambiente, tanto a nivel global como dentro de nuestras fronteras. Organizaciones como Greenpeace, Ecologistas en Acción, Amigos de la Tierra, WWF-Adena, Jóvenes Verdes y un largo etcétera, albergan en sus filas a muchos jóvenes que encuentran en la defensa del medioambiente una oportunidad a través de la cual canalizar sus deseos de transformación social en otros muchos aspectos. En palabras del secretario y delegado internacional de la asociación Jóvenes Verdes,Florent Marcelles “Los jóvenes entendemos un mundo deseable como la íntima combinación de la sostenibilidadecológica y la justicia social, a nivel local y mundial. Por tanto, estos temas son prioritarios para la construcción de un mundo basado en la biodiversidad, el respeto mutuo, la interculturalidad, la igualdad, el pacifismo, la dignidad humana y la libertad.”[7]
Conclusión
Hoy, y a pesar de las controversias que el debate ecológico genera, la propuesta de que la batalla contra el cambio climático es posible de financiar y de ganar ha logrado un fuerte asidero entre los responsables de formular políticas. El argumento de tomar seguros de largo plazo contra los riesgos catastróficos y el imperativo del desarrollo humano proveen justificaciones poderosas para actuar. La mitigación del cambio climático plantea verdaderos desafíos financieros, tecnológicos y políticos, pero también da pie a profundas interrogantes morales y éticas para nuestra generación. ¿Podemos justificar la falta de acción antepruebas contundentes de que no tomar medidas perjudicará a millones de personas y las relegará a vivir en condiciones de pobreza y vulnerabilidad? Ninguna comunidad civilizada que se rigiera incluso por las normas éticas más rudimentarias respondería de manera afirmativa a esta pregunta, especialmente si contara con los recursos tecnológicos y financieros para actuar de manera decidida. Está en nuestras manos.
Referencias a la web
http://www.climateark.org
http://www.thecornerhouse.org.uk/
http://www.vaneduc.edu.ar/uai/facultad/empresas/informes/El%20camino%20insostenible%20-%20Arturo%20Calvente.pdf
http://www.who.int/es
http://www.ipcc.ch/
http://www.greenpeace.org/espana/
http://www.jovenesverdes.org/
http://www.ecologistasenaccion.org/
Inés Vázquez
[1] http://www.ipcc.ch/
[2] http://www.who.int/es/
[3] http://unfccc.int/portal_espanol/essential_background/kyoto_protocol/items/3329.php
[4] http://www.asturiasverde.com/2007/diciembre/01042cumbre-bali.htm
[5] United Nations Environment Programme http://www.unep.org/
[6] http://www.unep.org/Publications/Tunza.asp
[7] http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/urbano/2006/11/08/157087.php