SEXO JOVEN: LO FACIL Y LO DIFICIL

1 junio 2006

En Gran Bretaña las autoridades han puesto en marcha un plan para intentar frenar el número de casos de adolescentes que se quedan embarazadas. A juzgar por lo que han dicho los medios de comunicación, la principal medida adoptada consiste en poner gratuitamente a disposición de los jóvenes, en los centros escolares, medios anticonceptivos, principalmente preservativos y píldoras.

La adolescencia y la primera juventud son etapas de crecimiento y asentamiento físico en la vida de una persona, al mismo tiempo que son momentos psicológicamente muy especiales: se empieza a tener criterio propio, se comienza a tener espíritu crítico, se empieza, en una palabra, a volar cada uno por su cuenta. En las legislaciones de todos los países desarrollados existe un momento preciso, que suele denominarse la “mayoría de edad” (ya sea penal o civil), que viene a significar, socialmente hablando, el comienzo de la responsabilidad, en el sentido jurídico del término: a un mayor de edad se le presumen ciertas características que le hacen capaz de una serie de derechos, y a la vez responsable de determinadas obligaciones.
A un menor de edad no se le permite conducir turismos ni camiones. Un mayor de edad no está obligado a vivir bajo la tutela y el régimen de vida que le marquen sus padres. Un menor de edad no tiene todavía derecho de sufragio, ni activo ni pasivo: no puede votar y no puede ser elegido. Un menor de edad que comete un delito tiene un tratamiento penal muy distinto al de un mayor de edad.
No es que, de un día para otro, de repente, un joven amanezca por la mañana de su 18 cumpleaños totalmente distinto a como amaneció la víspera, pero todas las legislaciones ponen una fecha de referencia, porque alguna hay que poner.
Parece claro que en todos los países se exige un mínimo de edad para que los jóvenes puedan desarrollar por sí mismos determinadas tareas o determinados actos con trascendencia social: por la seguridad vial, se exige una determinada edad para poder conducir; hasta determinada edad no se castiga penalmente a un joven porque se estima que no es del todo responsable de sus actos; para que un menor pueda disponer de sus bienes hace falta un trámite legal. Para cuestiones importantes, en una palabra, hay un límite de edad, antes del cual la voluntad y el criterio del joven deben estar asistidos de la voluntad y el criterio de sus padres, o de las personas que tengan encomendada legalmente la “patria potestad” del menor.
Tranquilos, que no voy a proponer que los adolescentes tengan que pedir permiso a sus padres para eso de “practicar el sexo”. Pero sí me parece que la vida sexual tiene aspectos que son importantes, tanto para la sociedad en su conjunto, como para la persona individualmente considerada. Si una chica se queda embarazada, ella tiene un problema. Pero el chico que la dejó embarazada también tiene un problema. Y sus respectivos padres. Y la sociedad. Un embarazo es una situación de mucha responsabilidad: el régimen de vida de la mujer embarazada afectará enormemente al desarrollo del feto. Y si además hay posibilidad legal de abortar, la responsabilidad es enorme porque se puede cometer una barbaridad. O si la niña no es capaz de no beber durante el embarazo, o de no fumar, o de abstenerse de hacer cosas que todas las embarazadas saben que no deben hacer. Y el padre de la criatura tiene también una importante misión, y además tiene que estar preparado para ejercer de padre. Y ambos, padre y madre, conviene que estén en situación de poder educar y mantener al bebé.
Si un joven de quince años pretende votar en unas elecciones, no se le permite. Si un joven de diecisiete años va conduciendo una furgoneta, se les sanciona a él y al dueño de la furgoneta. Si un chico de quince años se escapa de casa de sus padres, le busca la guardia civil. Creo que la vida sexual de las personas es algo muy importante, más importante que conducir coches. Cuántos padres que tienen pánico a que su hijo conduzca una moto (aunque sea con casco), y se lo tienen terminantemente prohibido, no han hablado jamás de sexo con sus hijos. En cambio, sí les han explicado mil veces, por activa y por pasiva, por qué no le compran la moto.
El alto porcentaje de embarazos entre las adolescentes británicas demuestra que no es infrecuente que realizar el acto conyugal termine con un embarazo. Es más, es lo normal, porque es su consecuencia natural. Y en Inglaterra, como aquí, es muy fácil adquirir preservativos, incluso sin que te vean: hay máquinas expendedoras en todas partes. Pero ahí están los embarazos. Incumbe a las autoridades y a todos los agentes sociales propiciar un ambiente en el que se forme a la juventud en responsabilidad. En libertad responsable. Que el niño sepa que si juega con cerillas, lo normal será que se queme, y que puede quemar la casa. Que quizá lo mejor sea que no juegue con cerillas, por muy bonita que sea la cajita. Los responsables de la educación son los padres. Quienes tienen que posibilitar la educación son las autoridades. No vamos a poner un bombero en cada casa por si el niño juega con las cerillas: habrá que educarle. Lo fácil es cubrir el expediente con anticonceptivos. Lo difícil es educar.

Emilio Sanz Sánchez

5 de julio de 2002

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