La socialización de los adolescentes y el papel de los diferentes agentes (familia, escuela, Iglesia, amigos, etc.) es un tema recurrente y central para entender cómo van adquiriendo patrones de conducta y sistemas de valores nuestros hijos. En los pocos años que lleva el nuevo milenio, se están produciendo grandes cambios, especialmente en un agente de socialización: la irrupción de las nuevas tecnologías como medios de comunicación y socialización juvenil.
Sabemos que los jóvenes leen pocos periódicos de información general, apenas ven y escuchan telediarios e informativos, y se exponen, escasamente, a la información que les llega codificada como tal y en su formato convencional. En general, su exposición a la prensa diaria es más baja que la de los adultos, aunque leen más revistas que estos últimos. Otra cosa es analizar qué revistas leen, interesantísima y reveladora cuestión, cuando se diferencian las revistas que leen, ellos y ellas, en las diferentes etapas de su vida.
Pero… cabe preguntarse cómo está influyendo, y cómo va a influir en un futuro inmediato, la entrada masiva del ordenador en casa, los chats, los nuevos móviles, el hecho de que cada día haya más adolescentes, hijos únicos en la mayoría de las familias, encerrados en sus cuartos, comunicándose virtualmente, jugando muchas veces sin saber con quién, o estableciendo encuentros no se sabe bien con quién. Se han realizado varias investigaciones sobre la capacidad de socialización en valores de esta modalidad del aprendizaje no formal, pues de eso se trata.
Cómo dice el equipo coordinado por Elena Rodríguez en las conclusiones de su estudio, de ámbito español, sobreJóvenes y videojuegos, «los videojuegos constituirían un cierto mundo aparte, que no sólo excluye a los de afuera (los adultos), sino también aísla a los de dentro (los adolescentes). Y lo hace de una forma progresiva, en una dinámica adictiva motivada por el poder del propio juego (como en las adicciones farmacológicas, el poder deenganchar se atribuye casi en exclusiva a la propia droga); y…no es la única similitud entre los dos imaginarios». Qué haya de estereotipo y qué de realidad es cuestión a la que habrá que volver, pero que correlación hay, no cabe duda alguna.
Santiago Lorente, en la publicación Revista de la Juventud, de junio de 2002, dedicada a la juventud y los teléfonos móviles, abunda en la idea arriba expuesta desde la visión de la sociología de la familia, afirmando que «el reducido número de hijos (uno o dos), la creciente inserción social de la mujer, y los prolongados horarios relacionados con la nueva economía, están provocando en los adolescentes y jóvenes crecientes tiempos de soledad en el hogar, tiempos que muchos aprovechan para llenar con su teléfono móvil». No deja de ser, sin embargo, llamativo que los adolescentes y jóvenes se quejen de no tener tiempo libre, de estar siempre ocupados.
Un tercer dato proviene, esta vez, de un estudio realizado entre 2.187 chicos y chicas de entre 12 y 17 años de edad de toda España, que respondieron a un cuestionario on line efectuado en el site de Internet Segura. Aquí quiero resaltar esta escueta conclusión: «En general, los menores tienen una visión de Internet como herramienta útil para acceder a la información (80%), y la mayoría (52%) la considera como un medio divertido para comunicarse y contactar con los demás». Estamos ante lo que González Blasco denomina socialización débil, socialización por ósmosis que suelo decir yo, pues si habláramos de socialización fuerte, esto es, la capacidad de conformar esquemas autónomos y sólidos (en el sentido de capaces de dar cuenta de sus preferencias) quizás Internet y gran parte de los contenidos transmitidos a través de las nuevas herramientas tecnológicas, al día de hoy, tienen una capacidad de socialización reducida. […]
Estamos ante una cuestión abierta. Que los jóvenes usan estos nuevos medios, y cada vez más, es evidente. Su capacidad de socialización, pensamos al día de hoy, lo es menor, sobre todo si hablamos de algo más que la socialización epidérmica. Claro que no faltará quien diga, con su punta de razón, que ésa es la socialización dominante en la sociedad actual. Socialización ligth, por ósmosis, débil, como lluvia fina que, sin embargo, imperceptiblemente va calando hasta los huesos. Como el chiri miri en mi tierra vasca.
Javier Elzo