Hace ya una semana parecía que España, y medio mundo se paralizaba ante el ciberataque a través del ransomeware Wannacry, a varias empresas y países. No tardaron en aparecer memes y demás imágenes que comparaban la situación con la serie Mr. Robot, que si no conocéis os animo a verla. En ella Elliot Alderson (Rami Malek), un joven hacker que sufre de fobia social, depresión clínica y delirios, trabaja como ingeniero de seguridad informática y usa sus habilidades para proteger a las personas por las que se preocupa. Elliot es reclutado por Mr. Robot (Christian Slater), el misterioso líder de un grupo de hacktivistas llamado fsociety, que quiere destruir a poderosos empresarios de multinacionales que están manejando el mundo.(fuente wikipedia) Durante estos días y ante esta situación, toda la sociedad nos cuestionábamos nuestra seguridad en la red: en qué lugar y con qué medidas se guardan nuestros datos, e incluso nuestros valores monetarios.
Cuando ves Mr Robot e intentas ir más allá del tema informático y del hacktivismo, puedes ver una trama que es mucho más común a la vida que nos rodea. Un chaval que sufre…sufre por dentro, sufre por fuera, sufre por los demás y muchos le hacen sufrir. Me es inevitable pensar en nuestros chavales, ya que conozco muchos de ellos que día tras día viven en esa situación. Además tampoco me sorprendería que fueran de los mejores hackers del momento.
Y es que, cuando estoy con ellos, me es inevitable no ver y sorprenderme de ese gran potencial que tienen y que les podría permitir a alcanzar todas sus metas. En estos ya casi 15 años de educador no creo que les haya enseñado mucho, en comparación con todo lo que he aprendido de ellos. Por todo esto y muchas otras cosas que me guardo para mí, no me sorprendería que alguno de los responsables de poner en jaque la seguridad de grandes empresas, en varios países, fueran chavales de nuestras plataformas sociales, colegios, centros juveniles o cualquiera de nuestras obras.
Pero ante todo esto hay un sentimiento que no deja de inquietarme, que me incomoda y me da mucho que pensar, hasta el punto de “Wannacry” -querer llorar-. Y es en porqué quisieron hacerlo… por motivos económicos, por conseguir una gran cantidad de dinero en forma de bitcoins… No es un pensamiento del todo satisfactorio, no me deja tranquilo, ni me hace sentir orgulloso.
Y es que el gran trabajo que tenemos por delante los educadores es crear grandes conciencias, que estén por encima del interés personal y económico. Contamos con la responsabilidad de despertar y transmitir el deseo de convertir el mundo en un sitio un poco mejor. Y estoy seguro que esto no será posible sin vosotros. Espero que, durante los años que nos quedan, no os defraudemos y seamos capaces de haceros ver que transformar este mundo, es el mejor bitcoin que podemos recibir.
Javier Llorente, educador en la Plataforma Social Pan Bendito
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