La ocasión: Abril es el mes del libro. Comienza “nuestro” mes con el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil y casi acaba con el Día Mundial del Libro. Todo un mes para motivar, animar, trabajar con la herramienta “clave” del estudiante.
Planteamiento: Todo lo que realicemos para acercar el libro al joven (y al no tan joven) es combatir el fracaso escolar, es crear cultura, es construir personas críticas y sabias, es luchar contra una vida superficial, es… desear vidas en plenitud que contagian y regalan vida. Por eso, como creyentes, debemos esforzarnos en esta tarea tan hermosa y tan evangélica (somos una de las religiones del “libro”).
Origen: Nuestra propuesta para este mes surge de la campaña de promoción que realizó el periódico El País hace un año para dar a conocer una colección de literatura infantil basada en clásicos de la literatura mundial que se vendían con el periódico por un módico precio. Cada semana nos anunciaban un nuevo libro de literatura infantil dedicándole una página entera del periódico. En ella se veían a unos niños y niñas disfrazados de los protagonistas del libro en una situación muchas veces clave para conocer la temática del libro.
Adaptación: Basándonos en esta intuitiva motivación para vender libros de literatura infantil, podemos adaptarla a nuestra realidad de educadores y educadoras.
Los objetivos son claros: acercar, dar a conocer, motivar un libro.
La metodología puede ser bien sencilla.
Nos dividimos en pequeños grupos (en caso de ser un aula) o lo hacemos en el grupo de tiempo libre o de catequesis.
A continuación les damos el libro (mejor un ejemplar a cada uno) y les proponemos que diseñen la portada del libro, siendo ellos mismos los protagonistas. Se puede partir de las intuiciones del grupo o, mejor, dejar un tiempo para que cada uno del grupo lea el libro y traiga una propuesta al grupo para la nueva portada del libro.
En otra sesión se pensará en el escenario, el vestuario, elementos escénicos que se quieran incorporar… y a repartirse los papeles… Lo mejor es que todo el trabajo sea cooperativo: entre todos y todas nos disfrazamos, entre todos y todas conseguimos los elementos que deben aparecer en nuestro escenario; entre todos y todas buscamos el lugar apropiado, entre todos y todas…
Uno del grupo será la directora o director de la escena que nos colocará y verá con detalle la escena para evitar errores. A continuación hacemos una fotografía. Si es con cámara digital hacemos varias fotografías desde distintos ángulos, perspectiva, inclinaciones… para que luego en el ordenador seleccionemos la perfecta.
También podemos hacernos una fotografía todos los componentes del grupo, los que salen en la portada y los que colaboraron en la realización, con algún elemento de la portada, para que quede constancia del trabajo de todos.
Con todas las fotografías de los grupos, sea de un mismo libro o de distintos, podemos hacer una exposición ampliándola a tamaño DIN A-4 (y en tamaño más pequeño, y al lado de ésta, la foto del equipo que realizó esa portada). Y el día de la inauguración contamos parte del libro con nuestras palabras (una persona o, mejor, manteniendo un diálogo entre todos los componentes del grupo) o leemos un fragmento del libro en cuestión que más nos ha gustado o que refleja la escena que elegimos para la portada…
Y, si tenemos copias en papel (no necesariamente fotográfico), podemos regalar a los visitantes de nuestra expo la foto con nuestras firmas.
Variantes: Y esto mismo lo podemos hacer con escenas del evangelio [con las parábolas, con los milagros (sic) de Jesús, con los encuentros…] o con las escenas del Triduo Pascual (eso sí, sin el regodeo de La Pasión de Mel Gibson)…
Sin duda que, animando y acercando a los libros, animamos y acercamos también al “Libro”. ¡Feliz lectura!
Xulio C. Iglesias