Álvaro Ginel
JUEVES SANTO
El Jueves Santo no es día de triduo pascual nada más que al atardecer. Hay que evitar que la gente cuente el triduo como jueves, viernes y sábado, y después la pascua. Ya es pascua el jueves tarde (contando a lo judío, viernes, sábado y domingo otra cosa. Es la misma realidad celebrada…
La mañana del Jueves Santo es, para muchos, una mañana de desplazamientos. No es tiempo pascual la mañana del jueves.
Es poco real, en esta situación, pensar en una celebración penitencial, como se hacía en algunas comunidades primitivas. Mejor dejar vacía de celebración la mañana del jueves, también para que la gente comprenda que el Triduo propiamente dicho comienza al atardecer, con la misa de la Cena del Señor.
En los lugares donde no hay un presbítero, reunir a la asamblea y celebrar la memoria de Jesús con una gran acción de gracias, con los signos que son posibles entre iguales.
Para los que no podrán asistir a las celebraciones por “imperativos” familiares, profesionales: confeccionar un folleto con el sentido de cada uno de los días del Triduo y las citas (o los textos íntegros) de las lecturas, y un pequeño comentario y el salmo principal de Laudes o Vísperas, o uno de cada una de estas Horas. Lo que no se puede hacer en comunidad, que se haga personalmente.
Dar importancia
- La fiesta:
Ornamentación de la iglesia (menos que el día de Pascua, pero festiva). Es cierto: pasaremos de la fiesta a la tragedia, visto de tejas abajo. Visto en contexto de fe, pasamos de la fiesta a la entrega por amor hasta la muerte.
Gloria cantado.
Sonido de las campanas que después callarán hasta la noche del sábado.
Preparación de la mesa del altar con mimo (en algunos sitios donde la comunidad no es muy amplia, hoy preparan una gran mesa donde todos tienen un sitio).
- El contenido de la fiesta:
Lo que Jesús hizo con los suyos.
El sentido de lavar los pies (tarea, en tiempo de Jesús, importante como puede ser para nosotros hoy en verano dar la posibilidad de que un peregrino se dé una ducha o un baño), tarea reservada a los esclavos no a los amos.
La Eucaristía surge en contexto de servicio (lavar los pies) y de entrega (tomar y comed).
El amor se hace presencia, cercanía, pan: de ahí la admiración, la adoración, el misterio del amor, el misterio de nuestras presencias que ayudan, empujan, dan vida, hacen vivir, desvivirse para que el otro viva.
Comunidad organizada en la que alguno obra en nombre de Jesús. El que representa a Jesús está más obligado a servir, a ser para los demás.
Día para comulgar bajo las dos especies de pan y de vino.
- Algunos detalles para la liturgia:
La incultura religiosa es muy grande. El papel del monitor en la celebración tiene su importancia. Dar sentido a lo que hacemos, por ejemplo, la no despedida de la celebración al final (por esto no ha hecho nada más que comenzar y continuará al día siguiente; no se nos despedirá de la celebración hasta la Vigilia Pascual porque, en realidad, es una única celebración); el traslado del Santísimo al “Monumento” en recuerdo de la oración de Jesús y de la soledad en que Jesús entra, abandonado hasta de sus más íntimos (el mismo Padre parece que hace oídos sordos…). Otro elemento que la gente suele ver y no entiende: el despojo de los altares, el sagrario abierto… Con todas estas cosas, se está invitando a las fieles a centrarse sólo en la pasión del Señor. No hay celebración de la Eucaristía. La celebración es la oración, la meditación, el ayuno, la centralidad dada a la Palabra y no al sacramento.
VIERNES SANTO
Es el primer día del triduo, con el prólogo de la tarde-noche del Jueves Santo.
La celebración del Viernes Santo es un día sin sacramentos. Muchas personas no comprenden esto y tienen la sensación de que al Viernes Santo le “falta algo”. No le falta nada. La ausencia de datos sobre la celebración del Viernes Santo lleva a los liturgos a pensar que ésta no existía. Pero sí existía la celebración que se remonta a los tiempos apostólicos. “Esta costumbre de no comer nada el gran viernes nos ha sido transmitida por las disposiciones de los santos apóstoles”. La sobriedad litúrgica del Viernes Santo refleja las reuniones alitúrgicas de los primeros siglos. La misa comunión que hoy está implantada no existía. Hasta el s. XI se ignora totalmente la comunión este día. En el pontifical del s. XIII se dice que comulga solo el Pontífice. Desde 1055 se extendió al obispo y al sacerdote que preside.
Es celebración: el ayuno y la abstinencia de este día, la oración de los Laudes, el silencio, la meditación de la Palabra, la austeridad, la adoración de la Cruz.
En algunas celebraciones, sobre todo de “pascuas con familias o con jóvenes”, por no entender esta manera de celebrar, se llena el día de hoy de “muchas cosas”. Nada más en contra de la verdadera celebración. Lo mejor para celebrar bien este día del Triduo Pascual es el desierto, el silencio, el ayuno, la Palabra y la oración.
Hoy también es el día de las procesiones en silencio, de los via crucis silenciosos…
No es un día de “muerte desesperada”, sino de cumplimiento del plan de Salvación. En todo esto que celebramos no hay ausencia de Dios, sino presencia misteriosa de Dios. Dios no nos ha abandonado y Dios no abandona a su Hijo.
Dar importancia
- La Liturgia de las Horas:
El Oficio de lectura, en el momento del día que mejor convenga. Es una llamada a la meditación.
Las Laudes por la mañana, mucho mejor que el piadoso ejercicio del via crucis. Aunque se celebren a media mañana, cuando la gente puede. Será preciso ayudar a entender la estructura y los salmos.
- La celebración de la tarde:
La entrada silenciosa, con la postración (no tenemos palabras para celebrar la muerte de Jesús, sólo nos queda caer de bruces, anonadados. ¡Esto es demasiado! El amor de Dios manifestado en Jesús es como para caer y no levantarse…).
Las lecturas de la Escritura, verdadera joya del día, con imágenes como la del Siervo. La celebración de la Palabra acentúa el anuncio de la pasión con el cuarto cántico del Siervo de Yahvé. La cima es el evangelio de san Juan reservado desde siempre para este día. Es la plenitud de la gran hora de Jesús entregado a los suyos por amor.
Durante muchos siglos, la liturgia romana no tuvo más “plegaria universal”que ésta del Viernes Santo. Oramos porque somos pueblo sacerdotal y nos unimos a la entrega del gran Sacerdote que nos precede en todo, también en la oración. Es posible que nos hayamos acostumbrado a la “oración de los fieles”. Hoy tiene un significado totalmente especial: Le decimos al Padre, por medio de Jesús, en la hora de su muerte, que tenga en cuenta realidades de nuestro mundo. El Misal romano propone unas intenciones que no se deberían saltar así como así, aunque las formulemos de otra manera. Cuidar también el ritmo de la plegaria: enunciación del tema / silencio / oración / canto o estribillo de la asamblea.
La procesión y adoración de la cruz; no se trata sólo de hacerlo, sino de hacerlo bien, con sentido. Besar la cruz no es una devoción, es un acto de fe y de proclamación de victoria. Es importante lo que se canta o lo que se escucha mientras la adoración de la cruz: ¿Qué te he hecho? ¡¡Respóndeme!! Tener preparado un lugar oportuno para colocar la cruz al final de la celebración de manera que el pueblo la pueda adorar.
El silencio en la celebración; medir qué se canta. Sobriedad máxima hoy.
- Después de la celebración:
En algunos sitios tiene lugar alguna procesión, o via crucis.
Una buena manera de continuar la celebración puede ser la oración comunitaria en silencio, orar juntos en silencio durante un buen tiempo.
En algunos lugares se podría pensar en encuentros religioso culturales sobre la evolución de la cruz en el arte y las representaciones de ésta a lo largo del tiempo.
SÁBADO SANTO
La mejor manera de celebrar el Sábado Santo es la nada. “Nada” quiere decir, no celebración, o vacío de celebración. El misal dice que la “iglesia permanece junto al sepulcro del Señor meditando su pasión. Lo más probable es que la única celebración primitiva fuera el ayuno en este día. Tiene que entrar en la conciencia del pueblo de Dios que el Sábado Santo se celebra “sin nada”. Es el único día en que la Iglesia sólo tiene una celebración: la Liturgia de las Horas. Todo lo demás, sobra: reuniones, líos. Si alguien quiere celebrar bien el Sábado Santo que haga silencio (habilitar un lugar austero en la parroquia para el silencio), que celebre las Laudes, que ayune, que eche una mano en la preparación de la Vigilia pascual. Es todo.
Es difícil distinguir el Sábado Santo de la Vigilia Pascual. El Sábado Santo se refiere más a la mañana y la primera parte de la tarde. La Vigilia Pascual tiene identidad propia. Su momento propio es la noche. Se nota una tendencia a adelantarla con la excusa de que “los que vienen son mayores”. Pero no deberíamos caer en esta tentación. La media noche es su verdadera hora.
Hay que considerar como verdadera celebración la preparación de la celebración de la Vigilia Pascual. Quizá sea el medio más práctico de vivir la Vigilia. Cuantos más miembros participen en la celebración, mejor. Y no se trata sólo de decir lo que hay que hacer sino de dar explicaciones de por qué hacemos esta noche lo que hacemos. Hoy es un día en el que conviene que haya un maestro de ceremonias, un encargado general de la celebración que dirija los diversos momentos y cuide el ritmo del desarrollo de la celebración. El presidente bastante tiene con presidir bien, sin andar preocupado de lo que hay que hacer.
Es curioso constatar que las iglesias se llenan más el Miércoles de Ceniza o el Domingo de Ramos que la noche pascual, para celebrar la Resurrección de Jesús.
No estaría de más que miembros de la comunidad cristiana se ofrecieran para traer y llevar a las personas mayores a sus casas, de manera que no nos falten los mayores en la noche pascual.
Como es tan escasa la cultura religiosa y la cultura litúrgica, convendría ofrecer a los fieles ya sea por la mañana o antes de la celebración un tiempo de “información” para comprender mejor los momentos y los ritos de la celebración de la Vigilia Pascual. Es la celebración más rica de la Liturgia romana.
En la celebración tiene un puesto destacado hoy el canto, la música, las lecturas, las procesiones…
¡FELIZ PASCUA!
Con la debilidad de los necesitados,
con la mirada de los suplicantes,
con la confianza de los que peregrinan,
con la luz de los que creen,
con el silencio de los pétalos que estallan,
con la seguridad de la promesa que nos hizo,
con la alegría de ver todo cumplido…
nos asomamos por la mirilla del alba
y descubrimos la LUZ y la FUERZA de Dios
levantando del sueño al que dormía
y levantando, con Él,
toda la vida callada,
toda la bondad aparentemente desapercibida,
todo vaso de agua repartido,
toda palabra de ánimo pronunciada,
toda cruz cargada,
toda ayuda aportada a las cruces ajenas…
Esta noche es NOCHE DE PASO.
Eta noche es NOCHE DE DIOS.
Esta noche es NOCHE DE NOVEDAD.
Esta noche es LA NOCHE SANTA
DE LA SANTA PASCUA DE RESURRECCIÓN.
Esta noche se rompen los miedos,
se encienden los sueños,
se ahoga en el abismo el mal
y la PALABRA DE DIOS SE CUMPLE:
JESÚS HA RESUCITADO…
Feliz Pascua de Resurrección.
Álvaro Ginel