«TIC-EDUCACIÓN»: un proyecto de persona

1 septiembre 2001

PIE AUTOR
Ángel Miranda es miembro del Centro N. Salesiano de PJ y  Coordinador General de las «Escuelas Salesianas» en España.
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
Sin contar con las TIC (Tecnologías de la Información y de la Comunicación) no sólo seríamos incapaces de entender la realidad, tampoco podríamos desarrollar una verdadera y propia educación. Con cierto desenfado, el autor nos propone en el artículo una serie de aspectos fundamentales que deberían entrar a formar parte de la educación y la escuela o, mejor, el «cambio de mentalidad», paradigma o modelo de persona… que necesitamos para ser capaces de educar hoy.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

1. Navegando, que es gerundio

 
Habrá que ver cuántos de nuestros alumnos entienden eso del gerundio. Lo que entiende la mayoría, seguro, es lo de «navegar», ¡y no porque sepan mucho de yates, de 4-70, o de cruceros!, sino porque la palabreja ha incorporado nuevos sentidos. ¿Cibernavegación? Eso en muy complicado! ¡Navegar y basta!
Y así vamos incorporando terminologías y lenguajes nuevos de manera que muchos de los educadores y educadoras, ojalá, empiezan a incorporar a su diccionario algunas terminologías nuevas.
 
Sin afán de concretar y absolutizar todo lo posible, indico algunas de las palabras que me han llamado la atención durante un ratillo de navegación buscando algunos elementos para escribir este artículo. Algunas son más comprensibles para el lector medio. Otras merecen alguna aclaración.
Criptografía, protección de datos, derecho informático, codificación, cibercrimen, hablando de los virus, hackers, comentando los intrusos, office surfing en relación con el uso privado de los medios durante el tiempo de trabajo, escuelas digitales, latin connection planteando el tema de los enamoramientos por internet, cibermarket, teleformación, teletrabajo, autopistas de la información, etc.
Todo ello sin perder de vista el objetivo central de este trabajo: las TIC, es decir, las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación. ¡Que para eso está la cosa!
 
 

2. Las TIC

 
Y es que desde tiempo inmemorial han existido las TIC. No son cosa nueva. El bisonte de Altamira o los cervatillos de Morella intentan, según dicen algunos, conectar con la divinidad. Pero es que lo mismo ocurre con los monumentos megalíticos o con el «manel, tecel, phares» del libro de Daniel. ¡Nuevas tecnologías de información y comunicación!
Lo mismo ocurre con las piedras que Pulgarcito dejaba para no perderse en el regreso a casa, con el tam-tam de las tribus más primitivas o con el humo de los indios. ¡Sólo los entendidos, siempre en el regimiento de los blancos, comprendían el mensaje y podían preparar la réplica!
¿Y el papiro, o las tablillas de cera, o la señalización que podemos encontrar en los foros romanos o el pañuelo de la dama que esperaba al amor de sus amores en lo alto de la torre del castillo, resultaban «nuevas tecnologías de información y comunicación», aptas para los iniciados?
De hecho sólo algunos podían emplearlas, aunque cualquiera tuviera la posibilidad de golpear un tam-tam y de hacer una hoguera en lo alto de la montaña.
 
¿Y Guttemberg? ¿Y los códices miniados? ¿Y los incunables…? ¡Como nos pongamos en ese plan…!. Pese al alto índice de analfabetismo de aquellos tiempos, la Revolución Francesa parecía meter a todo el mundo en la cosa de la Ilustración. Pero, ¡ni por esas! Porque el problema era otro. Las TICempezaban a acelerarse en su evolución.
Y de la paloma mensajera se pasaba a toda velocidad a la electricidad, al telégrafo, al morse, a la radio, al disco de vinilo, al LP, al CD, al teléfono, a la televisión –eso sí, en blanco y negro y controlada por el gobierno– y luego el PAL o el SECAM para el color, y a la TV por satélite y la de cable, pasando del magnetofón al magnetoscopio y, en pocos años, al DVD, y ¡vaya usted a saber…!
 
Y mientras tanto había una máquinas enormes, en unas habitaciones climatizadas y siempre en Estados Unidos o en Japón, que eran «cerebros electrónicos» que, incluso, tenían memoria. ¡Ay, que la cosa va muy rápida! Y se empieza a hablar de los transistores y de los tyristores, y de la miniaturización y de los chips y de los microchips, y de los circuitos integrados… Y en muy pocos años el PC y, en menos, el portátil; en muchos menos la Palm, y… lo que va a venir. Todo dentro de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación.
 
 

3. ¿Nuevas?

 
Claro está que lo de nuevas siempre ha sido para unos, pero no para otros. Y esto, no por ser más visionarios, proféticos o avanzados, sino por un hecho cronológico. Tales tecnologías son nuevas para quien ha nacido antes de generalizarse su uso, pero no para los que nacen después. Porque, ¿no es verdad que cualquier niño o niña maneja con mucha más soltura el teléfono portátil, –¡óiga, no sea carroza, el móvil!– que lo que consigue su padre o su abuelo o su maestro. La iconografía es más comprensible para ellos y el argot de los teléfonos y los códigos abreviados para mensajes telefónicos y los sistemas MP3… (todo eso sin leerse el libro de instrucciones). O sea que de nuevas, ¡nada!
Todo ello se hace más visible cuando, apenas pasados los Reyes, encontramos a «melchores, gaspares y baltasares» tan reconciliados con las nuevas tecnologías que han traído sus camellos cargados de móviles de plays-stations, de muñecas que hablan o gesticulan o hacen tantas cosas y, para los mayores, de agendas electrónicas o relojes, bolígrafos… dependiendo de la moda que imponen los grandes almacenes, que para eso deben estar.
 
Eso sí, también podrían traer cosas tan sencillas como la dirección del E-Mail de algún miembro de la familia que se largó en su día, o las direcciones de las páginas web de muchas ONGs o movimientos ciudadanos pringados en la solidaridad, o la cultura, o el servicio a la comunidad, o algunos otros elementos relacionados con las TIC que son más baratos, ocupan menos sitio y, sobre todo, transmiten ciertos valores.
En cualquier caso, la gran mayoría de los lectores, os guste o no os guste, en la lectura de este artículo estáis empleando un sistema de información –la lectura en papel– que viene desde muy lejos. Si alguna de las ideas suscita interés, es fácil que algunos subrayéis a lápiz para poder borrar o con un rotufluorescente. Después, las vais archivando en la enorme memoria de tantos gigas que el hombre y la mujer manejan con soltura desde el principio de los tiempos.
Posteriormente, nuestro ordenador cerebral, que diría el gran amigo José Antonio Jáuregui, comprime, archiva, encripta y codifica; hasta que algún día volvamos a «bajar» el archivo a nuestra pantalla cerebral.
 
 

4. El dedo o la luna

 
Con frecuencia la deformación profesional hace que muchos educadores y educadoras hagamos realidad el adagio chino –los chinos dicen casi todos esos adagios– que reza: “Cuando el dedo señala a la luna el tonto mira al dedo”. Y eso nos suele ocurrir.
Hablar de chismes, de aparatos, de elementos tecnológicos nos resulta relativamente sencillo, pero nos estamos fijando en el dedo. Al fin y al cabo, toda esa parafernalia instrumental no es más que un conjunto de medios por lo que no nos queda más remedio que vencer la tentación o superar las preguntas que nos sugiere el uso y manejo de botones, programas, cursores, páginas web o fuentes de información; o vencer la tentación de sentirnos cercanos a la jubilación para seguir «como estoy» que decía aquél delante de la Virgen.
 
Porque, claro, un porcentaje no pequeño de los educadores y –en la misma proporción, si no más– de directivos de organizaciones educativas, van descubriendo que la cosa va cada vez más rápida y que ellos reaccionan cada vez con mayor lentitud. Y ¡ahí se genera la crisis!
¿Miedo? ¿Prevención? ¿Seguridad…? Siempre cabe la esperanza y el consuelo de que algunos: «mis destinatarios se quedarán viejos frente al avance tecnológico antes que yo» porque, quiera o no, la biología de la persona sigue su ritmo, pero la tecnología acelera día a día. ¿Podemos dejar de mirar al dedo?
Hay muchas «lunas» que esperan nuestra mirada. Basta que sigamos la dirección señalada por el dedo. Nos fijaremos en dos o tres más concretas y con cierta repercusión en nuestro quehacer educativo.
 
 

5. ¿Educar desde, para, con, en…?

 
Podemos seguir añadiendo preposiciones. Porque no es lo mismo que nuestra perspectiva de educadores nos lleve a debatir si los problemas que plantean las TIC en la educación provienen de…
 

  • La necesidad de aprovechar las ingentes cantidades de información a que tenemos acceso con el uso –y abuso– de las nuevas tecnologías.
  • La conveniencia de plantear la educación como un proceso que ayude a nuestros destinatarios al uso –crítico si se quiere– de esas tecnologías y, sobre todo, de esos instrumentos.
  • La exigencia de que los educadores y educadoras manejen con soltura el vídeo, el ordenador el cañón, la transparencia o la tiza, que todo hará falta.
  • La posibilidad real y los interrogantes que plantean a nuestros esquemas educativos los walkman o los auriculares o el trasiego de vídeos o losSMS, mensajes a móviles, que meten menos ruido pero que les distrae mucho más.
  • La lucha contra tantos «nuevos demonios» que partan a nuestros adolescentes y jóvenes de los verdaderos valores, les hace comodones, repetitivos y hasta uniformados en gustos, experiencias, conductas, planteamientos, etc. Todos igual de superficiales y sin capacidad de interiorización que decimos muchas veces.

 
Bueno, pues seguimos mirando al dedo. Creo yo.
 
 

6. P.T.E.

 
En su día fue motivo de preocupación en los esquemas políticos españoles por aquello de los servicios de inteligencia o el terrorismo de Estado. Para otros no significa nada más que la abreviatura sencilla de un transformador eléctrico. En nuestro caso podría significar, por ejemplo, los «personajes televisivos españoles» presentes en la TV rosa de cada día, o el «personal técnico especialista» que algunos quisieran descubrir en sí mismos como educadores, o las «personas tecnológicamente educadas» que quisiéramos alcanzar en la madurez de nuestros destinatarios.
Pues otra vez, el dedo. Porque corremos el peligro de poner el acento, no tanto en los agentes, como decíamos antes, sino en las metodologías.
 
El asunto estaría más bien en preguntarnos, con frecuencia, cuáles son algunos rasgos de esa «persona» para quien las «nuevas tecnologías» no son tan nuevas y a las que queremos realizar una oferta «educativa» adecuada a sus necesidades y expectativas. Es decir, plantearnos las relaciones que encontramos entre persona, tecnología y educación.
Y aunque es objeto de reflexión en otros estudios de este mismo número de MISIÓN JOVEN, podemos aportar algunos elementos para la reflexión, la discusión o el debate. Simplemente algún apunto sobre el primero de los temas –la persona– para ampliar algo más los otros dos.
 

7. ¿Otro tipo de persona?

 
Desde la perspectiva anteriormente apuntada y, dejando aparte el europeo «aprender a lo largo de toda la vida», resulta apasionante mantener la ilusión educativa entre niños, adolescentes o jóvenes en cuya historia y procesos de aprendizaje e interiorización de actitudes –es decir, en todos sus itinerarios educativos– podríamos tener presente:
 

  • Que pueden llevar durante la lactancia un pequeño emisor para que duerma en la otra habitación sin molestar a sus papás que oyen susueño o su lloro desde la distancia.
  • Que encuentran en la tele, y más en los anuncios, un motivo para dejar de llorar y sentirse atraídos por los colores.
  • Que han podido seleccionar más o menos conscientemente los gustos de lospotitos.
  • Que desde los primeros días oyen en casa más voces que las del papá o la mamá: los locutores de la tele, la música de la radio.
  • Que desde el principio interiorizan sonidos curiosos que les atraen: el timbre del teléfono, la alarma del microondas o de la olla a presión, el sonido del ascensor, los «bip bip» del reloj digital de la cocina o de su padre.
  • Que reciben, entre los primeros regalos estimulantes, sonajeros con sistemas emisores de distintos sonidos, frecuencias, colores.
  • Que van a crecer pudiendo elegir entre una enorme abundancia de ofertas, de imágenes y de estímulos diferentes.
  • Que encontrarán la forma de pasárselo bien jugando con la pequeña play-station o el teclado, para niños y niñas de 3, 4 ó 5 años, o dándole al Joystick o contemplando la vídeo-pantalla horas y horas.
  • Que puede contar, en tantos casos, con la tele de su cuarto, donde elige horarios, contenidos, volumen de sonido, etc., que para eso están los auriculares.
  • Que camina o está con su pandilla bastante tiempo sin que a nadie le moleste que a la vez que está con ellos tiene la necesidad de hablar por el móvil con otras personas.
  • Que llena horas de ocio aislándose ante la pantalla del salón de juegos o ante el pin ball de turno, tratando de conseguir una alta puntuación en el ranking de jugadores.
  • Que desde pequeño ha comprendido que todo se hace muy rápido: la comida en el microondas o el cambio de colores o de programa con el botón del zapping o con el clic del ordenador.
  • Que tiene la posibilidad de contemplar multitud de conductas, de lugares y de estímulos de todo tipo, a lo largo de cuatro o cinco películas de fin de semana por la módica cantidad de su suscripción al vídeoclub del barrio.
  • Que puede mantener amistades o relaciones más o menos frecuentes con personas desconocidas, situadas a miles de kilómetros de su casa de las que conoce un nombre en clave.

 
No es preciso seguir mucho más para entender que el paradigma de persona de nuestros destinatarios tiene una serie de componentes radicalmente diversos de los nuestros. Su historia les ha ido configurando otros mecanismos de aprendizaje, de interiorización de experiencias, de valores vividos, de sentidos de vida, de opciones, deseos, esperanzas… Y, para bien o para mal, ¡nosotros somos educadores porque ellos y ellas son educandos! Ser capaces de dialogar educativamente con su realidad nos permitirá vivir con alegría y esperanza la labor educativa que llevamos entre manos.
 
 

8. Tecnología: ¿condicionante o respuesta?

 
Una vez más habrá que repetir el estribillo. La cuestión no radica en el dominio de las tecnologías, siempre beneficioso, sino en ser capaces de realizar una aproximación educativa a los destinatarios que nos llegan con esa carga tecnológica.
Pensar que el maestro, el catequista o el monitor de turno, para poder serlo, tiene que dominar el manejo de tales elementos tecnológicos no es el problema.
La cuestión habrá que ponerla en otro sitio. Nuestra experiencia formativa, la que hemos gozado, padecido o sufrido –que de todo ha habido en la historia de cada uno– se ha movido siempre en unos parámetros como éstos:
 

  • Los educadoressaben, los alumnos aprenden.
  • Los profesores preguntan, los alumnos se examinan y responden.
  • La formación tiene caminos fijos: escuchar, anotar, retener, repetir, etc., porque el aprendizaje es cosaseria.
  • Programas comunes para todos donde aparece lo que hay que saber para aprobar, lo que va o no va para el examen.
  • La planificación de la clase, de la catequesis o del tiempo libre desde esquemas concebidos y dados a luz por quienes tienen claros los objetivos, normalmente formulados desde lo que queremos darles y no lo que ellos tienen que llegar a conseguir.

 
Esto ha dado resultados en el ámbito cultural, profesional, religioso, vocacional, etc. Y ahora encontramos el desfase tecnológico…
 

  • El sistema no funciona por botones automáticos.
  • La gentezapea en cuanto pasa un tiempo relativamente corto.
  • Los lenguajes empleados, no se comprenden, resultan complejos para quienes prácticamente prescinden de las vocales en sus mensajes.
  • El diccionario se reduce.
  • El número de fuentes de información y, por lo tanto, de agentes educativos se amplía en las múltiples cadenas de televisión, en los trasfondos ideológicos de los dibujos animados, de las play-station, de los ciberjuegos o de los juegos de rol.
  • El consumo de imágenes, de sensaciones, de estímulos cambiantes, al que están habituados nuestros destinatarios, no se corresponde con nuestras aportaciones educativas estáticas, repetitivas, normativamente precisas, pero experimentadas como lejanas a sus hábitos de aprendizaje.

 
Y tantos otros aspectos que podemos citar como exigencias de renovar a fondo los esquemas educativos, no tanto a través del uso de nuevos elementos tecnológicos cuanto de impulsar una educación que responde a las posibilidades, expectativas y exigencias de unos destinatarios condicionados por el propio avance tecnológico.
 
 

9. Información

 
Es otra componente de las TIC. Tecnologías para la Información y la Comunicación: dos claves fundamentales para cualquier proceso de aprendizaje, dado que nuestros destinatarios reciben la información, la procesan, la archivan, la configuran, en unos esquemas y estructuras de comunicación muy diversos.
Y aquí aparecen más elementos de reflexión educativa. Porque, como ya se ha indicado, nuestras aportaciones a la formación integral de los destinatarios se mezclan con otro conjunto de informaciones que reciben y deben filtrar adecuadamente. La escuela, la iglesia, el centro juvenil, el campamento, la visita cultural, las excursiones, los tiempos libres dedicados a la cultura, al deporte, a la TV, el ordenador, las intranets o las extranets, los carteles publicitarios, los escaparates comerciales o el paso por los grandes almacenes o las enormes superficies comerciales, etc., son otras tantas fuentes de información, en algunos casos complementaria y en otros contraria –si no contradictoria– con la información que nosotros les damos.
 
Dicho de otra forma. ¿Qué significado tiene para nuestros destinatarios aquello de «según fuentes bien informadas» o el «sé de buena tinta» que decían otros? Además, todo en un proceso de información marcado, a menudo, por la pasividad, la falta de crítica, la fragmentariedad o la falta de adecuación a las posibilidades de asimilación de las personas de nuestros destinatarios.
¿Cómo abordar la misión informadora de nuestras estructuras educativas en este tipo de ambientes? ¿Basta usar las técnicas del marketing, el circuito cerrado de televisión o la página web de la red?
Una vez más resulta fácil comprender que el tema no radica en unificar los cauces y esquemas de información o establecer controles y filtros más o menos institucionales sobre la información que les llega. Tarea imposible. Estamos hablando de otra cuestión:
 

  • ¿Cómo ser capaces de generar una información de interés para nuestros destinatarios?
  • ¿Qué lenguajes tenemos que emplear quienes mayoritariamente sólo sabemos usar el lenguaje hablado o escrito que nuestros destinatarios traducen porrollo o por chapa?
  • ¿Cómo nos apañamos para que nuestra información supere interferencias, filtros o códigos de desencriptación tan lejanos a los nuestros?
  • ¿Cómo mejorar nuestras fuentes de información para que ocupen un lugar más alto en el ranking de fuentes informativas de nuestros destinatarios?

 
Las preguntas podemos prolongarlas hasta el infinito. Conste que ser capaces de planteárnoslas puede ser el primer ejercicio de acción valerosa por parte de quienes también tenemos derecho a la tranquilidad, a la seguridad de que nuestra información sea inteligible o por lo menos se coloque en el mismo nivel de aceptación que otras informaciones de la competencia.
 
 

10. Comunicación

 
La otra finalidad de las TIC. Y otra de las funciones indispensables para la educación que se entiende mejor como comunicación de persona a persona, entre grupos, entre personas y grupos.
Resulta que se ha puesto de moda eso de la «química que funciona o no funciona». Puede ser, pero estamos usando otro diccionario. Y lo mismo pasa con palabras, gestos o signos de lo más diverso.
La cosa está cambiando. No basta el afán de comunicar, ni la linealidad emisor-receptor. Andan por medio las interferencias y, sobre todo, los códigos de interpretación.
 
Lo que se escribe no corresponde con lo que se pronuncia en cantidad de mensajes a los móviles; o las mismas palabras adquieren muy diferentes significados en distintos ambientes o en momentos diferentes.
Entonces, el tema no está en que dos «no comunican» si uno no quiere. A veces, no comunicamos porque ellos están comunicando con otros, o no comunicamos porque tienen la línea ocupada, porque han desviado la llamada o porque prefieren aprovechar la tecnología dejando el contestador automático para enterarse de nuestro importante mensaje cuando a ellos les dé por descolgar y no cuando a nosotros nos interesa.
También aquí la comunicación no es cuestión ni de hertzios, ni de ADSLs o RDSI, ni de atasco de datos.
 
Tampoco es cuestión de manejar instrumentos de comunicación. Hay otros temas que, en el lenguaje de las TIC podemos definir como posibilidad de conexión, software compatible, frecuencias empleadas, diferencias horarias, códigos de interpretación, AM o FM, etc. Con lo que el tema vuelve al mismo sitio que otras veces.
Las exigencias y posibilidades de comunicación nos enfrentan, una vez más, a cambios importantes en la tarea educativa:
 

  • Sigue estando de actualidad que «el mensaje es el medio».
  • Tomar en serio las condiciones y realidades de los destinatarios con quienes queremos comunicar es más importante que el mensaje o los medios.
  • Un reto importante será buscar sistemas y códigos compatibles de comunicación, no siendo que, en un ejemplo sencillo, nos empeñemos en enviarles mensajes en un buen sistemaCorel cuando ellos se mueven y decodifican desde el Word, tan bueno como el anterior.
  • Esforzarnos en captar sus tiempos, sus modos, sus esquemas y sus diccionarios de comunicación.

 
Como es natural esto no es fácil, pero siempre es posible dar pasos. En caso contrario, la educación se hará difícil.
 
 

11. ¿Pasado-presente?

 
Teníamos 6 ó 7 añitos, y en el colegio de las monjas, las teresianas, una gran educadora, la Madre Irene, nos enseñaba el mapa de España. Cosa nada fácil. Señalar el norte, el sur, los ríos, los montes, sin ver los ríos y los montes. Por eso puso en marcha otro sistema de información y comunicación.
Nuestro mapa estaría en el patio. Iba a ser nuestro. A golpe de cincel y de martillo –7 años–, íbamos haciendo en el cemento del patio nuestro gran mapa, las costas, los ríos, las cordilleras. Nos resultaba más fácil entender los ríos cuando echábamos el agua en Fontibre y llegaba hasta Tortosa. Podíamos subirnos a los montes que habíamos preparado con nuestras manos. ¿Pedagogía activa? ¿Nueva tecnología? ¿Aprendizaje significativo?
 
No tengo muy claro y nunca me lo explicó en visitas posteriores, si la Madre Irene sabía eso de las TIC que en aquel momento también las había. La cosa era más sencilla: ilusión, protagonismo, motivación, trabajo en equipo, inteligencia emocional que dirían algunos ahora, pero en definitiva, software y códigos muy compatibles.
Claro que el peligro de tantos educadores y educadoras es mirar al pasado:
 

  • Antes podíamos hacer…; aprendían, sabían, sabíamos lo que teníamos que hacer para educar, no estaba en discusión, y con muchos menos líos.
  • Ahora da la sensación de que no nos vale demasiado. No leen, se aburren, sólo piensan en divertirse, dicen que están desmotivados… ¿Qué quieren?
  • NuevasTIC: vídeo, CDs, informática, internet, los móviles, menús donde escoger en cada una de las cosas que tienen entre manos: estudios, familia, amistades, responsabilidades, religión…
  • Da la sensación que les gusta eso, el botón y el menú para cortar, copiar, pegar, ortografía u opciones… en todo lo que les rodea.

 
Y desde esa perspectiva, desde esa sensación de desajuste, agregamos un botón: TIC . Entramos en conexiones con internet, cursos de informática para educadores, E-mail, ciberbooks, informática para niños, y ¡siempre nos faltan medios!
Llegamos a una conclusión. ¿Habrá que formatear el disco duro y, sobre todo, nuestros discos duros mentales? Nos falla el Sistema Operativo, o nos falta hacer un Backup para crear una copia de seguridad por si acaso persiste el problema. ¡En último término llame a su proveedor…! Y así persiste la duda.
 
 

12. ¿Futuro?

 
A lo mejor nos falta otra perspectiva como educadores: la mirada hacia el futuro de hombres y mujeres que educan para el futuro. Mirar al frente con optimismo y caer en la cuenta que estamos educando a nuestros destinatarios para que gestionen su vida en el futuro, un futuro que está aquí y que para muchos se traduce en un cambio fundamental de estilo de vida: «vivir en digital», que no significa, como pueden sugerirnos nuestros preconceptos, prejuicios o currículos ocultos, permanecer continuamente en unas «nubes virtuales» o establecer relaciones telemáticas con no sé qué seres extraños, robotizados y, más o menos idiotizados tecnológicamente.
Se trata de asumir las claves de la diversidad de lenguajes, de la exigencia de compatibilidad, de la velocidad de cambio de pantalla de referencia, de la conexión en red, de lección de menús, de asumir la capacidad de actuar como buscadores o mejor como metabuscadores para poder proporcionar a nuestros destinatarios elementos que les ayuden a gestionar su vida en el futuro.
 
Ésta es posiblemente la exigencia que se nos plantea como educadores para quienes muchos de estos elementos son «nuevas tecnologías» de las que no podemos ser esclavos, pero con las que debemos contar porque están configurando la personalidad de nuestros destinatarios.
Lo que en su día era un problema como el «se puede usar la calculadora» en los exámenes de matemáticas, se replantea con el «corta-pega», con la corrección ortográfica automática o con el mensaje telefónico cifrado donde se comunican las mejores o las peores noticias. ¿Inevitable?
 
Como los molinos se convierten para Don Quijote en un poderoso gigante contra el que debe combatir para salvar el honor de su dama, para nosotros pueden ser las TIC que se presentan como gigantes poderosos que impiden una enseñanza-aprendizaje como Dios manda, una personalidad recia y fuerte que siempre triunfa, una capacidad de reflexión e interiorización que fortalece la personalidad o un sentido profundo de vida con sentido vocacional.
Combatirlas, ignorarlas o esperar a la jubilación para que no nos compliquen la vida sólo nos conducirá al gran costalazo contra la realidad actual y, sobre todo, futura de nuestros destinatarios.
Ser hombres y mujeres de futuro nos llevará a realizar una lectura reconciliada de estos medios y, sobre todo, una aproximación diferente a nuestros destinatarios que están naciendo a la «vida en digital» sin tener que abandonar, como nosotros, esquemas analógicos, seguros, válidos, pero… con menos futuro.
 
 

13. Algunos elementos prácticos

 
Sin jugar a profetas, es fácil descubrir en el día a día de nuestra tarea educativa algunos elementos que pueden ayudarnos a ser y a sentirnos educadores y educadoras «tecnológicamente válidos». En el lenguaje de alguna de estas TIC aventuramos, como suele ser frecuente, diez. Ni son mandamientos, ni agotan todas las propuestas, ni se pretende presentarlas por orden de importancia. La experiencia de cada cual puede completar, eliminar, o completar la lista..
 

La red

No queda más remedio, promover redes de acción educativa, pastoral, asistencial, de tiempo libre…, rompiendo la idea prepotente de autonomía e independencia porque somos mejores o diferentes. ¡Podemos formar red con tantos!
 

El netmeeting

Es decir, la capacidad de comunicación simultánea con otros educadores y con destinatarios desde claves de interacción e intercambio de opiniones, experiencias, criterios, en clave de igualdad, y sabiendo que el descuelgue es voluntario.
 

Download (bajar)

Estar atentos a introducir en nuestro procesador personal, vocacional o institucional una serie de elementos nuevos de los que debemos saber extraer lo mejor. Y estos elementos están en los destinatarios, en los compañeros de equipo, en la calle… ¡cuestión de navegar y, a veces, de ampliar el «disco duro».
 
«Zip–unzip»
Tener la capacidad de comprimir la problemática que nos sugiere la realidad y, a la vez de descomprimir lo mejor de cada circunstancia y cada persona, seguros de que tenemos instalados resortes para conseguirlo. Saber «comprimir lo fundamental de nuestra propuesta» para que circule a mayor velocidad y en peores condiciones.
 
ADSL-RDSI (ancho de banda)
Aprender a emitir mensajes codificados por los mismos canales o en pistas paralelas, abandonando otros sistemas de conexión que han sido válidos pero desde la clave del «o–o» más que desde la del «y–y». Aprovechar la ampliación de banda que tienen nuestros destinatarios estimulados tantas veces desde instancias con las que tenemos que compartir sistemas de transmisión y de transporte de datos.
 
Del 98 al 2000, al Millenium, al SP2, al…
Entender nuestro esquema educativo no desde claves de sustitución, sino de mejora de elementos: ahorro de memoria, velocidad de procesado… Y siempre en la perspectiva de «asimilar y reconvertir» todo lo que ya tenemos instalado. Leer las TIC como exigencia de desmontar e invalidar lo que tenemos adquirido sería absurdo. Entender que tenemos mucho y muy válido que podemos adaptar, reconvertir, reestructurar, es lo inteligente
 

Desfragmentar

Tenemos, con frecuencia, muchos archivos guardados, pero hay cadenas o trozos de archivos que nos ocupan demasiado disco duro: miedos, preconceptos, afán de enjuiciar a los destinatarios desde nuestros criterios, desconfianza del futuro, sentido de incapacidad para la adaptación… Desfragmentando el disco podremos descubrir ese conjunto que ralentiza todo el sistema. Podremos comprimirlo, quizás enviarlo a la papelera o, a lo menos, reescribirlo desde otras perspectivas más compatibles con la realidad.
 

Chatear

Teniendo diferentes «salas de chateo» conforme a la diversidad de intereses de nuestros destinatarios, pero siempre abiertos a que otros entren y algunos se salgan. Lo importante es estar abiertos a que el que quiera pueda entrar, opinar, preguntar, contrastar y quizás establecer un chateo privado con quien le ofrece mayor interés en ese momento. Algunos lo harán desde el anonimato de una sigla, otros querrán abrir otras salas, nos toca tener el chat abierto … y ¡ya veremos!
 

Intranet–Extranet

Olvidándonos de esquemas educativos anteriores, es preciso trabajar en equipo dentro de la institución-organización, con códigos similares y con materiales compatibles, pero a la vez con servidores abiertos al exterior donde, con sus ventajas e inconvenientes, están otros muchos focos de educación de nuestros destinatarios. Creer que la pastoral es solo cosa de Iglesia, que la cultura es cosa de escuela o que la función social pertenece en exclusiva a los Ayuntamientos, podría justificar intranets interesantes, pero nuestros destinatarios estarán muchas más horas y mucho más tiempo de su vida conectados con otras muchas extranets que ofrecen alternativas tan sabrosas e interesantes como las nuestras. ¡Cuestión de servidores o de routers!
 
HELP (ayuda)
Normalmente se ubica en el F1, es decir en la primera tecla utilizable. Eso sí, la ayuda tiene que ser sintética, eficaz, destacando lo fundamental, con links (enlaces) a otros lugares donde se amplia o se solventa el problema. Ser educadores, hombres y mujeres help supone en nosotros, educadores, disponibilidad de F1, claridad, apoyo, respuesta a sus necesidades, capacidad de ofrecer varias alternativas en la interpretación de su pregunta o de su búsqueda, dejándoles la posibilidad de elección y abriéndoles a otros links donde también pueden encontrar respuestas. Porque nuestros destinatarios necesitan la ayuda, también se preguntan, buscan enlaces, y lo malo puede ser creer que somos nosotros los únicos que tenemos la solución. Al menos poder afirmar: «Puede ampliar esta información…». ¿Cuándo van a hacerlo? No lo sabemos. Lo que pasa es que educamos para el futuro.
 

14. Y de postre: queso

 
No podía faltar. A partir de las claves de autoayuda que tanto se llevan, el librito de Spencer Jhonson «¿Quién se ha llevado mi queso?» se ha convertido en best seller. En el fondo, está la pregunta de base de nuestra reflexión: ¿Cómo adaptarnos a un mundo en constante cambio?
Una doble alternativa: la de Fisgón y Escurridizo, ratoncillos en búsqueda instintiva de soluciones, o la de Hem y Haw, racionales liliputienses que deben romper su lógica tan lógica para encontrar de nuevo el queso.
¿Intuir y detectar el cambio y adaptarse pronto a él? ¿Ponerse en marcha y buscar soluciones? ¿Resistirse al cambio por si lo que viene es peor? ¿Entender el cambio como “oportunidad” para encontrar algo mejor?
 
Cada uno de los personajes adopta una estrategia con resultados desiguales. El bueno de Haw se dedica a escribir mensajes: «Olfatea el Queso con frecuencia para saber cuando comienza a enmohecerse»; «¿Qué harías si no tuviera miedo?»; «El movimiento hacia una nueva dirección te ayuda a encontrar el Queso Nuevo»; «Cuanto más rápidamente te olvides del Queso Viejo, antes encontrarás el Queso Nuevo»; «Cambia: muévete con el queso»; porque… «el queso no cesa de moverse».
Bueno pues ahí está la cuestión. El queso no cesa de moverse y nuestras instituciones eclesiales, educativas, vocacionales, políticas, sindicales, etc., seguimos discutiendo sobre si el queso es suficiente para todos, si tenemos más derecho o menos derecho al queso o si el queso coge mejor sabor con el paso del tiempo o si el queso, que todo el mundo sabe y dice y huele que es queso debe ser «el de siempre» conforme a la normativa institucional o conforme a lo que ha sido el sistema artesanal, el hecho a mano, el de la abuela o el abuelo, que como aquello, nunca hemos comido uno igual.
 
Mientras tanto, el queso moviéndose. Es decir, a lo mejor, cuando terminemos nuestros profundos razonamientos educativos, rectos, filosófica y teológicamente impecables, al estilo de Hem, nos damos la vuelta y el queso ya no está.
Y volveremos a preguntarnos: ¿quién se ha llevado mi queso? A lo mejor tenemos que terminar como el bueno de Haw, rezando con confianza para que seamos capaces de «movernos con el queso y disfrutarlo». n
 

Ángel Miranda

estudios@misionjoven.org