[vc_row][vc_column][vc_column_text]A partir de los planteamientos hechos en el artículo «Tiempo libre y educación» (cf. ESTUDIOS, pp. 23-30, en este mismo número de Misión Joven),ofrecemos un conjunto de sugerencias para educar dentro del tiempo libre y para el tiempo libre. Distinguimos tres espacios: formales –colegios e institutos–; no formales –grupos juveniles, escuelas de tiempo libre o centros culturales–; e informales –familia y amigos–. En realidad, las actividades que proponemos son intercambiables, ya que los aprendizajes que suscitan pueden producirse en los tres ámbitos señalados, si bien a través de cauces y herramientas distintas. Por tanto, aparecerán algunas reiteraciones, aunque con sus correspondientes matices. Obviamente, no pretendemos dar recetas, sino orientar la práctica de los educadores –sean profesores, maestros, animadores, monitores o padres–, preocupados por el tema. Utilizamos nuestras propias experiencias, añadiendo recursos bibliográficos y materiales cuando los consideramos especialmente útiles.
EDUCACIÓN Y TIEMPO LIBRE EN ÁMBITOS FORMALES: COLEGIOS E INSTITUTOS
En el espacio educativo reglado, las tareas relacionadas con el tiempo libre obedecen a diversos objetivos: en primer lugar, se trata de incorporar las propuestas de las tradiciones educativas relacionadas con el tiempo libre –por ejemplo, la animación sociocultural–, para dinamizar aprendizajes curriculares excesivamente cognoscitivos, atender la diversidad; en segundo lugar, poner en conexión dinámica el centro educativo con el entorno físico y social en el que desarrolla su labor; en tercer lugar, enriquecer el ecosistema interno del centro, al aprendizaje «entre bastidores», como indica Miguel Ángel Santos Guerra, que se realiza fuera del aula en patios y pasillos, o en los tiempos no escolares.
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Preparar y realizar una o varias salidas de un día –o de una noche–, para analizar y valorar el trabajo de las personas que hacen posible que disfrutemos del tiempo libre. La finalidad de esta propuesta es plantear el sentido del tiempo libre en la sociedad en que vivimos, a partir de una investigación-acción basada en los testimonios y las acciones de quienes se sitúan en la trastienda de las industrias del ocio.
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De manera independiente, o como una segunda fase de la tarea planteada en el punto anterior, hacer un trabajo de campo sobre las formas de diversión más frecuentes entre los jóvenes –una discoteca, un parque durante el fin de semana, una gran superficie comercial– debatiendo sus ventajas, inconvenientes y alternativas. Desde el punto de vista metodológico se pueden usar las entrevistas individuales y colectivas, las observaciones directas, los informes estadísticos, o las opiniones de los expertos.
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Igualmente relacionada con las actividades precedentes, se trata de trazar un recorrido por la geografía de los emigrantes extranjeros, en busca de las formas en que utilizan y disfrutan de su tiempo libre: a este respecto, resultaría muy aleccionador pasear por los parques pertinentes (el del Retiro en Madrid, constituye un ejemplo típico) un domingo o un día de fiesta cualquiera, comprobando cómo personas procedentes de lugares lejanos y diversos organizan los espacios de ocio. También podemos investigar las experiencias de tiempo libre de las personas mayores, para compararlas con las de nuestra época.
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Recrear diferentes espacios convencionales dentro de los centros con el fin de que los alumnos encuentren otros cauces a la hora de administrar su tiempo libre dentro de la escuela o colegio. Algunos ejemplos: 1/ Un local, transformado durante los descansos diarios en taller de pintura, escultura, o fotografía; 2/ Aula de solidaridad, para reuniones de grupos que realicen acciones de este tipo; 3/ Una programación de juegos cooperativos para desarrollar al aire libre o en recintos cerrados durante algunos recreos; 4/ Un mercadillo de intercambio de objetos de segunda mano o de habilidades individuales que pueden ser enseñadas a los demás, en el vestíbulo del centro, coincidiendo con alguna fecha significativa; 5/ Una sala permanente de exposiciones, donde alumnos y profesores puedan presentar trabajos creativos de todo tipo.
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Proponer un conjunto de tareas que, al menos durante algunas jornadas repartidas por todo el curso, impliquen una modificación del horario establecido en el centro: un maratón pacifista para adolescentes; el cuidado de los jardines y espacios verdes del centro; una fiesta de las culturas; el día de la música, la feria de las letras: existen materiales y recursos para cada una de las celebraciones que pretendamos cubrir, aunque lo más aconsejable es que cada centro organice la secuencia de celebraciones según sus necesidades pedagógicas. Este tipo de días especiales, que algunos centran en una semana durante el curso-, modifican los hábitos cotidianos de trabajo, pero, lejos de suponer una rémora u obstáculo para el cumplimiento de los programas de las asignaturas, dinamizan y potencian el resto de los aprendizajes.
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Preparar un gran juego o cualquier otra actividad de convivencia –desde un «congreso» sobre los problemas de la infancia y la juventud en el mundo hasta unas minicolonias para los niños del barrio–, que suponga pasar un fin de semana completo, incluyendo la noche, dentro del recinto escolar, con el fin de romper con las percepciones de los espacios de poder, control y conocimiento que habitualmente manejan los alumnos en su relación con el centro educativo.
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Poner en marcha la creación de un grupo de teatro estable en el centro –también un coro o una orquesta–, formado por alumnos, profesores, padres y trabajadores no docentes. Además de la riqueza educativa específica de estas actividades, por los contenidos culturales de las mismas, por los conflictos que provocan y por los valores y actitudes cooperativas y creativas que necesariamente deben hacerse presentes para llevarlas a cabo, resultan casi imprescindibles para dotar al centro de un determinado clima educativo: el diálogo y la colaboración entre los diversos «estamentos», la multidisciplinariedad a la hora de preparar un montaje, o la proyección hacia el exterior son aspectos importantes de esa atmósfera que respira cualquier proyecto educativo que pretenda ir más allá de las declaraciones formales de hermosos y huecos principios. (Algunas obras prácticas para apoyar el trabajo de los responsables de la actividad: L. GONZÁLEZ DÍAZ, El teatro. Necesidad humana y proyección sociocultural, Popular, Madrid, 1987; R. PORTILLO (COORD.), El teatro en tus manos. Iniciación a la práctica escénica, Complutense, Madrid 1995; J. LÁZARO C., Taller de teatro, CCS, Madrid 1998).
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Otra de las actividades que más frecuentemente contribuyen a dotar de rostro a un centro es el periódico o revista que en él se edita, de manera que, a nuestro juicio, la ausencia de esta manifestación cultural constituye una importante deficiencia en la planificación del trabajo escolar. Puede haber muchas modalidades –desde el mural en el aula hasta la revista impresa–, pero se trata de un medio imprescindible para que los alumnos den cuenta de sus experiencias y, la mismo tiempo, se acerquen críticamente a los medios de comunicación social. (La lectura de algunas obras básicas al respecto resulta inexcusable: J.L. CORZO, Leer periódicos en clase. Una programación para EGB, Medias, Adultos y Compensatoria, Popular, Madrid 1989; ID., Educarnos con la actualidad. No viene en el libro pero entra en el examen, PPC, Madrid 2000).
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La elaboración de distintos tipos de anuarios, por denominarlos de alguna manera, a lo largo del curso constituye un buen recurso para educar el tiempo libre desde las labores tutoriales: por ejemplo, un cuaderno de juegos y canciones, no sólo para facilitar la convivencia en las excursiones y salidas que realicemos, sino para incorporar un material de uso entre los amigos y dentro de la familia; la entrega al final del año de un pequeño dietario elaborado informalmente, que incluya los poemas, los testimonios y las experiencias que han marcado el paso de esa promoción por el centro; o que los propios alumnos realicen un diario de clase donde consignen todo lo que sucede y les sucede fuera del aula durante el curso.
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Enseñar
EDUCACIÓN Y TIEMPO LIBRE EN ÁMBITOS NO FORMALES
Como[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
Tiempo libre y educación: propuestas