TRABAJO PASTORAL CON JÓVENES-ADULTOS EN LAS COMUNIDADES DE VIDA CRISTIANA

1 marzo 2003

Francisco Javier de la Torre Díaz. CVX-Madrid.
 
¿Qué hacer después de la confirmación…? ¿Por qué la gente se va o desaparece de las comunidades cristianas hacia los treinta años..? La respuesta que desde la experiencia se ha ido dando a estas preguntas en las Comunidades de Vida Cristiana (CVX), de inspiración ignaciana, nos ofrece importantes elementos de reflexión sobre la situación en dichas edades y las posibles procesos personales y comunitarios para la maduración en la fe.
 

  1. ¿QUIÉNES SOMOS? AYER Y HOY

Las Comunidades de Vida Cristiana (CVX) en España somos en la actualidad unas 1700 personas, mayoritariamente universitarios, entre 25 y 50 años, organizados en setenta grupos.
Las CVX somos herederas de las tradicionales Congregaciones Marianas creadas originariamente en 1556 por el jesuita belga Juan Leunis. El objetivo inicial era integrar fe y vida a la vez que se animaba a descubrir la propia vocación en la Iglesia y en el mundo, siguiendo la llamada del Concilio de Trento y su invitación a la renovación de la Iglesia, por medio de los Ejercicios Espirituales, la meditación diaria y el acompañamiento espiritual junto con el trabajo apostólico en un ámbito concreto de la sociedad (enfermos, indigentes, prostitutas, encarcelados). Las Congregaciones Marianas se extendieron ampliamente durante los dos primeros siglos de la mano de los jesuitas creándose congregaciones de abogados, jóvenes, comerciantes, obreros, artistas, carpinteros, etc. Con la supresión de la Compañía de Jesús en 1773 desaparecieron unas 2500 Congregaciones Marianas. Poco después comenzaron a depender de los obispos modificando parcialmente su espíritu e identidad, hasta la Restauración de la Compañía de Jesús en 1814. Después de varios intentos de renovación desde principios del siglo XX nace en 1953 la Federación Mundial de las Congregaciones Marianas. Durante estos años se van elaborando unos nuevos Principios Generales que son aprobados en el Congreso Mundial de Roma de 1967. En este Congreso se decide también, para evitar la imagen deforme que proyectaban las Congregaciones Marianas en muchos países, cambiar el nombre del movimiento por el de Comunidad de Vida Cristiana.
Desde 1967 se organizan las Asambleas Mundiales, en las que se van desarrollando los Principios Generales y el estilo de vida, las actividades apostólicas y las necesidades más urgentes de las comunidades del mundo. En Provindence´82 se dio un paso importante al convertirse la CVX de Federación a Comunidad Mundial estrechando así la solidaridad y el hermanamiento entre las comunidades. En Guadalajara´90 se discutieron y aprobaron los Principios Generales renovados. En Hong Kong´94, CVX pasó a sentirse como Comunidad en Misión. Se pasa así del esfuerzo por clarificar la identidad a la necesidad por promover una misión y un servicio a la justicia en común.
En España, tras una serie de experiencias de cursos de formación, ejercicios personalizados, cursos a jesuitas y experiencias comunitarias se tiene la primera Asamblea Nacional en Carabanchel (Madrid) en 1983. Las diversas provincias de jesuitas de España acababan de poner en marcha un nuevo plan de pastoral juvenil inspirado en los Ejercicios Espirituales, y se crearon Centros pastorales como plataforma de la pastoral extraescolar de los colegios y de los grupos de antiguos alumnos en la etapa universitaria que daban continuidad al proceso iniciado en el colegio. Ésta ha sido una de las principales canteras de CVX.
En la consolidación de las CVX en España han sido esenciales las experiencias de Ejercicios Espirituales (EE) personalizados de ocho días, los cursos de guías, los cursos para asistentes eclesiásticos, el centenario ignaciano (1991) y los cursos de formación. Los jesuitas españoles pusieron en funcionamiento desde mediados de los ochenta un proceso de experiencias de EE muy bien adaptados para los jóvenes, que sirvieron para que muchas personas descubrieran la vocación CVX.
El número de comunidades ha ido creciendo con los años: 13 en 1983, 14 en 1985, 17 en 1987, 25 en 1991, 65 en 1995, 70 en 2003, con un 40% de sus miembros casados y la mayoría con uno o dos hijos. El 65% está trabajando y 25% es exclusivamente estudiante. Sólo un 5% son exclusivamente amas de casa y sólo un 4% están parados.        Profesionalmente un 20% de los que trabajan se dedican a la docencia, un 8´3% a la medicina, veterinaria o farmacia, un 7% ejerce la abogacía y sólo un 6% desempeña su labor como personal de servicios básicos (industria, transporte, agricultura, etc.). La clase social es claramente alta (33%) y sólo un 13% es de clase baja.
Más del 36% de los miembros participan en asociaciones solidarias con el Tercer y Cuarto Mundo (Intermon, Manos Unidas, Volpa, Claver, Cáritas, inmigración , droga, etc.), un 11´5% participan en asociaciones cívico-políticas (partidos, derechos humanos, pacifistas, ecologistas), un 19% en asociaciones profesionales (colegios, sindicatos, estudiantes) y un 11% en asociaciones ludo-culturales (artísticas, deportivas, etc.). Sólo un 45% pertenece exclusivamente a CVX. Es significativo que sólo el 1% participa en asociaciones vecinales y sólo 2´3% en partidos políticos.
Con respecto a los campos de misión, CVX tiene presencia mayoritaria en el campo solidario (38%) y en el ámbito intracomunitario (liturgia, cargos, guía de grupo –34%-). Un 28% tiene compromiso específicamente pastoral, predominando la dedicación a los jóvenes (10%), a parroquias (7%), matrimonios y familias (3%) y acompañamiento espiritual (2%). Curiosamente muy pocos consideran su trabajo como campo de misión (7%) a pesar de trabajar un 65%. Es significativa la poca participación en las estructuras diocesanas y la baja consideración de la política como vocación.
En síntesis somos un tipo de jóvenes adultos urbanos, tanto hombres como mujeres, en situación laboral activa, que desempeñamos ocupaciones cualificadas resaltando la presencia de una quinta parte en el ámbito de la docencia y con una fuerte opción por los más pobres.
 

  1. PROCESOS ACTUALES EN LA PASTORAL DE CVX

Las CVX somos laicos llamados a vivir en comunidad para servir al reino de Dios desde la vivencia de los Ejercicios Espirituales para encontrar y aceptar la voluntad de Dios (discernimiento) sobre nuestra misión, integrando evangelio y vida.
La clave de todos nuestros procesos es la educación en la pedagogía ignaciana. En la Asamblea Mundial de Itaici´98 se describe el perfil de la persona CVX desde un punto de vista humano como capaz de aceptar la realidad, con grandes deseos y con inquietud. Con respecto a la experiencia de Dios se le describe movido por el deseo de encontrar a Jesús, enamorado de su misión, se le reconoce pecador, abierto a las necesidades de los demás y miembro responsable de la Iglesia.
La renovación realizada desde 1967 se ha centrado en la formación humana y espiritual de cada miembro y en la importancia de la pequeña comunidad. El sujeto que entra en CVX pasa por diferentes etapas de crecimiento, siguiendo el itinerario espiritual de los EE, comenzando por el Principio y Fundamento hasta llegar a la Contemplación para alcanzar amor. Los estudios de los jesuitas sobre los EE en los últimos años han ayudado a enriquecer esta preciosa herencia ignaciana, profundizando elementos como el discernimiento individual y comunitario, los métodos de oración, el examen, el acompañamiento espiritual, etc.
La pequeña comunidad es la piedra angular de CVX, y aunque en algunos países existen comunidades más amplias dentro de una ciudad o un centro de pastoral, estas siempre se dividen en pequeños grupos de vida. El grupo, cuyo tamaño varía entre ocho y doce personas, se reúne cada semana o quincenalmente compartiendo sus vidas, orando y deliberando juntos. La formación casi siempre se organiza en ámbitos más amplios.
El grupo, con su reunión semanal, es el lugar para ayudar a las diferentes personas a encontrar su misión en la Iglesia. Se da mayor importancia a la pertenencia a los grupos y a sus elementos de afectividad, identidad y comunicación. Las CVX, por eso, se sienten más pertenecientes a grupos y comunidades que a un movimiento. En los grupos son importantes la revisión de vida (exponer desde lo hondo mi vida al grupo en un clima de oración), un guía que acompaña el proceso y el asistente eclesiástico.
En estos últimos años se está dando más importancia a lo que San Ignacio llamaba “sentir con la Iglesia”. En las CVX ha habido un proceso de huida de posturas extremas. Las CVX se perciben fragmentadas en multitud de pequeños grupos y comunidades y sólo unos pocos perciben una fuerte identidad más allá de lo local. Hemos aprendido que no tienen sentido los grupos aislados. De ahí la necesidad de colaborar con las parroquias y la Iglesia diocesana. Una cierta sensación de Iglesia paralela nos ha hecho a todos descubrir la necesidad de fomentar la eclesialidad. Se intenta crecer actualmente en un profundo amor a la Iglesia, en una moderada actitud reformista y en una vivencia más uniforme de las CVX. Fruto de todo ello es el proceso de mayor coordinación entre grupos (Coordinadoras, Comité Nacional, Secretariado Nacional de CVX, etc.) y la presencia en estructuras de la Iglesia diocesana (Foro de laicos, parroquias, etc.).
También intentamos avanzar en las deliberaciones comunitarias. Aprender a tomar decisiones en grupo en clima de apertura al espíritu, dejando tiempos, buscando la indiferencia, escuchando a los otros y buscando la voluntad de Dios, como elementos característicos de “nuestro modo de proceder”. A la persona que entra se le muestra un grupo que toma decisiones en común, propiciando así ricas formas de comunicación y participación que no suelen estar muy presentes en la sociedad. La persona desde el principio siente que tiene una voz, pero que debe dejarse iluminar por el Espíritu, por los otros, que tiene que educarse, que debe aprender la ascética de una auténtica escucha, etc.
Las CVX son muy poco conocidas hoy en la Iglesia. Durante décadas han predominado en nosotros más la mediación que la presencia. Pero hoy hay una cierta inquietud por buscar una mayor relevancia pública o una mayor visibilidad social aunque todavía no se ha encontrando la forma. Hemos descubierto en la Asamblea Nacional de Barcelona´99 nuestros campos preferenciales de misión: los desafíos de la globalización económico-política, de la cultura, de las religiones y las migraciones, de la confrontación y la paz, de la crisis del sentido de trascendencia, de la nueva situación familiar, del ocio y el mercado, del medio ambiente y del desarrollo. Estos lugares pretendemos sean nuestra “visibilidad social”, nuestro “referente”, la tarjeta de visita ante la sociedad y los jóvenes de lo que somos, y se tienen muy en cuenta a la hora de estructurar la misión comunitaria y personal.
También se están dando procesos de pacificación e integración de tensiones y diferencias (conservador-progresista, acomodados-comprometidos con los pobres…). Hoy en día vivimos con gozo la pluralidad social, económica, política y eclesial. Hay una vivencia más armónica en las comunidades y una integración rica de las diferencias.
En general hay poca valoración de la formación teológica y su importancia para cualificarnos en la realización de las diferentes tareas, especialmente la que capacita para misiones más urgentes, necesarias y universales conforme al espíritu de San Ignacio. Vamos constatando la necesidad de nuevos ministerios: pastoral, acompañar EE, dirección espiritual, liturgia, formación teológica, canto, etc. Y, por eso, somos más conscientes de la necesidad de formarse para desempeñarlos con hondura y seriedad.
Hemos avanzado en el cuidado de las familias y en no verlas como impedimento del compromiso. Ahora en muchas reuniones, retiros y EE alguien hace de canguro o se hacen actividades paralelas con los niños a los que se les empieza también a inculcar algo de lo que hacen sus padres. Así las personas que entran en la comunidad descubren una gran familia en la que se celebran los nuevos nacimientos de hijos, los nuevos matrimonios, etc.
También estamos intentando clarificar los modos de autoridad. Hay una cierta falta de liderazgo compartido, colaborador y responsable. Por eso procuramos que las asambleas (locales, nacionales, internacionales) sean verdaderamente representativas y que tomen decisiones maduradas que sean asumidas por grupos.
 

  1. LA PASTORAL JUVENIL Y LA MISIÓN DE LAS CVX

En 1995 se dio una opción pastoral de la CVX hacia los sectores juveniles, en colaboración con los jesuitas. En la actualidad unas 150 personas de CVX están trabajando en pastoral juvenil, desde diversas opciones individuales. En muchos casos esta misión la han recibido de la Compañía y no de CVX.
Las incertidumbres, los cambios y una cierta confusión en la pastoral de estos últimos diez años parecen irse clarificando y uniformando gracias al establecimiento de unas líneas pastorales concretas tanto en los centros de pastoral como en las parroquias y colegios de los jesuitas, que confían más en lo laicos, mejor formados y coordinados.
En la Asamblea Nacional de Málaga´96 se consideró prioritaria la pastoral juvenil, en colaboración con los jesuitas. Esto supone para CVX:
* atender a los jóvenes miembros de la familia ignaciana, de la iglesia local y los jóvenes alejados
* estructurar un proceso de formación para el discernimiento vocacional
* actuar desde gratuidad y sin buscar cantera para CVX
* en colaboración con jesuitas, otros religiosos y con la diócesis
* con pedagogía ignaciana
* analizando y detectando necesidades e intereses más urgentes y necesarios
 
En la Asamblea Nacional de Barcelona´99 se concretó la llamada a acompañar jóvenes en el reto de trabajar, cuidar y animar procesos de iniciación a CVX y colaborar con jesuitas en su pastoral juvenil.
La realidad es que en los últimos años no se han reclutado tantos jóvenes como antes, al desgajarse en muchos casos las CVX de los centros de pastoral y vivirse un exigente periodo de clarificación gracias a la profundización en los “medios” ignacianos (EE, discernimiento, examen, etc.). Así, ha descendido el número de incorporaciones a través de los centros de pastoral, colegios y parroquias de jesuitas. Pero, por otro lado, aumenta el número de personas que vienen a través de contactos personales en la edad adulta (aproximadamente un 30%), y bastantes personas adultas se acercan a la CVX después de muchos años de abandono de la fe o de indiferencia. Pocos vienen por la propaganda directa.
El futuro es incierto, porque la tendencia de CVX y la de la Compañía de Jesús hacia un ideal bastante exigente asusta un poco hoy en día. En definitiva, CVX está más bien estancada o disminuyendo en número, por dos causas: procesos de clarificación de identidad, que suponen la marcha de mucha gente en edad adulta, y un corte en el proceso de entrada de jóvenes en CVX.
En general somos menos pero más convencidos y conscientes de nuestra vocación. Pero el prescindir de los jóvenes nos abocaría a las comunidades a la desaparición a medio o largo plazo. Nos hemos acostumbrado a vivir de rentas de los colegios y centros de pastoral. Por este motivo se está tomando conciencia de la prioridad de la pastoral juvenil, de presentarles nuestra identidad, de cuidar la formación, de aumentar nuestra visibilidad para ser un referente atractivo y de colaborar con los jesuitas y otras instancias.
 

  1. PUENTES CULTURALES PARA TRANSMITIR LA FE A LOS JÓVENES-ADULTOS.

Constatamos la necesidad de una presentación más adecuada de CVX, sin miedos y sin ocultar lo explícitamente religioso: EE, grupos, discernimiento, compromiso social, acompañamiento espiritual, etc. Los jóvenes lo agradecen.
Por eso los Ejercicios espirituales son la experiencia inicial fundante en CVX. En el fondo hasta que no se hacen EE uno se entera de lo que es CVX ni la espiritualidad ignaciana. Los EE son la clave de CVX y del discernimiento vocacional cristiano, son una escuela de oración para la vida, de discernimiento diario (examen), de abnegación (seguir al Cristo pobre y humilde), de libertad y disponibilidad y de formación de apóstoles.
En los colegios de jesuitas se van instaurando “las semanas ignacianas”. En ellas se presentan la vida de San Ignacio, modelos de jesuitas de ayer y de hoy, visitan las comunidades de jesuitas y hablan con ellos sobre su vocación, se les explica cómo funciona la orden o la historia del colegio o la presencia de los jesuitas en la ciudad. También se hacen Javieradas, retiros y Pascuas en Loyola, que ayudan a subrayar la identidad ignaciana.
El otro pilar en la acogida y en el ofrecimiento de CVX es la vida de grupo y de comunidad como concreción de Iglesia que educa en el conocimiento teórico-práctico del carisma CVX, ayuda en la integración fe y vida (pedagogía del examen y una escuela de oración personalizada) y en la búsqueda de la voluntad de Dios sobre la propia vida. Los grupos son acompañados por guías (no necesariamente sacerdotes) que conocen bien los EE y el estilo de vida de CVX, y formados en cursos específicos.
En la acogida y en la vocación de CVX es esencial el acompañamiento espiritual. Los miembros de CVX confrontan sus sentimientos, deseos e inquietudes interiores con un sacerdote o laico que les ayuda en sus procesos de discernimiento de la voluntad de Dios. Esta experiencia nos hace comprender la importancia de una escucha profunda de las personas y de su mundo interior. Por eso una de las maneras más adecuadas de acercar personas a la fe y a CVX es a través de conversaciones. Para ello es importante ser cercano, escuchar, comprender, a la vez que ser fiel y coherente con lo que uno es. En el fondo, mucho de la evangelización que hacemos consiste en el “arte de conversar”, que tanto le importaba a San Ignacio. Acompañar procesos de maduración afectivos e intelectuales de jóvenes-adultos es muy importante.
En el acompañamiento personal y en el grupo es necesario cuidar la expresión de la vida interior, la autoestima e integración personal, la experiencia de amistad y de fiesta, la igualdad y el respeto por la pluralidad, la ayuda y el acompañamiento en la toma de decisiones, la creación de nuevos espacios comunicativos fuera de los religiosos, el silencio, que reconozcan sus sentimientos y deseos, sus dudas de fe, sus preguntas, la escucha, etc. Desde este contexto, Jesús es presentado como alguien que pasa por nuestros mismos lugares y con el mismo camino, con sus dudas y problemas pero también como modelo, como amigo, como alguien que nos invita a estar con él y que se enfrenta con la injusticia desde un ideal y una coherencia.
Muy característico de la espiritualidad ignaciana es la pedagogía de la acción en la cual, a través de experiencias y “probaciones” que son siempre evaluadas y discernidas, se va aprendiendo a experimentar una gratuidad a fondo entre los pobres, los que sufren, los marginados, a la vez que se va adquiriendo un conocimiento “interno” de la realidad y se va aprendiendo a verla con la mirada de Dios. Experiencias de verano en asilos, campañas contra el hambre, experiencias largas de voluntariado en el tercer y cuarto mundo (VOLPA, Voluntariado Claver, Comunidades de Voluntariado Jesuita), experiencias con refugiados (JRS), trabajo en ONG´s cercanas o de la Compañía (Intermon, Entreculturas, etc.), participación en redes de solidaridad con países del Sur son plataformas buenas para realizar estas experiencias. En algunos colegios es obligatorio tener alguna experiencia social coordinada y seguida por un asistente social.
En la apertura a la dimensión socio-política son muy importantes las Semanas de Formación Socio-política, realizadas en verano desde hace más de diez años, los encuentros derivados de ellas (con políticos de diversas tendencias, con personas de la Administración de Justicia, con sindicatos, etc.), las redes de cristianos en diferentes partidos políticos, algunos seminarios sobre Ética de la Empresa, sobre Derechos Humanos, el GAP (Grupo de Ayuda a Proyectos alternativos -especie de banca ética-) promovido por algunos miembros, etc.
La espiritualidad ignaciana, por lo tanto, trata de ir abriendo nuestros horizontes de realidad para captar las necesidades más urgentes y universales “saliendo de nuestro propio amor, querer e interés” con sentido crítico, “con otros” y discerniendo en todo momento la voluntad de Dios.
Para educar en “el sentir con la Iglesia” se realizan experiencias “significativas” de conocimiento del cuerpo eclesial más amplio y gozoso: experiencias en asilos de las Hermanitas de los Pobres, ayuda en los comedores de la Madre Teresa, visita y experiencias monásticas, charlas de jesuitas del tercer mundo o de miembros de CVX que han pasado varios años en el Tercer Mundo, etc. Estas experiencias proporcionan un rostro cercano y amable que posibilita comprender que la Iglesia está hecha de personas, que hacen sentirla como propia y en camino por un mundo mejor y más fraterno.
Hoy sentimos que no es muy difícil introducir al mundo de la oración. Hay que educar en el respeto al misterio, pero en el fondo la mayoría de los jóvenes creen en algo. Los EE, escuelas de oración, retiros, Pascuas nacionales y locales, experiencias en la naturaleza, técnicas de relajación, liturgias en momentos fuertes… van ayudando al miembro de CVX a entrar en contacto con lo divino. Los iconos, la música, el canto, las imágenes, los gestos, los símbolos, las posturas corporales ayudan mucho. En CVX algunos se sienten llamados a acompañar estos procesos y se forman para dar EE, para ser acompañantes, para enseñar a orar e incluso una CVX en Italia gestiona una casa de EE.
En la colaboración con los jesuitas se está experimentando con vinculaciones jurídicas de personas concretas. Además, como hemos dicho, 150 miembros de CVX colaboran en pastoral y asumen ciertas responsabilidades en las obras de los jesuitas. También participa CVX de las redes apostólicas de los jesuitas en las que se afianzan lazos con grupos afines de espiritualidad ignaciana (para colaboración, formación, misión, etc.).
El proceso de coordinación entre grupos nos está llevando a elaborar un plan de formación nacional en el cual se dan las pistas esenciales para ir preparando en los primeros momentos a la persona que llega a nuestros grupos (etapa de iniciación) y luego para realizar el compromiso temporal y permanente. En este proceso de formación se intenta ser muy claros con la gente que entra presentándoles los EE, la oración, el acompañamiento y los grupos desde el principio.
Se percibe también la necesidad de materiales mejores que narren lo cristiano y que nos ayuden a renovar el anuncio explícito personal y comunitario de Jesucristo. El nuevo lenguaje de los jóvenes requiere la utilización de lo narrativo, el cine, internet, música… Por ejemplo en un colegio han hecho las Convivencias Harry Potter, que están siendo un éxito. También es necesario que estos materiales respondan a sus preguntas y no a las nuestras: futuro laboral, estudios, relación de pareja, amor, pluralidad de religiones, sufrimiento, muerte, divorcio, drogas, alcohol… Para ello es necesario un esfuerzo de creatividad y originalidad y dedicar tiempo. En muchos ámbitos se utilizan los medios tradicionales de acercamiento a los jóvenes, aunque desde un talante mucho más abierto e innovador, como son los Scouts, clubs de montaña, talleres de teatro y danza, escuelas de música, revistas, deporte, conciertos, cine-forum… A través de ellos se intentan presentar modelos cristianos pasados y presentes a los jóvenes, y favorecer encuentros y experiencias con ellos, aunque no es nada fácil.
Somos más conscientes de la importancia de poner en contacto desde muy pronto con la Palabra de Dios como palabra “significativa” para el mundo de hoy. Es necesario utilizar la Biblia a fondo y sin miedos, es fundamental romper con el Evangelio los mitos de la cultura y los prejuicios contra la Iglesia. Los jóvenes agradecen esos relatos concretos y desafiantes del evangelio y que no les adulteremos la presentación del mensaje cristiano. Se hacen reuniones sobre un evangelio, sobre el sermón del monte, sobre los salmos, los profetas, pascuas siguiendo el itinerario del evangelista Marcos, retiros sobre personajes bíblicos, etc. Pero para ello somos conscientes que necesitamos formarnos más en el estudio de la Escritura.
Resumiendo: Podemos afirmar que la catequesis integral que intentamos hacer en CVX no es otra cosa que una introducción a los EE, a la vivencia comunitaria y de grupo, al acompañamiento espiritual, al discernimiento, a la relevancia de la fe y la opción por los más pobres, al compromiso social y político, a la oración personal, a la Escritura, al amor a la Iglesia, a las relaciones familiares y de pareja, a la colaboración con los jesuitas y a la formación para hacernos libres y disponibles y ser hombres de la cultura actual.