Roberto del Río, presidente de la Confederación de Centros Juveniles Don Bosco.
Luis Rosón, Delegado Nacional de Pastoral Juvenil.
1.- Ayer y hoy de los centros juveniles.
Muchas casas salesianas en España comenzaron siendo un oratorio festivo que, poco a poco, fue ampliando los servicios que ofrecía a muchachos y muchachas. En este oratorio siguen apareciendo las ideas originales de la experiencia educativa de Don Bosco: alegría, taller, escuela, oración, trabajo, cultura, catequesis, pastoral, misión y todo cuanto sea bueno para los jóvenes.
Los patios de los colegios, los barrios, se llenaban los domingos de niños, niñas y jóvenes con derecho a juegos, teatro y catecismo… Se trataba fundamentalmente de un ambiente en especial dirigido a niños, niñas y preadolescentes, dejando para los jóvenes el papel de colaboradores de los salesianos y las salesianas.
En el último cuarto del siglo XX se inicia una nueva orientación en el concepto del Tiempo Libre que lógicamente va a afectar a estas estructuras. Frente a un tipo de trabajo deshumanizador, fruto del predominio de las grandes empresas, las cadenas de producción, la robotización, que se enfrenta de raíz con el sueño de la realización personal a través del trabajo predominante en los años sesenta, aparece el Tiempo Libre como un concepto a redescubrir y potenciar especialmente en sus aspectos pedagógicos y sociológicos.
En España esta «orientación» se supedita a la realidad existente en los últimos años de una dictadura que, en lo social especialmente, se había mantenido férrea y lejos todavía de los aires del mayo francés. El derecho de asociación, por ejemplo, que se desarrollaba en la ley de 1964 era absolutamente limitante, fiscalizador y en absoluto se orientaba (lógicamente) hacia la potenciación del asociacionismo.
En este sentido las únicas «agrupaciones» de jóvenes que estaban bien vistas y hasta permitidas eran las que se constituían en torno a actos y motivos religiosos o folclóricos, de exaltación de determinados valores y símbolos del régimen, y especialmente los Movimientos oficiales.
¨Diversión con sentido
En la década de los 70 se empieza a trasladar esta oferta festiva y de acogida del oratorio a jóvenes que están demandando ya una forma de disfrutar su tiempo libre liberadora, imaginativa, espontánea, socializadora y reivindicativa. En una palabra, una diversión joven.
Se pasa así del Oratorio como un ambiente abierto y espontáneo ofrecido a los niños, niñas y preadolescentes, al Centro Juvenil como una iniciativa ofrecida a los adolescentes y jóvenes. Podríamos hablar de estos años como la primera etapa de una nueva era del ambiente Oratorio/Centro Juvenil.
A este afán de reunión, de libertad, de espontaneidad se le unía la vivencia de una fe joven reflejada en su máxima expresión por el musical Godspel, estrenado por esas fechas y representado por gran cantidad de Centros y grupos juveniles en las décadas de los 70 y 80 (y aún hoy). Puro evangelio joven.
Música, discoteca, chicos y chicas juntos, poder fumar y beber y bailar; pero con espacio para la reflexión, el conocimiento y el crecimiento integral como personas. La diversión con sentido.
¨ El protagonismo juvenil
Con la consolidación de la democracia, estos Centros Juveniles se plantean hacer del asociacionismo y la participación juvenil su bandera. Los años de la diversión con sentido que llenaban nuestros Centros de jóvenes gracias a la política de amplia acogida, habían dejado un poso de jóvenes que, participando en un proyecto desde un compromiso cristiano y salesiano, se planteaban algo más.
La posibilidad de transformar la sociedad, el entorno, era lo que la mayoría de los jóvenes (convertidos en animadores y animadoras) reclamaban como compromiso de acción. La Propuesta Educativa de los Centros Juveniles invitaba a ello y ponía una herramienta a su alcance: el protagonismo juvenil.
La acción transformadora debía organizarse y la mejor manera, la más comprometida, era constituirse en asociación juvenil. En los años 80 se celebran las primeras asambleas, se legalizan los Centros, se redactan los estatutos, se eligen Junta directivas, y se diseñan proyectos donde se enmarcarán todas las actividades e iniciativas del Centro Juvenil.
Enseguida ese compromiso de transformación social se traduce en una apertura al barrio, consiguiendo locales más o menos estables y medios para desarrollar un proyecto original de cercanía a los más necesitados; se establecen relaciones con las administraciones, consiguiendo subvenciones y apoyo para los proyectos juveniles; se constituyen las Federaciones de Centros Juveniles, y se ingresa en los Consejos de la Juventud.
La apuesta por la participación estaba clara, los Centros Juveniles se convierten así en un referente para todos los jóvenes del barrio que, además de pasarlo bien, quieren comprometerse con sus semejantes.
¨ Al servicio de los y las jóvenes
El acondicionamiento de locales parroquiales o colegiales (y en algún honroso caso de locales propios) para uso continuado del Centro Juvenil permite dotar a estas entidades de una estructura y organización flexible, pero que garantiza la estabilidad y desarrollo de proyectos y acciones más serios en cuanto a planteamientos y objetivos.
El aprovechamiento de estos medios y recursos permite que el Centro Juvenil se ponga al servicio de los jóvenes sin condiciones ni restricciones. Se ofrecen actividades y servicios fuera del horario de fin de semana, se organizan actividades con otras entidades del barrio y con el ayuntamiento.
Y todo este esfuerzo, todo este abanico de acciones y actividades nuevas, se realiza desde la planificación y la formación de los animadores y animadoras a través del sistemático establecimiento de escuelas de animadores, itinerarios formativos, encuentros de programación y también de celebración. Acciones todas estas planteadas desde la Pastoral Juvenil de cada Inspectoría, que van dando cohesión e identidad a un movimiento que mantiene la riqueza y la particularidad local, a la vez que plantea la necesidad de unirse, crecer, y reflexionar juntos.
Estamos en los años 90. Mientras se fragua esta identidad de movimiento en algunas Inspectorías ya se ha dado el paso y el 12 de mayo de 1991, en el marco del VIII Encuentro Nacional de Centros Juveniles celebrado en la ciudad de Pamplona, las Federaciones Autonómicas entonces existentes (Andalucía, Catalunya, Madrid y Comunitat Valenciana) deciden constituirse en una estructura de ámbito estatal: la Confederación de Centros Juveniles Don Bosco de España.
Unos meses antes de que se cumpliera el 150 aniversario del encuentro que tuvo Don Bosco con Bartolomé Garelli en la sacristía de aquella iglesia de Turín, inicio de su obra educativa, la mayoría de los Centros Juveniles de España creaban su propia Confederación. Hoy son casi 200 Centros Juveniles.
La intuición educativa de Don Bosco toma rostro joven cada vez que se consolidan iniciativas juveniles como esta y, sintiéndose “los herederos de aquel sueño”, los y las jóvenes se implican en la construcción de una sociedad nueva, más digna y solidaria, para todos los chicos y chicas de nuestro tiempo.
De hecho, los Centros Juveniles Salesianos, inspirándose en la experiencia educativa de Don Bosco y su sistema preventivo, se configuran en la sociedad actual como auténticos Centros de Juventud, abiertos a todos los y las jóvenes de una zona, con una propuesta educativa en el tiempo libre. Son palabras de la Propuesta Educativa.
Pero el Centro Juvenil no es simplemente un lugar donde se puede acudir a ocupar el tiempo libre. Atrás quedaron aquellas concepciones que hacían del Centro Juvenil un espacio sólo para el entretenimiento donde consumir actividades. Progresivamente se fue pasando de una ocupación del tiempo libre a la animación socio-educativa y, finalmente, a un verdadero compromiso social.
Así lo entendieron el resto de Federaciones Autonómicas que se iban fundando en los primeros años 90 y que no tardaban mucho tiempo en incorporarse a la Confederación: Murcia, Aragón, Galicia, Castilla y León, Euskadi, y finalmente, Canarias. Hoy en día la Confederación Don Bosco tiene el compromiso de ofrecer su cobertura legal y su apoyo a otros Centros Juveniles de Comunidades Autónomas donde por diversas circunstancias no pueden desarrollarse Federaciones. Es un gran reto que todos los Centros Juveniles en España puedan beneficiarse de las oportunidades que ofrece la Confederación.
La Confederación Don Bosco ha consolidado en estos años de existencia un modelo estructural y de participación totalmente capacitado para desarrollar sus cometidos. La fortaleza de esta estructura garantiza la concreción de esta vocación, de esta dedicación, no sólo en la cada vez más importante obtención de recursos para los Programas que se desarrollan en los Centros y Federaciones, sino también en la amplia oferta de servicios especializados para los y las animadoras de nuestros Centros: la Escuela de Verano para dirigentes, el Centro de Recursos Europeos y la pertenencia a la ONG internacional de juventud Don Bosco Youth-Net, o la organización y gestión de los Congresos Estatales.
Aunque en la Confederación coexisten modalidades y formas diversas de entender un Centro Juvenil Salesiano, todos ellos están animados por las líneas fundamentales que emanan del sistema educativo de Don Bosco, y que tiene su expresión más concreta en la Propuesta Educativa de los Oratorios y Centros Juveniles Salesianos. Son muchos los jóvenes y las jóvenes voluntarios de Centros Juveniles, los que han asumido el compromiso de ser los “herederos de un sueño”, aquel que tuvo lugar cuando Don Bosco inició un mundo de Opciones para los y las jóvenes.
2.- Una realidad en constante cambio: los jóvenes.
El hoy de los centros juveniles pasa por reinventarlos en cada realidad de la manera más creativa y abierta a la cultura del lugar. Porque la base social que les da vida cambia constantemente: los jóvenes. Las nuevas tipologías juveniles, marcadas por la cultura emergente de la postmodernidad tardía, está influyendo en la manera de hacer, en el rostro externo de un ambiente educativo como es el centro juvenil. Pero lo que no se pierde, ni se olvida, es su secreto, son las claves y las opciones de fondo, que siempre le lanzan como una oferta válida para los jóvenes.
¨ Para los jóvenes
El secreto de su método (estrategia educativa) está en colocar en el centro de la atención a la persona del joven y la joven. Ni las actividades, ni las estructuras, sino la persona tal como es y como viene. Y alrededor de ella “conjugar con el corazón” verbos tan sencillos como “estar” (acogida), “crear lazos” (socializar), “recrear la vida” (educar), “implicar” (comprometer) y “proponer valores” (interrogar-evangelizar). Todo se construye a partir de una estrategia clara: el encuentro personal y la relación interpersonal.
Los medios vienen después, todo es “medio para…” y en eso no hay secretos, sólo tiempo e imaginación. Porque para algo tan gratuito y libre como es “el tiempo libre” cualquier propuesta puede echar raíces con ellos y ellas, pero sin olvidar el “secreto” de crear el ambiente adecuado (ambiente educativo) con la amalgama de verbos que os hemos citado y que convierte esta historia en positiva y constructiva.
¨ Con los jóvenes
Sigamos con el método, que como tal siempre se ha de experimentar y rodar, porque ninguno de ellos es mágico, ni automático. El siguiente paso que hace que un centro juvenil tome forma en el tiempo y no sea algo del momento, es sin duda contar con los jóvenes para todo. Para construir un espacio joven que sea positivo y que convoque, ellos y ellas deben ser los protagonistas de los procesos (pensar, programar, idear, elegir…), de las intervenciones ( actividades, reuniones, acciones, campañas, celebraciones…) y de las responsabilidades (cargos, coordinadores, estructuras, equipos…). Todo lo que no se considera como propio, no implica lo suficientemente entre la gente joven.
Y esto no es un secreto, es más bien un reto… porque los vientos que corren no despiertan entre ellos y ellas demasiadas ilusiones como para implicarse a fondo en las “movidas” juveniles…; disfrutar sí, pero “pringarse”, eso cuesta. Aquello de “la conciencia distanciada”, que nos cuentan los sociólogos, se convierte a veces en una losa que no nos deja avanzar. Pero no por ello nos debemos desalentar y acabar haciéndolo todo los adultos, porque esta historia de los centros juveniles, funciona con ellos y ellas.
¨ El equipo de animadores
Y todo método tiene sus dinamizadores que lo hacen eficaz y práctico. Dichos dinamizadores, son los animadores. Otros jóvenes que han hecho “el recorrido”, que sienten que “esta historia va con ellos” y dedican tiempo y vida a hacer realidad su centro juvenil por un tiempo, que a veces son años. Ellos son punto de referencia, comunidad educativa, grupo que acompaña, fermento en la masa. Y lo que para muchos os puede parecer un atrevimient,o hablar de educación y educadores con jóvenes, como los propios destinatarios, acaba siendo una curioso misterio hecho de sintonía, de lenguajes encontrados, de pareceres compartidos, de puntos de referencia… que convoca y mueve. Jóvenes que educan, acompañan, dinamizan, evangelizan a otros jóvenes.
3.- Desde el hoy hacia un futuro abierto, pero siempre imprevisible: los jóvenes.
Con los años todo ha ido cambiando: la cultura, la sociedad, los jóvenes y sus costumbres, la manera de organizarnos y los proyectos que llevamos adelante. Cuanto más pensamos en otros tiempos y en tantas cosas que se han hecho, más rápido nos parece que ha cambiado todo.
Pero mirando hacia atrás con serenidad tenemos la satisfacción de haber conseguido ciertos logros que nos llenan de satisfacción y que son obra de todos los que con el transcurrir de los años han creído en la capacidad de los jóvenes en labrar su propia historia. Citaremos algunos de esos logros.
En primer lugar, un hecho constatable son las generaciones de jóvenes que, tras su paso en una etapa de su vida por un Centro Juvenil Salesiano, han adquirido, junto a su valía propia, las herramientas sociales, el sentido de compromiso… que les hace ser “fermento en la masa” en entidades públicas y eclesiales (Ong, Cáritas, Servicios Sociales, parroquias, etc) dedicadas a la solidaridad, a la acción social, haciendo con su vida un sociedad más justa y solidaria.
En segundo lugar, otra constatación es el empeño de años de tantos centros juveniles por no desalentarnos en la lucha por conseguir y llenar un tiempo libre con sentido, en contra de un ocio-consumo. Para ello, se han abierto espacios a la creatividad y la participación de los jóvenes (teatro, música, emisoras de radio, deporte, prensa joven…), creando en los centros juveniles un ambiente donde prima una relación educativa como base de las relaciones personales libres de “franquicia”, y donde la persona está siempre por encima de las actividades.
En la base de todo esto, constamos también en tercer lugar las apuestas serias de estos años en el tema de la formación de animadores juveniles, que son el “alma” del Centro Juvenil. Formación para la animación juvenil por etapas, estableciendo procesos que han cristalizado en itinerarios de formación de premonitores, monitores, animadores…, en la creación de estructuras estables y reconocidas oficialmente, como las escuelas de animación juvenil, los cursos de verano, etc., porque que nadie da aquello que no tiene.
En cuarto lugar, constamos el recorrido realizado estos años en el campo de la evangelización y la pastoral juvenil. La plataforma ágil y gratuita de un centro juvenil da para establecer propuestas claras de educación en la fe y establecer itinerarios que vayan cimentando las bases de comunidades cristianas con jóvenes, que se convierten, a su vez, en evangelizadores de otros jóvenes.
También en otro orden de cosas, y en quinto lugar, alentados por la propia “Propuesta Educativa de los Oratorios y Centros Juveniles Salesianos”, en estos últimos años se ha hecho un recorrido interesante abriendo centros juveniles a la acción social, atendiendo colectivos de niños y jóvenes en riesgo de exclusión social. La sensibilidad social de los equipos de animadores ha llevado a desarrollar proyectos específicos de atención a sectores de exclusión, a la creación de plataformas sociales, a la intervención directa en alternativas al ocio nocturno, etc.
Todo esto son constataciones que aseguran, sin duda, la validez de una plataforma educativa como es el Centro Juvenil, pero sin olvidar la fragilidad de lo que supone asumir una base social que se renueva en poco tiempo, por su condición de jóvenes. Por todo ello no hay que olvidar que los mismos jóvenes nos piden inventar con ellos el futuro, repensarlo todo… porque los jóvenes no son los mismos y los cambios son cada vez más vertiginosos. Cada nueva generación debe recorrer su propio camino, construirlo de nuevo… cada nueva generación aporta algo distinto, original, creativo.
Por último, si miramos hacia adelante, desde el “ahora mismo”, tenemos que reconocer que queda mucho que hacer y mejorar. El asentamiento de la “red” de centros juveniles que aglutina la Confederación de Centros Juveniles Don Bosco, a través de las distintas Federaciones miembro, ha supuesto una consolidación de los Centros Juveniles en toda España, a la hora de una gestión más eficaz, de una presencia en la sociedad y en las instituciones públicas dedicadas a los jóvenes, de una formación más especializada, etc… Pero ahora que tenemos una “red” seria y reconocida, quizás nos faltan líderes con quienes seguir avanzando en los cuotas de protagonismo y compromiso juvenil para que este entramado siga creciendo en el fututo y no se pare. El miedo a asumir responsabilidades que les haga complicarse e implicarse puede poner en”jaque” la continuidad de procesos educativos iniciados, por lo que, con frecuencia, surge el dilema de la conversión de una estructura mantenida por el voluntariado de jóvenes por otros jóvenes, en una estructura profesionalizada que garantice una continuidad.
Las opciones mixtas que van apareciendo en muchas realidades, tal vez sean el modelo que se va abriendo camino: promover un voluntariado juvenil que siga dinamizando los procesos de animación juvenil y encomendar a profesionales ciertas tareas específicas de gestión y coordinación que mantengan una continuidad en los procesos.
4.- Resumiendo
Podemos afirmar que la intuición de Don Bosco de crear unos espacios flexibles y abiertos, con grandes dosis de “gratuidad” y que llamó Oratorios, para que fueran plataformas educativas y de evangelización, siguen siendo una realidad viva en los que ahora llamamos “Oratorios y Centros Juveniles Salesianos,” porque en el transcurrir de los años, los mismos jóvenes nos han ido pidiendo una actualización cada vez mayor de un ambiente educativo que es “cosa suya”, pero donde no puede faltar la presencia de educadores abiertos a una relación educativa cercana y constructiva… Allá donde haya jóvenes, los Salesianos y Salesianas se convierten en acompañantes de procesos en los que los jóvenes sean los verdaderos y auténticos protagonistas.
Trabajo pastoral con los jóvenes en los centros juveniles salesianos.