UNA MIRADA A LOS JÓVENES DESDE DOS CAMPOS DIFERENTES:

1 octubre 2011

SUS VALORES E INTEGRACIÓN SOCIAL Y SU VIVENCIA DEL OCIO Y TIEMPO LIBRE
José Antonio López Ruiz, Universidad Comillas de Madrid.
Juan María González-Anleo Sánchez, CES Don Bosco.
 
SÍNTESIS DEL ARTÍCULO
Los autores presentan en este artículo las conclusiones más destacadas de sus respectivos estudios sobre los valores e integración social de los jóvenes españoles, así como su vivencia del ocio y tiempo libre, del informe Jóvenes 2010 de la Fundación Santa María.
 
La Fundación Santa María ha sido pionera en España en los estudios sociológicos sobre los jóvenes españoles, con una línea de investigación iniciada en 1982 y mantenida desde 1984 en una serie de estudios quinquenales que engloba siete estudios específicos en este ámbito social que constituye la población juvenil. La fuente principal de datos para este artículo la han tomado los autores del último estudio de la referida serie y sus contribuciones a los informes Jóvenes españoles 2005 y 2010.
Empezando por el ámbito de los valores y actitudes hacia la política, se aborda en los siguientes tres apartados otros aspectos de la integración y participación socio-política que son parte del capítulo desarrollado por Juan María González-Anleo en el último informe. Posteriormente, los apartados tres y cuatro tratan algunos de los contenidos del capítulo sobre ocio, consumo y medios de comunicación, con el que contribuyó al citado informe el otro autor.
 

  1. Desinterés por la política y distanciamiento de las prácticas formales e informales de acción política

El fenómeno de “despolitización” social tiene ya una larga y azarosa historia. Desde los años cincuenta, varias ramas de las Ciencias Sociales dan cuenta del continuo desarrollo de la toma de distancia del ciudadano común de las dinámicas y los actores políticos, una toma de distancia que, con el tiempo, ha terminado por convertirse en “indiferencia enemiga”. Este fenómeno, por lo menos por lo que se refiere a los jóvenes españoles, ha quedado claramente reflejado en los datos arrojados por el Informe SM, en el que pueden advertirse las siguientes dimensiones:
 
1.1. Desinterés por la política y percepción de lejanía de los asuntos políticos
En comparación con el resto de jóvenes de la Unión Europea, los españoles son los que menor interés demuestran por las cuestiones políticas relativas a su propio país, junto con los luxemburgueses, belgas y rumanos (FLASHEUROBAROMETER 202, Young Europeans, 2007). En nuestro estudio de la Fundación SM, una importante mayoría de los jóvenes, el 56,5%, suscriben la frase “la política no tiene nada que ver conmigo, no afecta para nada mi vida privada”, poniendo de manifiesto que la política les cae lejos, siendo vista, ante todo, como un asunto de los políticos, probablemente de toda la corte política y económica, pero en definitiva, ni suya ni de los suyos. Varios datos más, arrojados por este estudio, confirman esta idea: pocos jóvenes, menos de un tercio (30,9%), afirman seguir frecuentemente la información política en los medios de comunicación, un 5% menos que en el Informe del 2005 y menos aún, uno de cada cinco, hablan o discuten con frecuencia sobre temas políticos.
 
Además una mínima proporción de ellos, el 6,5%, participan en algún foro o chat sobre política o sobre actualidad social. Ahora bien, teniendo en cuenta el escaso porcentaje de jóvenes que afirma realizar un seguimiento de la información política, por un lado y, por otro, la poca costumbre existente de tratar temas de esta índole en las conversaciones cotidianas, este dato difícilmente podría sorprender a nadie. Los jóvenes, como se verá con detenimiento más adelante, hacen un uso intensivo de estas nuevas tecnologías, pero no para hablar de lo que la mitad de ellos exactamente reconocen que no le interesa “nada” y el 80% “nada” o “casi nada”, de lo que casi nunca hablaron ni en casa ni en ningún otro sitio: de la política y, lo que es mucho más alarmante, de los problemas sociales.
 
1.2. Falta de participación política formal e informal
La falta de interés por los “cotilleos de políticos” (que es como parece que comprende una mayoría de jóvenes “la política”) puede, quizás, ser vista como un mal menor para el funcionamiento de una democracia, pero no sucede lo mismo con la participación política, el núcleo central de la ciudadanía desde que comienza a generarse un cuerpo teórico sobre ella.
Según nuestros propios datos, y en fuerte contraste con la imagen que se ha creado recientemente sobe los movimientos del 15M, la gran mayoría de los jóvenes ni utilizan los canales tradicionales de participación política ni, menos aún, los informales. Con mayor detalle: menos de un tercio de 18 a 20 años, el 30,8%, vota; algo menos de la mitad, el 46,7%, de los de 21 a 24 años. Estos datos contrastan vivamente con las opiniones manifestadas por los jóvenes sobre la importancia del voto en un sistema democrático ya que, según los datos del Informe Juventud en España 2008, el 85% de los jóvenes mostraba su acuerdo con la frase “en democracia, todos los votos importan”.
Menor relevancia aún que el voto tienen, para los jóvenes, tanto las formas de acción política informal más tradicionales, participar en acciones reivindicativas y de protesta o firmar peticiones de recogida de firmas, como las más novedosas, relacionadas con el mundo de las nuevas tecnologías, pasar un sms o e-mail de acción política o ponerse en contacto con un político a través del un mail (o carta): ni una sola de estas acciones es realizada siquiera por uno de cada siete jóvenes.
Ni siquiera la que, según datos del Eurobarómetro, ellos mismos consideran la acción política más eficaz para “asegurar que mi voz sea escuchada por los políticos”: participar en una manifestación. Solamente el 12,2%, algo menos de un punto porcentual más que en el 2005, reconoce participar en “acciones reivindicativas o de protesta” (expresión en la que se incluyen las manifestaciones, pero que es incluso más amplia), el 10,8%, haber participado en el pasado (nada menos que un 14,8% menos que en el 2005). Algo similar sucede con las nuevas formas de participación no formal relacionadas con las nuevas tecnologías: si bien una amplia mayoría de los jóvenes cree en su efectividad en el terreno político son muy pocos, no obstante, los que afirman utilizarlas: un 6,1% para difundir información o llamadas a la acción a través de sms o mail y un modestísimo 4,4% para ponerse en contacto con un político. “Lo que se gana por el lado virtual y global de la balanza” subrayaba recientemente Gil Calvo, “no parece que pueda compensar a lo que se pierde por el lado real y local”.
 
1.3. Falta de fe en el sistema político y en los políticos
El despego político de los jóvenes y su consiguiente falta de interés por formas de participación, tanto formales como informales, son en parte consecuencia de la falta de fe en el sistema democrático. “El problema no es que no existan cauces”, escribe Victoria Camps, “el problema es más hondo: no se cree en la democracia, se desconfía de los políticos”. Los datos arrojados por nuestro estudio confirman plenamente esta idea: el porcentaje de aquellos que se decantaban por el sistema democrático había descendido diez puntos porcentuales desde el último Informe del 2005 hasta el actual, es decir, de un 82,6 a un 72,3% en algo menos de cinco años. Además, la gran mayoría de los jóvenes comparten una visión deplorable de la clase política: el 71,4% considera que “los políticos buscan antes sus propios intereses o los de su propio partido que el bien de los ciudadanos”, el 66,7% que “anteponen los intereses de las multinacionales, bancos y grandes grupos de presión a los intereses de los ciudadanos” y, acorde con esta imagen, solamente uno de cada cuatro jóvenes considera que los políticos tienen en cuenta sus ideas e inquietudes.
 

  1. Actitudes hacia los grupos y movimientos sociales

En el apartado anterior hemos rastreado las actitudes y los comportamientos juveniles dentro de la esfera política en busca del supuesto desplazamiento hacia formas más “sociales” o “informales” de acción política. A partir de este punto, y dado el poco éxito obtenido, desplazamos nuestra búsqueda de formas más flexibles de implicación al plano de la confianza y la participación social.
A la vista de los datos arrojados por el Informe SM (Tabla 1), se hace evidente que nos encontramos ante un panorama muy diferente al desierto de confianza institucional que viene siendo ya característico desde hace más de quince años para adentrarnos, a medida que nos acercamos a tipos organizativos más flexibles, con principios y metas más cercanas a los valores y al sentir juvenil, quizás no en un vergel (lo que sería a todas luces bastante exagerado) pero sí por lo menos en tierra fértil, aún habitable.
Ahora bien, la pregunta inevitable que surge a la vista de la evolución histórica de los datos mostrados por esta tabla es ¿por cuánto tiempo? Los datos no brindan muy buenas noticias a este respecto. Parecen indicar, por el contrario, que también bastantes de los grupos y movimientos sociales tienen sus horas contadas, por lo menos en lo que se refiere a la aprobación que les dan los jóvenes. Porque aprobación, no está de más recordarlo, no es confianza y mucho menos participación, implicación, compromiso. Teniendo esto en cuenta ¿qué nos dice la tabla? A grandes rasgos, debemos destacar dos cuestiones: la primera, que incluso este vínculo tan débil de acción social se está deshaciendo: lo que desaparece no es un vínculo concreto con uno u otro grupo o movimiento, conclusión a la que podría haberse llegado hace diez años, al contrastar los datos de 1999 y 1994, sino la aprobación como tal de este tipo de organizaciones, en conjunto. Pero además, segunda cuestión a destacar: este fenómeno se está produciendo a una velocidad cada vez mayor. Esta tendencia se aprecia con especial claridad al dirigir la mirada a los datos correspondientes a la máxima aprobación (“aprueban totalmente”). Al observar los datos ponderados, el descenso generalizado comenzaba a percibirse ya con claridad entre 1999 y 2005. Sin embargo, cuando se tienen en cuenta sólo los datos de máxima aprobación no sucede lo mismo, manteniéndose bastante estables entre aquellos dos años. Entre el último informe de 2005 y el actual, por el contrario, también éstos se ven afectados, y mucho, descendiendo para todos los grupos y movimientos sin una sola excepción.
 

 
TABLA 1
APROBACIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES
Evolución histórica 1994-2010
1994 1999 2005 2010
Índice medio Aprueban totalmente Índice medio Aprueban totalmente Índice medio Aprueban totalmente Índice medio Aprueban totalmente
Ecologistas o protección de la naturaleza 3.39 52 3.26 40 3.22 44 3.01 31
Pro-derechos humanos 3.34 48 3.41 45 3.22 47 2.95 32
De apoyo y pro-enfermos de SIDA 3.30 46 3.35 47 3.24 47 2.91 29
En contra de la discriminación racial (1) 3.36 50 3.26 45 3.12 44 2.88 30
Pacifistas 3.22 45 3.13 35 3.11 41 2.86 29
De apoyo y acogida a refugiados e inmigrantes 3.06 35 3.10 32 2.85 30 2.69 22
Gays o lesbianas 2.55 23 2.85 28 2.80 32 2.64 23
Movimientos de la mujer, feministas(2) 2.94 31 3.12 38 2.82 29 2.57 20
Movimientos antiglobalización 2.27 21 2.37 16
Provida (en contra del aborto) 2.44 21 2.40 17 2.07 16 2.08 12
Nacionalistas 1.98 9 2.12 8 1.84 9 1.84 7

Fuente: Jóvenes Españoles 2010, Fundación SM.
En 1994 y 1999: “Contra la segregación racial”
En 1994 y 1999: “Movimientos de la mujer”
 
Esta evolución de los datos suscita varias reflexiones. En primer lugar, es conveniente recordar que hay diferencias significativas entre la necesidad que tienen las instituciones (El Sistema de Enseñanza, Sistema de Seguridad Social, El Parlamento, La Corona, La Iglesia, etc.) de la confianza de los jóvenes y la que de ella tienen los grupos y movimientos sociales. A largo plazo, que duda cabe, la falta de confianza de los jóvenes podría conseguir debilitar lo suficiente una institución como para que ésta termine encontrándose en un verdadero atolladero. Pero sólo, hay que tenerlo en cuenta, a muy largo plazo. Sin embargo éste no es el caso de los grupos y movimientos sociales, ONG muchos de ellos, que necesitan con urgencia tanto colaboración económica como la implicación efectiva de voluntarios.
Es asimismo necesario plantearse que si la aprobación baja, antes o después hace disminuir la confianza. Y si ambas lo hacen, la participación de los jóvenes en este tipo de organizaciones, inevitablemente, terminará disminuyendo. No solamente la implicación, que analizaremos a continuación, sino también la participación en tantos y tantos eventos y acciones que se organizan precisamente con el objetivo de captar jóvenes e involucrarlos más activamente (desde manifestaciones a conciertos benéficos o simplemente fiestas).
 

  1. Participación social

Si aceptamos, por un lado, que los jóvenes son la punta de lanza de la transformación descrita por Zygmunt Bauman en su teoría sobre la Modernidad Líquida según la cual la fidelidad y la identidad colectiva están en desuso por obstaculizar los movimientos individuales, y no perdemos de vista, por otro lado, el análisis que acabamos de realizar de las actitudes juveniles hacia los diferentes movimientos sociales, difícilmente podrían sorprendernos los siguientes datos sobre participación. La tabla 2 recoge la evolución desde 1994 hasta el 2010 del porcentaje de jóvenes que no participan en ninguna institución (en negrita) y el de los que participa en alguna. Como puede observarse, las diferencias entre los datos del anterior informe del 2005 y este son puramente anecdóticas. Los ascensos son ínfimos, un 1% la participación en asociaciones deportivas y apenas unas pocas décimas en sociedades locales o regionales y benéficos sociales. Pero también son mínimos los descensos, con la diferencia, eso sí, de que estos últimos no afectan sólo a tres asociaciones, como en el caso anterior, sino a las diez restantes.
 

 
TABLA 2
ASOCIACIONES A LAS QUE PERTENECEN LOS JÓVENES
Evolución histórica 1994-2010
 
2005 –
2010
1994 1999 2005 2010
Ninguna 69 70 80.9 81.0
Deportivas 14 12 5.6 6.5
Educativas, artísticas o culturales 6 5.5 4 3.1
Sociedades locales o regionales (peñas, fiestas, cofradías, etc.) 2.7 2.8
Benéfico sociales, ayuda a los demás 2 3 2.1 2.4
Juveniles (scouts, guías, clubes juveniles) 6 6 2.6 2.3
Ecologistas, protección de la naturaleza/animales 2 1.6 1.6 1.6
Religiosas 4 3.5 2.5 1.6
Sindicatos 1 0.8 1.2 0.9
Partidos políticos 1 0.8 1.1 0.8
Derechos humanos 1 0.5 0.9 0.8
Ayuda y cooperación al desarrollo del Tercer Mundo 1 0.8
Mujer, feministas 0.3 0.3
Antiglobalización 0.2 0.1

 
Lo que no es en absoluto anecdótico es que los datos casi no sufran variaciones con respecto al 2005. Como puede apreciarse claramente en la tabla, si se observa la evolución del porcentaje de jóvenes que no pertenece a ninguna asociación, el gran hundimiento se produce entre 1999 y 2005. Entre estos dos años, casi un 11% de jóvenes se da de baja. La importancia de los datos del 2010 radica, más que en la miniatura porcentual de ascensos y descensos con respecto al 2005, en que constatan lo que hace cinco años quizás podría haberse interpretado solo como un capricho estadístico: la participación social también se hunde. Es conveniente tener aquí en cuenta que no se pregunta a los jóvenes solamente por su participación en asociaciones de carácter altruista o asociaciones comprometidas con un ideal social (que en los datos del 2010 apenas consiguen superar el 9% de participación), se les pregunta por todo tipo, cualquier tipo de asociación, desde deportivas hasta culturales o, simplemente, juveniles.
 

  1. El ocio para los jóvenes entre otros aspectos de la vida

Teniendo en cuenta que el análisis de la situación de los jóvenes debe abordarse desde el estudio de la relación entre el mundo juvenil y el mundo adulto, el contexto de los últimos años está marcado por la crisis económica, generalizada en la mayoría de los países occidentales y agudizada en países del sur de Europa, como España, Portugal y Grecia.
En este contexto, los datos del estudio indican que los jóvenes españoles tratan de hacer en su ocio y tiempo libre el mismo tipo de cosas que les gustaba hacer antes de la crisis, aunque cuenten con menos recursos económicos, aunque el desempleo juvenil y la precariedad laboral alcancen máximos históricos actualmente. Tomando como primer indicador la importancia concedida al ocio por los jóvenes, se comprueba que sigue siendo similar a la que dan a otros ámbitos de la vida, centrales para ellos, como las amistades, los estudios e incluso a la formación y competencia profesional. Según indican los resultados de la encuesta, la importancia del ocio ha experimentado un ascenso durante las últimas décadas; si hace quince años resultaba bastante o muy importante para el 85% de los jóvenes, desde 1999 hasta ahora se alcanza el 90%.
Comparando con otras actividades, para una mayoría el ocio resulta más importante que tener pareja, mucho más importante que la política o la religión, e igual de importante que ganar dinero; estos datos, en sí mismos, constituyen un indicador de la centralidad que ocupa el ocio entre las metas y valores juveniles. Esta tendencia probablemente apunta al hecho de que, aunque con la crisis económica los medios y recursos económicos sean menores para la mayoría de los jóvenes, se pueden estar produciendo adaptaciones o estrategias de respuesta para lograr hacer el mismo tipo de cosas que les gustaba hacer antes de la crisis, por ejemplo salir con menos frecuencia o hacer actividades con menor presupuesto.
En este contexto, se puede decir que la importancia del ocio ha estado en aumento en los últimos diez años y ahora se mantiene en un lugar muy alto, que es el registrado desde el año 2000 en adelante. Este tipo de valoración se da casi por igual entre la población general y los jóvenes; según un reciente estudio, el 75% de la población general valora el tiempo libre con una puntuación de siete puntos o más, mientras que entre los jóvenes de 18 a 25 años es el 78% el que coincide en esta puntuación (CIS, Barómetro de abril de 2009). En consecuencia, no resulta extraño el dato de que casi la mitad de los jóvenes opine que ellos y sus padres piensan de forma parecida a ellos sobre las cuestiones de ocio y tiempo libre (49,5%). Esta opinión de los jóvenes se da algo más entre las mujeres que entre los hombres, y los datos objetivos parecen desmentir la idea bastante extendida de que jóvenes y adultos tengan visiones muy diferentes en estos aspectos de la vida.
La importancia del ocio se ha mantenido alta, pero el consumo en algunos ámbitos ha tendido a bajar debido a la crisis económica y el alto grado de endeudamiento de los hogares, mientras que en otros se mantiene constante o incluso aumenta. En una sociedad marcadamente individualista, como la nuestra, el ocio en gran medida depende más de “consumir cosas”, que de “hacer cosas”; y no es un consumo cualquiera, sino un consumo importante para configurar el estatus social del joven y sus relaciones con el grupo de pares. En este marco de consumos, los medios de comunicación audiovisuales –tv, radio e internet- son “consumidos” también por los jóvenes, como también lo es la música y el cine o seriales, ya sea por medios lícitos (compra de copias originales) o ilícitos (descarga por internet o copia ilegal).
El equipamiento audiovisual de los hogares hoy en día es casi omnipresente, pero esto no impide la necesidad de contacto con los amigos y la vida fuera de casa, tan importante en la etapa juvenil de identificación con un grupo y de formación de la identidad social, por eso no parece muy probable que la tecnología sea la principal causante de esa “soledad interactiva” de la que se oye hablar. En general es más frecuente que las relaciones virtuales sean más un complemento o extensión de los encuentros reales, cuyos horizontes tratan de extender, que una amenaza o sustituto de las relaciones personales. En particular hay estudios que indican que los individuos mejor equipados con las nuevas tecnologías no son los que menos salen y menos mundo conocen. Sin embargo, el debilitamiento de las relaciones de vecindad, el alejamiento de las principales instituciones, la escasa participación en asociaciones que se detecta entre los jóvenes puede estar más relacionado con el espíritu de individualismo extremado que se respira en nuestras sociedades y la reorientación que se da en ciertos valores, cuando priman la satisfacción personal, el éxito individual, el consumismo, por encima del altruismo, el compromiso solidario o la anteposición de los fines comunitarios a los personales. Si bien no es del todo falso que exista un enclaustramiento doméstico amenizado por las tecnologías de la imagen, el sonido, la informática y las redes, éste parece afectar más a los jóvenes que viven en los contextos familiares con mayor pobreza, con más problemas de exclusión y vulnerabilidad social, así como entre aquellos con más desatención familiar y los que tienen padres con menor capacidad educativa.
 

  1. Perfiles juveniles en relación a las actividades, prácticas y gustos en el ocio

En los últimos diez años se viene observando que la actividad favorita para los jóvenes es escuchar música, casi la totalidad de los jóvenes sitúa esta actividad entre las practicadas habitualmente (95,6%), siendo la segunda más popular ver la televisión (93,1%), ambas mantienen un margen porcentaje similar de jóvenes que lo hacen habitualmente en años anteriores (Tabla 3). La música está relacionada con diferentes funciones y significados entre los jóvenes, pues es un objeto de consumo que homogeneiza diferencias y nivela, anulando fronteras sociales y territoriales, siendo a la vez un elemento que aporta referentes para la identificación y construcción personal, llegando incluso a actuar como vínculo de expresión, contestación y protesta.
Asimismo se mantienen bastante constantes los gustos y las prácticas relacionada con la vida social o de puertas afuera, como ir a bares y cafeterías, a discotecas o salir al cine (Tabla 3). Estas actividades son muy importantes para la mayoría de los jóvenes y no parece que las hagan menos por la crisis, como ya se dijo antes, sino que probablemente prefieran limitar otros gastos para no dejar de gastar en estas actividades, o también hacerlas dedicando un menor gasto en las mismas.
 
Tabla 3
Actividades practicadas habitualmente: resultados 1999-2009 (porcentajes)

1999 2004 2009
Escuchar música (en 1999 “escuchar cintas, compact disc”) 95 97 95,6
Ver la televisión 92 94 93,1
Ir a bares, cafeterías 89 90 90,1
Ir al cine 86 87 86,2
Oír la radio 90 87 80,6
Ir a discotecas 77 76 76,4
Ir de tiendas (en 2004 “salir de compras”) 81 71,3
Leer libros 67 65 69,7
Jugar con el ordenador, Playstation, Gameboy…
(videojuegos)

 
58 68,8
Hacer deporte 70 64 66,2
Visitar museos, exposiciones 43 34 35,8
TOTAL: 3.853 3.979 3.487

Fuente: Jóvenes españoles 2010, FSM.
Se ha dado en los últimos años un aumento muy significativo en la práctica del juego con ordenadores y plataformas de juegos electrónicos como Playstation, PSP, Xbox y W, que afecta más al sector masculino pero que cada vez incluye a más jugadores de ambos sexos. Este incremento es coherente con el crecimiento de este sector de mercado en los últimos años, aún con el efecto de la disminución de poder adquisitivo de las familias y descenso del consumo debidos al clima de crisis y recesión económica. Sin embargo, como claro efecto del menor poder adquisitivo sufrido, la frecuencia con la que los jóvenes optan por salir de compras e “ir de tiendas” desciende sensiblemente ya que se recoge un 10% menos de respuestas que hace cinco años.
Ha repuntado algo la práctica de deporte, que había descendido mucho entre los años 1999 y 2004, pues ahora dos de cada tres jóvenes dice practicar habitualmente algún deporte, aunque siendo una cifra tan alta hay que pensar que para algunos –los de menor edad- puede que no sea deporte practican en su tiempo libre sino que estén pensando en el deporte que practican en los centros educativos. En cualquier caso, éste es un dato positivo en tanto que la práctica regular de un deporte, según prueban todos los estudios realizados, es un pilar importante en la salud física y el bienestar psicológico tanto en la etapa juvenil como en la vida adulta.
Hay un aumento de la proporción de jóvenes lectores, ya que en este caso se supera la registrada hace diez años; casi el 70% de los jóvenes españoles dice leer libros habitualmente (Tabla 4). Este porcentaje puede estar inflado en cierta medida debido a que los jóvenes estén contando libros leídos como parte de cursos y el estudio por encargo de sus profesores, sin distinguirlos de aquellos leídos voluntariamente como parte de su ocio. Se ha señalado en estudios especializados sobre hábitos de lectura de adolescentes y jóvenes que es preciso distinguir la lectura de tipo recreativo de la lectura de tipo académico pues demandan un tipo de atención e intereses distintos. La lectura recreativa incluiría no sólo los libros, sino un amplio espectro que iría desde los cómics y revistas hasta los otros formatos de tipo multimedia en los que también se presentan los contenidos escritos (programas para el ordenador, contenidos en Internet, libros digitales, etc.). Específicamente en la lectura de libros, se observa que aún aumenta ligeramente el porcentaje de lectores cuando se incluye a los que han leído algún libro en el último año aunque no sean lectores habituales (71,6% en el estudio actual de SM). Si tomamos la referencia del número de libros leídos en el último año vemos que un tercio de los jóvenes y adolescentes lee libros con regularidad (el 30,1% del total leyó cuatro libros o más) mientras que para algo más del 42% la lectura no es algo tan habitual pues leyeron entre uno y tres libros en el año.
 
Tabla 4
Hábitos de lectura juvenil: comparación de diferentes años (%)

1999 2004 2009
Lee habitualmente en su tiempo libre y de ocio
 
 
67
 
65
 
69,7
Lee algún libro (aunque no sea lector habitual) 76,1* 67,8** 71,6
Lee 4 ó más libros en el año *** *** 30,1

Fuente: Jóvenes españoles 2010, FSM.
 
(*) CIS 1998, Encuesta sobre Tiempo Libre y Hábitos de lectura (sin filtrar el dato sólo para jóvenes). Estudio 2280.
(**) CIS, Sondeo sobre la Juventud española 2004 (jóvenes de 15 a 29 años).
(***) Las encuestas sobre Tiempo Libre y Hábitos de lectura del CIS (1998 y 2003) no recogen el número de libros leído por persona y año.
 
Se observa que leen más las mujeres que los varones, ya que es significativamente menor el porcentaje de varones que no lee ningún libro que el de mujeres (33,5% y 21,5% respectivamente) y también es significativa la diferencia entre los que leen más, ya que leen entre cuatro y siete libros al año el 23,9% de las féminas por el 17,1% en varones. Esta tendencia a favor del hábito de lectura entre las mujeres en España no es exclusivamente juvenil, pues se ha observando también entre la población general de todas las edades en otras encuestas realizadas.
Entrando en el análisis de los perfiles juveniles según tendencias de actividades preferidas, hay tres actividades claramente masculinas y asociadas significativamente a los jóvenes de 15 a 17 años, y son la asistencia a espectáculos deportivos, la práctica de deporte y el uso de juegos de ordenador y otros videojuegos. Por su parte, los varones de 18 a 20 años y la féminas de 15 a 17 se acercan bastante a las tendencias medias, las más generalizadas entre el conjunto de jóvenes, como por ejemplo ver televisión y escuchar música, distinguiéndose en cambio por gustarles más que al resto los juegos de mesa y cartas a los chicos, y ellas a la lectura, tocar un instrumento musical, pintar o escribir, u otras actividades artísticas. Hay todo un conjunto de actividades, entre las que están salir con los amigos, escuchar música y cuidar de animales o mascotas, que son tan masculinas como femeninas para este grupo de edad.
Se observa otro conjunto de actividades al que se aproximan tanto varones como féminas, si bien con perfiles de edad distintas. Se trata del conjunto compuesto por escuchar radio, salir a bares, pubs o cafés, ir a discotecas, teatro o conciertos y viajar; las jóvenes de 18 a 20 y los varones de 21 a 24 años se muestran más afines a estas actividades que cualquier otro grupo de edad, sin que ninguna de estas actividades resulte significativamente más masculina o femenina. Esta diferencia de edad con respecto las actividades descritas puede responder a la diferente maduración biológica y psicológica que tienen varones y féminas, y estaría indicando que lo que más gusta hacer a las chicas de 18 a 20 años coincide con lo que prefieren los varones de 21 a 24 que, por lo general, no se definen con tanta claridad en esta dirección antes de los 20 años. En cambio, la actividad definida como “salir de tiendas”, que incluye no sólo ir de compras sino también a ver escaparates y tiendas, se perfila como más femenina que masculina y las jóvenes de 18 a 20 están algo más próximas que las que le siguen en edad a tal práctica, aunque por una pequeña distancia. En un sentido similar, y en consonancia con la mayor práctica de actividades de tipo artístico y creativo manifestado por las jóvenes de menor edad, la práctica de asistir a museos o exposiciones es más afín al perfil de una joven de 21 a 24 años, jóvenes éstas que también están más próximas a preferir salir con su pareja habitualmente (81,3%), como también lo estarían los varones de la misma edad (79,9%).
Estos son algunos de los rasgos que distinguen y acercan a los jóvenes españoles de ahora, entre sí y respecto a los que les precedieron, en cuanto a algunas de sus preferencias y actividades en estos dos amplios espacios de realización personal y social que se han abordado. No se trataron aquí muchas otras cuestiones importantes, por razón de espacio y formato, como por ejemplo la utilización de los medios de comunicación e internet, que es sin duda otro ámbito muy importante para ellos y ha sido tratado ampliamente en el informe Jovenes españoles 2010.
 

José Antonio López Ruiz

Juan María González-Anleo Sánchez

 
SLOTERDIJK, P. (1993): En el mismo barco, Madrid, Siruela, 2008.
RIVERO, A. (2000): “Ciudadanos, Repúblicas, Estados y Cosmópolis: algunos temas de la teoría política contemporanea”, en Reista Española de Ciencia Política, nº 3, oct. 2000, p. 151-158.
Según los datos del Informe Juventud en España 2008, el 60,6% de los jóvenes considera que las nuevas tecnologías “facilitan que los ciudadanos puedan contar sus ideas a los políticos”, el 61,3% que sirvan para “ampliar la participación de la gente en la toma de decisiones” y el 76,1% que faciliten “comunicarnos con personas que defienden ideas similares a las nuestras”. FUNES, M. J. (2008): Cultura, política y sociedad, en INJUVE: Juventud en España 2008, Madrid, INJUVE, Tomo 4.
GIL CALVO, E. (2007): “La deslocalización de la protesta juvenil”, en Revista de Estudios de Juventud, nº 76, p. 147-161.
CAMPS, V. (1999): Paradojas del individualismo, Barcelona, Crítica ed.
GONZÁLEZ-ANLEO, J.M. (2006): “Relaciones e Integración” en Jóvenes Españoles 2005, Madrid, Fundación SM.
BAUMAN, Z. (2000): Modernidad líquida, Buenos Aires, Fondo de cultura económica, 2007.
La pregunta del Barómetro del CIS es algo diferente a la del cuestionario del estudio de FSM, no obstante ambas son comparables. La pregunta del Barómetro pide que valore en una escala del uno al diez la importancia del tiempo libre, para comparar se ha considerado equivalente a “Bastante o Muy Importante” del cuestionario de FSM las puntuaciones iguales o superiores a 7 del Barómetro.
FUNES, Mª J. (2008): “Cultura, Política y Sociedad” en Juventud en España: Informe 2008. Madrid, Instituto de la Juventud.
LOVE, K. y J. HAMSTON ( 2003): «Teenage Boys’ Leisure Reading Dispositions: juggling male youth culture and family cultural capital». Educational Review 55, no. 2: 161.
LOVE, K. y J. HAMSTON ( 2003): «Teenage Boys’ Leisure Reading Dispositions: juggling male youth culture and family cultural capital». Educational Review 55, no. 2: 161.
Según la encuesta realizada por el Injuve en el 2008, el porcentaje de jóvenes que no leía ningún libro había aumentado desde el año 2004 de un 31% a un 40% indicando que había motivos para la preocupación (FUNES, 2008: 125). Sorprende una diferencia de resultados tan grande entre dicho estudio y el de la Fundación Santa María, por lo que es recomendable observar la evolución y contrastar con otras fuentes en el futuro.