El 28 de junio de 2003, Juan Pablo II firmaba la Exhortación Apostólica Postsinodal Ecclesia in Europafruto del II Sínodo de los obispos de Europa celebrado del 1 al 23 de febrero de 1999. El subtítulo del documento, “Sobre Jesucristo vivo en su Iglesia y fuente de esperanza para Europa”, nos ayuda a entender la aportación de la Iglesia como respuesta innegable a la situación de Europa al final del siglo pasado y en el inicio del siglo XXI.
Como quiera que nuestro propósito no es ahora descubrir un documento olvidado, si no desconocido para muchos, sino resaltar algún aspecto referente a los agentes de pastoral, arrancamos con una lectura de los signos de esperanza que el Sinodo descubría en la realidad de nuestra Europa. No copiamos el texto completo. Nos conformamos con hacer un pequeño apunte sobre cada uno de los puntos (Cfr.Ecclesia in Europa, 13 a 17)
Los Padres sinodales han especificado y subrayado los siguientes signos de la influencia del Evangelio de Cristo en la sociedad europea:

• La recuperación de la libertad de la Iglesia en Europa del Este.
• La creciente toma de conciencia de la misión propia de todos los bautizados.
• La creciente apertura recíproca de los pueblos,
• La reconciliación entre naciones durante largo tiempo hostiles y enemigas.
• La ampliación progresiva del proceso unitario a los países del Este europeo.
• Las colaboraciones e intercambios de todo tipo que generan una cultura, más aún, una conciencia europea.
• El hecho de que todo este proceso se realiza según métodos democráticos, de manera pacífica y con un espíritu de libertad.
• Los mayores niveles de respeto de los derechos humanos.
• El crecimiento del respeto al derecho y a la calidad de la vida.

Además y apuntando a un enfoque hacia la vida interna de la iglesia, destacan también:

• Los numerosos testigos de la fe cristiana que ha habido en el último siglo, en el Este, en el Oeste y en diversas confesiones cristianas.
• La santidad de tantos hombres y mujeres de nuestro tiempo. En la vida familiar, profesional y social
• Un Evangelio que sigue dando sus frutos en las comunidades parroquiales, en las personas consagradas, en las asociaciones de laicos, en los grupos de oración y apostolado, en muchas comunidades juveniles, y también en la presencia y difusión de nuevos movimientos y realidades eclesiales.
• La labor innegable de la parroquia, que ofrece a los fieles un espacio para el ejercicio efectivo de la vida cristiana y de auténtica humanización y socialización.
• La presencia y acción de muchas asociaciones y organizaciones apostólicas y, en particular, de la acción católica.
• Los nuevos movimientos y las nuevas comunidades eclesiales.
• Los progresos logrados por el camino ecuménico siguiendo las directrices de la verdad, la caridad y la reconciliación.

 Ángel Miranda

• ¿Tenemos motivos para la esperanza de nuestra labor educativa y pastoral?
• Esas esperanzas, ¿tienen eco y repercusión en la vida de los jóvenes de nuestros ambientes?
• ¿Cómo podemos proyectar estas esperanzas en respuesta a las expectativas e intereses de los jóvenes?