- Sueño con una Nabidad en la que los Reyes Magos se despisten, se les haga tarde o se les “estropeen” los camellos y no encuentren ningún centro comercial abierto.
- Sueño con una Nabidad en la que tantísimas madres “del niño. Dios” no tengan a sus hijos en un pesebre, en una zona de refugiados, en una patera o en un hogar de protección.
- Sueño con una Nabidad en la que “los pastores de hoy” dejemos a un lado nuestra apretadísima agenda y corramos al encuentro del Salvador.
- Sueño con una Nabidad en la que haya verdaderos problemas a la hora de organizar el Nacimiento, por la gran afluencia de ángeles, anunciadores de la Gran Noticia, proclamadores de las grandes noticias de cada día.
- Sueño con una Nabidad en la que todos los televisores del mundo “se hagan añicos” y el niño Dios se lleve el ranking de audiencia.
- Sueño con una Nabidad en la que “la extraordinaria” llegue a todos…: la extraordinaria noticia de un Dios que se hace niño, se hace (no busquemos más regalos) como tú y como yo.
- Sueño con una Nabidad en la que tantos “niños. Dios” como existen en nuestro mundo despierten nuestros corazones (aunque sea a las tantas de la madrugada) porque lloran, porque tienen hambre, porque se encuentran solos, porque están enfermos…
- Sueño con una Nabidad en la que todos, sin necesidad de traje y de corbata y de “un buen bolsillo” entremos gratuitamente al cotillón por excelencia, al Cotillón del Nacimiento de Dios.
- Sueño con una Nabidad, la de este año, la del 2006, en la que “el gordo” (que nos toca todos los años) lo dediquemos a “adecentar” nuestro corazón, ¡que falta hace!
- Sueño con una Nabidad en la que tú, querido amigo, además de ponerme un 0 en ortografía, te “marques un 10” en Humanidad (Dios se hace hombre).
Me imagino que después de corregir el texto te sobren muchas “b.” ¡No las tires! Pueden servir…
Te invito a que en estas Navidades las utilices para construir belenes: un belén en tu hogar, un belén en tu trabajo, un belén en tu lugar de marcha… Incluso, si te atreves, este año puedes montar un gran belén en tu corazón, en tu vida…, de “esos” que no hace falta recoger al final de las fiestas.
José María Escudero