¿Útil para educar? Cómo usar hoy la Biblia en la escuela

1 enero 2007

Ángel Ayala Guijarro
 

Toda Escritura ha sido inspirada por Dios

y  es útil para enseñar y educar en la rectitud,

a fin de que el hombre esté preparado para hacer el bien.

(2 Tm 3, 16)

 

  1. ¿Qué escuela? ¡Qué jóvenes!

 
Los meses de septiembre y octubre marcan el inicio de actividades: la escuela y la catequesis parroquial calientan motores, es momento para regresar al gimnasio después de los excesos veraniegos, para apuntarse a algún curso… tiempo de comienzos y buenos propósitos. También las cadenas televisivas revisan sus parrillas y buscan sorprendernos con nuevos contenidos de plena actualidad: una de las principales estrena magazine de noticias y actualidad en franja Prime Time. Su objetivo: bucear en la realidad del momento para ofrecer un producto de interés general. En el despiece del estreno casos de corrupción política, rescates y persecuciones sorprendentes, algo de famoseo y … reportaje sobre el acoso escolar.
Las imágenes de la agresión a un menor por parte de sus compañeros se mezclan con acierto con algunos titulares periodísticos recogidos en las últimas semanas logrando un resultado efectista con apariencia de realidad. ¿Resultado?: el panorama que se dibuja en torno a la realidad de jóvenes y adolescentes en nuestro país aparece subrayado con los trazos del desencanto, la agresividad y la confrontación, al que debemos sumar el elevado porcentaje de fracaso escolar que arrojan las cifras manejadas por estudios recientes, para obtener un saldo desesperanzador y preocupante.
Quizás muchos de estos datos sólo consiguen crear alarma social, y se corresponden  poco con la realidad que manejamos a diario en las aulas; y sin embargo, no podemos negar la carga de pasividad y desinterés que parecen arrastrar los alumnos que tenemos delante. Preguntarse por las causas es comenzar a apuntar soluciones: crisis en la institución familiar que reclama una atención individualizada a cada caso, incremento de alumnado con NEE que invita a poner en marcha estrategias innovadoras de enseñanza/aprendizaje, presencia de colectivos inmigrantes que replantean la organización y utilización de recursos docentes en los centros…
Cambios y situaciones que afectan directamente a una propuesta educativa inspirada en los valores del Evangelio de Jesús, a la pastoral escolar y a la educación para la solidaridad realizada en y desde las estructuras escolares. Basta con echar un vistazo a los números y “echar cuentas”: el número de alumnos/as implicados en actividades pastorales y de solidaridad ha descendido considerablemente en los últimos años, la invitación que antaño atraía y cuestionaba a adolescentes y jóvenes, hoy pasa poco menos que desapercibida y roza levemente la superficie de la vida de los alumnos, que en ocasiones ni siquiera logran descodificar el mensaje emitido, hacia una respuesta que parece aquí también, desesperanzadora y preocupante.
Situación que trae de cabeza a más de un/una  responsable de pastoral, director/a de centro o equipo directivo: ¿Qué hacer? ¿Cómo proponer? ¿Cómo organizar los recursos y plantear las actividades?… al fin, ¿Quéhacer para que nuestra oferta educativa consiga inspirarnos y sea útil?
 

  1. ¿Qué Biblia?

 
La advertencia de Jesús al viejo Nicodemo (Jn. 3, 3-4), el hilo argumental de la conversación y el contexto en el que se desenvuelve (noche, clandestinidad, sorpresa) pueden servirnos de espejo en el intento por buscar caminos nuevos que inspiren y actualicen nuestra propuesta educativa.
Al igual que este discípulo secreto  los educadores vamos buscando, en muchas ocasiones, respuestas instantáneas y de fácil ejecución que nos aseguren el éxito docente, que si además van tocadas de un álitoespiritual, nos solucionan la papeleta de un modo admirable. Las circunstancias de Nicodemo no son tan distintas a las nuestras: la oscuridad le impide ver y comprender con claridad las palabras del Maestro; pero es sobre todo su prisa y la impaciencia por obtener la receta de la felicidad lo que le incapacita para entrar en la órbita del deseo de Jesús: más allá del hacer eficiente existe una lógica alternativa: la de quienes se sitúan en el centro de las preferencias de Dios desde la simplicicidad, el asombro y la obediencia.
Simplicidad que poco tiene que ver con planificación desmadejada y desidia, aunque podamos confundirlas fácilmente. Simplicidad que va de la mano de una adecuada y sólida preparación de  educadores y agentes de pastoral, y que se entiende bien con programaciones de calidad, con objetivos y estrategias. Que sabe optimizar recursos sin derrocharlos, pero con la suficiente magnanimidad como para poner todo al alcance de todos. Simplicidad que se expresa y es capaz de emitir en frecuencias cercanas y accesibles a los destinatarios, con la flexibilidad y humildad suficientes para reconocer que si algo (expresiones, prácticas, o costumbres)  no sirve, mejor es dejarlo a un lado.
Asombro, ¿asombro?, ¡asombro! Quizás sea éste el gancho perdido de nuestras propuestas, y no sólo porque hayamos ralentizado nuestra capacidad personal de sorpresa, sino, sobre todo, porque la realidad en la que estamos inmersos nos ha  obligado a creer que no existe. El asombro es magia y encanto, y por ello es condición de posibilidad para una educación en valores, con sentido e integral. El asombro es el arma de que se sirve la publicidad para atraer hacia su escuela a todos aquellos que nosotros retenemos casi a la fuerza con nuestras explicaciones. El asombro es lo que enciende en ellos y ellas la chispa por la que se creen capaces de cualquier cosa, y aunque alguien haya afirmado que nuestros preadolescentes “han matado el asombro con una sobredosis de apatía”, basta con escucharles diez minutos para confirmar que no es así, y que quizás sólo estamos ante un problema para sintonizar frecuencias. En el asombro reside la fuerza para hacer de la educación esa fragua de utopías que han marcado su tarea desde los inicios.
Y al fin la obediencia, que tan mal suena a los oídos posmodernos. Obediencia para reconocer que el esfuerzo no es sólo nuestro, y que el éxito tampoco depende de nosotros. Que una vez más, hemos hecho lo que teníamos que hacer, y sólo resta esperar a que la semilla dé el fruto que, sin duda, otros recogerán a su tiempo.
La Palabra de Dios, con su carga de asombro, de magia, y de escucha obediente   nos sitúa de nuevo en el origen de la actividad educativa: un juego extraño en el que perder o ganar tienen más que ver con dar a luz oeducir, con  un camino acompañado a través de desiertos o una lucha hasta el amanecer, que no persigue sino la bendición y la felicidad de nuestros denodados adversarios.
La Biblia se convierte así en instrumento educativo útil, no tanto por la posibilidad de “dar respuestas seguras”, que a más de uno se le antojarían trasnochadas y fundamentalistas, sino en su capacidad por despertar preguntas, iluminar búsquedas, sugerir interrogantes y plantear opciones de vida buena para quien se arriesga a acercarse a ella.
 

  1. Saber usar lo nuevo y lo antiguo

 
La Biblia bien puede compararse con ese arcón, que a modo de cajón de sastre recoge cientos de historias de vida, en las que sentimos palpitar el interior del ser humano: envidias, amores, solidaridad,… con el sabor de un proyecto compartido; como lo es el del pueblo de Israel, que aprende a nombrarse en camino, camino del que irán naciendo, decantados por la historia, los distintos libros del Antiguo Testamento. Camino de Jesús con sus discípulos, y de los primeros grupos de seguidores, que en cartas y relatos nos legarán lo fundamental de su experiencia.
Por esto la Biblia es capaz de hablar hoy a niños y jóvenes, acompañando desde dentro procesos educativos, de crecimiento y maduración personal: sus deseos no difieren tanto de los de aquellos primeros creyentes, hombres y mujeres deseosos de conocer y contemplar a un Dios que se hace presente en sus vidas, que se preguntan por el sentido de su existencia, que la afrontan contando y cantando lo que les acontece en el vivir cotidiano.
Quien se arriesga a educar con la Biblia se hace maestro en cuanto que busca  herramientas y sabe ofrecer alternativas para que sean ellos y ellas quienes vayan reconociéndose en las historias de los hombres y mujeres dela Escritura. Le corresponde aunar experiencia y novedad, mezclarlas con arte para que el Dios que desde el principio ha querido hacerse Palabra comprensible, se muestre y se comunique también con los niños y los jóvenes de hoy. Sirvan para ello algunas pistas de trabajo con la Biblia en las diferentes edades y etapas de itinerario escolar:
 

       Un Dios en imágenes

Los primeros años de la vida (0-6) están marcados por la significatividad de lo recibido ya que en estas edades, los alumnos se muestran especialmente receptivos a cuanto se les muestra. La brevedad del discurso y una supervaloración de lo táctil y lo visual se convierten en claves de aprendizaje para la educación infantil.
De ahí  que el acercamiento inicial a la Biblia haya de hacerse partiendo de realidades concretas que puedan ser percibidas por los alumnos a través de la vista y el tacto, para ello:
–          Las imágenes pueden narrar: el dibujo, los títeres o ilustraciones sencillas sirven de soporte a las narraciones. Más allá de palabras o tramas narrativas el niño se identifica con personajes a los que asocia contenidos: la Biblia es un gran escenario por el que desfilan personajes concretos que ellos aprenden a nombrar y sienten cercanos.
–          El criterio: optar por lo concreto. Los personajes. Como si se tratase de un juego de figura/fondo, los más pequeños aíslan personalidades a las que asocian  determinadas actitudes o comportamientos, de ahí que podamos apoyarnos en la fuerza de los personajes bíblicos para ofrecer modelos de identificación y aprendizaje. El método globalizado que agrupa los conocimientos por áreas de interés ofrece los criterios de selección de personajes: aquellos más cercanos a la experiencia de los alumnos (Jesús y su familia, que interactúan en un medio concreto: la casa y el pueblo de Nazaret).
–          Este Dios que se hace presente a través de imágenes concretas, transmite también una determinada imagen de Dios, de ahí que el/la educador/a haya de prestar una atención particular a la idea/imagen de Dios que refleja el relato o el núcleo temático que intenta trabajar. Jesús, imagen privilegiada de Dios, es el objetivo del trabajo bíblico en esta etapa: las narraciones de la infancia, de la familia, o las acciones de Jesús aportan la base sobre la que construir en ciclos posteriores.
Atreverse con… cualquiera de los recursos que ofrece la etapa y ponerlos al servicio del conocimiento de Jesús: desde un rincón específico en el aula al que podemos llamar el rincón de Jesús en el que utilizar distintas láminas a lo largo del año litúrgico, o en el que ir depositando objetos que nos recuerden a Jesús, hasta el tiempo dedicado apsicomotricidad en el que reproducir alguno de los gestos y las posturas que aparecen en el relato, pasando por las fichas de dibujo o la plastilina, con la que modelar a los miembros de la familia de Jesús… Los disfraces o las marionetas pueden ayudar a la hora de escenificar los pasajes, sobre todo en los años finales de la etapa.
 

       Un Dios en historias

En la etapa de Educación Primaria (7-12 años) se estructuran los grandes ejes del conocimiento, que permitirán a los alumnos desarrollar capacidades y estrategias de aprendizaje sobre las que elaborar, ya en la educación secundaria, una síntesis personal de lo estudiado.
El vehículo fundamental de conocimiento que posibilita que los alumnos vayan, poco a poco, abriéndose y tomando conciencia de la realidad es la narración: el desarrollo de su capacidad lectora y los primeros ejercicios de redacción, les abren al mundo de la palabra escrita, y a la realidad del libro como instrumento transmisor de historias. Es una etapa propia para acercarles a la Biblia:
–          Como a un gran libro de historias, y suscitar en ellos el gusto por la lectura de estos relatos antiguos pero llenos de acción y poblados de personajes singulares. En contacto con  las historias bíblicas se enriquece el vocabulario, se aprenden usos, oficios y costumbres de la antigüedad, el horizonte se ensancha y da cabida a personas y culturas diferentes a la propia… las historias de la Biblia son también fuente de conocimiento y escuela de tolerancia.
–          El  mundo mágico y fantástico que viven en estos años constituye un terreno abonado para escuchar y disfrutar con las narraciones de las grandes gestas bíblicas. Es el momento de presentar las historias de los patriarcas, la aventura del Éxodo, o las fascinantes figuras de los profetas. Sin olvidar que sus conocimientos son también limitados, y que no será hasta la etapa siguiente cuando oigan hablar de géneros literarios, la educación primaria es tiempo para rescatar, contar y leer las historias de Dios en la vida y la experiencia de los grandes creyentes.
–          No evitar lo contradictorio que se oculta tras alguno de los relatos, sobre todo aquellos que hablan de laspreferencias de Dios, más aún en la crisis de magia-realismo que caracteriza el final de la etapa (10-12 años). Es el momento para volver la mirada sobre Jesús, sus acciones y sus actitudes: desde Él, presencia concreta e histórica de Dios, podemos releer algunos de los datos veterotestamentarios trabajados en los cursos anteriores.
Atreverse con… los relatos bíblicos, y aprovechar la fuerza narrativa que desprenden. Poner al alcance de los alumnos la Biblia como libro, con narraciones adaptadas en los primeros años, y más completa según van avanzando: que se entusiasmen al leerla, les despierte curiosidad y pregunten aquello que no saben o no aciertan a comprender,  pues en el diálogo con el/la educador/a comprenderá el sentido de los relatos y aprenderá a construir conocimiento. Dad la bienvenida a las narraciones elaboradas por ellos en forma de redacción, de escrito colectivo, y así podrán aprender cómo la Biblia es también el proyecto compartido de un grupo, que consigna en ella las experiencias que va viviendo.
 

       Un Dios en preguntas

La preadolescencia es tiempo de crisis, y por tanto momento de retos que apuntan crecimiento y maduración personal. El aprendizaje se personaliza y la enseñanza se hace más difícil.
En la Secundaria (13-17 años) todo se cuestiona: la propia personalidad, las relaciones, la autoridad, también lo aprendido y lo que siempre ha sido así. En semejante seísmo también la imagen y la realidad misma de Dios se tambalea, a veces de modo irreparable,  por eso la Biblia en esta etapa puede
–          Ayudar a iluminar el conflicto interior, y también los cuestionamientos que parecen oponer lo religioso a lo científico y racional: es el momento de formularse las grandes preguntas de la existencia y explorar posibles caminos de búsqueda. Es también el momento para construir en diálogo que aclara y resitúa el modo en el que los autores bíblicos intentan dar respuesta, desde su condición de creyentes, a esos grandes interrogantes.
–          Motivar y encauzar sensibilidades y aspiraciones personales: el mundo de la Biblia es extraordinariamente rico en símbolos, expresión de sentimientos, proyectos vitales, en los que es difícil no verse reflejado. la tarea del educador tiene más que ver aquí con la del pedagogo o mistagogo, en su capacidad de acompañar y mostrar caminos de búsqueda, hasta el umbral, donde la decisión depende sólo de uno mismo.
–          Explotar la dimensión solidaria y utópica de nuestros alumnos: La Escritura  sitúa al ser humano frente a los retos de su propia identidad, llama a la construcción de estructuras de relación justas e incita a la solidaridad.La Biblia es escuela de formación, y su lectura constituye un auténtico itinerario en el esfuerzo por formar hombres y mujeres para los demás.
Atreverse con… la potencia inspiradora de la Biblia de modo que aparezca ante los adolescentes y jóvenes como ese caudal de propuestas liberadoras que reclama la vida en plenitud. Atreverse a tender puentes entre Biblia y realidad, haciendo ver  que se implican e iluminan  mutuamente: que tanto las situaciones de opresión y carestía de vida como las de construcción solidaria de un futuro común tienen también la palabra de la Biblia un referente válido.
La Palabra de Dios se convierte así en instrumento y fuente de inspiración en la tarea educativa. El ecosimple de las experiencias de los hombres y mujeres de la Escritura llega hasta nosotros con la nitidez de unas vidas que los hace contemporáneos de nuestra aventura: sus páginas nos hablan de derechos humanos, de lucha por la justicia y esfuerzos compartidos, pero también de hambre, de enfermedad o de miedo. Nos asombracomprobar el arrojo de sus protagonistas, sus decisiones, y sus hazañas tan grandes o cotidianas como pueden serlo las nuestras. Su entraña más profunda nos habla de solidaridad obediente, pronta y desinteresada, a la escucha del Dios de la vida, empeñado en entregarnos a cada momento una existencia humana recobrada.
Los relatos bíblicos aparecen ante nosotros cargados con la novedad sabia que le otorgan siglos de experiencia, y nos asombran al comprobar que su fuerza liberadora permanece intacta para aquellos que se atreven a cruzar la frontera de sus páginas en busca de un referente válido en la educación para la solidaridad. Ha llegado el tiempo de dejar a atrás los prejuicios que relegaban a la Biblia al cajón de los piadosos que citaban los versos casi de memoria, apoyando con su autoridad argumentos de diferente calado,   y reconocer en ella un armapoderosísima para la educación en valores.