Más de la mitad de las familias españolas con hijos de edades comprendidas entre los 13 y los 18 años se sienten unidas, estructuradas, dialogantes; cómodas con la distribución de los respectivos roles hogareños y con las responsabilidades que se generan dentro del núcleo familiar. El conflicto entre padres e hijos, el vacío general, la ecuación familiarepresión, prácticamente han desaparecido. Las normas familiares se han relajado bastante y la afectividad ha aumentado: los hijos se encuentran bien en sus casas, tienen sus espacios vitales trazados de manera adecuada y los padres están a gusto con sus retoños en el nido. Estas son algunas de las conclusiones del informe Valores y pautas de la interacción familiar en la adolescencia (13-18 años), patrocinado por la Fundación Santa María. (SM, 2002).
Este estudio sobre los adolescentes analiza, desde la perspectiva de los padres, los esquemas de valores de los hijos y sus comportamientos ante la familia y la sociedad.
Diálogo: Los padres, mayoritariamente, hablan con los hijos: la mayor parte (52,6%) intenta razonar con ellos cuando una norma no se cumple. Sin embargo también hay un 36,2% que les recrimina verbalmente sus acciones y actitudes. Se puede decir que el castigo físico está prácticamente erradicado de las familias españolas. Los padres que no vivieron un clima familiar represivo en su infancia son los que más interaccionan con los hijos. –
Si se produce el conflicto, sus causas habituales suelen ser: las malas contestaciones, las salidas de tono, o los tacos, las salidas y las horas de llegada a casa, la falta de colaboración en las tareas domésticas y el consumo de drogas. Lo que se relaciona directamente con los problemas que más preocupan a los padres son el consumo de sustancias tóxicas, la falta de trabajo y de oportunidades, las malas compañías y el consumo de alcohol. En último lugar preocupan a los padres los problemas de salud: el sida preocupa más en el caso de los varones y la anorexia y bulimia en el de las chicas.
Consumo: Las facilidades materiales que rodean la vida de los jóvenes contribuyen a su bienestar familiar. De hecho, el 67% de los padres cree que sus hijos tienen demasiadas cosas. De los chicos, el 49,3% tiene ordenador propio y el 33,5% posee televisión en su cuarto. En el caso de las adolescentes las proporciones se reducen un poco: el 39,9% de las chicas con ordenador y al 26,6% las jóvenes con televisor en su habitación. Este despliegue de medios, lleva al individualismo y al aislamiento. Pese a ello, la mayoría de los padres intenta enseñar pautas a los hijos para que se formen juicios críticos respecto de los elementos que pueden influirles antes de la compra. Los padres con edades comprendidas entre los 41 y los 45 años son los más convencidos de la importancia de ese proceso de concienciación de sus hijos.
Valores: La autoridad ha experimentado un considerable declive en los últimos años. El 53,5% de los padres se decanta por la libertad en la educación de los hijos, frente a sólo el 16,8%, que se sitúa más cercano a posturas de autoridad y disciplina.
El valor ético-moral de «ser honrado» es el que más preocupa transmitir a los progenitores. Le sigue un valor intelectual e instrumental: «estudiar para ser alguien importante en la vida». Este dato demuestra la gran importancia que conceden los padres al saber como valor intelectual pero desde el pragmatismo. A estos valores siguen el ser capaces de «pensar de forma autónoma» y «participar en la familia, compartiendo responsabilidades con afecto». Por último se sitúa «la lealtad». Es significativo que, en los últimos puestos de la axiología transmisible intergeneracional se sitúan los valores religiosos.
Ese bajo índice de transmisión de valores religiosos es importante, ya que refleja que los padres prefieren la autonomía, el valor de pensar por cuenta propia, al hecho de inducirles algún contenido confesional.
HERNAR L. SENOVILLA Vida Nueva, 15-06-02