-Si quieres que tus jóvenes entren “por el aro” o más bien por el corazón…,
perdónales.
-Si te ven como un ser superior, distante, inalcanzable…,
equivócate.
-Si no hacen otra cosa que hablar, incordiar y bostezar, interrumpiendo tus sabios consejos…,
escúchales.
-Si quieres que tus chicos vayan poco a poco cambiando y madurando,
gástate.
-Si, en ocasiones, piensas que estás perdiendo el tiempo y lo mejor es tirar la toalla cuanto más lejos mejor…,
reinténtalo.
-Si hacen lo correcto, aunque solo sea una parte de las cien que deberían haber hecho…,
felicítales.
-Si no hacen otra cosa que pensar en el botellón del fin de semana, en la moto que les han prometido sus padres si pasan de curso o en el chico o chica de sus amores..,
sorpréndeles.
-Si te encuentras con que tus jóvenes se han cansado de vivir, aburridos, decepcionados, acostumbrados a repostar sus vidas en los mismos surtidores de siempre, cuyas mangueras solo echan felicidad de la barata…,
ilusiónales.
-Y si haces todo esto y tus jóvenes siguen sin cambiar, armando las mismas pifias e ignorándote por completo…, entonces
quiéreles.
-Mas si el reloj y la nómina te interesan más que tus propios muchachos…, entonces
“apaga y vámonos”.
José María Escudero