{"id":10082,"date":"2003-01-01T13:45:43","date_gmt":"2003-01-01T11:45:43","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=10082"},"modified":"2003-01-01T13:45:43","modified_gmt":"2003-01-01T11:45:43","slug":"la-realidad-actual-valoracion-critica-desde-la-iglesia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/la-realidad-actual-valoracion-critica-desde-la-iglesia\/","title":{"rendered":"LA REALIDAD ACTUAL: VALORACI\u00d3N CR\u00cdTICA DESDE LA IGLESIA"},"content":{"rendered":"
Julio Andino Es como un examen de conciencia sereno y exigente en el umbral de la celebraci\u00f3n del Gran Jubileo del A\u00f1o 2000, mediante el cual los obispos reflejan su experiencia de Pastores de las distintas Iglesias particulares de Espa\u00f1a. Desde estas premisas se entienden bien las palabras del Card. Rouco Varela en el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria LXXIII, en la que se aprob\u00f3 el documento que voy a comentar: \u201c\u00bfc\u00f3mo no valorar tambi\u00e9n nuestra \u00e9poca, la que est\u00e1 desembocando en el Tercer Milenio de la Era Cristiana, como una renovada oportunidad que permite al hombre enderezar y dirigir su propia historia hacia la plenitud que Dios le traza?\u201d[6]. La \u201cmirada de fe al siglo XX\u201d de nuestros obispos se organiza en tres n\u00facleos:<\/p>\n Hay que destacar en primer lugar que la de la Iglesia es una mirada de fe[14]. Lo cual no significa un peligro para la objetividad ni un riesgo de deformaci\u00f3n. S\u00ed implica una acentuaci\u00f3n de aspectos, una insistencia en determinados elementos y situaciones, una orientaci\u00f3n espec\u00edfica que abre un horizonte iluminador y un sentido ilusionante. La posibilidad y raz\u00f3n de esto radica en una firme convicci\u00f3n: \u201cque todos los tiempos nos hablan, cada cual a su modo, del Se\u00f1or de la historia\u201d[15]. Es importante y resulta grato escuchar a la Iglesia estas palabras: \u201clas victorias del hombre son signos de la grandeza de Dios y consecuencia de su inefable designio\u201d[19]. Una afirmaci\u00f3n que, contra lo que muchos pueden pensar o decir, lejos de anular, el esfuerzo humano subrayan<\/span> sus m\u00e1ximas posibilidades; no se merma su alcance, sino que se destaca su capacidad, gratuitamente recibida, para superar lo inmediato y lo transitorio. A esto apuntan los notables logros de la humanidad en el siglo XX[20].<\/p>\n Es lo primero que destacan los obispos como valor positivo[21]. El concilio Vaticano II es en s\u00ed mismo un acontecimiento de consecuencias verdaderamente inapreciables. En la Iglesia espa\u00f1ola se celebr\u00f3, con recuerdo agradecido, el centenario de la enc\u00edclica \u201cRerum novarum\u201d de Le\u00f3n XIII. Si su publicaci\u00f3n fue un hito en la historia de la Iglesia universal, su centenario fue aprovechado en Espa\u00f1a para destacar la dimensi\u00f3n social de la doctrina de la Iglesia. As\u00ed lo califican los obispos espa\u00f1oles, solidariz\u00e1ndose abierta y expresamente con el sentir tradicional de la Iglesia: \u201cla paz y la concordia entre los hombres han sido vistos siempre por la Iglesia como uno de los grandes dones del Cielo\u201d[32]. Es indudablemente otro logro. Los avances concretos son obvios: en la ciencia y en la t\u00e9cnica; en la alimentaci\u00f3n b\u00e1sica, la sanidad y la vivienda; en los transportes; en los medios de comunicaci\u00f3n y las nuevas tecnolog\u00edas; y, sobre todo, el acceso a todos los niveles de educaci\u00f3n. Estos avances han propiciado un \u201cestupendo desarrollo de las capacidades otorgadas por Dios al ser humano, creado a su imagen, para poner a su servicio las riquezas del mundo\u201d[37]. El significativo derrumbamiento del \u201cmuro de Berl\u00edn\u201d nos ha abierto puertas a una esperanza fundada de nuevas concordias. Se han distendido posiciones agresivas y hasta violentas, beneficiando un clima m\u00e1s propicio de \u201ccasa com\u00fan\u201d. \u00bfPodremos lograr efectivamente la superaci\u00f3n de enfrentamientos seculares y destructivos? Los obispos, desde la fe en el Esp\u00edritu Pacificador, se abren a la utop\u00eda de una Europa unida, \u201cconstruida sobre los cimientos de la libertad, la justicia y la solidaridad\u201d[42]. Han sido un extraordinario regalo de Dios. Al hablar, en concreto, de Juan Pablo II destacan su incansable peregrinar por todo el mundo \u201ccomo heraldo de la fe y de la esperanza\u201d[44]; su cercan\u00eda, especialmente a los j\u00f3venes; su defensa permanente de los derechos humanos; y, desde luego, sus visitas a la Iglesia en Espa\u00f1a, \u201chitos se\u00f1eros para la nueva evangelizaci\u00f3n de nuestro pueblo, confiada y vigorosa, que abre el horizonte de una nueva primavera de la Iglesia en el tercer milenio\u201d[45].<\/p>\n Los obispos, en su documento, aprovechan la cercan\u00eda del 2000 para hacerse eco de los abundantes frutos de la preparaci\u00f3n y celebraci\u00f3n del Gran Jubileo. Particularmente se refieren a la \u201cprofundizaci\u00f3n en la centralidad de Jesucristo y la orientaci\u00f3n trinitaria de la existencia cristiana, el haber vivido de modo m\u00e1s cercano y gozoso la comuni\u00f3n con toda la Iglesia y un compromiso m\u00e1s decidido de amor y servicio a los m\u00e1s pobres\u201d[46] Para la Iglesia no hay motivos de autocomplacencia, sino de acci\u00f3n de gracias al Se\u00f1or. Pero, adem\u00e1s, se siente realmente inmersa en un necesario proceso de conversi\u00f3n; necesario sobre todo porque el pecado es tambi\u00e9n una realidad presente en su seno. Confesar las propias faltas lleva a la Iglesia a afrontarlas sin miedo y con verdad. Para nuestro obispos \u201cel primer pecado de los hombres del siglo XX ha sido tal vez la autosuficiencia del \u2018tiempo moderno\u2019\u201d[48]. En estrecha relaci\u00f3n con la soberbia y la autosuficiencia considera la Iglesia un \u201csecularismo, que seca las ra\u00edces de la esperanza\u201d[53]. Las utop\u00edas terrenas sustituyen a la esperanza en la Vida eterna. Y as\u00ed nos quedamos agarrotados en \u201cun destino fr\u00e1gil y mortal\u201d[54]. De manera que se nos ciega el acceso a una plenitud que aqu\u00ed no alcanzamos. Lamentan los obispos las inauditas violencias atizadas por nacionalismos excluyentes e ideolog\u00edas totalitarias. No faltaron destrucciones de pueblos enteros, razas, grupos sociales y religiosos… abdicando de ra\u00edz \u201cdel m\u00e1s m\u00ednimo respeto al ser humano\u201d[57] Hacemos compatible el m\u00e1s avanzado \u2018desarrollo\u2019 con \u201cla miseria m\u00e1s repulsiva y letal de poblaciones enteras\u201d[60]. Esto obedece a que nos hemos fabricado estructuras de pecado. \u00bfC\u00f3mo podemos consumir hasta el capricho cuando se est\u00e1n muriendo de hambre millones de seres humanos? Es otra terrible estructura de pecado[62]. Hay \u201cadultos\u201d que se sienten autorizados a disponer de la vida humana, pensando que con ello van a solucionar algunos problemas. As\u00ed llegan a tolerar el homicidio, en determinadas circunstancias; e incluso defienden que ha de ser \u201cregulado por el estado como un supuesto derecho de los individuos que deber\u00eda ser reconocido. Es el caso del crimen del aborto y tambi\u00e9n de la eutanasia\u201d[63]. La Iglesia aprecia especialmente el bien inestimable que representa la familia para todos los seres humanos. Pues bien, entiende que, en este momento, \u201cel individualismo y el colectivismo, extremismos ideol\u00f3gicos sufridos por el siglo que termina, han atenazado a la familia dificultando notablemente su desarrollo equilibrado\u201d[66] La Iglesia sigue proclamando: \u201c\u00a1Ahora es tiempo favorable, ahora es d\u00eda de salvaci\u00f3n!\u201d (2 Cor 6, 2). Por eso, \u201capoyados en esta mirada confiada de fe a los signos de los tiempos, reconocemos la mano generosa de Dios en tantos beneficios recibidos y no nos dejamos arrebatar la esperanza por tantos pecados cometidos. No confiamos ilusamente en los poderes humanos, pero tampoco desconfiamos de las capacidades del hombre para el bien y para la vida, porque Dios cumple sus promesas y es capaz de sacar bien de nuestros males\u201d[68]. As\u00ed presentan los obispos espa\u00f1oles la perspectiva de la nueva evangelizaci\u00f3n que ha de emprender la Iglesia con nuevas energ\u00edas y carismas: movimientos apost\u00f3licos, parroquias, la vida religiosa… Julio Andino \u00a0 \u00a0 Julio Andino, Doctor en Teolog\u00eda. Responsable de la Pastoral Universitaria de la Di\u00f3cesis de Tuy-Vigo. \u00a0 S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El documento de la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola: \u201cLa fidelidad de Dios dura siempre. 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\n\u00a0<\/strong>
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\nJulio Andino, Doctor en Teolog\u00eda. Responsable de la Pastoral Universitaria de la
\nDi\u00f3cesis de Tuy-Vigo.
\n\u00a0<\/strong>
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nEl documento de la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola: \u201cLa fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX\u201d (26 de noviembre de 1999) sirve de pauta al autor para una valoraci\u00f3n de la realidad con una gran carga de esperanza. El objetivo se orienta a la maduraci\u00f3n de la fe y a la positiva transformaci\u00f3n del mundo, descatando su dimensi\u00f3n pastoral. El don de la fe, el Concilio Vaticano II, la Doctrina Social de la Iglesia, la paz real, el desarrollo econ\u00f3mico y social y la esperanza de una Europa unida, son realidades positivas en la visi\u00f3n de la Iglesia sobre nuestro mundo actual. Por el contrario, la autosuficiencia, el secularismo, la violencia, las estructuras de pecado, la cultura de la muerte y la dif\u00edcil situaci\u00f3n de la familia son realidades que la Iglesia denuncia. Esta realidad siempre es le\u00edda por la Iglesia con una esperanza activa en un Dios que cumple sus promesas y es capaz de sacar bien de nuestros males.
\n
\n
\nEntiendo por valoraci\u00f3n cr\u00edtica de la realidad el aprecio de sus valores positivos y el discernimiento de sus elementos negativos. Claro que esto se hace siempre en referencia a determinados criterios y en los par\u00e1metros de determinadas perspectivas. Este art\u00edculo se centra en esta pregunta: \u00bfc\u00f3mo se sit\u00faa la Iglesia ante la realidad? \u00bfDe qu\u00e9 forma ejerce su \u201cconciencia cr\u00edtica\u201d \u00bf \u00bfQu\u00e9 eco recibe?
\nAunque son innumerables los textos a los que podr\u00edamos recurrir, he preferido centrarme en un documento-s\u00edntesis aprobado por la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola: \u201cLa fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX\u201d (26 de noviembre de 1999)
\nHar\u00e9 una lectura desapasionada de su an\u00e1lisis que conserva su vigencia[1].<\/p>\nEl documento<\/h3>\n
\nLa clave del documento se la brinda Juan Pablo II: \u201cla mirada de fe a este siglo nuestro, buscando en \u00e9l aquello que da testimonio no s\u00f3lo de la historia del hombre, sino tambi\u00e9n de la intervenci\u00f3n divina en las vicisitudes humanas\u201d[2].
\nEs decir, se trata de superar claramente la perspectiva sociol\u00f3gica a partir de una invitaci\u00f3n a introducirnos \u201cen el recio lenguaje que la pedagog\u00eda divina de la salvaci\u00f3n usa para impulsar al hombre a la conversi\u00f3n y la penitencia, principio y camino de su rehabilitaci\u00f3n y condici\u00f3n para recuperar lo que con sus solas fuerzas no podr\u00eda alcanzar\u201d[3].
\nY es que la Iglesia parte de una firme convicci\u00f3n: el Hijo de Dios se ha hecho hombre para \u201cconducir a los hombres a la gloria\u201d (Heb 2, 10). Por eso, su valoraci\u00f3n de la realidad conlleva siempre una gozosa carga de esperanza. En Jes\u00fas encuentran su plenitud todas las etapas de la historia: la Iglesia \u201ccree que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se encuentra en su Se\u00f1or y Maestro\u201d[4]. El concilio Vaticano II dice que \u201cse propone juzgar bajo la luz de la fe aquellos valores que gozan hoy de la m\u00e1xima consideraci\u00f3n y ponerlos en conexi\u00f3n con su fuente divina\u201d[5]. Tales son las orientaciones que gu\u00edan a nuestros obispos en su valoraci\u00f3n de la realidad actual a lo largo del documento que comentamos…
\n <\/p>\nValoraci\u00f3n de nuestra \u00e9poca<\/h3>\n
\nLos obispos tienen presente el horizonte de la Iglesia universal. Y, adem\u00e1s, el objetivo de su valoraci\u00f3n se orienta a la maduraci\u00f3n de la fe y a la positiva transformaci\u00f3n del mundo: quieren destacar la dimensi\u00f3n pastoral. M\u00e1s concretamente, se sienten integrados en el contexto europeo; por eso, la suya es \u201cuna mirada de fe, que nos permite percibir y acoger, incluso en las contradicciones de la historia, la presencia del Esp\u00edritu de Dios que renueva la faz de la tierra\u201d[7]. La Iglesia habla y act\u00faa desde la fe y para encarnar su vivencia: \u201ccon una pr\u00f3xima y responsable cercan\u00eda a los problemas de la sociedad en la que vive y quiere servir con el testimonio del Evangelio\u201d[8].
\n
\nEstamos, pues, ante un examen de la realidad \u201cimpregnado e iluminado por las exigencias de la misi\u00f3n evangelizadora de la Iglesia\u201d[9], en la medida que la Encarnaci\u00f3n del Hijo de Dios y la salvaci\u00f3n que ofrece son \u201cel verdadero criterio para juzgar la realidad temporal y todo proyecto encaminado a hacer la vida del hombre cada vez m\u00e1s humana\u201d[10]. Porque \u201ctodo lo humano, menos el pecado, ha sido asumido por el Verbo de Dios y encuentra en \u00c9l su sentido definitivo\u201d[11].
\nLa prospectiva de la misi\u00f3n actual de la Iglesia en Espa\u00f1a se concreta en \u201cla defensa del valor trascendente de la persona humana y de todos sus derechos, as\u00ed como la promoci\u00f3n del principio del bien com\u00fan, basado en el desarrollo de la justicia social y de la solidaridad con los m\u00e1s pobres y necesitados de la sociedad\u201d[12]. Este car\u00e1cter central del ser humano es amenazado hoy \u201cpor una construcci\u00f3n del orden temporal al margen y de espaldas a Dios, y por las mismas ideolog\u00edas que sustentan visiones deshumanizantes de dicho orden temporal\u201d[13].
\nLos obispos constatan, por tanto, una realidad que urge a un esfuerzo decidido por proclamar con entusiasmo el Evangelio de la Esperanza.
\n <\/p>\nUna mirada de fe<\/h3>\n
\n
\nCon este an\u00e1lisis, los obispos desean \u201cescrutar hoy los signos de los tiempos\u201d[16]. Se proponen, pues, discernir con atenci\u00f3n la realidad actual para descubrir su significaci\u00f3n. Ponen de relieve las caracter\u00edsticas y las situaciones que, desde la lectura que hacen de la realidad espa\u00f1ola, contribuyen m\u00e1s a la identificaci\u00f3n de nuestro tiempo; para que todos podamos asumirlo como \u00e1mbito de trascendencia y de realizaci\u00f3n humana en plenitud. Y en esta referencia aprecian los valores positivos y los que son negativos para el ser humano.
\nEsta disposici\u00f3n capacita para apreciar la verdad que aflora de acontecimientos y situaciones. Una verdad dif\u00edcil de captar en su plenitud porque la historia sigue abierta, pero suficientemente elocuente como para que se nos descubran \u201cse\u00f1ales de la presencia activa de Dios en nuestra historia\u201d[17]. Se\u00f1ales de vida y de muerte, se\u00f1ales que nos interrogan sobre la evoluci\u00f3n de nuestro mundo, se\u00f1ales que frecuentemente \u201cllevan en s\u00ed la ambig\u00fcedad de las obras del ser humano\u201d[18].<\/p>\nRealidades positivas<\/h3>\n
El don de la fe<\/h3>\n
\nUna fe recibida gracias a la mediaci\u00f3n de personas cercanas, que se mantiene hoy viva y renovada en muchas personas, familias y comunidades.
\nLa situaci\u00f3n de la fe merece una triple consideraci\u00f3n:<\/p>\n\n
El bien inestimable del concilio Vaticano II<\/h3>\n
\nSu aportaci\u00f3n culmina un movimiento eclesial m\u00faltiple y fecundo: \u201cmovimientos b\u00edblico, lit\u00fargico y ecum\u00e9nico, la Acci\u00f3n Cat\u00f3lica, otros movimientos laicales y la vida cristiana seria y fiel de tantos sacerdotes, consagrados y seglares\u201d[27]. Esta culminaci\u00f3n grana concretamente en las cuatro grandes constituciones conciliares: sobre la Liturgia, la Iglesia, la Revelaci\u00f3n y la Misi\u00f3n de la Iglesia en el mundo de hoy.
\nMientras se celebraba el concilio, recuerdan los obispos, en Espa\u00f1a se hac\u00edan sentir \u201cunos planteamientos nuevos y serenos para la reorganizaci\u00f3n de la convivencia social\u201d[28].
\nPor eso, desde su propia vivencia, los obispos espa\u00f1oles reconocen abiertamente que la experiencia del concilio supuso para ellos una riqueza inestimable a nivel personal, para la renovaci\u00f3n de la Iglesia en Espa\u00f1a y para una contribuci\u00f3n efectiva a la sociedad: \u201cla vivencia y la doctrina conciliar aportaron a nuestras Iglesias el impulso y la lucidez necesarios para situarse de modo evang\u00e9lico y creativo en la coyuntura de nuestra sociedad\u201d[29].
\nAl hablar de lucidez, sugieren la referencia a su esfuerzo de profundizar, comprender y discernir la situaci\u00f3n verdaderamente compleja de la sociedad espa\u00f1ola con un objetivo muy claro: posicionarse ante ella de modo evang\u00e9lico y creativo.
\nTal es el esp\u00edritu que la Iglesia considera que da vida a sus relaciones con el mundo y, en concreto, con las autoridades civiles, en el \u00e1mbito nuevo de una libertad religiosa deseada y, por fin, reconocida.
\nDe ah\u00ed que pueda afirmarse que son las mismas perspectivas conciliares las que propician \u201cla aportaci\u00f3n de la Iglesia a la transici\u00f3n pac\u00edfica a la democracia\u201d[30] a pesar de provocar reacciones encontradas fuera y dentro de la propia Iglesia.<\/p>\nDoctrina Social de la Iglesia<\/h3>\n
\nEl movimiento surge de la implicaci\u00f3n comprometida de muchos cristianos que luchan por la dignidad de la persona humana en las din\u00e1micas cruzadas de intereses econ\u00f3mico-sociales.
\nLos obispos afrontan la situaci\u00f3n, asumiendo decididamente las orientaciones de la enc\u00edclica de Juan Pablo II \u201cCentesimus annus\u201d, conmemorativa de la de Le\u00f3n XIII. Destacan, con raz\u00f3n, la \u201chondura de unos principios, arraigados en la visi\u00f3n cristiana del ser humano, que se han mostrado capaces de resistir al paso del tiempo y a las dram\u00e1ticas ilusiones de los totalitarismos de diverso cu\u00f1o que han lacerado tantas vidas en estos a\u00f1os que terminan\u201d[31].
\nEntienden que la dignidad de la persona humana es la fuente de sus inalienables derechos sociales y pol\u00edticos. Contemplan el principio de subsidiariedad como clave para una apropiada organizaci\u00f3n de la vida social y urgen a los cristianos para que se comprometan de manera particular en el mundo laboral: la doctrina social es un servicio a la acci\u00f3n.
\nTodo ello sin descartar la participaci\u00f3n directa en organizaciones sindicales, por ejemplo, y completando la tradicional aportaci\u00f3n asistencial de la Iglesia en el campo de la ense\u00f1anza, de la sanidad, de la marginaci\u00f3n y exclusi\u00f3n, etc.<\/p>\nEl regalo magn\u00edfico de una paz real<\/h3>\n
\nPaz y concordia han sido heridas gravemente por las guerras y violencias cruentas que hemos vivido tambi\u00e9n en este siglo; aunque ya llevamos en Europa un per\u00edodo amplio de bonanza eficazmente favorecido por los organismos internacionales creados para custodiar la paz, la concordia y la positiva cooperaci\u00f3n entre los pueblos. Los obispos reconocen el bien de sus aportaciones, aunque consideran que \u201cser\u00e1 necesario avanzar en la consolidaci\u00f3n y en la eficacia de estas instituciones al servicio de la dignidad humana\u201d[33].
\nConcretamente en Espa\u00f1a, el bien de la paz parece haberse enraizado en la segunda mitad del siglo XX. Se amortiguaron muchas tensiones internas, agazapadas durante muchos a\u00f1os. Se ha logrado que el pluralismo real vaya granando fecundamente sin sobresaltos. La concordia as\u00ed conseguida ser\u00e1 \u201ccasi seguro el mejor legado de nuestra historia reciente para el nuevo milenio\u201d[34].
\nA estos logros ha contribuido decididamente la Constituci\u00f3n de 1978 que los obispos consideran \u201cfruto maduro de una voluntad sincera de entendimiento e instrumento y primicia de un futuro de convivencia arm\u00f3nica entre todos\u201d[35].
\nY, al final, una advertencia: para que la paz alcance esta significaci\u00f3n y estos frutos ha de fundamentarse en la condici\u00f3n necesaria de la verdad y la justicia[36]<\/p>\nEl desarrollo econ\u00f3mico y social<\/h3>\n
\nResaltan nuestros pastores lo que califican de \u201cconquista formidable, todav\u00eda no concluida: la dignidad de la mujer ha sido mejor reconocida y su presencia en la vida social se ha vuelto m\u00e1s amplia y visible\u201d[38].
\n\u00bfPodemos decir lo mismo de su presencia en la Iglesia? La respuesta de los obispos es m\u00e1s bien modesta: \u201cesperamos que se profundice a\u00fan m\u00e1s en el reconocimiento de la mujer en la Iglesia y en la sociedad\u201d[39]. Desde luego, este reconocimiento no se intensificar\u00e1 precisamente como fruto de \u201cciertos extremismos que no dejan lugar para lo espec\u00edfico femenino y masculino\u201d[40]
\nQueda abierto un camino que es urgente recorrer con paso firme y decidido: \u201ctodos, mujeres y varones, tenemos una misma vocaci\u00f3n divina de la que deriva la igualdad fundamental de nuestra condici\u00f3n humana\u201d[41].
\n\u00bfTendremos pronto el gozo de disfrutar en la pr\u00e1ctica de esta impecable afirmaci\u00f3n te\u00f3rica?<\/p>\nLa esperanza de una nueva Europa unida<\/h3>\n
\nLa integraci\u00f3n de Espa\u00f1a la arranc\u00f3 de un aislamiento nocivo. La esperanza de la Iglesia es que se consoliden la paz y el bienestar del pueblo, con el fundamento firme de un consenso democr\u00e1tico asentado[43].<\/p>\nLos Papas de este siglo<\/h3>\n
Frutos del Gran Jubileo 2000<\/h3>\n
\n <\/p>\nRealidades negativas<\/h3>\n
\nLos obispos se refieren a realidades negativas concretas; no para acusar a nadie, ni para justificarse ante nadie; s\u00ed para encontrar ante Dios \u201cla libertad de un nuevo comienzo\u201d[47].<\/p>\nLa autosuficiencia del tiempo moderno<\/h3>\n
\nNos afecta tambi\u00e9n a los cristianos. Hemos puesto en primer plano \u201cuna confianza ilimitada en las capacidades del ser humano para construir un futuro inexorablemente mejor\u201d[49]. A esto llamamos progreso, y muchos lo idolatran como si fuera \u201cla fuente \u00fanica del sentido de la vida\u201d[50].
\nDesde estas alturas, caemos en la tentaci\u00f3n de mirar por encima del hombro a los hombres de otras \u00e9pocas o a los que hoy no se sit\u00faan en nuestras coordenadas. La aceleraci\u00f3n de semejante movimiento lleva a consecuencias nocivas: \u201ctal desmesura hace tiempo que ha empezado a mostrar su voracidad de la vida de los hombres y de la creaci\u00f3n entera\u201d[51]
\nLa cr\u00edtica a esta situaci\u00f3n se fundamenta en un convencimiento: \u201ctodos los tiempos est\u00e1n igualmente cerca de Dios\u201d[52]. La soberbia nos bloquea en nosotros mismos, impidi\u00e9ndonos precisamente la fecunda experiencia de la cercan\u00eda de Dios.<\/p>\nEl secularismo<\/h3>\n
\nLos cristianos \u201chemos permitido con demasiada frecuencia la secularizaci\u00f3n m\u00e1s o menos oculta de nuestra fe y nuestra esperanza\u201d[55]. Muchos corazones sufren el vac\u00edo, porque s\u00f3lo la esperanza de la plena comuni\u00f3n con el Dios vivo \u201csacia el deseo de nuestra alma y nos hace libres\u201d[56]<\/p>\nInauditas violencias<\/h3>\n
\nLa guerra civil espa\u00f1ola fue la tr\u00e1gica concreci\u00f3n de violencias fratricidas en nuestro pa\u00eds en un periodo donde abundaron odios y venganzas \u201csiempre injustificables\u201d[58]. Sin se\u00f1alar culpas de nadie, los obispos piden perd\u00f3n en nombre de todos.
\nY sigue azot\u00e1ndonos la violencia de los terroristas. Para ellos piden los obispos \u201cla conversi\u00f3n y el perd\u00f3n de Dios, que se traduzca sobre todo en el abandono definitivo de sus acciones violentas\u201d[59].<\/p>\nEstructuras de pecado<\/h3>\n
\nEs la denuncia de los obispos cuando recuerdan que este \u201ccuarto mundo\u201d se halla tambi\u00e9n en barrios de nuestras grandes ciudades; afectados, adem\u00e1s, por el paro y la drogadicci\u00f3n.
\nFrente a hechos tan dram\u00e1ticos, \u201ces necesario que nos preguntemos ante Dios qu\u00e9 es lo que hacemos, cu\u00e1l ser\u00e1 nuestra aportaci\u00f3n personal y comunitaria en este campo en el siglo que comienza\u201d[61]<\/p>\nLa cultura de la muerte<\/h3>\n
\nA esto hay que a\u00f1adir la siembra de muerte entre los j\u00f3venes, provocada por el ingente negocio de las drogas.
\nY \u201c\u00bfqu\u00e9 decir del comercio de las armas, terribles instrumentos de muerte?\u201d[64]
\nCon todas estas acciones, con estos comportamientos m\u00e1s frecuentes de lo que ser\u00eda de desear, se quebranta \u201cde un modo espantoso el precepto natural y divino que proh\u00edbe matar. Ahora es el tiempo de la conversi\u00f3n, del arrepentimiento y del perd\u00f3n\u201d[65]. La Iglesia no puede cruzarse de brazos: es un compromiso ineludible para todos los seguidores de Jes\u00fas.<\/p>\nLa dif\u00edcil situaci\u00f3n de la familia<\/h3>\n
\nEsta situaci\u00f3n viene agravada por una cierta redefinici\u00f3n de las relaciones entre el var\u00f3n y la mujer; y tambi\u00e9n por la llamada \u201crevoluci\u00f3n sexual\u201d, que autonomiza el sexo en detrimento del amor y la procreaci\u00f3n; incluso queda amenazada, a la larga, la supervivencia del g\u00e9nero humano[67].
\nTambi\u00e9n los cristianos, sobre todo con nuestra tibiezas, hemos contribuido a esta crisis de la familia.<\/p>\nPero nos alienta una esperanza activa<\/h3>\n
\nS\u00ed, \u201cla esperanza es posible\u201d[69]. Jesucristo resucitado es la raz\u00f3n de la nuestra[70].
\nY la caridad, \u201calma de la justicia\u201d[71], \u201ccontinuar\u00e1 siendo nuestra meta\u201d[72]. Esta esperanza no defraudar\u00e1 en el futuro, ya que el amor de Dios no cesa de derramarse en los corazones de quienes se abren a \u00e9l (cfr Rom 5, 5)<\/p>\nA modo de conclusi\u00f3n<\/h4>\n
\nConcretando m\u00e1s y en referencia al mundo de los j\u00f3venes, no falta la sensaci\u00f3n ambivalente de estar frente a un reto de primera magnitud:
\n\u201cla transmisi\u00f3n de la fe y de los valores cristianos a las generaciones j\u00f3venes constituye uno de los desaf\u00edos m\u00e1s fundamentales que nos encontramos en esta coyuntura hist\u00f3rica. Confiados en el Se\u00f1or, que no cesa de abrir por medio de su Esp\u00edritu puertas para el Evangelio, asumimos con decisi\u00f3n este desaf\u00edo como tarea fundamental\u201d[73]<\/em><\/strong>
\n\u00bfSienten tambi\u00e9n los j\u00f3venes este desaf\u00edo como tarea propia?
\nEs posible que las denuncias expl\u00edcitas que nos recuerdan los obispos nos lleven a revisar nuestras lecturas de la realidad pastoral entre los j\u00f3venes.
\nEs posible, tambi\u00e9n, que no pocos agentes de pastoral consideren la lectura de la realidad que hacen los obispos como lejana o distante de las actitudes de muchos de nuestros destinatarios ante la vida y ante la historia.
\nA lo mejor notamos lagunas o afirmaciones que no llegan a tocar lo concreto del d\u00eda a d\u00eda de nuestro trabajo.
\n\u00bfPuede ser una llamada a realizar la lectura\/denuncia de nuestra realidad pastoral concreta?
\n\u00bfPuede ser una llamada a las bases de nuestra confianza en la acci\u00f3n pastoral que realizamos?
\n\u201cConfiamos en el hombre porque confiamos en Dios\u201d[74]
\n
\nJULIO ANDI\u00d3N
\n
\n[1] Ser\u00eda importante completar la visi\u00f3n con otros an\u00e1lisis: te\u00f3logos, grupos (de AC por ej.), de personas concretas… Pero esto desborda claramente el \u00e1mbito de este escrito.
\n[2] TMA 17; Cfr GS 11
\n[3] IM 2
\n[4] GS 10
\n[5] GS 11
\n[6] Bolet\u00edn Oficial de la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola [BOCEE] 62 (31 diciembre 1999) 84
\n[7] BOCEE 62 (1999) 85
\n[8] Card. ROUCO, en el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria LXXIII, en: BOCEE 62 (1999) 87
\n[9] Ibid<\/em>.; a\u00f1os m\u00e1s tarde ratifican los obispos: \u201ccomo Iglesia, estamos llamados a aportar \u2018alma\u2019 al mundo (…) La fe en Dios y la luz del Evangelio iluminan a la Iglesia y le otorgan capacidad de discernimiento, de anuncio salv\u00edfico y denuncia del pecado. Hemos de ofrecer a la sociedad nuestro sentido de la vida y las razones de nuestra esperanza\u201d (Plan Pastoral de la Confer. Episc. Espa\u00f1. 2001-2003 . \u201cUna Iglesia esperanzada \u00a1Mar adentro!\u201d Lc 5, 4, n. 9)
\n[10] IM 1
\n[11] Card. ROUCO, discurso citado, en: BOCEE 62 (1999) 87
\n[12] Ibid<\/em>., 88
\n[13] Ibid<\/em>.
\n[14] Afirma con claridad esta idea el Plan Pastoral de la Confer. Episc. Espa\u00f1. 2001-2005 (\u201cUna Iglesia esperanzada \u00a1Mar adentro!\u201d Lc 5, 4) n. 4: \u201cQueremos contemplar nuestra situaci\u00f3n eclesial con sensibilidad de pastores: con ojos de fe y coraz\u00f3n agradecido por los dones que Dios reparte en su Iglesia, desde la preocupaci\u00f3n, que nace de la caridad, hacia las dificultades con que hoy nos encontramos para vivir y transmitir la fe; y con \u00e1nimo esperanzado en la b\u00fasqueda de nuevos caminos\u201d
\n[15] CONFER. EPISCOP. ESPA\u00d1OLA, La fidelidad de Dios dura siempre. Mirada de fe al siglo XX<\/em>, n\u00ba 1. Este documento se encuentra en el Bolet\u00edn Oficial de la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola, 62 (31 de diciembre de 1999) 100-106. En adelante, citar\u00e9: Mirada<\/em> y el n\u00famero correspondiente.
\n[16] Mirada<\/em> 1
\n[17] Ibid<\/em>.
\n[18] Ibid<\/em>.
\n[19] GS 34
\n[20] En el Plan Pastoral 2001-2005 (nn. 5 y 6, en: Bolet\u00edn Oficial de la Confer. Episc. Espa\u00f1. 68 (2002) 15) se concretan las principales realidades positivas que se dan en la Iglesia de hoy y son muestra de un esfuerzo renovado de revitalizaci\u00f3n. Tambi\u00e9n hemos de reconocer verdaderas dificultades (Ibid<\/em>. nn. 10 y 11, en: BOCEE 68 (2002) 16) Pero optando decididamente por una pastoral esperanzada (Ibid.<\/em> nn. 12-14, en: BOCEE 16s)
\n[21] Cfr Mirada<\/em> 4
\n[22] Ibid<\/em>.
\n[23] Ibid<\/em>.
\n[24] Mirada<\/em> 4
\n[25] Ibid<\/em>.
\n[26] Ibid<\/em>.
\n[27] Mirada<\/em> 5
\n[28] Ibid<\/em>.
\n[29] Mirada<\/em> 5
\n[30] Ibid<\/em>.
\n[31] Mirada<\/em> 6
\n[32] Mirada<\/em> 7
\n[33] Mirada<\/em> 7
\n[34] Ibid<\/em>.
\n[35] Ibid<\/em>.
\n[36] Cfr. Ibid<\/em>.
\n[37] Mirada<\/em> 8
\n[38] Ibid<\/em>.
\n[39] Ibid<\/em>.
\n[40] Ibid<\/em>.
\n[41] Mirada<\/em> 8
\n[42] Mirada<\/em> 9
\n[43] Cfr. Ibid.; Card. Rouco, Discurso inaugural de la LXXVIII Asamblea Plenaria, en BOCEE 68 (2002) 9ss
\n[44] Mirada<\/em> 10
\n[45] Ibid<\/em>.
\n[46] Plan Pastoral 2001-2005, n 3
\n[47] Mirada<\/em> 11. Refiri\u00e9ndose al contexto cultural en el que se ha de realizar la evangelizaci\u00f3n, insisten los obispos en su inmanentismo: \u201cLa cultura p\u00fablica occidental moderna se aleja consciente y decididamente de la fe cristiana y camina hacia un humanismo inmanentista<\/em> (…) La cultura moderna presenta ante todo un rostro radicalmente arreligioso, en ocasiones anticristiano y con manifestaciones p\u00fablicas en contra de la Iglesia\u201d (Plan Pastoral 2001-2005, n. 7) En Espa\u00f1a esta cultura inmanentista est\u00e1 siendo la causa permanente de las principales dificultades para la evangelizaci\u00f3n: \u201cse da una situaci\u00f3n de nuevo paganismo: el Dios vivo es apartado de la vida diaria, mientras los m\u00e1s diversos \u00eddolos se adue\u00f1an de ella\u201d (Ibid<\/em>. n. 8)
\n[48] Mirada<\/em> 12
\n[49] Ibid<\/em>.
\n[50] Ibid<\/em>.
\n[51] Ibid<\/em>.
\n[52] Ibid<\/em>.
\n[53] Mirada<\/em> 13; El Plan Pastoral 2001-2005 dice: \u201cEl problema de fondo, al que una pastoral de futuro tiene que prestar la m\u00e1xima atenci\u00f3n, es la secularizaci\u00f3n interna<\/em>\u201d (n. 10) Y, como efectos de esta secularizaci\u00f3n, cita: \u201cla d\u00e9bil transmisi\u00f3n de la fe a las generaciones j\u00f3venes; la disminuci\u00f3n de vocaciones para el sacerdocio y para los institutos de vida consagrada; el cansancio e incluso desorientaci\u00f3n que afecta a un buen n\u00famero de sacerdotes, religiosos y laicos; la pobreza de vida lit\u00fargica y sacramental de no pocas comunidades cristianas\u201d (Ibid<\/em>. n. 11)
\n[54] Mirada<\/em> 13
\n[55] Ibid<\/em>.
\n[56] Ibid<\/em>.
\n[57] Mirada<\/em> 14
\n[58] Ibid<\/em>.
\n[59] Ibid<\/em>.; El Card. Rouco reitera, con insistencia y energ\u00eda contundente, la condena del terrorismo: \u201cNo debe quedar duda alguna en ninguno de nuestros fieles y en la conciencia de cualquier persona m\u00ednimamente formada de que el terrorismo de ETA, como cualquier otro terrorismo, es una grav\u00edsima inmoralidad, intr\u00ednsecamente perverso y absolutamente reprobable. No admite colaboraci\u00f3n ni justificaci\u00f3n alguna, sea del grado y del tipo que sea, expl\u00edcita o impl\u00edcita, sociopol\u00edtica o cultural; y, por supuesto, ninguna de naturaleza \u00e9tica y moral\u201d (BOCEE 68 (2002) 8). No menos contundente, realmente clarificador y definitivamente condenatorio es el espl\u00e9ndido documento aprobado en la LXIX Asamblea Plenaria del Episcopado: \u201cValoraci\u00f3n moral del terrorismo en Espa\u00f1a, de sus causas y de sus consecuencias<\/em>\u201d (noviembre de 2002); es necesario leerlo \u00edntegramente.
\n[60] Mirada<\/em> 15
\n[61] Mirada<\/em> 15
\n[62] Cfr Mirada<\/em> 16
\n[63] Ibid<\/em>.
\n[64] Ibid<\/em>.
\n[65] Ibid<\/em>.
\n[66] Mirada<\/em> 17
\n[67] Cfr. Mirada<\/em> 17
\n[68] Mirada<\/em> 18
\n[69] Mirada<\/em> 20
\n[70] Cfr. Plan Pastoral 2001-2005 n. 2
\n[71] Mirada<\/em> 21
\n[72] Ibid<\/em>.
\n[73] Mirada<\/em> 22
\n[74] Mirada<\/em> 24<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"