{"id":10084,"date":"2003-01-01T13:55:17","date_gmt":"2003-01-01T11:55:17","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=10084"},"modified":"2003-01-01T13:55:17","modified_gmt":"2003-01-01T11:55:17","slug":"siempre-en-reforma","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/siempre-en-reforma\/","title":{"rendered":"Siempre en reforma"},"content":{"rendered":"

Juan Mar\u00eda Laboa
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\nJuan-Mar\u00eda Laboa Sacerdote, Profesor de Historia de la Iglesia en la
\nUniversidad Pontificia de Comillas (Madrid).
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nLa autocr\u00edtica y reforma de este pueblo de Dios en marcha, al servicio del Reino de Dios ha de llevarse a cabo desde una identidad claramente asumida y un sentido de pertenencia. Solo haci\u00e9ndola desde esta identidad y pertenencia se evita destruir el prestigio y la credibilidad que la Iglesia necesita en el anuncio y testimonio del Evangelio. Ninguna instituci\u00f3n hist\u00f3rica ha mostrado la generosidad, entrega y b\u00fasqueda de una sociedad humana m\u00e1s justa y fraterna. Esa fuerza de renovaci\u00f3n constante se traducir\u00e1 en una organizaci\u00f3n con m\u00e1s protagonismo laical, \u201cdistinta\u201d en el uso del prestigio y dinero, plural, corresponsable y que ayude a madurar en los hombres de nuestro tiempo una experiencia religiosa aut\u00e9ntica y liberadora.
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\nTenemos a mano frases y s\u00edmbolos muy expresivos de la realidad eclesial que quiero enunciar y se\u00f1alar en estas p\u00e1ginas: nuestra Iglesia es una instituci\u00f3n que est\u00e1 compuesta por el pueblo de Dios, que goza de la presencia prometida y activa del Esp\u00edritu, pero que vive en permanente tensi\u00f3n entre lo que es y lo que debiera ser. \u00abYa, pero todav\u00eda no\u00bb, \u00abNo as\u00ed vosotros\u00bb, \u00abEsp\u00edritu en vasos de arcilla\u00bb, son afirmaciones evang\u00e9licas que expresan esta realidad compleja y apasionante de una comunidad segura de s\u00ed misma, pero, al mismo tiempo, consciente de su permanente necesidad de autocr\u00edtica y de reforma.
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\n\u00abYa\u00bb es en nuestros d\u00edas la Iglesia de Cristo, el cuerpo de los creyentes en la buena nueva, la comunidad que vive y act\u00faa movida por el esp\u00edritu, pero \u00abtodav\u00eda\u00bb no es el reino de los cielos ni la comunidad de los santos y de los puros. \u00abEl reino de los cielos est\u00e1 presente entre vosotros\u00bb, nos prometi\u00f3 Jes\u00fas, pero tendremos que experimentar la angustia y los dolores del parto para verlo instalado y triunfante.
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\nLa Iglesia vive en el mundo, compuesta por los mismos ciudadanos de la sociedad civil, pero el Se\u00f1or les ha pedido que utilicen otros medios, otros valores, otros objetivos. El Evangelio presenta no pocos ejemplos de la diferente medida existente entre quienes aspiran a triunfar en el mundo y quienes buscan formar parte de los disc\u00edpulos del Se\u00f1or. \u00abNo as\u00ed vosotros\u00bb constituye, precisamente, el modo de diferenciarse de unos y otros tanto en el talante, en las aspiraciones, en el comportamiento, en las valoraciones, en las ambiciones.
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\nEl mensaje cristiano es sublime, pero los que lo anuncian son de barro como todos los dem\u00e0s seres humanos. Cuanto m\u00e1s aparezca y brille el barro, m\u00e1s mediatizado y gaseoso se mostrar\u00e0 el mensaje; cuanto m\u00e1s libre y poderosa sea anunciada la buena nueva m\u00e1s tenue y transparente resultar\u00e1 la mediaci\u00f3n.
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\nEs decir, Cristo es hijo de Dios y su buena nueva es el mensaje de salvaci\u00f3n a los hombres, pero la instituci\u00f3n, la organizaci\u00f3n, sus dirigentes y dem\u00e1s componentes somos hijos del ambiente y de la debilidad. \u00bb El esp\u00edritu est\u00e1 pronto, pero la carne es d\u00e9bil\u00bb se confirma en todas las dimensiones de la historia. La libertad de todos los hijos de Dios constituye el componente misterioso de esta historia. El acto de fe es fundamentalmente libre y la libertad constituye el ingrediente inefable de la responsabilidad y del m\u00e9rito presentes en esta historia.
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\nLa Iglesia, pues, es hija, tambi\u00e9n, de estas circunstancias, de esta realidad compleja. Es santa y pecadora al mismo tiempo, est\u00e1 permanentemente necesitada de examen, de discernimiento, de purificaci\u00f3n y reforma. Est\u00e1 compuesta por santos y pecadores, por genios y mediocres, por disc\u00edpulos y renegados. No parece entusiasmar mucho en el conjunto de su historia y, sin embargo, ninguna otra instituci\u00f3n hist\u00f3rica muestra tal carga de generosidad, de entrega, de b\u00fasqueda y de esfuerzo trepidante en favor de una sociedad m\u00e1s justa y mejor. Es la historia de h\u00e9roes, de genios, de santos, pero, tambi\u00e9n, de masas an\u00f3nimas que han entregado sus oscuras vidas a la tarea de una sociedad m\u00e1s fraterna, m\u00e1s solidaria, m\u00e1s justa y m\u00e1s plena. Se trata, sin duda de una historia gozosa, aunque, a menudo, debamos avergonzarnos de tanto ego\u00edsmo, manipulaci\u00f3n, aprovechamiento indigno. A menudo, la bondad del Creador brilla en la historia de sus hijos, pero otras veces esas mismas historias son capaces de ocultar la misma presencia siempre joven del Salvador.
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\nConviene tener en cuenta que la esencia del cristianismo constituye una peque\u00f1a parte del conjunto que se presenta como tal. Dos mil a\u00f1os de historia viva han a\u00f1adido, completado, interpretado, vivido, transformado, acumulado mil historias, pensamientos, vivencias, ritos, costumbres y tradiciones. Todo es venerable, pero poco imprescindible. Muchas de estas costumbres y ritos hoy resultan disfuncionales, pero falta decisi\u00f3n para cortar por lo sano. No poco de lo esencial tiene adheridos modos de interpretaci\u00f3n que hoy resultan discutibles o, incluso, intolerables. Todo debe ser contemplado y examinado desde el Evangelio.
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Temas sobre los que reflexionar<\/h3>\n

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  1. La Iglesia es una organizaci\u00f3n masiva, jerarquizada, burocratizada y demasiado clerical.<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nUn grupo reducido, movido por un ideal, puede ser coherente, creativo, apasionado, eficaz. Una masa de millones de personas es casi necesariamente mediocre, a menudo poco coherente, muy desigual y cae con facilidad en la burocracia organizativa. Nuestra Iglesia, en realidad, resulta a menudo poco exigente con sus miembros, que, con frecuencia, se encuentran poco o nada formados. La ley del n\u00famero o la compasi\u00f3n prima sobre la coherencia y la calidad.
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    \nPor otra parte, el clericalismo prepotente y dominante favorece la pasividad y la minor\u00eda de edad permanente de los laicos. Este es un tema esencial, agravado por la situaci\u00f3n actual: no puede permitirse la Iglesia mantener una realidad en la que s\u00f3lo unos pocos- el clero- y en su mayor\u00eda de edad provecta acaparen el conocimiento de la doctrina y la direcci\u00f3n de la organizaci\u00f3n. Esta situaci\u00f3n deficiente queda magnificada ante la objetiva marginaci\u00f3n de la mujer.
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    \nLa falta de formaci\u00f3n doctrinal y formas de religiosidad popular poco purificadas responden a una escasa cultura religiosa y escasa formaci\u00f3n doctrinal de la mayor\u00eda de los cristianos, situaci\u00f3n tradicional que ha facilitado la \u00abfe del carbonero\u00bb, y ha favorecido una mayoritaria actitud pasiva e indolente. Hist\u00f3ricamente, la desaparici\u00f3n de un catecumenado prolongado y exigente ha producido entre los creyentes una cierta disociaci\u00f3n entre una acusada ignorancia doctrinal y un sincero deseo de ser buenos cristianos, bien por temor al infierno bien por amor a Cristo. Esta religiosidad popular, m\u00e1s bien menos que m\u00e1s purificada, ha sustituido con demasiada frecuencia a una religi\u00f3n m\u00e1s personal, m\u00e1s interiorizada. Sin embargo, nada suple la exigencia de la experiencia religiosa personal.
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    1. La Iglesia y el poder<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nLa Iglesia aparece en los medios de comunicaci\u00f3n como una poderosa instituci\u00f3n que cuenta con innumerables medios dedicados a organizar y dirigir los tres instrumentos claves de su acci\u00f3n apost\u00f3lica: su liturgia, sus obras caritativas y las instituciones de ense\u00f1anza y formaci\u00f3n. Adem\u00e1s, cuenta con un n\u00famero considerable de miembros \u00abliberados\u00bb, tanto en sacerdotes como en congregaciones religiosas o en grupos de voluntariado.
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      \nEn este m\u00e1s que en otros temas resulta clave el modo de utilizar los medios de que se dispone y la concepci\u00f3n de poder con el que una instituci\u00f3n religiosa se mueve. Si el poder de los obispos y clero consiste en servir a los creyentes, sus medios s\u00f3lo pueden tener esa misma finalidad, con el \u00f9nico fin de conseguir una sociedad m\u00e1s justa, m\u00e1s solidaria y m\u00e1s fraterna. Este objetivo exige una relaciones adecuadas con la organizaci\u00f3n civil, con la sociedad laica y plural, en las que primen la libertad de conciencia, el respeto por el pluralismo de creencias y la tolerancia mutua.
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      \nLa Iglesia ha tenido y tiene poder por diversos motivos, a veces, contradictorios: el testimonio de sus santos, la dedicaci\u00f3n de sus sacerdotes, el apoyo incondicional de sus creyentes, la cultura de muchos de sus miembros, sus riquezas, sus instituciones de ense\u00f1anza y de caridad, el apoyo de los reyes. No siempre su poder ha sido y es rectamente utilizado, aunque sus finalidades hayan sido altruistas y evangelizadoras. Una Iglesia m\u00e1s pobre, m\u00e1s sencilla, m\u00e1s humilde y, sobre todo, \u00abdistinta\u00bb en el modo de usar y utilizar el prestigio, el dinero y el poder no tiene por qu\u00e9 ser menos eficaz y puede ser m\u00e1s evang\u00e9lica.
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      1. Una Iglesia demasiado centralizada<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nLa Iglesia es universal, pero no una multinacional; es una, pero no una corporaci\u00f3n uniforme, centralizada y globalizada; es, en realidad, la comuni\u00f3n de comunidades de creyentes en el Se\u00f1or Jes\u00fas. La mayor\u00eda de cristianos se sienten miembros de la Iglesia, pero no de una comunidad concreta; se sienten m\u00e1s f\u00e1cilmente miembros de una abstracci\u00f3n que de una comunidad de vida concreta. Falta en ellos la participaci\u00f3n ,la corresponsabilidad, la sensaci\u00f3n de pertenencia.
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        \nLa direcci\u00f3n y la intromisi\u00f3n de Roma resulta abrumadora y claramente abusiva. El esp\u00edritu del Vaticano II ha quedado desmadejado, tambi\u00e9n, en este tema. Los obispos miran demasiado hacia un lado y, a su vez, procuran repetir en sus di\u00f3cesis los tics romanos. Como consecuencia, las comunidades diocesanas, apenas, tienen vida propia. En parte, tambi\u00e9n por la ausencia de savia joven. La falta de vocaciones, a su vez, provoca un debilitamiento atroz de las congregaciones religiosas, sin efectivos y envejecidas.
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        \nResulta urgente un enfrentamiento con la realidad. Una vez m\u00e1s, hay que repetir el eslogan \u00abla imaginaci\u00f3n al poder\u00bb. Y la juventud y la valent\u00eda. La Iglesia vive de tradici\u00f3n, pero esto no significa que tiene que convertirse en un geri\u00e1trico. Como sucede en la sociedad, necesitamos que los j\u00f3venes y los negros y los americanos ocupen su lugar. Las congregaciones religiosas tienen que afrontar su debilidad antes de morir de inanici\u00f3n. La Iglesia tiene que ser menos vertical y m\u00e1s sinodal, mucho m\u00e1s participativa tanto en el \u00e1mbito universal como diocesano y parroquial. El modelo actual est\u00e1 en gran parte anquilosado y muerto.
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        \nLa revoluci\u00f3n, una vez m\u00e1s, vendr\u00e1 a trav\u00e9s de la formaci\u00f3n doctrinal y la vivencia espiritual de todos sus miembros. No m\u00e1s lloros sobre la leche derramada y m\u00e1s esfuerzo y preparaci\u00f3n.
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        1. Madurar la propia experiencia religiosa<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

           
          \nLa vida de la Iglesia es un inmenso campo de creatividad y de buena voluntad. La riqueza del esp\u00edritu humano se manifiesta en ese inmenso mosaico que es la Iglesia donde los hombres y mujeres han sido capaces de aspirar a conocer y amar a Dios seg\u00fan sus circunstancias particulares. La historia de la Iglesia es fundamentalmente la historia sorprendente y misteriosa de las relaciones del creyente con su Creador tanto en su vertiente personal como comunitaria. Se trata de la vida de caridad, de generosidad, de amor a los dem\u00e1s, siempre presente en nuestras comunidades. Se trata de las relaciones personales con Cristo, de las experiencias religiosas profundas de tantos cristianos. Este es el meollo del cristianismo, la savia vital que mueve nuestras comunidades. Perdemos demasiado tiempo en estructuras, poderes, tinglados variopintos, pero s\u00f3lo una cosa es importante: la experiencia de Dios. La revoluci\u00f3n pendiente debe comenzar en el interior de nuestras conciencias. Desde ese nivel es posible la objeci\u00f3n de conciencia y la desobediencia pasiva. Cuando se posee esa experiencia se tiene autoridad para exigir los cambios necesarios, las dimisiones y la renovaci\u00f3n. Todo ello es urgente, pero en una comunidad religiosa, el punto de partida est\u00e1 en el interior de la conciencia.
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          \nHoy en d\u00eda, este convencimiento tiene una importancia decisiva. La Iglesia ha perdido prestigio y autoridad y una Iglesia no puede evangelizar sin autoridad y sin credibilidad. Tengo la convicci\u00f3n de que esta grav\u00edsima p\u00e9rdida no se ha producido a causa de los pecados institucionales sino, fundamentalmente, por dos motivos: el primero, porque no se ha aceptado a tiempo la necesidad de rectificar y cambiar cuanto es necesario. La segunda, porque hemos demostrado desde hace demasiados a\u00f1os un masoquismo interno eclesial enfermizo. Hemos dedicado demasiado tiempo a llorar y fragelarnos por nuestras supuestas y reales faltas institucionales, sin profundizar, al mismo tiempo y con igual intensidad, en nuestra experiencia religiosa. Esto ha conseguido que, parad\u00f3jicamente, el punto de partida de nuestras acusaciones se haya situado generalmente fuera de la instituci\u00f3n y no desde dentro, desde nuestra necesidad de conversi\u00f3n personal y comunitaria.
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          \nHemos destruido as\u00ed el prestigio, la credibilidad adquirida de nuestra instituci\u00f3n sin sustituirla, sin recomponerla. Todav\u00eda hoy, demasiados grupos ocupan todo su tiempo en una cr\u00edtica inmisericorde. A la larga, terminan fuera y quienes desde fuera observan la Iglesia la conocen s\u00f3lo desde esas cr\u00edticas y rechazos. S\u00f3lo desde una identidad claramente asumida y un sentido de pertenencia por encima de toda sospecha es posible y necesaria la autocr\u00edtica y la reforma.
          \n Juan Mar\u00eda Laboa<\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

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