{"id":1021,"date":"1997-11-01T17:50:45","date_gmt":"1997-11-01T17:50:45","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=1021"},"modified":"1997-11-01T17:50:45","modified_gmt":"1997-11-01T17:50:45","slug":"laicado-y-vida-religiosa-un-ejemplo-de-mision-compartida","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/laicado-y-vida-religiosa-un-ejemplo-de-mision-compartida\/","title":{"rendered":"Laicado y vida religiosa: Un ejemplo de misi\u00f3n compartida"},"content":{"rendered":"

Antonio M.\u00aa Calero\u00a0<\/strong><\/h3>\n

Antonio M.\u00aa Calero<\/strong> es profesor en el Centro de Estudios Teol\u00f3gicos de Sevilla<\/em>\u00a0<\/strong><\/p>\n

S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/h3>\n

Tras considerar algunos factores esenciales que han contribuido a la nueva situaci\u00f3n y relaci\u00f3n entre laicos y religiosos, el art\u00edculo se centra en la consideraci\u00f3n de un ejemplo concreto para ilustrar \u00abla profunda transformaci\u00f3n operada en la Vida Religiosa en rela\u00adci\u00f3n con los Laicos\u00bb. Al hilo de los documentos que recogen las reflexiones y determina\u00adciones de los \u00faltimos \u00abCap\u00edtulos Generales\u00bb de los Salesianos, se hace patente dicha trans\u00adformaci\u00f3n como \u00abpaso -al menos a nivel documental- de la desconfianza mal disimulada, a la colaboraci\u00f3n m\u00e1s estrecha y en trato de verdadera igualdad\u00bb.<\/p>\n

1. Del \u00abanatema\u00bb al \u00abmandato\u00bb<\/h3>\n

Ocurre con frecuencia en la historia, tam\u00adbi\u00e9n en la historia de la Iglesia, <\/em>que personas, re\u00adalizaciones, comportamientos, formas de actua\u00adci\u00f3n, que estuvieron severamente prohibidas y condenadas, pasando el tiempo, comienza a dudarse de su maldad, <\/em>se pasa m\u00e1s tarde a un t\u00edmido aprecio, para llegar finalmente a descu\u00adbrir lo excelente de esas personas, de esas ac\u00adtuaciones y comportamientos. En consecuen\u00adcia, las personas son exaltadas como pione\u00adros, y las actuaciones son mandadas <\/em>y hasta obligadas a <\/em>causa precisamente de la bondad y eficacia de las mismas… \u00bfEstamos, tambi\u00e9n aqu\u00ed, ante la famosa ley del p\u00e9ndulo?<\/em><\/p>\n

Aplicando esta consideraci\u00f3n al argumento objeto de este art\u00edculo, hay que confesar con toda sencillez y objetividad, que, en el arco de cincuenta a\u00f1os, se ha pasado en la Iglesia, y en particular, en el \u00e1mbito de la Vida Religiosa, del desconocimiento pr\u00e1ctico m\u00e1s total de los seglares y hasta de la prohibici\u00f3n estricta de contar con su integraci\u00f3n en obras propias de la Congregaci\u00f3n, a la declaraci\u00f3n m\u00e1s entu\u00adsiasta y fervorosa de su presencia que se juz\u00adga imprescindible, <\/em>a contar con su colabora\u00adci\u00f3n, que resulta absolutamente indispensa\u00ad<\/em>ble; a apreciar el enriquecimiento singular ein\u00adsustituible <\/em>que ellos pueden aportar no s\u00f3lo a la acci\u00f3n pastoral, sino incluso a la vida mis\u00adma de los religiosos.<\/p>\n

Hay que notar de paso (observaci\u00f3n de no poca importancia), que esta situaci\u00f3n -la pre\u00adsencia y la colaboraci\u00f3n de los seglares, codo con codo con los religiosos-, ha creado y sigue creando hoy, en no pocos religiosos (y no sola\u00admente de la tercera edad…), hondo desconcier\u00adto, resistencia e incluso rechazo. Efectivamen\u00adte, estamos fuertemente condicionados por una inercia de siglos. Por eso, o no est\u00e1n con\u00advencidos en absoluto de la necesidad de la nueva situaci\u00f3n, o est\u00e1n convencidos s\u00f3lo a medias, o el convencimiento se queda simple\u00admente en el plano intelectual m\u00e1s que en el operativo. Porque, en todo caso, se sabe y has\u00adta se admite el qu\u00e9, pero no se sabe el c\u00f3mo; se conoce la meta, pero no el camino: un ca\u00admino que hay que ir descubriendo, construyen\u00addo y realizando d\u00eda a d\u00eda, con aciertos y errores.<\/p>\n

2. \u00bfQu\u00e9 ha pasado?<\/h3>\n

Una pregunta surge casi de forma espon\u00adt\u00e1nea en religiosos que tengan una cierta edad: \u00bfhabr\u00eda sido posible la nueva situaci\u00f3n creada, hace solamente 40 a\u00f1os? Evidentemente, no. Y sin embargo, la situaci\u00f3n ha cambiado tan ra\u00addicalmente en pocos arios, que tenemos el derecho y hasta el deber de preguntarnos qu\u00e9 ha pasado, d\u00f3nde se encuentra la ra\u00edz de ese cam\u00adbio tan profundo y radical. Hay que preguntar\u00adse si es leg\u00edtimo ese cambio o si es un gesto a la desesperada, que, a la larga, puede resultar suicida para la misma Vida Religiosa.<\/p>\n

Tres factores convergentes, aunque de di\u00adverso signo, han contribuido seriamente a con\u00adformar la nueva situaci\u00f3n, tanto en su dimen\u00adsi\u00f3n sociol\u00f3gica, como en su vertiente eclesial y carism\u00e1tica:<\/p>\n

– Por una parte (y desde la simple pers\u00adpectiva sociol\u00f3gica) hay un hecho innegable que por m\u00e1s doloroso y complejo que resulte, ha sido determinante como punto de partida de la nueva situaci\u00f3n: la recia crisis vocacio\u00adnal<\/em> <\/strong>coincidente con el momento del poscon\u00adcilio, que llev\u00f3 a una creciente escasez de miembros del Instituto, al progresivo envejeci\u00admientos de sus miembros, e incluso al creci\u00admiento cero de no pocas Provincias Religio\u00adsas. Hasta los a\u00f1os del concilio Vaticano II (1962_-1965), las obras apost\u00f3licas de los reli\u00adgiosos eran obras gestionadas y dirigidas en su integridad m\u00e1s absoluta por los propios re\u00adligiosos: desde el Hermano portero hasta el P Superior, pasando por el despensero, cocine\u00adro, sacrist\u00e1n, jefe de estudios, enfermero, tuto\u00adres, etc. Todos, absolutamente todos, eran re\u00adligiosos. A consecuencia de la crisis, los cua\u00addros apost\u00f3licos de los religiosos quedaron seriamente resentidos y hasta da\u00f1ados con la retirada de centenares de miembros de las \u00f3r\u00addenes y Congregaciones Religiosas. Si se que\u00adr\u00eda que las obras apost\u00f3licas muchas veces mastod\u00f3nticas (colegios, hospitales, residen\u00adcias, parroquias, etc.) siguieran funcionando con un aceptable grado de eficacia, no hab\u00eda m\u00e1s remedio que dar cabida a colaboradores laicos que tomaran el relevo, al menos en el simple nivel profesional. En el arco de cincuen\u00adta a\u00f1os, se ha pasado del aislamiento m\u00e1s ab\u00adsoluto, a lo que podr\u00eda calificarse (con un t\u00e9r\u00admino que hay que aceptar amablemente), la invasi\u00f3n<\/em> del laicado en las estructuras pastora\u00adles, particularmente educativo-docentes de los religiosos. Esta integraci\u00f3n, al menos hasta el d\u00eda de hoy, ha sido m\u00e1s, material <\/em>que psicol\u00f3\u00adgica, y fruto m\u00e1s de la necesidad que del con\u00advencimiento.<\/p>\n

– El segundo factor fue la celebraci\u00f3n del concilio Vaticano II <\/em><\/strong>(19,<\/sup>62-1965): un Concilio profundamente renovador, sobre todo y parti\u00adcularmente, en el campo de la eclesiolog\u00eda. El Vaticano 11 al plantear y asumir una Eclesiolo\u00adg\u00eda de \u00abcomuni\u00f3n misionera\u00bb (cf. ChL 32), su\u00adperaba de golpe la Eclesiolog\u00eda piramidal y je\u00adrarcol\u00f3gica que hab\u00eda estado vigente durante m\u00e1s de 16 siglos. Al menos a nivel te\u00f3rico, la discriminaci\u00f3n existente entre los miembros de la Iglesia, fruto de la concepci\u00f3n eclesiol\u00f3\u00adgica anterior, hab\u00eda terminado para dar paso a una concepci\u00f3n de Iglesia en la que no hay unos miembros m\u00e1s dignos que otros, en la que no hay unos miembros que s\u00f3lo ense\u00f1an y otros que s\u00f3lo aprenden; unos que s\u00f3lo dis\u00adponen y mandan y otros que s\u00f3lo obedecen y ejecutan; unos que lo piensan todo y lo deci\u00adden todo, mientras que otros se limitan a ir re\u00adalizando literalmente lo que se les indica; unos que son los depositarios \u00fanicos y exclusivos de todos los carismas, y otros que no tienen nada que decir ni que aportar para el creci\u00admiento del Cuerpo de Cristo; unos, que son los espirituales<\/em> mientras que otros son \u00ablos que es\u00adt\u00e1n en el mundo\u00bb, y por consiguiente bajo constante sospecha.<\/em><\/p>\n

– El Vaticano II dio un verdadero giro co\u00adpernicano a toda esta concepci\u00f3n, llegando a afirmaciones como \u00e9sta, que no dejan lugar a dudas: \u00abSaben muy bien los sagrados Pasto\u00adres cu\u00e1nto contribuyen los laicos al bien de to\u00adda la Iglesia. Saben que no han <\/em>sido <\/em>constitui\u00addos<\/em> por Cristo para asumir ellos solos toda la <\/em>misi\u00f3n de salvaci\u00f3n <\/em>que la Iglesia ha recibido con respecto al mundo\u00bb (LG 30). 0 la que, a\u00f1os m\u00e1s tarde, ha hecho Juan Pablo II: \u00abEn el contexto de la misi\u00f3n de la Iglesia, el Se\u00f1or conf\u00eda a los fieles laicos,<\/em> en comuni\u00f3n con to\u00ad<\/em>dos los dem\u00e1s miembros <\/em><\/strong>del Pueblo de Dios, una gran parte de responsabilidad\u00bb<\/em> (ChL 32).<\/p>\n

Por lo dem\u00e1s, es preciso dejar constancia, no sin honda preocupaci\u00f3n, de que la doctri\u00adna del Vaticano II, particularmente su Eclesio\u00adlog\u00eda, no ha sido asimilada (y en no pocos ca\u00adsos ni siquiera \u00abcordialmente aceptada\u00bb) en la hondura que cabr\u00eda esperar despu\u00e9s de m\u00e1s de 30 a\u00f1os. Esa asimilaci\u00f3n camina con lenti\u00adtud (\u00bfdemasiada?), pero ese es el camino[1]<\/a>.<\/p>\n

– Un tercer factor igualmente decisivo de renovaci\u00f3n en la relaci\u00f3n \u00abreligiosos-laicos\u00bb, ha sido la \u00abvuelta a las fuentes\u00bb<\/em> <\/strong>que impuls\u00f3 el mismo concilio Vaticano II y que se materia\u00adliz\u00f3 en las disposiciones de la Carta apost\u00f3li\u00adca Ecclesiae Sanctae<\/em> de Pablo VI. En ella se urg\u00eda a los religiosos a volver con decisi\u00f3n a su origen carism\u00e1tico, desprendi\u00e9ndose del las\u00adtre del tiempo, para llegar a descubrir, no s\u00f3lo las actuaciones del propio Fundador (someti\u00addas siempre a unas coordenadas de tiempo y espacio), sino, lo que es m\u00e1s importante, la concepci\u00f3n carism\u00e1tica que tuvo el Fundador de su obra y que no pudo llevar a cabo mu\u00adchas veces a causa de la eclesiolog\u00eda y de la normativa jur\u00eddica vigente en aquel momento de la Iglesia. Sus palabras son bien significati\u00advas: \u00abProcuren los Institutos religiosos un conocimiento genuino <\/em>de su <\/em>esp\u00edritu originario,<\/em> de suerte que, conserv\u00e1ndolo fielmente al de\u00adcidir las adaptaciones, la vida religiosa se vea purificada de elementos extra\u00f1os y libre de lo anticuado. <\/em>[…] Deben considerarse anticua\u00addas aquellas cosas que no constituyen la na\u00adturaleza ni los fines del Instituto\u00bb[2]<\/a>.<\/p>\n

En una palabra, existe, de forma irreversible, un antes<\/em> y un despu\u00e9s <\/em>del concilio Vaticano II, gracias al cual es absolutamente necesario pasar del pragmatismo utilitarista, al descubri\u00admiento gozoso (no sufrido y resignado) de una Iglesia que es toda ella,<\/em> \u00abcomuni\u00f3n para la mi\u00adsi\u00f3n\u00bb.<\/p>\n

3. Compartir el esp\u00edritu y la misi\u00f3n<\/h3>\n

Para ilustrar con un ejemplo<\/em> concreto la profunda transformaci\u00f3n operada en la Vida Religiosa en relaci\u00f3n con los Laicos, vamos a presentar el caso de la Sociedad de san Fran\u00adcisco de Sales (Salesianos <\/em>de Don Bosco, SDB), que, como todos los religiosos en general, he\u00admos pasado, al<\/em>menos <\/em>a nivel <\/em>documental, <\/em>de la desconfianza mal disimulada frente a los se\u00adglares, a la colaboraci\u00f3n m\u00e1s estrecha en trato de verdadera igualdad.<\/p>\n

Si nos centrarnos en el caso de los Salesia\u00adnos no es porque sean un caso \u00fanico, sino por\u00adque estando m\u00e1s cerca de nuestro conocimien\u00adto y de nuestra propia experiencia personal, es\u00adtamos en mejores condiciones de presentarlo, y porque puede ser referente para otras muchas Congregaciones. Entendemos que estas refle\u00adxiones, dentro de la peculiaridad de cada Insti\u00adtuto, son perfectamente v\u00e1lidas m\u00e1s all\u00e1 del horizonte y de la experiencia de la congrega\u00adci\u00f3n concreta a que nos referimos.\u00a0<\/strong><\/p>\n

3.1. \u00abCompartir el esp\u00edritu y la misi\u00f3n\u00bb<\/h4>\n

Los Salesianos de Don Bosco celebraron en el a\u00f1o 1996 su \u00abXXIV Cap\u00edtulo General\u00bb (CG24), bajo el lema \u00abSalesianos <\/em>y seglares: compartir el esp\u00edritu y <\/em>la misi\u00f3n de San Juan <\/em>Bosco\u00bb.<\/em> Fruto del cap\u00edtulo fue un extenso y bien elaborado documento, que lleva por t\u00edtu\u00adlo el mismo Tema que sirvi\u00f3 para la convoca\u00adtoria y los trabajos previos.<\/p>\n

Hay que decir de entrada, que el CG24 fue el t\u00e9rmino de un largo camino congregacional, al tiempo que el inicio de un futuro bien distin\u00adto de lo vivido hasta hace no muchos a\u00f1os. En efecto, la Congregaci\u00f3n Salesiana, a lo largo de sus \u00faltimos cinco Cap\u00edtulos Generales (1971\u00ad1996), ha venido haciendo una seria y com\u00adprometida reflexi\u00f3n sobre la forma de articular la presencia (masiva) de laicos en las propias obras apost\u00f3licas, pasando de una presencia que podr\u00eda llamarse de \u00abemergencia pastoral\u00bb a una presencia de condivisi\u00f3n y correspon\u00adsabilidad verdadera del esp\u00edritu y misi\u00f3n del Fundador.<\/p>\n

El CG24, en efecto, es el final de un camino que comenz\u00f3 en los a\u00f1os \u00b470, con la prepara\u00adci\u00f3n y celebraci\u00f3n de un largo y atormentado Cap\u00edtulo General Especial (CGE), y fue segui\u00addo por los Cap\u00edtulos XXI (1978), XXII (1984) y XXIII (1990). En todos ellos, los capitulares fueron cayendo en la cuenta, progresiva y do\u00adlorosamente, de que \u00ablo viejo hab\u00eda pasado\u00bb; de que \u00ablo nuevo\u00bb hab\u00eda nacido y se impon\u00eda de forma inexorable (cf. Is 43,18-19).<\/p>\n

Jugaron, en este largo y con frecuencia do\u00adloroso proceso, los tres elementos a que nos hemos referido anteriormente:<\/p>\n