{"id":1023,"date":"1997-11-01T18:03:14","date_gmt":"1997-11-01T18:03:14","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=1023"},"modified":"1997-11-01T18:03:14","modified_gmt":"1997-11-01T18:03:14","slug":"mujeres-en-la-iglesia-una-interpelacion-de-fondo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/mujeres-en-la-iglesia-una-interpelacion-de-fondo\/","title":{"rendered":"Mujeres en la Iglesia, una interpelaci\u00f3n de fondo"},"content":{"rendered":"

Rosario Mar\u00edn\u00a0<\/em><\/strong><\/h3>\n

Rosario Mar\u00edn<\/strong> es directora de la revista<\/em> \u00abVida Nue\u00adva\u00bb<\/p>\n

S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/h3>\n

Tras una r\u00e1pida ojeada a la historia de las mujeres en la sociedad y en la Iglesia, his\u00adtoria siempre \u00aba remolque de las reivindicaciones sociales de los movimientos feminis\u00adtas\u00bb, la autora constata el camino nuevo que abri\u00f3 el concilio Vaticano II a la mujer en el ambiente eclesial. Los peque\u00f1os pasos iniciados con \u00e9l se han ido confirmando en otras muestras de reconocimiento de la dignidad de la mujer. M\u00e1s all\u00e1 de todo ello y, sobre to\u00addo, m\u00e1s all\u00e1 de pol\u00e9micas in\u00fatiles, \u00abest\u00e1 el hecho real del lento, t\u00edmido y a veces doloroso avance concreto de las mujeres en la Iglesia\u00bb. Ah\u00ed est\u00e1 la interpelaci\u00f3n de fondo. El art\u00ed\u00adculo finaliza proponiendo algunas pistas concretas para encararla.<\/p>\n

El \u00faltimo siglo del segundo milenio se re\u00adcordar\u00e1 seguramente por la proclamaci\u00f3n uni\u00adversal de la Declaraci\u00f3n <\/em>de los Derechos Huma\u00ad<\/em>nos, aunque su consecuci\u00f3n est\u00e9 a\u00fan muy le\u00adjos. Igualmente, se recordar\u00e1 al siglo XX como el siglo en el que las mujeres tomaron concien\u00adcia de su igualdad, lucharon por su dignidad y expresaron su derecho a la diferencia. Todo ello aunque hoy las mujeres sigamos siendo a\u00fan, en muchos casos, ciudadanas de segunda.<\/p>\n

Existen a\u00fan muchas diferencias econ\u00f3mi\u00adcas, pol\u00edticas, y sociales entre hombres y mu\u00adjeres y entre mujeres y mujeres de clases dis\u00adtintas o pa\u00edses distintos. \u00abCon demasiada fre\u00adcuencia, -se\u00f1ala el \u00faltimo informe de la ONU sobre la Situaci\u00f3n <\/em>de la Mujer en el Mundo<\/a> <\/em>las mujeres y los hombres viven en mundos distintos, mundos que difieren en el acceso a la educaci\u00f3n y las oportunidades de empleo, as\u00ed como en la salud, la seguridad personal y el tiempo de descanso.\u00bb<\/p>\n

Se dan tambi\u00e9n diferencias impuestas por las religiones –de modo notorio en el Islam\u00adque nos sit\u00faan a las mujeres en un plano cuan\u00addo menos Inferior al hombre.<\/p>\n

Si hablamos de la religi\u00f3n cristiana en gene\u00adral, podemos quiz\u00e1 sentirnos mejor tratadas, m\u00e1s respetadas hist\u00f3ricamente que la mujer en el juda\u00edsmo o el islam. Pero si miramos al evangelio y vemos la exigencia de igualdad que presenta y el trato de Jes\u00fas con las muje\u00adres, debemos afirmar que la historia no ha ca\u00adminado hacia el rumbo que \u00c9l quer\u00eda.<\/p>\n

Respecto a la Iglesia cat\u00f3lica, hemos de re\u00adconocer un pasado triste de relegaci\u00f3n, sumi\u00adsi\u00f3n, oscurecimiento de dones. Pero hemos tambi\u00e9n de mirar con esperanza un camino im\u00adparable -por m\u00e1s que a algunos les asuste\u00ad- abierto por el concilio Vaticano II. Un camino que m\u00e1s que de \u00abmayor\u00eda de edad’ de la mu\u00adjer, como se ha escrito en algunos textos, o de \u00abmadurez del laicado\u00bb como prefieren decir otros, es un \u00abcamino de Iglesia\u00bb. Porque si la Iglesia somos todos la madurez hay que pedir\u00adla a todos. En una Iglesia de comuni\u00f3n no cabe decir que la mujer no ha alcanzado la \u00abmayor\u00eda de edad\u00bb sin pensar que algo de culpa tendr\u00e1n los dem\u00e1s miembros de la Iglesia en ello.<\/p>\n

Es m\u00e1s, no deber\u00edamos hablar de minor\u00eda de edad de la mujer en la Iglesia o de que la Iglesia no cuenta con un laicado maduro cuan\u00addo en la sociedad de nuestro entorno estamos viendo el avance claro de las mujeres por su propia competencia o cuando encontramos mujeres desempe\u00f1ando tareas en todos los estratos y \u00e1mbitos sociales. M\u00e1s bien deber\u00ed\u00adamos preguntarnos por qu\u00e9 ese laico o esa mujer, adultos y responsables en su vida fami\u00adliar, laboral, social, cuando llegan a la Iglesia se ven considerados menores de edad. Como apunta Joaqu\u00edn Losada, <\/em>\u00abhay que dar una res\u00adpuesta satisfactoria al desequilibrio existente entre la condici\u00f3n del laico en su vida civil, miembro de pleno derecho de una sociedad democr\u00e1tica, y su identidad de menor de edad en el interior de la Iglesia\u00bb<\/a>.<\/p>\n

Es importante que toda la Iglesia -y especial\u00admente cl\u00e9rigos y religiosos- tome conciencia de que podemos estar ante una primavera del Esp\u00edritu que est\u00e1 gestando algo nuevo. Abrirse a ese Esp\u00edritu de novedad, no entorpecer su pa\u00adso renovador… es una actitud interior que hay que pedir siempre y especialmente en momen\u00adtos as\u00ed, en los que emerge, con sus luces y sombras, un perfil nuevo que a algunos asusta y a otros fascina. Hoy todav\u00eda es m\u00e1s f\u00e1cil criti\u00adcar el pasado que apuntar caminos para el fu\u00adturo. Coexisten entre nosotros, por as\u00ed decirlo, pasado, presente y atisbos de futuro. Si el Con\u00adcilio supo otear que los caminos del Esp\u00edritu pasaban por la no discriminaci\u00f3n de la mujer, quiere decir que el recorrido realizado desde entonces tiene que ahondarse en la misma di\u00adrecci\u00f3n, sin atender a las voces de quienes a\u00fan no se atreven a vislumbrar lo nuevo aunque sea ya, en algunos lugares, realidad.<\/p>\n

Por tanto, en este umbral del tercer milenio, cuando las mujeres estamos en una posici\u00f3n privilegiada, por el potencial social, cultural, personal, que podernos desarrollar m\u00e1s all\u00e1 del reducido \u00e1mbito familiar, la Iglesia no pue\u00adde ser la \u00fanica en no aprovecharlo. Espere\u00admos que no suceda con las mujeres lo que al\u00adgunos lamentan que sucedi\u00f3 con obreros e in\u00adtelectuales, que abandonaron masivamente la Iglesia por no sentir acogidas ni entendidas sus demandas; por notar en definitiva, que la Iglesia no estaba de su lado.<\/p>\n

Esta actitud de la Iglesia hacia las mujeres es una cuesti\u00f3n decisiva, como se\u00f1ala Rafael Agui\u00ad<\/em>rre,<\/em> \u00abuna cuesti\u00f3n clave, en la que se juega su relaci\u00f3n con el mundo y la forma de entender su fidelidad al evangelio\u00bb<\/a>. De momento, las consecuencias negativas se pueden estar viendo en el desinter\u00e9s de muchas j\u00f3venes ha\u00adcia la Iglesia. Y creo, como tambi\u00e9n se\u00f1ala Aguirre, que \u00absi no se dan cambios profundos y r\u00e1pidos, el abismo con las nuevas genera\u00adciones de mujeres amenaza con convertirse en insalvable. A diferencia de lo que sucede con otras causas y reivindicaciones, el feminismo tiene en el interior de la Iglesia un sujeto hist\u00f3\u00adrico activo y consciente, numeroso, y, en gran medida, dispuesto a todo\u00bb<\/a>.<\/p>\n

1. A remolque de la historia<\/h3>\n

\u00a1Que bonito hubiera sido que la Iglesia se hubiera adelantado a la sociedad en pro\u00adponer la \u00abopci\u00f3n por las mujeres\u00bb! Sin embar\u00adgo, \u00e9sta empez\u00f3 a tomar conciencia de la si\u00adtuaci\u00f3n de la mujer muy a remolque de las rei\u00advindicaciones sociales de los movimientos fe\u00administas. En muchos casos con bastantes re\u00adcelos y s\u00f3lo por la necesidad de defenderse de las acusaciones de estar perpetuando la relegaci\u00f3n y minor\u00eda de edad de la mujer.<\/p>\n

Con la revoluci\u00f3n francesa y la ilustraci\u00f3n se hab\u00eda dado el t\u00edmido despertar de corrientes so\u00adciales que desembocar\u00edan despu\u00e9s en los mo\u00advimientos por el derecho al voto de las mujeres, y en los feminismos que se han ido sucediendo desde la segunda guerra mundial hasta hoy.<\/p>\n

Es verdad que la Iglesia ha mirado siempre con recelo a esos movimientos feministas, no obstante, tambi\u00e9n algunos grupos de mujeres cat\u00f3licas se plantearon desde primeros de si\u00adglo contribuir a la \u00abpromoci\u00f3n de la mujer\u00bb.<\/p>\n

Fueron, sobre todo, los grupos de mujeres pertenecientes a la Uni\u00f3n Mundial de Organi\u00adzaciones Femeninas Cat\u00f3licas (UMOFC) orga\u00adnismo que, como relata Mar\u00eda Salas<\/em> en su in\u00adteresante libro, De la promoci\u00f3n de la mujer a la teolog\u00eda feminista<\/a><\/em> naci\u00f3 de la base, por ini\u00adciativa de las propias mujeres.<\/p>\n

Estas organizaciones femeninas cat\u00f3licas se centraron en promover el mayor acceso de las mujeres a la educaci\u00f3n o reivindicar un tra\u00adto laboral m\u00e1s justo. Hay que pensar que an\u00adte la demanda de mano de obra que se pro\u00addujo con la industrializaci\u00f3n, muchas mujeres e incluso ni\u00f1as, realizaban trabajos duros en condiciones infrahumanas.<\/p>\n

En muchos casos, la acci\u00f3n caritativa de la Iglesia intentaba luchar contra \u00e9stas y otras la\u00adcras sociales, como la pobreza extrema, pero sin introducir cambios en la mentalidad, que consideraba que el lugar de la mujer era la fa\u00admilia, y s\u00f3lo como accidente, o por desgracia, el mundo laboral.<\/p>\n

La Iglesia adopt\u00f3, en esa \u00e9poca anterior al concilio Vaticano II, el t\u00e9rmino \u00abpromoci\u00f3n\u00bb de la mujer para proponer su propia versi\u00f3n del feminismo, m\u00e1s acorde con la imagen enton\u00adces admitida de la mujer y la familia, y para contrarrestar la labor emancipatoria de los grupos feministas.<\/p>\n

Preocupaba a la Iglesia tambi\u00e9n mantener la propagaci\u00f3n de la fe a trav\u00e9s de la mujer, en cuyas manos, de madres o maestras, estaba depositada la educaci\u00f3n de los ni\u00f1os.<\/p>\n

Apertura concibar<\/h3>\n

Por fin, el concilio Vaticano II intent\u00f3 abrir el camino. La constituci\u00f3n conciliar Gaudium et Spes<\/em> se\u00f1al\u00f3: \u00abToda forma de discriminaci\u00f3n en los derechos fundamentales de la persona, ya sea social o cultural. por motivos de sexo, raza, color, condici\u00f3n social, lengua o religi\u00f3n, debe ser vencida y eliminada, por ser contra\u00adria al plan divino\u00bb (GS 29).<\/p>\n

No hab\u00eda nacido esa formulaci\u00f3n del deseo de promover importantes cambios respecto a la situaci\u00f3n de la mujer en la Iglesia; m\u00e1s bien una sede de acontecimientos sociales y pol\u00edticos, unidos a una fuerte secularizaci\u00f3n, propiciaron la revoluci\u00f3n cultural de los se\u00adsenta que tambi\u00e9n afect\u00f3 a la Iglesia que em\u00adpez\u00f3 por reconocer en ello \u00abun signo de los tiempos\u00bb.<\/p>\n

En el seno de la Iglesia se han ido dando pe\u00adque\u00f1os pesos en esas tez; d\u00e9cadas que nos separan ya del Concilio: el movimiento ecum\u00e9\u00adnico, el despertar del laicado, el avance de las mujeres. Tras la reforma conciliar, los hombres y las mujeres seglares empiezan a participar de otro modo en la liturgia y en tareas eclesiales, cursos de formaci\u00f3n, etc.<\/p>\n

Como se\u00f1ala Man\u00e1 Salas, \u00abEl <\/em>redescubrimiento de la iglesia como Pueblo de Dios, la clara formulaci\u00f3n del sacerdocio com\u00fan de los fieles, la revaloraci\u00f3n del laicado y el plan\u00adteamiento de la posible instauraci\u00f3n de nue\u00advos ministerios fueron otros tantos motivos para enfatizar lo minusvalorado que hab\u00eda es\u00adtado en la Iglesia el laico en general, y la mu\u00adjer, muy en particular\u00bb<\/a>.<\/p>\n

La Iglesia, vivi\u00f3 en su interior una corriente de simpat\u00eda hacia el mundo. En el postconci\u00adlio se rompieron barreras y rigideces eclesiales dejando tambi\u00e9n que entrara, ya fuera levemente, el clamor, cada vez m\u00e1s fuerte, de los grupos feministas, igual que el de otros movi\u00admientos sociales de corte progresista.<\/p>\n

Los institutos y \u00f3rdenes religiosas femeni\u00adnas, que tuvieron que entrar en un proceso de adaptaci\u00f3n interna al Concilio, asumieron de modo nuevo retos y tareas en la sociedad y la Iglesia. Con mayor esp\u00edritu cr\u00edtico, muchas re\u00adligiosas empiezan a distanciarse de plantea\u00admientos paternalistas para asumir como parte de su misi\u00f3n la transformaci\u00f3n social, la lucha contra la injusticia y la pobreza, y el trabajo en primera l\u00ednea contra la marginaci\u00f3n.<\/p>\n

Algunas mujeres, religiosas o laicas, empe\u00adzaron a estudiar teolog\u00eda. En Estados Unidos y Europa se comenz\u00f3 a hablar de \u00abteolog\u00eda fe\u00administa\u00bb, <\/em>porque mujeres cristianas, militantes o afines a movimientos feministas, llevaron al interior de la Iglesia y de la teolog\u00eda, reivindi\u00adcaciones paralelas a las que se hab\u00edan pedido en a\u00f1os anteriores en la sociedad\u00bb<\/a>.<\/p>\n

3. \u00abCarta a las Mujeres\u00bb<\/h3>\n

Tras el Concilio, el an\u00e1lisis de la situaci\u00f3n de la mujer en la Iglesia no ha perdido actuali\u00addad. En esos m\u00e1s de treinta a\u00f1os se encuentran m\u00faltiples referencias al mismo en docu\u00admentos Papales, s\u00ednodos, reuniones de alto nivel, conferencias, charlas, art\u00edculos…<\/p>\n

Juan Pablo II <\/em>con la Mulieris Dignitatem <\/em>(1988) se ha convertido en el primer Papa que escribe una \u00abCarta Apost\u00f3lica\u00bb sobre la digni\u00addad de la mujer. La carta, fue muy bien acogi\u00adda por bastantes grupos eclesiales de mujeres y ofrece como mejor fruto, una reinterpreta\u00adci\u00f3n del relato del G\u00e9nesis en el que tantas ve\u00adces se hab\u00edan basado los te\u00f3logos para fun\u00addamentar la subordinaci\u00f3n femenina al hom\u00adbre. \u00abEl texto b\u00edblico, afirma el Papa en el n\u00fa\u00admero 6 de la Carta, proporciona suficientes ba\u00adses para reconocer la igualdad esencial entre el hombre y la mujer desde el punto de vista de su humanidad\u00bb.<\/p>\n

M\u00e1s recientemente, ante la Conferencia de la <\/em>ONU <\/em>sobre la Mujer <\/em>que se iba a celebrar en Pek\u00edn en 1995, Juan Pablo II<\/em> volvi\u00f3 a escribir una Carta a las mujeres,<\/em> que reconoce entre otras cosas: \u00abPor desgracia, somos herederos de una historia de enormes condicionamien\u00adtos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho dif\u00edcil el camino de la mujer, des\u00adpreciada en su dignidad, olvidada en sus pre\u00adrrogativas, marginada frecuentemente e inclu\u00adso reducida a esclavitud. Esto le ha impedido ser profundamente ella misma y ha empobre\u00adcido a la humanidad entera de aut\u00e9nticas ri\u00adquezas espirituales. Si en esto -contin\u00faa el Pa\u00adpa- no han faltado, especialmente en determi\u00adnados contextos hist\u00f3ricos, responsabilida\u00addes objetivas incluso en no pocos hijos de la Iglesia, lo siento sinceramente. Que este sen\u00adtimiento se convierta para toda la Iglesia en un compromiso de renovada fidelidad a la inspi\u00adraci\u00f3n evang\u00e9lica, que precisamente sobre el tema de la liberaci\u00f3n de la mujer de toda for\u00adma de abuso y de dominio, tiene un mensaje de perenne actualidad, el cual brota de la ac\u00adtitud misma de Cristo. \u00c9l, superando las nor\u00admas vigentes en la cultura de su tiempo, tuvo, en relaci\u00f3n con las mujeres, una actitud de apertura, de respeto, de acogida y de ternu\u00adra \u00ab<\/a>. Depende de todos, sacerdotes y laicos, que en nuestras parroquias y grupos se sa\u00adquen las consecuencias pr\u00e1cticas de estas afirmaciones Papales.\u00a0<\/strong><\/p>\n

4. M\u00e1s all\u00e1 de las pol\u00e9micas<\/h3>\n

Pero m\u00e1s all\u00e1 de los documentos y de lo que el magisterio ha ido exponiendo sobre la mujer, est\u00e1 el hecho real del lento, t\u00edmido y a veces doloroso avance concreto de las mujeres en la Iglesia. Hay muchos caminos abier\u00adtos: el de las mujeres que son ya hoy profeso\u00adras de teolog\u00eda, el de otras muchas que van desempe\u00f1ando en sus di\u00f3cesis tareas hasta ahora realizadas por sacerdotes u hombres. Muchas j\u00f3venes, algunas laicas, otras religio\u00adsas, est\u00e1n ya estudiando teolog\u00eda o haciendo cursos de alg\u00fan tipo. En las parroquias, cole\u00adgios, hospitales, las mujeres son, cada vez m\u00e1s, presencia eficaz y visible de una Iglesia que sin embargo, de cara al pueblo, sigue vi\u00e9n\u00addose como eminentemente dirigida, represen\u00adtada y gobernada por hombres y en concreto por sacerdotes y obispos.<\/p>\n

Es, por una parte, un problema de visibili\u00addad social en el que mucho depende de los medios de comunicaci\u00f3n de masas. Sin duda la atm\u00f3sfera creada en torno a la exclusi\u00f3n de la mujer del sacerdocio femenino ha contribui\u00addo a que se perpet\u00fae esta imagen, pero la po\u00adl\u00e9mica precisamente lo que ha conseguido es silenciar otros avances posibles y a la larga transformadores.<\/p>\n

Hacia dentro, en el interior de la Iglesia, es una cuesti\u00f3n m\u00e1s profunda. Depende de que la Iglesia toda, en sus diferentes ministerios, ca\u00adrismas, e identidades personales, se viva a s\u00ed misma m\u00e1s comunitaria, m\u00e1s toda ella para el mundo, m\u00e1s desde las claves del evangelio y menos desde concreciones hist\u00f3ricas que no se han ido depurando.<\/p>\n

Como se\u00f1ala M\u00aa Clara Lucchetti, <\/em>te\u00f3loga y madre de familia brasile\u00f1a: \u00abPor su diferencia fundamental, que perturba la visibilidad ordina\u00adriamente masculina de la Iglesia, la mujer intro\u00adduce en ella una interpelaci\u00f3n de fondo que es, sin lugar a dudas, antropol\u00f3gica, pero que no deja de ser tambi\u00e9n profundamente teol\u00f3gica. Su presencia cada vez m\u00e1s creciente y su de\u00adseo manifiesto de participaci\u00f3n plena en la vi\u00adda de la Iglesia, producen serios interrogantes en la propia identidad eclesial y, consecuente\u00admente, en su organizaci\u00f3n y misi\u00f3n\u00bb<\/a>.<\/p>\n

La propia jerarqu\u00eda eclesial ha propuesto, en documentos oficiales, v\u00edas de avance para las mujeres que en muchos casos no parecen ni siquiera haberse le\u00eddo. Cito a continuaci\u00f3n tres ejemplos distintos de lo que acabo de apuntar. Estos textos bien pueden contribuir a un trabajo en grupos para su discusi\u00f3n y pues\u00adta en pr\u00e1ctica all\u00ed donde a\u00fan no han sido asumidos.\u00a0<\/strong><\/p>\n

4.1. \u00abChristifideles Laici\u00bb<\/h4>\n

El primer texto est\u00e1 constituido por lo que propone Juan Pablo II <\/em>en la exhortaci\u00f3n postsi\u00adnodal Christifideles <\/em>Laici. <\/em>Se pueden encontrar en todo el documento elementos interesantes y afirmaciones como: \u00abEs del todo necesario, en\u00adtonces, pasar del reconocimiento te\u00f3rico<\/em> de la presencia activa y responsable de la mujer en la Iglesia a la realizaci\u00f3n pr\u00e1ctica\u201d10<\/a><\/em>. Pide luego que se pongan \u00aben pr\u00e1ctica con mayor tem\u00adpestividad y determinaci\u00f3n\u00bb las disposiciones del Derecho Can\u00f3nico acerca de la participa\u00adci\u00f3n de la mujer en la vida y misi\u00f3n de la Iglesia.<\/p>\n

Concretamente, se\u00f1ala despu\u00e9s: la partici\u00adpaci\u00f3n de las mujeres en los Consejos Pasto\u00adrales diocesanos y parroquiales y en los Con\u00adcilios particulares; en las consultas y elaboraci\u00f3n de decisiones; en la preparaci\u00f3n de docu\u00admentos pastorales e iniciativas misioneras; etc.<\/p>\n

Se hace otro apunte a continuaci\u00f3n pidien\u00addo \u00abpromover con m\u00e1s fuerza\u00bb el estudio, in\u00advestigaci\u00f3n y docencia teol\u00f3gica. Esta cita es s\u00f3lo una muestra de que a veces, cuando la Iglesia dice palabras de apertura -por t\u00edmidas que sean- no se entera nadie, y s\u00ed corren a los cuatro vientos aquellas noticias que pueden hacernos frenar el paso. Hay que hacer hueco a lo primero.<\/p>\n

\u00a0<\/strong>4.2. \u00abCristianos en el mundo\u00bb\u00a0<\/strong><\/h4>\n

Un segundo texto es de Los <\/em>Cristianos <\/em>Laicos <\/em>Iglesia <\/em>en <\/em>el <\/em>mundo, <\/em>documento de la Conferencia Episcopal Espa\u00f1ola que pretend\u00eda \u00abpromover la corresponsabilidad y partici\u00adpaci\u00f3n de los laicos en la vida de la Iglesia y en la sociedad civil\u00bb.<\/p>\n

En un breve p\u00e1rrafo dedicado a la mujer se dice: \u00abLas comunidades eclesiales, animadas ya por la participaci\u00f3n de numerosas mujeres en tantos servicios, promover\u00e1n su participa\u00adci\u00f3n sin discriminaci\u00f3n en los cauces de co\u00adrresponsabilidad, en las consultas y tomas de decisiones, y se les confiar\u00e1 asimismo, los ade\u00adcuados ministerios laicales de acuerdo con las normas can\u00f3nicas vigentes.\u00bb\u00a0<\/strong><\/p>\n

4.3. \u00abEscuchar la experiencia de la mujer\u00bb<\/h4>\n

En tercer lugar, he elegido como muestra lo que la XXXIII Congregaci\u00f3n General <\/em>de <\/em>la <\/em>Compa\u00f1\u00eda de Jes\u00fas <\/em>dijo sobre la situaci\u00f3n de la mujer en la Iglesia y la sociedad. Puede ser\u00advir de pauta para acciones concretas que po\u00addemos acometer entre todos: cl\u00e9rigos, religio\u00adsos, laicos, hombres y mujeres.<\/p>\n

\u00abInvitamos a todos a escuchar la experien\u00adcia de la mujer con atenci\u00f3n y valent\u00eda. Mu\u00adchas mujeres creen que los varones simple\u00admente no las escuchan. El escuchar no tiene sustitutivo. Es lo que m\u00e1s que nada cambiar\u00e1 las cosas. Sin escuchar, cualquier iniciativa en este campo, por bien intencionada que sea, corre el peligro de soslayar los intereses reales de la mujer, confirmar la condescendencia del var\u00f3n y reforzar su dominio…\u00bb<\/p>\n

Los jesuitas proponen una serie de suge\u00adrencias pr\u00e1cticas, por ejemplo: apoyar los mo\u00advimientos de liberaci\u00f3n de la mujer que se oponen a su explotaci\u00f3n y promueven su par\u00adticipaci\u00f3n en la vida p\u00fablica; atender especial\u00admente al fen\u00f3meno de la violencia contra la mujer; debida presencia de mujeres en activi\u00addades e instituciones de la Compa\u00f1\u00eda, incluso la formaci\u00f3n; tener parte real en la consulta y toma de decisiones de los apostolados de la Compa\u00f1\u00eda; uso del lenguaje inclusivo por los jesuitas cuando hablan o escriben; etc.\u00a0<\/strong><\/p>\n

4.4. Acciones concretas<\/h4>\n

Pero m\u00e1s concretamente, \u00bfqu\u00e9 pode\u00admos hacer quienes por nuestra vocaci\u00f3n y for\u00admaci\u00f3n estamos sencillamente entre lo que se suele llamar un laicado comprometido?<\/p>\n