{"id":1035,"date":"1997-12-01T15:24:39","date_gmt":"1997-12-01T15:24:39","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=1035"},"modified":"1997-12-01T15:24:39","modified_gmt":"1997-12-01T15:24:39","slug":"somos-iglesia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/somos-iglesia\/","title":{"rendered":"\u00abSomos iglesia\u00bb"},"content":{"rendered":"

\u00bfRetorna el anatema?<\/h3>\n

Sentenciaba J. Ratzinger (El nuevo pueblo de <\/em>Dios),<\/em> all\u00e1 por los ’70 y refiri\u00e9ndo\u00adse a algunas tristes y famosas intervenciones de P\u00edo IX y P\u00edo X, que con ellas la Iglesia \u00abse quit\u00f3 a s\u00ed misma la posibilidad de vivir lo cristiano como actual\u00bb. Soplaban vientos del Vaticano II que impulsaban a pasar \u00abdel anatema al dialogo\u00bb. Pero ahora retornan \u00abotros vientos\u00bb.’Y la perplejidad por no saber qu\u00e9, \u00abbuenas\u00bb presentar de parte de Dios y c\u00f3mo comunicarlas al hombre de hoy, tientan a la Iglesia con cantos de sirena <\/em>que ensalzan el repliegue cuartelario y <\/em>proponen estrategias de inmunizaci\u00f3n frente al mundo y cultura actuales.<\/p>\n

El pluralismo de cosmovisiones y culturas propiciado por la modernidad y la nueva forma de relacionarse con la religi\u00f3n y las Iglesias implica, en concreto, que<\/p>\n

el cristianismo ya no es algo que pertenezca connatural y aproblem\u00e1ticamente a nuestro mundo. Ahora hay que ganarse una credibilidad que hasta hace muy poco se supon\u00eda sin m\u00e1s problemas.\u00a0<\/em><\/strong><\/p>\n

\u00ab\u00bfIglesia, que piensas de ti misma?\u00bb<\/h3>\n

Tal fue la pregunta que Pablo VI formulaba en el concilio Vaticano II. Se res\u00adpondi\u00f3 calificando a la iglesia como Pueblo <\/em>de Dios, Comuni\u00f3n, Sacramento de sal<\/em>vaci\u00f3n.<\/em> etc. Sin embargo, la diferencia entre cuanto decimos y hacemos sigue sien\u00addo tan profunda que hasta consigue mermarsignificativamente la credibilidad de la propia Iglesia a los ojos de sus miembros. M\u00e1s a\u00fan, es precisamente en el terreno de las cuestiones istraeclesiales de car\u00e1cter doctrinal y estructural donde m\u00e1s se in\u00adsiste en hacer frente a la modernidad con un severo e inflexible \u00abcontraprograma\u00bb. As\u00ed la Iglesia est\u00e1 dando la impresi\u00f3n de querer aparecer como infalible incluso en aquellos casos donde ense\u00f1a acerca de temas que en s\u00ed mismos no lo son.<\/p>\n

Casi ocioso resulta ya, por desgracia, invocar la necesidad de que todos partici\u00adpen en las decisiones que ata\u00f1en a todos; o exigir transparencia e informaci\u00f3n; o sugerir alternativas pastorales; o denunciar la censura, con la consiguiente autocensura in\u00adducida; o… P. Zulehner <\/em>se manifestaba recientemente en este sentido: \u00abLa Iglesia necesita una gran participaci\u00f3n, que es mucho m\u00e1s que democratizaci\u00f3n. Me atrevo a decir que el mayor pecado de la Iglesia es el ate\u00edsmo eclesial. Es una palabra muy dura. Pero es como si la Iglesia misma se olvidara de Dios, que se fiara demasiado de sus planes y de su fuerza\u00bb.<\/p>\n

\u00a0<\/strong>\u00ab\u00a1Somos Iglesia!\u00bb<\/h3>\n

De nada servir\u00eda, con todo, entonar simples lamentaciones o limitarnos a denunciar y airear los problemas. \u00a1La Iglesia somos y la hacemos todos! Por eso, todos hemos de arrimar el hombro para que el miedo no nos haga perder libertad o nos incapacite de ra\u00edz para<\/p>\n

construir el Reino. Nos toca suscitar esperanza, motivos para creer y luchar en este mundo distinto, que lentamente va emergiendo a finales del XX; no para propagar desencanto o, menos a\u00fan, el rechazo del mismo.<\/p>\n

\u00abMe hubiera gustado -confesaba Rahner <\/em>poco antes de morir- que en mi vida hubiese habido m\u00e1s amor, m\u00e1s valent\u00eda especialmente respecto a los que tienen autoridad en la Iglesia y m\u00e1s comprensi\u00f3n con el hombre de hoy y su forma de pensar\u00bb.<\/p>\n

\u00a0\u00abFidedigno s\u00f3lo es el amor\u00bb<\/h3>\n

As\u00ed titulaba von Balthasar <\/em>uno de <\/em>sus libros. S\u00f3lo un amor como el de Dios, s\u00f3lo un amor gratuito e incondicional como el suyo merece \u00abfe\u00bb. Para eso, s\u00f3lo por y para eso, for\u00admamos las comunidades eclesiales: para acoger el amor que nos sana y encarnarlo <\/em>en este mundo que tanto hambrea la garant\u00eda de un amor que no seque y asuma su fragmentariedad e imperfecci\u00f3n.<\/p>\n

Misi\u00f3n <\/em><\/strong>Joven,<\/em><\/strong> en esta ocasi\u00f3n, ofrece unas reflexiones diversas formalmente a las habituales. En primer lugar, propone una s\u00edntesis de las respuestas m\u00e1s significativas al interrogante del \u00abhacia d\u00f3nde va la Iglesia\u00bb. Despu\u00e9s hemos querido dejar que sean dos j\u00f3venes, una chica y un chico, quienes reflexionen en voz alta para exponer sus \u00absue\u00f1os\u00bb e \u00abim\u00e1ge\u00adnes de Iglesia\u00bb.<\/p>\n

Y… se acercan unas fechas particulares. As\u00ed que… \u00a1a encarnar, a \u00abdar carne\u00bb a Dios! Ser\u00e1 navidad. De este modo, \u00a1Feliz Navidad!<\/p>\n

Jos\u00e9 Luis Moral<\/strong><\/p>\n

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