{"id":1037,"date":"1997-12-01T18:07:03","date_gmt":"1997-12-01T18:07:03","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/index2.php\/?p=1037"},"modified":"1997-12-01T18:07:03","modified_gmt":"1997-12-01T18:07:03","slug":"hacia-donde-va-la-iglesia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/hacia-donde-va-la-iglesia\/","title":{"rendered":"\u00bfHacia d\u00f3nde va la Iglesia?"},"content":{"rendered":"
\u00a0<\/strong>Jos\u00e9 Luis Moral <\/strong>es profesor en el Instituto Su\u00adperior de Teolog\u00eda \u00abDon Bosco\u00bb y director de <\/em>\u00abMi\u00adsi\u00f3n Joven\u00bb.<\/strong><\/p>\n El autor, a trav\u00e9s del resumen de diversos textos eclesiol\u00e1gicos, ofrece dos visiones concretas de Iglesia, predominantes respectivamente en Europa y Am\u00e9rica latina, prece\u00addidas de unas claves interpretativas y apostillando, al final, la necesidad de informaci\u00f3n y anticipaci\u00f3n para construir el futura de la Iglesia entre todos. La eclesiolog\u00eda de comu\u00adni\u00f3n, en Europa, tiene que v\u00e9rselas con una praxis no pocas veces \u00abincomunicativa\u00bb. La eclesiolog\u00eda del Pueblo de Dios, en Am\u00e9rica latina, persigue una Iglesia capaz de ser \u00absacr\u00adamento hist\u00f3rico de salvaci\u00f3n\u00bb.<\/p>\n Las siguientes l\u00edneas son un simple ejerci\u00adcio de s\u00edntesis, salpicada profusamente de ci\u00adtas textuales para ser fieles, en la mayor medida posible, a los autores y corrientes teol\u00f3\u00adgicas objeto de la misma.<\/p>\n Tras un breve apunte acerca de la doble clave interpretativa de la eclesiolog\u00eda en Euro\u00adpa y en Am\u00e9rica latina, la parte central del tex\u00adto se ocupa de la imagen de la Iglesia en am\u00adbos continentes.<\/p>\n Contemplamos la \u00abeclesiolog\u00eda europea\u00bb a trav\u00e9s de los ojos de MEDARD KEHL y conforme a la visi\u00f3n que nos presenta en dos de sus li\u00adbros: La Iglesia. Eclesiolog\u00eda cat\u00f3lica<\/em> (Ed. S\u00ed\u00adgueme, Salamanca 1996) y \u00bfAd\u00f3nde va la Igle\u00adsia? Un diagn\u00f3stico de <\/em>nuestro <\/em>tiempo <\/em>(Ed. Sal Terrae, Santander 1997).<\/p>\n Para reflejar la imagen de la Iglesia en Am\u00e9ri\u00adca latina nos servimos del tomo segundo de Mysterium liberationis <\/em>(Ed. Trotta, Madrid 1990), obra colectiva dirigida por IGNACIO ELLACUR\u00cdA y JON SOBRINO. M\u00e1s concretamente nos fijamos en textos de estos dos autores y en otros de JUAN ANTONIO ESTRADA y MARCELLO DE C. AZEVEDO.<\/p>\n A la hora de concluir, sugiriendo la necesidad de informaci\u00f3n y participaci\u00f3n, utilizamos las obras de JUAN L. RUIZ DE LA PE\u00d1A, Crisis y apolo\u00adg\u00eda de la fe. Evangelio y <\/em>nuevo milenio <\/em>(Ed. Sal Terrae, Santander 1995), y de CARLOS G. VALL\u00c9S, Querida Iglesia <\/em>(Ed. PPC, Madrid 1996).<\/p>\n Hemos optado por simplificar al m\u00e1ximo el sistema de notas, introduci\u00e9ndolas dentro del texto, refiri\u00e9ndonos a cada texto a trav\u00e9s del nombre del autor y el a\u00f1o de la edici\u00f3n del li\u00adbro, seguido de las p\u00e1ginas correspondientes.<\/p>\n La marcha <\/em>actual de la Iglesia, tanto para entender sus propios pasos como para inter\u00adpretar y orientar la situaci\u00f3n de cara al futuro, re\u00adquiere contar con \u00abclaves hermen\u00e9uticas\u00bb, fe\u00adn\u00f3menos a los que atribuir la funci\u00f3n interpre\u00adtativa fundamental para no perderse en una mara\u00f1a de causas y efectos.<\/p>\n \u00c9sta podr\u00eda ser esa clave interpretativa: una \u00abIglesia en transici\u00f3n\u00bb o en la fase de estable\u00adcer una nueva relaci\u00f3n con la modernidad y con la injusta divisi\u00f3n del mundo.<\/p>\n La teolog\u00eda <\/em>europea considera particular\u00admente la clave interpretativa de una Iglesia en transici\u00f3n hacia una nueva relaci\u00f3n entre fe cristiana y cultura moderna. M. <\/em>Kehl, <\/em>en con\u00adcreto, se fija en una ruptura cultural que no ter\u00admina de asumir la Iglesia en Europa. Identifica dicha ruptura con el \u00abimpulso modernizador\u00bb que forma parte del estado de conciencia del hombre y cultura actuales. Sencillamente for\u00admulado, nos remite a la primac\u00eda incondicional del sujeto frente a todas las tradiciones e ins\u00adtituciones. Una sociedad que se considera mo\u00adderna no se interpreta ya a s\u00ed misma desde su pasado sino, casi exclusivamente, desde el presente y el futuro. De ah\u00ed que cuanto hasta ahora ha servido de base para la identidad cristiana est\u00e1 hoy perdiendo r\u00e1pidamente su fuerza persuasiva en nuestra sociedad.<\/p>\n Ante esta situaci\u00f3n, de nada servir\u00eda entonar lamentaciones o cerramos a la modernidad con\u00advirti\u00e9ndola en chivo expiatorio de todos los ma\u00adles que aquejan a la Iglesia. La respuesta pasa, en primer lugar, por asumir la perplejidad de no saber c\u00f3mo proclamar hoy nuestra fe en Dios como fuente originaria de la vida y del sentido. Pero hay que aguantar honradamen\u00adte esta situaci\u00f3n sin resignarnos, antes acep\u00adtando el reto de la modernidad de manera productiva, es decir, entrando en contacto profundo con ella y, a la par, resistiendo frente a determinadas tendencias dominantes.<\/p>\n Han sido las teolog\u00edas del Tercer <\/em>mundo,<\/em> en especial la Teolog\u00eda de la liberaci\u00f3n en Am\u00e9ri\u00adca latina, las que han concedido mayor relieve a la segunda clave interpretativa a la hora de definir la identidad y misi\u00f3n de la Iglesia. In\u00adjusticia y desigualdad radical entre el mundo pobre del Sur y el rico del Norte conforman la \u00abrealidad problem\u00e1tica\u00bb que envuelve a las Iglesias del Tercer mundo. l. <\/em>Ellacur\u00eda<\/em> apunta\u00adba, en este contexto, una transici\u00f3n distinta y necesaria para la Iglesia: aquella que conduce a \u00abtomar cuerpo\u00bb, a la corporeidad hist\u00f3rica de una Iglesia que, como sacramento univer\u00adsal de salvaci\u00f3n, se constituye en sacramento hist\u00f3rico de liberaci\u00f3n dada la situaci\u00f3n de dominio y opresi\u00f3n que sufren las personas. \u00abLa Iglesia -dice textualmente- tiene que ser consciente del \u00abhoy\u00bb de Dios y de que uno de sus m\u00e1s graves peligros es ignorarlo\u00bb.<\/p>\n Puestos ante Dios y sintiendo el dolor de la injusticia, la cuesti\u00f3n clave para saber hacia d\u00f3nde debe dirigirse la Iglesia no es otra que descubrir ese \u00abhoy\u00bb de Dios, que I. Ellacur\u00eda entend\u00eda como \u00abuna palabra de vida, de justi\u00adcia, de esperanza y de liberaci\u00f3n para las in\u00adnumerables v\u00edctimas de este mundo\u00bb.<\/p>\n La teolog\u00eda de la \u00abcommunio\u00bb propiciada por el concilio Vaticano 11 y una praxis conflic\u00adtiva, cuando no \u00abincomunicativa\u00bb, definen los perfiles principales de la Iglesia en Europa a juicio de M. Kehl.<\/em><\/p>\n El concilio Vaticano 11 nos transmiti\u00f3 una imagen de Iglesia como \u00abcommunio\u00bb del Pue\u00adblo de Dios. Sin embargo, diversos conflictos estructurales e interferencias comunicativas pa\u00adrecen ponerla en cuesti\u00f3n: \u00abcaso -se pre\u00adgunta M. Kehl- ha quedado superada esta ima\u00adgen de la Iglesia antes incluso de haber podi\u00addo ser objeto de una \u00abrecepci\u00f3n\u00bb correcta? \u00bfO es que dicha imagen \u00fanicamente es v\u00e1lida pa\u00adra la espiritualidad, pero no para la realidad es\u00adtructural de la Iglesia?\u00bb<\/p>\n Antes de ocuparnos de la respuesta, nos de\u00adtenemos brevemente en la enumeraci\u00f3n de al\u00adgunos conflictos. En la lista de los estructurales se cuentan, entre otros, los siguientes: la pers\u00adpectiva \u00abeuroc\u00e9ntrica\u00bb y el centralismo, la dife\u00adrencia cada vez mayor entre Iglesias pobres e Iglesias ricas y la discriminaci\u00f3n de la mujer.<\/p>\n Aunque la gran mayor\u00eda de los cristianos ca\u00adt\u00f3licos vive hoy en los pa\u00edses del Tercer mun\u00addo, Europa sigue constituyendo el centro nor\u00admativo de la Iglesia; aunque el concilio Vatica\u00adno II revaloriz\u00f3 teol\u00f3gicamente las Iglesias lo\u00adcales, la Iglesia cat\u00f3lica aparece hoy -a los ojos de los propios fieles y de los no cat\u00f3licos- co\u00admo la \u00abIglesia papal\u00bb tradicional. Por cuanto toca al tema de Iglesias pobres y ricas, la fla\u00adgrante desigualdad e injusticia en la distribu\u00adci\u00f3n de los bienes pueden conducir, con el tiempo, \u00aba una divisi\u00f3n de la Iglesia m\u00e1s pro\u00adfunda que todas las divisiones provocadas por las luchas en torno a la fe ortodoxa\u00bb. Las mu\u00adjeres, en fin, se sienten \u00abestructuralmente des\u00adfavorecidas, discriminadas en la Iglesia por causa del sexo; consideran a la Iglesia cat\u00f3li\u00adca, tanto en el lenguaje de su oraci\u00f3n y su pre\u00addicaci\u00f3n como en el tema de la liturgia y en las estructuras de gobierno, no s\u00f3lo como una \u00abIglesia clerical\u00bb sino adem\u00e1s como una \u00abIgle\u00adsia de varones\u00bb donde la condici\u00f3n \u00ablaica\u00bb de las mujeres se sit\u00faa de nuevo en un nivel infe\u00adrior\u00bb (M. KEHL 1996, 201).<\/p>\n La acumulaci\u00f3n de hechos semejantes al \u00abplebiscito eclesial\u00bb iniciado a partir del mani\u00adfiesto \u00abSomos Iglesia\u00bb revela, en opini\u00f3n del au\u00adtor que rese\u00f1amos, una \u00abinterferencia comuni\u00adcativa que hipoteca en muchos aspectos la vi\u00adda eclesial y que no hay que atribuir \u00fanicamen\u00adte al hecho de que entren en conflicto entre s\u00ed distintas convicciones teol\u00f3gicas o distintas im\u00e1\u00adgenes de Iglesia. El disenso es probablemente m\u00e1s hondo, porque en determinados puntos neur\u00e1lgicos aflora con toda nitidez el problema [. ..] de la relaci\u00f3n entre la Iglesia cat\u00f3lica y la cultura moderna\u00bb (M. KEHL 1997, 62).<\/p>\n Conflictos e interferencias comunicativas reactualizan la pregunta eclesiol\u00f3gica funda\u00admental por la relaci\u00f3n entre teolog\u00eda y empir\u00eda:<\/em> \u00bfc\u00f3mo se relaciona el misterio <\/em>teol\u00f3gico de la Iglesia como Pueblo de Dios, como comuni\u00addad de creyentes, con su estructura o dimen\u00adsi\u00f3n visible e incluso emp\u00edrico-sociol\u00f3gica? Pre\u00adcisamente fue en este punto donde el concilio Vaticano II hizo posible un cambio fundamen\u00adtal en la eclesiolog\u00eda.<\/p>\n En efecto, tras el modelo ideol\u00f3gico de la identificaci\u00f3n un\u00edvoca entre la dimensi\u00f3n teo\u00adl\u00f3gica y emp\u00edrica de la Iglesia -que defin\u00eda la actitud fundamental del creyente como \u00abobe\u00addiencia incondicional\u00bb, para garantizar as\u00ed la unidad y verdad de la fe-, la visi\u00f3n del Vatica\u00adno II coloc\u00f3 dicha relaci\u00f3n en una \u00abunidad sa\u00adcramental\u00bb.<\/p>\n Afirma el concilio: \u00abComo sociedad dotada de \u00f3rganos jer\u00e1rquicos y Cuerpo M\u00edstico de Cristo, reuni\u00f3n visible y comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida de bienes celestiales no han de considerarse co\u00admo dos, sino que forman una \u00fanica realidad compleja constituida por un elemento huma\u00adno y otro divino. Por esta profunda analog\u00eda se asemeja, pues, al Misterio del Verbo encarna\u00addo. Pues como la naturaleza humana asumida sirve al Verbo Divino como \u00f3rgano vivo de sal\u00advaci\u00f3n a \u00c9l indisolublemente unido, de forma semejante la uni\u00f3n social de la Iglesia sirve al Esp\u00edritu de Cristo, que la vivifica, para el incre\u00admento del cuerpo\u00bb (LG 8).<\/p>\n Seg\u00fan el texto citado, la \u00abcompleja realidad\u00bb de la Iglesia se puede comparar con la encar\u00adnaci\u00f3n de Dios en Jesucristo. Este modelo, por tanto, mira por igual a la realidad social de la Iglesia y a su misterio teol\u00f3gico bajo la forma de \u00abrelaci\u00f3n simb\u00f3lica\u00bb: \u00abambas facetas, a la vez que se diferencian, van \u00edntimamente uni\u00addas la una a la otra, porque la forma externa y visible de la Iglesia ha de ser el signo, el s\u00edm\u00adbolo y sacramento, el medio e instrumento de su misterio interno\u00bb (M. KEHL 1997, 71).<\/p>\n Una consecuencia fundamental salta a la vista: \u00abSi en el concilio (cf. LG 1-4) la Iglesia se entiende realmente a s\u00ed misma como \u00abicono\u00bb\u00a0del Dios trinitario, como imagen y par\u00e1bola de la \u00abcommunio\u00bb de amor entre el Padre y el Hi\u00adjo en el Esp\u00edritu Santo, la l\u00f3gica interna de se\u00admejante simbolismo nos dice que la Iglesia s\u00f3lo puede existir en unas estructuras \u00abcomu\u00adnionales\u00bb o comunicativas an\u00e1logas que debe poner en pr\u00e1ctica, adem\u00e1s, con un estilo de vida igualmente comunicativo. De donde se sigue, desde un punto de vista cient\u00edfico-t\u00e9c\u00adnico, que para entender la \u00abcommunio\u00bb en su sentido pleno es decir en su sentido sacra\u00admental es preciso integrar las teor\u00edas socio-\u00adcient\u00edficas sobre la comunicaci\u00f3n y los proce\u00adsos comunicativos\u00bb (M. KEHL 1997, 72).<\/p>\n El concilio volvi\u00f3 a situar en el horizonte de la comuni\u00f3n de \u00ablas iglesias\u00bb una concep\u00adci\u00f3n marcadamente centralista de la Iglesia y de la autoridad. Las principales afirmaciones, en este sentido, se encuentran en el contexto de la reformulaci\u00f3n de la colegialidad episco\u00adpal: \u00abEn todas las iglesias particulares y de to\u00addas ellas resulta la Iglesia Cat\u00f3lica una y \u00fani\u00adca\u00bb (LG 23). \u00abEsta Iglesia de Cristo est\u00e1 verda\u00adderamente presente en todas las leg\u00edtimas co\u00admunidades locales de los fieles que, unidas a sus pastores, reciben tambi\u00e9n el nombre de \u00abiglesia\u00bb en el Nuevo Testamento\u00bb (LG26).<\/p>\n La Iglesia universal, este es el sentido de las afirmaciones precedentes, s\u00f3lo existe \u00aben y de\u00bb las iglesias locales, s\u00f3lo \u00abest\u00e1 presente\u00bb en cada una de ellas y en el conjunto de todas ellas, y por otra parte las iglesias particulares s\u00f3lo realizan su propio ser-Iglesia en la unidad comunicativa de todas las iglesias. Adem\u00e1s y obviamente, s\u00f3lo hablamos de verdadera co\u00admunidad en la Iglesia, cuando cada uno de sus miembros es reconocido con responsabi\u00adlidad propia dentro de ella.<\/p>\n Tambi\u00e9n en este punto las consecuencias son claras. Habr\u00e1 que revalorizar el s\u00ednodo de los obispos, los concilios particulares y las conferencias episcopales. Por otro lado, \u00abla historia de la \u00abcommunio\u00bb en la antigua Iglesia muestra de manera inequ\u00edvoca, por lo dem\u00e1s, que una estructura meramente dual (=bi-mem\u00adbre) que cristalice exclusivamente en esos dos planos del poder de direcci\u00f3n -el del obispo sobre su di\u00f3cesis y el del papa sobre la Iglesia universal- conduce paulatinamente a la diso\u00adluci\u00f3n de la \u00abcommunio\u00bb en cuanto verdadera comunidad\u00bb (M. KEHL 1977, 88). As\u00ed que ser\u00e1 ne\u00adcesario esforzarse por consolidar \u00abinstancias intermedias\u00bb. Un ejemplo concreto: seguir v\u00edas nuevas, m\u00e1s participativas, en el nombramien\u00adto de los obispos, por constituir una funci\u00f3n b\u00e1\u00adsica de la \u00abcommunio\u00bb eclesial.<\/p>\n La transformaci\u00f3n estructural de la Iglesia, no obstante, deber\u00e1 estar acompa\u00f1ada de una constante recuperaci\u00f3n de su dimensi\u00f3n espi\u00adritual. Ahora bien, aqu\u00ed ser\u00e1 igualmente nece\u00adsario superar ciertos modelos de experiencia espiritual incapaces de entrar en di\u00e1logo con la modernidad. Al decir de M. Kehl; ni la Igle\u00adsia entendida como figura de identificaci\u00f3n – \u00abeccles\u00eda\u00bb como \u00abmujer\u00bb en relaci\u00f3n a Cristo\u00ad(que tiene como leitmotiv<\/em> espiritual la identifi\u00adcaci\u00f3n con la Iglesia y el peligro de la espiri\u00adtualizaci\u00f3n de su realidad estructural), ni la Iglesia como refugio (cuyo leitmotiv<\/em>espiritual es la integraci\u00f3n mediante la seguridad y la obediencia, que ve a la Iglesia como media\u00addora aut\u00e1rquica de salvaci\u00f3n y propende a co\u00adlocar la estructura jer\u00e1rquico-sacramental por encima de todo), sirven hoy como modelos de experiencia espiritual. En su lugar, la recupera\u00adci\u00f3n de la dimensi\u00f3n espiritual pasa por la vi\u00adsi\u00f3n determinante de una Iglesia que se con\u00adsidera como \u00abcomunidad en camino hacia el Reino\u00bb y cuyo leitmotiv espiritual viene indica\u00addo por una comunicaci\u00f3n constante hacia fuera y hacia dentro. \u00abLa situaci\u00f3n actual de la Iglesia exige optar decididamente por este ti\u00adpo de experiencia espiritual, dado que el ca\u00admino de la Iglesia \u00abcomunicante\u00bb emprendido por el concilio Vaticano 11 sigue siendo el m\u00e1s expedito para transmitir a la cultura de nues\u00adtro tiempo el gozoso y liberador mensaje de la fe\u00bb (M. KEHL 1997,119-120).<\/p>\n \u00bfC\u00f3mo hacer que semejante espiritualidad arraigue en los cristianos? Haciendo con na\u00adturalidad lo que est\u00e1 mandado, revitalizando la Iglesia en relaci\u00f3n al Reino de Dios, no per\u00addiendo de vista las verdaderas dimensiones de la Iglesia universal y meditando sobre la Iglesia, conservando la franqueza para mani\u00adfestar el desacuerdo y no subestimando el po\u00adder de la paciencia.<\/p>\n Los medios m\u00e1s concretos nos pueden re\u00adsultar todav\u00eda m\u00e1s conocidos: la oraci\u00f3n per\u00adsonal y comunitaria, la celebraci\u00f3n de una li\u00adturgia sugerente y expresiva, la lectura perso\u00adnal y comunitaria de la Biblia, el di\u00e1logo en or\u00adden a una plena comprensi\u00f3n de nuestra fe, la pr\u00e1ctica desinteresada del amor al pr\u00f3jimo, la motivaci\u00f3n cristiana de la vida diaria y del tra\u00adbajo profesional, etc. Sin olvidarnos nunca de \u00abbuscar primero el Reino de Dios y su justi\u00adcia…\u00bb (Mt 6,33), pues cuanto m\u00e1s consiga\u00admos todos relativizar la Iglesia en relaci\u00f3n al Reino de Dios, tanto m\u00e1s dejaremos de obse\u00adsionarnos angustiosamente por las irregulari\u00addades y abusos que se dan en ella.<\/p>\n La realidad del Pueblo de Dios, vista par\u00adticularmente desde Am\u00e9rica latina, no es sino la existencia de una gran parte de la humanidad literal e hist\u00f3ricamente crucificada por opresiones naturales y, sobre todo, por opresiones hist\u00f3ricas y personales. La realidad de una \u00abhu\u00admanidad oprimida\u00bb necesariamente tiene que marcar la eclesiolog\u00eda del Tercer mundo.<\/p>\n La Iglesia hace suya la historia de un pue\u00adblo que le conduce a asumir el t\u00edtulo y los con\u00adtenidos de \u00abPueblo de Dios\u00bb. En la Encarnaci\u00f3n de Jesucristo se cumple y supera el Anti\u00adguo Testamento y surge el nuevo pueblo de Dios: \u00abUn pueblo de iguales, en el que la au\u00adtoridad es un servicio, el m\u00e1s rico el que m\u00e1s comparte, el m\u00e1s grande el que se abaja, el primero el que se hace el \u00faltimo. […] Este ca\u00adr\u00e1cter igualitario, comunitario y fraterno es el que lleva tambi\u00e9n a los cristianos a asumir el t\u00edtulo de \u00abIglesia\u00bb […]. En cuanto asamblea del pueblo de Dios, se resalta el protagonismo de todos; la igualdad com\u00fan m\u00e1s all\u00e1 de las dife\u00adrencias de funciones y carismas; el sentido com\u00fan de pertenencia y la dignidad de un pueblo todo \u00e9l santo, consagrado y sacerdo\u00adtal\u00bb (J.A. ESTRADA 1990,177-178).<\/p>\n La Teolog\u00eda de la liberaci\u00f3n ha hecho de es\u00adte concepto de Pueblo de Dios el punto de partida de su eclesiolog\u00eda, intentando clarificar el misterio de la Iglesia desde una perspectiva comunitaria y popular. Ahora bien, para com\u00adprender lo que es el Pueblo de Dios, importa mucho volver los ojos sobre la realidad que nos rodea. Y en Am\u00e9rica latina esa realidad es la de un \u00abpueblo crucificado}}; por eso en\u00adcuentra el \u00ablocus theologicus\u00bb en la liberaci\u00f3n de dominaciones y opresiones. \u00abEsa realidad despierta en el esp\u00edritu cristiano una pregunta insoslayable que abarca otras muchas: \u00bfqu\u00e9 significa para la historia de la salvaci\u00f3n y en la historia de la salvaci\u00f3n el hecho de esa reali\u00addad hist\u00f3rica que es la mayor\u00eda de la humani\u00addad oprimida? […), \u00bfqu\u00e9 relaci\u00f3n tiene con la Iglesia como sacramento de salvaci\u00f3n? Esta humanidad doliente \u00bfes algo esencial a la ho\u00adra de reflexionar sobre lo que es el Pueblo de Dios y sobre lo que es la Iglesia?\u00bb (I. ELLACUR\u00cdA 1990, 189).<\/p>\n La Iglesia, desde la perspectiva de la Teo\u00adlog\u00eda de la liberaci\u00f3n, se presenta, en primer lu\u00adgar, como ese Pueblo de Dios que prosigue en la historia la obra de Jes\u00fas. Ya no se habla s\u00f3\u00adlo de la Iglesia como sacramento de salvaci\u00f3n, sino como sacramento \u00abhist\u00f3rico\u00bb de salva\u00adci\u00f3n. Sobre la salvaci\u00f3n no caben simples teo\u00adrizaciones abstractas: no es posible hablar de salvaci\u00f3n sino desde situaciones concretas. \u00abLa sacramentalidad de la Iglesia se basa en una realidad anterior: la corporeidad de la Igle\u00adsia […]: la corporeidad hist\u00f3rica de la Iglesia implica que en ella \u00abtome cuerpo\u00bb la realidad y la acci\u00f3n de Jesucristo en la realidad de la his\u00adtoria. [.. .] El verdadero cuerpo hist\u00f3rico de Cris\u00adto y, por tanto, el lugar preeminente de su to\u00admar cuerpo y de su incorporaci\u00f3n no es la Igle\u00adsia sin m\u00e1s, sino los pobres y los oprimidos del mundo […]. Jes\u00fas fue el cuerpo hist\u00f3rico de Dios, la actualidad plena de Dios entre los hombres, y la Iglesia debe ser el cuerpo hist\u00f3\u00adrico de Cristo, al modo como Jes\u00fas lo fue de Dios Padre\u00bb (I. ELLACUR\u00cdA 1990,130-131).<\/p>\n Desde esta corporeidad hist\u00f3rica, que no s\u00f3lo no excluye la corporeidad m\u00edstica sino que la reclama, es desde donde debe enten\u00adderse la sacramentalidad hist\u00f3rica de la Iglesia que, al ser hist\u00f3rica, exige su presencia a tra\u00adv\u00e9s de acciones particulares y, en definitiva, exige el anuncio y realizaci\u00f3n del Reino.<\/p>\n La Iglesia no es fin en s\u00ed misma. Una Iglesia centrada sobre s\u00ed misma no es un sacramento de salvaci\u00f3n; resultar\u00eda, m\u00e1s bien, un poder m\u00e1s de la historia que sigue los dinamismos del resto de los poderes que operan en ella.<\/p>\n La concreci\u00f3n definitiva de este tema se da cuando consideramos la liberaci\u00f3n como la forma hist\u00f3rica de salvaci\u00f3n, lejos de quedar\u00adnos en una gen\u00e9rica apreciaci\u00f3n de la \u00abpro\u00admoci\u00f3n humana\u00bb que, en su generalidad abs\u00adtracta, tiene poco que ver con la historicidad de la salvaci\u00f3n y mucho que ver con un posi\u00adtivo descompromiso hist\u00f3rico.<\/p>\n Es necesario determinar qu\u00e9 promoci\u00f3n hu\u00admana perseguimos. Y este problema, tanto en s\u00ed mismo como en su relaci\u00f3n con la salvaci\u00f3n cristiana, no puede plantearse al margen de la historia. \u00abAciertan, por tanto, quienes plantean el problema en t\u00e9rminos de fe y justicia o, m\u00e1s generalmente, en t\u00e9rminos de salvaci\u00f3n y libe\u00adraci\u00f3n [… ].Desde este punto de vista, hay que considerar que no hay dos \u00e1mbitos de proble\u00admas (uno, el \u00e1mbito de lo profano; y otro, el \u00e1mbito de lo sagrado) ni tampoco dos histo\u00adrias (una historia profana y otra historia sagra\u00adda), sino un solo \u00e1mbito y una sola historia. 1…] Lo que si hay -y lo muestra el mismo Je\u00ads\u00fas hist\u00f3rico- es la distinci\u00f3n fundamental de gracia y pecado, de historia de la salvaci\u00f3n y de historia de la perdici\u00f3n. […] [Y] s\u00f3lo quien est\u00e1 positivamente con los oprimidos est\u00e1 con Jes\u00fas\u00bb (I. ELLACUR\u00cdA 1990, 137-139).<\/p>\n Esta salvaci\u00f3n hist\u00f3rica debe responder lo m\u00e1s posible a la situaci\u00f3n en la que se en\u00adcuentran inmersos los hombres. En el caso de la situaci\u00f3n del Tercer mundo, la realizaci\u00f3n de la historia de la salvaci\u00f3n se presenta predo\u00adminantemente en t\u00e9rminos de liberaci\u00f3n, pues su situaci\u00f3n queda definida en t\u00e9rminos de dominaci\u00f3n y opresi\u00f3n. Esto es, \u00able\u00edda la pala\u00adbra de Dios desde esta situaci\u00f3n de pecado y de violencia estructurales, el amor cristiano se presenta forzosamente en t\u00e9rminos de lucha por la justicia que libere y salve al hombre cru\u00adcificado y oprimido\u00bb (I.ELLACUR\u00cdA 1990, 143).<\/p>\n La verdadera Iglesia de Jes\u00fas ser\u00e1 aque\u00adlla que Dios quiere hoy. Esta consideraci\u00f3n tan obvia ha de tenerse en cuenta. La Iglesia tiene que ser consciente del \u00abhoy\u00bb de Dios y de que uno de sus m\u00e1s graves problemas es ignorar\u00adlo. Puestos a la escucha de Dios y ante la de\u00adfinici\u00f3n de Iglesia como \u00abconvocaci\u00f3n de Dios\u00bb, \u00abhay que preguntarse a qui\u00e9nes convoca hoy Dios y para qu\u00e9. Si la llamamos \u00abmisterio\u00bb hay que preguntarse qu\u00e9 realidad inefable y afable quiere Dios expresar hoy a trav\u00e9s de ella. Si la llamamos \u00abcuerpo de Cristo\u00bb; hay que pre\u00adguntarse qu\u00e9 Cristo quiere hoy hacerse pre\u00adsente a trav\u00e9s de ella […]. El \u00abhoy? de Dios es lo que concretiza la realidad de la Iglesia. […] Y el \u00abhoy\u00bb de Dios es una palabra de vida, de justicia, de esperanza y de liberaci\u00f3n para las innumerables v\u00edctimas de este mundo. Y si\u00admult\u00e1neamente es una palabra de denuncia radical contra los \u00eddolos que las producen…\u00bb (J. SOBRINO 1990, 221).<\/p>\n En Am\u00e9rica Latina, la Iglesia cree ante todo que Dios tiene un \u00abhoy\u00bb. Esa Iglesia ha vuelto a redescubrir a Dios, como quien escucha los clamores y lamentos de sus hijos y como quien quiere bajar a liberarlos; y lo ha visto tambi\u00e9n escondido en los pobres y crucificados, en los millones de v\u00edctimas de este mundo.<\/p>\n El mismo J. Sobrino <\/em>sugiera una segunda consideraci\u00f3n metodol\u00f3gica, semejante a la precedente: la comuni\u00f3n eclesial s\u00f3lo puede ser generada por la Iglesia en cuanto \u00e9sta responde y corresponde \u00aben realidad\u00bb al hoy de Dios.<\/p>\n Muchas iglesias est\u00e1n respondiendo sincera\u00admente al hoy de Dios. Pero est\u00e1 claro que la Iglesia de los pobres trata en verdad de corres\u00adponder a la realidad de Dios comprometi\u00e9ndo\u00adse seriamente con la liberaci\u00f3n de los oprimi\u00addos. Y esta opci\u00f3n por los pobres debiera ser una especie de \u00abexistencia\u00a1\u00bb, sobrenatural e hist\u00f3rico, con el que abarcar todo el ser y hacer de la Iglesia; una opci\u00f3n que determinara su vi\u00adsi\u00f3n de Dios y del mundo, su doctrina y teolo\u00adg\u00eda, su lugar en el mundo, su fe y su misi\u00f3n fun\u00addamental -compasi\u00f3n y misericordia-, su desti\u00adno y su esperanza, su celebraci\u00f3n, etc.<\/p>\n La comuni\u00f3n eclesial siempre resultar\u00e1 pro\u00adblem\u00e1tica y dif\u00edcil. As\u00ed nos llega del mismo Jes\u00fas, \u00adante quien hay que tomar postura. La carta a los Hebreos nos recuerda, por su par\u00adte, que la palabra de Dios es m\u00e1s cortante que espada de dos filos (cf. Heb 4,12). Al mismo tiempo, vivimos en un mundo que nos exige tomar postura.<\/p>\n Ni el uniformismo ni el simple pluralismo, sin m\u00e1s, sirven como modelos de comuni\u00f3n. Ne\u00adcesitamos contar con un \u00abcentro real\u00bb de la Igle\u00adsia universal que genere comuni\u00f3n, al ser ca\u00adpaz de atraer cristianamente a todas las igle\u00adsias. \u00abEse centro […] hoy es la Iglesia de los pobres, porque la comuni\u00f3n que busca priori\u00adtariamente esa Iglesia no es hacia dentro de ella misma y de las dem\u00e1s iglesias sino la co\u00admuni\u00f3n con un mundo de pueblos crucifica\u00addos\u00bb (J. SOBRINO 1990, 235).<\/p>\n Una Iglesia en comuni\u00f3n con los pobres pue\u00adde generar comuni\u00f3n: no a la manera del uni\u00adformismo, tampoco como mero pluralismo; el tipo de comuni\u00f3n que genera es el de la solida\u00ad<\/em>ridad<\/em>. Y seg\u00fan esto, \u00ablo que se opone a la co\u00admuni\u00f3n en forma radical no es s\u00f3lo ni primaria\u00admente la divisi\u00f3n, ni siquiera la desuni\u00f3n. […] El problema mayor es la antisolidaridad activa o la pasiva falta de solidaridad. […] El mayor con\u00adflicto intraeclesial viene expresado en los mis\u00admos t\u00e9rminos que el conflicto dentro del mun\u00addo: el conflicto entre el Dios de la vida y los \u00eddo\u00adlos\u00bb (J. SOBRINO 1990, 240-241).<\/p>\n Un \u00faltimo apunte: una iglesia que debe ser sacramento de liberaci\u00f3n al modo como lo fue Jes\u00fas, presenta exigencias contundentes a su car\u00e1cter institucional, derivado necesariamen\u00adte de la corporeidad social. En ning\u00fan caso tiene que configurarse al estilo de los poderes de este mundo, antes bien ese car\u00e1cter insti\u00adtucional debe estar subordinado al m\u00e1s pro\u00adfundo de la Iglesia como continuadora de la obra de Jes\u00fas. Por eso, contra la instituciona\u00adlizaci\u00f3n de la Iglesia se pretende avanzar a tra\u00adv\u00e9s de las \u00abcomunidades eclesiales de base\u00bb que, en Am\u00e9rica latina, son \u00abun componente eclesiol\u00f3gico significativo desde el punto de vista teol\u00f3gico, pastoral e institucional\u00bb (M. DE C. AZEVEDO 1990, 245).<\/p>\n \u00bfC\u00f3mo ha de ser, en suma, la Iglesia del futuro?\u00bb, se preguntaba J.L. <\/em>Ruiz de la Pe\u00f1a po\u00ad<\/em>co antes de dejamos. \u00abUna cosa es cierta -respond\u00eda-: ya no volver\u00e1 a ser, como lo fue o lo pre\u00adtendi\u00f3 alguna vez, detentadora del poder, ani\u00admadora y controladora de la realidad intelectual, cultural y social. […] En el seno de una sociedad irreversiblemente pluralista, la Iglesia deber\u00e1, por el contrario, alzarse como heraldo de la libertad de la fe\u00bb (J.L. Ruiz DE La, PE\u00d1A 1995, 333).<\/p>\n Est\u00e1 claro, sin embargo y simplificando, que \u00abexisten dos maneras al menos de entender y vivir la Iglesia hoy, dos cristiandades fieles, una m\u00e1s tradicional y otra m\u00e1s liberal, en el mejor sentido de ambas dignas palabras, ambas uni\u00addas firmemente en la profesi\u00f3n sincera de una misma fe y un mismo amor <\/strong>a nuestro Salvador Jes\u00fas, pero divididas a veces en la interpreta\u00adci\u00f3n pr\u00e1ctica y el uso diario de preceptos, costumbres, actitudes, expresiones y modos de actuar y reaccionar ante la vida en la so\u00adciedad de hoy con toda su complejidad, sus desaf\u00edos, sus dolores y sus esperanzas\u00bb (C.G. VALL\u00c9S 1996, 13).<\/p>\n Los diversos modos de entender la Iglesia provocan no pocas tensiones. La disidencia y la discrepancia est\u00e1n ah\u00ed. Por desgracia no sa\u00adbemos, no contamos con informaci\u00f3n, no poseemos demasiados datos para comprobar, por ejemplo, si tienen raz\u00f3n quienes minimizan la discrepancia. Es indudable que \u00abestamos perdiendo a los j\u00f3venes, estamos perdiendo a gente seria, estarnos perdiendo a pensadores leales y a comprometidos sociales que quieren renovar las estructuras de la sociedad que vie\u00adne, y encuentran en la iglesia s\u00f3lo incompren\u00adsi\u00f3n, repetici\u00f3n, cerraz\u00f3n, ideales te\u00f3ricos y condenaciones pr\u00e1cticas. Estamos perdiendo credibilidad, vitalidad, influencia en las fuerzas que van moldeando r\u00e1pidamente el futuro in\u00admediato de la humanidad, y perdemos esa in\u00adfluencia porque vamos despacio, vamos retra\u00adsados, somos cerrados y somos altivos, y ese paso lento y pesado no nos permite acompa\u00ad\u00f1ar el volar r\u00e1pido de la humanidad de hoy\u00bb (C.G. VALL\u00c9S 1996, 161-162).<\/p>\n Este duro an\u00e1lisis, vinculado con todo a la \u00abmirada de cari\u00f1o\u00bb que recorre el libro del que est\u00e1 tomado, se basa en deficiencias que nos ata\u00f1en a todos y que debieran impulsarnos al di\u00e1logo, la participaci\u00f3n y el an\u00e1lisis serio de la realidad de la Iglesia, contando con datos so\u00adbre la mesa.<\/p>\n C.G.Vall\u00e9s<\/em> pone el dedo en la llaga de fe\u00adn\u00f3menos eclesiales como el de la censura a<\/p>\n los te\u00f3logos, el divorcio entre lo que decimos y hacemos en la Iglesia, la tentaci\u00f3n perma\u00adnente del \u00abpoder\u00bb y del \u00abcontrol de las con\u00adciencias\u00bb, la poca transparencia informativa existente, la incapacidad para hacer llegar los avances de la investigaci\u00f3n de los te\u00f3logos al pueblo (so pretexto, \u00a1eterno pretexto!, del te\u00admor a escandalizar o a que no sepan digerir\u00adlos), los estorbos constantes a la participaci\u00f3n de todos en la toma de decisiones que com\u00adpeten a todos, etc. As\u00ed no hemos de extra\u00f1ar\u00adnos, incluso, de que sean \u00abmuchos los cat\u00f3li\u00adcos de buena voluntad que sienten cada vez menos atracci\u00f3n hacia la Iglesia en sus ense\u00ad\u00f1anzas y en sus ceremonias, y simplemente se vayan alejando del contacto con la pr\u00e1ctica religiosa tradicional porque no les dice nada. Y no les dice nada porque es repetitiva, distan\u00adciada de la realidad, exageradamente autori\u00adtaria, impositiva\u00bb (C.G. VALL\u00c9S 1996, 163).<\/p>\n La Iglesia la hacemos entre todos. \u00abEvange\u00adlio\u00bb e \u00abIglesia\u00bb deber\u00edan ser sin\u00f3nimos en es\u00adp\u00edritu, y en doctrina, y en pr\u00e1ctica. Pero… \u00abes lo que es, dice el amor\u00bb. En este mismo senti\u00addo cierra su libro (\u00bfAd\u00f3nde <\/em>va la Iglesia?)<\/em> M. Kehl. Sirva tambi\u00e9n como punto final de esta s\u00edntesis:<\/p>\n Es absurdo, dice la raz\u00f3n,<\/em><\/p>\n que en la iglesia s\u00f3lo los varones c\u00e9libes<\/em><\/p>\n puedan recibir las \u00f3rdenes sagradas.<\/em><\/p>\n los argumentos teol\u00f3gicos<\/em><\/p>\n son del todo insuficientes.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es lo que dice el amor,<\/em><\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 aunque con ello no se de por satisfecho.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>Es una desgracia, dice el c\u00e1lculo,<\/em><\/p>\n que el impulso reformador del \u00faltimo Concilio<\/em><\/p>\n se est\u00e9 viendo frenado,<\/em><\/p>\n dificultando innecesariamente<\/em><\/p>\n el caminar de la iglesia hacia el tercer milenio.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>Es doloroso, dice la congoja,<\/em><\/p>\n que la Iglesia en Centroeuropa<\/em><\/p>\n parezca estar perdiendo su juventud y su futuro.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>Es in\u00fatil, dice el conocimiento,<\/em><\/p>\n que los hombres se declaren<\/em><\/p>\n totalmente partidarios del Serm\u00f3n de la Monta\u00f1a<\/em><\/p>\n para que la tierra se convierta en par\u00e1bola<\/em><\/p>\n del Reino de Dios.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es lo que es, dice el amor,<\/em><\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 que sigue infatigable<\/em><\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 esperando \u201ccontra toda esperanza\u201d.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>Es rid\u00edculo, dice la arrogancia,<\/em><\/p>\n que m\u00e1s de dos mil quinientas iglesias locales<\/em><\/p>\n permitan que una central romana las tutele,<\/em><\/p>\n y no revindiquen abiertamente<\/em><\/p>\n el derecho, el derecho, teol\u00f3gicamente incontestable,<\/em><\/p>\n a que se reconozca y se estructure<\/em><\/p>\n una aut\u00e9ntica diversidad en la unidad.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>Es una frivolidad, dice la prudencia,<\/em><\/p>\n que cada una de las iglesias locales<\/em><\/p>\n quiera hacer y deshacer a su antojo;<\/em><\/p>\n que exista un plurarismo casi inabarcable<\/em><\/p>\n de teolog\u00edas, modos de creer,<\/em><\/p>\n actitudes normales y usos lit\u00fargicos<\/em><\/p>\n que ponen en peligro la unidad cat\u00f3lica.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>Es imposible, dice la experiencia,<\/em><\/p>\n que las iglesias ricas de Occidente<\/em><\/p>\n se conviertan libremente a la pobreza del Evangelio<\/em><\/p>\n y, simpatizando solidariamente<\/em><\/p>\n con las iglesias pobres del Sur,<\/em><\/p>\n adopten tambi\u00e9n para s\u00ed el estilo de vida<\/em><\/p>\n de las Bienaventuranzas.<\/em><\/p>\n \u00a0<\/em>\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Es lo que es, dice el amor,<\/em><\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 que conf\u00eda en actuar de impulsos de poder<\/em><\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 del esp\u00edritu Santo, Padre de los pobres,<\/em><\/p>\n \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 que ablanda lo que est\u00e1 entumecido,<\/em><\/p>\n unifica lo que est\u00e1 separado<\/em><\/p>\n y preserva la diversidad de lo que est\u00e1 unido.<\/em><\/p>\n J.L. Moral<\/strong><\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":" Jos\u00e9 Luis Moral \u00a0Jos\u00e9 Luis Moral es profesor en el Instituto Su\u00adperior de Teolog\u00eda \u00abDon Bosco\u00bb y director de \u00abMi\u00adsi\u00f3n Joven\u00bb. S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El autor, a trav\u00e9s del resumen de diversos textos eclesiol\u00e1gicos, ofrece dos visiones concretas de Iglesia, predominantes respectivamente en Europa y Am\u00e9rica latina, prece\u00addidas de unas claves interpretativas y apostillando, al […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[36,76,9,10,7,19,2,5],"tags":[],"class_list":["post-1037","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-36","category-76","category-autores","category-estudios","category-jose-luis-moral","category-materias","category-mision-joven","category-revistas"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1037","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=1037"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/1037\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=1037"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=1037"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=1037"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO<\/h3>\n
1. La clave interpretativa<\/h3>\n
\u00a02.\u00a0Europa: Eclesiolog\u00eda de \u00abcomuni\u00f3n\u00bb y praxis \u00abincomunicativa\u00bb<\/h3>\n
\u00a02.1. Conflictos e interferencias comunicativas<\/h4>\n
\u00a02.2. Teolog\u00eda de la \u00abcommunio\u00bb y praxis comunicativa<\/h4>\n
\u00a02.3. Transformaci\u00f3n estructural: por la comunicaci\u00f3n a la \u00abcommunio\u00bb<\/h4>\n
\u00a0<\/strong>3. Am\u00e9rica latina: Eclesiolog\u00eda del \u00abPueblo de Dios\u00bb como sacramento hist\u00f3rico de salvaci\u00f3n<\/h3>\n
\u00a03.1. La Iglesia como \u00abPueblo de Dios\u00bb en un \u00abpueblo crucificado\u00bb<\/h4>\n
3.2. La Iglesia de los pobres, sacramento hist\u00f3rico de liberaci\u00f3n<\/h4>\n
\u00a03.3. Iglesia de los pobres, conflicto y solidaridad eclesial<\/h4>\n
4. \u00a0Informaci\u00f3n y participaci\u00f3n<\/h3>\n