{"id":10681,"date":"2002-11-01T11:44:27","date_gmt":"2002-11-01T09:44:27","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=10681"},"modified":"2002-11-01T11:44:27","modified_gmt":"2002-11-01T09:44:27","slug":"pedagogia-del-silencio","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/pedagogia-del-silencio\/","title":{"rendered":"PEDAGOG\u00cdA DEL SILENCIO"},"content":{"rendered":"

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Francesc Torralba Rosell\u00f3
\nFrancesc Torralba Rosell\u00f3 es profesor de la Universidad Ramon Llull de Barcelona.
\n\u00a0<\/em>
\nS\u00edntesis del art\u00edculo:
\nNos hace caer en la cuenta el autor de la laguna que, desde la m\u00e1s tierna infancia, padecen nuestros ni\u00f1os y j\u00f3venes: son educados para desarrollar la herramienta del lenguaje, pero no lo son para aprender en y con el silencio. \u00abEl silencio es el gran ausente de la pedagog\u00eda\u00bb, nos dice. Al margen de la verbalidad no queda nada que comunicar. Y, sin embargo, el silencio es la cuna de la palabra. Es la fuente del discurso con sentido. En el silencio el ser humano se conoce a s\u00ed mismo en toda la hondura de su insondable misterio, conoce la realidad que le rodea, conoce a los otros, a sus semejantes, en su radical humanidad. \u00abLa contemplaci\u00f3n callada del rostro ajeno abre las puertas a una experiencia in\u00e9dita en el campo emp\u00edrico: es la experiencia del misterio, de la extra\u00f1eza, de la sorpresa, de la inefabilidad del otro\u00bb. En definitiva, la mirada silente nos ofrece otra mirada, m\u00e1s honda, m\u00e1s pura, m\u00e1s clara, de la realidad.
\n 
\n <\/p>\n

    \n
  1. El silencio, ausente en la educaci\u00f3n<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nEn nuestra cultura, la pedagog\u00eda ha centrado su inter\u00e9s en la articulaci\u00f3n de la palabra. En la escuela primaria, el ni\u00f1o aprende el vocabulario fundamental para poder expresar sus experiencias. Posteriormente, aprende a escribir aquellas palabras y a construir frases con sentido. De esta manera, va adquiriendo el suficiente lenguaje verbal para poder comunicarse y expresar sus ideas particulares y sus emociones. De una manera global, podr\u00edamos decir que la pedagog\u00eda ha focalizado sus esfuerzos en la construcci\u00f3n verbal del sentido.
    \n 
    \nEn la escuela se aprende a leer y a escribir. Es decir, se aprende a interpretar la realidad a trav\u00e9s de signos ling\u00fc\u00edsticos, y a utilizar estos signos para manifestar la propia perspectiva real. Una vez el sujeto ha asumido plenamente el c\u00f3digo ling\u00fc\u00edstico, es decir, las leyes sint\u00e1cticas fundamentales y un buen n\u00famero de vocabulario, entonces es capaz de comunicarse libremente y construir a trav\u00e9s del verbo una realidad ficticia e imaginaria.
    \n 
    \nEl silencio es el gran ausente de la pedagog\u00eda[1]. No se contempla como instrumento de comunicaci\u00f3n, ni como experiencia fundamental del ser humano. La escuela no ense\u00f1a la riqueza inherente al silencio. Focaliza su atenci\u00f3n en el verbo y en su articulaci\u00f3n oral y escrita, pero omite el valor comunicativo y expresivo del silencio. Ni el ni\u00f1o, ni el joven est\u00e1n preparados para el silencio. El silencio, para ellos, es algo nuevo, extra\u00f1o y problem\u00e1tico que hay que enmascarar inmediatamente. No est\u00e1n preparados para convivir-en-silencio, ni para descubrir la lecci\u00f3n que lleva el silencio en s\u00ed mismo.
    \n 
    \nSu universo es unilateralmente verbal y el que queda fuera de esta verbalidad no puede comunicar nada. En el aula el sujeto aprende a componer frases, a conjugar verbos, a combinar sustantivos y adjetivos, pero no aprende a callar, ni a compartir la experiencia del silencio con sus compa\u00f1eros. El sujeto actual desconoce totalmente la sem\u00e1ntica y la sintaxis del silencio. Ignora el contenido edificante que conlleva el silencio y su orden y su estatuto en la vida ling\u00fc\u00edstica del sujeto. Sin embargo, es preciso reivindicar un lugar y un espacio para el silencio.
    \n <\/p>\n

      \n
    1. El silencio, cuna de la palabra<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nDel mismo modo que la pedagog\u00eda de la palabra resulta completamente necesaria para describir el mundo, la pedagog\u00eda del silencio es absolutamente imprescindible para contemplar el mundo e interiorizarlo. En cierto modo, la pedagog\u00eda del silencio es previa a la de la palabra. La palabra que nace del silencio es una palabra s\u00f3lida, consistente y firme. La palabra que brota de la palabra, del tapiz ling\u00fc\u00edstico, raramente tiene la hondura o el grado de reflexi\u00f3n que la que nace del silencio. Es una palabra epid\u00e9rmica que se limita a reproducir lo que ya ha sido dicho y se formula con otras palabras. Es una palabra que se refiere a otra palabra. En este sentido, puede ser encubridora.
      \nEl discurso coherente y revelador se gesta en el silencio, se va forjando en la interioridad del individuo y, al final, se expresa p\u00fablicamente, pero su g\u00e9nesis es completamente silente. Se podr\u00eda decir, con acierto, que el silencio es el proleg\u00f3meno de la palabra con sentido, es el pre\u00e1mbulo del discurso verbal.
      \n 
      \nA trav\u00e9s de la palabra, el sujeto describe el mundo, pero tambi\u00e9n crea nuevos mundos. La palabra permite explorar reinos inauditos, que s\u00f3lo subsisten en la imaginaci\u00f3n y en los cuentos de hadas. La pragm\u00e1tica de la palabra es m\u00faltiple y diversa, pero tambi\u00e9n lo es la del silencio. Con la palabra, el sujeto comunica mensajes de contenidos muy diversos, fabrica mundos, construye personajes y aventuras que nunca han existido realmente.
      \n 
      \nEl silencio, aunque ha quedado absolutamente marginado en el \u00e1mbito educativo, transmite una pedagog\u00eda y unos valores dignos de considerar y de integrar en el acto educativo.
      \n <\/p>\n

        \n
      1. El silencio de la contemplaci\u00f3n<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nA trav\u00e9s del silencio, se aprende a desarrollar el papel de espectador. Dice Ortega y Gasset que, en la vida humana, el sujeto puede representar dos papeles: el de actor y el de espectador, o dicho de otra manera, el activo y el pasivo. El actor habla, act\u00faa en escena, hace su funci\u00f3n y recibe los aplausos del p\u00fablico. El espectador, en cambio, est\u00e1 callado y observa los movimientos y los gestos de los actores. A trav\u00e9s del silencio uno se convierte a s\u00ed mismo en espectador de sus propios actos y de las propias palabras. La identidad se duplica en dos estadios: el de platea y el del escenario. El silencio permite el ejercicio de observar los propios movimientos y las propias palabras.
        \n 
        \nEl silencio y la contemplaci\u00f3n van \u00edntimamente unidos. Sin silencio interior no es posible contemplar la realidad. La contemplaci\u00f3n presupone una actitud de calma y de receptividad. En una atm\u00f3sfera cargada de palabras y de gritos, la contemplaci\u00f3n se hace del todo inviable, porque la palabra empa\u00f1a la atm\u00f3sfera, la carga, le da una tonalidad gris\u00e1cea y no permite retenerla con toda su transparencia.
        \n 
        \nEl silencio es, pues, completamente necesario, para contemplar la realidad en sus diferentes niveles y estadios. Contemplar quiere decir sentarse, abrirse al mundo y observarlo atentamente con los ojos interiores. Contemplar no significa s\u00f3lo mirar atentamente la realidad, sino distanciarse y fijarla en la retina del esp\u00edritu. Implica un doble movimiento: en primer lugar, de distanciamiento, tal como lo entiende M. Scheler, y, en segundo lugar, de impregnaci\u00f3n de lo real en el esp\u00edritu del individuo.
        \n 
        \nLa contemplaci\u00f3n, como dice acertadamente Arist\u00f3teles, es el preludio de la filosof\u00eda, es el principio del ejercicio filos\u00f3fico. Filosofar significa describir la realidad en su intimidad y m\u00e1xima profundidad, en su verticalidad dir\u00eda Ortega. Para poder adentrarse en los angostos escondrijos del ente real, hay que adoptar una actitud de silencio, de atenci\u00f3n, de contemplaci\u00f3n total.
        \n 
        \nPor tanto, la primera gran lecci\u00f3n del silencio es la contemplaci\u00f3n. Esta contemplaci\u00f3n puede enfocarse en muchos campos y direcciones. Puede tratarse de una autocontemplaci\u00f3n o de una contemplaci\u00f3n natural o incluso de una contemplaci\u00f3n divina. En cualquier caso, la contemplaci\u00f3n s\u00f3lo es posible en un clima de silencio interior y exterior. En plena agitaci\u00f3n resulta absurdo proponerse el acto contemplativo.
        \n 
        \nEl proceso de autocontemplaci\u00f3n ya lo hemos expresado germinalmente m\u00e1s arriba. Es el proceso a trav\u00e9s del cual el actor se convierte en su propio espectador. Este proceso implica una duplicaci\u00f3n del yo y posibilita el conocimiento personal por medio de la interiorizaci\u00f3n. En \u00faltimo extremo, la autocontemplaci\u00f3n desemboca en el inmenso interrogante de la identidad personal.
        \n <\/p>\n

          \n
        1. Silencio y misterio del otro<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

           
          \nEl silencio, no obstante, permite la contemplaci\u00f3n n\u00edtida y transparente del otro. El otro se manifiesta fundamentalmente a trav\u00e9s de un rostro, de una cara, de unos ojos y de una expresi\u00f3n facial. Levinas ha insistido suficientemente en este punto. Es diferente observar un rostro en pleno di\u00e1logo, en plena conversaci\u00f3n, que observarlo en silencio, calladamente. Entonces aquella superficie de carne deja de ser una pieza an\u00f3nima, aquel rostro interpela, cuestiona el mundo y lo cuestiona, aunque no transmita un fonema.
          \n 
          \nEl silencio ilumina el rostro del otro. Permite descubrir su extra\u00f1eza y su radical humanidad. Entonces, el otro se revela como algo totalmente nuevo y diferente, como un misterio indescifrable, como un interrogante irresoluble. Es el mismo rostro de siempre, los mismos ojos, pero en el silencio se revela misterioso y diferente, m\u00e1s diferente que nunca. La palabra suaviza el misterio, vincula a las personas, permite establecer canales de comunicaci\u00f3n a trav\u00e9s de los cuales el otro se convierte en c\u00f3mplice.
          \n 
          \nLa contemplaci\u00f3n del rostro ajeno sorprende y da que pensar. Cuando el otro calla y nos mira fijamente a los ojos, nos sentimos desafiados por su mirada, m\u00e1s a\u00fan, nos sentimos desnudos. \u00bfQu\u00e9 pensar\u00e1 en aquellos momentos? \u00bfPor qu\u00e9 me mira con estos ojos?, \u00bfQu\u00e9 espera de m\u00ed? Entonces se nos revela el misterio del otro con toda su radicalidad. El silencio permite desvelar el misterio inherente a cada persona, inclusive en la persona m\u00e1s familiar y m\u00e1s cotidiana. Cuando observamos en silencio el rostro del hijo o de la esposa, vemos reflejado en \u00e9l el misterio mismo de la humanidad.
          \n <\/p>\n

            \n
          1. Silencio y discontinuidad<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

             
            \nEl silencio introduce una discontinuidad en el hiladura de la monoton\u00eda existencial y permite ver los nudos que enlazan esta hiladura, permite ver las discontinuidades en el s\u00ed de la relaci\u00f3n. Lo mismo pasa con la materia. Aparentemente, la realidad material es continua y plana; sin embargo, desde el punto de vista cu\u00e1ntico, la materia es discontinua y da saltos. El silencio permite ver la red de las relaciones humanas desde otra perspectiva, desde el punto de mira m\u00e1s profundo y enigm\u00e1tico.
            \n 
            \nLo expresa el mismo Bonhoeffer en su obra Vida en comunidad<\/em>, cuando afirma: \u00abDespu\u00e9s de un per\u00edodo de silencio, nos enfrentamos al otro de una manera completamente nueva\u00bb. Entonces, la esposa se nos revela como interrogante y el amigo de siempre como una pregunta sin respuesta. Es infinitamente diferente conversar cara a cara con una persona, que mirarla fijamente en silencio. El flujo de preguntas y de interrogantes que brotan de una situaci\u00f3n as\u00ed son m\u00faltiples y diversos.
            \n 
            \nEsta experiencia fronteriza solamente es posible vivirla a trav\u00e9s del silencio. En plena actividad, el otro se nos manifiesta como colega, como compa\u00f1ero de trabajo, de camino, de vida, pero no como misterio. El misterio nunca se revela en la inmediatez, sino en la mediatez, nunca se revela en la exterioridad, sino en la interioridad del individuo. A trav\u00e9s del silencio, la imagen del otro queda impresa en la retina del esp\u00edritu, en el n\u00facleo m\u00e1s profundo del propio yo. La visi\u00f3n externa del otro queda plasmada en la retina ocular, pero no en la interioridad. S\u00f3lo el silencio permite esta manifestaci\u00f3n tan \u00edntima e indisociable.
            \n 
            \nEl silencio, pues, abre las puertas a un tipo de experiencia nueva y diferente. La experiencia humana no se limita tan s\u00f3lo al campo emp\u00edrico, sensitivo y perceptual, sino que abre las miras a otras esferas de la realidad: la interioridad, la angustia, el temor, el misterio, la divinidad. El sujeto vive mediante el silencio un conjunto de experiencias nuevas y diferentes de las estrictamente positivas.
            \n 
            \nLa mentalidad emp\u00edrica, cientista y positivista ha limitado el campo experiencial del hombre a la realidad f\u00edsica; sin embargo el ser humano, en tanto que animal de experiencias, es capaz de otros niveles de experiencia. La miop\u00eda positivista de Comte, de Avenarius y de Mach es, en ciertos aspectos, enfermiza, porque omite dogm\u00e1ticamente un conjunto de vivencias personales, en el sentido husserliano de la palabra. Vivencias (Erlebnisse<\/em>) que no pueden leerse en t\u00e9rminos espec\u00edficamente positivos como, por ejemplo, la fusi\u00f3n pat\u00e9tica con el otro, la alegr\u00eda de la contemplaci\u00f3n est\u00e9tica o la experiencia m\u00edstica del anacoreta. Hay un cuerpo de vivencias que trascienden el marco positivo, el marco de los fen\u00f3menos.
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            \nLa contemplaci\u00f3n callada del rostro ajeno abre las puertas a una experiencia in\u00e9dita en el campo emp\u00edrico: es la experiencia del misterio, de la extra\u00f1eza, de la sorpresa, de la inefabilidad del otro. Esta extra\u00f1eza causa temor, alegr\u00eda y plenitud. El silencio es el perfecto catalizador de este tipo de experiencias. Sin \u00e9l, no ser\u00eda posible ver misterio en un rostro casero y cotidiano como el de la esposa o el del hijo.
            \n\u00a0<\/em><\/p>\n

              \n
            1. Silencio y desvelamiento interior<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

              \u00a0<\/strong>
              \nLa autocontemplaci\u00f3n silente est\u00e1 empa\u00f1ada de misterio. La visi\u00f3n prolongada de uno mismo ante un espejo nos absorbe completamente. Uno tiene la impresi\u00f3n de estar completamente perdido y abandonado en el mundo, de no conocerse lo m\u00e1s m\u00ednimo, de ser un extra\u00f1o para s\u00ed mismo. La mirada silente y prolongada sobre el propio rostro nos desnuda totalmente, depura las m\u00e1scaras, los maquillajes sociales y nos reencontramos desnudos ante la propia identidad personal. Este reencuentro a trav\u00e9s del espejo produce una sensaci\u00f3n de v\u00e9rtigo. Entonces, la pregunta: \u00bfQui\u00e9n soy? repica con contundencia en la intimidad del yo.
              \nKafka expresa, en una de sus breves narraciones, la experiencia del silencio como una experiencia de v\u00e9rtigo. Dice el escritor checo: \u00abPara guardarse de las sirenas, Ulises tap\u00f3 los o\u00eddos con cera y se hizo encadenar al m\u00e1stil. Algo semejante podr\u00edan, naturalmente, haber hecho desde tiempo antiguo los viajeros, con excepci\u00f3n de aquellos a quienes las sirenas atra\u00edan desde lejos, pero en el mundo entero se reconoc\u00eda que ese recurso no pod\u00eda servir de nada. El canto de las sirenas lo traspasaba todo, y la pasi\u00f3n de los seducidos habr\u00eda hecho saltar prisiones m\u00e1s fuertes que m\u00e1stiles y cadenas. Pero Ulises no pens\u00f3 en ello, si bien quiz\u00e1s algo habr\u00eda llegado ya a sus o\u00eddos. Confiaba por completo en los trocitos de cera y en la atadura de las cadenas, y, con la inocente alegr\u00eda que le inspiraba su estratagema, march\u00f3 al encuentro de las sirenas.
              \n 
              \nPero \u00e9stas tienen una arma m\u00e1s terrible a\u00fan que el canto: su silencio. Aunque no ha sucedido, es quiz\u00e1s imaginable la posibilidad de que alguien se haya salvado de su canto, pero de su silencio ciertamente no. Ning\u00fan poder terreno puede resistir a la soberbia arrolladora generada por el sentimiento de haberlas vencido con las propias fuerzas\u00bb[2].
              \n 
              \nEl silencio es indispensable para redescubrir el profundo valor de la comunidad humana. Una comunidad no es una yuxtaposici\u00f3n de personas, ni una masificaci\u00f3n de cuerpos, sino que es una unidad en la diferencia, o, dicho en otros t\u00e9rminos, es la uni\u00f3n de un conjunto de personas a trav\u00e9s de un sentimiento, de unos principios, de una afecci\u00f3n, de unos ideales. Comunidad es unidad, pero no homogeneidad. El silencio permite ahondar en los v\u00ednculos que unen a los miembros de una comunidad, que mantienen cohesionada la existencia de los individuos. A trav\u00e9s del silencio, uno descubre el v\u00ednculo que le une al padre, al hermano, a la esposa, al amigo.
              \n 
              \nLa palabra es el instrumento de comunicaci\u00f3n en el seno de la comunidad, pero si esta palabra no nace del silencio y no acaba en el silencio como t\u00e9rmino final, entonces resulta vac\u00eda y estereotipada. Tambi\u00e9n la comunidad necesita de un tiempo de silencio para reencontrar otra vez los v\u00ednculos originarios, los v\u00ednculos primordiales que el tiempo puede erosionar. Dietrich Bonhoeffer expresa con claridad la relaci\u00f3n entre silencio y comunidad. Dice as\u00ed: \u00abLa caracter\u00edstica de la soledad es el silencio, as\u00ed como la palabra es la caracter\u00edstica de la comunidad. Silencio y palabra guardan la misma relaci\u00f3n que soledad y comunidad. Una no existe sin la otra. La recta palabra nace del silencio y el recto silencio nace de la palabra\u00bb.
              \n 
              \nEn efecto, el silencio se relaciona con la soledad y la palabra con la comunidad, pero la palabra no tiene sentido si no brota del silencio como experiencia originaria. En una comunidad de amor es indispensable un espacio donde el sentimiento pueda crecer y madurar. Despu\u00e9s de este recogimiento, la palabra que elabora el sujeto es diferente, es original y nueva.
              \n 
              \nEl silencio, pues, permite el proceso de autocontemplaci\u00f3n personal, no en el sentido egoc\u00e9ntrico del t\u00e9rmino, sino positivo y permite tambi\u00e9n la contemplaci\u00f3n del rostro ajeno, con todo su inextricable misterio. Aparte de estos dos tipos de experiencia, el silencio posibilita la penetrante contemplaci\u00f3n del ser natural.
              \n <\/p>\n

                \n
              1. Maravillarse en silencio<\/em><\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

                 
                \nEl ente natural se nos manifiesta espont\u00e1neamente ante los ojos. Vemos un \u00e1rbol, una flor, un p\u00e1jaro, una monta\u00f1a. La pluralidad y diversidad de las especies naturales es inmensa. La retina ocular queda iluminada de colores, formas, de movimientos y de im\u00e1genes extraordinariamente diversas. El conjunto natural es una fuente inagotable de sorpresas, de formas y tonalidades siempre nuevas y diferentes.
                \n 
                \nEl silencio posibilita una visi\u00f3n transparente y n\u00edtida de la realidad natural. Es como el aire que respira la naturaleza despu\u00e9s de una gran tormenta. Es un aire puro, n\u00edtido, fresco y transparente. La tormenta se lleva la niebla y el polvo que flota en el espacio. El silencio, pues, permite ver la diversidad formal del ente natural con la m\u00e1xima pureza. La mirada silente embellece a la naturaleza y proyecta en los entes naturales una cadencia \u00fanica e irrepetible, una textura misteriosa, enigm\u00e1tica, incluso agreste y salvaje.
                \n 
                \nEs distinto contemplar un \u00e1rbol, una flor o un bosque desde el silencio interior que observarlos en passant<\/em>. Es distinto sentarse en una colina y reseguir, sin prisas, las crestas de las cimas. El silencio nos revela la extra\u00f1eza del mundo y la extra\u00f1eza de nosotros mismos. Nos hace reflexionar sobre nuestros lazos afectivos, sentimentales, familiares y profesionales y nos permite descubrir el car\u00e1cter misterioso de la persona m\u00e1s cercana y m\u00e1s accesible.
                \n 
                \n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 \u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 Francesc Torralba<\/strong>
                \nestudios@misionjoven.org<\/a>
                \n 
                \n[1]<\/em> La cuesti\u00f3n del silencio ha ocupado mi reflexi\u00f3n filos\u00f3fico-educativa desde hace ya algunos a\u00f1os: <\/em>Rostres del silenci (Pag\u00e8s, Lleida 1996), <\/em>El silencio, un reto educativo (PPC, Madrid 2001), <\/em>Pedagog\u00eda del sentido (PPC, Madrid 1997), <\/em>Explorar el sentido de la realidad (Edeb\u00e9, Barcelona 2000), <\/em>Pedagogia del silenci, en Mol\u00ed 27 (1997) 9-15, <\/em>El otro y el silencio, en El Ciervo 554 (1997) 7-8.<\/em>
                \n[2]<\/em> F. KAFKA, <\/em>La muralla china, Alianza Editorial, Madrid, 1999, p. 81.<\/em>[\/vc_column_text][\/vc_column][\/vc_row]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

                [vc_row][vc_column][vc_column_text]Francesc Torralba Rosell\u00f3 Francesc Torralba Rosell\u00f3 es profesor de la Universidad Ramon Llull de Barcelona. \u00a0 S\u00edntesis del art\u00edculo: Nos hace caer en la cuenta el autor de la laguna que, desde la m\u00e1s tierna infancia, padecen nuestros ni\u00f1os y j\u00f3venes: son educados para desarrollar la herramienta del lenguaje, pero no lo son para aprender […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[729,473,94],"tags":[],"class_list":["post-10681","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-estudios-310","category-francesc-torralba","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/10681","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=10681"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/10681\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=10681"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=10681"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=10681"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}