{"id":10729,"date":"2002-06-01T13:50:07","date_gmt":"2002-06-01T11:50:07","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=10729"},"modified":"2002-06-01T13:50:07","modified_gmt":"2002-06-01T11:50:07","slug":"ecologia-y-etica-cuidar-de-todos-y-de-todo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/ecologia-y-etica-cuidar-de-todos-y-de-todo\/","title":{"rendered":"Ecolog\u00eda y \u00e9tica: cuidar de todos y de todo"},"content":{"rendered":"
[vc_row][vc_column][vc_column_text]Eugenio Alburquerque <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n <\/p>\n
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\nPie Autor
\nEugenio Alburquerque <\/strong>es profesor en el Instituto Superior de Teolog\u00eda \u00abDon Bosco\u00bb (Madrid) y miembro del Consejo de Redacci\u00f3n de Misi\u00f3n Joven.<\/em>
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\nS\u00edntesis del Art\u00edculo
\nTras describir el \u00abdesaf\u00edo ecol\u00f3gico\u00bb, comprobando la profunda crisis de civilizaci\u00f3n que esconde dentro \u2013vinculada a un desmedido antropocentrismo\u2013, el art\u00edculo se coloca en el horizonte de un nuevo paradigma ecol\u00f3gico \u2013hol\u00edstico\u2013 que implica el paso de la concepci\u00f3n del \u00abhombre separado de la naturaleza\u00bb al \u00abhombre como parte de la naturaleza\u00bb y preocupado por todas las formas de vida existentes en ella. Ah\u00ed se sit\u00faa tambi\u00e9n la \u00ab\u00e9tica ecol\u00f3gica\u00bb cuyos \u201cprincipios b\u00e1sicos ser\u00edan: la responsabilidad por todo lo que vive, la justicia social y ecol\u00f3gica, el desarrollo sostenible y la convivencia armoniosa y pac\u00edfica entre todos los seres de la creaci\u00f3n\u201d.
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\nLa ecolog\u00eda es \u00abla ciencia de la casa\u00bb. No tiene que ver simplemente con la naturaleza y el entorno; tiene que ver con la \u00abcasa\u00bb y sus gentes, con la sociedad, el desarrollo y la cultura, con la tecnolog\u00eda y la econom\u00eda, con las condiciones de la calidad de vida, con la armon\u00eda entre los seres humanos y entre los humanos y la naturaleza, el cosmos, la madre Tierra, tan amenazada y degradada. Por eso, la ecolog\u00eda es relaci\u00f3n y di\u00e1logo, interdependencia e interacci\u00f3n; y, por eso, como ha subrayado Boff, todo lo que existe, coexiste; todo lo que coexiste, preexiste; y todo lo que coexiste y preexiste, subsiste a trav\u00e9s de una tela infinita de relaciones omnicomprensivas[1].
\nNo es posible, por tanto, respecto a la ecolog\u00eda, ning\u00fan tipo de reduccionismos o de simplificaciones. No es s\u00f3lo una disciplina cient\u00edfica o un movimiento social. Es tambi\u00e9n un programa de intervenciones econ\u00f3micas y pol\u00edticas; es una mentalidad y una forma de filosof\u00eda, una opci\u00f3n \u00e9tica, un horizonte educativo, una sensibilidad abierta a todo lo que es vida.
\nSituados en esta perspectiva, podemos comprender que la crisis ecol\u00f3gica constituye una profunda crisis de civilizaci\u00f3n; y que la soluci\u00f3n al problema ecol\u00f3gico pasa por \u201cun cambio radical de los principales fundamentos que inspiran y determinan el obrar de los hombres\u201d (L. D. Meadows), que es absolutamente necesario una revisi\u00f3n de los fines, de las concepciones antropol\u00f3gicas y \u00e9ticas (E. F. Schumacher), para llegar a una \u201cnueva concepci\u00f3n normativa\u201d (A. Peccei). En esta perspectiva \u00e9tica nos situamos, convencidos de la necesidad de una verdadera \u00abrevoluci\u00f3n moral\u00bb, capaz de estimular convicciones profundas, adhesi\u00f3n a los valores y unas actitudes que hagan posible emerger una nueva civilizaci\u00f3n, una cultura reconciliada con la naturaleza, un aut\u00e9ntico humanismo.
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\n <\/p>\n1 El desaf\u00edo ecol\u00f3gico<\/h1>\n
\nParece innegable que una de las m\u00e1s graves preocupaciones sociales que tiene hoy la humanidad es la \u00abcuesti\u00f3n ecol\u00f3gica\u00bb. Desde hace varias d\u00e9cadas, emulando a los viejos profetas b\u00edblicos, se suceden las denuncias: el deterioro de la tierra es tal que se est\u00e1 poniendo en peligro la supervivencia de la humanidad[2]. El hombre ha explotado la naturaleza, pensando quiz\u00e1s que era inagotable o incluso persuadido de que su acci\u00f3n, lejos de destruirla, la mejoraba. Pero, al actuar de espaldas a la naturaleza, ha acarreado unos perjuicios irreversibles a escala mundial. La extensi\u00f3n y profundidad de la degradaci\u00f3n ecol\u00f3gica es tal que se ha llegado a afirmar que nuestro mundo es un mundo \u00abde alto riesgo\u00bb, que hemos llegado a un punto cr\u00edtico, a una situaci\u00f3n irreversible.
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\nLos hechos y los datos son conocidos. Sabemos que el desastre ecol\u00f3gico alcanza a todo el planeta: tierra, aire, agua. Desertizaci\u00f3n, disminuci\u00f3n alarmante de la biodiversidad, eclosi\u00f3n demogr\u00e1fica, desaparici\u00f3n de bosques, contaminaci\u00f3n de mares y r\u00edos, escasez de agua dulce, efecto invernadero, cambio clim\u00e1tico, deterioro de la capa de ozono, constituyen algunos de los signos y amenazas del desastre. Toda esta degradaci\u00f3n no es algo fortuito. Es, m\u00e1s bien, como denuncia Boff, la consecuencia de un asalto, de una agresi\u00f3n, de una matanza acelerada, perpetrada en beneficio exclusivo de la generaci\u00f3n presente. El resultado es: hambre, enfermedad, muerte y violencia. Hay una violencia socioecon\u00f3mica y pol\u00edtica sobre pueblos, naciones y clases; y hay tambi\u00e9n una violencia de car\u00e1cter estructural sobre la naturaleza que degrada ecosistemas, produce contaminaci\u00f3n y afecta directamente al ser humano. Sufrimos, como diagnostic\u00f3 Schumacher, una \u00abenfermedad metaf\u00edsica\u00bb que consiste en nos sentirnos parte de la naturaleza, sino \u201ccomo una fuerza exterior destinada a dominarla y conquistarla\u201d[3].
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\nDetr\u00e1s del problema y del desaf\u00edo ecol\u00f3gico hay muchos factores que conducen a la encrucijada planetaria. Quiz\u00e1s, en la base, hay una tecnolog\u00eda agresiva y contaminadora, que lleva a la explotaci\u00f3n sistem\u00e1tica de los recursos naturales, el envenenamiento del suelo, la deforestaci\u00f3n, la contaminaci\u00f3n atmosf\u00e9rica y qu\u00edmica de los alimentos.
\nPero la tecnolog\u00eda no existe en s\u00ed misma y por s\u00ed misma. Sirve siempre al desarrollo. Es, pues, el actual modelo de desarrollo el que debe ser cuestionado, porque \u00e9l es el responsable de la crisis ecol\u00f3gica. Las sociedades actuales se rigen por el mito del progreso y del crecimiento ilimitado, que obedece a la l\u00f3gica f\u00e9rrea de la maximizaci\u00f3n de los beneficios con la minimizaci\u00f3n de los costes y del tiempo empleado. En funci\u00f3n de este objetivo se monta la m\u00e1quina productivista para extraer de la Tierra todo cuanto pueda suministrar. Asistimos as\u00ed al asalto planificado de las riquezas del suelo y del subsuelo, de los mares y los r\u00edos, del aire y de la atm\u00f3sfera.
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\nA su vez, el modelo de desarrollo remite a un modelo de sociedad. Ella, la sociedad, piensa y planifica el tipo de desarrollo que desea. La sociedad moderna, tanto la capitalista como la marxista, ha vivido y vive del presupuesto que lo importante es crecer, tener, expandir los mercados. Pueden existir diferencias en los modos de producci\u00f3n y distribuci\u00f3n; pero coinciden en las metas economicistas. Ambos modelos de sociedad han terminado por romper la Tierra, por reducirla a una reserva de materias primas. Incluso las personas son cosificadas y pasan a formar parte de la \u00abreserva\u00bb que ha de ser explotada.
\nEn el fondo, en las sociedades actuales el ser humano se ha colocado a s\u00ed mismo como centro de todo. Todo debe estar a su servicio. Todo puede ser, por tanto, objeto de conquista y dominaci\u00f3n. La ra\u00edz del deterioro ecol\u00f3gico est\u00e1, pues, en una civilizaci\u00f3n<\/em> dominadora, centrada en el hombre. Con su poder, a trav\u00e9s de la tecnolog\u00eda, domina y somete. S\u00f3lo un cambio profundo de actitudes puede alterar e invertir la orientaci\u00f3n de la crisis.
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\nNo parece que resulte dif\u00edcil aceptar que, realmente, es ese fuerte antropocentrismo el responsable m\u00e1s directo de la crisis ecol\u00f3gica. La convicci\u00f3n de que el g\u00e9nero humano tiene por derecho<\/em> el dominio sobre el mundo ha llevado a justificar la explotaci\u00f3n indiscriminada de una naturaleza que simplemente era concebida como materia inerte en las manos del hombre. Desde una comprensi\u00f3n antropoc\u00e9ntrica la naturaleza es vista como objeto de dominio, de provecho e inter\u00e9s para el hombre. De modo que, cuando la ciencia y la t\u00e9cnica permiten so\u00f1ar con un progreso sin l\u00edmites, la naturaleza queda reducida a un material meramente pasivo en manos de un due\u00f1o arbitrario y desp\u00f3tico.
\nPero cuando se comienza a ver que este antropocentrismo cient\u00edfico-t\u00e9cnico depredador est\u00e1 conduciendo a grav\u00edsimos problemas a la naturaleza y al ser humano, cuando empezamos a ser conscientes de que sus promesas se convierten en amenazas, empieza a sentirse tambi\u00e9n la necesidad de un cambio de paradigma, de una nueva direcci\u00f3n, de un desplazamiento o desbordamiento de esa centralidad del ser humano. El hombre no puede, en su relaci\u00f3n con la naturaleza, seguir explotando y expoliando, sometiendo y conquistando, porque con semejantes pretensiones no hay esperanzas ni para la naturaleza, ni para el mismo hombre.
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\nEs esta convicci\u00f3n de que la crisis de la naturaleza afecta al hombre integral, la que orienta el nuevo paradigma ecol\u00f3gico: la sensibilidad holista, que supone el paso de la concepci\u00f3n del \u00abhombre separado de la naturaleza\u00bb a la del \u00abhombre como parte de la naturaleza\u00bb. La corriente holista piensa que el origen de la crisis ecol\u00f3gica se encuentra en la cosmolog\u00eda occidental, que concibe el universo como un agregado de seres independientes, hace a los seres humanos fuente de toda valoraci\u00f3n y atribuye a las dem\u00e1s criaturas solamente valores instrumentales. Por ello, esta concepci\u00f3n lleva al abuso y a la explotaci\u00f3n de la naturaleza. En contraposici\u00f3n, la ecolog\u00eda holista defiende una nueva cosmovisi\u00f3n: el universo no es el resultado de un conjunto de elementos independientes, sino de la unidad de relaciones del todo. Por lo tanto, el hombre no est\u00e1 fuera de la naturaleza o por encima de ella, sino que es parte de ella. Como escribi\u00f3 Teilhard de Chardin: \u201cNuestra pobre e insignificante existencia forma un bloque con la inmensidad de todo lo que existe y todo cuanto deviene\u201d[4].
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\nEl paradigma holista implica una ecolog\u00eda que incluye y se preocupa por todas las formas de vida, que reconoce la interdependencia de todas ellas y que pretende superar las divisiones entre los seres humanos y entre \u00e9stos y los dem\u00e1s seres. El holismo significa, pues, el esfuerzo por interpretar el todo en las partes y las partes en el todo. Por ello, la clave de esta ecolog\u00eda holista es la relaci\u00f3n: todo se encuentra relacionado y fuera de la relaci\u00f3n no existe nada. Desde esta visi\u00f3n relacional no existe la ley del m\u00e1s fuerte. Todos los seres poseen su valor, su \u00abderechos\u00bb, su relativa autonom\u00eda; nada es superfluo y tambi\u00e9n \u00ablo peque\u00f1o es hermoso\u00bb e importante.
\nSi para Haeckel, padre fundador, la ecolog\u00eda constitu\u00eda una rama sectorial de la biolog\u00eda, en la visi\u00f3n holista adquiere un sentido global. No tiene que ver simplemente con el medio ambiente, sino que comprende toda la realidad existente y se ocupa y preocupa de aspectos biol\u00f3gicos, cosmol\u00f3gicos, \u00e9ticos y teol\u00f3gicos. Por ello, hoy se habla de ecolog\u00eda natural, social, humana; y tambi\u00e9n de eco-tecnolog\u00eda, eco-pol\u00edtica, eco-sof\u00eda, eco-\u00e9tica, eco-teolog\u00eda. Todo esto significa una nueva forma de abordar las cuestiones ecol\u00f3gicas: una forma, cabalmente, m\u00e1s complexiva y globalizadora.
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\nEste dinamismo de totalidad e interdependencia del universo apunta adem\u00e1s no s\u00f3lo la amplitud y complejidad de la cuesti\u00f3n ecol\u00f3gica, sino tambi\u00e9n un hondo sentido de complementariedad y reciprocidad. En el fondo, el paso de una concepci\u00f3n antropoc\u00e9ntrica a una dimensi\u00f3n holista implica el reconocimiento, como escribi\u00f3 Schweizer, de que \u201cyo soy vida que quiere vivir en medio de vida que quiere vivir\u201d[5]. La nueva conciencia ecol\u00f3gica se preocupa del ser humano; pero no s\u00f3lo de \u00e9l. Se preocupa de \u00e9l, unido y vinculado con la naturaleza, y busca la paz y la armon\u00eda del hombre consigo mismo, con los otros hombres y con todos los seres creados.
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\nPero esta armon\u00eda c\u00f3smica, total, es, m\u00e1s bien, promesa, camino abierto al futuro. En realidad, ning\u00fan ser est\u00e1 acabado y ha llegado ya a la plenitud. Especialmente el cristiano acepta que Dios no ha concluido su obra, ni ha acabado de crear. Se abre el tiempo de la responsabilidad humana de proseguir la tarea creadora. Pero no es ya \u00e9sta, una llamada al dominio y a la conquista. El pensamiento holista vincula la responsabilidad creativa a todo el proceso evolutivo del cosmos. El ser humano no es, en modo alguno, un testigo pasivo; es administrador activo del proceso de la evoluci\u00f3n sobre la Tierra. Y, al estar todos relacionados mutua y rec\u00edprocamente, al tener todos un origen com\u00fan, la administraci\u00f3n humana ha de ser consciente de que todos tenemos tambi\u00e9n un destino y un futuro com\u00fan. Dentro de este futuro com\u00fan se sit\u00faa el destino personal de cada uno de los seres, ya que cada ser, a\u00fan siendo \u00fanico y singular, no se entiende s\u00f3lo por s\u00ed mismo sin los dem\u00e1s.
\nEn definitiva, la ecolog\u00eda holista nos remite a una nueva dimensi\u00f3n de la conciencia: a la importancia de la Tierra como un todo, a la interdependencia entre todos los seres creados, al destino com\u00fan de la naturaleza y del ser humano. Al mismo tiempo, denuncia con mayor firmeza las grandes amenazas que se ciernen sobre nuestro planeta, y se\u00f1ala la necesidad urgente de una reorientaci\u00f3n \u00e9tica.
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\nDurante muchos siglos ha dominado la concepci\u00f3n antropoc\u00e9ntrica, que ha orientado una \u00e9tica centrada tambi\u00e9n en el valor absoluto de la persona, considerada como sujeto al que todo se ordena y de quien todo depende. Con Kant, se ha insistido en marcar una frontera radical entre quienes son fines<\/em> en s\u00ed, sujetos de derechos y merecedores de respeto, los seres racionales, y quienes son medios<\/em>, todos los dem\u00e1s seres. Si, por una parte, esta teor\u00eda tiene el m\u00e9rito de subrayar la dignidad de todo ser humano y de fundamentar sus derechos, por otra, ha propiciado la negaci\u00f3n del valor intr\u00ednseco y la aplicaci\u00f3n de los derechos a los dem\u00e1s seres de la creaci\u00f3n. Quiz\u00e1s el primer desaf\u00edo \u00e9tico que proviene del nuevo paradigma holista es precisamente llegar al reconocimiento de que, junto a un derecho humano y social, hay tambi\u00e9n un derecho ecol\u00f3gico y c\u00f3smico. Es decir, la ecolog\u00eda holista impulsa una \u00e9tica que, superando el radicalismo antropoc\u00e9ntrico, avance hacia una sensibilidad ecoc\u00e9ntrica que reconozca un valor intr\u00ednseco a la naturaleza como tal y al hombre como miembro de ella[6].
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\nSin renunciar al valor y dignidad intr\u00ednsecos de la persona, es obligado aceptar que forma parte de la naturaleza, est\u00e1 relacionada con ella, y s\u00f3lo en relaci\u00f3n con ella se desarrolla y realiza. De manera que, rompiendo estas relaciones, la da\u00f1a o destruye, y tarde o temprano experimenta las funestas consecuencias, teniendo que pagar un precio bien caro. Como explica N.M. Sosa, \u00e9ticamente no se puede seguir pensando en t\u00e9rminos de \u00abhombre-y-naturaleza\u00bb; hay que pensar en t\u00e9rminos \u00abhombre-en-la-naturaleza\u00bb, entendiendo la comunidad real <\/em>de los seres humanos, la constituida por \u00e9stos m\u00e1s el resto de los seres (vivos o no) que constituyen el medio<\/em> en que los humanos viven[7]. Por ello, la tarea \u00e9tica se cifra en rehacer la alianza destruida entre los seres humanos y la naturaleza, en buscar de nuevo la armon\u00eda, el equilibrio y la paz. En esto consistir\u00eda realmente el bien com\u00fan: no simplemente en el bien com\u00fan humano, sino en el bien com\u00fan c\u00f3smico. Y desde el bien com\u00fan, as\u00ed entendido, la \u00e9tica ecol\u00f3gica proclama: \u201ces bueno todo lo que conserva y promueve a todos los seres, especialmente a los vivos y, de entre los vivos, a los m\u00e1s d\u00e9biles; malo es todo lo que perjudica, disminuye y hace desaparecer a los seres\u201d[8]. Esta proclamaci\u00f3n se\u00f1ala y proyecta un nuevo paradigma moral cuyos principios b\u00e1sicos son: la responsabilidad por todo lo que existe y vive, la justicia social y ecol\u00f3gica, el desarrollo sostenible y la convivencia armoniosa y pac\u00edfica entre todos los seres de la creaci\u00f3n.
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 3.1. Responsabilidad por todo lo que vive<\/strong>
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\nEl sometimiento de la naturaleza, esa \u00abinvasi\u00f3n violadora del orden c\u00f3smico\u00bb a la que el hombre se ha entregado, le sit\u00faa ante el mayor reto que quiz\u00e1s nunca se le haya presentado. Como ense\u00f1a H. Jonas, las grandes amenazas actuales ponen la responsabilidad en el centro de la \u00e9tica. El hombre de la Modernidad ha de aprender a pasar de su \u00abantropolatr\u00eda\u00bb constitutiva a una visi\u00f3n m\u00e1s modesta: la de \u00abadministrador\u00bb de una tierra que no es suya; y tiene que comprometerse a evitar mediante \u00abfrenos voluntarios\u00bb que su poder y su desenfreno provoquen un desastre que resultar\u00eda irreparable. Desde el temor y el respeto, el \u00abprincipio responsabilidad\u00bb mira no s\u00f3lo a \u201cpreservar la permanente ambig\u00fcedad de la libertad del hombre\u201d, sino, especialmente, a \u201cpreservar la integridad de su mundo y de su esencia frente a los abusos del poder\u201d[9].
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\nMientras la moral tradicional era antropoc\u00e9ntrica y reduc\u00eda su campo al aqu\u00ed y al ahora, el \u00abprincipio responsabilidad\u00bb tiene que abrirse hoy a las condiciones globales de la vida, al obrar colectivo, a un futuro remoto, a la existencia misma de la especie humana. Porque es esto lo que est\u00e1 en juego, es necesario llegar a una concepci\u00f3n nueva de derechos y de deberes. No podemos quedarnos s\u00f3lo en la b\u00fasqueda del bien humano; hemos de buscar tambi\u00e9n el bien de los seres y de las cosas extrahumanas, ampliando el reconocimiento de valores y \u00abfines en s\u00ed mismos\u00bb m\u00e1s all\u00e1 de la esfera humana, e incorporando al concepto de bien com\u00fan, su cuidado. Esta consideraci\u00f3n conduce a un nuevo imperativo \u00e9tico, m\u00e1s adecuado al nuevo tipo de acciones humanas y de sujetos de la acci\u00f3n. En la formulaci\u00f3n que hace el mismo Jonas, reza as\u00ed: \u201cObra de tal modo que los efectos de tu acci\u00f3n sean compatibles con la permanencia de una vida humana aut\u00e9ntica en la Tierra\u201d; o expresado negativamente: \u201cObra de tal modo que los efectos de tu acci\u00f3n no sean destructivos para la futura posibilidad de esa vida\u201d[10].
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\nLa responsabilidad se extiende, pues, al porvenir de la naturaleza y al porvenir de la humanidad, en la convicci\u00f3n de que ambos van juntos. Pero la responsabilidad hacia la naturaleza no es simplemente condici\u00f3n para un porvenir adecuado del hombre. Incluso si pudi\u00e9ramos disociar ambas cosas, la vida de la Tierra exigir\u00eda nuestra protecci\u00f3n y cuidado. Ahora bien, \u201cdado que de hecho no es posible separarlas y dado que en lo m\u00e1s decisivo \u2013esto es, en la alternativa conservaci\u00f3n o destrucci\u00f3n<\/em>\u2013 el inter\u00e9s del hombre coincide con el del resto de lo vivo en cuanto es su morada terrena en el m\u00e1s sublime de los sentidos, podemos contemplar ambos deberes como uno solo bajo la idea del deber para con el hombre<\/em>, sin por ello caer en el reduccionismo antropocentrista\u201d[11].
\nDesde esta perspectiva \u00e9tica, la naturaleza mantiene su propia dignidad. Esta dignidad se opone al uso arbitrario del poder humano y demanda una \u00e9tica de responsabilidad que exige: conservaci\u00f3n, custodia, protecci\u00f3n y respeto; y que rechaza todo lo que es violaci\u00f3n y destrucci\u00f3n. Pero, sobre todo, desde el \u00abno\u00bb al no ser, la \u00e9tica de la responsabilidad quiere proclamar el \u00abs\u00ed\u00bb al ser, a todo lo que existe y vive.
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 3.2. Justicia social ante el grito de los pobres y de la Tierra<\/strong>
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\nLa responsabilidad por todo lo que vive tiene que expresarse en el compromiso por la justicia social. Si la \u00e9tica ecol\u00f3gica quiere afirmar la vida de todos, tiene que promover el derecho de todos, especialmente de los excluidos del banquete de la vida, de los pobres de hoy y de las generaciones futuras. Este es el camino de la justicia. Si no existe la justicia, la dignidad de la persona y de la naturaleza es mera palabrer\u00eda.
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\nToda la \u00e9tica social gira en torno a la justicia; y desde la justicia hay que expresar la \u00e9tica ecol\u00f3gica, porque, como ha mostrado E. Dussell, la destrucci\u00f3n ecol\u00f3gica y la pobreza son dos fen\u00f3menos correlacionados que tienen una misma causa[12]. Seg\u00fan L. Boff, la teolog\u00eda de la liberaci\u00f3n y la ecolog\u00eda tienen en com\u00fan que parten de dos heridas sangrantes: la herida de la pobreza, que rompe el tejido social de millones de seres humanos, y la agresi\u00f3n sistem\u00e1tica a la Tierra, que rompe el equilibrio del planeta. Ambas parten de un clamor: el grito de los pobres por la vida y el grito de la Tierra que gime bajo la opresi\u00f3n. Por ello, si inicialmente la teolog\u00eda de la liberaci\u00f3n no nace de la preocupaci\u00f3n ecol\u00f3gica sino de la situaci\u00f3n de explotaci\u00f3n de los hijos e hijas de la Tierra, hoy no puede menos de sentirse interpelada por ese doble grito angustioso y reconocer que el pobre y el oprimido son miembros de una naturaleza sangrante, y su situaci\u00f3n supone objetivamente una agresi\u00f3n ecol\u00f3gica. Como dijo Indira Gandhi, \u201cel m\u00e1s grande desastre ecol\u00f3gico es la pobreza\u201d[13]. En realidad, la misma l\u00f3gica del sistema dominante que lleva a explotar a los trabajadores, lleva tambi\u00e9n a expoliar naciones enteras y a depredar la naturaleza.
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\nLa superaci\u00f3n de esa l\u00f3gica de explotaci\u00f3n y opresi\u00f3n precisa la acci\u00f3n y el compromiso por la justicia social; y para garantizar la vida y la dignidad de todos, la justicia social ha de convertirse en justicia ecol\u00f3gica. Defender la naturaleza tiene que estar indefectiblemente unido a la causa de los pobres, que son quienes m\u00e1s sufren la degradaci\u00f3n ecol\u00f3gica. Ante los atropellos a los que est\u00e1 sometida la naturaleza y ante las condiciones de hambre y miseria de tantos seres humanos, ese compromiso fundamental se expresa tanto en la lucha y la acci\u00f3n por la justicia como en la denuncia de la injusticia.
\nNo podemos acostumbrarnos a convivir con la injusticia; por ello se necesita socialmente la audacia para denunciar la especulaci\u00f3n, el fraude, la explotaci\u00f3n, la discriminaci\u00f3n, la exclusi\u00f3n. Pero el compromiso por la justicia se concentra especialmente en el reconocimiento del valor, dignidad y derechos de los seres humanos y de los dem\u00e1s seres creados, en el esfuerzo de una b\u00fasqueda permanente de la igualdad, y en la realizaci\u00f3n de la solidaridad, entendida como compromiso por el bien com\u00fan y adhesi\u00f3n a la causa de los otros, especialmente de los m\u00e1s d\u00e9biles y vulnerables.
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 3.3. Desarrollo sostenible<\/strong>
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\nCada vez aparece m\u00e1s evidente que el subdesarrollo del 80% de la poblaci\u00f3n est\u00e1 relacionado con la explotaci\u00f3n de la naturaleza por parte del 20% rico. Por ello, la acci\u00f3n de la justicia social tiene que concentrarse especialmente en la promoci\u00f3n del desarrollo.
\nEn 1983, la Comisi\u00f3n Mundial sobre el Ambiente y el Desarrollo, presidida por la noruega Gro Harlem Brundtland pone de manifiesto, precisamente, la deteriorada situaci\u00f3n del planeta y la pobreza en el mundo y propone trabajar en la direcci\u00f3n de un \u00abdesarrollo sostenible\u00bb, que supone el intento de afrontar de manera integrada el doble desaf\u00edo de la situaci\u00f3n de pobreza en que vive una gran mayor\u00eda de la poblaci\u00f3n del planeta y de la galopante explotaci\u00f3n de la naturaleza[14]. Hoy, el concepto de desarrollo sostenible entra a formar parte del entramado \u00e9tico de nuestra sociedad, especialmente de la \u00e9tica ecol\u00f3gica. Conlleva la lucha contra la pobreza, el equilibrio entre la mejora de los medios de subsistencia, la protecci\u00f3n del medio ambiente y la creaci\u00f3n de mayores oportunidades de empleo. Pretende, sobre todo, que el desarrollo de todos sea verdaderamente \u00absostenible\u00bb; es decir, que pueda mantenerse indefinidamente y sea compatible con el necesario equilibrio medioambiental y demogr\u00e1fico. Ha de ir unido no s\u00f3lo a la soledad sincr\u00f3nica respecto a nuestros contempor\u00e1neos, sino tambi\u00e9n a una solidaridad diacr\u00f3nica<\/em>, esto es, a trav\u00e9s del tiempo, pensando y mirando tambi\u00e9n a las generaciones venideras[15].
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\nDesde una perspectiva \u00e9tica, la b\u00fasqueda del desarrollo sostenible implica la atenci\u00f3n a las personas y a los ecosistemas, la preocupaci\u00f3n no s\u00f3lo por un mayor nivel de vida, sino tambi\u00e9n por mejorar la calidad de la vida, la promoci\u00f3n del \u00abser m\u00e1s\u00bb antes que del simple \u00abtener m\u00e1s\u00bb, la reducci\u00f3n de los intereses productivistas, consumistas y hedonistas que orientan hoy muchas de nuestras sociedades, la tutela del patrimonio natural y cultural, la estima por una vida m\u00e1s sobria, la recuperaci\u00f3n del gusto por la contemplaci\u00f3n, la belleza, la creatividad.
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0 3.4. Convivencia armoniosa<\/strong>
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\nEl verdadero desarrollo debe ser con la naturaleza, no contra la naturaleza. Tiene que llevarnos a los humanos a vivir y convivir en paz con la naturaleza, a superar la siniestra etapa de dominaci\u00f3n y a verla y sentirla como \u00abamiga\u00bb. En realidad, hacer las paces con la naturaleza equivale a hacer la paz con nosotros mismos, recuperar un espacio de humanidad y de esperanza. De dominado, el hombre se volvi\u00f3 dominador de la naturaleza. Es tiempo de aprender a sentirse cohabitante del planeta, porque de esta convivencia y equilibrio, de esta nueva alianza entre hombre y naturaleza, la humanidad ser\u00e1 la m\u00e1s beneficiada[16].
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\nEsta convivencia pac\u00edfica y armoniosa es escucha del mensaje que cada ser vivo lanza en su existencia, es relaci\u00f3n con todo el entorno ambiental, es capacidad para apreciar su complejidad, grandeza y belleza. Exige e implica crecer en solidaridad con todos los seres, empezando por los m\u00e1s d\u00e9biles; e implica tambi\u00e9n la disposici\u00f3n y la pasi\u00f3n por contemplar, cultivar y humanizar el entorno, tareas, sin duda, arduas y dif\u00edciles para los hombres y mujeres de hoy que, casi siempre, no tenemos tiempo para nada, especialmente para lo importante. Es, quiz\u00e1s, necesario un cambio profundo de estilo de vida y de relaciones. La civilizaci\u00f3n industrial, impulsada por la racionalidad cient\u00edfico-t\u00e9cnica, ha propiciado la producci\u00f3n y la eficacia; pero ha deshumanizado al hombre, convirti\u00e9ndolo en simple productor\/consumidor. La nueva alianza postula nuevas ra\u00edces y nueva direcci\u00f3n. Panikkar ha hablado de una intuici\u00f3n cosmote\u00e1ndrica, Boff de una \u00abm\u00edstica c\u00f3smica\u00bb. Se trata de una religaci\u00f3n espiritual: de llegar a unir estos tres elementos: ecolog\u00eda, \u00e9tica y espiritualidad (en el sentido m\u00e1s originario de \u00abesp\u00edritu\u00bb: todo ser que alienta). Este trinomio proyecta la \u00e9tica ecol\u00f3gica al amor a seres humanos, animales y plantas, a la comuni\u00f3n, a pensar y vivir la Tierra y el universo como portadores de esp\u00edritu, a promover y defender todos los signos de vida contra los mecanismos de destrucci\u00f3n y de muerte.
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\nEste paradigma \u00e9tico, cimentado en los cuatro grandes principios descritos, desemboca en un mandamiento capital: cuidar de todos y de todo. Es la clave y el quicio de la \u00e9tica ecol\u00f3gica. Como advirti\u00f3 prof\u00e9ticamente Teilhard de Chardin: \u201cLa cuesti\u00f3n vital del cristianismo hoy, est\u00e1 en saber qu\u00e9 actitud adoptar\u00e1n los creyentes ante la preocupaci\u00f3n por el Todo. \u00bfLe abrir\u00e1n su coraz\u00f3n o lo rechazar\u00e1n como un esp\u00edritu malo?\u201d[17]
\nLa preocupaci\u00f3n por el Todo es cabalmente la expresi\u00f3n de una \u00e9tica de la compasi\u00f3n universal<\/em>, construida sobre la responsabilidad ilimitada hacia todos y la solidaridad con todos; es el resultado de un coraz\u00f3n abierto y reconciliado, en paz con todo. Desde estos \u00abh\u00e1bitos del coraz\u00f3n\u00bb, la \u00e9tica ecol\u00f3gica busca la conversi\u00f3n de la persona y el cambio de las estructuras de pecado y de muerte, que explotan al hombre y expolian la Tierra. Alcanzarlo es posible desde un horizonte \u00e9tico que, de manera sint\u00e9tica y conclusiva, esbozamos en el siguiente dec\u00e1logo.
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Eugenio Alburquerque<\/h3>\n