{"id":11584,"date":"2001-12-01T11:28:50","date_gmt":"2001-12-01T09:28:50","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=11584"},"modified":"2001-12-01T11:28:50","modified_gmt":"2001-12-01T09:28:50","slug":"que-podemos-hacer-los-ricos-ante-los-pobres","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/que-podemos-hacer-los-ricos-ante-los-pobres\/","title":{"rendered":"\u00bfQu\u00e9 podemos hacer los ricos ante los pobres?"},"content":{"rendered":"
[vc_row][vc_column][vc_column_text]PIE AUTOR: [vc_row][vc_column][vc_column_text]PIE AUTOR: Imanol Zubero\u00a0es profesor en la Universidad del Pa\u00eds Vasco. S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO: \u00abEl capitalismo es una form\u00a1dable factor\u00eda de idiotas. Nadie es responsable, nadie es culpable\u00bb. Por ah\u00ed camina la \u00abirresponsabilidad organizada\u00bb, expresi\u00f3n con la que algunos definen a nuestra \u00e9poca. La alternativa no puede ser otra que la solidaridad, puesto que\u00a0\u00absabemos\u00a0lo […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[120,647,648,94],"tags":[],"class_list":["post-11584","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-2001-mision-joven-2","category-estudios-299","category-imanol-zubero","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11584"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=11584"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11584\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=11584"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=11584"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=11584"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nImanol Zubero<\/strong>\u00a0es profesor en la Universidad del Pa\u00eds Vasco.<\/em>
\n
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO:
\n\u00abEl capitalismo es una form\u00a1dable factor\u00eda de idiotas. Nadie es responsable, nadie es culpable\u00bb. Por ah\u00ed camina la \u00abirresponsabilidad organizada\u00bb, expresi\u00f3n con la que algunos definen a nuestra \u00e9poca. La alternativa no puede ser otra que la solidaridad, puesto que\u00a0\u00absabemos<\/em>\u00a0lo que hay que hacer y, en la mayor\u00eda de los casos,\u00a0es posible\u00a0<\/em>(en el sentido t\u00e9cnico) hacerlo. Pero no queremos…\u00bb. El autor propone un camino concreto, situado en el \u00abmarco cultural para la compasi\u00f3n\u00bb, que pasa por \u00abcuestionar los intereses\u00bb, etc.: \u00aben un mundo como el nuestro, en el que existe un abismo de desigualdad tan absoluto entre el Norte y el Sur, no hay soluci\u00f3n… que no pase por una profunda revisi\u00f3n de nuestro estilo de vida\u00bb.
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\nMire usted, me hablaron de un hombre cuyo amigo hab\u00eda sido encarcelado, y \u00e9l se acostaba todas las noches en el suelo para no gozar de una comodidad de que hab\u00edan privado a aqu\u00e9l a quien quer\u00eda. \u00bfQui\u00e9n, querido se\u00f1or, qui\u00e9n se acostar\u00e1 en el suelo por nosotros? \u00bfS\u00ed yo ser\u00eda capaz de hacerlo? Mire usted, quisiera serlo, lo ser\u00e9. S\u00ed, un d\u00eda todos seremos capaces y entonces nos salvaremos.
\nALBERT CAMUS,\u00a0La ca\u00edda<\/em>.
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\n <\/p>\n\n
\n\u201cEl concepto del mal puede ser incompatible con la naturaleza misma de la vida moderna\u201d, afirma Andrew Delbanco. \u00bfHemos perdido la capacidad de responder al mal simple y llanamente porque ya no somos capaces de reconocerlo? \u00bfEst\u00e1 en lo cierto Francesco Alberoni cuando afirma que junto con la crisis de lo sagrado se ha extendido en nuestras sociedades modernas el rechazo de conceptos tales como el de culpa? \u00bfEs el\u00a0idiota moral<\/em>\u00a0el individuo potencialmente representativo de la forma de ser humanos en el siglo XXI? Si el idiota moral, seg\u00fan Norbert Bilbeny, \u00abno siente la contradicci\u00f3n\u00bb, \u00bfc\u00f3mo calificar a quienes mueren de opulencia junto a otros que mueren de miseria?
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\nEl capitalismo es una formidable factor\u00eda de idiotas morales. Nadie es responsable, nadie es culpable. No deja de resultar comprensible: si, como se\u00f1ala Alan Macfarlane el mal es una inversi\u00f3n del bien, una situaci\u00f3n en la que los valores normales de la sociedad se ponen de cabeza, el capitalismo supone la mayor y m\u00e1s generalizada inversi\u00f3n de valores que jam\u00e1s haya conocido la humanidad. En realidad, toda la historia del capitalismo puede leerse como la mayor y m\u00e1s exitosa empresa de violencia antropol\u00f3gica que jam\u00e1s ha conocido la humanidad: la construcci\u00f3n del capitalismo entra\u00f1a una magna empresa de transformaci\u00f3n de las bases culturales sobre las que se apoyaban las comunidades humanas de la \u00e9poca.
\nEn su introducci\u00f3n a la edici\u00f3n inglesa de\u00a0La \u00e9tica protestante y el esp\u00edritu del capitalismo<\/em>, afirma R.H. Tawney que la obra de Max Weber describe un cambio en las normas morales \u201cque convirtieron una fragilidad natural en un adorno del esp\u00edritu, y canonizaron como virtudes econ\u00f3micas comportamientos que en \u00e9pocas anteriores hab\u00edan sido denunciados como vicios\u00bb. Si la organizaci\u00f3n de la producci\u00f3n se hab\u00eda basado hasta entonces en proce\u00addimientos\u00a0\u00e9ticos<\/em>, cada vez m\u00e1s lo hizo basada en procedi\u00admien\u00adtos\u00a0t\u00e9cnicos.\u00a0<\/em>La \u00e9tica fue quedando fuera de la actividad econ\u00f3mica y, en la medida en que la racionalidad instrumental se fue adue\u00f1ando de cada vez m\u00e1s esferas de la vida, se vio recluida a los \u00e1mbitos m\u00e1s privados de la existencia. De este modo, el capitalismo fue construyendo una ideolo\u00adg\u00eda que redefini\u00f3 el deseo de acaparar como inter\u00e9s y no como pasi\u00f3n; que otorg\u00f3 a los beneficios derivados de la ganancia material un peso mayor que cualquier deterioro en la calidad moral de la sociedad; y que asimil\u00f3 el t\u00e9rmino \u00abbondad\u00bb a felicidad privada, absolviendo toda actividad econ\u00f3mica de la necesidad de justificarse a s\u00ed misma.
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\nKarl Marx cita en\u00a0La ideolog\u00eda alemana<\/em>\u00a0unos versos de Shakespeare en los que se pone de manifiesto la profunda capacidad subversiva de la riqueza: \u201c\u00bfQu\u00e9 hay aqu\u00ed? \u00bfOro? Muchos suelen volver con esto lo blanco, negro; lo feo, bello; lo falso, cierto; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente\u201d. La misma iron\u00eda cr\u00edtica que utilizara Francisco de Quevedo para describir la fuerza del poderoso caballero; la misma que utiliza Arturo P\u00e9rez-Reverte en la tercera entrega de su\u00a0Alatriste<\/em>: \u201cPues no hay pe\u00f1a por dura que sea que no ablande el oportuno tintineo del oro, campeador de voluntades y zurzidor de honras\u201d. Lo que se consideraba la ra\u00edz de todos los males que sufr\u00edan las poblaciones en el primer capitalismo \u2013el amor al dinero\u2013 empezaba a manifestarse, parad\u00f3jicamente, como la ra\u00edz de todos los bienes al constituir la energ\u00eda que animaba el comercio y el mercado.
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\n\u00a0<\/strong><\/p>\n\n
\nUlrich Beck ha caracterizado nuestra \u00e9poca como un tiempo de\u00a0irresponsabilidad organizada<\/em>: vivimos en una sociedad en la que una persona puede hacer algo que objetivamente cause da\u00f1o a otros (o limite gravemente las oportunidades vitales de otros) y continuar haci\u00e9ndolo sin tener que asumir por ello ninguna responsabilidad personal. Y ello es as\u00ed porque vivimos en un mundo que sigue bas\u00e1ndose cotidianamente en ese principio perverso que considera que los\u00a0vicios privados<\/em>\u00a0pueden constituir en realidad\u00a0virtudes p\u00fablicas<\/em>. En efecto, la concepci\u00f3n econ\u00f3mica del ser humano es la de una persona ego\u00edsta que persigue su propio inter\u00e9s. Este tipo de enfoque, dominante a la hora de analizar el comportamiento individual, recibe el nombre de\u00a0elecci\u00f3n racional<\/em>: se considera que una persona es racional si elige aquellas acciones que maximizan su inter\u00e9s privado.
\nPero, \u00bfqu\u00e9 ocurre cuando esta visi\u00f3n de las personas se convierte en la\u00a0verdad social<\/em>\u00a0de nuestro tiempo? Pues que justifica determinadas formas de vida, convierti\u00e9ndolas en normales. Los individuos aprendemos as\u00ed que toda acci\u00f3n centrada en uno mismo es \u00abnatural\u00bb, no si\u00e9ndolo el proceder altruista. Simult\u00e1neamente cae en desuso el lenguaje de la moral: si las personas son \u00abnaturalmente\u00bb ego\u00edstas, caben pocos motivos para sostener que no\u00a0debieran<\/em>serlo: ser\u00eda tanto como sostener que es inmoral que la gente respire.
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\nEl individuo capitalista es incapaz de sostener las exigencias morales de una convivencia humana. Si es posible la convivencia humana en el capitalismo no es gracias a este y a los valores y emociones que exige, sino a pesar suyo. Si tal convivencia es posible, seg\u00fan la interesante reflexi\u00f3n de Castoriadis, es solo porque la cultura capitalista no ha triunfado por entero, permiti\u00e9ndose as\u00ed la pervivencia de tipos antropol\u00f3gicos anteriores al capitalismo:
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\n\u201cEl capitalismo \u2013denuncia Cornelius Castoriadis\u2013 solo ha podido funcionar porque ha heredado una serie de tipos antropol\u00f3gicos que \u00e9l no ha creado y que no habr\u00eda podido crear: jueces incorruptibles, funcionarios \u00edntegros y weberianos, maestros consagrados a su vocaci\u00f3n, obreros con un m\u00ednimo de conciencia profesional, etc. Estos tipos no surgen y no pueden surgir por s\u00ed mismos, han sido creados en per\u00edodos hist\u00f3ricos anteriores, por referencia a valores entonces consagrados e indiscutibles: la honestidad, el servicio al Estado, la transmisi\u00f3n del saber, el trabajo bien hecho, etc. Nosotros, en cambio, vivimos en sociedades donde, como todo el mundo sabe, esos valores se han vuelto rid\u00edculos, donde solo cuenta la cantidad de dinero que uno puede embolsarse, poco importa c\u00f3mo, o el n\u00famero de veces que uno ha aparecido en televisi\u00f3n. El \u00fanico tipo antropol\u00f3gico creado por el capitalismo, y que en principio le era imprescindible para establecerse, fue el empresario schumpeteriano: persona apasionada por la creaci\u00f3n de esa nueva instituci\u00f3n hist\u00f3rica,\u00a0la empresa<\/em>, y por su constante ampliaci\u00f3n mediante la introducci\u00f3n de nuevas tecnolog\u00edas y nuevas t\u00e9cnicas de mercado. Pero la tendencia actual destruye incluso este tipo; por lo que se refiere a la producci\u00f3n, el empresario es sustituido por una burocracia empresarial; en cuanto al hacer dinero, las especulaciones en la Bolsa, las OPA, las operaciones financieras reportan mucho m\u00e1s que las actividades \u00abempresariales\u00bb\u201d.
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\nHoy asistimos a la proliferaci\u00f3n de eso que Gilles Lipovetsky ha denominado\u00a0altruismo indoloro<\/em>, propio de sociedades\u00a0posmoralistas<\/em>, capaces de animar estrategias de solidaridad desde la afirmaci\u00f3n individual, sin tener que recurrir para ello a las viejas \u00e9ticas sacrificiales propias de la cultura judeo-cristiana o de la tradici\u00f3n pol\u00edtica socialista. \u00abPor primera vez \u2013afirma Lipovetsky\u2013, \u00e9sta es una sociedad que, lejos de exaltar los \u00f3rdenes superiores, los eufemiza y los descredibiliza, una sociedad que desvaloriza el ideal de abnegaci\u00f3n estimulando sistem\u00e1ticamente los deseos inmediatos, la pasi\u00f3n del ego, la felicidad intimista y materialista. Nuestras sociedades han liquidado todos los valores sacrificiales, sean \u00e9stos ordenados por la otra vida o por finalidades profanas, la cultura cotidiana ya no est\u00e1 irrigada por los imperativos hiperb\u00f3licos del deber sino por el bienestar y la din\u00e1mica de los derechos subjetivos; hemos dejado de reconocer la obligaci\u00f3n de unirnos a algo que no seamos nosotros mismos\u00bb, concluye.
\n <\/p>\n<\/h1>\n
3. La imposible solidaridad<\/h1>\n
\nA ra\u00edz de la brutal experiencia del Holocausto, el fil\u00f3sofo alem\u00e1n Karl Jaspers ha reflexionado sobre la existencia de un\u00a0mal radical<\/em>, radical no solo porque produzca sufrimiento y explotaci\u00f3n a una escala que hubi\u00e9ramos pensado inconcebible antes de haberlo conocido, sino porque corrompe la base de todas nuestras m\u00e1ximas morales y nuestra misma voluntad, incapacit\u00e1ndonos para reaccionar contra dicho mal:
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\n\u201cHay una\u00a0solidaridad\u00a0<\/em>entre hombres como tales que hace a cada uno responsable de todo el agravio y de toda la injusticia del mundo, especialmente de los cr\u00edmenes que suceden en su presencia o con su conocimiento. Si no hago lo que puedo para impedirlos, soy tambi\u00e9n culpable. Si no arriesgo mi vida para impedir el asesinato de otros, sino que me quedo como si nada, me siento culpable de un modo que no es adecuadamente comprensible por la v\u00eda pol\u00edtica y moral. Que yo siga viviendo una vez que han sucedido tales cosas es algo que me grava con una culpa imborrable. Cuando la suerte no nos ahorra esta situaci\u00f3n, llegamos como hombres al l\u00edmite en el que tenemos que elegir: o arriesgar la vida sin condiciones, in\u00fatilmente, puesto que no hay perspectivas de \u00e9xito o preferir conservar la vida\u201d.
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\nEs verdad que hay situaciones y circunstancias en las que la elecci\u00f3n nos lleva a arriesgar nuestra vida, a\u00fan sin garant\u00edas de \u00e9xito. Lo hacemos siempre que sentimos que nos debemos a otros, que no podr\u00edamos seguir viviendo si no lo intentamos; arriesgamos nuestra vida cuando sabemos que, de no hacerlo, no podr\u00edamos seguir soportando nuestra propia existencia. Nuestra culpa estriba, seg\u00fan Jaspers, en el hecho de que limitemos esta solidaridad incondicionada a unos reducid\u00edsimos c\u00edrculos y no seamos capaces de extenderla a todos nuestros semejantes.
\n\u00bfQu\u00e9 pensar\u00edamos de un padre que no se sacrifica hasta el extremo por sus hijos? \u00bfC\u00f3mo juzgar\u00edamos a un pa\u00eds en el que convivieran ciudadanos disfrutando de bienestar y derechos mientras otros, despojados de cualquier derecho, se ven reducidos a la esclavitud o mueren de hambre y de enfermedad? No lo aceptar\u00edamos, como no aceptamos el sistema del\u00a0apartheid<\/em>\u00a0en Sur\u00e1frica. En cambio, aceptamos el cotidiano\u00a0apartheid<\/em>\u00a0planetario que divide al mundo en un Norte opulento y un Sur miserable. Cada vez est\u00e1 m\u00e1s claro que podemos afrontar su soluci\u00f3n. No es un problema econ\u00f3mico o t\u00e9cnico. El problema estriba en la falta de criterios orientadores.
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\nLa racionalidad instrumental, que deber\u00eda estar supeditada a un razonamiento moral, ha expulsado a \u00e9ste del escenario.\u00a0Sabemos<\/em>\u00a0lo que hay que hacer y, en la mayor\u00eda de los casos,\u00a0es posible<\/em>\u00a0(en el sentido t\u00e9cnico) hacerlo. Pero no\u00a0queremos<\/em>\u00a0hacerlo. Nos negamos a asumir los costes que se derivan del compromiso real por solucionar esos graves problemas. Como ha se\u00f1alado el destacado economista Lester Thurow, el problema no consiste en determinar qu\u00e9 es\u00a0factible econ\u00f3micamente<\/em>, sino qu\u00e9 es\u00a0socialmente aceptable<\/em>. \u00bfEst\u00e1 la mayor\u00eda de la poblaci\u00f3n dispuesta a aceptar las consecuencias que se derivan de la afirmaci\u00f3n de que, para que todo el mundo pueda llevar una vida realmente humana, nadie debe tener nada por encima y m\u00e1s all\u00e1 de lo necesario para llevar una vida sana?
\nLa respuesta es negativa.\u00a0Para mejorar o mantener su estilo de vida, \u00ablos que tienen\u00bb est\u00e1n dispuestos a observar como se abstienen \u00ablos que no tienen\u00bb<\/em>. Nuestra voluntad est\u00e1 gravemente enferma. Sin embargo, nuestra conciencia est\u00e1 tranquila gracias a un artificio consistente en\u00a0definir<\/em>\u00a0comunidades de aceptaci\u00f3n mutua dentro de las cuales reconocemos obligaciones hacia los dem\u00e1s, obligaciones que no act\u00faan hacia el exterior de las mismas. Lo que no aceptar\u00edamos en nuestra familia o en nuestro c\u00edrculo de amistad, lo que no aceptar\u00edamos en nuestra comunidad aut\u00f3noma o en nuestro pa\u00eds, lo admitimos m\u00e1s all\u00e1 de sus fronteras. Por eso las fronteras nacionales son, siempre, fronteras \u00e9ticas.
\nLa preocupaci\u00f3n \u00e9tica, entendida como preocupaci\u00f3n por las consecuencias que nuestras acciones tienen sobre otras personas, es un fen\u00f3meno que tiene que ver con la aceptaci\u00f3n de esas otras personas como leg\u00edtimos \u00abotros\u00bb para la convivencia. Pero la preocupaci\u00f3n \u00e9tica nunca va m\u00e1s all\u00e1 de la comunidad de aceptaci\u00f3n mutua en que surge. La mirada \u00e9tica no alcanza m\u00e1s all\u00e1 del borde del mundo social en que surge. El 2 de agosto de 1999 fueron descubiertos en el tren de aterrizaje de un avi\u00f3n belga los cad\u00e1veres de dos ni\u00f1os guineanos. Se llamaban Yaguine Koita y Fod\u00e9 Tounkara. Solo quer\u00edan encontrar en Europa aquello que en \u00c1frica no encuentran: educaci\u00f3n, alimento, protecci\u00f3n. Entre sus ropas se encontr\u00f3 una carta en la que suplicaban ayuda apelando, sobre todo, \u201cal amor que tienen ustedes por sus hijos a los que aman para toda la vida\u201d. No sospechaban que ese amor incondicionado se agota en los nuestros, y ellos son (eran) los otros, aquellos hacia los que escogemos nuestras obligaciones.
\n <\/p>\n<\/h1>\n
4. Un marco cultural para la compasi\u00f3n<\/h1>\n
\nEn este magma cultural, la tesis de que el ego\u00edsmo racional puede ser la piedra de toque de una fundamentaci\u00f3n laica de la moral es insostenible. La idea de que la persecuci\u00f3n del inter\u00e9s propio (base de la vida pol\u00edtica y econ\u00f3mica) puede llevar a alcanzar la m\u00e1s perfecta armon\u00eda de intereses universales no es nueva.\u00a0<\/em>La experiencia de que tal armon\u00eda nunca se cumple tampoco es nueva: la historia se ha encargado de desmentir tal idea. Por eso, tiene raz\u00f3n G\u00f3mez S\u00e1nchez cuando afirma que \u201cse tergiversar\u00eda lo que es la vida moral, si se prescindiera del b\u00e1sico componente de renuncia que la moral tiene y que, quiz\u00e1 por eso, hace de ella algo no siempre divertido. El deber no dejar\u00e1 de comportar un rasgo inevitable, qu\u00e9 le vamos a hacer, de constricci\u00f3n\u201d.
\nAunque pueda parecer m\u00e1s realista, incluso m\u00e1s razonable, conectar con el inter\u00e9s propio para \u00abvender\u00bb el producto de la solidaridad en una cultura de la satisfacci\u00f3n personal y el ego\u00edsmo racional, el recurso a la\u00a0solidaridad ego\u00edsta<\/em>, basado en el anuncio de las desgracias que acabar\u00e1n deriv\u00e1ndose de nuestro comportamiento actual (agotamiento de recursos, migraciones masivas imparables, conflictos b\u00e9licos, violencia e inseguridad ciudadana) o de los beneficios que se derivar\u00edan de un comportamiento m\u00e1s solidario, es un muy endeble material para construir el entramado de motivos y razones que impulsen los cambios necesarios.
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\nEstoy m\u00e1s de acuerdo con la reflexi\u00f3n de Henry Miller en el pr\u00f3logo a la obra de Thoureau\u00a0Walden<\/em>: \u201cAlgunos imaginan beat\u00edficamente que la amenaza de extinci\u00f3n \u2013el suicidio c\u00f3smico\u2013 nos despertar\u00e1 del letargo. Me temo que sue\u00f1os as\u00ed est\u00e1n destinados a desintegrarse, a\u00fan m\u00e1s que el mismo \u00e1tomo. No se alcanzan grandes metas a trav\u00e9s del miedo a la extinci\u00f3n. Los hechos que mueven al mundo, sustentan y dan la vida, tienen una motivaci\u00f3n muy diferente\u201d. Son otros los recursos morales que hemos de poner en movimiento si de verdad queremos mover el mundo en la direcci\u00f3n de la solidaridad.
\nSe ha dicho de las nuevas formas de intervenci\u00f3n social en las sociedades desarrolladas que su funci\u00f3n principal es la de ser generadoras de cultura. Estoy de acuerdo con la caracterizaci\u00f3n de las nuevas formas de acci\u00f3n colectiva en las sociedades industriales avanzadas en clave fundamentalmente cultural, a condici\u00f3n de que no pensemos en el espacio cultural como ajeno a los espacios pol\u00edtico y econ\u00f3mico, y mucho menos como enfrentado a ellos. No concibo esa aportaci\u00f3n cultural como una aportaci\u00f3n no-pol\u00edtica, a-pol\u00edtica o incluso anti-pol\u00edtica, sino como una aportaci\u00f3n\u00a0pre-pol\u00edtica<\/em>, es decir, configuradora de unas nuevas condiciones de posibilidad para la acci\u00f3n pol\u00edtica. No existe posibilidad alguna de poner en marcha una pr\u00e1ctica emancipatoria significativa si no es sobre la base de una previa tarea de transformaci\u00f3n cultural. La pr\u00e1ctica emancipatoria se asemeja a la tarea del agricultor: si no prepara la tierra todo su trabajo es vano.
\n
\nHoy d\u00eda, la aut\u00e9ntica batalla en favor de la solidaridad es ideol\u00f3gica. En palabras de Ricardo Petrella, esta batalla \u201cse centra en la ideas, las palabras, los s\u00edmbolos, bases sobre las que se construyen nuestras visiones del mundo, nuestros sistemas de valores, y sobre los que se afirman y mueren nuestras expectativas, nuestros sue\u00f1os, nuestras esperanzas y nuestras ambiciones\u201d. Y porque aspiramos y deseamos en el marco cultural de este capitalismo humanicida el inter\u00e9s propio, la autoafirmaci\u00f3n, la autorealizaci\u00f3n, que en principio no tienen por qu\u00e9 enfrentarse a la solidaridad y al reconocimiento, en la pr\u00e1ctica s\u00ed lo hacen. Y en este marco la caridad bien entendida empieza (y, casi siempre, termina) por uno mismo. El problema, por tanto, consiste \u2013para decirlo con la hermosa f\u00f3rmula de Jos\u00e9 Luis Sampedro en su novela\u00a0El r\u00edo que nos lleva<\/em>\u2013, en lo siguiente:\u00a0\u00bfC<\/em>\u00f3mo proyectar desde la \u00f3ptica vigente si es el primer obst\u00e1culo a lo futuro?<\/em>\u00a0\u00bfC\u00f3mo desear algo distinto desde el interior de esta eficaz f\u00e1brica de deseos bastardos y domesticados que es el capitalismo?
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\nEn palabras de Herbert Marcuse, \u201cnos hallamos frente a una situaci\u00f3n nueva en la historia, pues hoy tenemos que ser liberados de una sociedad que funciona relativamente bien, que es rica y poderosa\u201d(en\u00a0Ensayos sobre pol\u00edtica y cultura<\/em>). \u00bfC\u00f3mo desarrollar la expresi\u00f3n colectiva de necesidades nuevas, cuya satisfacci\u00f3n rebase los l\u00edmites de compatibilidad del sistema capitalista, si la poblaci\u00f3n de las sociedades desarrolladas no desea otra cosa que m\u00e1s de lo mismo? No estoy queriendo decir que nadie pueda arrogarse la capacidad de definir los deseos de los dem\u00e1s, que nadie pueda legit\u00edmamente sostener la superioridad de su perspectiva sobre los intereses y necesidades de los dem\u00e1s.
\nEn esta cuesti\u00f3n, pues, de entrada no cabe la coerci\u00f3n, sino la invitaci\u00f3n; no la imposici\u00f3n, sino la educaci\u00f3n. No obstante, si distinguimos unas\u00a0necesidades b\u00e1sicas<\/em>\u00a0(aquellos factores objetivos indispensables para la supervivencia e integridad psicof\u00edsica de cualquier ser humano) y unas necesidades contingentes (el resto) y si consideramos las necesidades b\u00e1sicas (seg\u00fan los dos autores citados, estas ser\u00edan la salud f\u00edsica y la autonom\u00eda personal) como condiciones previas de toda acci\u00f3n individual en cualquier cultura, \u00bfno es razonable exigir la efectiva universalizaci\u00f3n de esas necesidades b\u00e1sicas? Como denuncia Jorge Riechmann, \u201csi la sociedad consagrase al esfuerzo de satisfacer las necesidades b\u00e1sicas de los m\u00e1s pobres siquiera una fracci\u00f3n de la ingeniosidad y los recursos que destina a moldear las preferencias de consumo de quienes tienen poder de compra, hace mucho que se habr\u00edan erradicado la pobreza y el hambre\u201d.
\nLo cierto es que en un mundo como el nuestro, en el que existe un abismo de desigualdad tan absoluto entre el Norte y el Sur, no hay soluci\u00f3n al problema del hambre que no pase por hacer una profunda revisi\u00f3n de nuestro estilo de vida desde el convencimiento de que\u00a0unos derechos que no son universalizables no son derechos sino privilegios<\/em>. Pero el problema no es qu\u00e9 hay que hacer, sino\u00a0por qu\u00e9<\/em>\u00a0vamos a hacer eso que es preciso hacer.
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\n\u00abLas amables fantas\u00edas acerca de dar m\u00e1s y m\u00e1s a todos, para que nunca sea necesario tomar ninguna alternativa, es el canto del cisne de una vieja so\u00adcialdemocra\u00adcia. El reparto tendr\u00e1 que producirse, en algunos casos dentro del aumento de la producci\u00f3n y del tiempo disponible, en otros casos dentro de recursos y disponibilidades en realidad reducidos. No es posible eludir ni posponer mediante la vieja f\u00e1bula del pastel los profundos problemas pol\u00edticos del repar\u00adto y la participaci\u00f3n que, si tienen \u00e9xito, puede llevarnos a superar el orden industrial capitalis\u00adta\u00bb (Raymond Williams).\u00a0Es cierto.
\nTodo el entramado pol\u00edtico del socialismo moderno se ha basado en una confianza que el tiempo se ha encargado de desbaratar: la confianza en que el incremento constante de la capacidad de consumo de los receptores de salarios y sueldos justificaba la idea de que \u201cestar quietos y cooperar es remunerador\u201d (Jost Herbig). Hoy, eso ya no se sostiene.
\nEl capitalismo globalista es un sistema que exige lealtad absoluta a cambio de ninguna seguridad. Pero ver las barbas del vecino pelar no suele ser suficiente para poner las propias a remojar. La experiencia de la exclusi\u00f3n de otros, incluso si esos otros son tan cercanos (hijos, hermanos, amigos) como para conformar un nosotros, no es suficiente para romper la quietud colaboracionista de quien no sufre el problema en carne propia. Mucho menos si pensamos en amenazas a la dignidad de la vida como son la desnutrici\u00f3n o el hambre, experiencias absolutamente inconmensurables para quien no las sufre. En efecto, la distancia que media entre el mundo de las v\u00edctimas y el mundo de la abundancia se presenta como un abismo insuperable. O, cuando menos, como un abismo cuya superaci\u00f3n, posible, exige decisiones y actuaciones que chocan frontalmente con la estructura de nuestros deseos e intereses.
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\nPeter Glotz lo ha expresado con absoluta lucidez: \u00abLa izquier\u00adda debe poner en pie una coalici\u00f3n que apele a la solidaridad del mayor n\u00famero posible de fuertes con los d\u00e9biles, en contra de sus propios intereses; para los materialistas estrictos, que consideran que la eficacia de los intereses es mayor que la de los idea\u00adles, \u00e9sta puede parecer una misi\u00f3n parad\u00f3jica, pero es la misi\u00f3n que hay que realizar en el presente\u00bb. Recurriendo a Gonz\u00e1lez Faus, no se trata de una\u00a0muerte del inter\u00e9s<\/em>\u00a0entendida a la manera de la \u00abapat\u00eda\u00bb estoica o del \u00abnirvana\u00bb oriental que, al matar el deseo, aspira a matar tambi\u00e9n el sufrimiento propio; de lo que se trata es de una\u00a0transformaci\u00f3n del inter\u00e9s<\/em>, de una educaci\u00f3n del deseo, que le hace pasar de ser amor propio a ser compasi\u00f3n.
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6. Tenemos una deuda<\/h4>\n
\nEn opini\u00f3n de Simone Weil, \u201chay obligaci\u00f3n hacia todo ser humano por el mero hecho de serlo, sin que intervenga ninguna otra condici\u00f3n, e incluso aunque el ser humano mismo no reconozca obligaci\u00f3n alguna\u201d. Esta obligaci\u00f3n no se basa en una convenci\u00f3n, es eterna e incondicionada. \u201cEs preciso reconocer \u2013escribe por su parte Crespi\u2013 que la relaci\u00f3n con el otro no depende de una elecci\u00f3n personal; tenemos una\u00a0deuda<\/em>\u00a0con \u00e9l que hemos contra\u00eddo a\u00fan antes de reconocer su existencia\u201d.
\nEn efecto, existe una trama de vinculaciones entre los seres humanos derivada de nuestra naturaleza social que nos compromete con unas obligaciones cuya ignorancia no exime de su cumplimiento. Una responsabilidad que puede llegar hasta el sacrificio. \u201cTenemos tanto derecho\u00a0como<\/em>\u00a0los dem\u00e1s a vivir, a ser felices y respetados en nuestra autonom\u00eda, pero el hecho de que nuestra obligaci\u00f3n hacia el otro est\u00e9 enraizada en nuestra propia existencia, nos permite superar la l\u00f3gica jur\u00eddica de la reciprocidad y anteponer sus derechos a los nuestros. En ese caso realizamos nuestro ser de forma suprema al sacrificarnos por el otro, ayud\u00e1ndole en su propia realizaci\u00f3n. La posibilidad de un aut\u00e9ntico sacrificio por los dem\u00e1s, de dar la vida por ellos, presupone que se ha alcanzado una autonom\u00eda tal que permite reconocer libremente la deuda originaria hacia el otro. Significa, en definitiva, que se han reconocido aquellos derechos que decidimos sacrificar por los del otro\u201d.
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\nEl mundo rico es una sociedad de responsabilidad limitada. Nada debemos a aqu\u00e9llos que no sean los nuestros. Qu\u00e9 lejos estamos de cumplir la voluntad de Jes\u00fas, quien, como recuerda San Pablo en su carta a los cristianos de \u00c9feso, \u201cde ambos pueblos [jud\u00edos y gentiles] hizo uno, derribando el muro medianero de separaci\u00f3n\u201d. \u00e9ste es, en mi opini\u00f3n, el m\u00e1s formidable de los retos a los que nos enfrentamos. Derribar los muros medianeros de separaci\u00f3n que act\u00faan como coartada para nuestra irresponsabilidad hacia el destino de nuestros semejantes. Extender nuestra responsabilidad hasta el \u00faltimo conf\u00edn de la tierra. Sentirnos solidarios con cualquier otro sufriente. Y asumir por fin, con aquel personaje de Camus, que solo nos salvaremos cuando seamos capaces de actos colectivos de renuncia a todo aquello que, por no ser universalizable, mantiene y profundiza la divisi\u00f3n entre ricos y pobres hasta acabar convirti\u00e9ndola, objetivamente en perversa relaci\u00f3n entre victimarios y v\u00edctimas.\u00a0n
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\nImanol Zubero<\/strong>
\nestudios@misionjoven.org
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