{"id":11633,"date":"2001-10-01T08:41:55","date_gmt":"2001-10-01T06:41:55","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=11633"},"modified":"2001-10-01T08:41:55","modified_gmt":"2001-10-01T06:41:55","slug":"como-reconstruir-la-praxis-eclesial-y-cristiana","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/como-reconstruir-la-praxis-eclesial-y-cristiana\/","title":{"rendered":"C\u00f3mo reconstruir la praxis eclesial y cristiana"},"content":{"rendered":"

PIE AUTOR
\nJuan Antonio Estrada\u00a0<\/strong>es profesor de la Universidad de Granada.<\/em>
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nEl interrogante b\u00e1sico para plantear la renovaci\u00f3n de la praxis eclesial sigue siendo el de \u00abc\u00f3mo ser hijos de nuestro tiempo y cristianos; c\u00f3mo encontrar en la identidad cristiana motivos para vivir, esperar y luchar\u00bb. A la hora de responder, el autor aborda tres cuestiones fundamentales: las necesarias reformas institucionales para hacer posible una aut\u00e9ntica eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n; superar la fascinaci\u00f3n ante las ideolog\u00edas modernas y centrarse en el anuncio, testimonio y posibilitaci\u00f3n de la experiencia de Dios; por \u00faltimo, asumir un estilo de vida contracorriente, sabiendo \u00abmorir para aprender a vivir\u00bb y haciendo que \u00abla experiencia de la gratuidad de Dios revierta en cr\u00edtica a los \u00eddolos de nuestro tiempo\u00bb.
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\nNo cabe duda de que los tiempos no son propicios para el optimismo, ya que no resulta dif\u00edcil destacar elementos negativos que expresan el malestar por la Iglesia y la preocupaci\u00f3n por una posible decadencia: parece que el cristianismo, en cuanto sistema de creencias y de valores, pierde significaci\u00f3n en una sociedad crecientemente secularizada; aumenta la imagen negativa de la Iglesia, identificada con los eclesi\u00e1sticos; crece la incultura religiosa entre los j\u00f3venes; hay crisis de vocaciones y aumenta la edad media del clero y la vida religiosa, etc. Ciertamente hay tambi\u00e9n signos positivos, entre ellos el de una lenta pero progresiva toma de conciencia del laicado, as\u00ed como una gran proliferaci\u00f3n de movimientos apost\u00f3licos de signo diverso. Sin embargo, si se preguntara sobre la situaci\u00f3n actual del catolicismo en Espa\u00f1a la opini\u00f3n mayoritaria ser\u00eda probablemente negativa.
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\nPor otra parte, hay que tomar conciencia de que vivimos en una \u00e9poca de cambios. No s\u00f3lo cronol\u00f3gicamente, cambio de siglo y de milenio, sino tambi\u00e9n sociol\u00f3gicamente. La sociedad cambia tan r\u00e1pidamente que resulta dif\u00edcil hacer pron\u00f3sticos a medio y largo plazo. El inmediatismo del presente no es s\u00f3lo un signo de la cultura superficial en que vivimos, sino el resultado de un cambio acelerado del curso hist\u00f3rico que hace muy dif\u00edciles los pron\u00f3sticos a medio y largo plazo. Se amontonan las etiquetas que indican la superaci\u00f3n de una \u00e9poca (postmodernidad, postreligiosa, postindustrial…), se subraya la din\u00e1mica de globalizaci\u00f3n imperante y hay un gran interrogante acerca de c\u00f3mo y en qu\u00e9 direcci\u00f3n va la sociedad. No es extra\u00f1o, que el contexto sea propicio al pesimismo y la negatividad, tanto mayores cuanto m\u00e1s aumenta la inseguridad.
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\nEn este contexto, el discurso de apertura del concilio Vaticano II del papa Juan XXIII, resulta prof\u00e9tico. Hay que tomar distancia de los profetas de calamidades que s\u00f3lo ve\u00edan cosas negativas en el curso hist\u00f3rico y se bloqueaban en la a\u00f1oranza del pasado. El discernimiento de los signos de los tiempos tiene que ir acompa\u00f1ado de la creatividad eclesial, para plantear propuestas y alternativas, y la esperanza que obliga a mirar hacia delante en lugar de involucionar hacia el pasado a costa de la dinamicidad de la historia. Hay que buscar las oportunidades existentes e intentar responder a lo negativo, en lugar de quedarse en meras condenas y lamentaciones sobre los errores modernos.
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\nEsta actitud marc\u00f3 el siglo XIX, el del\u00a0Syllabus,<\/em>\u00a0y sus consecuencias negativas llegan hasta hoy. El que no aprende de la historia est\u00e1 condenado a repetirla (W. Churchill) y cuanto m\u00e1s envejecen los cuadros dirigentes de la Iglesia mayor es la tendencia negativa, ya que las personas ancianas temen lo nuevo, por ser novedad, y se aferran a lo \u00abmalo conocido, mejor que lo bueno por conocer\u00bb. Pero con esta actitud dif\u00edcilmente se puede sintonizar con un mundo en cambio y, mucho menos, atraer a los j\u00f3venes. Hay que asumir que la garant\u00eda \u00faltima de la supervivencia de la Iglesia en el nuevo contexto sociocultural estriba en la presencia de Dios en medio de ella, y, venciendo el miedo, abrirse a una Iglesia que \u201cse siente \u00edntima y realmente solidaria del g\u00e9nero humano y su historia\u201d (GS 1). En lugar de la mera lamentaci\u00f3n por la dificultad reinante hay que asumir el reto hist\u00f3rico que significan, saber discernir los signos de los tiempos y buscar respuestas y caminos que hagan posible una fe viva y actual.
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\nA partir de ah\u00ed, hay que plantear una renovaci\u00f3n de la praxis eclesial actual. El problema sigue siendo c\u00f3mo ser hijos de nuestro tiempo y cristianos; c\u00f3mo encontrar en la identidad cristiana motivos para vivir, esperar y luchar. Hemos pasado del Dios fundamento y clave de b\u00f3veda de una sociedad confesional y oficialmente cristiana, al problema de c\u00f3mo tener experiencias de Dios y comunicarlas a otros. El cristianismo no es ya el que tiene respuestas para todo y asume la organizaci\u00f3n de la sociedad, sino el que capacita para vivir de forma adulta en un mundo oficialmente laico y secularizado, en la que la referencia a Dios brilla por su ausencia.
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  1. Los retos institucionales del tercer milenio<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \nLa identidad cristiana se encuentra ante grandes desaf\u00edos de signo distinto, que se interaccionan y alimentan reactivamente. Por un lado, hay que superar el modelo institucional y teol\u00f3gico que hemos recibido del pasado inmediato. A lo largo del segundo milenio, se construy\u00f3 un modelo organizativo basado en la exclusi\u00f3n de los laicos de los asuntos internos de la Iglesia (reforma gregoriana); en la instalaci\u00f3n de un ministerio sacerdotal individualista y centrado en los derechos y potestades de la consagraci\u00f3n sacerdotal (a costa de la comunidad); en una concepci\u00f3n se\u00f1orial del episcopado, constituido como un poder mundano y no s\u00f3lo espiritual (con detrimento de los aspectos pastorales y misionales) y con una configuraci\u00f3n mon\u00e1rquica del papado (constituido como soberano pont\u00edfice en lo temporal y espiritual).
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    \nEste esquema organizativo se complet\u00f3 teol\u00f3gicamente con una romanizaci\u00f3n del catolicismo (lo particular pas\u00f3 a ser universal); con la homogenizaci\u00f3n de la teolog\u00eda, la liturgia y el derecho, y con la imposici\u00f3n de un modelo teol\u00f3gico y eclesial que hizo imposible la inculturaci\u00f3n y el surgimiento de un cristianismo aut\u00f3ctono en Asia y Am\u00e9rica Latina, en l\u00ednea con lo que ocurri\u00f3 en el primer milenio con la cultura helenista, romana y germana. El intento de configurar una iglesia universal llev\u00f3 consigo el que una particularidad (romana, europea) se elevara a universal, siendo las misiones el instrumento de la expansi\u00f3n del modelo occidental de cristianismo a las culturas no occidentales.
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    \nHoy hay que desandar el camino del segundo milenio y comenzar otro, probablemente m\u00e1s inspirado en el primero, desde el que sea posible una eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n en la era de la globalizaci\u00f3n. El sistema actual, a pesar de los frutos que produjo durante siglos, entr\u00f3 ya en crisis en el siglo XIX y resulta hoy ineficiente, obsoleto y un freno para la evangelizaci\u00f3n. El tercer milenio ofrece amplias posibilidades ecum\u00e9nicas y misioneras, pero las estructuras teol\u00f3gicas y organizativas vigentes est\u00e1n superadas. Desde la segunda mitad de los setenta, se par\u00f3 la din\u00e1mica conciliar y con ello se han agravado las ineficiencias organizativas que afectan a la pastoral y a la praxis eclesial. El orden de sistemas e instituciones vigentes sofoca la vitalidad y creatividad de la vida eclesial, y no corresponde ni a las exigencias actuales, ni al intento del Concilio Vaticano II, as\u00ed como se ha convertido en el gran obst\u00e1culo para un universalismo cat\u00f3lico, que recoja la plenitud de la variedad y pluralidad existentes en el mundo.
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    \nEl Vaticano II favoreci\u00f3 el paso de una concepci\u00f3n piramidal a otra horizontal, en la que cobraba significaci\u00f3n el nuevo binomio comunidad y pluralidad de ministerios y carismas, que sustitu\u00eda al viejo esquema de clero y laicos, que constitu\u00eda el eje vertebral de la antigua eclesiolog\u00eda. El modelo de comuni\u00f3n hab\u00eda que extenderlo a toda la Iglesia, desde la perspectiva universal (Papa y obispos, iglesia de roma y nacionales, Primado y patriarcados), a la local (el obispo con su presbiterio, la Iglesia particular con las vecinas, el obispo dentro de la conferencia episcopal y la archidi\u00f3cesis); y de la local a la parroquial (comunidad con pluralidad de ministros y carismas, presb\u00edtero asesorado por un consejo laical, parroquia como comunidad de comunidades).
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    \nLas \u00faltimas d\u00e9cadas han acentuado, por el contrario, el tuciorismo a todos los niveles, doctrinal, moral e institucional, huyendo de cambios e innovaciones, que se ve\u00edan como peligros para la iglesia y los fieles. El contraste de esta actitud ha sido enorme, no s\u00f3lo porque se contrapon\u00eda a la din\u00e1mica conciliar, sino porque los \u00faltimos treinta a\u00f1os se han caracterizado por una enorme transformaci\u00f3n de la sociedad y un cambio acelerado de las mentalidades. Cuando el curso de la historia se aceleraba, promoviendo la tercera revoluci\u00f3n industrial, cuyo m\u00e1ximo s\u00edmbolo quiz\u00e1s sea el ordenador y la red de Internet y se pon\u00eda fin al socialismo real, a la guerra fr\u00eda y a la geopol\u00edtica que leg\u00f3 la postguerra, la Iglesia cat\u00f3lica se retiraba a los \u00abcuarteles de invierno\u00bb, en expresi\u00f3n de Karl Rahner, huyendo de la primavera conciliar. El frenazo eclesial, la vuelta a las viejas certezas y creencias, coincid\u00eda con la aceleraci\u00f3n hist\u00f3rica de las sociedades y el inicio del cambio de \u00e9poca en el que estamos inmersos.
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    \nLa gran esperanza actual viene de fuera de Europa. Hay un reforzamiento de las Iglesias no europeas, que son las que han mostrado una mayor creatividad y vitalidad en el postconcilio, mientras que Europa se ha ido trasformando progresivamente en un territorio de misi\u00f3n alej\u00e1ndose de sus ra\u00edces cristianas. El cristianismo europeo y romano no es el \u00fanico posible, ni el m\u00e1s adecuado para otras iglesias continentales y nacionales, menos afectadas por el proceso de secularizaci\u00f3n de las viejas cristiandades. El principio de subsidiariedad juntamente con el de la colegialidad son las nuevas l\u00edneas directrices que marcan una eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n. Hay un gran deseo de descentralizaci\u00f3n e inculturaci\u00f3n plural, que lleva a revalorizar el modelo patr\u00edstico que ve\u00eda la Iglesia como una pentarqu\u00eda constituida por cinco grandes patriarcados, cada uno de ellos aut\u00f3nomo y con competencias propias, sin que el modelo latino o romano se pudiera imponer a las otras grandes familias de Iglesias. Este modelo podr\u00eda servir para reconocer la autonom\u00eda de las iglesias africanas, asi\u00e1ticas, americanas e incluso europeas de rito no latino.
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    \nVolver\u00edamos a un modelo organizativo plenamente compatible con la concepci\u00f3n cat\u00f3lica de la Iglesia y con el papel decisivo que tiene en ella el primado papal, pero inintegrable en la eclesiolog\u00eda piramidal del segundo milenio, que es determinante para la configuraci\u00f3n vigente del primado, del episcopado y del mismo presb\u00edtero. No ha habido un cambio profundo en la relaci\u00f3n entre la autoridad y la comunidad, sino una modernizaci\u00f3n y actualizaci\u00f3n\u00a0(aggiornamento)<\/em>\u00a0de la concepci\u00f3n asim\u00e9trica de la Iglesia (la de la sociedad desigual), que es la que ha permanecido, aunque no falten las apelaciones puntuales a los textos del concilio Vaticano II y a la misma eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n. El estilo de autoridad sigue siendo fundamentalmente verticalista, directivo y mon\u00e1rquico, aunque el lenguaje se haya vuelto m\u00e1s ministerial y comunitario. Los cambios se han dado m\u00e1s en los documentos que en las estructuras y permanece vigente el modelo tridentino de la Iglesia, aunque se haya modernizado y renovado. En cambio, la eclesiolog\u00eda de comuni\u00f3n que se inspira en la patr\u00edstica y que domin\u00f3 en el primer milenio es la que inspira no s\u00f3lo a la teolog\u00eda sino tambi\u00e9n a los mismos documentos eclesiales. Se agranda as\u00ed la distancia entre la teor\u00eda y la pr\u00e1ctica en el seno de la misma Iglesia.
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    \nDesde la praxis de comuni\u00f3n ser\u00eda posible superar una concepci\u00f3n anacr\u00f3nica y desfasada de la Iglesia. La renovaci\u00f3n del laicado y la aceptaci\u00f3n de la igualdad plena de la mujer en la Iglesia ser\u00edan los ejes del \u00abaggiornamento\u00bb institucional y teol\u00f3gico. Los problemas institucionales se acumulan porque el marco es inadecuado: como la demanda de posibilitar varios tipos de ministerio sacerdotal, a tiempo completo y parcial, con celibato o no; la de replantear el papel de la mujer en la Iglesia, sin excluir y sin concentrarse s\u00f3lo en su posible acceso al ministerio sacerdotal; la posibilidad de laicos que acceden a cargos eclesi\u00e1sticos, as\u00ed como la promoci\u00f3n de \u00e9stos a c\u00e1tedras de teolog\u00eda; el mayor control de las comunidades sobre la formaci\u00f3n y promoci\u00f3n de los candidatos al sacerdocio, para que \u00e9stos no se eduquen al margen de la Iglesia real y con pocos contactos con las comunidades a las que tienen que servir, etc. La potenciaci\u00f3n del laicado, la reforma de los ministerios, la impulsi\u00f3n de una iglesia comunitaria y la misma emancipaci\u00f3n de la mujer en la Iglesia, tropiezan con una estructura institucional desfasada que limita mucho el cambio.
    \nNo basta por eso con apelar al nivel espiritual de la Iglesia y fomentar la santidad de sus miembros, sino que es necesaria una reforma institucional a la que ya apuntaba el padre Congar en su libro\u00a0Verdadera y falsa reforma en la Iglesia.<\/em>\u00a0Vivimos hoy una etapa en la que cobran actualidad muchos planteamientos que prepararon el concilio Vaticano II, cuando \u00e9ste comienza a ser el gran desconocido para las j\u00f3venes generaciones cristianas y el gran silenciado e ignorado para los mayores que vivieron el acontecimiento.
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    1. \u00a0\u00a0La fascinaci\u00f3n por las ideolog\u00edas modernas<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nEl miedo a desprenderse de estructuras y teolog\u00edas seculares, sobre todo en un momento de cambio sociocultural muy r\u00e1pido, ha reactivado una postura contraria, la de los que buscan a toda costa inculturar el cristianismo en la sociedad actual. Esta corriente subraya el compromiso y minusvalora la oraci\u00f3n, pone el acento en los valores \u00e9ticos m\u00e1s que en lo sacramental, relativiza la doctrina y la misma ortodoxia, al mismo tiempo que proclama la necesidad de una desmitificaci\u00f3n de la Biblia y de la misma tradici\u00f3n teol\u00f3gica. A partir de la exigencia de una democratizaci\u00f3n de la Iglesia se contesta la autoridad, cuyo estilo de gobierno es el de siglos pasados, y se pone el \u00e9nfasis en el ecumenismo y el di\u00e1logo, asumiendo muchos presupuestos del protestantismo y de su cr\u00edtica al catolicismo. No cabe duda de que la democratizaci\u00f3n de la Iglesia, siguiendo las huellas de la concepci\u00f3n patr\u00edstica, el respeto de los derechos humanos, la promoci\u00f3n de la justicia en el mundo y el di\u00e1logo con no cristianos y no creyentes son exigencias del catolicismo del tercer milenio y tienen que determinar la praxis eclesial y cristiana. Este es el punto fuerte de un cristianismo \u00abprogresista\u00bb, que no est\u00e1 bloqueado por el peso de la tradici\u00f3n.
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      \nPero tambi\u00e9n aqu\u00ed surgen los interrogantes. No hay que olvidar que el cristianismo no es una\u00a0ONG\u00a0y que el centro de la religi\u00f3n est\u00e1 en el anuncio, testimonio y posibilitaci\u00f3n de la experiencia de Dios. El problema hoy no est\u00e1 principalmente en la solidaridad y la fraternidad, aunque hay que insistir en estos valores para contrarrestar el individualismo y la crisis de la \u00e9tica en la sociedad actual, sino en transmitir experiencias de Dios. La fragmentaci\u00f3n de la sociedad y la gran carga de soledad que genera la moderna urbe hace que hoy haya m\u00e1s nostalgia que nunca de una iglesia comunitaria y vivencial, en la que se puedan compartir b\u00fasquedas y preguntas, experiencias y esperanzas, vivencias de Dios y din\u00e1micas de trascendencia. Hoy sigue siendo verdad que nuestra alma est\u00e1 hecha para Dios y s\u00f3lo descansa en \u00e9l (san Agust\u00edn). De ah\u00ed el descontento y el malestar generalizado de la sociedad, la m\u00e1s rica materialmente de la historia pero aquejada de un profundo desencanto ante el vac\u00edo espiritual y humano hoy existente.
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      \nEl cristianismo afronta el reto de ofrecer un camino para ser persona, en la l\u00ednea de san Ireneo (\u00abtodo lo humano es nuestro\u00bb) y del Vaticano II (\u201cNada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en el coraz\u00f3n de la Iglesia\u201d: GS 1), mostrando que la b\u00fasqueda de Dios es fundamental para el crecimiento personal. No se trata de pregonar una doctrina ni de atemorizar con el m\u00e1s all\u00e1, en la l\u00ednea de una pastoral del terror que ha impregnado a los \u00faltimos siglos, sino de ofrecer caminos para ahondar en la experiencia humana buscando en ella a Dios. De tal manera que hay que hablar de Dios biogr\u00e1ficamente, contando la propia historia y c\u00f3mo la referencia a Dios ha sido determinante a la hora de abordar los acontecimientos, el mal y el bien, el gozo y la tristeza, lo esperado y lo imprevisto.
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      \nHoy la praxis cristiana pasa por el contagio, por el testimonio, por la interpelaci\u00f3n que surge de la experiencia, por la confirmaci\u00f3n en la fe que genera la sinton\u00eda con otras personas que participan de las mismas preguntas, b\u00fasquedas y deseos. As\u00ed se construye la Iglesia como c\u00e9lula viva dentro de la sociedad, mientras que la evangelizaci\u00f3n se basar\u00eda en el testimonio: el cristianismo se ha revelado como camino apto para madurar como persona libre, adulta y socialmente comprometida. Esto es incompatible con el declive de la espiritualidad; con la decadencia de la vida religiosa como \u00ablaboratorio eclesial\u00bb y plataforma de revitalizaci\u00f3n del cristianismo; con la instalaci\u00f3n en una rutina sacramental en la que prima m\u00e1s la cantidad que la calidad, saturando la conciencia de pr\u00e1cticas religiosas en lugar de suscitar la nostalgia de Dios.
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      \nNo olvidemos que la experiencia de Dios es como beber un agua que despierta m\u00e1s sed de \u00e9l, en lugar de tranquilizar y apaciguar. Este sigue siendo un criterio de discernimiento acerca del valor cristiano de las pr\u00e1cticas religiosas. La fidelidad al ritual y el tradicionalismo en las pr\u00e1cticas esconde frecuentemente la carencia de creatividad, la ausencia de vivencias y experiencias, la incapacidad para ser creativos, siguiendo la din\u00e1mica espiritual en lugar de aferrarnos a la letra de nuestros mayores. Si salimos de los sacramentos, retiros, meditaciones, pascuas, etc. con un mayor anhelo de Dios, es cuando podemos presuponer que, de alguna forma, lo hemos experimentado, ya que la vida se ha estructurado desde la din\u00e1mica de una trascendencia que se ha fortalecido. Eso exige m\u00edsticos y comunicadores, gur\u00fas y maestros que ense\u00f1an un camino espiritual personal.
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      \nS\u00f3lo desde ah\u00ed es posible recrear la tradici\u00f3n en lugar de quedarse bloqueado por ella. El tradicionalismo es incompatible con la experiencia del Esp\u00edritu, el dios olvidado de la teolog\u00eda cat\u00f3lica (Pablo VI). La tradici\u00f3n sirve de marca de identidad y de plataforma para los nuevos caminos, tanto m\u00e1s necesarios en un mundo en cambio, pero no para proclamar el final de los experimentos y el retorno de las certezas, porque eso condena a una ortodoxia literal que es heterodoxa en su esp\u00edritu. El cristianismo se mueve entre un tradicionalismo sin futuro y una acomodaci\u00f3n, a costa de la identidad; entre la tentaci\u00f3n fundamentalista de una vuelta imposible al modelo de cristiandad y el humanismo \u00e9tico y pol\u00edtico como sustituto del compromiso cristiano; entre el refugio en la autoridad (como si ella no participara de los mismos interrogantes y b\u00fasquedas que el resto de los cristianos) y el individualismo ca\u00f3tico y rupturista que degenera en mera acomodaci\u00f3n al mundo.
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      1. De la sed de Dios a la cr\u00edtica a los \u00eddolos<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nEste ansia de trascendencia implica mantener el car\u00e1cter de contraste de la Iglesia en general respecto de la sociedad. Hay que sustituir la vieja doctrina de los nov\u00edsimos, que pone el acento en la ultratumba y el m\u00e1s all\u00e1, por la tensi\u00f3n escatol\u00f3gica, mesi\u00e1nico-prof\u00e9tica, que caracteriz\u00f3 al cristianismo de los primeros siglos, antes de que se constituyera como cristiandad establecida e identificada con el imperio. El contraste implica una forma de vivir diferente, que ser\u00eda un elemento espec\u00edfico del estilo de vida cristiano. La identidad cristiana pasa por \u00abser de otra manera\u00bb a la hora de abordar los acontecimientos. No es un cristianismo f\u00e1cil y aburguesado el que puede atraer hoy, sobre todo a las j\u00f3venes generaciones, sino el que ofrece alternativas claras e interpelantes, aunque sean costosas. La necesaria liberaci\u00f3n del cristianismo de formas anticuadas ha llevado, a veces, a una mera adaptaci\u00f3n a la sociedad. Se estimula a una vocaci\u00f3n cristiana, e incluso religiosa, en funci\u00f3n de ventajas materiales, profesionales, acad\u00e9micas o socioculturales, perdiendo de vista que este cristianismo complaciente y plenamente adaptado a la sociedad no tiene nada que ofrecer, porque ha perdido su capacidad de contraste.
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        \nEsto implica tambi\u00e9n la cr\u00edtica, no s\u00f3lo te\u00f3rica sino tambi\u00e9n pr\u00e1ctica, a los absolutos de la sociedad actual. La muerte de Dios, en cuanto referencia e imaginario cultural, deja espacio a los \u00eddolos. La desacralizaci\u00f3n de la religi\u00f3n, en nombre de la tolerancia, as\u00ed como su privatizaci\u00f3n individualizante, ha dejado paso a la sacralizaci\u00f3n de la pol\u00edtica (sobre todo en la forma del nacionalismo y el culto a la patria); a la absolutizaci\u00f3n del progreso (entendido m\u00e1s en clave de modernizaci\u00f3n estructural que de mejora de vida de las mayor\u00edas m\u00e1s pobres); al pragmatismo racionalista (en el que todo vale, en funci\u00f3n de los fines); y a la equiparaci\u00f3n del consumo y la acumulaci\u00f3n de bienes con la felicidad humana. El progreso revela su ambig\u00fcedad al subordinarse al modelo de sociedad de mercado imperante, de ah\u00ed la creciente contestaci\u00f3n a una globalizaci\u00f3n inevitable, pero que afianza m\u00e1s las injusticias que prevalecen en el orden internacional. El progreso unido a la absolutizaci\u00f3n del mercado se convierte as\u00ed en el nuevo \u00eddolo de la contemporaneidad.
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        \nDios ha dejado de ser necesario para fundar la moral (sustituido por el consenso en torno a los derechos humanos), ha sido desplazado de muchos \u00e1mbitos por las leyes cient\u00edficas, apartado de la pol\u00edtica en nombre de la raz\u00f3n de estado y expulsado de las cosmovisiones filos\u00f3ficas por la finitud y contingencia de la raz\u00f3n que se cierra a toda incursi\u00f3n en la trascendencia. El mundo se comprende desde s\u00ed mismo, sin referencia alguna a la b\u00fasqueda de Dios, y las creencias secularizadas ocupan el lugar que Dios deja vac\u00edo como nuevas instancias absolutas a las que se sacrifican los hombres. Al cristiano, s\u00f3lo le queda el espacio de la gratuidad, la apertura a la esperanza, la memoria del sufrimiento pasado, la identificaci\u00f3n con una historia personal, la del jud\u00edo Jes\u00fas. Desde ah\u00ed hay que testimoniar a Dios en relaci\u00f3n con las motivaciones, luchas, esperanzas y recuerdos que sirven para vivir y posibilitan el ser persona. Es la paradoja actual que exige no pensar a Dios sin el mundo, precisamente cuanto \u00e9ste se piensa sin \u00e9l, para que la espiritualidad genere compromiso transformador y no entontecimiento desde la fuga mundi.
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        \nEsta experiencia de la gratuidad de Dios revierte en cr\u00edtica a los \u00eddolos de nuestro tiempo. El cristianismo es m\u00e1s cr\u00edtica a las idolatr\u00edas que al ate\u00edsmo, ya que los \u00eddolos son m\u00e1s da\u00f1inos porque acaban destruyendo a sus adoradores. M\u00e1s a\u00fan es necesario ser ateo de esos dioses de la \u00e9poca, que son los que reencantan el mundo. La cr\u00edtica a las ideolog\u00edas que act\u00faan hoy como religiones seculares es la que permite la libertad y adorar al \u00fanico Dios. Las estructuras de pecado se revelan precisamente en la capacidad de perversi\u00f3n de los valores e ideales m\u00e1s nobles. En nombre de Dios, de la patria, del pueblo, del progreso, del Estado o de la misma Iglesia, se acaban cometiendo cr\u00edmenes horrendos, tanto m\u00e1s dif\u00edciles de criticar cuanto mayores son los ideales que se defienden.
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        \nEsta es la trampa idol\u00e1trica de las grandes instancias e ideolog\u00edas sociales. La potencialidad del mal se muestra en la capacidad humana de pervertir lo ideales m\u00e1s nobles, tanto m\u00e1s seductores cuanto m\u00e1s v\u00e1lidos son, que degeneran en ideolog\u00edas victimarias y en actitudes fanatizantes. La identidad cristiana tendr\u00eda que posibilitar la denuncia de los dioses de la \u00e9poca en nombre del Dios de Jes\u00fas, identificarse con las v\u00edctimas de las creencias, de todas, y denunciar a los que utilizan el nombre de Dios en vano, identific\u00e1ndolo con la propia creencia, ideolog\u00eda o sistema moral. Si el Dios vivo genera vida, en la l\u00ednea de san Ireneo de que la gloria de Dios es que el hombre crezca y viva, los \u00eddolos acaban destruyendo a sus adoradores, a los que deshumanizan y fanatizan.
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        \n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a03.1. Un estilo de vida contracorriente<\/strong>
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        \nUn estilo de vida contracorriente ser\u00eda la marca espec\u00edfica de una identidad cristiana que no sea mera prolongaci\u00f3n de las corrientes dominantes en su tiempo. Implica la sobriedad de vida por motivos no s\u00f3lo de solidaridad con los que menos tienen, sino por la convicci\u00f3n de que la abundancia de bienes quita libertad, es fuente de preocupaciones y, de facto, dificulta la hondura humana y la capacitaci\u00f3n espiritual. No es m\u00e1s rico el que m\u00e1s tiene, sino tambi\u00e9n el que menos necesita porque no sobreestima la abundancia consumista y no se deja arrastrar por las campa\u00f1as publicitarias. La frugalidad de bienes habr\u00eda que contrarrestarla con la riqueza en relaciones personales, que lleva a compartir m\u00e1s que a acumular. Desde ah\u00ed es posible mantener la sed de Dios, en lugar de apagarla con la acumulaci\u00f3n de bienes que saturan la persona en lugar de dinamizarla, y abrirse a los otros.
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        \nEl aislamiento es la otra cara de una soledad que resulta opresora en nuestras sociedades, porque se pone el acento en la posesi\u00f3n de cosas y no en la comuni\u00f3n interpersonal. El hombre es un ser relacional, porque para que haya un yo hace falta un t\u00fa al que referirnos, desde el cual puede crecer la propia identidad en cuanto que se siente reconocida, aceptada y querida. Este es el espacio en que habr\u00eda que poner el acento en los amigos, no meros colegas, camaradas o compa\u00f1eros, que son cada vez m\u00e1s escasos en la sociedad. Desde aqu\u00ed cobra significado el \u00abmirad c\u00f3mo se aman\u00bb, que fue determinante para la cristianizaci\u00f3n de la sociedad romana y la necesidad de que la Iglesia sea de verdad una fraternidad, lo cual es mucho m\u00e1s exigente que la mera democratizaci\u00f3n de ella.
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        \nEl mandato cristiano del amor, as\u00ed como la revelaci\u00f3n de un t\u00fa divino (paterno y materno, amigo, hermano, c\u00f3mplice) deber\u00eda cristalizar en un estilo de vida comunitario, contra el individualismo y la yuxtaposici\u00f3n, que es una gran patolog\u00eda eclesial. No es posible subsistir en la identidad cristiana en medio de una sociedad con referencias cristianas muy d\u00e9biles, sin el apoyo de una comunidad que sirva de referencia, conformaci\u00f3n y est\u00edmulo. Lo propio de la vivencia cristiana, dada su din\u00e1mica relacional respecto del pr\u00f3jimo, es decir, el otro cercano y necesitado, es la riqueza de relaciones humanas. Hay gente tan pobre en la sociedad que s\u00f3lo tiene dinero y esta din\u00e1mica penetra en la familia, erosiona las amistades, diluye la cercan\u00eda y genera la soledad en la multitud. El sexo sustituye frecuentemente el amor y la relaci\u00f3n conyugal, paterno\/filial y de amistad se convierte en una caricatura cuando no hay comunicaci\u00f3n de la propia intimidad. Esto es tambi\u00e9n lo que empobrece a la Iglesia, frecuentemente m\u00e1s instituci\u00f3n que comunidad, m\u00e1s individualista que personal, y m\u00e1s ritualista que comunicativa.
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        \nLa praxis cristiana se establece, por el contrario, desde un crecimiento marcado por la capacitaci\u00f3n para las relaciones, luchando contra las tendencias sociales al hombre isla; por la sensibilidad para los problemas humanos, contra la indiferencia c\u00ednica que puede ser la otra cara de la permisividad; y por la profundizaci\u00f3n interpersonal contra la superficialidad de las relaciones sociales. Por eso, una religi\u00f3n que no ayuda a crecer y vivir, que no da motivos para luchar y esperar, y que no genera profundidad y humanizaci\u00f3n no sirve ni para esta vida ni para la otra, ni para esta sociedad ni tampoco para las antiguas. La cultura fr\u00edvola que difunden los medios de comunicaci\u00f3n de masas tiene que ser contrarrestada por una praxis de ahondamiento. No s\u00f3lo se crece cuantitativamente, por acumulaci\u00f3n de experiencias, conocimientos y relaciones, sino tambi\u00e9n cualitativamente, ahondando en lo humano y buscando experiencias ricas en las que hay intimidad participada. Es la soledad sonora, tanto de la Juan de la Cruz como la de Machado, que combina el saber estar consigo mismo (ya que la soledad es inevitable ante el misterio de cada ser humano) y la comunicaci\u00f3n con los otros. Esto exige de nuevo capacidad para estar solo, contemplaci\u00f3n, valorar el silencio, y tiempos de desierto o retiro, en la l\u00ednea de la espiritualidad de siempre.
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        \nHan cambiado las formas, los ritmos y los modelos desde los que es posible el crecimiento personal, pero sigue habiendo leyes insertas en la din\u00e1mica psicol\u00f3gica, afectiva y natural de cada ser humano que no podemos eliminar. Por eso, la sociedad actual nos deja insatisfechos al mismo tiempo que ofrece posibilidades nuevas e inauditas para el pasado m\u00e1s reciente. Ha sustituido, a veces, la exigencia de disciplina y trabajo interior por el consumismo f\u00e1cil; el esfuerzo de interiorizaci\u00f3n, basado en convicciones y experiencias, por el control externo; la perseverancia personalizante por la volubilidad de las modas; las metas a medio y largo plazo por el inmediatismo del instante. En nuestra sociedad, falta alma, espiritualidad, ra\u00edces…, cuando parad\u00f3jicamente se extiende la educaci\u00f3n y aumentan las posibilidades de cultura, de humanizaci\u00f3n, de enriquecimiento espiritual y de intercambio de ideas y conocimientos.
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        \nQuiz\u00e1s no nos gustan las palabras, que, por tradicionales, nos remiten al pasado, pero hay que atender a los contenidos que queremos expresar con ellas. Sin las cuales no captaremos la insatisfacci\u00f3n global que nos invade en una cultura invadida por los medios de comunicaci\u00f3n social, que se han puesto m\u00e1s al servicio de una desublimaci\u00f3n regresiva y del retorno a los instintos m\u00e1s animales del hombre, que del enriquecimiento personal y colectivo. Si la cultura consiste en el esfuerzo colectivo por humanizar al animal (Adorno), no cabe duda del fracaso de la nuestra, que nos remite a la animalidad existente en nosotros. En lugar de capacitarnos para lo espiritual (cultural y no s\u00f3lo religioso), precisamente porque tenemos resueltas nuestras necesidades materiales primarias, la gran mayor\u00eda de las secundarias y muchas de las terciarias, meramente se avivan los instintos humanos, a veces, incluso los m\u00e1s bajos. La gran perversi\u00f3n de la sociedad actual estriba en su capacidad para convertirlo todo en consumo. Hay un gran potencial cultural para cambiar las necesidades naturales y humanas, en meras preferencias consumistas, sin m\u00e1s valor que el mercado y la ley de la oferta y la demanda. Se olvidan as\u00ed los derechos humanos y la solidaridad con los m\u00e1s d\u00e9biles, ya que al no haber valores y necesidades \u00faltimas que haya que salvar en cada sociedad, todo se reduce a la mera preferencia del consumidor a costa de los deberes y obligaciones para con los m\u00e1s d\u00e9biles. A veces cae tambi\u00e9n en esa trampa consumista la espiritualidad, de ah\u00ed la inmensa cantidad de literatura, supuestamente teol\u00f3gica, formativa y espiritual, marcada por el narcisismo del ego, por las t\u00e9cnicas de autosafisfacci\u00f3n y contentamiento, y por el repliegue del individuo sobre s\u00ed, en lugar de abrirse al otro, a Dios y al pr\u00f3jimo.
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        \nLa paradoja est\u00e1 en que la sociedad actual busca la felicidad y el sentido en el aqu\u00ed y ahora de la historia, y ha desplegado una potencialidad cualitativamente distinta. Por primera vez es posible desplazar la selecci\u00f3n natural ciega por el control racional humano y combatir contra las plagas seculares de la humanidad (enfermedades, hambrunas, desastres naturales). Nunca ha tenido tanto poder de conducci\u00f3n de la historia el ser humano ni ha sido tan rico el campo de posibilidades que se abren en un mundo cada vez m\u00e1s interaccionado y con mayor conciencia colectiva. Lo que falla es la espiritualidad, el humanismo, la sensibilidad, la moral y la voluntad pol\u00edtica. En una palabra, el problema estriba, una vez m\u00e1s, en el hombre mismo que tiene que optar y priorizar proyectos. La decisi\u00f3n de llegar a la luna antes que acabar con las lacras que afligen a la humanidad, simboliza la perversi\u00f3n del progreso y la modernidad, as\u00ed como la orientaci\u00f3n que se da a los ingentes recursos de los que disponemos.
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        \n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a03.2. Saber morir para aprender a vivir<\/strong>
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        \nEl mensaje evang\u00e9lico sigue siendo el de que hay que aprender a darse para encontrarse, que hay que saber morir para aprender a vivir, y que el desprendimiento y la generosidad son la marca de la verdadera riqueza. La praxis cristiana tiene que sustentarse en estos valores y servir de alternativa y contraste en la sociedad actual. Es posible que esa interpelaci\u00f3n asuste a mucha gente y que grandes grupos de la sociedad huyan de ella buscando la facilidad y la identificaci\u00f3n con las mayor\u00edas populares. Pero el cristianismo tiene que \u00abbeber de su propio pozo\u00bb y no caer en la b\u00fasqueda de un \u00e9xito social f\u00e1cil, a base de una bagatalizaci\u00f3n del mensaje evang\u00e9lico y de una reducci\u00f3n dr\u00e1stica de sus exigencias, sugerencias y llamadas. Es lo que Bonhoeffer denunciaba como \u00abgracia barata\u00bb, a partir de un aburguesamiento del cristianismo que olvida el contraste entre la cruz y la racionalidad establecida. Entonces fue la raz\u00f3n griega hoy es la postmoderna y postilustrada, y, en ambos casos, el cristianismo tiene que impugnar el statu quo social y cultural.
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        \nEsto es lo que falta en el cristianismo actual. Los m\u00e1rtires, confesores y profetas no abundan en nuestras iglesias. Si acaso hay que buscarlos en el tercer mundo y en las iglesias no europeas. Parece como si el viejo cristianismo europeo hubiera perdido sus ra\u00edces y buscara en fuentes orientales y en creencias seculares lo que existe en su propio seno, pero se desconoce. Desde ah\u00ed, la exigencia de una identidad renovada y actualizada, pero no acomodaticia y conformista. Hay que juzgar la aton\u00eda del cristianismo actual, la escasa creatividad de muchos de sus dirigentes, m\u00e1s funcionarios que gur\u00fas, y la falta de hondura de las pr\u00e1cticas religiosas, devociones y sacramentos como la consecuencia de una fe en Dios erosionada y, frecuentemente, carente de contenidos que respondan a las necesidades actuales. Por eso, el cristianismo se mueve entre dos frentes peligrosos, el de un tradicionalismo arcaizante, que lo condenar\u00eda al gueto social y a un fundamentalismo est\u00e9ril, y el de una reconversi\u00f3n del cristianismo en una mera \u00e9tica y praxis humanista, olvidando que el centro de la religi\u00f3n es la b\u00fasqueda de Dios, y el del cristianismo, la praxis de imitaci\u00f3n y seguimiento del crucificado, que hay que actualizar desde la identificaci\u00f3n pr\u00e1ctica y te\u00f3rica con las v\u00edctimas. Ah\u00ed se juega el futuro del cristianismo, se decide su crisis de identidad y se plantea su capacidad de interpelaci\u00f3n y relevancia social.\u00a0n
        \n <\/p>\n

        Juan A. Estrada<\/h3>\n

        estudios@misionjoven.org<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

        PIE AUTOR Juan Antonio Estrada\u00a0es profesor de la Universidad de Granada.   S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO El interrogante b\u00e1sico para plantear la renovaci\u00f3n de la praxis eclesial sigue siendo el de \u00abc\u00f3mo ser hijos de nuestro tiempo y cristianos; c\u00f3mo encontrar en la identidad cristiana motivos para vivir, esperar y luchar\u00bb. A la hora de responder, […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","inline_featured_image":false,"footnotes":""},"categories":[120,631,75,94],"tags":[],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11633"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=11633"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11633\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=11633"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=11633"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=11633"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}