{"id":11671,"date":"2001-06-01T11:16:59","date_gmt":"2001-06-01T09:16:59","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=11671"},"modified":"2001-06-01T11:16:59","modified_gmt":"2001-06-01T09:16:59","slug":"justicia-etica-cristiana-y-educacion","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/justicia-etica-cristiana-y-educacion\/","title":{"rendered":"Justicia, \u00e9tica cristiana y educaci\u00f3n"},"content":{"rendered":"

[vc_row][vc_column][vc_column_text]PIE DE AUTOR:
\nEugenio Alburquerque<\/strong>\u00a0es profesor de Teolog\u00eda Moral en el Instituto Superior de Teolog\u00eda \u00abDon Bosco\u00bb (Madrid).<\/em>
\n 
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO:
\n\u00abDurante siglos, la teolog\u00eda moral se ha visto m\u00e1s influida por el pensamiento greco-romano que por la revelaci\u00f3n b\u00edblica\u00bb. El art\u00edculo trata de dejar claro que, entonces, ha de irse m\u00e1s all\u00e1 del \u00abdar a cada uno lo suyo\u00bb para ponerse de parte de los pobres y m\u00e1s d\u00e9biles e injustamente tratados. Desde ah\u00ed, el amplio campo de la justicia ha de extenderse sobre la base de la dignidad e igualdad, tratando de superar la desigualdad y la exclusi\u00f3n. Finalmente, el autor se detiene a considerar c\u00f3mo se ha de educar en y para la justicia.
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\n 
\n 
\nToda la \u00e9tica social occidental ha girado en torno a la justicia. En realidad, la justicia ha sido siempre un valor clave en la vida social. Como dice Guardini, toda la historia de la humanidad podr\u00eda contarse como la \u00ablucha por la justicia\u00bb. Si no existe la justicia, la dignidad de la persona es mera palabrer\u00eda. Las cosas que importan al hombre, las grandes urgencias sociales, est\u00e1n en relaci\u00f3n con la justicia: los derechos humanos, el desarrollo de los pueblos, las grandes desigualdades sociales, la paz y la guerra, la violencia, la pena de muerte, los conflictos laborales, la huelga, etc. Por encima de todas las controversias, cada una de estas instancias se encuentra en relaci\u00f3n directa con la justicia.
\n 
\nActualmente el t\u00e9rmino justicia es uno de los m\u00e1s utilizados, pero quiz\u00e1s tambi\u00e9n uno de los m\u00e1s manipulados y degradados. Todos los grupos sociales, los partidos pol\u00edticos, las instituciones quieren ofrecer sus programas, objetivos e intereses, bajo la bandera de la justicia. F\u00e1cilmente resulta un concepto ambiguo y vac\u00edo de sentido. Por ello, es necesario precisar su significado y definir sus exigencias. Lo hacemos desde la perspectiva de la \u00e9tica teol\u00f3gica, que ha afirmado constantemente que la aportaci\u00f3n fundamental de Jes\u00fas a la moral ha sido la proclamaci\u00f3n del mandamiento del amor y que la justicia representa su verificaci\u00f3n concreta y el contenido de \u201clas exigencias m\u00e1s importantes de la ley\u201d (Mt 23,23). A trav\u00e9s de la justicia, despliega el amor su fuerza creadora y promotora, su dimensi\u00f3n social. Tambi\u00e9n la \u00e9tica cristiana podr\u00eda afirmar, con V. Camps, que \u201cla justicia es la \u00e9tica, la virtud propiamente dicha\u201d[1]<\/a>.
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\n <\/p>\n

    \n
  1. HACIA UNA NUEVA JUSTICIA<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

     
    \n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0<\/strong>En la concepci\u00f3n de la justicia que durante mucho tiempo ha estado presente en la cultura occidental, han tenido una importancia decisiva la filosof\u00eda griega y el derecho romano. El concepto de justicia se basaba principalmente en el derecho de propiedad y, con frecuencia, se tend\u00eda a identificarla con legalidad, imparcialidad o neutralidad. Hacer justicia era dar a cada uno lo suyo. Por lo tanto, al que ten\u00eda mucho, se le daba mucho; al que ten\u00eda poco, poco; y al que nada ten\u00eda, nada se le deb\u00eda \u00aben justicia\u00bb.
    \n 
    \nEs lamentable que, durante siglos, la teolog\u00eda moral se haya visto m\u00e1s influida por el pensamiento greco-romano que por la revelaci\u00f3n b\u00edblica. La renovaci\u00f3n de la \u00e9tica cristiana de la justicia parte de la Sagrada Escritura que promueve un horizonte muy distinto en su concepci\u00f3n y en sus exigencias e implicaciones. Para su comprensi\u00f3n se\u00f1alamos simplemente algunos de los aspectos que nos parecen m\u00e1s significativos.
    \n 
    \n1.1. Justicia como liberaci\u00f3n<\/strong>
    \n 
    \nPara entender la justicia b\u00edblica, hay que comenzar con la experiencia de la liberaci\u00f3n del pueblo oprimido y esclavo en Egipto. Yahv\u00e9 irrumpe en la historia humana para libertar a los cautivos (cf. Ex 6,6). A la luz de este acontecimiento interpretaron siempre los israelitas la relaci\u00f3n de Dios con el pueblo; y a su luz ve tambi\u00e9n el creyente a Dios como el Dios de la liberaci\u00f3n. La liberaci\u00f3n constituye el paradigma de la justicia de Dios
    [2]<\/a>. Para todos los excluidos y oprimidos, hoy como ayer, la liberaci\u00f3n es el comienzo de la justicia. La justicia b\u00edblica empieza cuando Dios escucha las quejas y los gritos del pueblo. Seg\u00fan J. P. Miranda, son estos gritos los que le hacen intervenir, no el hecho de ser\u00a0su<\/em>\u00a0pueblo. Dios libera al pueblo que gime y sufre, mostrando precisamente ah\u00ed su justicia: en la protecci\u00f3n de los desprotegidos, en la liberaci\u00f3n de los oprimidos, en la defensa del derecho de los pobres.
    \n 
    \nTambi\u00e9n Jes\u00fas act\u00faa dentro de la tradici\u00f3n del \u00c9xodo. As\u00ed lo recuerda expl\u00edcitamente Lucas, al presentar la proclamaci\u00f3n p\u00fablica de su ministerio: \u201cEl Esp\u00edritu del Se\u00f1or sobre m\u00ed porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberaci\u00f3n a los cautivos\u201d (Lc 4,18). Proclamar la buena nueva a los pobres, la liberaci\u00f3n a los cautivos, la libertad a los oprimidos, constituye su misi\u00f3n.
    \n 
    \nEn la perspectiva del \u00c9xodo, Jes\u00fas ense\u00f1a que Dios entreg\u00f3 su ley al pueblo para guiarle hacia la liberaci\u00f3n plena, que \u00c9l vincula con el Reino. Pero expresamente declara que es el Reino y no la ley lo que libera. Por ello, aun sin rechazarla, rehusa siempre convertirla en el centro de la salvaci\u00f3n liberadora. Y esto explica el rechazo frente a la pr\u00e1ctica de la justicia de los fariseos: \u201csi vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entrar\u00e9is en el Reino de los cielos\u201d (Mt 5,20). Jes\u00fas anuncia una justicia muy distinta de la justicia humana centrada en la ley: est\u00e1 fraguada en la interioridad. S\u00f3lo podr\u00e1 entenderla y acogerla quien, superando el \u00e1mbito de la ley, se dispone a una aut\u00e9ntica conversi\u00f3n.
    \n 
    \n1.2. Ponerse de parte del pobre<\/strong>
    \n 
    \nLa tradici\u00f3n b\u00edblica atestigua que Dios se pone de parte del pobre, y, al mismo tiempo, que se conoce a Dios cuando tambi\u00e9n uno se pone de parte de los indigentes y necesitados. Ponerse de parte de ellos es practicar la justicia. Mientras en la cultura occidental la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo, en la revelaci\u00f3n b\u00edblica consiste en defender eficazmente al que no puede defenderse por s\u00ed mismo
    [3]<\/a>. Hacer justicia es defender al pobre, al marginado, al oprimido. Cuando la Sagrada Escritura proclama la ley de Dios, recuerda con frecuencia, que es \u00c9l quien reivindica la justicia para los hombres y quien vengar\u00e1 a aquellos cuyos derechos son violados. La sangre de un hombre asesinado grita a Dios protecci\u00f3n; si los salarios justos no se pagan a los trabajadores, es Dios quien apoya su petici\u00f3n; si no se da el valor justo a las mercanc\u00edas vendidas, es el Dios justo el que queda privado de sus derechos.
    \n 
    \nEn la proclamaci\u00f3n mesi\u00e1nica de los profetas, el anuncio m\u00e1s vigoroso es que el Mes\u00edas ejercer\u00e1 el derecho y la justicia y, al mismo tiempo, la denuncia m\u00e1s firme contra todas las injusticias que dominan la vida p\u00fablica.\u00a0<\/strong>Ense\u00f1an que no ama sinceramente a Dios, quien no ama al pr\u00f3jimo; que la adoraci\u00f3n a Dios es un enga\u00f1o si no va acompa\u00f1ada del respeto por el derecho de los hombres, especialmente de los pobres. Am\u00f3s denuncia la explotaci\u00f3n de los d\u00e9biles por parte de los poderosos, los excesos de la \u00absociedad opulenta\u00bb, el lujo y la mentalidad materialista, la injusticia social y la falsa confianza en un culto pagado con la sangre de los explotados.
    \nLa misma indignaci\u00f3n contra la explotaci\u00f3n de los campesinos por parte de los poderosos, se encuentra en Miqueas: denuncia adem\u00e1s la actitud cobarde de las autoridades religiosas: en vez de ser \u00abla voz de los sin voz\u00bb y defender la justicia, se ponen al lado de las clases dominantes para justificar sus desmanes (cf. Mi 3,1-12). Pero quiz\u00e1s la denuncia m\u00e1s estremecedora contra los dirigentes del pueblo se encuentra en la imagen de Isa\u00edas: \u201cMachac\u00e1is a mi pueblo y mol\u00e9is el rostro de los pobres\u201d (Is 3,14-15)
    [4]<\/a>.
    \n 
    \nLa justicia b\u00edblica no es ni pretende ser neutral; toma claramente partido a favor de los m\u00e1s necesitados de la sociedad. As\u00ed act\u00faa Jes\u00fas: promete y otorga una justicia nueva. Es la justicia del Reino, que saciar\u00e1 a todos los que tienen hambre y sed de ella. En el monte de las bienaventuranzas, anunciando el \u00abevangelio del Reino\u00bb (Mt 4,23), Jes\u00fas declara solemnemente que Dios se pone de parte de los que ahora son pobres y oprimidos, de los que sufren y tienen hambre: \u201cDe ellos es el reino de los cielos\u201d (Mt 5,3). El Reino constituye el horizonte \u00e9tico que se\u00f1ala la negatividad, la injusticia, el ego\u00edsmo de los hombres y del orden social vigente. Cuanto m\u00e1s se viva y encarne la praxis de la aut\u00e9ntica justicia, m\u00e1s fuerza y desarrollo tendr\u00e1 el reino de Dios
    [5]<\/a>.
    \n 
    \n1.3. Vinculaci\u00f3n a la caridad<\/strong>
    \n 
    \nLa \u00abtremenda afirmaci\u00f3n\u00bb (Tillich) de la carta de san Juan, definiendo a Dios como amor y situando al creyente en ese amor, nos abre al rasgo m\u00e1s propio de la justicia cristiana: su vinculaci\u00f3n con la caridad. Seg\u00fan san Juan, conoce y est\u00e1 en Dios, quien ama al pr\u00f3jimo; y este amor se manifiesta en obras, en no cerrar el coraz\u00f3n cuando, poseyendo bienes, se ve al hermano en necesidad. Para Miranda, \u201cuno de los m\u00e1s desastrosos errores de la historia del cristianismo es el haber querido diferenciar entre amor y justicia\u201d
    [6]<\/a>.
    \n 
    \nCuando la moral concibe la justicia desde una visi\u00f3n individualista y jur\u00eddica, seg\u00fan la visi\u00f3n grecorromana, necesariamente tiende a trazar los l\u00edmites entre caridad y justicia de una manera r\u00edgida, y a entender la justicia como la obligaci\u00f3n de dar al otro lo estipulado por la ley o por un contrato, mientras la caridad se extiende m\u00e1s all\u00e1 de lo exigido legalmente. Siempre desde esta perspectiva, la caridad comenzar\u00eda donde acaba la justicia; la integrar\u00eda y colmar\u00eda sus lagunas y vac\u00edos. En el fondo, esta concepci\u00f3n entiende la relaci\u00f3n caridad-justicia como mera yuxtaposici\u00f3n.
    \n 
    \nSin embargo, existe entre ellas una relaci\u00f3n m\u00e1s profunda: caridad y justicia son inseparables. La justicia es inseparable de la caridad, como la caridad lo es de la justicia. El S\u00ednodo de Obispos de 1971 dice expresamente a este respecto: \u201cEl amor cristiano al pr\u00f3jimo y la justicia no se pueden separar. Porque el amor implica una exigencia absoluta de justicia, es decir, el reconocimiento de la dignidad y de los derechos del pr\u00f3jimo. La justicia, a su vez, alcanza su plenitud interior solamente en el amor\u201d.
    \n 
    \nLa justicia es mediaci\u00f3n y camino de la caridad; y la caridad es el alma que vigoriza e impulsa la justicia.\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0Caridad y justicia son, pues, dos expresiones de la misma realidad cristiana: el compromiso por construir la sociedad humana de acuerdo con el ideal de la salvaci\u00f3n realizada en Cristo. Indudablemente se distinguen en sus objetos, pero tambi\u00e9n se compenetran. La justicia implica y radicaliza las exigencias m\u00e1s aut\u00e9nticas de la dimensi\u00f3n social de la caridad.
    \n 
    \n <\/p>\n

      \n
    1. EL AMPLIO CAMPO DE LA JUSTICIA<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

       
      \nLa sociedad actual est\u00e1 \u00abmarcada por el pecado de injusticia\u00bb (S\u00ednodo 1971). Ante esta situaci\u00f3n, la justicia cobra un valor y una funci\u00f3n decisivos. Es la respuesta que esperan multitudes ingentes de seres humanos que viven situaciones inhumanas e injustas. Esta respuesta conlleva el reconocimiento de la dignidad del hombre y de sus derechos fundamentales, la exigencia de igualdad, solidaridad y participaci\u00f3n, la construcci\u00f3n de la paz, la responsabilidad por el desarrollo y la liberaci\u00f3n.
      \n 
      \nLa justicia tiene que orientar toda la \u00e9tica social. En realidad, no existe ning\u00fan campo ni actividad al que no llegue el compromiso por la justicia; abarca todos los \u00e1mbitos y problemas sociales; tiene un sentido integral y ha de hacerse presente en las personas y en las estructuras. Su establecimiento y promoci\u00f3n constituye el centro de la \u00e9tica y una tarea educativa ineludible.
      \n 
      \n2.1. En la base: dignidad de la persona y derechos humanos<\/strong>
      \n 
      \nCon profundidad ha explicado Levinas que el acto fundamental de la \u00e9tica es el reconocimiento del otro. Si este reconocimiento es efectivo, si es acogida y relaci\u00f3n \u00e9tica de promoci\u00f3n, entonces constituye realmente el momento primero de la justicia.
      \n 
      \nEl reconocimiento del valor de la persona del otro implica tanto la afirmaci\u00f3n moral de su dignidad, como de su dimensi\u00f3n social. Sobre la dignidad de la persona se fundamentan los derechos humanos, cuya defensa constituye el par\u00e1metro m\u00e1s importante para medir el nivel moral de la acci\u00f3n social y pol\u00edtica de una sociedad democr\u00e1tica. Representan el contenido de la justicia y la realizaci\u00f3n aut\u00e9ntica del bien com\u00fan. Son la base de la convivencia social y el fundamento de la paz. Sin duda, uno de los signos m\u00e1s importantes de nuestro tiempo lo constituye la incorporaci\u00f3n de los derechos humanos al derecho internacional.
      \n 
      \nPero ante el reconocimiento de los derechos humanos, expresado en las Constituciones democr\u00e1ticas, existe todav\u00eda la necesidad de superar la ambig\u00fcedad persistente entre su afirmaci\u00f3n te\u00f3rica y la pr\u00e1ctica concreta. Es decir, una cosa es afirmar y rubricar solemnemente los derechos, y otra garantizarlos efectivamente, sin discriminaci\u00f3n alguna, a todos los ciudadanos. No basta una proclamaci\u00f3n formal. No basta que aparezcan escritos en las Constituciones de los Estados democr\u00e1ticos. Es necesario que lleguen a ser verdaderos \u00abderechos subjetivos\u00bb, que puedan ser exigidos por los individuos. La triste realidad est\u00e1 marcada por las frecuentes violaciones y amenazas que tienen lugar por todas las partes del mundo. Urge, pues, la sensibilizaci\u00f3n y la conciencia social ante tales amenazas.
      \n 
      \nEsta ambig\u00fcedad es amplia. Se encuentra presente en la falta de garant\u00edas en los derechos civiles y pol\u00edticos de tantas personas que ni siquiera pueden reivindicar el derecho a la vivienda, a la atenci\u00f3n sanitaria, al acceso al trabajo, a la cultura, a la educaci\u00f3n. Si nos fijamos simplemente en el problema del empleo, \u00e9ticamente no podemos perder de vista que se trata de un aut\u00e9ntico derecho. Constituye la base para la subsistencia, el desarrollo personal y la integraci\u00f3n social.
      \nSin embargo, siguen siendo muchos los ciudadanos privados de este derecho; y muchos m\u00e1s los que no pueden acceder a un empleo de calidad aceptable en cuanto a duraci\u00f3n, remuneraci\u00f3n, posibilidades de aprender y progresar. La afirmaci\u00f3n del valor de la justicia sigue expresando la obligaci\u00f3n moral de proponer como objetivo prioritario de la pol\u00edtica econ\u00f3mica y social la creaci\u00f3n del pleno empleo; y, de una manera m\u00e1s amplia, la coherencia entre la formulaci\u00f3n te\u00f3rica y la consolidaci\u00f3n pr\u00e1ctica de los derechos humanos.
      \n\u00a0<\/strong>
      \n2.2. En el centro: la b\u00fasqueda de la igualdad<\/strong>
      \n 
      \nLa justicia es, al mismo tiempo, una actitud subjetiva y un principio organizador objetivo de la vida sociopol\u00edtica. Es una de las actitudes fundamentales de la conciencia, como asegura Cicer\u00f3n: \u201cPor la justicia es, ante todo, por lo que llamamos bueno a un hombre\u201d
      [7]<\/a>. Pero es tambi\u00e9n condici\u00f3n esencial de la vida humana comunitaria, y principio organizador de la sociedad. Hoy son muchos los que defienden que el verdadero sentido y la exigencia \u00e9tica fundamental de la justicia estriba en la b\u00fasqueda permanente de la igualdad humana[8]<\/a>. Esto supone el cuestionamiento del orden establecido, pero implica, adem\u00e1s, la solidaridad y responsabilidad colectiva. Es tarea \u00e9tica de todos los hombres.
      \n 
      \nEste principio de la igualdad es posible situarlo y encontrarlo en la ra\u00edz misma del evangelio, que defiende la igualdad de todos los seres humanos al afirmar que todos somos hijos del mismo Padre y, por tanto, que todos somos hermanos. \u00bfQu\u00e9 mayor fundamento podr\u00edamos buscar para afirmar la igualdad que la fraternidad entre todos los hombres? El art\u00edculo primero de la Declaraci\u00f3n Universal de los Derechos humanos establece: \u201cTodos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como est\u00e1n de raz\u00f3n y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros\u201d.
      \nCristaliza en esa formulaci\u00f3n la fuerte aspiraci\u00f3n a la \u00ablibertad, igualdad, fraternidad\u00bb que, despu\u00e9s de siglos de luchas, se manifiesta en la revoluci\u00f3n francesa; en estos tres grandes principios podr\u00eda expresarse tambi\u00e9n la visi\u00f3n cristiana de la justicia
      [9]<\/a>. Pero, al mismo tiempo, habr\u00eda que afirmar que el evangelio va m\u00e1s lejos. Por una parte, se puede buscar la igualdad a trav\u00e9s de leyes y decretos; pero, por otra, hay que comprender que no ha existido nunca y que nunca va a existir en este mundo nuestro. La igualdad real y efectiva ser\u00e1 siempre una aspiraci\u00f3n, un horizonte. Por eso, el evangelio, m\u00e1s que el\u00a0principio de igualdad<\/em>\u00a0plantea el\u00a0principio de preferencia[10]<\/a>.<\/em>
      \n 
      \nJes\u00fas constata: \u201cPobres tendr\u00e9is siempre entre vosotros\u201d (Jn 11,8). Y ante esta realidad establece: \u201clos \u00faltimos ser\u00e1n los primeros\u201d (Lc 13,30). En esta breve y sencilla expresi\u00f3n podr\u00eda quedar formulado el\u00a0principio de preferencia<\/em>\u00a0que se encuentra despu\u00e9s afirmado de m\u00faltiples formas en los evangelios. Es la opci\u00f3n preferencial por los pobres, los humildes, los hambrientos, frente a los ricos y poderosos (cf. Lc 1,51-53; 4,18-19; 6,20-26). Jes\u00fas pone su preferencia en los ciegos, los cojos, los leprosos, los pobres, los cautivos, los oprimidos, los marginados; en todos los degradados y descalificados de este mundo.
      \n 
      \nEn este sentido, dice J.M. Castillo, el proyecto de Jes\u00fas no es una\u00a0sociedad igualitaria<\/em>, sino una\u00a0sociedad preferencial<\/em>; es decir, un modelo de convivencia y de sociedad en el que los preferidos son los \u00faltimos de la historia, las v\u00edctimas y los crucificados, los que peor lo pasan en la vida. Es el proyecto del Reino. Realizarlo\u00a0ya<\/em>, humanamente es impensable; pero s\u00ed es posible que los cristianos organicemos nuestra vida, nuestra espiritualidad, nuestra orientaci\u00f3n de la justicia, poco a poco, y aunque sea lentamente, hacia la utop\u00eda por la que Cristo vivi\u00f3 y muri\u00f3. En esta perspectiva, \u201cla b\u00fasqueda del reino de Dios y su justicia\u201d se manifiesta moralmente en la opci\u00f3n preferencial por los pobres.
      \n 
      \n2.3. Llegar a los m\u00e1rgenes: pobreza, marginaci\u00f3n, exclusi\u00f3n<\/strong>
      \n 
      \nFrente al principio de la igualdad, la cuesti\u00f3n m\u00e1s grave y acuciante que hoy tiene planteada la \u00e9tica social es la creciente desigualdad entre ricos y pobres. La existencia de cientos de millones de pobres en el mundo plantea un problema fundamental. Cada d\u00eda m\u00e1s, la riqueza del mundo se concentra en menos personas. El galopante proceso de globalizaci\u00f3n est\u00e1 conduciendo hacia un sistema de organizaci\u00f3n econ\u00f3mica dual con unos pocos (ciudadanos, regiones, pa\u00edses) muy ricos, y otros, muy pobres. Como se\u00f1ala L. de Sebasti\u00e1n, de no hacerse nada para atajar el avance de la desigualdad, el mundo corre hacia un\u00a0apartheid universal<\/em>, en el cual ricos y pobres estar\u00e1n f\u00edsica y geogr\u00e1ficamente separados
      [11]<\/a>.
      \n 
      \nMoralmente no puede ofrecer ning\u00fan g\u00e9nero de dudas que un sistema econ\u00f3mico-pol\u00edtico que genera tales resultados es un sistema profundamente injusto, y que la justicia debe llegar a los m\u00e1rgenes de nuestro mundo. Si la moral cristiana defiende el destino universal de los bienes y ense\u00f1a que Dios los cre\u00f3 para satisfacer las necesidades b\u00e1sicas de todos los hombres, de manera que \u201cdeben llegar a todos en forma equitativa bajo la \u00e9gida de la justicia\u201d (GS 69), hay que afirmar entonces con claridad que los seres humanos tienen derecho a poseer lo que necesitan para vivir dignamente. Y consiguientemente, los que poseen m\u00e1s de lo necesario, tienen la obligaci\u00f3n de justicia de dar a los pobres. Este principio, firmemente defendido por toda la tradici\u00f3n cristiana, conlleva serias exigencias en relaci\u00f3n con la pr\u00e1ctica de la justicia. Me referir\u00e9 simplemente a algunas cuestiones puntuales en las que hoy est\u00e1 especialmente en juego la justicia.
      \n 
      \nAnte todo, si la justicia llega a los m\u00e1rgenes, no puede menos de defender la condonaci\u00f3n o notable reducci\u00f3n de la deuda externa. Es cierto que en relaci\u00f3n a la deuda externa existen m\u00faltiples responsabilidades y que, seguramente, hay que empezar por denunciar a muchos gobernantes corruptos. Pero, del mismo modo, no puede ser justo que el pueblo, los millones de pobres de estos pa\u00edses, cargue con el peso del endeudamiento, ni que no se impida que el negocio del gran capital siga su creciente proceso de opresi\u00f3n
      [12]<\/a>.
      \n 
      \nDel mismo modo hay que seguir reivindicando la urgencia de la ayuda al desarrollo, lo que implica no s\u00f3lo la aportaci\u00f3n del 0\u20197 del PIB por parte estatal, sino tambi\u00e9n la ayuda sistem\u00e1tica de la iniciativa privada, la ayuda m\u00e9dica, la promoci\u00f3n cultural, las presiones para hacer ilegal la venta de armas o para eliminar el mal gobierno de algunos pa\u00edses.
      \n 
      \nOtro de los \u00e1mbitos que manifiesta la situaci\u00f3n de injusticia es la emigraci\u00f3n. Los pa\u00edses pobres son los pa\u00edses m\u00e1s ricos en natalidad. Cerca de 75 millones de personas de estos pa\u00edses dejan todos los a\u00f1os su tierra por razones econ\u00f3micas, en calidad de emigrantes, ya sea legal o ilegalmente. A esto se tiende a responder con el rechazo y las restricciones legales. Naturalmente que lo mejor ser\u00eda crear oportunidades de trabajo en el propio pa\u00eds. Pero cuando \u00e9stas no se dan, a nadie se le puede negar el derecho a abandonar su pa\u00eds para buscar mejores condiciones de vida; y esta necesidad no puede convertirse en ocasi\u00f3n de explotaci\u00f3n. Como ense\u00f1a Juan Pablo II, no puede ser explotada una situaci\u00f3n de coacci\u00f3n; la justicia pide que el trabajador emigrante no se encuentre en desventaja en el \u00e1mbito de los derechos laborales respecto a los dem\u00e1s trabajadores.
      \n 
      \nJunto a los emigrantes, la justicia exige la atenci\u00f3n a todos los colectivos marginados. El sistema utiliza y maneja seres humanos que luego, cuando dejan de ser \u00fatiles, los arroja a la calle. Surge as\u00ed una zona de marginalidad en la que encontramos parados de larga duraci\u00f3n, ancianos desvalidos, mujeres que viven solas con hijos a su cargo, j\u00f3venes fracasados, drogadictos. Pobreza y vulnerabilidad conducen a la marginaci\u00f3n; y \u00e9sta, a la\u00a0exclusi\u00f3n<\/em>. De hecho ha surgido la figura de los excluidos sociales. Son personas, grupos, pa\u00edses que son arrojados fuera del sistema. Su preocupaci\u00f3n b\u00e1sica es afirmarse como vivientes
      [13]<\/a>. La cuesti\u00f3n moral est\u00e1 en que muchos de los hoy excluidos no lo ser\u00edan en un sistema econ\u00f3mico distinto, con una organizaci\u00f3n social m\u00e1s justa y solidaria.
      \n 
      \n <\/p>\n

        \n
      1. EDUCAR EN Y PARA LA JUSTICIA<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n

         
        \nSi la justicia es la clave y el coraz\u00f3n de la \u00e9tica, en una sociedad marcada por la injusticia y por las m\u00e1s flagrantes desigualdades sociales, constituye necesariamente el centro no s\u00f3lo de todo compromiso moral, sino tambi\u00e9n de todo el quehacer educativo. Quiz\u00e1s, ante el vasto horizonte abierto por la justicia, la primera convicci\u00f3n \u00e9tica ha de ser precisamente \u00e9sta: hay que educar en y para la justicia. No puede ser de otra manera, porque la experiencia manifiesta que quien no educa para la justicia, educa para la injusticia.
        \n 
        \nComo punto de partida, dos actitudes me parecen indispensables. Por una parte, la conciencia clara de que la educaci\u00f3n para la justicia hay que realizarla hoy en un mundo profunda y estructuralmente injusto, en una sociedad fuertemente arraigada en el individualismo, que hace m\u00e1s dif\u00edcil y ardua la acci\u00f3n educativa. Por otra, ante la magnitud y envergadura de los problemas, los educadores no podemos sentirnos impotentes, renunciando a comprender los problemas y desentendi\u00e9ndonos de todo eso. Es, quiz\u00e1s, el recurso de tantos que se refugian en su mundo privado, proclamando valores abstractos y prescindiendo de la conflictiva realidad social, a la que consideran inabarcable
        [14]<\/a>. Desde esta doble convicci\u00f3n, de una manera r\u00e1pida y concisa, sugerimos algunas pistas educativas.
        \n 
        \nAnte todo, hemos de considerar la justicia social como un eje transversal que atraviesa y vertebra toda la educaci\u00f3n. Incide profundamente en el proceso de crecimiento, humanizaci\u00f3n y socializaci\u00f3n de la persona. Ilumina el sentido de la existencia y del propio destino. Compromete a empe\u00f1arse a crear, junto y al lado de los dem\u00e1s hombres y mujeres, un mundo m\u00e1s humano, una sociedad en la que todos podamos disfrutar de iguales derechos y vivir solidariamente. Educativamente este car\u00e1cter transversal de la justicia exige la colaboraci\u00f3n de tres realidades: la persona del educador, la relaci\u00f3n educativa y la instituci\u00f3n
        [15]<\/a>. Al educador se le pide la coherencia del propio testimonio. Si no estuviera personalmente comprometido por la justicia, nunca podr\u00eda ser agente educativo en la justicia. Del mismo modo, la relaci\u00f3n que se establece entre educador y educando no puede ser reflejo de dominio, violencia, coacci\u00f3n o injusticia; ha de regirse por el sentido aut\u00e9ntico de la justicia. Y la instituci\u00f3n de la que ambos forman parte (centro escolar, grupo, comunidad cristiana), en su proyecto y funcionamiento, en su programaci\u00f3n y organizaci\u00f3n concreta, tiene que hacer visible la justicia que proclama.
        \n 
        \nDesde el sentido de la transversalidad, pensamos que la educaci\u00f3n para la justicia se orienta a formar personas capaces de comprometerse por el establecimiento de la justicia en el mundo. Este es su objetivo, y a esto ha de tender. No se trata, pues, de simple teor\u00eda, ni de asimilaci\u00f3n de conocimientos. Es pr\u00e1ctica, se lleva a cabo mediante la acci\u00f3n, la participaci\u00f3n y el contacto vital con las situaciones de injusticia. La educaci\u00f3n para la justicia est\u00e1 implicada en la transformaci\u00f3n de las estructuras injustas y en la solidaridad con la causa de los pobres y excluidos del sistema. Aspira a formar la conciencia social, la libertad interior y la responsabilidad efectiva. Todo ello supone llevar a la persona a tomar conciencia de su dignidad y, consiguientemente de sus derechos y de los derechos de los otros, a promover la implicaci\u00f3n y responsabilidad social, a trabajar por la dignidad y desarrollo de los dem\u00e1s. Y como la educaci\u00f3n no puede restringirse a un periodo de la vida humana, la educaci\u00f3n para la justicia tiene que tender a suscitar educadores. Si, realmente, el quehacer educativo logra realizar los objetivos que persigue, quienes han llegado al compromiso por la justicia, se convierten tambi\u00e9n en educadores para la justicia.
        \n 
        \nTeniendo clara la meta, es necesario emprender un proceso lento. El primer paso es el acercamiento a la realidad. El comienzo del compromiso est\u00e1 en la experiencia, y la implicaci\u00f3n brota del impacto producido por la realidad. Para educar en la justicia es necesario, pues, asomarse y aproximarse a la realidad de las v\u00edctimas, a los pobres y marginados, a los \u00abn\u00e1ufragos del sistema\u00bb. En la par\u00e1bola evang\u00e9lica, cuando el samaritano se acerca al pr\u00f3jimo maltratado, \u00abse le movieron las entra\u00f1as a compasi\u00f3n\u00bb y, por eso, lo venda, lo sube a su caballo, lo conduce al mes\u00f3n y cuida de \u00e9l. Ante el sufrimiento y las heridas de los pobres, la acci\u00f3n educativa tiene que verse alterada. Para cargar con el peso de la marginaci\u00f3n, tiene que descabalgarse, acercarse y mirar la realidad sufriente. Es posible realizar una acci\u00f3n educativa cerrada y amurallada dentro de su propio c\u00edrculo social, sin dejarse cuestionar por lo distinto. Es posible cerrarse y vivir de espaldas a la realidad social. Al no tener experiencia de las necesidades, problemas y sufrimientos de los otros, se pasa de largo. Abrirse a la realidad, percibir el mundo de la carencia, de las desigualdades y de la injusticia, y dejarse interpelar por \u00e9l, sigue siendo el primer paso de una aut\u00e9ntica educaci\u00f3n para la justicia
        [16]<\/a>.
        \n 
        \nLa aproximaci\u00f3n a la marginaci\u00f3n y al sufrimiento genera no s\u00f3lo la cr\u00edtica y la denuncia, sino tambi\u00e9n un movimiento compasivo hacia los de abajo, que promueve la acci\u00f3n por la justicia. Es claro que si nuestra sociedad democr\u00e1tica se sintiera realmente afectada y alterada por el grito de los pobres, cambiar\u00edan la planificaci\u00f3n y la ayuda al desarrollo que proponen y deciden nuestros responsables pol\u00edticos; ser\u00edan distintos los objetivos y prioridades econ\u00f3micas de cualquier presupuesto. El mundo se ve de distinta manera desde las\u00a0favelas<\/em>\u00a0que desde los palacios, desde las\u00a0pateras<\/em>\u00a0que cruzan el Estrecho que desde la orilla de la \u00abtierra prometida\u00bb, desde los parados que desde los empresarios. Y para educar en la justicia hay que empezar situ\u00e1ndose. Situados desde los pobres, es posible que lleguemos, como educadores, a la convicci\u00f3n firme de la urgencia de la justicia. Y, situados nosotros, podremos ense\u00f1ar a situarse.
        \n 
        \nQuiz\u00e1s el aspecto m\u00e1s importante del proceso educativo se cifra en despertar la conciencia social. Es decir, el acercamiento a la realidad, que mueve a situarse de parte de los necesitados, tiene que conducir a una aut\u00e9ntica conciencia social. No se trata simplemente, como explica Mardones, de mover a una actitud compasiva, capaz de movilizarse para aliviar una situaci\u00f3n concreta. Es importante llegar al \u00abasistencialismo\u00bb. Pero la educaci\u00f3n para la justicia no puede quedarse aqu\u00ed. Es preciso llegar a promover y suscitar esa conciencia social, capaz de ver la gravedad de los problemas, de inferir las causas sociales y humanas, de percibir los mecanismos de la organizaci\u00f3n social, las contradicciones de la sociedad, las estructuras de pecado arraigadas en el entramado social; capaz, especialmente, de pasar de la compasi\u00f3n por los pobres a la \u00abcausa de los pobres\u00bb. No es, en modo alguno, un paso sencillo. Resulta arduo y complejo, porque no es f\u00e1cil percibir las estructuras y mecanismos que tejen la realidad social y, en particular, las situaciones de miseria y marginaci\u00f3n. Es m\u00e1s f\u00e1cil dejarse llevar por las explicaciones dominantes, que no tienen inter\u00e9s en mostrar las contradicciones del sistema. S\u00f3lo desde la reflexi\u00f3n y el \u00absentido cr\u00edtico\u00bb es posible, quiz\u00e1s, llegar a superar las tergiversaciones, ocultamientos y medias verdades que se esconden en tantos proyectos y propuestas sociales. Por ello, la educaci\u00f3n para la justicia reivindica una educaci\u00f3n cr\u00edtica, porque s\u00f3lo desde una honda visi\u00f3n cr\u00edtica se llega a la conciencia social.
        \n 
        \nLa conciencia social tiene que llegar a cuestionar el propio estilo y ritmo de vida, y tiene que mover a la acci\u00f3n. Al ver y sentir, al situarse cr\u00edticamente ante la realidad, ha de seguir el actuar. La educaci\u00f3n para la justicia promueve el acercamiento, el an\u00e1lisis, la denuncia y la acci\u00f3n social. Pero estas acciones, transformadoras de la realidad, dif\u00edcilmente pueden quedar fijadas y establecidas de antemano. Surgen y han de plantearse desde la realidad concreta. Pueden ser de gran alcance, aunque deben partir de la realidad local, y exigen trabajo en equipo, reflexi\u00f3n, creatividad, programaci\u00f3n y evaluaci\u00f3n. Todo ello recomienda el apoyo en grupos y asociaciones ya organizadas. De la experiencia de este trabajo en equipo puede surgir la militancia activa en partidos pol\u00edticos, sindicatos, movimientos sociales y eclesiales. Suscitar y promover la militancia constituye tambi\u00e9n uno de los aspectos m\u00e1s relevantes de toda educaci\u00f3n social.
        \n 
        \nLas acciones que desde una conciencia social hay que impulsar, miran especialmente a la implantaci\u00f3n de la igualdad y al desarrollo de la solidaridad. En relaci\u00f3n a la igualdad, lo primero que se pide a la educaci\u00f3n, si quiere ser educaci\u00f3n para la justicia, es que no resulte discriminatoria. La discriminaci\u00f3n educativa puede seguir produciendo marginaci\u00f3n y exclusi\u00f3n. Toda acci\u00f3n educativa tiene un papel determinante en el establecimiento de la igualdad. Es cierto que es impotente ante muchas de las desigualdades existentes, por ejemplo, ante las desigualdades econ\u00f3micas. Pero tiene mucho que decir y que hacer en relaci\u00f3n al reconocimiento y respeto del otro, de la dignidad de la persona, de los derechos fundamentales, y de la promoci\u00f3n y desarrollo humano. Educar en la justicia es ense\u00f1ar a respetar a todos, al blanco y al negro, al pobre y al rico, al minusv\u00e1lido y al seropositivo. Todo centro educativo -tambi\u00e9n, por supuesto, la familia- resulta un espacio id\u00f3neo para ello
        [17]<\/a>.
        \n 
        \nFinalmente, en la actual situaci\u00f3n social de injusticia institucionalizada, la solidaridad representa el camino m\u00e1s efectivo para instaurar la igualdad social y restablecer las relaciones humanas desde la justicia. La instauraci\u00f3n de la justicia en nuestra sociedad necesita la solidaridad; y, por ello, educar para la justicia supone siempre desarrollar actitudes y comportamientos solidarios.
        \n 
        \nComo camino de instauraci\u00f3n de la justicia, la solidaridad implica, especialmente, la adhesi\u00f3n a la causa de los otros y el compromiso por el bien com\u00fan. Este es su contenido; va unido, seg\u00fan Max Scheller, a una \u00absinton\u00eda afectiva\u00bb, es decir, a un sentimiento de simetr\u00eda afectiva. Por ello, la solidaridad implica cooperaci\u00f3n rec\u00edproca y tambi\u00e9n simbiosis personal. Llegar a una real sinton\u00eda afectiva, a un verdadero sentimiento compasivo, capaz de adherirse, de comprometerse, de tomar parte en los males de los otros, entra\u00f1a un cambio profundo de nuestras actitudes. Traer m\u00e1s justicia e igualdad a nuestro mundo, tan desprovisto de ella, no es cosa de indignaciones pasajeras ni de sentimientos rosa. Requiere un cambio profundo, nuevos \u00abh\u00e1bitos del coraz\u00f3n\u00bb, nueva mentalidad, nuevo estilo de vida.
        \nHacer posible este cambio es la tarea m\u00e1s ardua y m\u00e1s digna de la educaci\u00f3n. La esperanza de un futuro m\u00e1s humano, de un orden social m\u00e1s justo, pide que la acci\u00f3n educativa suscite aquellos g\u00e9rmenes que se\u00f1alan un cambio radical en vistas a una humanidad m\u00e1s solidaria. Para mejorar la situaci\u00f3n de todos, especialmente de los excluidos y marginados del sistema, es necesario entrar en el dinamismo del compartir. Hay que ser m\u00e1s solidarios para que libertad, igualdad y justicia se realicen en la pr\u00e1ctica.
        \n 
        \nEs necesario, pues, elevar la conciencia solidaria de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Se trata de llegar a ser m\u00e1s conscientes de la mutua implicaci\u00f3n existente. Todos formamos parte de la familia humana; todos estamos en el mismo barco de la historia; todos somos responsables de todos. Porque todos, hombres y mujeres, formamos un cuerpo, un nosotros, trabado, interdependiente, solidario
        [18]<\/a>. Esta es la gran tarea social: educar al hombre moderno para ver y tratar al otro solidariamente. Es el camino de la justicia.\u00a0n
        \n <\/p>\n

        Eugenio Alburquerque<\/h2>\n

        estudios@misionjoven.org
        \n
        [1]<\/a>\u00a0V.\u00a0CAMPS,\u00a0Virtudes p\u00fablicas<\/em>, Espasa Calpe, Madrid 1990, 33.
        \n
        [2]<\/a>\u00a0Cf. K.\u00a0LEBACQZ,\u00a0Justicia en un mundo injusto<\/em>, Herder, Barcelona 1991, 109-117; J. P.\u00a0MIRANDA,\u00a0Marx y la Biblia<\/em>, S\u00edgueme, Salamanca 1975, 101-133.
        \n
        [3]<\/a>\u00a0Cf. J.M.\u00a0CASTILLO,\u00a0Los pobres y la teolog\u00eda \u00bfQu\u00e9 queda de la teolog\u00eda de la liberaci\u00f3n<\/em>?, Descl\u00e9e, Bilbao 1997, 49-56.
        \n
        [4]<\/a>\u00a0Cf. F.\u00a0STRUIK,\u00a0Justicia integral. El mensaje social de los profetas pre-ex\u00edlicos,<\/em>\u00a0\u00abBiblia y fe\u00bb 50(1991), 27-49; J.L.\u00a0SICRE,\u00a0Con los pobres de la tierra. La justicia social en los profetas de Israel<\/em>, Madrid 1985.
        \n
        [5]<\/a>\u00a0Cf. A.\u00a0SALAS,\u00a0Justicia y Reino. El mensaje social de Jes\u00fas,<\/em>\u00a0\u00abBiblia y fe\u00bb 50(1991), 50-81.
        \n
        [6]<\/a>\u00a0J.P.\u00a0MIRANDA, o.c., 87.
        \n
        [7]<\/a>\u00a0De officiis<\/em>, I, 7.
        \n
        [8]<\/a>\u00a0Cf. J.\u00a0RAWLS,\u00a0Teor\u00eda de la justicia<\/em>, Fondo de Cultura Econ\u00f3mica, Madrid 1978; J.\u00a0HABERMAS,\u00a0Conciencia moral y acci\u00f3n comunicativa<\/em>, Pen\u00ednsula, Barcelona 1989; N.\u00a0BOBBIO,\u00a0Igualdad y libertad<\/em>, Paid\u00f3s, Barcelona 1993; T.\u00a0KENNEDY,\u00a0Teor\u00edas sobre la justicia y el concepto de bien,<\/em>\u00a0en\u00a0AA.VV.,\u00a0La justicia social<\/em>, PS, Madrid 1993, 203-218.
        \n
        [9]<\/a>\u00a0Cf. J.\u00a0COMBY,\u00a0Libertad, igualdad, fraternidad. Principios para una naci\u00f3n y una Iglesia,<\/em>\u00a0\u00abConcilium\u00bb 22(1989), 27-37.
        \n
        [10]<\/a>\u00a0J.M.\u00a0CASTILLO, o.c., 338-350.
        \n
        [11]<\/a>\u00a0Cf. L.\u00a0DE SEBASTI\u00c1N,\u00a0\u00bfD\u00f3nde se juega la justicia en nuestro entorno en los pr\u00f3ximos diez a\u00f1os?,<\/em>\u00a0\u00abRevista de Fomento Social\u00bb 55(2000), 509-520.
        \n
        [12]<\/a>\u00a0Cf. J.\u00a0ATIENZA,\u00a0La deuda externa y los pueblos del Sur<\/em>, Madrid 1998
        \n
        [13]<\/a>\u00a0Cf. J.\u00a0GARC\u00cdA ROCA,\u00a0Contra la exclusi\u00f3n<\/em>, Sal Terrae, Santander 1995.
        \n
        [14]<\/a>\u00a0Cf. I.\u00a0CAMACHO,\u00a0Tres tareas de fondo ante los problemas de justicia hoy,<\/em>\u00a0\u00abRevista de Fomento Social\u00bb 55(2000), 521-538.
        \n
        [15]<\/a>\u00a0L.\u00a0GONZ\u00c1LEZ CARVAJAL, \u00abEducaci\u00f3n para la justicia\u201d,\u00a0Diccionario de Catequ\u00e9tica<\/em>, CCS, Madrid 1987, 305-306.
        \n
        [16]<\/a>\u00a0Cf. J.M.\u00a0MARDONES,\u00a0Fe y pol\u00edtica. El compromiso pol\u00edtico de los cristianos en tiempos de desencanto<\/em>, Sal Terrae, Santander 1993, 184-189.
        \n
        [17]<\/a>\u00a0V.\u00a0CAMPS,\u00a0Los valores de la educaci\u00f3n<\/em>, Alanda, Madrid 1993, 41-53.
        \n
        [18]<\/a>\u00a0Cf. J.M.\u00a0MARDONES, 1994.[\/vc_column_text][\/vc_column][\/vc_row]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"

        [vc_row][vc_column][vc_column_text]PIE DE AUTOR: Eugenio Alburquerque\u00a0es profesor de Teolog\u00eda Moral en el Instituto Superior de Teolog\u00eda \u00abDon Bosco\u00bb (Madrid).   S\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO: \u00abDurante siglos, la teolog\u00eda moral se ha visto m\u00e1s influida por el pensamiento greco-romano que por la revelaci\u00f3n b\u00edblica\u00bb. El art\u00edculo trata de dejar claro que, entonces, ha de irse m\u00e1s all\u00e1 del […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[120,608,465,94],"tags":[],"class_list":["post-11671","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-2001-mision-joven-2","category-estudios-293","category-eugenio-alburquerque-frutos","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11671","targetHints":{"allow":["GET"]}}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=11671"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/11671\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=11671"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=11671"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=11671"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}