{"id":11786,"date":"2001-03-01T16:01:47","date_gmt":"2001-03-01T14:01:47","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=11786"},"modified":"2001-03-01T16:01:47","modified_gmt":"2001-03-01T14:01:47","slug":"crisis-de-las-religiones-y-presencia-de-la-oracion-entre-los-jovenes","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/crisis-de-las-religiones-y-presencia-de-la-oracion-entre-los-jovenes\/","title":{"rendered":"Crisis de las religiones y presencia de la oraci\u00f3n entre los j\u00f3venes"},"content":{"rendered":"
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\nJuan Mart\u00edn Velasco<\/strong>\u00a0es director del Instituto Superior de Pastoral (Madrid).<\/em>
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nJunto a la intensa crisis de la religi\u00f3n en Espa\u00f1a, los estudios sobre el tema se\u00f1alan c\u00f3mo muchos j\u00f3venes, sin embargo, dicen recurrir frecuentemente a la oraci\u00f3n. Una vez situado el dato, el autor analiza la relaci\u00f3n entre oraci\u00f3n, religi\u00f3n y fe, centr\u00e1ndose en el significado de algunas formas de la primera que, aunque dif\u00edciles de interpretar, apuntan a una especie de \u00abvida religiosa\u00bb en la pregunta por el\u00a0sentido<\/em>\u00a0apuntar\u00eda hacia una forma de presencia callada de Dios.
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\nLos muchos y excelentes estudios sobre la situaci\u00f3n religiosa de los j\u00f3venes ponen de manifiesto un hecho extra\u00f1o. Por una parte, en ellos se refleja en toda su crudeza y con la mayor intensidad la crisis de la religi\u00f3n que afecta al conjunto de las sociedades desarrolladas, y m\u00e1s particularmente, a las de Europa. Se trata de una crisis que afecta, en primer lugar, a la pr\u00e1ctica institucionalmente regulada por las jerarqu\u00edas eclesi\u00e1sticas; en segundo lugar, al cr\u00e9dito de las Iglesias y a su capacidad para orientar la vida personal, social, espiritual e incluso religiosa de las personas; de una crisis, por fin, que parece afectar m\u00e1s profundamente a la vida misma de la fe de los sujetos.
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\nEn efecto, la crisis de la pr\u00e1ctica y las instituciones religiosas y la secularizaci\u00f3n de la sociedad y la cultura parecen estar produciendo una \u00abcrisis de Dios\u00bb que tiene su manifestaci\u00f3n m\u00e1s clara en la extensi\u00f3n de la increencia, sobre todo bajo la forma de la indiferencia religiosa. Recordemos como manifestaci\u00f3n extrema de este hecho que en la \u00faltima encuesta sobre los j\u00f3venes espa\u00f1oles, el 32% de ellos se identifican con la expresi\u00f3n: \u00abNo s\u00e9 si Dios existe; no tengo motivos para creer en el\u00bb; El 24% est\u00e1 de acuerdo con la afirmaci\u00f3n: \u00abPaso de Dios. No me interesa el tema\u00bb; y el 22, 4% hace suya la expresi\u00f3n: \u00abPara m\u00ed Dios no existe\u00bb.
\nJunto a estos datos, las mismas encuestas se\u00f1alan la existencia de un n\u00famero considerable de adultos y j\u00f3venes que dicen recurrir con relativa frecuencia a diferentes formas de oraci\u00f3n, al margen de las celebraciones establecidas por la Iglesia.
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\nDesde que estos datos comenzaron a aparecer en las encuestas, primero los soci\u00f3logos y despu\u00e9s los lectores de sus estudios vienen confesando la extra\u00f1eza que les produce un hecho tan an\u00f3malo. Esa extra\u00f1eza inicial viene dando lugar a interpretaciones y valoraciones contrapuestas. A unos, la presencia de la oraci\u00f3n les lleva a relativizar y hasta minimizar la existencia y el alcance de la crisis religiosa. A otros, los datos que evidencian la crisis les llevan a buscar para los relativos a la oraci\u00f3n explicaciones que confirmar\u00edan la extensi\u00f3n y la profundidad de la crisis religiosa. Las p\u00e1ginas que siguen pretenden ofrecer desde la fenomenolog\u00eda de la religi\u00f3n algunas consideraciones que ayuden a interpretar y evaluar el fen\u00f3meno en cuesti\u00f3n.
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\nEl hecho al que se refieren los datos aparentemente contradictorios tiene un precedente que tal vez pueda servir de marco para su an\u00e1lisis. Desde hace varios decenios viene observ\u00e1ndose que el proceso de secularizaci\u00f3n de las sociedades avanzadas, primero de los factores de la crisis religiosa, no ha conducido, contra las previsiones de muchos estudios te\u00f3ricos, a la desaparici\u00f3n de la religi\u00f3n, sino a esos fen\u00f3menos, extra\u00f1os a primera vista, que son la \u00abeclosi\u00f3n\u00bb de lo sagrado en estado silvestre, la proliferaci\u00f3n de nuevos movimientos religiosos y nuevas formas de religiosidad, y la diseminaci\u00f3n de lo sagrado en las sociedades secularizadas.
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\nEn relaci\u00f3n con este fen\u00f3meno se han ofrecido varias explicaciones. Seg\u00fan la primera, la crisis de las religiones institucionalizadas y de las Iglesias que las representan y las gestionan puede no significar crisis de la religi\u00f3n y de la religiosidad personal de los miembros de esas Iglesias. Podr\u00eda incluso ser una manifestaci\u00f3n de esa religiosidad que las instituciones religiosas gestionan, en la medida en que tales instituciones podr\u00edan no estar siendo fieles a la causa a la que sirven, y las nuevas manifestaciones \u00abespont\u00e1neas\u00bb de lo religioso podr\u00edan ser nuevos cauces que est\u00e1 abriendo la necesidad de religiosidad presente en el sujeto que la crisis institucional no es capaz de eliminar. Para otros int\u00e9rpretes, las nuevas manifestaciones de la religiosidad ser\u00edan la m\u00e1s clara expresi\u00f3n de la marginalidad de la religi\u00f3n en la actual situaci\u00f3n sociocultural y, por tanto, de la profundidad de la crisis que padece.
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\nNo faltan quienes, fij\u00e1ndose sobre todo en el cambio religioso de los \u00faltimos decenios, y subrayando determinados rasgos peculiares de las nuevas formas de religi\u00f3n: parentesco con la magia y el esoterismo, tendencia a la organizaci\u00f3n sectaria, orientaci\u00f3n de las mismas hacia la satisfacci\u00f3n de necesidades de determinados grupos poco adaptados a la nueva situaci\u00f3n sociocultural, y frecuentes distorsiones en la forma de entender y vivir lo sagrado, denuncian esas nuevas formas de religiosidad como perversiones de la religi\u00f3n, reducida a medio de satisfacci\u00f3n de determinadas necesidades humanas, y la consecuencia pr\u00e1ctica de la reducci\u00f3n antropol\u00f3gica de la religi\u00f3n imperante, en el terreno te\u00f3rico, en el pensamiento moderno desde L. Feuerbach.
\nSituado el hecho que nos ocupa en este marco m\u00e1s amplio, se impone, para avanzar en la interpretaci\u00f3n, evaluaci\u00f3n y discernimiento del mismo, un an\u00e1lisis m\u00e1s detenido de los datos que lo configuran.
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\nEn la encuesta\u00a0Valores 2000,\u00a0<\/em>el 61% de los encuestados dicen tener momentos de oraci\u00f3n. Por otra parte, reconocen tener esos momentos el 32% de personas no religiosas, el 20% de indiferentes y agn\u00f3sticos y el 14% de no creyentes y ateos. En cuanto a la frecuencia de esos momentos los practican semanalmente el 39% del total. Por edades, los comprendidos entre dieciocho y veinticuatro a\u00f1os oran una vez a la semana, el 17%, una vez al mes, el 20%. Los de 25 a 34 a\u00f1os oran una vez a la semana el 29% y una vez al mes, el 15%.
\nLa encuesta\u00a0J\u00f3venes 99\u00a0<\/em>permite descubrir las formas que reviste la oraci\u00f3n de los encuestados, al margen de la pr\u00e1ctica del culto. As\u00ed, el 39% de los que oran lo hacen con el rezo del padrenuestro y el avemar\u00eda. El 38% oran de forma libre y espont\u00e1nea; el 45% lo hace para pedir ayuda; lo hacen dedicados a la meditaci\u00f3n y contemplaci\u00f3n, el 20,5%; mediante lectura meditada, el 13,5%; con oraci\u00f3n de acci\u00f3n de gracias el 23, 9%; y con oraci\u00f3n comunitaria con amigos, el 14,1%. Dicen no rezar nunca el 44%.
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\nBasta comparar estas cifras con las relativas a la creencia en Dios, a la pr\u00e1ctica del culto, a la confianza en la Iglesia, a la identificaci\u00f3n con expresiones de agnosticismo, indiferencia y ate\u00edsmo, para ver la importancia de las cifras relativas a la oraci\u00f3n que acabamos de resumir. Pero \u00bfqu\u00e9 significan tales cifras? \u00bfQu\u00e9 indican sobre la religiosidad o la fe de quienes est\u00e1n reflejados en ellas? Para responder a tales cuestiones me parece indispensable ofrecer un resumen de las conclusiones de la fenomenolog\u00eda de la religi\u00f3n sobre la oraci\u00f3n y su lugar en el conjunto del fen\u00f3meno religioso.
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\n <\/p>\n\n
\nLa oraci\u00f3n es una de las mediaciones m\u00e1s universales de la vida religiosa. Es, adem\u00e1s, la mediaci\u00f3n m\u00e1s pr\u00f3xima a la actitud religiosa de respuesta al misterio de la que todas las mediaciones surgen. De ah\u00ed que se haya podido afirmar, parafraseando una expresi\u00f3n de Santo Tom\u00e1s, que la oraci\u00f3n es la puesta en acto, la puesta ejercicio de la religi\u00f3n o de la fe, o, en t\u00e9rminos figurados, la hija primera de la religi\u00f3n. Una hija que, si bien vive de la madre y se nutre de su influjo, en algunas ocasiones asume la tarea de nutrir y alimentar a su madre. La importancia de la oraci\u00f3n para la vida religiosa explica el lugar preponderante que ocupa en todas las religiones. Bajo la forma de la llamada oraci\u00f3n oficial y asociada al culto, la oraci\u00f3n es con frecuencia el medio por excelencia para el ejercicio, el mantenimiento y la consolidaci\u00f3n de la identidad de las comunidades, como sucede en el cristianismo con la celebraci\u00f3n de los sacramentos y especial la Eucarist\u00eda.
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\nPero la oraci\u00f3n oficial y comunitaria no agotan las posibilidades de la oraci\u00f3n. Por una parte, las instituciones religiosas recomiendan o imponen a sus miembros diferentes formas de oraci\u00f3n privada que jalonan el transcurso de la vida ordinaria, y les dota de las f\u00f3rmulas precisas para ello. Por otra parte, la presencia del misterio en las personas religiosas y en sus vidas suscita en ellas anhelos y experiencias que tienen su cauce normal de expresi\u00f3n en el recurso privado a f\u00f3rmulas oficiales de oraci\u00f3n, o en oraciones espont\u00e1neas en las que el sujeto expresa la presencia que origina su vida religiosa y que la ponen en relaci\u00f3n con las circunstancias por las que discurre su vida. De ah\u00ed, la enorme variedad de formas de oraci\u00f3n:\u00a0\u00a0de petici\u00f3n, de alabanza, de petici\u00f3n de perd\u00f3n, de queja, de acci\u00f3n de gracias, que llenan las p\u00e1ginas de los textos sagrados, que constituyen lo mejor de las tradiciones y que se hacen presentes en la vida de todas las personas religiosas.
\nTras este inciso tan elemental como inevitable, volvamos a los datos de las encuestas sobre la presencia de la oraci\u00f3n.
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\n <\/p>\n\n
Dificultad para valorarla<\/h2>\n
\nLa comparaci\u00f3n de las cifras\u00a0<\/strong>sobre la oraci\u00f3n con las relativas a la pr\u00e1ctica religiosa permiten concluir, en primer lugar, que los cat\u00f3licos practicantes viven y expresan su fe recurriendo, adem\u00e1s de a las celebraciones oficiales, al ejercicio de algunas formas de oraci\u00f3n personal. Por otra parte, el n\u00famero notablemente mayor de personas que oran, en comparaci\u00f3n con el de los practicantes, muestra que muchas personas que han abandonado o est\u00e1n abandonando la frecuentaci\u00f3n de las celebraciones dominicales siguen recurriendo a la oraci\u00f3n personal como expresi\u00f3n de una religiosidad que esas celebraciones no agotan. Adem\u00e1s, el n\u00famero de los que para la oraci\u00f3n privada recurren a f\u00f3rmulas tradicionales, tales como padrenuestro y el avemar\u00eda, muestra la existencia de una conexi\u00f3n importante con la instituci\u00f3n religiosa y la tradici\u00f3n de la iglesia tras haber roto con la pr\u00e1ctica habitual del culto impuesto y regulado por ella.
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\nEl enunciado de la cuesti\u00f3n a la que responde ese 35% de encuestados: \u00abrezo del padrenuestro o del avemar\u00eda\u00bb y lo que esa expresi\u00f3n evoca de los h\u00e1bitos del catolicismo tradicional parecer\u00edan remitir a una practica anclada en la costumbre y expuesta a la rutina. Sin embargo, la permanencia de esa costumbre contra el viento y la marea de las condiciones de vida actuales, la calidad de las f\u00f3rmulas empleadas, y la existencia de alt\u00edsimas formas de oraci\u00f3n ligadas a la pr\u00e1ctica de la oraci\u00f3n vocal en no pocas personas invita a la prudencia y a evitar juicios apresurados sobre la falta de calidad de la oraci\u00f3n de las personas que las utilizan.
\nLa cifra m\u00e1s alta de los j\u00f3venes que oran est\u00e1 representada por los que rezan para \u00abpedir ayuda\u00bb (46%). El dato se corresponde con otro que muestra un n\u00famero significativo de personas que acuden a la pr\u00e1ctica religiosa especialmente en situaciones de necesidad. A mi modo de ver, se explica por el hecho de que la petici\u00f3n es la forma m\u00e1s extendida de oraci\u00f3n, hasta el punto de que rezar es para algunos sin\u00f3nimo de pedir, y la petici\u00f3n de bienes convenientes ha pasado a formar parte de numerosas y muy extendidas definiciones de oraci\u00f3n. Aqu\u00ed, la oraci\u00f3n, m\u00e1s que ser la expresi\u00f3n de una necesidad profunda del sujeto, parece ser el recurso para responder a necesidades inmediatas cuando otros recursos se han mostrado ineficaces, o para apoyar la eficacia de los recursos \u00abnaturales\u00bb.
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\n\u00bfDenota la pervivencia de esta forma de oraci\u00f3n que quienes la emplean est\u00e9n viviendo una religiosidad puramente funcional que convierta a Dios en undeus ex machina<\/em>, le ponga al servicio de sus intereses, y proceda de una actitud m\u00e1s m\u00e1gica que religiosa? Sin duda, es posible que sea as\u00ed; pero la presencia constante de la oraci\u00f3n de petici\u00f3n en las p\u00e1ginas de la Escritura, y la posibilidad de que la petici\u00f3n exprese una actitud de verdadera confianza, dando as\u00ed lugar a una verdadera oraci\u00f3n, nos impide generalizar la sospecha y descalificar desde el punto de vista religioso a los que mantienen esta forma de conexi\u00f3n con la tradici\u00f3n cristiana. Por otra parte, resulta imposible saber si el 23,9% de los que oran bajo la forma de la acci\u00f3n de gracias recurre a este tipo de oraci\u00f3n en conexi\u00f3n con la oraci\u00f3n de petici\u00f3n: para agradecer a Dios los dones recibidos, o para captar la benevolencia de aqu\u00e9l a quien se recurre, o si, por el contrario, su acci\u00f3n de gracias se dirige a Dios mismo y a su gloria y constituye, por tanto, una forma particular de oraci\u00f3n de alabanza.
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\nLa \u00aboraci\u00f3n libre y espont\u00e1nea\u00bb a la que se refieren m\u00e1s del 38% de los encuestados podr\u00eda ser un indicio de esa \u00abdesregulaci\u00f3n del creer\u00bb, es decir, de esa tendencia al establecimiento de mediaciones personales, no reguladas por la instituci\u00f3n, que destacan numerosos soci\u00f3logos como caracter\u00edstica de la religi\u00f3n contempor\u00e1nea. Por otra parte, el recurso a la \u00abmeditaci\u00f3n, contemplaci\u00f3n\u00bb (20,5%) y \u00ablectura meditada\u00bb (13,5%) podr\u00eda ser una muestra de la extensi\u00f3n de m\u00e9todos\u00a0orientalizantes<\/em>\u00a0entre no pocos cristianos occidentales. Sin embargo, la existencia de estas formas de oraci\u00f3n en la mejor tradici\u00f3n cristiana nos fuerza una vez m\u00e1s a evitar extrapolaciones con un apoyo tan tenue en los datos. M\u00e1s razonable parece, en cambio, sospechar en estas tres formas de oraci\u00f3n la existencia de personas m\u00e1s decididamente separadas de la religi\u00f3n oficial y que buscan en ellas la expresi\u00f3n de necesidades religiosas que las instituciones no satisfacen.
\nEsta \u00faltima observaci\u00f3n nos introduce en una cuesti\u00f3n espinosa a la que remiten no pocas interpretaciones de los datos que comentamos.
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\n <\/p>\n\n
\nCon frecuencia se recurre a la presencia en el sujeto de una necesidad religiosa para explicar la existencia de la oraci\u00f3n en situaciones de crisis de las religiones. De tal necesidad dar\u00edan testimonio las numerosas formas de oraci\u00f3n descritas hasta ahora y sobre todo el n\u00famero nada desde\u00f1able de personas que confiesan recurrir a diferentes formas de oraci\u00f3n, al mismo tiempo que se declaran no religiosas, agn\u00f3sticas y ateas.
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\nLa historia de las religiones est\u00e1 llena de im\u00e1genes en las que los sujetos expresan la relaci\u00f3n con Dios de la que viven en t\u00e9rminos de una necesidad primaria: el hambre, la sed, la inquietud constante, la pregunta radical. La vida religiosa en su conjunto aparece en los mismos textos como el conjunto de medios con los que la humanidad ha ido respondiendo a esa sed que la abrasa, a ese hambre que la devora. La oraci\u00f3n, mediaci\u00f3n m\u00e1s cercana al ejercicio de la actitud de la que surge la vida religiosa, ha producido en muchas ocasiones hermosas expresiones de la experiencia de tal necesidad: \u00abMi alma tiene sed de ti\u00bb; \u00abmi carne tiene ansia de ti\u00bb. Tal vez por eso, cuando se han derrumbado numerosas manifestaciones de la vida religiosa, la oraci\u00f3n permanece como el \u00faltimo testigo de la permanencia de la necesidad de Dios connatural al hombre. Pero \u00bflo es siempre?\u00bf Qu\u00e9 condiciones ha de tener la oraci\u00f3n para ser expresi\u00f3n de una necesidad aut\u00e9nticamente religiosa?
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\nComencemos por anotar la ambig\u00fcedad que comporta el lenguaje de la necesidad aplicado a la vivencia de la relaci\u00f3n religiosa. Por una parte, expresa muy vivamente la radicalidad de esa vivencia, la implicaci\u00f3n extrema del sujeto en ella, la importancia decisiva de la realidad a la que se refiere para la vida de la persona. Sin embargo, varios rasgos de la vivencia de la necesidad muestran su inadecuaci\u00f3n para expresar lo peculiar de la relaci\u00f3n religiosa.
\nEn efecto, la necesidad en el hombre remite a una carencia que le vuelca inexorablemente hacia un objeto capaz de satisfacerla. El hombre no dispone apenas de libertad para responder a sus necesidades. Las respuestas a nuestras necesidades se desencadenan en nosotros sin que seamos plenamente due\u00f1os de ellas. Por otra parte, la necesidad tiene su origen en el hombre y produce una relaci\u00f3n que tiene en \u00e9l su centro. De ah\u00ed que los sujetos religiosos, aunque se sirvan metaf\u00f3ricamente del lenguaje de la necesidad, prefieran el del deseo.
\nEl deseo es ya una tendencia asumida por el sujeto e integrada en su dinamismo espiritual. Adem\u00e1s, dice relaci\u00f3n al otro y la presencia de \u00e9ste requiere renunciar a hacer de \u00e9l el objeto de la propia tendencia, requiere la renuncia a convertirlo en objeto. El \u00e1mbito del deseo es por eso m\u00e1s propicio para la experiencia y la expresi\u00f3n de la relaci\u00f3n con el Misterio, realidad totalmente otra en relaci\u00f3n con el hombre e inaccesible a la relaci\u00f3n sujeto-objeto.
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\nLa peculiaridad del t\u00e9rmino de la relaci\u00f3n religiosa ha llevado a los propios sujetos religiosos y a los estudiosos de la religi\u00f3n a matizar el mismo lenguaje del deseo como expresi\u00f3n de la vivencia de la relaci\u00f3n religiosa. Frente a los muchos deseos que el hombre tiene, el sujeto religioso habla de lo que de verdad \u00abdesea tu coraz\u00f3n\u00bb (San Juan de la Cruz), del deseo que el hombre es, del \u00abdeseo natural de Dios\u00bb en que el hombre consiste. Se trata de un deseo que m\u00e1s que tener en Dios su objeto tiene en \u00e9l su ra\u00edz, y que, por tanto, no tiene en el hombre su centro, al que Dios vendr\u00eda a saciar, sino en Dios, cuya presencia en la ra\u00edz del sujeto imprime en \u00e9l una tendencia hacia s\u00ed que le dota de una fuerza de atracci\u00f3n espiritual que orienta el conjunto de su vida.
\nEl deseo-nostalgia de Dios (Nicol\u00e1s de Cusa) hace, pues, del hombre un ser-para-Dios, un ser que no puede llegar a su perfecci\u00f3n m\u00e1s que por el don libre de s\u00ed mismo de quien ha puesto en \u00e9l ese deseo; un ser que aspira a ser algo que s\u00f3lo puede hacerse realidad por la donaci\u00f3n de aquel a quien su deseo aspira.
\n
\nEl vuelco que esta comprensi\u00f3n del deseo de Dios supone en la vivencia de la relaci\u00f3n religiosa tiene un nombre preciso. Es la actitud teologal por la que el sujeto reconoce la presencia que lo origina y consiente libremente a ella. En esa actitud tenemos el criterio para discernir cu\u00e1ndo la necesidad en relaci\u00f3n con Dios es religiosa y cu\u00e1ndo, por m\u00e1s \u00e1vidamente que se viva y se exprese, no es m\u00e1s que suced\u00e1neo que la pervierte. En ella tenemos el criterio para discernir si las diferentes formas de oraci\u00f3n, presuntas expresiones de la necesidad religiosa, son intentos del sujeto por apropiarse de Dios y ponerlo a su servicio y, por tanto, la \u00faltima manifestaci\u00f3n de la crisis de Dios en que desemboca la crisis religiosa, o medio por el que el sujeto consiente a la presencia originante y expresi\u00f3n de su deseo de vivir de acuerdo con ella.
\nNaturalmente, tal criterio, te\u00f3ricamente claro, no permite decidir con la misma claridad cu\u00e1ndo la actitud y el comportamiento de un sujeto determinado encarna una o la otra postura. Cu\u00e1ndo la practica religiosa, la crisis de esa pr\u00e1ctica y la ausencia o presencia de la oraci\u00f3n tras esa crisis es manifestaci\u00f3n de fe o expresi\u00f3n de increencia.
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\n <\/p>\n\n
\nEs el caso m\u00e1s sorprendente de la situaci\u00f3n aparentemente an\u00f3mala que venimos describiendo. Si la oraci\u00f3n es \u00abpuesta en acto de la fe\u00bb \u00bfc\u00f3mo se explica la oraci\u00f3n de quien se declara no creyente? La clave de la respuesta a este aparente enigma est\u00e1 en la dificultad a la que acabamos de aludir para identificar tanto al creyente como al no creyente. \u00abS\u00f3lo Dios conoce a los suyos\u00bb, dec\u00eda san Agust\u00edn. Por eso es posible que alguien que se confiesa no creyente se dirija, como Unamuno, al Dios al que te\u00f3ricamente niega con palabras como estas: \u00abOye mi ruego, t\u00fa, Dios que no existes \/ y en tu nada recoge estas mis quejas\u00bb. Realmente no sabemos c\u00f3mo ora ese elevado n\u00famero de personas contempor\u00e1neas nuestras que dicen recurrir a la oraci\u00f3n, al mismo tiempo que se declaran no religiosos, agn\u00f3sticos o ateos.
\n
\nPero no podemos descalificar\u00a0a priori<\/em>\u00a0su declaraci\u00f3n sobre la oraci\u00f3n como un abuso del lenguaje ni su oraci\u00f3n como necesariamente inaut\u00e9ntica. La raz\u00f3n es sencilla. Su declaraci\u00f3n de ate\u00edsmo puede referirse a la figura del Dios que representan unas religiones con las que esas personas han vivido o viven un conflicto personal. Los ateos, dijo ya hace muchos a\u00f1os H. Dum\u00e9ry, no son ateos de Dios; son ateos de alguien. Ahora bien, rechazar al Dios de determinadas religiones no elimina esa \u00abreligi\u00f3n despu\u00e9s de las religiones\u00bb (M. Gauchet), esa presencia originante del Misterio en la persona, esa \u00abreligaci\u00f3n al poder de lo real\u00bb (X. Zubiri) de la que las diferentes religiones son plasmaciones hist\u00f3ricas y culturales. Y esa presencia, elusiva para creyentes y no creyentes, puede ser presentida e incluso reconocida, acogida y vivida al margen de las religiones establecidas y de sus pr\u00e1cticas institucionales, originando as\u00ed diferentes tipos posibles de oraci\u00f3n, pararreligiosa, postreligiosa, o que utilice ecos de una tradici\u00f3n religiosa que el sujeto ya no es capaz de hacer plenamente suya.<\/p>\n\n
\nLos hechos que resume la expresi\u00f3n \u00abexperiencias de trascendencia\u00bb, atestiguados en no pocas encuestas, nos procuran un apoyo a la aceptaci\u00f3n de las formas de oraci\u00f3n a que venimos refiri\u00e9ndonos. De acuerdo con esas encuestas, hay un n\u00famero considerable de personas que reconocen haber vivido experiencias de contacto con una realidad enteramente superior a ellas mismas y a todo lo mundano, reconociendo en esa realidad a Dios en algunos casos y sin identificarla expresamente con \u00e9l en otros.
\nSe trata de experiencias que ponen al sujeto en contacto con el limite de lo mundano y le permiten asomarse al m\u00e1s all\u00e1 de misterio que rodea el mundo de la ciencia, la t\u00e9cnica y la mirada de la vida diaria. Sus formas son muy variadas y est\u00e1n siendo objeto de estudios minuciosos. En algunos casos pueden constituir verdaderas formas de oraci\u00f3n no expl\u00edcitamente religiosa, predisponer a ellas o suscitarlas. Sospecho que no pocos de los sujetos no religiosos o ateos de nuestras encuestas que declaran orar se refieren a hechos de esta naturaleza. En algunos casos tales experiencias pueden originar lo que los estudios actuales del fen\u00f3meno m\u00edstico denominan formas de m\u00edstica profana. La \u00abm\u00edstica de la cotidianidad\u00bb a la que se refer\u00eda K. Rahner y lo que \u00e9l denominaba \u00abexperiencias de Dios en la vida cotidiana\u00bb abren otro amplio campo a posibles formas de oraci\u00f3n vividas bajo formas no expresamente religiosas e incluso\u00a0ateas<\/em>\u00a0en el terreno de las formulaciones expresas.
\n
\nPor otra parte, los textos de las tradiciones religiosas nos orientan en la misma direcci\u00f3n cuando desautorizan determinadas expresiones de oraci\u00f3n religiosa: \u00abNo todo el que dice; Se\u00f1or, Se\u00f1or, entrar\u00e1 en el Reino de los cielos\u00bb; \u00abMisericordia quiero y no sacrificios\u00bb; y, en cambio, afirman que el encuentro con Dios tiene lugar en la ayuda, el servicio y el amor a los hermanos: \u00abCuanto hicisteis a los m\u00e1s peque\u00f1os a m\u00ed me lo hicisteis\u00bb; \u00abTuve hambre y me disteis de comer…\u00bb.
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\n <\/p>\n\n
\nUn \u00faltimo apunte sobre la cuesti\u00f3n del sentido puesto que, sin duda, constituye uno de los puntos de partida fundamentales tanto para la educaci\u00f3n a la fe de los j\u00f3venes, en general, como para la educaci\u00f3n de la oraci\u00f3n, en particular.
\nEn la cuesti\u00f3n del sentido se hace presente a la conciencia humana ese rasgo peculiar de su condici\u00f3n que hace que el hombre nunca coincida consigo mismo, est\u00e9 habitado por una desproporci\u00f3n interior que le hace juzgar todo lo que hace, piensa, realiza y es a la luz de un criterio, de un ideal siempre presente, pero siempre inalcanzado; una especie de horizonte que envuelve todo el discurrir de sus d\u00edas y lo orienta sin dejarse alcanzar en ning\u00fan momento.
\n
\nPor eso la presencia del sentido de la vida es enteramente singular y cabe hacerse la pregunta que encabeza este comentario final, pues las caracter\u00edsticas que presenta el hecho del sentido nos inclinan a pensar que cuando en la vida de muchas personas, y por mil razones que pueden ser hist\u00f3ricas, sociales, culturales, personales, y tambi\u00e9n \u2014en algunos casos\u2014 religiosas y eclesiales, se ha apagado el resplandor del rostro de Dios; cuando se ha ausentado su presencia y se ha callado el eco de su nombre, tal vez entonces la cuesti\u00f3n del sentido hace posible que alguna luz, aunque sea mortecina, siga brillando en la oscuridad, que el eclipse de Dios no sea total o, si\u00e9ndolo, se deje percibir como tal.
\nPara cu\u00e1ntas personas todo eso del sentido puede ser la mecha humeante que les impide sumirse en una desesperaci\u00f3n completa o les abre resquicios en un pensamiento que se dispone a cerrar el c\u00edrculo de un sistema de explicaci\u00f3n que no deje nada fuera de s\u00ed. Tal vez en los momentos de crisis de pr\u00e1cticas religiosas m\u00e1s complicadas debamos apreciar lo valioso de esa definici\u00f3n m\u00ednima de religi\u00f3n que alguien formula en estos t\u00e9rminos: \u00abel dogma relativamente modesto de que Dios no est\u00e1 loco\u00bb. Y esa es, en definitiva, la creencia que alienta por debajo de la pregunta del sentido.
\n
\nIndudablemente preguntarse por el\u00a0sentido<\/em>\u00a0es lanzar al m\u00e1s all\u00e1 un cable que s\u00f3lo del m\u00e1s all\u00e1 ha podido venirnos. Echar de menos razones para vivir, reconocer que vale la pena haber vivido, son otras tantas formas de honrar la Presencia de aquel que muchas veces oculta su nombre y s\u00f3lo se deja atisbar a trav\u00e9s de la huella de una ausencia.\u00a0\u00a1
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\nJuan Mart\u00edn Velasco<\/strong>[\/vc_column_text][\/vc_column][\/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]PIE AUTOR
\nJuan Mart\u00edn Velasco<\/strong>\u00a0es director del Instituto Superior de Pastoral (Madrid).<\/em>
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\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO
\nJunto a la intensa crisis de la religi\u00f3n en Espa\u00f1a, los estudios sobre el tema se\u00f1alan c\u00f3mo muchos j\u00f3venes, sin embargo, dicen recurrir frecuentemente a la oraci\u00f3n. Una vez situado el dato, el autor analiza la relaci\u00f3n entre oraci\u00f3n, religi\u00f3n y fe, centr\u00e1ndose en el significado de algunas formas de la primera que, aunque dif\u00edciles de interpretar, apuntan a una especie de \u00abvida religiosa\u00bb en la pregunta por el\u00a0sentido<\/em>\u00a0apuntar\u00eda hacia una forma de presencia callada de Dios.
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\n
\nLos muchos y excelentes estudios sobre la situaci\u00f3n religiosa de los j\u00f3venes ponen de manifiesto un hecho extra\u00f1o. Por una parte, en ellos se refleja en toda su crudeza y con la mayor intensidad la crisis de la religi\u00f3n que afecta al conjunto de las sociedades desarrolladas, y m\u00e1s particularmente, a las de Europa. Se trata de una crisis que afecta, en primer lugar, a la pr\u00e1ctica institucionalmente regulada por las jerarqu\u00edas eclesi\u00e1sticas; en segundo lugar, al cr\u00e9dito de las Iglesias y a su capacidad para orientar la vida personal, social, espiritual e incluso religiosa de las personas; de una crisis, por fin, que parece afectar m\u00e1s profundamente a la vida misma de la fe de los sujetos.
\n
\nEn efecto, la crisis de la pr\u00e1ctica y las instituciones religiosas y la secularizaci\u00f3n de la sociedad y la cultura parecen estar produciendo una \u00abcrisis de Dios\u00bb que tiene su manifestaci\u00f3n m\u00e1s clara en la extensi\u00f3n de la increencia, sobre todo bajo la forma de la indiferencia religiosa. Recordemos como manifestaci\u00f3n extrema de este hecho que en la \u00faltima encuesta sobre los j\u00f3venes espa\u00f1oles, el 32% de ellos se identifican con la expresi\u00f3n: \u00abNo s\u00e9 si Dios existe; no tengo motivos para creer en el\u00bb; El 24% est\u00e1 de acuerdo con la afirmaci\u00f3n: \u00abPaso de Dios. No me interesa el tema\u00bb; y el 22, 4% hace suya la expresi\u00f3n: \u00abPara m\u00ed Dios no existe\u00bb.
\nJunto a estos datos, las mismas encuestas se\u00f1alan la existencia de un n\u00famero considerable de adultos y j\u00f3venes que dicen recurrir con relativa frecuencia a diferentes formas de oraci\u00f3n, al margen de las celebraciones establecidas por la Iglesia.
\n
\nDesde que estos datos comenzaron a aparecer en las encuestas, primero los soci\u00f3logos y despu\u00e9s los lectores de sus estudios vienen confesando la extra\u00f1eza que les produce un hecho tan an\u00f3malo. Esa extra\u00f1eza inicial viene dando lugar a interpretaciones y valoraciones contrapuestas. A unos, la presencia de la oraci\u00f3n les lleva a relativizar y hasta minimizar la existencia y el alcance de la crisis religiosa. A otros, los datos que evidencian la crisis les llevan a buscar para los relativos a la oraci\u00f3n explicaciones que confirmar\u00edan la extensi\u00f3n y la profundidad de la crisis religiosa. Las p\u00e1ginas que siguen pretenden ofrecer desde la fenomenolog\u00eda de la religi\u00f3n algunas consideraciones que ayuden a interpretar y evaluar el fen\u00f3meno en cuesti\u00f3n.
\n
\n <\/p>\n\n
\nEl hecho al que se refieren los datos aparentemente contradictorios tiene un precedente que tal vez pueda servir de marco para su an\u00e1lisis. Desde hace varios decenios viene observ\u00e1ndose que el proceso de secularizaci\u00f3n de las sociedades avanzadas, primero de los factores de la crisis religiosa, no ha conducido, contra las previsiones de muchos estudios te\u00f3ricos, a la desaparici\u00f3n de la religi\u00f3n, sino a esos fen\u00f3menos, extra\u00f1os a primera vista, que son la \u00abeclosi\u00f3n\u00bb de lo sagrado en estado silvestre, la proliferaci\u00f3n de nuevos movimientos religiosos y nuevas formas de religiosidad, y la diseminaci\u00f3n de lo sagrado en las sociedades secularizadas.
\n
\nEn relaci\u00f3n con este fen\u00f3meno se han ofrecido varias explicaciones. Seg\u00fan la primera, la crisis de las religiones institucionalizadas y de las Iglesias que las representan y las gestionan puede no significar crisis de la religi\u00f3n y de la religiosidad personal de los miembros de esas Iglesias. Podr\u00eda incluso ser una manifestaci\u00f3n de esa religiosidad que las instituciones religiosas gestionan, en la medida en que tales instituciones podr\u00edan no estar siendo fieles a la causa a la que sirven, y las nuevas manifestaciones \u00abespont\u00e1neas\u00bb de lo religioso podr\u00edan ser nuevos cauces que est\u00e1 abriendo la necesidad de religiosidad presente en el sujeto que la crisis institucional no es capaz de eliminar. Para otros int\u00e9rpretes, las nuevas manifestaciones de la religiosidad ser\u00edan la m\u00e1s clara expresi\u00f3n de la marginalidad de la religi\u00f3n en la actual situaci\u00f3n sociocultural y, por tanto, de la profundidad de la crisis que padece.
\n
\nNo faltan quienes, fij\u00e1ndose sobre todo en el cambio religioso de los \u00faltimos decenios, y subrayando determinados rasgos peculiares de las nuevas formas de religi\u00f3n: parentesco con la magia y el esoterismo, tendencia a la organizaci\u00f3n sectaria, orientaci\u00f3n de las mismas hacia la satisfacci\u00f3n de necesidades de determinados grupos poco adaptados a la nueva situaci\u00f3n sociocultural, y frecuentes distorsiones en la forma de entender y vivir lo sagrado, denuncian esas nuevas formas de religiosidad como perversiones de la religi\u00f3n, reducida a medio de satisfacci\u00f3n de determinadas necesidades humanas, y la consecuencia pr\u00e1ctica de la reducci\u00f3n antropol\u00f3gica de la religi\u00f3n imperante, en el terreno te\u00f3rico, en el pensamiento moderno desde L. Feuerbach.
\nSituado el hecho que nos ocupa en este marco m\u00e1s amplio, se impone, para avanzar en la interpretaci\u00f3n, evaluaci\u00f3n y discernimiento del mismo, un an\u00e1lisis m\u00e1s detenido de los datos que lo configuran.
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\n <\/p>\n\n
\nEn la encuesta\u00a0Valores 2000,\u00a0<\/em>el 61% de los encuestados dicen tener momentos de oraci\u00f3n. Por otra parte, reconocen tener esos momentos el 32% de personas no religiosas, el 20% de indiferentes y agn\u00f3sticos y el 14% de no creyentes y ateos. En cuanto a la frecuencia de esos momentos los practican semanalmente el 39% del total. Por edades, los comprendidos entre dieciocho y veinticuatro a\u00f1os oran una vez a la semana, el 17%, una vez al mes, el 20%. Los de 25 a 34 a\u00f1os oran una vez a la semana el 29% y una vez al mes, el 15%.
\nLa encuesta\u00a0J\u00f3venes 99\u00a0<\/em>permite descubrir las formas que reviste la oraci\u00f3n de los encuestados, al margen de la pr\u00e1ctica del culto. As\u00ed, el 39% de los que oran lo hacen con el rezo del padrenuestro y el avemar\u00eda. El 38% oran de forma libre y espont\u00e1nea; el 45% lo hace para pedir ayuda; lo hacen dedicados a la meditaci\u00f3n y contemplaci\u00f3n, el 20,5%; mediante lectura meditada, el 13,5%; con oraci\u00f3n de acci\u00f3n de gracias el 23, 9%; y con oraci\u00f3n comunitaria con amigos, el 14,1%. Dicen no rezar nunca el 44%.
\n
\nBasta comparar estas cifras con las relativas a la creencia en Dios, a la pr\u00e1ctica del culto, a la confianza en la Iglesia, a la identificaci\u00f3n con expresiones de agnosticismo, indiferencia y ate\u00edsmo, para ver la importancia de las cifras relativas a la oraci\u00f3n que acabamos de resumir. Pero \u00bfqu\u00e9 significan tales cifras? \u00bfQu\u00e9 indican sobre la religiosidad o la fe de quienes est\u00e1n reflejados en ellas? Para responder a tales cuestiones me parece indispensable ofrecer un resumen de las conclusiones de la fenomenolog\u00eda de la religi\u00f3n sobre la oraci\u00f3n y su lugar en el conjunto del fen\u00f3meno religioso.
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\n <\/p>\n\n
\nLa oraci\u00f3n es una de las mediaciones m\u00e1s universales de la vida religiosa. Es, adem\u00e1s, la mediaci\u00f3n m\u00e1s pr\u00f3xima a la actitud religiosa de respuesta al misterio de la que todas las mediaciones surgen. De ah\u00ed que se haya podido afirmar, parafraseando una expresi\u00f3n de Santo Tom\u00e1s, que la oraci\u00f3n es la puesta en acto, la puesta ejercicio de la religi\u00f3n o de la fe, o, en t\u00e9rminos figurados, la hija primera de la religi\u00f3n. Una hija que, si bien vive de la madre y se nutre de su influjo, en algunas ocasiones asume la tarea de nutrir y alimentar a su madre. La importancia de la oraci\u00f3n para la vida religiosa explica el lugar preponderante que ocupa en todas las religiones. Bajo la forma de la llamada oraci\u00f3n oficial y asociada al culto, la oraci\u00f3n es con frecuencia el medio por excelencia para el ejercicio, el mantenimiento y la consolidaci\u00f3n de la identidad de las comunidades, como sucede en el cristianismo con la celebraci\u00f3n de los sacramentos y especial la Eucarist\u00eda.
\n
\nPero la oraci\u00f3n oficial y comunitaria no agotan las posibilidades de la oraci\u00f3n. Por una parte, las instituciones religiosas recomiendan o imponen a sus miembros diferentes formas de oraci\u00f3n privada que jalonan el transcurso de la vida ordinaria, y les dota de las f\u00f3rmulas precisas para ello. Por otra parte, la presencia del misterio en las personas religiosas y en sus vidas suscita en ellas anhelos y experiencias que tienen su cauce normal de expresi\u00f3n en el recurso privado a f\u00f3rmulas oficiales de oraci\u00f3n, o en oraciones espont\u00e1neas en las que el sujeto expresa la presencia que origina su vida religiosa y que la ponen en relaci\u00f3n con las circunstancias por las que discurre su vida. De ah\u00ed, la enorme variedad de formas de oraci\u00f3n:\u00a0\u00a0de petici\u00f3n, de alabanza, de petici\u00f3n de perd\u00f3n, de queja, de acci\u00f3n de gracias, que llenan las p\u00e1ginas de los textos sagrados, que constituyen lo mejor de las tradiciones y que se hacen presentes en la vida de todas las personas religiosas.
\nTras este inciso tan elemental como inevitable, volvamos a los datos de las encuestas sobre la presencia de la oraci\u00f3n.
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\n <\/p>\n\n
Dificultad para valorarla<\/h2>\n
\nLa comparaci\u00f3n de las cifras\u00a0<\/strong>sobre la oraci\u00f3n con las relativas a la pr\u00e1ctica religiosa permiten concluir, en primer lugar, que los cat\u00f3licos practicantes viven y expresan su fe recurriendo, adem\u00e1s de a las celebraciones oficiales, al ejercicio de algunas formas de oraci\u00f3n personal. Por otra parte, el n\u00famero notablemente mayor de personas que oran, en comparaci\u00f3n con el de los practicantes, muestra que muchas personas que han abandonado o est\u00e1n abandonando la frecuentaci\u00f3n de las celebraciones dominicales siguen recurriendo a la oraci\u00f3n personal como expresi\u00f3n de una religiosidad que esas celebraciones no agotan. Adem\u00e1s, el n\u00famero de los que para la oraci\u00f3n privada recurren a f\u00f3rmulas tradicionales, tales como padrenuestro y el avemar\u00eda, muestra la existencia de una conexi\u00f3n importante con la instituci\u00f3n religiosa y la tradici\u00f3n de la iglesia tras haber roto con la pr\u00e1ctica habitual del culto impuesto y regulado por ella.
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\nEl enunciado de la cuesti\u00f3n a la que responde ese 35% de encuestados: \u00abrezo del padrenuestro o del avemar\u00eda\u00bb y lo que esa expresi\u00f3n evoca de los h\u00e1bitos del catolicismo tradicional parecer\u00edan remitir a una practica anclada en la costumbre y expuesta a la rutina. Sin embargo, la permanencia de esa costumbre contra el viento y la marea de las condiciones de vida actuales, la calidad de las f\u00f3rmulas empleadas, y la existencia de alt\u00edsimas formas de oraci\u00f3n ligadas a la pr\u00e1ctica de la oraci\u00f3n vocal en no pocas personas invita a la prudencia y a evitar juicios apresurados sobre la falta de calidad de la oraci\u00f3n de las personas que las utilizan.
\nLa cifra m\u00e1s alta de los j\u00f3venes que oran est\u00e1 representada por los que rezan para \u00abpedir ayuda\u00bb (46%). El dato se corresponde con otro que muestra un n\u00famero significativo de personas que acuden a la pr\u00e1ctica religiosa especialmente en situaciones de necesidad. A mi modo de ver, se explica por el hecho de que la petici\u00f3n es la forma m\u00e1s extendida de oraci\u00f3n, hasta el punto de que rezar es para algunos sin\u00f3nimo de pedir, y la petici\u00f3n de bienes convenientes ha pasado a formar parte de numerosas y muy extendidas definiciones de oraci\u00f3n. Aqu\u00ed, la oraci\u00f3n, m\u00e1s que ser la expresi\u00f3n de una necesidad profunda del sujeto, parece ser el recurso para responder a necesidades inmediatas cuando otros recursos se han mostrado ineficaces, o para apoyar la eficacia de los recursos \u00abnaturales\u00bb.
\n
\n\u00bfDenota la pervivencia de esta forma de oraci\u00f3n que quienes la emplean est\u00e9n viviendo una religiosidad puramente funcional que convierta a Dios en undeus ex machina<\/em>, le ponga al servicio de sus intereses, y proceda de una actitud m\u00e1s m\u00e1gica que religiosa? Sin duda, es posible que sea as\u00ed; pero la presencia constante de la oraci\u00f3n de petici\u00f3n en las p\u00e1ginas de la Escritura, y la posibilidad de que la petici\u00f3n exprese una actitud de verdadera confianza, dando as\u00ed lugar a una verdadera oraci\u00f3n, nos impide generalizar la sospecha y descalificar desde el punto de vista religioso a los que mantienen esta forma de conexi\u00f3n con la tradici\u00f3n cristiana. Por otra parte, resulta imposible saber si el 23,9% de los que oran bajo la forma de la acci\u00f3n de gracias recurre a este tipo de oraci\u00f3n en conexi\u00f3n con la oraci\u00f3n de petici\u00f3n: para agradecer a Dios los dones recibidos, o para captar la benevolencia de aqu\u00e9l a quien se recurre, o si, por el contrario, su acci\u00f3n de gracias se dirige a Dios mismo y a su gloria y constituye, por tanto, una forma particular de oraci\u00f3n de alabanza.
\n
\nLa \u00aboraci\u00f3n libre y espont\u00e1nea\u00bb a la que se refieren m\u00e1s del 38% de los encuestados podr\u00eda ser un indicio de esa \u00abdesregulaci\u00f3n del creer\u00bb, es decir, de esa tendencia al establecimiento de mediaciones personales, no reguladas por la instituci\u00f3n, que destacan numerosos soci\u00f3logos como caracter\u00edstica de la religi\u00f3n contempor\u00e1nea. Por otra parte, el recurso a la \u00abmeditaci\u00f3n, contemplaci\u00f3n\u00bb (20,5%) y \u00ablectura meditada\u00bb (13,5%) podr\u00eda ser una muestra de la extensi\u00f3n de m\u00e9todos\u00a0orientalizantes<\/em>\u00a0entre no pocos cristianos occidentales. Sin embargo, la existencia de estas formas de oraci\u00f3n en la mejor tradici\u00f3n cristiana nos fuerza una vez m\u00e1s a evitar extrapolaciones con un apoyo tan tenue en los datos. M\u00e1s razonable parece, en cambio, sospechar en estas tres formas de oraci\u00f3n la existencia de personas m\u00e1s decididamente separadas de la religi\u00f3n oficial y que buscan en ellas la expresi\u00f3n de necesidades religiosas que las instituciones no satisfacen.
\nEsta \u00faltima observaci\u00f3n nos introduce en una cuesti\u00f3n espinosa a la que remiten no pocas interpretaciones de los datos que comentamos.
\n
\n <\/p>\n\n
\nCon frecuencia se recurre a la presencia en el sujeto de una necesidad religiosa para explicar la existencia de la oraci\u00f3n en situaciones de crisis de las religiones. De tal necesidad dar\u00edan testimonio las numerosas formas de oraci\u00f3n descritas hasta ahora y sobre todo el n\u00famero nada desde\u00f1able de personas que confiesan recurrir a diferentes formas de oraci\u00f3n, al mismo tiempo que se declaran no religiosas, agn\u00f3sticas y ateas.
\n
\nLa historia de las religiones est\u00e1 llena de im\u00e1genes en las que los sujetos expresan la relaci\u00f3n con Dios de la que viven en t\u00e9rminos de una necesidad primaria: el hambre, la sed, la inquietud constante, la pregunta radical. La vida religiosa en su conjunto aparece en los mismos textos como el conjunto de medios con los que la humanidad ha ido respondiendo a esa sed que la abrasa, a ese hambre que la devora. La oraci\u00f3n, mediaci\u00f3n m\u00e1s cercana al ejercicio de la actitud de la que surge la vida religiosa, ha producido en muchas ocasiones hermosas expresiones de la experiencia de tal necesidad: \u00abMi alma tiene sed de ti\u00bb; \u00abmi carne tiene ansia de ti\u00bb. Tal vez por eso, cuando se han derrumbado numerosas manifestaciones de la vida religiosa, la oraci\u00f3n permanece como el \u00faltimo testigo de la permanencia de la necesidad de Dios connatural al hombre. Pero \u00bflo es siempre?\u00bf Qu\u00e9 condiciones ha de tener la oraci\u00f3n para ser expresi\u00f3n de una necesidad aut\u00e9nticamente religiosa?
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\nComencemos por anotar la ambig\u00fcedad que comporta el lenguaje de la necesidad aplicado a la vivencia de la relaci\u00f3n religiosa. Por una parte, expresa muy vivamente la radicalidad de esa vivencia, la implicaci\u00f3n extrema del sujeto en ella, la importancia decisiva de la realidad a la que se refiere para la vida de la persona. Sin embargo, varios rasgos de la vivencia de la necesidad muestran su inadecuaci\u00f3n para expresar lo peculiar de la relaci\u00f3n religiosa.
\nEn efecto, la necesidad en el hombre remite a una carencia que le vuelca inexorablemente hacia un objeto capaz de satisfacerla. El hombre no dispone apenas de libertad para responder a sus necesidades. Las respuestas a nuestras necesidades se desencadenan en nosotros sin que seamos plenamente due\u00f1os de ellas. Por otra parte, la necesidad tiene su origen en el hombre y produce una relaci\u00f3n que tiene en \u00e9l su centro. De ah\u00ed que los sujetos religiosos, aunque se sirvan metaf\u00f3ricamente del lenguaje de la necesidad, prefieran el del deseo.
\nEl deseo es ya una tendencia asumida por el sujeto e integrada en su dinamismo espiritual. Adem\u00e1s, dice relaci\u00f3n al otro y la presencia de \u00e9ste requiere renunciar a hacer de \u00e9l el objeto de la propia tendencia, requiere la renuncia a convertirlo en objeto. El \u00e1mbito del deseo es por eso m\u00e1s propicio para la experiencia y la expresi\u00f3n de la relaci\u00f3n con el Misterio, realidad totalmente otra en relaci\u00f3n con el hombre e inaccesible a la relaci\u00f3n sujeto-objeto.
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\nLa peculiaridad del t\u00e9rmino de la relaci\u00f3n religiosa ha llevado a los propios sujetos religiosos y a los estudiosos de la religi\u00f3n a matizar el mismo lenguaje del deseo como expresi\u00f3n de la vivencia de la relaci\u00f3n religiosa. Frente a los muchos deseos que el hombre tiene, el sujeto religioso habla de lo que de verdad \u00abdesea tu coraz\u00f3n\u00bb (San Juan de la Cruz), del deseo que el hombre es, del \u00abdeseo natural de Dios\u00bb en que el hombre consiste. Se trata de un deseo que m\u00e1s que tener en Dios su objeto tiene en \u00e9l su ra\u00edz, y que, por tanto, no tiene en el hombre su centro, al que Dios vendr\u00eda a saciar, sino en Dios, cuya presencia en la ra\u00edz del sujeto imprime en \u00e9l una tendencia hacia s\u00ed que le dota de una fuerza de atracci\u00f3n espiritual que orienta el conjunto de su vida.
\nEl deseo-nostalgia de Dios (Nicol\u00e1s de Cusa) hace, pues, del hombre un ser-para-Dios, un ser que no puede llegar a su perfecci\u00f3n m\u00e1s que por el don libre de s\u00ed mismo de quien ha puesto en \u00e9l ese deseo; un ser que aspira a ser algo que s\u00f3lo puede hacerse realidad por la donaci\u00f3n de aquel a quien su deseo aspira.
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\nEl vuelco que esta comprensi\u00f3n del deseo de Dios supone en la vivencia de la relaci\u00f3n religiosa tiene un nombre preciso. Es la actitud teologal por la que el sujeto reconoce la presencia que lo origina y consiente libremente a ella. En esa actitud tenemos el criterio para discernir cu\u00e1ndo la necesidad en relaci\u00f3n con Dios es religiosa y cu\u00e1ndo, por m\u00e1s \u00e1vidamente que se viva y se exprese, no es m\u00e1s que suced\u00e1neo que la pervierte. En ella tenemos el criterio para discernir si las diferentes formas de oraci\u00f3n, presuntas expresiones de la necesidad religiosa, son intentos del sujeto por apropiarse de Dios y ponerlo a su servicio y, por tanto, la \u00faltima manifestaci\u00f3n de la crisis de Dios en que desemboca la crisis religiosa, o medio por el que el sujeto consiente a la presencia originante y expresi\u00f3n de su deseo de vivir de acuerdo con ella.
\nNaturalmente, tal criterio, te\u00f3ricamente claro, no permite decidir con la misma claridad cu\u00e1ndo la actitud y el comportamiento de un sujeto determinado encarna una o la otra postura. Cu\u00e1ndo la practica religiosa, la crisis de esa pr\u00e1ctica y la ausencia o presencia de la oraci\u00f3n tras esa crisis es manifestaci\u00f3n de fe o expresi\u00f3n de increencia.
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\nEs el caso m\u00e1s sorprendente de la situaci\u00f3n aparentemente an\u00f3mala que venimos describiendo. Si la oraci\u00f3n es \u00abpuesta en acto de la fe\u00bb \u00bfc\u00f3mo se explica la oraci\u00f3n de quien se declara no creyente? La clave de la respuesta a este aparente enigma est\u00e1 en la dificultad a la que acabamos de aludir para identificar tanto al creyente como al no creyente. \u00abS\u00f3lo Dios conoce a los suyos\u00bb, dec\u00eda san Agust\u00edn. Por eso es posible que alguien que se confiesa no creyente se dirija, como Unamuno, al Dios al que te\u00f3ricamente niega con palabras como estas: \u00abOye mi ruego, t\u00fa, Dios que no existes \/ y en tu nada recoge estas mis quejas\u00bb. Realmente no sabemos c\u00f3mo ora ese elevado n\u00famero de personas contempor\u00e1neas nuestras que dicen recurrir a la oraci\u00f3n, al mismo tiempo que se declaran no religiosos, agn\u00f3sticos o ateos.
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\nPero no podemos descalificar\u00a0a priori<\/em>\u00a0su declaraci\u00f3n sobre la oraci\u00f3n como un abuso del lenguaje ni su oraci\u00f3n como necesariamente inaut\u00e9ntica. La raz\u00f3n es sencilla. Su declaraci\u00f3n de ate\u00edsmo puede referirse a la figura del Dios que representan unas religiones con las que esas personas han vivido o viven un conflicto personal. Los ateos, dijo ya hace muchos a\u00f1os H. Dum\u00e9ry, no son ateos de Dios; son ateos de alguien. Ahora bien, rechazar al Dios de determinadas religiones no elimina esa \u00abreligi\u00f3n despu\u00e9s de las religiones\u00bb (M. Gauchet), esa presencia originante del Misterio en la persona, esa \u00abreligaci\u00f3n al poder de lo real\u00bb (X. Zubiri) de la que las diferentes religiones son plasmaciones hist\u00f3ricas y culturales. Y esa presencia, elusiva para creyentes y no creyentes, puede ser presentida e incluso reconocida, acogida y vivida al margen de las religiones establecidas y de sus pr\u00e1cticas institucionales, originando as\u00ed diferentes tipos posibles de oraci\u00f3n, pararreligiosa, postreligiosa, o que utilice ecos de una tradici\u00f3n religiosa que el sujeto ya no es capaz de hacer plenamente suya.<\/p>\n\n
\nLos hechos que resume la expresi\u00f3n \u00abexperiencias de trascendencia\u00bb, atestiguados en no pocas encuestas, nos procuran un apoyo a la aceptaci\u00f3n de las formas de oraci\u00f3n a que venimos refiri\u00e9ndonos. De acuerdo con esas encuestas, hay un n\u00famero considerable de personas que reconocen haber vivido experiencias de contacto con una realidad enteramente superior a ellas mismas y a todo lo mundano, reconociendo en esa realidad a Dios en algunos casos y sin identificarla expresamente con \u00e9l en otros.
\nSe trata de experiencias que ponen al sujeto en contacto con el limite de lo mundano y le permiten asomarse al m\u00e1s all\u00e1 de misterio que rodea el mundo de la ciencia, la t\u00e9cnica y la mirada de la vida diaria. Sus formas son muy variadas y est\u00e1n siendo objeto de estudios minuciosos. En algunos casos pueden constituir verdaderas formas de oraci\u00f3n no expl\u00edcitamente religiosa, predisponer a ellas o suscitarlas. Sospecho que no pocos de los sujetos no religiosos o ateos de nuestras encuestas que declaran orar se refieren a hechos de esta naturaleza. En algunos casos tales experiencias pueden originar lo que los estudios actuales del fen\u00f3meno m\u00edstico denominan formas de m\u00edstica profana. La \u00abm\u00edstica de la cotidianidad\u00bb a la que se refer\u00eda K. Rahner y lo que \u00e9l denominaba \u00abexperiencias de Dios en la vida cotidiana\u00bb abren otro amplio campo a posibles formas de oraci\u00f3n vividas bajo formas no expresamente religiosas e incluso\u00a0ateas<\/em>\u00a0en el terreno de las formulaciones expresas.
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\nPor otra parte, los textos de las tradiciones religiosas nos orientan en la misma direcci\u00f3n cuando desautorizan determinadas expresiones de oraci\u00f3n religiosa: \u00abNo todo el que dice; Se\u00f1or, Se\u00f1or, entrar\u00e1 en el Reino de los cielos\u00bb; \u00abMisericordia quiero y no sacrificios\u00bb; y, en cambio, afirman que el encuentro con Dios tiene lugar en la ayuda, el servicio y el amor a los hermanos: \u00abCuanto hicisteis a los m\u00e1s peque\u00f1os a m\u00ed me lo hicisteis\u00bb; \u00abTuve hambre y me disteis de comer…\u00bb.
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\nUn \u00faltimo apunte sobre la cuesti\u00f3n del sentido puesto que, sin duda, constituye uno de los puntos de partida fundamentales tanto para la educaci\u00f3n a la fe de los j\u00f3venes, en general, como para la educaci\u00f3n de la oraci\u00f3n, en particular.
\nEn la cuesti\u00f3n del sentido se hace presente a la conciencia humana ese rasgo peculiar de su condici\u00f3n que hace que el hombre nunca coincida consigo mismo, est\u00e9 habitado por una desproporci\u00f3n interior que le hace juzgar todo lo que hace, piensa, realiza y es a la luz de un criterio, de un ideal siempre presente, pero siempre inalcanzado; una especie de horizonte que envuelve todo el discurrir de sus d\u00edas y lo orienta sin dejarse alcanzar en ning\u00fan momento.
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\nPor eso la presencia del sentido de la vida es enteramente singular y cabe hacerse la pregunta que encabeza este comentario final, pues las caracter\u00edsticas que presenta el hecho del sentido nos inclinan a pensar que cuando en la vida de muchas personas, y por mil razones que pueden ser hist\u00f3ricas, sociales, culturales, personales, y tambi\u00e9n \u2014en algunos casos\u2014 religiosas y eclesiales, se ha apagado el resplandor del rostro de Dios; cuando se ha ausentado su presencia y se ha callado el eco de su nombre, tal vez entonces la cuesti\u00f3n del sentido hace posible que alguna luz, aunque sea mortecina, siga brillando en la oscuridad, que el eclipse de Dios no sea total o, si\u00e9ndolo, se deje percibir como tal.
\nPara cu\u00e1ntas personas todo eso del sentido puede ser la mecha humeante que les impide sumirse en una desesperaci\u00f3n completa o les abre resquicios en un pensamiento que se dispone a cerrar el c\u00edrculo de un sistema de explicaci\u00f3n que no deje nada fuera de s\u00ed. Tal vez en los momentos de crisis de pr\u00e1cticas religiosas m\u00e1s complicadas debamos apreciar lo valioso de esa definici\u00f3n m\u00ednima de religi\u00f3n que alguien formula en estos t\u00e9rminos: \u00abel dogma relativamente modesto de que Dios no est\u00e1 loco\u00bb. Y esa es, en definitiva, la creencia que alienta por debajo de la pregunta del sentido.
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\nIndudablemente preguntarse por el\u00a0sentido<\/em>\u00a0es lanzar al m\u00e1s all\u00e1 un cable que s\u00f3lo del m\u00e1s all\u00e1 ha podido venirnos. Echar de menos razones para vivir, reconocer que vale la pena haber vivido, son otras tantas formas de honrar la Presencia de aquel que muchas veces oculta su nombre y s\u00f3lo se deja atisbar a trav\u00e9s de la huella de una ausencia.\u00a0\u00a1
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\nJuan Mart\u00edn Velasco<\/strong>[\/vc_column_text][\/vc_column][\/vc_row]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"