{"id":11861,"date":"2000-10-01T12:10:53","date_gmt":"2000-10-01T10:10:53","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=11861"},"modified":"2000-10-01T12:10:53","modified_gmt":"2000-10-01T10:10:53","slug":"la-praxis-e-identidad-cristianas-el-cambio-de-un-modelo","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/la-praxis-e-identidad-cristianas-el-cambio-de-un-modelo\/","title":{"rendered":"La praxis e identidad cristianas: el cambio de un modelo"},"content":{"rendered":"
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\nJuan Antonio Estrada<\/strong>\u00a0es profesor de la Universidad de Granada.<\/em>
\n
\nS\u00cdNTESIS DEL ART\u00cdCULO:
\nLos profundos cambios culturales que culminan en el siglo XX han provocado una no menos profunda crisis en el catolicismo. De ah\u00ed la urgente \u00abnecesidad de reorientar la praxis cristiana de cara al tercer milenio\u00bb. El autor afronta esta tem\u00e1tica sugiriendo un \u00abcambio de modelo\u00bb en la identidad y praxis cristianas que, en definitiva, oriente la fe en la direcci\u00f3n de una verdadera \u00abopci\u00f3n por la vida\u00bb.
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\n
\nEl \u00faltimo siglo del milenio se inici\u00f3 con un anuncio dr\u00e1stico: el de la muerte de Dios en la conciencia de Occidente. Nietzsche, que muri\u00f3 en mil novecientos, fue el visionario que supo captar el proceso que se hab\u00eda iniciado en Europa. La fe en Dios ha sido el eje vertebral del Occidente cristiano durante casi dos milenios. La religi\u00f3n ejerc\u00eda funciones esenciales en la sociedad y respond\u00eda a las preguntas \u00faltimas del hombre sobre el sentido de la vida, el significado de la muerte, y los valores orientadores de la conducta moral y la praxis social. Adem\u00e1s ofrec\u00eda motivaciones para afrontar el sufrimiento y luchar contra el mal, y aseguraba la cohesi\u00f3n social y una identidad individual clara y estable. Por eso, la religi\u00f3n era necesaria e irreemplazable. No hab\u00eda alternativa alguna que pudiera suplirla y toda la cultura era inevitablemente cristiana. De ah\u00ed, la importancia de la muerte de Dios que dejaba de ser el referente personal y cultural en torno al cual se hab\u00eda construido Europa y Occidente. Nietzsche lo comparaba a la ca\u00edda del sol, que arrastrar\u00eda consigo al sistema que se hab\u00eda formado en torno a \u00e9l.
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\n <\/p>\n\n
\nLa muerte de Dios en la cultura occidental se integr\u00f3 en un proyecto humanizante: la religi\u00f3n aparec\u00eda como un residuo arcaizante y obsoleto que limitaba el progreso. Hab\u00eda que superar la dependencia religiosa en pro de la autonom\u00eda del individuo. Desde el siglo XIX hemos pasado de la teodicea (justificaci\u00f3n de Dios por el mal ante el tribunal de la raz\u00f3n) a la antropodicea (como Dios no existe, el hombre es el \u00fanico culpable); de la fe en la providencia a la lucha por la sociedad emancipada; del dios creador al hombre demiurgo que ordena el mundo y le da un sentido. La fe en Dios ha dejado paso a la fe en el hombre, en sentido amplio (la humanidad, la patria, el pueblo, etc).
\n
\nDe ah\u00ed, el doble proceso de secularizaci\u00f3n y de laicizaci\u00f3n de la cultura. El primero ha estado marcado por la creciente p\u00e9rdida de influencia de las iglesias en la sociedad, el segundo por la relegaci\u00f3n de la religi\u00f3n al \u00e1mbito privado y el rechazo de un Estado confesional y una religi\u00f3n oficial. La autonom\u00eda del ciudadano respecto de la autoridad religiosa llevaba consigo una din\u00e1mica individualista y antiinstitucional. De hecho, en el siglo XX ha triunfado el protestantismo dentro del mismo catolicismo, en lo que concierne a la emancipaci\u00f3n del individuo respecto de las autoridades e instituciones eclesi\u00e1sticas.
\nProlifera un cristianismo selectivo, algunos lo denominan consumismo a la carta, en el que cada uno se queda con lo que le resulta m\u00e1s aceptable de la oferta cat\u00f3lica, tanto a nivel te\u00f3rico como pr\u00e1ctico, e ignora todo lo dem\u00e1s, M\u00e1s que cuestionar o impugnar lo que resulta menos convincente de la Iglesia, como ocurr\u00eda con la contestaci\u00f3n de los a\u00f1os sesenta y setenta, se ignora y se prescinde de ello como si no existiera.
\n
\nA esto se a\u00f1ade el anticlericalismo de una gran parte del pueblo que, al menos desde el siglo XIX, ha acusado a los cl\u00e9rigos de colaborar con los poderes econ\u00f3micos y pol\u00edticos para controlar a los ciudadanos y limitar al m\u00e1ximo los movimientos de emancipaci\u00f3n social y econ\u00f3mica. De ah\u00ed la importancia de un Estado neutro e incluso indiferente a lo religioso y de una iglesia que, poco a poco, ha ido perdiendo privilegios seculares. A la emancipaci\u00f3n del obrero ha seguido la de la mujer, y en ambos casos se ha chocado con la resistencia de amplios sectores de Iglesia.
\nEl problema hoy se concentra en la problem\u00e1tica de los derechos humanos dentro de la Iglesia, en la emancipaci\u00f3n de los laicos respecto de una iglesia clerical, y de las mujeres respecto de una instituci\u00f3n masculina y machista. La jerarqu\u00eda ha asumido te\u00f3ricamente la doctrina de los derechos y dignidad humana, pero ni el Estado del Vaticano ha firmado la carta de las Naciones Unidas sobre los derechos del hombre, ni ha asumido sus consecuencias a nivel interno para la misma Iglesia. El reconocimiento de las emancipaciones modernas se da a nivel te\u00f3rico m\u00e1s que pr\u00e1ctico, y se relega para la sociedad civil en lugar de afectar a la misma estructuraci\u00f3n de la comunidad eclesial.
\n
\nEn este contexto se constata una profunda crisis del catolicismo. El esfuerzo de actualizaci\u00f3n (\u00abaggiornamento\u00bb) y de di\u00e1logo con la modernidad, que intent\u00f3 en el concilio Vaticano II, ha sido en buena parte neutralizado y ha sufrido un estancamiento en las \u00faltimas d\u00e9cadas. El mejor s\u00edmbolo de esto es la beatificaci\u00f3n com\u00fan del papa m\u00e1s representativo del di\u00e1logo con el mundo moderno, Juan XXIII, con la del antimodernista por antonomasia, Pio IX, el papa del\u00a0syllabus<\/em>\u00a0de los errores modernos. So pretexto de corregir los excesos del postconcilio, se ha dado una reacci\u00f3n anticonciliar m\u00e1s af\u00edn con el antimodernismo de primeros de siglo que con la apertura del Vaticano II.
\nEstas oscilaciones doctrinales y pr\u00e1cticas no s\u00f3lo han agudizado la inseguridad de los fieles sino que han acabado por desautorizar a la misma jerarqu\u00eda ante los mismos fieles. Adem\u00e1s, est\u00e1 crecientemente distanciada de amplios sectores de la teolog\u00eda, sobre todo en cuestiones antropol\u00f3gicas, en moral sexual y en la forma de comprender y ejercer la autoridad en la Iglesia y en la sociedad. La legitimaci\u00f3n moral de la autoridad eclesial est\u00e1 hoy seriamente cuestionada a nivel de sociedad civil y de la misma comunidad cristiana.
\n
\nA esto se a\u00f1ade, el profundo cambio social que se ha operado en el siglo que acaba. El vac\u00edo dejado por la religi\u00f3n intent\u00f3 primero ser suplido por una moral laica, profana y arreligiosa. que criticaba el autoritarismo de la anterior. Sin embargo, de hecho, se ha pasado de una moral religiosa tradicional a un vac\u00edo moral, en el que los valores m\u00e1ximos son la tolerancia y la permisividad. El paso de la modernidad a la postmodernidad ha sido el de una crisis de las grandes instituciones y creencias, el de una erosi\u00f3n creciente de los valores y el de una progresiva manipulaci\u00f3n de la sociedad a trav\u00e9s de los medios de comunicaci\u00f3n social. Los nuevos predicadores son las grandes estrellas de la televisi\u00f3n, la radio o la prensa.
\nEn este contexto, la imagen de la Iglesia se torna cada vez m\u00e1s negativa, tanto en su doctrina como en su praxis social. Cada vez hay m\u00e1s presi\u00f3n para que se convierta en una mera instituci\u00f3n que ofrece servicios religiosos, que proteja el folklore y la tradici\u00f3n, ya que la cultura popular tiene ra\u00edces religiosas, y que preste una buena asistencia a la educaci\u00f3n y a las iniciativas de solidaridad que subsisten en la sociedad. Todo lo dem\u00e1s, sobre todo su actuaci\u00f3n como instancia cr\u00edtica y prof\u00e9tica, se desautoriza y se presenta como politizaci\u00f3n inadecuada. Si la religi\u00f3n es un asunto privado, la actuaci\u00f3n de la Iglesia tambi\u00e9n deber\u00eda serlo, se afirma.
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\nLa postmodernidad vigente plantea nuevos retos y desaf\u00edos al cristianismo. Hay que dejar espacio a lo plural, contra la homogeneidad que se pretende en el \u00e1mbito intraeclesial, y abrirse a lo diferente y alternativo, contra la tendencia integrista inherente a todas las grandes instituciones religiosas. La democracia participativa es el matriz cultural de la que se parte y est\u00e1 muy lejana a la concepci\u00f3n piramidal y jer\u00e1rquica que todav\u00eda hoy define al catolicismo. De ah\u00ed, que se acumulen los problemas en el cristianismo, tanto a nivel interno como externo.
\nEs comprensible la llamada autoritaria a cerrar filas ante una crisis que recuerda la de otros momentos de cambio en la historia, el paso al mundo moderno en 1492, el fin del antiguo r\u00e9gimen con la revoluci\u00f3n francesa de 1789, o las profundas transformaciones migratorias y urbanas a causa de la revoluci\u00f3n industrial decimon\u00f3nica, Esta culmina hoy con la globalizaci\u00f3n, la mundializaci\u00f3n de la econom\u00eda de mercado, y la transformaci\u00f3n de las comunicaciones que llevan a la aldea planetaria.
\n
\nEn este contexto, necesariamente descrito de forma muy incompleta, hay que plantearse los rasgos caracter\u00edsticos de la praxis cristiana en un mundo en cambio y con una Iglesia dividida, insegura y tambi\u00e9n desorientada. El reto sigue siendo el de ser hijos del momento hist\u00f3rico que nos ha tocado vivir, el de la \u00e9poca postmoderna, y, desde ah\u00ed, ofrecer concreciones actuales de lo que significa el seguimiento de Jes\u00fas y una personalidad cristiana. La reformulaci\u00f3n de la identidad personal y colectiva es inevitable porque los ciudadanos del a\u00f1o 2000 no pueden identificarse sin m\u00e1s con tradiciones y rasgos del pasado que hoy no son cre\u00edbles ni plausibles, porque pertenecen a otra \u00e9poca eclesial y sociocultural.
\nEducar para hoy con las pautas de la sociedad de nuestros abuelos, e incluso de nuestros padres, est\u00e1 condenado al fracaso, porque el siglo XXI que iniciamos ha operado una profunda ruptura con la sociedad decimon\u00f3nica y la primera mitad del siglo XX. Es evidente que hay tradiciones y contenidos que hay que salvar y preservar en los cambios socioculturales. El problema est\u00e1 en c\u00f3mo actualizarlos y transformarlos para que mantengan una continuidad con las aportaciones del pasado y, al mismo tiempo, sirvan\u00a0\u00a0para la nueva sociedad emergente de hoy.
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\n <\/p>\n\n
\nEl siglo XXI ser\u00e1 religioso o no ser\u00e1, dec\u00eda Malraux, y Karl Rahner a\u00f1ad\u00eda que el cristiano del siglo XXI habr\u00e1 experimentado algo o perder\u00e1 su identidad. Hay aqu\u00ed un cambio fundamental respecto del catolicismo de los siglos pasados. \u00c9ste se basaba en la autoridad del cargo, que exig\u00eda obediencia y sumisi\u00f3n a una iglesia homog\u00e9nea, cohesionada y con una clara ortodoxia y ortopraxis, aceptada de forma masiva y universal por todos los cat\u00f3licos.
\nHoy faltan los condicionamientos socioculturales y eclesiales que permitan mantener este modelo. La religi\u00f3n se impone como una opci\u00f3n personal en el contexto de una sociedad plural y no religiosa. Ya no es posible identificar el proceso de socializaci\u00f3n con el de integraci\u00f3n en una religi\u00f3n que dominaba la sociedad en la \u00e9poca anterior.
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\nEsto se nota en los diversos \u00e1mbitos de la sociedad. La educaci\u00f3n de los hijos ha dejado de ser religiosa y crece el n\u00famero de no bautizados o el de paganos bautizados en el seno de familias que limitan su especificidad cristiana a unos pocos actos puntuales.\u00a0\u00a0Tampoco la educaci\u00f3n ofrece hoy pautas v\u00e1lidas para las ra\u00edces religiosas, en unos casos porque no hay formaci\u00f3n religiosa alguna en el \u00e1mbito escolar, y, en otros, porque la que se imparte es deficitaria, no actualizada o con poca irradiaci\u00f3n y plausibilidad social.
\nDe hecho, las generaciones m\u00e1s j\u00f3venes tienen cada vez menos y m\u00e1s mala formaci\u00f3n religiosa, de tal modo que podemos hablar de un creciente analfabetismo religioso que tiene serias repercusiones educativas, culturales y sociales. Este tejido social favorece la indiferencia religiosa, la increencia y el desconocimiento de la misma religi\u00f3n.
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\nYa no es posible apoyarse en la fe familiar ni en la escolar, como ocurr\u00eda a la generaci\u00f3n de nuestros padres. Incluso se constata un descenso en la educaci\u00f3n en la fe dentro de la Iglesia. Cada vez hay m\u00e1s familias que no tienen contacto alguno con la religi\u00f3n y desciende progresivamente el n\u00famero de personas que regularmente asisten a los sacramentos. Especialmente entre los j\u00f3venes se nota una deserci\u00f3n de las instituciones eclesiales, las cuales viven un proceso de envejecimiento y de carencia de recursos humanos que es el mejor \u00edndice de que el actual modelo de iglesia, de ministerios y de vida religiosa, ha dejado de ser plausible, cre\u00edble y atrayente. Aumentan las voces sobre una necesaria refundaci\u00f3n de la vida religiosa, ya que el modelo imperante no funciona, y sobre una reformulaci\u00f3n de los ministerios, en contexto de una iglesia m\u00e1s laical y comunitaria.
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\nPor otra parte, hay una b\u00fasqueda de experiencias y de modelos antropol\u00f3gicos, que son hoy las mediaciones esenciales para lo religioso. De la fe aprendida o transmitida se pasa hoy a la exigencia de una fe experimentada. En una sociedad sin padres, como la nuestra, son m\u00e1s que nunca necesarios los maestros y\u00a0gur\u00fas<\/em>\u00a0que testimonien la fe. La generaci\u00f3n actual de padres han dejado de ser los modelos referenciales para los hijos y han sustituido la crianza familiar por la educaci\u00f3n en instituciones desde edades cada vez m\u00e1s tempranas. La disciplina y orientaci\u00f3n normativa de los valores, que son el n\u00facleo de una educaci\u00f3n, ha sido desplazada por la permisividad y el dejar hacer. En nombre del respeto al otro, cada vez m\u00e1s se tolera el comportamiento de los hijos, sin intentar influir en ellos y ofrecerles pautas de evaluaci\u00f3n. De ah\u00ed la desorientaci\u00f3n e inseguridad de las nuevas generaciones, con pocos valores asumidos y con escasas orientaciones que les sirvan de criterio.
\nLa sociedad entera se vuelve adolescente en un contexto de ausencia de modelos referenciales y de criterios normativos que sirvan de pautas de actuaci\u00f3n en la vida. A partir de ah\u00ed, el cristianismo tiene que ofrecer una experiencia de Dios y unos modelos de identificaci\u00f3n. Hay que testimoniar los valores evang\u00e9licos, sin confundir el respeto al otro con la indiferencia ante las conductas, que lleva al cinismo y a la ausencia de discernimiento. De ah\u00ed la importancia del testimonio p\u00fablico de la fe, en lugar de relegar la religi\u00f3n al \u00e1mbito de la intimidad y privacidad de la vida.
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\nEl cristianismo de hoy se mueve en un contexto misional en el que la fe ya no viene por mera inculturaci\u00f3n social. El contexto es permisivo, pero no favorable al crecimiento en la fe. Esta s\u00f3lo puede afianzarse en un entorno de celebraciones, encuentros y comunidades, en los que haya participaci\u00f3n y confirmaci\u00f3n en la fe por los compa\u00f1eros y colegas. Es necesario experimentar la fe propia y de los otros, encontrar modelos cuya autenticidad religiosa suscite identificaciones y seguimientos, y hallar comunidades vivenciales en las que cada uno se sienta acogido y confirmado en su fe personal.
\nLa fe tiene que basarse en la propia biograf\u00eda y el seguimiento de Cristo tiene que realizarse en los acontecimientos personales de cada d\u00eda. Se trata de ser persona seg\u00fan el modelo que nos ofrece la historia de Jes\u00fas, inspir\u00e1ndose en ella e intentando vivir la vida en convergencia y continuidad con el camino que \u00e9l nos ense\u00f1\u00f3. El cristianismo no es un conjunto de pr\u00e1cticas religiosas sino una forma de vivir, un estilo de vida. Y eso s\u00f3lo se logra a trav\u00e9s de un proceso de personalizaci\u00f3n de la fe. Crecer como persona y en cuanto cristiano son dos registros de una misma experiencia.
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a02.1. Rupturas y continuidades en la praxis cristiana<\/strong>
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\nEso supone romper con un cristianismo individualista, abrirse a expresiones comunitarias de los sacramentos y crear espacios participativos en los que se experimente a la Iglesia como una comunidad vivencial. Para ello hay que romper con el modelo actual de los sacramentos, cada vez m\u00e1s desfasado en sus palabras, s\u00edmbolos y estructura jer\u00e1rquica y clerical.
\nEl modelo sacramental actual es el del segundo milenio, traducido a lenguas vern\u00e1culas y con reformas ornamentales que no cuestionan su orientaci\u00f3n general. Pero ese paradigma no dice nada a los ciudadanos de hoy, ansiosos de una experiencia religiosa y de una puesta en com\u00fan de la fe, que sirva de confirmaci\u00f3n y de plataforma de lanzamiento para la posterior integraci\u00f3n en la sociedad, sin perder las referencias cristianas.
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\nEso exige tambi\u00e9n un modelo distinto de autoridad eclesial. En una sociedad e iglesia en crisis hacen falta los profetas, los carism\u00e1ticos y los creadores, como en la \u00e9poca de Jes\u00fas. Hay que sustituir al cl\u00e9rigo funcionario y al jerarca que manda sobre la comunidad, por el provocador que cuestiona los \u00abmicrosentidos\u00bb de la sociedad actual (el deporte, el consumo, el sexo como fuentes de plenitud humana) y que testimonia una forma de vivir alternativa y diferente.
\nEl ministro, hoy m\u00e1s que nunca, tiene que ser \u00e9l mismo un m\u00edstico, que ha experimentado a Dios y que ha intentado vivir los avatares de la vida desde la referencia a la historia de Jes\u00fas. Desde ah\u00ed puede actuar como hermano mayor, m\u00e1s que como jefe, como orientador y estimulador de la comunidad, m\u00e1s que como una autoridad que todo lo decide por s\u00ed mismo. La capacidad de estimular a todos y de alentar a la participaci\u00f3n determinan hoy los rasgos de la identidad ministerial en una Iglesia con pocas comunidades vivas. Por eso es la hora de los laicos y de las mujeres, que pueden devolver a la Iglesia una impronta no clerical.
\n
\nSer cristiano no est\u00e1 determinado por la profesi\u00f3n de una ortodoxia doctrinal, ni por una moral acorde con los principios oficiales de la Iglesia, sino por una experiencia de Dios que tiene como prototipo la historia de Jes\u00fas. Cuando una persona se esfuerza por vivir la vida desde la doble orientaci\u00f3n de la b\u00fasqueda de Dios y de la apertura a los otros, especialmente a los m\u00e1s d\u00e9biles de la sociedad, teniendo como referente a Jes\u00fas de Nazaret podemos hablar de una vida cristiana, aunque haya pecados, deficiencias y contradicciones, ya que el cristianismo no es una religi\u00f3n de selectos sino de pecadores. El cristianismo nos ense\u00f1a a dar sentido a la vida, desde la interrelaci\u00f3n personal con Dios y con los otros.
\n
\nLa experiencia m\u00edstica cristiana se caracteriza por la doble referencia a la trascendencia divina, que llevar a relativizar las realidades mundanas y las mismas mediaciones religiosas, y a la inmanencia de Dios en el mundo, que lleva a descubrirlo como presencia envolvente en la realidad, como providencia que se hace presente en lo bueno y en lo malo, y como donaci\u00f3n y fuerza que lleva a la entrega a los dem\u00e1s. Es lo que la tradici\u00f3n ha expresado como cr\u00edtica a los \u00eddolos, es decir, a los absolutos creados por la mente humana, y como actitud contemplativa,que lleva a descubrir a Dios en el mundo y en la historia. La praxis cristiana es siempre cr\u00edtica de los absolutos de cada \u00e9poca y encarnada en realidades y mediaciones que se convierten en signos de la presencia de Dios en el mundo.
\nEsa doble perspectiva es la que especifica el car\u00e1cter inevitablemente minoritario del cristianismo en la sociedad actual. Espa\u00f1a va progresivamente dejando de ser cat\u00f3lica, y los nuevos absolutos del consumo, el placer, el deporte o el mundo del espect\u00e1culo se convierten en las fuentes de sentido para muchos de nuestros conciudadanos. El cristiano tiene que relativizar esas instancias y negar su absolutez. Son la versi\u00f3n postmoderna del camino f\u00e1cil que critica el evangelio, que lleva a la perdici\u00f3n y no a la felicidad.
\n
\nPor otro lado tiene que sentir la ausencia de Dios en la sociedad, tomar conciencia de su silencio en una cultura que le deja poco espacio para manifestarse, y potenciar la nostalgia y la sed de Dios que constituyen el eje del cristianismo. Una experiencia religiosa o sacramental que no avive esa nostalgia deja de ser cristiana, ya que la b\u00fasqueda de Dios se radicaliza cuanto m\u00e1s genuinas son las vivencias religiosas. Las mediaciones sacramentales que saturan la conciencia y hacen que \u00e9sta se sienta satisfecha dejan de ser cristianas porque sustituyen a Dios por las celebraciones sacrales.
\nPor eso, el cristianismo no es una pr\u00e1ctica religiosa, ni una ortodoxia doctrinal, ni siquiera una praxis moral concreta, sino algo mucho m\u00e1s radical, un estilo de vida siempre insatisfecho y buscando a Dios (experiencia m\u00edstica), que obliga a tomar distancia de los absolutos culturales y religiosos.
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a02.2. Negaci\u00f3n operativa del mundo<\/strong>
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\nPor eso, el cristianismo no es una vivencia antimundana ni ahist\u00f3rica. No se trata de negar el mundo para encontrarse con Dios, sino de transformarlo (\u00abcontemplativo en la acci\u00f3n\u00bb). La negaci\u00f3n cristiana del mundo es operativa, pr\u00e1ctica, prof\u00e9tica y comprometida. Busca a Dios donde casi nadie lo busca, en las v\u00edctimas de la injusticia, en los marginados sociales, en los m\u00e1s d\u00e9biles. Es la manera cristiana de entender al Dios encarnado y la forma privilegiada de teocentrismo: que Dios reine donde domina la injusticia, la insolidaridad y la deshumanizaci\u00f3n.
\nLa muerte de Dios ha desembocado en una crisis del humanismo, que ten\u00eda ra\u00edces religiosas. El mito del progreso se ha desautorizado en un siglo que tiene en Auschwitz y Hiroshima sus s\u00edmbolos m\u00e1s terribles. Hemos fracasado en el intento de la cultura de humanizar al animal, que se ha revelado como el m\u00e1s inteligente pero tambi\u00e9n como el potencialmente m\u00e1s destructor. De ah\u00ed, la conexi\u00f3n entre m\u00edstica y pol\u00edtica, entre experiencia de Dios y compromiso temporal, entre el discernimiento de los signos de los tiempos y la praxis operativa que lleva a la transformaci\u00f3n de la realidad.
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\nHay que comenzar un nuevo siglo vinculando la memoria a la esperanza. La primera parte de la pasi\u00f3n de Jesucristo, que es el s\u00edmbolo por antonomasia de la presencia de Dios en el mundo de las v\u00edctimas, y contin\u00faa con el recuerdo de tantos pueblos y personas sacrificadas a los \u00eddolos del siglo que ahora acaba (la patria, el estado, la clase social, el partido, el progreso o las leyes inexorables del mercado). La segunda se abre a la esperanza desde el anuncio de que Dios resucit\u00f3 a Jes\u00fas y desde el testimonio de sus testigos en el siglo XX (Ghandi, Bonhoeffer, Edith Stein, Lutero King, Maximiliano Kolbe, \u00d3scar Romero, Teresa de Calcuta…) que atestiguan que Dios no est\u00e1 ausente en nuestra \u00e9poca.
\nEl cristianismo puede seguir ofreciendo modelos y referencias de sentido muy diverso a las estrellas del deporte, el espect\u00e1culo y la alta sociedad, que nos ofrecen diariamente los medios de comunicaci\u00f3n. Son referentes portadores de valores y testigos de un estilo de vida muy diferente \u00abde la gente guapa\u00bb que la sociedad nos presenta como personas que han triunfado en la vida y que merecen ser envidiadas e imitadas.
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\nEl cristianismo no es una\u00a0ONG: sin b\u00fasqueda y vivencias de Dios pierde su significaci\u00f3n y deja de ser una buena noticia. Por eso, no se legitima simplemente como una praxis solidaria, aunque sin ella dejar\u00eda tambi\u00e9n de ser cristiano. Es una religi\u00f3n de mediaci\u00f3n y de contrastes, ya que busca al Dios de los hombres y siempre concluye en que el amor y la relaci\u00f3n con los dem\u00e1s son lo m\u00e1s importante de la vida. A diferencia de las sociedades tradicionales no parte de la seguridad que da el que la religi\u00f3n sea el centro de la vida y el eje de la cultura, sino que asume la marginalidad e incluso debilidad del hecho religioso en una sociedad que pasa de Dios y que pone su esperanza en otros dioses.
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\nPor eso, el cristianismo en el siglo XXI ser\u00e1 crecientemente minoritario, misional y testimonial en un mundo permisivo pero tambi\u00e9n minusvalorador de lo religioso. Probablemente asistir\u00e1 al declive social, pol\u00edtico y cultural de las grandes instituciones eclesiales, y con ella, a largo plazo, a un replanteamiento en profundidad de las estructuras, ministerios, doctrinas y praxis religiosas del catolicismo. Su fuerza estar\u00e1 en los grupos peque\u00f1os, en comunidades vivenciales y confirmatorias de la fe, en la presencia testimonial y p\u00fablica de muchos cristianos en los distintos \u00e1mbitos de la sociedad, en la fuerza de familias que act\u00faan como iglesias dom\u00e9sticas y que se esfuerzan por inculturar a sus hijos en los valores cristianos.
\nSer\u00e1 un cristianismo esencialmente laical, con ministerios mucho m\u00e1s plurales y heterog\u00e9neos que los actuales, y con una masiva irrupci\u00f3n de la mujer en la Iglesia, que llevar\u00e1 a darle un rostro m\u00e1s humano, acogedor y compasivo, en contra de la competitividad, deshumanizaci\u00f3n y aislamiento que generan nuestras sociedades de consumo primer mundistas.
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\n\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a0\u00a02.3. La fe como una opci\u00f3n de vida<\/strong>
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\nLa praxis cristiana se establecer\u00e1 desde la misma experiencia personal. Consistir\u00e1 en una actitud compasiva y comprometida en la actividad cotidiana y en una afirmaci\u00f3n de Dios en lo bueno y en lo malo, viviendo la fe como una opci\u00f3n desde una actitud de confianza, como la de Pablo que sabe de quien se ha fiado. El Dios cristiano no es un asegurador, ni alguien que elimina los sinsabores de la vida. Desde el crucificado, se rompe la din\u00e1mica de una religi\u00f3n mercenaria y milagrera, que busca favores y mercedes que hagan m\u00e1s gratificante la vida.
\nS\u00f3lo queda la memoria\u00a0Jesu Christi<\/em>\u00a0y la de tantos testigos suyos que vivieron la fascinaci\u00f3n del crucificado y buscaron a Dios en medio de la vida. Es una praxis que pone en primer plano el car\u00e1cter relacional del hombre, porque en las relaciones interpersonales se juega su legitimidad y validez. Busca a Dios en el otro y descubre al pr\u00f3jimo en la experiencia de Dios. Por eso vive de un don, que es una buena noticia, la de que Dios nos am\u00f3 el primero, para que tambi\u00e9n nosotros aprendamos a convertirnos en un don para los otros.
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\nNecesitamos un cristianismo mayor de edad, en el que la fe es compatible con las dudas y tambi\u00e9n con el miedo, como lo experiment\u00f3 Jes\u00fas. Y en el que la teolog\u00eda no tiene respuestas para todo, mucho menos puede explicar racionalmente el porqu\u00e9 y el para qu\u00e9 del mal.
\nLa \u00abnoche oscura\u00bb es parte integrante de la experiencia cristiana (desde Jes\u00fas hasta sus testigos actuales, tantos m\u00e1rtires y confesores en el siglo XX), porque el cristianismo no es una\u00a0gnosis,<\/em>\u00a0es decir, una religi\u00f3n que ofrece salvaci\u00f3n por el conocimiento, sino una praxis que humaniza al animal y espiritualiza al hombre, conjugando la tensi\u00f3n prof\u00e9tica y mesi\u00e1nica que acent\u00faa la trascendencia respecto a la realidad existente, y la encarnaci\u00f3n de Dios en los m\u00e1s indigentes de los hombres.
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\nAh\u00ed es donde se juega el futuro del cristianismo, su capacidad de interpelaci\u00f3n y su viabilidad hist\u00f3rica. Desde ah\u00ed, tiene que surgir un cristianismo m\u00e1s dialogante y servicial, como lo propugnaba Pablo VI en su enc\u00edclica \u00abEcclesiam suam\u00bb y como lo vislumbr\u00f3 el concilio Vaticano II en la \u00abLumen Gentium\u00bb.
\nLos cambios sociales favorecen una praxis eclesial m\u00e1s \u00abcat\u00f3lica\u00bb y universal, en la que el cristianismo europeo deja de ser norma y ep\u00edtome para las otras iglesias. De ah\u00ed, la importancia de abrir espacios a las diferencias, de establecer la unidad como comuni\u00f3n plural y no como uniformidad, de pasar del individualismo a la experiencia comunitaria, de abrir la Iglesia a todos sus miembros y acabar con el clericalismo reinante.
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\nLa otra alternativa, la de la incompatibilidad entre la civilizaci\u00f3n moderna y el cristianismo, la del rechazo de la libertad religiosa y de la sociedad democr\u00e1tica, pertenece al pasado decimon\u00f3nico y es un camino sin futuro y sin retorno posible. Hay que aceptarla como una p\u00e1gina m\u00e1s de las ambiguas reinterpretaciones cristianas del evangelio a lo largo de la historia, pero carece de viabilidad, plausibilidad y credibilidad para el siglo XXI.
\nEn buena parte, la praxis del siglo XXI consistir\u00e1 en desandar el camino andado en el segundo milenio. Este comenz\u00f3 con la divisi\u00f3n de las iglesias, ya desde el siglo XI, con la instauraci\u00f3n de un cristianismo uniforme y centralizado, el catolicismo romano, y con la consolidaci\u00f3n de un modelo cerrado y defensivo, caracterizado por los \u00abantis\u00bb y por la aniquilaci\u00f3n de los diferentes (herejes, infieles, disidentes, heterodoxos…).
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\nLa globalizaci\u00f3n, la interculturalidad, la aceptaci\u00f3n del mestizaje cultural y religioso, la toma de conciencia de la pluralidad del mundo, hacen inviable un modelo uniforme de catolicismo como el decimon\u00f3nico. Por eso, la semilla del cristianismo futuro ya est\u00e1 sembrada y la crisis actual es una etapa inevitable para una trasformaci\u00f3n en profundidad. Hay que perder el miedo, que es lo que llev\u00f3 a Pedro a traicionar a Cristo y a los disc\u00edpulos a abandonarlo en el momento de la prueba.
\nLa gran tentaci\u00f3n de una \u00e9poca de crisis e inseguridades, como la nuestra, es la de aferrarse a un pasado que inevitablemente est\u00e1 ya superado e intentar imponer una identidad com\u00fan y establecer una praxis autoritaria.Las \u00e9pocas de transici\u00f3n, como la nuestra, no se superan con actitudes dogm\u00e1ticas ni imposiciones desde arriba, sino que son una llamada a la creatividad y a la participaci\u00f3n comunitaria.
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\nComo bien narra una \u00abflorecilla\u00bb de Juan XXIII, no es el papa quien dirige la Iglesia, ni la \u00faltima instancia responsable de ella, sino el Esp\u00edritu de Dios que escribe derecho con l\u00edneas torcidas. Si la cat\u00e1strofe por antonomasia del siglo XIX, la de la p\u00e9rdida de poder temporal del papa y de la Iglesia, se convirti\u00f3 luego e una bendici\u00f3n de Dios, tambi\u00e9n podemos esperar que la crisis estructural que padece la Iglesia en el siglo XX sea la antesala de una nueva praxis m\u00e1s evang\u00e9lica, comprometida y humanizante.
\nNosotros creemos en el futuro del cristianismo, no porque tenga papas santos y ministros ejemplares, ya que siempre ser\u00e1n hombres pecadores como los dem\u00e1s, sino porque creemos que la historia de Jes\u00fas es la del Enmanuel, la del Dios con nosotros, que nos ense\u00f1a una manera de ser y de vivir.
\nY creemos tambi\u00e9n que es el Esp\u00edritu de Dios el que se hace presente en la humanidad y en la Iglesia, y que las preocupaciones de hoy son las semillas del futuro, que har\u00e1n posible una vivencia m\u00e1s radical de Dios y una praxis m\u00e1s mesi\u00e1nica y prof\u00e9tica de los cristianos.\u00a0n
\n <\/p>\nJuan A. Estrada<\/h3>\n