{"id":11916,"date":"2000-07-01T09:15:05","date_gmt":"2000-07-01T07:15:05","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=11916"},"modified":"2000-07-01T09:15:05","modified_gmt":"2000-07-01T07:15:05","slug":"pasiones-del-educador-en-la-fe-memoria-narracion-comunidad","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/pasiones-del-educador-en-la-fe-memoria-narracion-comunidad\/","title":{"rendered":"Pasiones del educador en la fe: memoria, narraci\u00f3n, comunidad"},"content":{"rendered":"
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\nNarrar la fe dej\u00e1ndonos afectar por la historia de los j\u00f3venes que nos escuchan: ah\u00ed han de enmarcarse las pasiones del educador. Sabidur\u00eda narrativa y compasi\u00f3n apasionadas… por recuperar la \u00abmemoria del coraz\u00f3n\u00bb, por convertir la propia historia en evangelio y reconocerla dentro de una \u00abcomunidad de memoria\u00bb; \u00abmemoria salutis\u00bb, en fin, para vivir con pasi\u00f3n el compromiso de resta\u00f1ar heridas y hacer posible que cada joven \u00abd\u00e9 a luz la historia oculta del amor de Dios\u00bb, escondida desde siempre en cada ser humano.
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\nXavier Quinz\u00e1 Lle\u00f3<\/strong>\u00a0es profesor de Teolog\u00eda en la Universidad Pontificia Comillas (Madrid).<\/em>
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\nDos amigos, que abandonaban decepcionados Jerusal\u00e9n, hicieron una vez la incre\u00edble experiencia de que alguien escuchara atentamente la historia de sus perdidas ilusiones, la historia de su fracaso. El desconocido que se acerc\u00f3 a ellos mientras caminaban, despu\u00e9s de aceptar sus reticencias, les fue ayudando a releer lo vivido desde el encuentro con el Profeta hasta ese momento y a narrar de nuevo, a otra luz, sus peripecias. Utiliz\u00f3 un m\u00e9todo tan antiguo como popular: conversar con ellos, hacerles preguntas, llevarles de nuevo a los elementos claves de la experiencia, referirlos a su propia tradici\u00f3n y, dejarles tambi\u00e9n la iniciativa sin querer adue\u00f1arse de su propio proceso de paulatino descubrimiento.
\nLo que hizo Jes\u00fas, al que reconocieron al final en el desconocido, fue ayudarles a recordar todo lo que les hab\u00eda sucedido, a reconocer su torpeza y frialdad de coraz\u00f3n, a volver los ojos de una manera nueva a los lugares transitados de su historia, a las fuentes de reconocimiento de su\u00a0comunidad de memoria<\/em>.
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\nQuiz\u00e1 hoy a nosotros, los educadores en la fe, nos falte esa\u00a0sabidur\u00eda narrativa<\/em>, esa capacidad de escucha paciente y penetrante, esa audacia para dirigir a nuestros j\u00f3venes interlocutores hacia los n\u00facleos da\u00f1ados de su propia historia y, sin querer adue\u00f1arnos de su palabra ni de su experiencia, acompa\u00f1arles con cari\u00f1o, aprendiendo de ellos e intercambiando sin miedo la narraci\u00f3n de nuestra propia vida. Dejarnos\u00a0afectar<\/em>\u00a0por sus propias historias puede ser un modo muy actual y sanador de dejarnos transformar por ellos y de descubrir al fin que, quiz\u00e1 sin pretenderlo, nos est\u00e1n contando la historia oculta del amor de Dios.
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\nLa primera de las verdaderas pasiones del educador en la fe es la de recuperar la memoria del coraz\u00f3n: ayudar a configurar identidades de j\u00f3venes creyentes que releyendo su propia vida, puedan dar cuenta compartida de las\u00a0magnalia Dei<\/em>, y aprendan as\u00ed a recuperar el gusto por la vida y la salvaci\u00f3n. Los cristianos somos hombres y mujeres que en cada tiempo de la historia nos sentimos vinculados a una memoria muy particular: la de la persona de Jes\u00fas. El profeta de Nazaret, poderoso en obras y palabras, el hombre sencillo que pas\u00f3 haciendo el bien y sanando toda dolencia y enfermedad del pueblo. El crucificado Vivo y presente en la historia por la energ\u00eda de su resurrecci\u00f3n. El Hijo de Dios que ha abierto una brecha en el horizonte humano y nos ha regalado una comuni\u00f3n en la gracia y la compasi\u00f3n de Dios.
\nLos que nos adherimos a su persona para configurarnos a \u00e9l como los hijos y las hijas de Dios, somos los testigos en el tiempo de su acci\u00f3n y su palabra.
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\nEl recuerdo de Jes\u00fas se convierte en la corriente oculta de nuestras vidas. Y puede resultar conveniente reflexionar desde lo que venimos diciendo sobre el sentido de este recuerdo, de esta\u00a0memoria<\/em>\u00a0que alimenta nuestra vida y configura nuestra identidad. En primer lugar hacer memoria de Jes\u00fas es incorporarnos a su propia vida. Tal y como le hemos conocido en el Evangelio, como nos la han trasmitido los testigos primeros en su compa\u00f1\u00eda. Es una calidad de cercan\u00eda muy especial a todos los heridos de la sociedad, a todos los da\u00f1ados de la historia.
\nHacer memoria de Jes\u00fas es saltar las barreras de raza o religi\u00f3n que nos separan de los dem\u00e1s y tocar el fondo de humanidad en el que Dios mismo se nos revela. Esto supone aprestarnos al contacto con la fuerza del mal, en nosotros y en los dem\u00e1s y dejarle hacer para, arriesgando la vida, dar nuevos cauces a la entrega y la generosidad.
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\nPero, tambi\u00e9n significa formar parte de unos v\u00ednculos nuevos con los dem\u00e1s. Convertirnos de una manera bien real en parte de los otros, incorporarlos a nuestro existir reconocidos como la urdimbre plural de nuestra vida. Hacer memoria de Jes\u00fas es vincularse a su nueva corporalidad com\u00fan a todos, al \u00fanico organismo capaz de hacernos presente la vida de Dios y comulgar \u00edntimamente con su misterio. Perderse en los otros, estar a su servicio, habitar en ellos y all\u00ed permanecer como el grano de trigo en el surco com\u00fan de la humanidad nueva que madura en lo oculto de la historia. Memoria de la vida, memoria de la pasi\u00f3n y as\u00ed, memoria tambi\u00e9n de la Resurrecci\u00f3n del Se\u00f1or de la vida y de la historia.
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\nLa memoria del coraz\u00f3n es nuestro gran tesoro. Olvidar es dejar morir las ra\u00edces y despreciar, por m\u00e1s fr\u00e1giles que sean, las experiencias de nuestra vida. El pecado es el olvido. Es separarnos de la fuente de la vida, es arriesgarnos a beber el agua corrompida de cisternas agrietadas. El Deuteronomio repite una y otra vez por la boca de Mois\u00e9s, esta m\u00e1xima al pueblo:\u00a0\u00ab\u00a1Acu\u00e9rdate, Israel!\u00bb<\/em>. El profeta sabe muy bien lo f\u00e1cil que resulta olvidar las experiencias vividas, la fidelidad del coraz\u00f3n tal d\u00e9bil y tornadizo.
\n\u00abNo olvidar\u00bb podr\u00eda ser tambi\u00e9n para nosotros una buena advertencia. La memoria del coraz\u00f3n que nos vincula a una comunidad de iguales y diferentes, desde las experiencias narradas y escuchadas, compartidas en un c\u00edrculo de intimidad. Que nos hace testigos de la vida de los otros y merecedores de gracia y de perd\u00f3n. Que nos capacita para experimentar la dulzura y la quemaz\u00f3n del misterio del Dios seductor de nuestras vidas y que orienta nuestras fuerzas hacia la persona de Jes\u00fas confesado y anunciado, rememorado en las vidas que se reparten como el pan y el vino.\u00a0\u00abHaced esto en memoria m\u00eda\u00bb.<\/em>
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\n <\/p>\n3. Pr\u00e1cticas de recuperaci\u00f3n de la \u00abmemoria salutis\u00bb<\/h2>\n
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\nLa memoria parece tener una presencia casi universal en todo el proceso del pensar, interviene en todos los actos que permiten nuestra continuidad y permanencia de lo que somos en relaci\u00f3n a nosotros mismos y a los dem\u00e1s. Y el acto por excelencia de la memoria es el\u00a0recuerdo.<\/em>\u00a0En primer lugar deteng\u00e1monos en\u00a0el reconocimiento<\/em>. Parece un acto sencillo y cotidiano, pero reviste una gran importancia. Recordar nos permite reconocer al ser amado, saludar al conocido por la ma\u00f1ana, establecer el contacto con las cosas que hemos dejado el d\u00eda anterior. Despu\u00e9s est\u00e1 la\u00a0memoria afectiva<\/em>. A partir de una experiencia sensible o de una representaci\u00f3n cualquiera: una m\u00fasica, una fotograf\u00eda, un objeto que reviste la magia de otro tiempo, de otro amor.
\nLa memoria afectiva es el milagro que nos traslada a otro lugar, que pone en movimiento nuestra alma, que la modifica, la transforma por medio de una asociaci\u00f3n muy simple, que nos \u00abe-mociona\u00bb y nos hace revivir experiencias antiguas y quiz\u00e1 olvidadas. El ejercicio del recuerdo es un ensanchamiento del coraz\u00f3n. El constituye una expansi\u00f3n, un\u00a0profundizamiento<\/em>\u00a0de lo vivido, porque nos permite revivir las cosas en su ausencia; es la transposici\u00f3n de la experiencia sensible en experiencia interior. Recordar es despertar el coraz\u00f3n, es despertar la energ\u00eda espiritual, es ensanchar el alma en contacto con el mundo.
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\nLa memoria es una actividad selectiva que\u00a0discierne y separa<\/em>, que agrupa experiencias y las condensa en l\u00edneas vitales, configurando as\u00ed una peculiar biograf\u00eda personal. Las experiencias vividas son elaboradas mediante un trabajo en profundidad e incorporadas al n\u00facleo mismo de lo que somos. El tesoro de la memoria es determinante de este modo de la identidad. Somos memorias vivas, atravesados por m\u00faltiples flujos en los que el sufrimiento y el placer, la ternura y el saber, la raz\u00f3n y el coraz\u00f3n se entremezclan.
\nLa memoria de lo vivido es la biograf\u00eda de nuestra identidad. Somos, en realidad, aquello que recordamos ser, aquello de lo que podemos dar cuenta, con cierta coherencia ante los ojos del otro, de los otros. La experiencia rememorada y narrada nos crea como personas que nos podemos identificar con lo vivido, que, al narrarlo lo elaboramos creativamente, ya que nuestra vida no es otra cosa sino la selecci\u00f3n que hacemos sobre todo el flujo de lo vivido.
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\nLa identidad personal, aquello que en verdad somos, se crea mediante la narraci\u00f3n coherente de lo que hemos vivido. Somos historia porque nos identificamos con una serie de marcas temporales que nos han ense\u00f1ado a descifrar el sentido del mundo. Las cosas vividas se han ido organizando en nuestro ser narrativamente, que es el modo natural como damos cuenta de lo que vivimos. Estas tres palabras est\u00e1n ligadas en una circularidad muy especial porque no puede existir la una sin las otras: la narraci\u00f3n exige y da luz a la experiencia y la memoria y viceversa. Pero para el cristiano lo importante de esa circularidad es que nos alumbra el protagonismo del Esp\u00edritu en nuestra vida. Y entonces la propia historia de cada cual se cuenta como \u00abbuena noticia\u00bb, se hace evangelio.
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\nEs una gran suerte que no tengamos un solo evangelio sino cuatro. Porque ello nos hace caer en la cuenta de que el Evangelio verdadero est\u00e1 en cada uno de esos relatos, pero no se identifica exactamente con ninguno. Tenemos el Evangelio vivo, el de Jes\u00fas \u00abseg\u00fan\u00bb cada uno de los que lo sintieron vivo en sus propias vidas y en sus comunidades. En realidad para trasmitirlo, de lo que se trata es de que se haya entremezclado de verdad en la historia de nuestra vida y que la haya convertido en una historia sanada, rehabilitada, gozosa. Entonces nuestra historia de vida ser\u00e1 de verdad \u00abevangelio\u00bb, es decir buena noticia.<\/em>
\n\u00a0<\/em>
\nNarrar la fe pudiera ser la verdadera tarea del educador para una \u00e9poca que necesita redescubrir el valor y el sentido del lenguaje religioso y teol\u00f3gico, encontrar formas de expresi\u00f3n coherentes no s\u00f3lo con los contenidos de la fe, sino con el modo original de contarlos. Porque en los evangelios lo que se cuenta son hechos de vida acaecidos al narrador, o de los que \u00e9l ha tenido conocimiento. Son las experiencias las que alimentan el relato, de donde toma su car\u00e1cter inmediato y testimonial.
\nNarrar la fe significa primordialmente dar expresi\u00f3n a las mil variantes personales del gozoso \u00ab\u00a1Hemos encontrado al Mes\u00edas!\u00bb o \u00ab\u00a1Hemos visto al Se\u00f1or!\u00bb. En la fracci\u00f3n del pan sentados a la mesa o charlando junto al pozo, debajo de la higuera o en la casa familiar, cada encuentro tiene su ocasi\u00f3n, su tono, su magia, sus consecuencias. Pero en la medida en que no deja incambiado a quien lo ha vivido y le abre a una nueva dimensi\u00f3n de cara al futuro, la experiencia exige ser comunicada, intercambiada, quiz\u00e1 tambi\u00e9n consolidada y acrisolada ante las preguntas de los dem\u00e1s.
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\nAl hacerle part\u00edcipe de su experiencia, el que narra su fe establece un v\u00ednculo entre \u00e9l y sus oyentes. La narraci\u00f3n compartida crea la comunidad. La novedad o la sorpresa, el sucederse de las escenas hacen que el narrador y sus oyentes participen de una misma emoci\u00f3n, todo colabora al milagro. Pero lo decisivo es la capacidad de compartir, de hacer disponible lo que primero fue vivencia personal. Una conciencia com\u00fan se crea entre los miembros del mismo c\u00edrculo en donde se cuenta un relato. En el Nuevo Testamento tambi\u00e9n se vive y se recrea esta din\u00e1mica.
\nLas comunidades son primero grupos de oyentes junto al r\u00edo como en Tesal\u00f3nica, que escuchan al mensajero de algo sorprendente y nuevo. Y crecen y se forman en torno a la relaci\u00f3n privilegiada de un grupo de testigos de \u00ablo que Jes\u00fas hizo y ense\u00f1\u00f3\u00bb. Esta noticia, difundida como una historia incre\u00edble, es la que congrega a quienes desean participar del poder salvador que de ella misma emana. Es m\u00e1s que una sabidur\u00eda interior, es participar juntos de la \u00abfuerza de lo alto\u00bb tal y como sucedi\u00f3 con la vida y muerte de Jes\u00fas. \u00abLo que yo recib\u00ed, os lo trasmito…\u00bb (1Cor 15), as\u00ed comienza Pablo su narraci\u00f3n de la \u00faltima comida de Jes\u00fas y de su pr\u00e1ctica entre los creyentes.
\n\u00a0<\/em>
\n\u00a0<\/em><\/p>\n\n
\nLo clave es mi propia vida tal y como yo la cuento.<\/em>\u00a0Para poder tener una idea cabal de lo que hacemos y de quienes somos es necesario que podamos dar cuenta de nuestra vida de una forma ordenada y coherente, de no ser as\u00ed la vida termina por parecer una serie de episodios sin conexi\u00f3n y nuestro yo se disuelve,\u00a0no s\u00e9 qui\u00e9n soy.<\/em>\u00a0Lo m\u00e1s natural es pensar en qui\u00e9n soy yo de modo narrativo, es decir dando cuenta de mi vida como una historia, enlazando nacimiento, vida y muerte como comienzo, desarrollo y fin de una narraci\u00f3n personal. Para poder responder o explicar cualquier trozo de nuestra vida, c\u00f3mo y por qu\u00e9 actuamos as\u00ed, necesitamos tener un marco global que enlace unas situaciones con otras y que les haga tener sentido.
\nLlegamos a identificar el porqu\u00e9 de nuestras acciones por referencia a su lugar en la historia de las situaciones en que nos hemos encontrado. A los humanos puede ped\u00edrsenos cuenta de lo que hacemos\u00a0porque\u00a0<\/em>lo identificamos a partir de los motivos, pasiones y prop\u00f3sitos que tenemos. Y esto s\u00f3lo lo podemos hacer si nos movemos dentro de nuestro propio\u00a0relato de vida,\u00a0<\/em>es decir si somos capaces de contar nuestra propia vida.
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\n\u00abYo no digo mi canci\u00f3n sino al que conmigo va\u00bb, as\u00ed es como se expresa el refranero popular. La comunicaci\u00f3n es tarea de dos. Hace falta entrar en contacto con otro e intercambiar las propias historias. Pero para entender al otro tengo que aceptar diferenciar lo que viene de \u00e9l (y que le pertenece) y lo que yo siento (y que me pertenece a m\u00ed). Poner en com\u00fan nuestras semejanzas y nuestras diferencias. La comunicaci\u00f3n de vida y de fe es un ir y volver. Confirmar el mensaje recibido es muy importante, esto es: admitir su punto de vista como suyo.
\nEscuchar al otro no es adue\u00f1arse de sus palabras. Para escuchar bien tengo que silenciar mi reactividad, que es el principal obst\u00e1culo para la escucha. Es renunciar a responder y adue\u00f1arme de lo que me dice el otro para imponer mi propio parecer. Entender al otro es captar su propia realidad en sus palabras. Hay un equilibrio necesario entre la empat\u00eda personal y la capacidad de distancia frente al otro. El nosotros de cualquier historia compartida es a la vez, inclusivo y exclusivo.
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\nDe lo que se trata es de saber diferenciar las demandas del otro.\u00a0<\/strong>En toda pr\u00e1ctica de escucha pastoral nos encontramos con nudos de deseos, miedos y necesidades que nos asustan e incapacitan para la comunicaci\u00f3n. Un deseo expresado puede no ser una demanda, sino simplemente un deseo que quiere ser reconocido. Y a veces nos cerramos ante lo que nos cuenta el otro, porque tememos involucrarnos en sus deseos. Debemos aprender a negociar las demandas, porque pueden venir disfrazadas. Y si no acertamos a identificarlas no podremos ayudar.
\nLa expresi\u00f3n de carencias, que es un modo muy frecuente de comunicaci\u00f3n pastoral, puede desarrollar un v\u00ednculo muy fuerte y muy negativo en la escucha. Adem\u00e1s no debemos olvidar que cada cual comunica en funci\u00f3n de su propia mitolog\u00eda personal, es decir, en funci\u00f3n del modo como se imagina ser, del modelo global como se ve a s\u00ed mismo y desde el que ha organizado el relato de su vida.
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\nLa forma narrativa no es un disfraz ni una decoraci\u00f3n. So\u00f1amos narrativamente, imaginamos narrativamente, recordamos, anticipamos, esperamos, desesperamos, creemos, dudamos, planeamos, revisamos, criticamos, construimos, cotilleamos, aprendemos, odiamos y amamos\u00a0de forma narrativa<\/em>. Somos\u00a0autores<\/em>\u00a0de nuestra propia vida. Y eso quiere decir sabernos due\u00f1os de lo que vamos viviendo, responsabilizarnos de lo que hemos hecho y sacar las consecuencias de ello. Pero para conseguirlo necesitamos\u00a0recordar lo que nos ha pasado<\/em>y poderlo situar en el conjunto de lo que vivimos, necesitamos contar lo que hemos hecho con nuestra vida. Y, adem\u00e1s, somos\u00a0actores\u00a0<\/em>de nuestra propia historia.
\nUno puede descubrirse\u00a0como un personaje<\/em>\u00a0de su relato. Y nos podemos imaginar encarnando a cierto tipo de persona, un car\u00e1cter dram\u00e1tico que personifica la imagen principal que tenemos de nosotros mismos y mediante la cual actuamos y vivimos, con todas sus consecuencias. O quiz\u00e1 diferentes personajes en diversos momentos de nuestra vida. La narrativa b\u00edblica nos ofrece un c\u00famulo de personajes y de historias con las que nos podemos identificar para leer los m\u00e1s variados acontecimientos, gozosos o deprimentes de nuestra vida. \u00bfDe qu\u00e9 historias del viejo y nuevo testamento me siento formando parte? Esta es la pregunta adecuada.
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\nLo m\u00e1s interesante de nuestra propia historia es que no podemos saber qu\u00e9 va a ocurrir a continuaci\u00f3n. S\u00f3lo conocemos nuestro pasado y nuestro momento presente, pero ignoramos el siguiente cap\u00edtulo, lo que nos va a sorprender. Lo que s\u00ed podemos saber es que algunas posibilidades del futuro nos atraen y otras nos repelen, que unas\u00a0ya no son posibles<\/em>\u00a0y otras a\u00fan son realizables. En realidad no tendr\u00edamos presente si no fuera porque est\u00e1\u00a0infiltrado<\/em>\u00a0por alguna imagen del futuro hacia el que avanzamos tal y como vamos viviendo nuestro presente.
\nEs muy positivo enfocar la historia de mi vida. Reconstruir el pasado de un modo sucesivo, escal\u00f3n por escal\u00f3n, de tal manera que pueda\u00a0seguir mis propias historias,<\/em>\u00a0concluir escenas interrumpidas, llegar a desenlaces positivos desde los nudos, bloqueos y capacidades de lo que estoy viviendo.
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\nUna historia inteligiblemente m\u00eda es aquella que se enlaza coherentemente con otras historias. La narrativa, como la pr\u00e1ctica que es, depende de circunstancias hist\u00f3ricas y culturales. Yo no cuento mi vida en el vac\u00edo social. La narraci\u00f3n de mi vida es inteligible para los miembros de un grupo particular, aquel que tiene los mismos criterios que yo para descifrarla. Fuera de un contexto social e hist\u00f3rico ninguna historia puede narrarse. Es decir, fuera de una tradici\u00f3n particular no existen historias de vida que pudieran tener sentido.
\nAs\u00ed es como se forma la tradici\u00f3n: como\u00a0comunidad de memoria<\/em>, es decir, como conciencia colectiva del pueblo mismo que se siente due\u00f1o de sus ra\u00edces. Ra\u00edces comunes ligadas a experiencias centrales de su historia, vinculadas a la experiencia de sus mayores, renovado por la guarda de la tradici\u00f3n, que no quiere perder su densidad hist\u00f3rica, pero que tambi\u00e9n se sabe due\u00f1o de su presente, capaz de ponerse de pie y de marchar hacia lo diferente, hacia la nuevo. Memoria compartida que no limita sino que capacita para el ejercicio de la creatividad, capaz del perd\u00f3n y de la rehabilitaci\u00f3n de lo perdido, de lo extra\u00f1ado, de lo diferente.
\n
\nLas comunidades cristianas tienen una historia, est\u00e1n conectadas con su pasado y lo pueden recordar para comprenderse mejor: son por ello,\u00a0comunidades de memoria<\/em>. Con el fin de no olvidar su pasado, la Iglesia tiene que volver a contar su historia, la narrativa que le constituye, y al hacerlo nos est\u00e1 ofreciendo caminos de realizaci\u00f3n personal a sus propios miembros. De este modo nos ligamos a un ca\u00f1amazo com\u00fan, nos hacemos capaces de dise\u00f1ar un sentido para nuestra peque\u00f1a historia personal que ahora tiene una referencia obligada, una tradici\u00f3n que nos vincula a los otros.
\nFormar parte de una tradici\u00f3n eclesial no es solamente a\u00f1adir mi vida a otras vidas semejantes, sino sentirme acogido en una tradici\u00f3n desde la que todos hemos dado sentido a lo vivido y a lo proyectado. Pertenecer a la Iglesia es reconocernos en una misma historia y por eso unirnos a recordar a Jes\u00fas, a celebrar su muerte y resurrecci\u00f3n, a preparar su vuelta en el futuro.
\n
\nSi la Iglesia llega a quedar constituida como \u00abel seno de muchos relatos y tradiciones\u00bb, como\u00a0comunidad de memoria,<\/em>\u00a0es por la tendencia innata al relato de buscarse nuevos cauces de trasmisi\u00f3n y de repetici\u00f3n. Se debe a la exigencia del potencial expansivo que impl\u00edcitamente est\u00e1 contenido en toda narraci\u00f3n. Quiz\u00e1 no hubiera sido necesaria la expresa recomendaci\u00f3n de Jes\u00fas a \u00abgritar desde el terrado lo que nos han contado al o\u00eddo\u00bb (Mt 10 26); los primeros testigos salen de sus casas y de sus pueblos y se lanzan a una desmedida propagaci\u00f3n narrando una y otra vez todo lo que han vivido, \u00abdesde el comienzo\u00bb.
\nLa excitaci\u00f3n de la samaritana de contar a sus convecinos el sorprendente encuentro que acaba de vivir es compartida por cualquiera que haya sentido todo lo que de in\u00e9dito propio nos revela un maravilloso encuentro personal. Como expresamente afirma Von Rad: \u201cLa forma m\u00e1s leg\u00edtima de discurso teol\u00f3gico del Antiguo Testamento (!y mucho m\u00e1s a\u00fan del Nuevo, a\u00f1adimos nosotros!) sigue siendo la narraci\u00f3n reiterada\u201d.
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\nAdem\u00e1s la narraci\u00f3n contiene un impulso para la acci\u00f3n. Al trasmitir una aventura se nos est\u00e1 incitando a proseguirla con nuestras propias vidas. Lo dram\u00e1tico es ocasi\u00f3n de gestas, es cuna de acciones heroicas y atrevidas. Los santos, Francisco de As\u00eds, Ignacio de Loyola, Mary Word, Juana de Lestonac, por ejemplo, ilustran bien esto que decimos. Nuestra peque\u00f1a y casi rid\u00edcula historia personal se agranda si la podemos sentir incluida en un drama colectivo de mayores dimensiones. En la catequesis narrativa de Jes\u00fas encontramos este rasgo: \u00ab\u00a1Ve, y haz t\u00fa lo mismo!\u00bb (Lc 10, 37). El oyente se ve incitado a ir m\u00e1s all\u00e1 del mero \u00abdarse por enterado\u00bb de lo que se cuenta. A Jes\u00fas no parece preocuparle tanto definir cu\u00e1les son las obligaciones con el pr\u00f3jimo sino narrarlas. Porque es la manera como la pregunta sobre el\u00a0qui\u00e9n<\/em>, se puede transformar en proceso de aproximaci\u00f3n al herido, de implicaci\u00f3n y de dar lugar a verdaderos actos de compasi\u00f3n.
\nAl comienzo de la predicaci\u00f3n evang\u00e9lica los oyentes preguntan una y otra vez a los testigos: \u00ab\u00bfQu\u00e9 debemos\u00a0hacer,\u00a0<\/em>hermanos?\u00bb (Hch 2,37; 16,30), d\u00e1ndonos una idea de que el mensaje llevaba una urgencia de actuaci\u00f3n. \u00bfAcaso no han recibido de Jes\u00fas adem\u00e1s del encargo de ense\u00f1ar, el encargo amoroso de amar activamente:\u00a0\u00abEsto os mando: que os am\u00e9is mutuamente como yo os he amado\u00bb?<\/em>
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\nLos relatos que componen la\u00a0propia tradici\u00f3n<\/em>\u00a0y ofrecen caminos de lectura personal hablan de logros, pero tambi\u00e9n de fracasos. Una verdadera comunidad de memoria relatar\u00e1 las historias de sufrimiento compartido que, en ocasiones, crean identidades m\u00e1s profundas incluso que el \u00e9xito. Adem\u00e1s de vincularnos con el pasado, nos dirigen asimismo hacia el futuro como comunidades de esperanza.
\nLa gente que cree en comunidades de memoria tambi\u00e9n participa en pr\u00e1cticas que definen a \u00e9sta como una manera concreta de vivir, de amar, de actuar y de sufrir. Son las\u00a0pr\u00e1cticas de compromiso<\/em>, que configuran un yo arraigado en una historia e integrado en una comunidad.
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\n\u00a0<\/em>La principal tarea del educador en la fe es la de ayudar al otro, a los otros, a recuperar los hilos comunes de su historia.\u00a0<\/strong>Podemos ayudar a los j\u00f3venes a mirar hacia atr\u00e1s sin ira, a recuperar los episodios felices o desgraciados y a reconciliarse con ellos. Ayudar a recuperar los hilos de su propia historia supone una cierta sabidur\u00eda narrativa. Podemos ayudar a releer lo vivido y sufrido por ellos y animarles a\u00a0<\/strong>hacerse cargo de sus propias vivencias.
\nPara poder responder o explicar cualquier trozo de nuestra vida, necesitamos tener un marco global que enlace unas situaciones con otras y que les haga tener sentido. Esto es adquirir una\u00a0narrativa<\/em>\u00a0m\u00e1s reconciliada y serena para su vida, una historia personal que, desde las pr\u00e1cticas sanadoras de Jes\u00fas le ayude a identificarse consigo y con lo vivido para poder concluir escenas interrumpidas, llegar a desenlaces positivos desde los nudos, bloqueos y capacidades de lo que les ha herido. Volver a lo vivido y recuperar los hilos, quiz\u00e1 muy d\u00e9biles o perdidos, del amor de Dios y del amor de los dem\u00e1s.
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\nDe lo que se trata para ser un buen acompa\u00f1ante pastoral es de aprender a leer y rehacer los aspectos da\u00f1ados de la vida de los j\u00f3venes. Ayudarles a detectar y recomponer las secuencias rotas de su vida, los diversos episodios negativos que les han marcado y que les hacen enfocar lo vivido desde una tonalidad negativa. Volver sobre el sufrimiento pasado es muy inc\u00f3modo, pero es la \u00fanica posibilidad de recuperar la dignidad perdida y de rehacer el molde de la vida.
\nHay en nosotros heridas que, muy a nuestro pesar, parasitan nuestros esfuerzos por hacer m\u00e1s digna nuestra vida. Los saboteadores de nuestra vida est\u00e1n actuando siempre en nosotros y sentimos su acci\u00f3n subterr\u00e1nea pero no sabemos qu\u00e9 hacer. Tendremos que hacerles frente para transformar su energ\u00eda negativa y ofrecerles un cauce de rehabilitaci\u00f3n. La escucha pastoral tiene un resorte muy \u00fatil en el manejo de las crisis personales, de los fallos, de las heridas de los que nos demandan ayuda para detectar y rehacer las secuencias da\u00f1adas de la vida.
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\nPero para recomponer su propia vida, los otros necesitan de nosotros. Situarnos delante de ellos como personas que quieren escuchar su sufrimiento nos sit\u00faa en posici\u00f3n de testigos. Y la pr\u00e1ctica compasiva de escucha atenta es un ejercicio de implicaci\u00f3n. Al escucharles nos hacemos, en cierto modo, coautores de su historia da\u00f1ada y les ayudamos a insertarse en una comunidad de memoria. Nadie puede rehacer su vida sin narrar su historia ante otro, y nadie puede escucharla sin que tome algo de su punto de vista.
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\nEn la vida de los hombres y mujeres creyentes de todos los tiempos resuenan las historias de salvaci\u00f3n de la Biblia, tanto del Antiguo como del Nuevo testamento. Todos nosotros, en nuestro vivir cotidiano, escondemos una semilla del amor de Dios. Es el Esp\u00edritu el que nos ha sellado y por eso somos\u00a0realmente historia de salvaci\u00f3n<\/em>. Nuestra propia historia no est\u00e1 hecha solamente del\u00a0sedimento\u00a0<\/em>de todo aquello que hemos ido acumulando en nuestro interior, sino que se engendra de una semilla inmortal que se va desplegando en nosotros.
\nY es por ello que los m\u00e1s variados acontecimientos de nuestra vida nos revelan el itinerario cuidadoso y tierno de una amistad, de una alianza que se va anudando en la medida en que respondemos a su amor y vamos incorporando la fuerza del Esp\u00edritu del Reino como elemento de recomposici\u00f3n de nuestra desnuda y particular historia.
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\nLa acci\u00f3n de Dios y de su amor oculto nos sit\u00faa a los creyentes en un marco diferente: nos hace ser protagonistas de una obra escondida que debemos dar a luz, una obra en la que los dem\u00e1s intervienen y en la que Dios mismo tambi\u00e9n es co-protagonista. Somos obra suya, hechura de sus manos. Lo importante es descubrir las claves de lectura desde donde podemos comprender cu\u00e1l es nuestro papel en esta historia de amor sufriente y solidario.
\nY como educadores en la fe asumimos la apasionante tarea de ser, como el antiguo sabio, parteras expertas que\u00a0ayudan a dar a luz esa historia oculta del amor de Dios<\/em>\u00a0en nuestros j\u00f3venes. En este vivir nuestro, Cristo, el Se\u00f1or, sale a nuestro encuentro y camina a nuestro lado. Depende de nosotros descubrirlo y compartir con \u00c9l nuestros afanes. Y as\u00ed es como Jes\u00fas inaugura una humanidad nueva. Una forma nueva de vivir la familiaridad con Dios, con\u00a0su Dios<\/em>, el Dios de la intimidad y el servicio humilde.\u00a0n<\/p>\nXavier Quinz\u00e1 Lle\u00f3<\/h3>\n