{"id":11974,"date":"2000-04-01T10:47:15","date_gmt":"2000-04-01T08:47:15","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=11974"},"modified":"2000-04-01T10:47:15","modified_gmt":"2000-04-01T08:47:15","slug":"el-centro-de-la-espiritualidad-cristiana","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/el-centro-de-la-espiritualidad-cristiana\/","title":{"rendered":"El centro de la espiritualidad cristiana"},"content":{"rendered":"
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\n\u201cEl t\u00e9rmino \u00abespiritualidad\u00bb no est\u00e1 en el Nuevo Testamento ni en la primitiva tradici\u00f3n cristiana\u201d. Quiz\u00e1 por eso mismo encierre un contraste y hasta contraposiciones que hacen pensar y nos exigen preguntarnos por el centro mismo de la espiritualidad cristiana, para evitar que debajo de ella pueda esconderse cualquier disociaci\u00f3n entre Dios y la vida. Mirando a Jes\u00fas de Nazaret aparece claro que dicho centro no est\u00e1 ni en la religi\u00f3n, ni en la asc\u00e9tica, ni en la virtud y, en fin, ni en la perfecci\u00f3n del sujeto; sino en una \u201cespiritualidad centrada en la vida\u201d, sin m\u00e1s adjetivos y asumiendo el conflicto que inevitablemente comporta ponerse al servicio de ella, para \u201cdignificar la vida de los seres humanos\u201d.
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\nJos\u00e9 M. Castillo<\/strong>\u00a0es profesor en el Facultad de Teolog\u00eda de Granada.<\/em>
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\n <\/p>\n\n
\nHablar de \u00abespiritualidad\u00bb es hablar de algo que, con bastante frecuencia, produce reacciones contrapuestas. Porque hay personas para quienes la espiritualidad es lo m\u00e1s digno, lo m\u00e1s noble, incluso lo m\u00e1s importante, que el ser humano puede y debe afrontar en esta vida. Mientras que, por el contrario, para otras gentes, la espiritualidad es una cosa que no interesa en absoluto o (lo que es m\u00e1s significativo) la espiritualidad es algo que resulta sospechoso y hasta puede ser que inadmisible.
\nEn definitiva, plantear el asunto de la espiritualidad es poner sobre el tapete un tema que pone en evidencia un\u00a0contraste<\/em>\u00a0y hasta puede ser que, en algunos casos, se trate de una\u00a0confrontaci\u00f3n.\u00a0<\/em>Porque, al tratar este asunto, enseguida nos encontramos con los entusiastas de la espiritualidad y tambi\u00e9n con sus detractores. Los entusiastas, o sea los que ven en la espiritualidad el remedio de todos los males. Y los detractores, es decir, los que ni siquiera soportan la palabra y lo que esa palabra les sugiere. Porque hay quienes piensan que espiritualidad es lo mismo que evasi\u00f3n del mundo y de la historia, renuncia y mortificaci\u00f3n de todo lo que naturalmente nos gusta, aceptaci\u00f3n resignada de las penas y miserias que lleva consigo el hecho de vivir en este \u00abvalle de l\u00e1grimas\u00bb y, adem\u00e1s, todo eso con mucho \u00abmisticismo\u00bb y con buenas dosis de \u00abespiritualismo\u00bb, cosas que a no pocas personas las ponen extremadamente nerviosas.
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\nAhora bien, este contraste, esta confrontaci\u00f3n indica, por lo menos, dos cosas. En primer lugar, que la espiritualidad es algo muy serio, seguramente muy profundo. Porque un tema, que produce reacciones tan opuestas y tan fuertes, es un tema que seguramente toca fondo, que sin duda remueve en muchas personas experiencias, no s\u00f3lo conscientes sino tambi\u00e9n (l\u00f3gicamente) inconscientes. Experiencias en las que cada cual percibe que se juega mucho en su vida. En segundo lugar, todo esto indica tambi\u00e9n que en la espiritualidad, tal como mucha gente la entiende, hay algo que funciona mal porque seguramente est\u00e1 mal planteado. Y bien sabemos que cuando un problema se plantea mal, la soluci\u00f3n no puede resultar acertada. Aqu\u00ed est\u00e1, me parece a m\u00ed, lo primero que se debe tener en cuenta cuando pretendemos decir algo que valga la pena sobre el tema de la espiritualidad.
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\nEste contraste, incluso esta confrontaci\u00f3n, son hechos que hacen pensar. Quiero decir:\u00a0son hechos que obligan a hacerse preguntas<\/em>. Y por cierto, preguntas muy b\u00e1sicas. Yo voy a afrontar aqu\u00ed la que, a mi juicio, me parece la m\u00e1s importante de todas:\u00a0\u00bfd\u00f3nde est\u00e1 el centro de la espiritualidad cristiana?<\/em>\u00a0No olvidemos que, cuando en un asunto, vamos derechamente al centro de la cuesti\u00f3n, eso ya por s\u00ed solo es el camino m\u00e1s directo y m\u00e1s seguro para poner en claro lo que queremos saber. De eso se trata en este trabajo.
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\n <\/p>\n\n
\nPara poner en claro d\u00f3nde est\u00e1 el centro de la espiritualidad cristiana, lo primero es caer en la cuenta de que las personas, que tenemos (o pretendemos tener) creencias religiosas, establecemos, con demasiada frecuencia y sin darnos cuenta de ello, una\u00a0relaci\u00f3n dial\u00e9ctica<\/em>\u00a0entre Dios y la vida. Quiero decir: para mucha gente, Dios y la vida son dos realidades\u00a0disociadas<\/em>\u00a0la una de la otra. Pero no s\u00f3lo disociadas, sino sobre todo dos realidades\u00a0contrapuestas<\/em>. Porque, en \u00faltima instancia, abundan las personas que ven en la vida, con sus males, sus sufrimientos y sus contradicciones, la gran dificultad para creer en Dios. Y porque, en sentido contrario, abundan tambi\u00e9n las personas que ven en Dios el gran obst\u00e1culo para vivir, desarrollar y disfrutar la vida en toda su plenitud y con todas sus potencialidades. Es decir, por una parte, la vida en este \u00abvalle de l\u00e1grimas\u00bb representa nada menos que el\u00a0problema del mal<\/em>, o sea el obst\u00e1culo insalvable para aceptar que existe un Dios infinitamente bueno e infinitamente poderoso.
\nPero, por otra parte, ese Dios, que nos manda y nos proh\u00edbe, nos amenaza y nos castiga, se traduce y se concreta en el\u00a0problema de la religi\u00f3n<\/em>, que a mucha gente se le hace intolerable, por la idea seg\u00fan la cual, para acercarse a Dios, lo que hay que hacer es sacrificar el entendimiento, aceptando dogmas que no se entienden, sacrificar la voluntad, someti\u00e9ndose a mandatos que resultan costosos, y vencerse lo m\u00e1s posible en todo lo que nos gusta, porque as\u00ed nos parecemos m\u00e1s a Cristo que con su dolor, su pasi\u00f3n y su muerte nos dijo c\u00f3mo hay que ir por la vida.
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\nEl hecho es que, a fuerza de tantas torpezas, en nuestra manera de presentar a Dios, por una parte, y en nuestro modo de entender la vida, por otra, hemos terminado por hacer de Dios y de la vida dos magnitudes enfrentadas la una a la otra. Porque, para creer en Dios, no hay m\u00e1s remedio que pensar y presentar la vida como en realidad no es. Y, para vivir la vida con todas sus posibilidades, su gozo y su alegr\u00eda, hay que prescindir del Dios que nos han ense\u00f1ado tantas veces.
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\nAhora bien, desde el momento en que mucha gente ve as\u00ed estas cosas y las vive as\u00ed, con todas sus consecuencias, la\u00a0religi\u00f3n<\/em>\u00a0y la\u00a0vida<\/em>\u00a0entran en conflicto la una con la otra. Porque la religi\u00f3n le complica la vida a la gente que toma en serio las creencias religiosas. Y la vida, con sus dinamismos, sus derechos y sus instintos m\u00e1s b\u00e1sicos, es vista por los responsables de la religi\u00f3n como un peligro para los intereses de la instituci\u00f3n religiosa. Al decir estas cosas, no se trata de plantear un problema artificial. Y menos a\u00fan, se trata de elucubraciones sin ton ni son.
\nPor desgracia, estamos ante hechos, experiencias y situaciones que uno no quisiera tener que reconocer y aceptar como cosas que han pasado y siguen pasando. Ahora el Papa anda pidiendo perd\u00f3n por las agresiones que la Iglesia ha cometido contra la vida en tiempos pasados. Seguramente, dentro de algunos a\u00f1os, el Papa de turno pedir\u00e1 perd\u00f3n por las agresiones que la Iglesia est\u00e1 cometiendo ahora mismo tambi\u00e9n contra la vida. Antiguamente, la religi\u00f3n quemaba a sus enemigos. Ahora no los quema, pero los culpabiliza hasta conseguir que se sientan como seres ingratos y miserables que no merecen sino la eterna condenaci\u00f3n.
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\nTodos sabemos las consecuencias que hist\u00f3ricamente ha tenido esta confrontaci\u00f3n entre Dios y la vida de los seres humanos. Desde las religiones cuyo acto central es el sacrificio, o sea la muerte de un ser viviente, con frecuencia un ser humano, hasta la dominaci\u00f3n y la represi\u00f3n de los instintos de la vida, por ejemplo la necesidad de amar o los dinamismos de la sexualidad, que la religi\u00f3n ha satanizado en nombre del Dios que nos hizo con esa necesidad y con esos dinamismos. De ah\u00ed que son cada d\u00eda m\u00e1s y m\u00e1s las personas que no entienden, ni pueden entender, todo este montaje ideol\u00f3gico e institucional que, m\u00e1s tarde o m\u00e1s temprano, termina por entrar en contradicci\u00f3n con lo que todo ser humano m\u00e1s desea y m\u00e1s necesita: vivir con seguridad, con dignidad, respetado en sus derechos, aceptado con sus diferencias y, por supuesto, con la posibilidad real y concreta de gozar de la vida.
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\nMientras las religiones no se aclaren sobre estas cuestiones, que son tan b\u00e1sicas y tan fundamentales, es evidente que las religiones vivir\u00e1n en la constante contradicci\u00f3n de ser representantes de Dios y, al mismo tiempo, agresores de la obra fundamental de Dios, que es la vida. Es verdad que, al llegar a este punto, las religiones suelen echar mano del pecado, como la perversi\u00f3n que los seres humanos hemos hecho de la vida. Pero el problema entonces est\u00e1 en saber qu\u00e9 es el pecado. \u00bfEl pecado consiste en todo lo que sea agresi\u00f3n a la vida humana, sus derechos, su dignidad, sus peculiaridades culturales, sus instintos m\u00e1s b\u00e1sicos y el goce y la alegr\u00eda de vivir? \u00bfO el pecado consiste en desobedecer a la religi\u00f3n, con sus dogmas y sus leyes, sus poderes y sus jerarqu\u00edas, sus amenazas y sus censuras sociales?
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\nAl plantear estas preguntas, estamos tocando el centro mismo de cualquier espiritualidad. Y es evidente que, mientras no nos aclaremos sobre estas cosas, iremos por la vida dando palos de ciego, con nuestra religi\u00f3n a cuestas, muchas veces sin saber lo que hacer con ella. Porque la podremos utilizar como agresi\u00f3n, ya sea contra nosotros mismos, ya sea contra los dem\u00e1s. O porque, cansados de no verle sentido a ciertas cosas, terminaremos (como termina tanta gente) por mandar la religi\u00f3n a paseo, sencillamente para vivir, poder vivir en paz y coherencia con uno mismo y con los dem\u00e1s.
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\n <\/p>\n\n
\nEl t\u00e9rmino \u00abespiritualidad\u00bb no est\u00e1 en el Nuevo Testamento ni en la primitiva tradici\u00f3n cristiana. Esta palabra se empez\u00f3 a utilizar en el siglo IV y su contenido se fue elaborando a lo largo de la Edad Media. Pero no es esto lo que quiero aclarar en este momento. Para lo que aqu\u00ed interesa, baste decir que, cuando los cristianos hablamos de\u00a0espiritualidad<\/em>, nos referimos a la\u00a0forma de vivir de aquellas personas que se dejan llevar por el Esp\u00edritu de Dios<\/em>.
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\nAhora bien, seg\u00fan los evangelios, el Esp\u00edritu se comunic\u00f3 a Jes\u00fas en el momento en que fue bautizado por Juan (Mc 1, 10; Mt 3, 16; Lc 3, 22; Jn 1, 32). Y el relato de Lucas indica, con toda claridad, c\u00f3mo y de qu\u00e9 manera Jes\u00fas se dej\u00f3 llevar por el Esp\u00edritu de Dios. Es decir, el evangelio de Lucas explica, sin lugar a dudas, en qu\u00e9 consisti\u00f3 la \u00abespiritualidad\u00bb de Jes\u00fas. El texto es bien conocido: \u201cCon la fuerza del Esp\u00edritu, Jes\u00fas volvi\u00f3 a Galilea\u201d (Lc 4, 14). Y enseguida se dice que Jes\u00fas ley\u00f3 el texto del profeta Isa\u00edas: \u201cEl Esp\u00edritu del Se\u00f1or est\u00e1 sobre m\u00ed, porque \u00e9l me ha ungido para que d\u00e9 la buena noticia a los pobres. Me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar el a\u00f1o de gracia del Se\u00f1or\u201d (Lc 4, 19-19; cf. Is 61, 1-2). Inmediatamente, el mismo Jes\u00fas a\u00f1adi\u00f3: \u201cHoy, en vuestra presencia, se ha cumplido este pasaje\u201d (Lc 4, 21).
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\nLa cosa est\u00e1 clara. Jes\u00fas se dej\u00f3 llevar por el Esp\u00edritu del Se\u00f1or. \u00bfPara qu\u00e9? En resumidas cuentas, para una cosa:\u00a0aliviar el sufrimiento humano<\/em>. A eso, ni m\u00e1s ni menos, es a lo que el Esp\u00edritu impuls\u00f3 a Jes\u00fas: dar la buena noticia a los pobres, la vista a los ciegos, la libertad a los cautivos y a los oprimidos. En definitiva,\u00a0dar vida<\/em>\u00a0a quienes tienen la vida cuestionada o disminuida. Y devolver la\u00a0dignidad de la vida<\/em>\u00a0a todos los que se ven atropellados por causa de la opresi\u00f3n o por carecer de la libertad que merece cualquier ser humano.
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\nEsto significa que la espiritualidad, que presenta el Evangelio, funde la\u00a0causa de Dios<\/em>\u00a0con la\u00a0causa de la vida<\/em>\u00a0hasta tal punto, que la predicaci\u00f3n y el comportamiento de Jes\u00fas nos vinieron a decir lo siguiente:\u00a0los seres humanos encontramos a Dios en la medida, y s\u00f3lo en la medida, en que defendemos la vida, respetamos la vida y dignificamos la vida<\/em>. Aqu\u00ed y en esto se sit\u00faa el centro de la espiritualidad cristiana. Por eso, el Evangelio resulta comprensible s\u00f3lo cuando se parte de este planteamiento. Cuando este criterio se tiene debidamente en cuenta. Y cuando a partir de este principio se interpreta el mensaje de Jes\u00fas.
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\nEn efecto, como es bien sabido, el centro de este mensaje, seg\u00fan los sin\u00f3pticos, no fue Dios, sino el Reino de Dios (Mc 1, 14-15; Mt 4, 17. 23; 10, 7; Lc 4, 43). Es decir, a Jes\u00fas no le preocup\u00f3 el problema de Dios en s\u00ed, sino\u00a0d\u00f3nde<\/em>\u00a0y\u00a0c\u00f3mo<\/em>\u00a0podemos los seres humanos encontrar a Dios y relacionarnos con \u00e9l. Ahora bien, seg\u00fan el mensaje del Reino, al Dios de Jes\u00fas se le encuentra \u201ccurando los achaques y enfermedades del pueblo\u201d (Mt 4, 23), \u201cresucitando muertos, limpiando leprosos, echando demonios\u201d (Mt 10, 7). De manera que la se\u00f1al de la llegada del Reino, o sea la se\u00f1al de que los seres humanos encontramos a Dios, es que se expulsa a los demonios (Lc 11, 20). Lo que, dicho de otra manera, significa que la se\u00f1al de nuestro encuentro con Dios es la liberaci\u00f3n de cuanto oprime la vida, la limita o la hace indigna, de la manera que sea.
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\nLa consecuencia, que se sigue de lo que acabo de explicar, es que la espiritualidad que presenta el Evangelio no es un proyecto que centra al sujeto en s\u00ed mismo, en su propia perfecci\u00f3n, en su santificaci\u00f3n personal, en la adquisici\u00f3n de determinadas virtudes. Por muy importante y muy noble que sea todo eso, nada de eso se encuentra en el Evangelio.
\nLa espiritualidad que presenta el Evangelio es un proyecto centrado en los otros, orientado a los dem\u00e1s, con la intenci\u00f3n puesta en aliviar el sufrimiento ajeno o, m\u00e1s exactamente, se trata de un proyecto centrado en la defensa de la vida, el respeto de la vida y la lucha por la dignidad de la vida.
\nPor eso, cuando el Evangelio explica en qu\u00e9 va a consistir el criterio determinante de los que entran o no entran el Reino definitivo y \u00faltimo, todo se reduce a una cosa: los que han aliviado o no han aliviado el sufrimiento humano, los que han dado de comer a los que pasan hambre, los que han vestido a los que no tienen qu\u00e9 ponerse, los que han acompa\u00f1ado a enfermos y encarcelados, en definitiva,\u00a0los que se afanan por la vida de los dem\u00e1s<\/em>, \u00e9sos son\u00a0los que encuentran a Dios<\/em>.
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\nSe cumple, pues, al pie de la letra lo que dije antes: la espiritualidad del Evangelio consiste exactamente en que se funde y se confunde la causa de Dios con la causa de la vida.
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\n <\/p>\n\n
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\nPero cuando los evangelios hablan de la espiritualidad de Jes\u00fas, es decir, cuando nos explican c\u00f3mo Jes\u00fas se puso de parte de la vida, no se limitan a decir que Jes\u00fas curaba a los enfermos o expulsaba a los demonios. Adem\u00e1s de eso, los evangelios repiten, una y otra vez, que Jes\u00fas hac\u00eda frecuentemente esas obras buenas precisamente cuando estaba prohibido hacerlas, seg\u00fan las leyes de la religi\u00f3n establecida.
\nPor eso Jes\u00fas era \u00abacechado\u00bb por los piadosos observantes que sospechaban, con fundamento, que era un transgresor de las normas establecidas (Mc 3, 3; Lc 14, 1). Por eso no le faltaba raz\u00f3n al jefe de la sinagoga cuando le dijo a la gente: \u201cHay seis d\u00edas de trabajo; venid esos d\u00edas a que os curen, y no los s\u00e1bados\u201d (Lc 13, 14). Se\u00f1al inequ\u00edvoca de que la gente sab\u00eda que era precisamente el s\u00e1bado el d\u00eda en que Jes\u00fas curaba a los que ten\u00edan la vida limitada o mutilada.
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\nEsto supuesto, el relato m\u00e1s elocuente es el de la curaci\u00f3n del manco en la sinagoga (Mc 3, 1-6). La pregunta de Jes\u00fas es tajante: \u201c\u00bfQu\u00e9 est\u00e1 permitido en s\u00e1bado: hacer el bien o hacer el mal; salvar una vida o matar?\u201d (Mc 3, 4). Propiamente, all\u00ed no estaba en juego la vida de nadie. Porque el manco pod\u00eda haber esperado al d\u00eda siguiente para que lo curasen. Y sin embargo, Jes\u00fas hace la pregunta m\u00e1s radical que hay en todo el relato evang\u00e9lico. Porque, en definitiva, lo que Jes\u00fas pregunta es esto: \u00bfqu\u00e9 es lo primero para el ser humano? \u00bfla\u00a0vida<\/em>\u00a0o la\u00a0religi\u00f3n<\/em>? Y all\u00ed qued\u00f3 claro que, para Jes\u00fas, lo primero es la vida: dar vida a quien la tiene limitada o mutilada, sea como sea o por la raz\u00f3n que sea. Lo cual no quiere decir que Jes\u00fas prescind\u00eda de la religi\u00f3n y menos a\u00fan que la rechazase. Lo que quiere decir es que Jes\u00fas puso la religi\u00f3n donde tiene que estar: al servicio de la vida y para dignificar la vida de los seres humanos.
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\nPero es claro que esta manera de entender las cosas no encajaba ni en las ideas ni en los proyectos de los \u00abhombres de la religi\u00f3n\u00bb del tiempo de Jes\u00fas. Y seguramente tampoco en las ideas y en los proyectos de muchos hombres religiosos de nuestro tiempo. Por eso, la espiritualidad, tal como la entendi\u00f3 y la vivi\u00f3 Jes\u00fas, no tuvo m\u00e1s remedio que ser conflictiva. Porque entonces, como ahora, ponerse incondicionalmente de parte de la vida es seguramente la cosa m\u00e1s problem\u00e1tica y m\u00e1s peligrosa que se puede hacer en este mundo. Lo cual no nos debe sorprender, ya que los intereses de la instituci\u00f3n no coinciden siempre con los intereses de la vida o con los derechos de la vida. Y entonces lo que suele ocurrir es que se antepone la instituci\u00f3n (con sus leyes, sus intereses y sus jerarqu\u00edas) a la vida (con sus derechos, su dignidad y su seguridad). Pero esto, precisamente esto, es lo que Jes\u00fas no toler\u00f3 ni pudo tolerar.
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\nEn definitiva, esto nos viene a decir que espiritualidad cristiana y conflicto son dos cosas que van inevitablemente unidas. Por eso nada tiene de particular que la expresi\u00f3n suprema de nuestra espiritualidad es el Se\u00f1or crucificado. Pero bien sabemos que un crucificado es un ajusticiado. O sea, la demostraci\u00f3n m\u00e1s pat\u00e9tica de hasta d\u00f3nde puede llegar un conflicto. Por eso la espiritualidad supone y exige renuncia: \u00abcargar con la cruz\u00bb, seg\u00fan la afirmaci\u00f3n evang\u00e9lica. Es decir, estar dispuesto a ser considerado como un agitador y un subversivo ante la sociedad y ante el orden establecido. Por la sencilla raz\u00f3n de que uno est\u00e1 incondicionalmente de parte de la vida. Y, por tanto, en contra de cuantos desde el poder (sea el que sea) cometen todo tipo de agresiones contra la vida, ya sea atropellando los derechos de las personas, su dignidad o el respeto que merecen en cualquier situaci\u00f3n y a costa de cualquier precio.
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\n <\/p>\n\n
\nA la vista de lo dicho hasta aqu\u00ed, se pueden ya sacar algunas conclusiones sobre el tema de este estudio. Y ante todo, interesa dejar muy claro que el\u00a0centro<\/em>\u00a0de la espiritualidad cristiana\u00a0no est\u00e1<\/em>\u00a0en:
\n
\nq\u00a0La religi\u00f3n<\/strong>
\n
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\nSi entendemos la religi\u00f3n como relaci\u00f3n con el Transcendente, est\u00e1 claro que la espiritualidad cristiana no se puede entender si no es precisamente eso. Pero el problema est\u00e1 en que esa relaci\u00f3n necesita todo un conjunto de \u00abmediaciones\u00bb entre los seres humanos y Dios. Y aqu\u00ed es donde est\u00e1 el problema. Porque existe el peligro de quedar atrapados por las\u00a0mediaciones,<\/em>\u00a0de manera que no lleguemos al t\u00e9rmino, que es Dios. Por eso, el Evangelio deja muy claro que\u00a0la mediaci\u00f3n esencial entre los seres humanos y Dios es la vida<\/em>, no es la religi\u00f3n. Es decir, la religi\u00f3n es una expresi\u00f3n fundamental de la vida. Pero, por eso mismo, la religi\u00f3n debe estar siempre al servicio de la vida. Y, en consecuencia, la religi\u00f3n es aceptable en la medida, y s\u00f3lo en la medida, en que sirve para potenciar la vida, dignificar la vida y hasta lograr el gozo y la alegr\u00eda de vivir. Por lo tanto, cuando la religi\u00f3n (utilizando los argumentos teol\u00f3gicos m\u00e1s sublimes que se quieran utilizar) se gestiona de manera que termina agrediendo la vida y la dignidad de las personas, tal religi\u00f3n se desnaturaliza y termina siendo una ofensa al Dios que nos revel\u00f3 Jes\u00fas.
\n
\nq\u00a0La asc\u00e9tica<\/strong>
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\nPor los evangelios, sabemos que Juan Bautista fue un asceta del desierto, seguramente vinculado a los grupos de esenios que, sin duda, abundaban en la Palestina del siglo primero. Pero Jes\u00fas se desmarc\u00f3 de la asc\u00e9tica del desierto, lo mismo que se desmarc\u00f3 tambi\u00e9n de la religi\u00f3n del templo y de sus funcionarios. Por eso los evangelios establecen una contraposici\u00f3n muy clara entre Juan y Jes\u00fas. De manera que, mientras a Juan lo comparan con un entierro, Jes\u00fas se relaciona con una boda. Tal es el sentido de la peque\u00f1a par\u00e1bola de los ni\u00f1os que cantan lamentaciones o que, por el contrario, tocan la flauta (Mt 11, 17par). Sin duda alguna, las comunidades primitivas comprendieron muy bien que el camino de Jes\u00fas no era el camino de la asc\u00e9tica, sino el de la alegr\u00eda y el gozo de la fiesta compartida, la fiesta de la vida que es una boda.
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\nq\u00a0La virtud<\/strong>
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\nEsto puede resultar m\u00e1s sorprendente para algunas personas poco conocedoras de la tradici\u00f3n cristiana. Por eso conviene saber que la \u00abvirtud\u00bb no es un concepto b\u00edblico. En hebreo ni existe esa palabra. De ah\u00ed que los jud\u00edos, para referirse a una persona buena, la llamaban \u00abjusta\u00bb, nunca virtuosa. Y es que la virtud era el t\u00e9rmino central de la \u00e9tica helenista. De hecho el concepto de virtud lo acu\u00f1aron los griegos. La virtud\u00a0(aret\u00e9)<\/em>\u00a0era la cualidad de los\u00a0aristoi<\/em>, los selectos, los privilegiados de la sociedad. Porque los trabajadores, los pobres y los miserables no pod\u00edan tener acceso a la virtud. De ah\u00ed que, por ejemplo, los traductores de Plat\u00f3n discuten si el\u00a0arete<\/em>\u00a0se debe traducir por \u00abvirtud\u00bb o por \u00abexcelencia\u00bb. Por otra parte, la virtud estaba asociada, en aquella cultura, al poder, puesto que era la caracter\u00edstica determinante de los que eran considerados como los privilegiados y poderosos de la sociedad.
\nAhora bien, lo sorprendente es que, a partir del siglo III, el centro del Evangelio, el Reino de Dios, que es para los ni\u00f1os (los d\u00e9biles) y para los pobres, vino a ser sustituido por la virtud, que era el centro de la cultura helenista. Seguramente en esto consisti\u00f3 el desplazamiento m\u00e1s asombroso que se produjo en la Iglesia antigua. Y no es que el mensaje de Jes\u00fas sobre el Reino quedase marginado. Lo que ocurri\u00f3 es que las gentes de aquella cultura vieron (y no lo pudieron ver de otra manera) que el Reino de Dios se alcanzaba poniendo en pr\u00e1ctica la virtud. As\u00ed se produjo el desplazamiento que dura hasta hoy. Porque tambi\u00e9n en nuestros d\u00edas, cuando, por ejemplo, se trata de canonizar a un santo, no se analiza si luch\u00f3 o no luch\u00f3 por defender y dignificar la vida (eso es el Reino de Dios), sino que se mira con lupa qu\u00e9 virtudes practic\u00f3 y c\u00f3mo las ejercit\u00f3.
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\nq\u00a0La perfecci\u00f3n del sujeto<\/strong>
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\nLos manuales de espiritualidad han repetido una y mil veces que el centro de la vida cristiana es la perfecci\u00f3n espiritual del sujeto. Esta perfecci\u00f3n se refiere a la caridad. Con lo cual se pone el list\u00f3n muy alto.
\nY se presenta un ideal excelso. Pero la pura verdad es que, desde el momento en que el centro se pone en el propio sujeto, por m\u00e1s que se hable del amor y hasta de la caridad divina, con la mejor voluntad del mundo e incluso con derroches de generosidad, lo que en realidad se fomenta (con demasiada frecuencia) es el m\u00e1s refinado ego\u00edsmo. Y lo peor del caso es que, las m\u00e1s de las veces, el sujeto ni se da cuenta de semejante situaci\u00f3n. Porque tiene el firme convencimiento de que su entusiasmo espiritual est\u00e1 centrado en el amor, o sea en los dem\u00e1s, cuando en realidad donde est\u00e1 centrado es en s\u00ed mismo, por m\u00e1s que todo eso se disfrace de alt\u00edsimos motivos \u00abespirituales\u00bb, \u00abevang\u00e9licos\u00bb o lo que se quiera. De ah\u00ed que, en ambientes sinceramente \u00abespirituales\u00bb (al menos en principio), uno se encuentra con situaciones sorprendentes. Por ejemplo, con personas que a todas horas est\u00e1n hablando de perfecci\u00f3n y espiritualidad, pero al mismo tiempo son gente enormemente testaruda, autosuficiente, intolerante o cosas parecidas, que nada tienen que ver ni con la perfecci\u00f3n ni con la espiritualidad.
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\nCuando hablamos de la espiritualidad cristiana, es decisivo dejar muy claro que el centro de dicha espiritualidad no est\u00e1 en ninguna de las cuatro cosas que acabo de indicar. Porque, como se ha dicho tantas veces, en asuntos de verdadera importancia, lo m\u00e1s pr\u00e1ctico es tener una buena teor\u00eda. Esto quiere decir (por lo que respecta al tema que aqu\u00ed estamos tratando) que, si la espiritualidad de los cristianos no va como Dios manda, muchas veces no es por falta de buena voluntad e incluso de generosidad, sino porque el centro de dicha espiritualidad se pone donde no se tiene que poner. Con tal que se tenga muy claro que estoy hablando del\u00a0centro<\/em>\u00a0de la espiritualidad. No me refiero, por tanto, a todos y cada uno de sus\u00a0contenidos<\/em>.
\nEl centro no est\u00e1 en ninguna de las cuatro cosas que he se\u00f1alado. Pero eso no quiere decir que la espiritualidad cristiana no tenga una dimensi\u00f3n \u00abreligiosa\u00bb, que no exija una vida \u00abvirtuosa\u00bb (en el sentido de exigencias \u00e9ticas fuertes y comprometidas), que no lleve a una vida de \u00abperfecci\u00f3n\u00bb (nunca entendida como \u00abselecci\u00f3n\u00bb, sino como adhesi\u00f3n incondicional a Jes\u00fas) o que todo esto no requiera una determinada \u00abasc\u00e9tica\u00bb, en cuanto dominio de s\u00ed, para estar al servicio de los otros. Pero lo determinante est\u00e1 en que la espiritualidad cristiana sepa d\u00f3nde tiene su centro y, por lo tanto,\u00a0desde d\u00f3nde<\/em>\u00a0se tiene que entender y poner en pr\u00e1ctica todo lo dem\u00e1s. Y ese centro, ya lo he dicho insistentemente, est\u00e1 en la vida: en la defensa de la vida de los seres humanos, en el respeto a la vida, en la dignidad de la vida y hasta en el goce y el disfrute de la vida para todos (en cuanto eso es posible), no s\u00f3lo para unos cuantos.
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\nNo se trata de que ahora pretendamos inventar una espiritualidad nueva. Ni tampoco de que intentemos maquillar nuestra \u00abmercanc\u00eda espiritual\u00bb, para que resulte aceptable y apetecible en la amplia y creciente oferta de productos de toda \u00edndole que la sociedad del bienestar nos mete por los ojos cada d\u00eda. Se trata de algo mucho m\u00e1s simple y, a mi manera de ver, bastante m\u00e1s razonable.
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\nPara nadie es un secreto que, si en este momento hay algo que interese de verdad a la gente, es tener una vida segura, respetada y digna. Y se comprende que esto interese tanto a las mujeres y a los hombres de nuestro tiempo. Porque \u2014aparte de otras consideraciones que se podr\u00edan hacer al respecto\u2014 las agresiones contra la vida han sido tantas y tan brutales a lo largo del siglo XX, que es perfectamente comprensible el inter\u00e9s y la preocupaci\u00f3n creciente que tienen las gentes de nuestro tiempo por asegurarse una vida que les d\u00e9 las suficientes garant\u00edas con vistas al siglo que se avecina. Un siglo, por lo dem\u00e1s, que plantea demasiados interrogantes, precisamente en cuanto se refiere a la vida que nos espera.
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\nAhora bien, despu\u00e9s de lo dicho en las p\u00e1ginas anteriores, resulta que la espiritualidad cristiana (si es que es aut\u00e9ntica y coherente) tiene que ser, antes que nada, una espiritualidad\u00a0centrada en la vida<\/em>. La vida sin adjetivos. Quiero decir: no se trata de que la espiritualidad cristiana se desentienda de la vida \u00abdivina\u00bb, \u00absobrenatural\u00bb, \u00abeterna\u00bb, \u00abreligiosa\u00bb, \u00abconsagrada\u00bb o cualquier otra de las denominaciones que la espiritualidad tradicionalmente ha asociado con la vida.
\nTodos esos adjetivos, por supuesto, son respetables, importantes y necesarios, con tal que se expliquen debidamente y se sit\u00faen donde y como se tienen que situar. Pero sabemos, por experiencia, que la teolog\u00eda, precisamente al tratar el tema de la vida, se ha fijado m\u00e1s en los adjetivos que en el sustantivo sin m\u00e1s. Hasta llegar al esperpento de agredir a la\u00a0vida<\/em>\u00a0por asegurar la vida\u00a0eterna<\/em>\u00a0o la vida\u00a0sobrenatural<\/em>. Los cristianos tenemos que creer y esperar la vida eterna. Como tenemos que buscar y defender la vida que Dios nos concede mediante su gracia. Pero con tal que todo eso se haga\u00a0a partir de esta vida<\/em>, la vida que cada uno lleva o puede llevar en este mundo.
\nPorque, con demasiada frecuencia, entre los cristianos se produce la \u00abevasi\u00f3n hacia los adjetivos\u00bb que antes he indicado, al tiempo que nos desinteresamos por lo sustantivo de la vida, por lo que pasa en la vida que nos rodea y, sobre todo, nos hacemos insensibles a la \u00abvida de perros\u00bb que tienen que soportar tantos seres humanos con los que seguramente nos cruzamos todos los d\u00edas, pasando de largo, como hicieron el sacerdote y el levita de la par\u00e1bola del buen samaritano.
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\nLa conclusi\u00f3n final es clara: si la espiritualidad quiere ser coherente con el mensaje de Jes\u00fas, ante todo, y con las exigencias de nuestro tiempo, en segundo lugar, no tiene m\u00e1s camino que\u00a0tomar en serio la vida<\/em>\u00a0y luchar por ella, incluso cuando eso pueda significar enfrentarse con las patolog\u00edas de la religi\u00f3n, exactamente como le ocurri\u00f3 a Jes\u00fas. Y quede claro, de una vez para siempre, que esto no es relajar la espiritualidad ni hacerse una vida espiritual a la carta. Todo lo contrario. Lo que realmente nos pasa es que nos da miedo, mucho miedo, tomar en serio la vida. No s\u00f3lo la nuestra, sino tambi\u00e9n las de las pobres gentes que todos los d\u00edas vemos en nuestras pantallas de televisi\u00f3n. Seres humanos como nosotros, pero tan lejanos de nuestra \u00abbuena vida\u00bb. Porque carecen de seguridad, de dignidad y de los derechos m\u00e1s elementales que son inherentes al ser mismo de cualquier persona. Y sabemos que en este mundo hay tantas agresiones contra la vida porque los poderes que a todos nos dominan se mantienen en su situaci\u00f3n de privilegio precisamente por esas agresiones que cometen todos los d\u00edas y a todas horas. Pero, es claro, enfrentarse a esta situaci\u00f3n, con todas sus consecuencias, eso es lo que nos da miedo. En definitiva, hablar de espiritualidad (tal como se han puesto las cosas) es hablar de la victoria sobre el miedo.\u00a0n<\/p>\nJos\u00e9 M. Castillo<\/h3>\n