El proyecto del Reino y la conversi\u00f3n de la Iglesia<\/strong><\/li>\n<\/ol>\n
\nEl proyecto del Reino ha sido un hilo conductor para la Iglesia a lo largo de dos mil a\u00f1os, con diversos acentos, estrategias, comprensiones y marginaciones. Con el concilio Vaticano II ha vivido un nuevo resurgimiento: la Constituci\u00f3n sobre la Iglesia hace suya la subordinaci\u00f3n de la Iglesia al proyecto del Reino y desarrolla \u00e9ste en conexi\u00f3n con la humanidad en la Constituci\u00f3n\u00a0Gaudium et Spes.<\/em>\u00a0Este enfoque supuso un autentico giro para el Concilio, que dejaba de estar centrado en la Iglesia, para ponerla en estado de misi\u00f3n y reestructurar sus estructuras, sacramentos, doctrinas y praxis en funci\u00f3n de la construcci\u00f3n del reinado de Dios.
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\nYa sabemos que este giro conciliar fue en parte m\u00e1s te\u00f3rico que real, ya que pronto tropez\u00f3 con las resistencias seculares que han combatido las tradiciones prof\u00e9tico mesi\u00e1nicas, que siempre han protestado por la instalaci\u00f3n mundana de la Iglesia. La apertura inicial de la mayor\u00eda conciliar dej\u00f3 paso al predominio de la minor\u00eda tradicionalista que subrayaba la continuidad con el Vaticano I. El peso de la curia romana y de sus congregaciones se acrecent\u00f3, y la Iglesia, tras la primavera conciliar, se retir\u00f3 a los cuarteles de invierno (K. Rahner).
\nTras el intento conciliar de una \u00abperestroika\u00bb eclesial (reforma de sus instituciones y estructuras, comenzando por las del gobierno central del primado de Roma) se impuso la restauraci\u00f3n, bajo la que actualmente vivimos. Queda sin embargo, la centralidad del reinado de Dios como categor\u00eda eclesiol\u00f3gica y teol\u00f3gica fundamental. Ya no es posible seguir haciendo teolog\u00eda teniendo como referencia a la Iglesia en lugar del reinado de Dios.
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\nNo se trata de ver el reinado de Dios simplemente como utop\u00eda (literalmente, lo que no tiene \u00abtopos\u00bb o lugar), ni de reducirlo a un mero ideal inspirador (del orden del deber ser, que se contrapone al ser de la realidad), ni de hacer de \u00e9l un programa inspirador en el orden social, econ\u00f3mico o pol\u00edtico (aunque tenga implicaciones para todos esos \u00e1mbitos). Hay que recuperar el sentido teologal del reinado de Dios en correlaci\u00f3n con la experiencia humana de una creaci\u00f3n inacabada e imperfecta, en la que el Reino s\u00f3lo puede ser germen y realidad testimonial. Esto implica, primero que nada, percibir la omnipresencia cuantitativa y cualitativa del mal en el mundo, simbolizado en nuestro siglo por Auschwitz e Hiroshima, al que han seguido eventos marcados por el mismo signo.
\nLa promesa del Reino se refiere tambi\u00e9n a las v\u00edctimas del pasado. Por eso hay olvidos que son culpables y la sociedad de consumo tiende a un presente que neutraliza al pasado, del que se pierde la memoria. Pero no es s\u00f3lo el recuerdo del mal, ya que quien no conoce la historia se condena a repetirla, sino la experiencia de los sufrimientos del presente, no s\u00f3lo en K\u00f3sovo, Afganist\u00e1n o el \u00c1frica subsahariana, sino en medio de nuestras sociedades desarrolladas. Conservar la conciencia del mal en el mundo es lo que puede hacernos captar la significaci\u00f3n del Reino de Dios.
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\nY es que \u00e9ste es la buena noticia para los que sufren. El Reino est\u00e1 en relaci\u00f3n con el mal, es promesa de salvaci\u00f3n para quien experimenta indigencia y noticia inquietante para los poderes opresores, como ocurri\u00f3 a las autoridades civiles y religiosas ante el anuncio de la llegada del Mes\u00edas (Mt 2,1-12; Lc 1,48-55). Dios no se olvida del hombre. La historia, desde la perspectiva cristiana no es la de las cr\u00f3nicas oficiales que escriben los vencedores de las grandes potencias. El Reino obliga a mirar el reverso de la historia y pone sordina al mito del progreso, que olvida a tantos sacrificados, individuos y pueblos, en aras de la modernizaci\u00f3n y la civilizaci\u00f3n occidental.
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\nCuestiona tambi\u00e9n a los nacionalismos, que divinizan la patria y caen en la idolatr\u00eda, sacrificando a generaciones enteras a los \u00eddolos de la raz\u00f3n de Estado, aunque se disimulen con nombres emancipadores y liberadores. Contra m\u00e1s leg\u00edtimas son las aspiraciones humanas, mayor es el peligro de absolutizarlas y ponerlas en lugar de Dios. La idolatr\u00eda resurge cuando cualquier meta humana se absolutiza (por leg\u00edtima que sea, como el bien del pueblo o la independencia de la patria) con lo que el fin justifica los medios y se cae en la ambig\u00fcedad que hizo posible Auschwitz e Hiroshima, cuando no en un cinismo claro que no disimula la violencia m\u00e1s opresora como medio para alcanzar el presunto bien que se busca en la historia.
\nDesgraciadamente los\u00a0gulags<\/em>\u00a0y los campos de exterminio no pertenecen al pasado, como recientemente han mostrado los balcanes. Y sobre todo, el anuncio del Reino impugna radicalmente a las sociedades pr\u00f3speras del primer mundo, parad\u00f3jicamente las de pueblos cristianos del Norte que acaparan el 80% de los recursos del planeta e imponen leyes comerciales y financieras que impiden el desarrollo de los m\u00e1s pobres.
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\nPor eso, la teolog\u00eda del reinado de Dios interpela de forma especial a las Iglesias europeas, las viejas cristiandades, y las llama a la conversi\u00f3n. Han perdido buena parte de su herencia prof\u00e9tica y mesi\u00e1nica y se han instalado en las viejas naciones occidentales hoy convertidas en sociedades de consumo. En ellas dif\u00edcilmente hay esperanza, que es desplazada por la preocupaci\u00f3n de defender la acumulaci\u00f3n conseguida y el estilo de vida que ha generado, y mucho menos ansia (\u201cvenga a nosotros tu Reino…\u201d) de una meta de la historia en la que, por fin, el se\u00f1or\u00edo de Dios y del hombre converjan e impregnen las estructuras y relaciones humanas.
\nLa esperanza corresponde a la serenidad y optimismo de una \u00e9poca que miraba con confianza al futuro, como ocurri\u00f3 con la teolog\u00eda de los a\u00f1os sesenta, mientras que el ansia refleja el desencanto y, al mismo tiempo, la premura y la angustia ante la dureza del presente. Por eso, el ansia del reinado de Dios y de la llegada del Mes\u00edas se mantiene fuerte en las cristiandades del tercer mundo y dif\u00edcilmente encuentra resonancias en las primer mundistas que no perciben tanto dolor y se refugian en el consumismo, el placer y el bienestar material como claves de sentido para la vida humana.
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\nEn el Occidente pr\u00f3spero casi nadie espera al Mes\u00edas. Muchos menos son los que ans\u00edan su venida. El silencio de Dios se impone en la sociedad e impregna a las mismas Iglesias. Dios est\u00e1 ausente, se prescinde de \u00e9l, m\u00e1s en la praxis que en la teor\u00eda, y se vive como si Dios no fuera. En realidad, se ha vuelto superfluo y prescindible, no suscita ni adhesiones entusiastas ni rechazos encarnizados como en otras \u00e9pocas de polarizaci\u00f3n que parecen pertenecer al pasado. No es necesario, porque no es \u00fatil ni eficaz para conseguir exito social o prosperidad material. Ya no se espera esto de Dios, sino del esfuerzo individual y, a lo m\u00e1s, de la suerte o la oportunidad que se presenta aleatoriamente. De ah\u00ed a la cultura del pelotazo, a la prisa por hacerse rico, y a la corrupci\u00f3n como \u00abmodus vivendi\u00bb tolerado por todos, no hay m\u00e1s que un paso.
\nUn ministro socialista dec\u00eda triunfante, no hace muchos a\u00f1os, que en pocos pa\u00edses puede uno hacerse rico, como en Espa\u00f1a. Los actuales y escandalosos enriquecimientos de una minor\u00eda privilegiada, bajo otro gobierno de signo distinto, muestran hasta qu\u00e9 punto se mantiene esa din\u00e1mica. Espa\u00f1a \u00abha dejado de ser cat\u00f3lica\u00bb, como dec\u00eda Manuel Aza\u00f1a, no a consecuencia de una pol\u00edtica de un partido concreto, ni por el anticlericalismo popular canalizado por una instancia pol\u00edtica, sino porque el Dios de la riqueza (\u00abIn God we trust\u00bb, afirma el billete de dolar), se ha impuesto al cristiano y amenaza con expulsarlo de la sociedad.
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\nDe ah\u00ed, que la expectativa del Reino desaparezca por s\u00ed sola. Casi nadie cree ni espera una sociedad emancipada, justa y libre. Al contrario, aumenta el des\u00e1nimo ante la corrupci\u00f3n de la vida pol\u00edtica, judicial y tambi\u00e9n eclesial. Las grandes instituciones y los valores referentes de otras \u00e9pocas se ven como \u00abutopistas\u00bb (m\u00e1s que \u00abut\u00f3picos\u00bb), irrealizables e ilusorios, y hay un c\u00ednico conformismo en funci\u00f3n del \u00e9xito social, del inter\u00e9s econ\u00f3mico y del provecho personal.
\nCunde as\u00ed el desencanto en la sociedad, en el que se encuentran inmersas las mismas Iglesias, que no aparecen como lugares y plataformas de construcci\u00f3n del Reino, sino como subsistemas de la sociedad a la que ofrecen servicios religiosos. En ellas se percibe tambi\u00e9n a veces la opresi\u00f3n de las personas, el poder, la mentira, el triunfo del dinero y la eficacia del carrierismo y de las relaciones que dan prestigio.
\nAl menos esa es la imagen p\u00fablica creciente de las Iglesias, de vez en cuando en candelero con esc\u00e1ndalos financieros, alianzas pol\u00edticas y silencios que escandalizan, y formas de actuaci\u00f3n que conculcan los derechos humanos que oficialmente se defienden y proclaman. Las Iglesias aparecen para muchos conciudadanos como \u00abanti-reino\u00bb, m\u00e1s que como su semilla, y el ate\u00edsmo encuentra en la realidad hist\u00f3rica de las Iglesias un motivo para la increencia.
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\nPor el contrario, sigue siendo necesario predicar y actualizar el Reino, es decir, generar esperanza, animar y consolar, fortalecer ante el mal, dinamizar contra las tendencias esc\u00e9pticas y el fatalismo resignado. La impotencia ante una sociedad que parece invencible e incambiable, y la desidia y el dejarse llevar marcan nuestro momento hist\u00f3rico de fin de milenio.
\nEn contra est\u00e1 la tensi\u00f3n escatol\u00f3gica, el ya pero todav\u00eda no, que s\u00f3lo es cre\u00edble desde una postura cr\u00edtica y contracultural de las minor\u00edas cristianas. Por eso resulta poco plausible y cre\u00edble el anuncio del Reino, cuando Dios no es Se\u00f1or, a veces ni siquiera en la comunidad eclesial que oficialmente le sigue.
\nNo es la ortodoxia doctrinal, ni siquiera la ortopraxis \u00e9tica lo m\u00e1s decisivo, ya que la Iglesia es siempre, globalmente y en sus miembros, pecadora, sino la experiencia de su presencia que suscita vida y genera esperanza y gozo a los hombres. Mensaje dif\u00edcilmente captable para los ciudadanos, que ven en la Iglesia una instancia moralista y doctrinalmente desfasada, no el lugar donde hay vivencias de Dios que humanizan y dan vida.
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\nEn realidad, el problema actual no es el postconciliar (\u00abJes\u00fas s\u00ed, la Iglesia no\u00bb), sino el de una religi\u00f3n sin Dios y una pr\u00e1ctica eclesial sin expectativas del Reino.
\nLas funciones asistenciales, educativas, sociales y caritativas de las Iglesias sirven para su legitimaci\u00f3n p\u00fablica. Mantiene su influjo social porque detenta el control de las fiestas, ceremonias y tradiciones que tienen una ra\u00edz religiosa, aunque sean parte del folklore, cultura e identidad populares. Sin embargo, hay mucho menos margen en ellas para expresar el vac\u00edo de sentido de nuestra sociedad y para transmitir la vivencia de Dios de sus testigos, sobre todo m\u00edsticos y profetas.
\nEl funcionario eclesi\u00e1stico aparece como el representante de la instituci\u00f3n, identificada con la Iglesia, mientras que la persona que busca a Dios tiene dificultades para confirmar su fe en una praxis de sacramentos frecuentemente degradada a meros actos sociales, o en unas celebraciones multitudinarias que acogen por igual a cristianos y no creyentes.
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\nLos sacramentos m\u00e1s b\u00e1sicos del cristianismo son incluso presididos por autoridades que ocupan un lugar de honor, a pesar de su p\u00fablica declaraci\u00f3n de que no son cristianos ni se sienten comprometidos con los valores del Reino porque viven en una sociedad laica y no confesional, y como personas se declaran no creyentes. La religi\u00f3n civil desplaza a la Iglesia como plataforma del Reino, el cl\u00e9rigo al laico, y el funcionario institucional al carism\u00e1tico que ha experimentado algo, y al que pertenece el futuro cristiano del siglo XXI como bien afirmaba K. Rahner.
\nEn la tradici\u00f3n b\u00edblica, Dios desautoriza el culto cuando no es compatible con las pr\u00e1cticas cotidianas, en las que se prescinde de los valores que la religi\u00f3n proclama. Las pr\u00e1cticas cultuales persisten m\u00e1s all\u00e1 de la experiencia que las origin\u00f3, pueden subsistir sin una fe viva y encubrir el ansia de Dios, haciendo creer que ya se le ha encontrado. Entonces el \u00e1mbito sagrado del culto no estimula sino que amenaza a los valores del Reino y se repite la confusi\u00f3n idol\u00e1trica que confunde al Dios buscado con sus representaciones religiosas y al Reino de Dios con la Iglesia y sus instituciones.
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\nEl reinado de Dios es un don y una tarea o imperativo humano. Hay que construirlo y es Dios quien nos llama a ser co-creadores con \u00e9l (en la transformaci\u00f3n y humanizaci\u00f3n del mundo) y co-redentores (en un mundo afectado por el pecado que impregna las estructuras y las instituciones y determina la injusticia internacional imperante). De ah\u00ed, la autonom\u00eda de las realidades terrenas, defendida por el Vaticano II, y la necesidad de nuevos modelos de santidad comprendidos en funci\u00f3n del Reino[3]<\/a>: la santidad en la pol\u00edtica, en el trabajo, en la militancia de asociaciones o en la promoci\u00f3n de una cultura que obligue a tomar conciencia, en lugar de integrar en el modelo cultural dominante.
\nY es que la sociedad de consumo privilegia la gratificaci\u00f3n instant\u00e1nea, sustituye el sentido de la vida por el consumo material y ocupa las necesidades que han quedado sin respuesta, tras la p\u00e9rdida de Dios, por la exaltaci\u00f3n del deporte, el nacionalismo o las cosmovisiones sectarias. Construir el reinado de Dios es asumir el compromiso de una santidad laical y mundana, desde la cual, se testimonie la vigencia de la llamada de Jes\u00fas en unas condiciones muy diferentes a la de su \u00e9poca.
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\nPero al mismo tiempo, el reinado de Dios es un don, un regalo que el ser humano no puede alcanzar por s\u00ed s\u00f3lo, que no se obtiene como una ley de la historia ni como resultado del mero esfuerzo \u00e9tico. Es lo que expresamos con el \u00abansia\u00bb, con una preocupaci\u00f3n que es al mismo tiempo plegaria, queja, llamada y demanda a Dios mismo. El fracaso siempre repetido de la lucha contra el mal, condena al hombre a repetir incesantemente el mito de S\u00edfiso: Este es condenado a subir la roca y siempre acaba despe\u00f1\u00e1ndose, para recomenzar de nuevo. Lo mismo ocurre con el fracaso renovado en la lucha contra el mal, que lleva tanto al nihilismo y escepticismo actuales, como a los que proclaman el \u00abcarpe diem\u00bb y a disfrutar, que la vida es corta y r\u00e1pida.
\nY es que la lucha contra el mal, el anti-reino por antonomasia, siempre concluye en el fracaso. De ah\u00ed, la ambig\u00fcedad del progreso. Toda realizaci\u00f3n hist\u00f3rica es provisional, deficiente y equ\u00edvoca. No se puede absolutizar ning\u00fan programa pol\u00edtico, socio-econ\u00f3mico, ni religioso. El fracaso es parte de la condici\u00f3n humana y el sufrimiento una enigm\u00e1tica experiencia, inherente al intento de crecer, profundizar y ahondar en lo humano.
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\nQueda la esperanza, y en situaciones de emergencia o de noche oscura, como la nuestra al finalizar el segundo milenio, la b\u00fasqueda y la petici\u00f3n a Dios para descubrir su presencia en la ausencia, para estar atentos a los signos de los tiempos, para reconocer sus demandas y llamadas, quiz\u00e1s donde menos lo esper\u00e1bamos y cuando est\u00e1bamos m\u00e1s confiados, como le ocurri\u00f3 a Israel. \u00abA Dios rogando y con el mazo dando\u00bb, o, como prefiere formular la espiritualidad de Ignacio de Loyola: hacerlo todo como si nada dependiera de Dios, sino de nosotros, y luego esperarlo todo de \u00c9l y nada de nosotros.
\nEn \u00faltima instancia el programa del Reino no es el del para\u00edso intramundano o hist\u00f3rico. Al contrario, deja la historia abierta, sin darle un sentido \u00faltimo, asumiendo la equivocidad del progreso y la ambig\u00fcedad del proceso. Cada logro y soluci\u00f3n, incluidos los cient\u00edficos, revela nuevos horizontes de problemas y plantea interrogantes desde una realidad m\u00e1s compleja que al comienzo. De ah\u00ed, el \u00absiervos in\u00fatiles somos\u00bb, contra la equiparaci\u00f3n del reinado de Dios a un proyecto humanista o a un programa sociopol\u00edtico o econ\u00f3mico.
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\nEsto implica una espiritualidad revitalizada y actual. La creatividad que se inspira en la tradici\u00f3n pero no se deja ahogar por ella. La b\u00fasqueda de nuevos caminos y el ensayo de otras formas de espiritualidad que eviten que los cristianos busquen en otras tradiciones, por ejemplo las orientales, aquello que no pueden encontrar en sus propias Iglesias.
\nEs lo contrario de lo que pretenden los que proclaman el fin de los experimentos, la vuelta a la ley y el orden, y el repliegue, que lleva al gueto social y al inmovilismo de una tradici\u00f3n fosilizada.
\nNo es la Iglesia, con sus instituciones e intereses sociales, la que hay que defender, sino promover el Reino desde la colaboraci\u00f3n con personas de buena voluntad, sean cristianos o no, que se pueden identificar con los valores que nos trajo Jes\u00fas: los que fueron buena noticia para los pobres, enfermos, pecadores, marginados y dem\u00e1s gentes de mal vivir.
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\nY es que no son los satisfechos de la sociedad los que buscan el Reino, al que ya han sustituido por el consumo material, el placer o el triunfo social, sino los marginados de este mundo y aquellos, que, de una u otra forma, sue\u00f1an con la fraternidad humana y buscan la armon\u00eda con la naturaleza, precisamente porque reh\u00fasan conformarse a las leyes de este mundo y reconciliarse con una creaci\u00f3n que no es ni lo que Dios quiere, ni lo que se desarrolla seg\u00fan sus planes de salvaci\u00f3n.
\nHay que reescatologizar el cristianismo. Es decir, repotenciar su vena prof\u00e9tica, mesi\u00e1nica, martirial y escatol\u00f3gica. Lo sobrenatural no es lo que est\u00e1 m\u00e1s all\u00e1 de lo natural, sino lo que inspira la acci\u00f3n del que quiere luchar contra el sufrimiento y eliminar las diversas ra\u00edces del mal en la creaci\u00f3n.
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\nNo hay que renunciar al mundo para encontrarse cara a cara con Dios, seg\u00fan la vieja f\u00f3rmula tradicional, sino s\u00f3lo a \u00absus pompas y vanidades\u00bb (de la sociedad de consumo y de las Iglesias en ellas instaladas), para negar al mundo de una forma operativa y no te\u00f3rica. Se trata de transformarlo, de un compromiso operativo, de la convergencia del esfuerzo humano y la inspiraci\u00f3n divina en un proyecto global que tuvo en Jes\u00fas su referente \u00faltimo.
\nEl reinado de Dios est\u00e1 referido al mundo y a la historia, no a la ultratumba ni es tampoco una realidad espiritual privada e individualista. Pasa por relaciones interpersonales que tienen que manifestarse en la sociedad y, sobre todo, en la comunidad eclesial. Y es que la figura del Dios hombre y del hombre Dios, postulados ambos de la teolog\u00eda que reinterpretaba al jud\u00edo Jes\u00fas, forma parte de la buena noticia del Reino: Dios no quiere serlo sin el hombre y lo llama a participar en su vida divina. Quiere la salvaci\u00f3n de todos, los pecadores son tambi\u00e9n suyos, y muestra la salvaci\u00f3n que ofrece en el m\u00e1s pobre, deshumanizado y endurecido de los hombres. Hasta \u00e9l llega el proyecto del Reino y en funci\u00f3n de \u00e9l env\u00eda sus testigos.
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\nEsto no lo comprenden todos, \u00abvino a los suyos y no lo recibieron\u00bb, pero a los que lo aceptaron les dio el ser hijos de Dios (Jn 1,11-12), es decir, portadores del Reino. El Reino de Dios se construye en la sociedad humana en cuanto que sus miembros participan de la vida divina y se divinizan sin perder su personalidad humana.
\nPor eso, los cristianos vieron en Jes\u00fas el Reino mismo personificado: su vida, sus relaciones interpersonales, sus palabras y acciones muestran que Dios no ha abandonado a su pueblo, Israel.
\nDios es de todos los hombres, que es lo que la Iglesia tiene que anunciar, como signo y semilla desde la que se construye el Reino de Dios en los hombres.\u00a0n
\n
\nJuan A. Estrada\u00a0<\/strong>
\n
\n[1]<\/a>\u00a0La importancia decisiva del Reino para el surgimiento de la Iglesia ha sido analizada por J.M.\u00a0CASTILLO,\u00a0El reino de Dios. Por la vida y la dignidad de los seres humanos,<\/em>\u00a0DDB, Bilbao 1999.
\n[2]<\/a>\u00a0Remito a la exposici\u00f3n y desarrollo que ofrezco en:\u00a0Para comprender c\u00f3mo surgi\u00f3 la Iglesia,<\/em>\u00a0Verbo Divino, Estella 1999.
\n[3]<\/a>\u00a0Remito al desarrollo que propongo en:\u00a0La espiritualidad de los laicos,<\/em>\u00a0San Pablo, Madrid\u00a02<\/sup>1996.[\/vc_column_text][\/vc_column][\/vc_row]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"[vc_row][vc_column][vc_column_text] S\u00edntesis del Art\u00edculo Tras un breve an\u00e1lisis de la esperanza b\u00edblica \u2014\u00abDel Mes\u00edas esperado a su venida hist\u00f3rica\u00bb y \u00abDel anuncio del reinado a la segunda venida de Cristo\u00bb\u2014, el autor considera c\u00f3mo el \u00abproyecto del Reino\u00bb \u201cha sido un hilo conductor para la Iglesia a lo largo de dos mil a\u00f1os, con diversos […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[122,461,75,94],"tags":[],"class_list":["post-12025","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-2000-mision-joven-2","category-estudios-276-277","category-juan-a-estrada","category-mision-joven-2"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12025"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=12025"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12025\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=12025"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=12025"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=12025"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}