{"id":12076,"date":"1999-11-01T06:46:13","date_gmt":"1999-11-01T04:46:13","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=12076"},"modified":"1999-11-01T06:46:13","modified_gmt":"1999-11-01T04:46:13","slug":"ayudas-y-trampas-de-la-religion-frente-a-la-angustia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/ayudas-y-trampas-de-la-religion-frente-a-la-angustia\/","title":{"rendered":"Ayudas y trampas de la religi\u00f3n frente a la angustia"},"content":{"rendered":"
[vc_row][vc_column][vc_column_text]Pie de Autor:
\nCarlos Dom\u00ednguez Morano<\/strong>\u00a0es profesor en la Facultad de Teolog\u00eda de Granada.<\/em>
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\nS\u00edntesis del Art\u00edculo:
\n\u201cReligi\u00f3n y angustia se enlazaron siempre de una manera y otra como pocas dimensiones humanas lo pudieran hacer\u201d. Del estado actual de dicha relaci\u00f3n trata el art\u00edculo, con el siguiente proceso: se constata, primero, c\u00f3mo la angustia es compa\u00f1era del camino de los hombres y c\u00f3mo la religi\u00f3n siempre sale en su ayuda; en segundo lugar, se describen algunas de las angustias de hoy para, en \u00faltimo lugar, considerar tanto las actuales trampas de la religi\u00f3n como el \u00abtipo de experiencia religiosa\u00bb que debe favorecer la fe cristiana para evitar caer en ellas.
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\nLa religi\u00f3n se ha relacionado siempre de un modo \u00edntimo con la angustia. Han sido muy diversas y siempre complicadas sus vinculaciones con ella. Ha intentado unas veces elaborar esas angustias haci\u00e9ndolas soportables. En otras ocasiones las ha disuelto como por arte de magia. En otros momentos tambi\u00e9n las supo alimentar hasta lo intolerable. Acert\u00f3 tambi\u00e9n en otras circunstancias a ofrecer una esperanza de salir definitivamente de ellas…, pero religi\u00f3n y angustia se enlazaron siempre de una manera u otra como pocas dimensiones humanas lo pudieron hacer.
\nAh\u00ed est\u00e1n para demostr\u00e1rnoslo numerosas representaciones religiosas cristianas que nos hablan directa o indirectamente de ellas y de su liberaci\u00f3n, V\u00edrgenes llamadas de las Angustias, como tambi\u00e9n llamadas de la Esperanza. Cristos de pasi\u00f3n y dolor, de angustias en Getseman\u00ed o que vence a la muerte y aligera yugos y cargas pesadas y da descanso para el alma. La religi\u00f3n se ha presentado siempre a los hombres y mujeres como una v\u00eda, probablemente la m\u00e1s esencial, de liberaci\u00f3n de la angustia.
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\nPorque la angustia constituye un factor connatural de la condici\u00f3n humana de todos los lugares y de todos los tiempos. Vivir, desde el mismo acto de nacer, supone atravesar situaciones de angustias y, de modo esencial tambi\u00e9n, vivir es luchar permanentemente contra ella. La angustia revela la limitaci\u00f3n humana que nos constituye, la impotencia frente a una realidad externa e interna que nos desborda de modo abrumador, a veces.
\nDe una parte, nuestro d\u00e9bil Yo se ve confrontado a manejarse en una realidad exterior que, tantas veces, le hace sentirse desorientado y perdido. Las fuerzas de la naturaleza le amenazan, la relaci\u00f3n con los dem\u00e1s puede tornarse tambi\u00e9n igualmente desconcertante o peligrosA, la enfermedad, la indigencia material y, siempre, el fantasma de la muerte constituyen elementos de tal intensidad ansi\u00f3gena que, con frecuencia, nos empeque\u00f1ecen o nos impulsan a utilizar mecanismos de negaci\u00f3n que aminoren la angustia y nos hagaN tolerable el vivir.
\nDe otra parte, existe todo ese mundo oscuro de nuestro interior m\u00e1s desconocido que, a veces con demandas expl\u00edcitas y otras con simples movimientos que se escapan a la conciencia, sit\u00faan al Yo en una situaci\u00f3n de peligro y debilidad. Emociones que desbordan, reclamos que el Yo se ve imposibilitado de satisfacer, deseos que en su misma magnitud alertan como una amenaza intolerable. Nuestros sue\u00f1os son, a veces, las rendijas por donde todo ese mundo interno apenas se nos deja ver a la conciencia.
\nY todav\u00eda, como tercer campo de amenaza y angustia para nuestro Yo, la conciencia o la \u00abinconsciencia\u00bb moral en sus aspiraciones ideales y prescripciones, a veces tambi\u00e9n tan oscuras y amenazantes, tan racionales y sensatas, en ocasiones, y tan irracionales tambi\u00e9n, como de modo paradigm\u00e1tico pone de manifiesto el neur\u00f3tico obsesivo con sus escr\u00fapulos de conciencia. El sentimiento de culpa, sin duda, constituye igualmente una fuente de angustia que, en ocasiones, llega a ser aut\u00e9nticamente paralizante.
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\nAs\u00ed, pues, las fuentes de angustia nos circundan desde fuera y nos inundan desde dentro. El mismo sobrevivir constituye una fuente de angustia, la m\u00e1s primaria sin duda, para buena parte de la humanidad (quiz\u00e1s olvidada en nuestros planteamientos primermundistas). Ser o no queridos, valorados o rechazados, sostenidos o abandonados fue angustia primera en nuestra vida, permaneciendo por siempre (m\u00e1s o menos disimulada) como un estrato profundo de nuestro ser.
\nEl sexo, sin duda, es tambi\u00e9n motivo importante de angustias conscientes y m\u00e1s a\u00fan inconscientes en nuestro interior. El odio, la rabia, la hostilidad que podemos ver en otros o que nace de nosotros mismos asusta y angustia de un modo que, en tantas ocasiones, tiene que camuflarse con m\u00e1s bellos ropajes y racionalizaciones. El vac\u00edo de arrostrar la vida desde nuestra ineludible soledad, de dise\u00f1ar un futuro que no encontramos escrito en ning\u00fan texto sagrado ni profano, el \u00abmiedo a la libertad\u00bb, est\u00e1 ah\u00ed como un reto tan dif\u00edcil que, con frecuencia, pretendemos evitar, aun a costa de las m\u00e1s profundas alienaciones. Y la muerte…, probablemente el rostro que se esconde detr\u00e1s de todas las dem\u00e1s angustias y que, por ello, es objeto de las mayores resistencias, de las negaciones m\u00e1s rotundas, de las aventuras tambi\u00e9n m\u00e1s nobles y ejemplares.
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\nAngustias, pues, inscritas en nuestra condici\u00f3n y a las que tanto de bueno y de malo le debemos. Todo ello adem\u00e1s \u2014no conviene nunca olvidarlo\u2014, sin contar siquiera las angustias, (ansiedades prefieren llamarlas) que desde una mera inestabilidad qu\u00edmica pueden desencadenarse en nosotros, al margen de lo que consideramos m\u00e1s espec\u00edficamente\u00a0humano.<\/em>Error de percepci\u00f3n, sin embargo, porque no deber\u00edamos de olvidar que\u00a0humano<\/em>\u00a0es tambi\u00e9n que nuestro modo de ver y sentir el mundo tenga que ver con deficits o super\u00e1vits de sustancias qu\u00edmicas generadas por nuestro Sistema Nervioso. Por m\u00e1s que esto nos resulte, de una manera u otra, como una intolerable herida a nuestro narcisismo.
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\nPero tampoco podemos olvidar que en buena medida estamos construIdos desde la angustia. Nos vamos desarrollando, fortaleciendo e integrando en buena medida tambi\u00e9n gracias al enfrentamiento, a la lucha y a la defensa frente a la angustia. Cada cual con sus \u00e9xitos y fracasos. Cada cual con su arquitectura singular en los modos de elaborar, de manejar, de canalizar y de sacarle o no partido a ellas.
\nHay quienes se anegan de inmediato ante una m\u00ednima circunstancia exterior y quienes, desde unos peligrosos sentimientos de omnipotencia, niegan el poder del peligro real y sucumben por un d\u00e9ficit de angustia. Quienes se turban ante el m\u00e1s m\u00ednimo deseo\u00a0impuro<\/em>\u00a0o\u00a0peligroso<\/em>\u00a0que sienten nacer en su coraz\u00f3n y quienes son capaces de autodestruirse por la incapacidad de situar unas convenientes barreras a sus pulsiones. O los que se ven de inmediato sumergidos en la angustia de la culpa persecutoria y autodestructiva frente a quienes, desde una frialdad moral enferma, son capaces de da\u00f1ar sin ninguna se\u00f1al de alarma que les haga retenerse o reparar el da\u00f1o hecho.
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\nLa construcci\u00f3n de defensas frente a la angustia constituye una tarea de una dificultad considerable, a la que todos nos vemos confrontados y que se encuentra en la base del \u00e9xito o del fracaso de la estabilidad personal de cada uno. Todos necesitamos de esas defensas para sobrevivir, para no sentirnos inundados y paralizados por la angustia. Y, al mismo tiempo, tampoco podemos pretender eliminarla de ra\u00edz, pues tambi\u00e9n cierto nivel de angustia, se ha comprobado, es fuente de actividad, de creatividad y de progreso.
\nEl problema, pues, reside en los modos y tipos de defensas, m\u00e1s racionales o insensatas, m\u00e1s costosas o rentables que acertemos a utilizar para componer nuestra andadura. A veces hay que saber taparse los ojos para no ver algo que nos paralizar\u00eda por falta de fuerzas suficientes para arrostrarlo. En otros momentos, sin embargo, ser\u00e1 obligada la tarea de reducir racionalmente una angustia que nos paraliza y nos desenfoca la realidad que tenemos que acometer (la que a muchos sujetos les desencadena el acudir al dentista o subir a un avi\u00f3n por referirnos a algunas de las m\u00e1s protot\u00edpicas).
\nTendr\u00edamos que preguntarnos, incluso, si los objetos de nuestras angustias son\u00a0originales<\/em>\u00a0o son falsos objetos angustiantes en los que desplazamos y condensamos ansiedades que tienen en otro lugar su origen. As\u00ed, sucede, como bien sabemos en las fobias de cualquier tipo: ni es el ascensor ni la plaza lo que de verdad causa la angustia del claustrof\u00f3bico y el agoraf\u00f3bico. La casu\u00edstica ser\u00eda infinita y no corresponde ahora el entrar en ella. Baste tan s\u00f3lo como indicaciones paradigm\u00e1ticas de la complejidad del tema que traemos entre manos.
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\nProbablemente la religi\u00f3n naci\u00f3 (al menos en buena parte) como reacci\u00f3n a una angustia fundamental: la de la muerte de los seres queridos que, de rebote, nos situaba frente a la nuestra. El culto a los muertos aparece as\u00ed como el primer signo de religi\u00f3n. Y desde entonces, la creencia religiosa no ha podido separarse de la muerte. No se lo hemos permitido. En ella el ser humano sigue encontrando un alivio esencial para la mayor herida narcisista de todas cuantas la vida nos infringe. Los soldados en peligro de muerte rememoran oraciones casi olvidadas, enfermos de gravedad acrecientan su religiosidad y los ancianos, cuando m\u00e1s lejos llegan en su vejez, m\u00e1s tienden a creen en la vida eterna.
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\nTambi\u00e9n frente a otras fuentes de angustia, la religi\u00f3n ha jugado y sigue jugando un papel fundamental. Mediante las representaciones de la divinidad, ella nos ofrece un amparo que calma ansiedades primitivas de rechazo y abandono. Frente a las angustias reales que se movilizan en nuestra peque\u00f1ez e impotencia nos ofrece auxilio y protecci\u00f3n. Frente a la irrupci\u00f3n de nuestros deseos m\u00e1s peligrosos y amenazantes nos ofrece una moral que, introyectada, pone l\u00edmites y contenci\u00f3n. Ante la desorientaci\u00f3n y el vac\u00edo de cara al futuro incierto la religi\u00f3n ofrece unas finalidades y unos proyectos que organizan el comportamiento y le confieren un sentido. En definitiva, la religi\u00f3n se ofrece siempre como uno de los poderes m\u00e1s eficaces para enfrentar, aliviar, manejar y hacer desaparecer la angustia.
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\nPueden poseer, sin embargo, una significaci\u00f3n muy diversa esas soluciones que la religi\u00f3n ofrece con el objetivo de solventar el problema. Las defensas que proporciona para combatir la angustia pueden poseer un car\u00e1cter sano y propulsor de la personalidad o tambi\u00e9n un car\u00e1cter infantilizante y generador de conflicto.
\nPuede, por ejemplo, garantizar unos cauces para canalizar convenientemente la energ\u00eda del sujeto propiciando mecanismos de sublimaci\u00f3n que liberan sus capacidades afectivas, contribuyendo as\u00ed a su expansi\u00f3n y desarrollo. Puede tambi\u00e9n ofrecerle unas referencias cognitivas mediante las cuales la persona organiza su vida confiri\u00e9ndole una significaci\u00f3n. Siempre le ofrece tambi\u00e9n un sistema simb\u00f3lico y unos rituales que contribuyen a organizar los momentos m\u00e1s decisivos de su existencia (nacimiento, paso o iniciaci\u00f3n a la vida adulta, pareja, enfermedad, muerte). Igualmente puede contribuir a su integraci\u00f3n social, no s\u00f3lo mediante esos rituales y sistemas simb\u00f3licos, sino tambi\u00e9n ofreci\u00e9ndole agrupaciones en las que sentirse formando parte de un entorno humano amplio y saludable.
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\nPero, como en la vida de los individuos, tambi\u00e9n la religi\u00f3n puede venir a poner en marcha unas defensas que vengan a distorsionar el desarrollo y madurez de la persona. Ella puede ofrecerse como instrumento para la represi\u00f3n y el aliento del conflicto ps\u00edquico y la neurosis. Es la religi\u00f3n que se presenta como agente de control policial de cara a los deseos y pulsiones vitales de la persona. En sujetos predispuestos a la angustia ante sus propias potencialidades instintivas, la religi\u00f3n puede convertirse en un c\u00f3mplice de primer orden para reprimir y yugular lo temido por intensamente deseado. El aliento de los componente obsesivos y compulsivos ha aparecido siempre como uno de los cap\u00edtulos m\u00e1s negativos que la experiencia religiosa ha venido a desempe\u00f1ar en la vida de muchos sujetos.
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\nSin llegar a esos extremos, la religi\u00f3n puede tambi\u00e9n ofrecerse para calmar y eliminar angustias que el sujeto deber\u00eda enfrentar como condici\u00f3n de su crecimiento y adultez personal. Es la religi\u00f3n de las respuestas f\u00e1ciles a los enigmas de la vida, de las promesas fantasiosas, del ofrecimiento de una especie de \u00abmundo al rev\u00e9s\u00bb, donde se hace posible todo aquello que la realidad niega. Es igualmente la religi\u00f3n que pretende la m\u00e1gica eliminaci\u00f3n los sentimientos de culpa, en lugar de enfrentar al sujeto a una tarea de discernimiento personal en el que se haga capaz de averiguar y declarar su culpabilidad o su inocencia.
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\nTodav\u00eda, puede la religi\u00f3n impulsar unos mecanismos de defensa frente a la angustia mediante unas ortodoxias defendidas compulsivamente como remedio a la inquietud que genera la diferencia y la alteridad. Las tentaciones fundamentalistas, a veces fan\u00e1ticas, han encontrado siempre su mejor caldo de cultivo en los \u00e1mbitos de absoluto que caracteriza a la experiencia religiosa. Ellos han sido entrevistos desde la psicolog\u00eda de la religi\u00f3n como medios\u00a0eficaces<\/em>\u00a0de eliminar angustias muy primitivas.
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\nCada \u00e9poca posee sus propias angustias y cada \u00e9poca tambi\u00e9n tiene sus modos peculiares de enfrentarlaS y de procurar su alivio o resoluci\u00f3n. Las angustias b\u00e1sicas del ser humano se configuran as\u00ed socialmente seg\u00fan unas coordenadas particulares de cada tiempo y lugar. Los mecanismos de defensa tambi\u00e9n se elaboran dependiendo de la diversidad de factores que determinan todo el enTramado socio-cultural.
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\nFrente al \u00e1mbito de la sexualidad, por ejemplo, las angustias emergentes en nuestra sociedad occidental tienen que ver con el derrumbe de unos modelos firmemente estructurados hasta no hace mucho. Pocas dimensiones de la vida han visto una transformaci\u00f3n del calado como la que se ha producido en este campo. Baste pensar en las repercusiones que ha tenido en los modos de vivirse la sexualidad un factor, por otra parte tan ajeno a cualquier planteamiento \u00e9tico o religioso, como es el del alargamiento de la vida. En raz\u00f3n de esta variable, la vivencia de la pareja ha tenido necesariamente que modificarse. Eran muy escasas las posibilidades de celebrar unas bodas de oro hace un siglo. Hoy d\u00eda se multiplican de modo considerable. Todo lo cual trae consigo que la vida sexual de una pareja pasa a ser comunicaci\u00f3n e intercambio mucho m\u00e1s que procreaci\u00f3n. Pensar adem\u00e1s en comprometerse a una vida de pareja \u00fanica e indisoluble que puede durar cincuenta o sesenta a\u00f1os genera en muchos j\u00f3venes una angustia que no cab\u00eda pensar a comienzos de siglo.
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\nEl modelo de familia se transforma tambi\u00e9n debido a variables diversas. El paso de una sociedad agr\u00edcola y campesina, donde la estructura familiar era bastante amplia (y en la que las relaciones no se fundaban tanto en la comunicaci\u00f3n interpersonal como en motivaciones socioecon\u00f3micas) a una industrial y urbana, reducida casi con exclusividad a las relaciones entre la pareja y los hijos, ha tra\u00eddo tambi\u00e9n consigo modificaciones esenciales en los modos de vinculaci\u00f3n del entramado familiar. Junto a toda otra serie de factores, el resultado es que la familia tradicional se desestructura, se transforma en sus roles y funciones, se rompe con bastante facilidad y genera unos sentimientos de desprotecci\u00f3n, fragilidad y angustia que eran desconocidos hace no tanto tiempo.
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\nEl modelo de pareja se transforma igualmente desde una concepci\u00f3n patriarcal anterior a una basada en la igualdad esencial de los dos miembros. La angustia, por ejemplo, que el var\u00f3n experimenta hoy ante una imagen de mujer transformada de modo muy radical por la nueva conciencia de su g\u00e9nero constituye un factor nuevo en las formas de la angustia. Probablemente no estemos, ademas, sino iniciando esa transformaci\u00f3n.\u00a0Me han hecho patriarca de una familia que ya no existe<\/em>, exclamaba con desesperaci\u00f3n un personaje de la pel\u00edcula de Marco Ferreri \u00abLa \u00faltima mujer\u00bb ante la angustia de no acertar nunca a comprender la relaci\u00f3n con su compa\u00f1era.
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\nDe hecho, las relaciones sexualidad-ley que en cualquier tiempo y cultura han sido necesarias, se transforman igualmente de un modo que obligan a los individuos a plantearse sus posiciones al respecto con una evidente carencia de modelos y pautas a seguir. En ocasiones tambi\u00e9n, las personas (particularmente las m\u00e1s j\u00f3venes) se ven presionadas ambientalmente a seguir modelos nuevos que se imponen y para los cuales no estaban preparadas por su educaci\u00f3n previa. Todo ello conduce, con frecuencia, a situaciones de una enorme intensidad ansi\u00f3gena.
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\nFrente a las nuevas ansiedades, nuevas defensas. Quiz\u00e1s, en torno a la sexualidad, la m\u00e1s com\u00fan sea la de pretender despojarla de sus significaciones m\u00e1s profundas, oscuras e inquietantes para convertirla en un mero comportamiento m\u00e1s o menos irrelevante que, adem\u00e1s, pretende ser explicado mediante unas teor\u00edas de corte mecanicista y, sobre todo, de apariencia\u00a0cient\u00edfica.<\/em>\u00a0Se olvida lo que de modo tan bello expres\u00f3 P. Ricoeur:\u00a0Finalmente, cuando dos seres se abrazan, no saben lo que hacen; no saben lo que quieren; no saben lo que buscan; no saben lo que encuentran.<\/em>\u00a0La doctora Ochoa, en sus conocidos programas de televisi\u00f3n de hace unos a\u00f1os, no parec\u00eda participar de la misma opini\u00f3n. La sexualidad se enfocaba all\u00ed, como en tantos lugares de hoy d\u00eda, como una cuesti\u00f3n de t\u00e9cnicas m\u00e1s o menos complejas y nada m\u00e1s. Es la mejor expresi\u00f3n de la defensa contempor\u00e1nea frente a ese campo que siempre, de una manera u otra, consciente o inconscientemente, nos asusta.
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\nLas relaciones interpersonales se ven tambi\u00e9n marcadas por una atm\u00f3sfera de agresividad y competitividad creciente en la medida en que los modelos de triunfo social y econ\u00f3mico se sacralizan progresivamente en una sociedad que se convierte en un inmenso mercado y poco m\u00e1s. Hay que triunfar y mostrar ostentosamente los signos del triunfo, configurados previamente en el imaginario de todos a trav\u00e9s de la publicidad y de los medios de comunicaci\u00f3n social. La angustia de no llegar suficientemente, de no estar entre los empresarios y ejecutivos\u00a0agresivos<\/em>\u00a0que dominan el mercado, la amargura por ver a los otros subir y avanzar, la amenaza de la p\u00e9rdida del trabajo y del paro sumergen a m\u00e1s de uno en una ansiedad que, o bien dispara una violencia contra ese sistema, o bien acaba hundiendo al sujeto en la depresi\u00f3n y la angustia. Esa sociedad, adem\u00e1s, que genera, estimula y alienta la agresividad como comportamiento, hip\u00f3critamente la condena con moralinas baratas. Pocas veces se expres\u00f3 mejor ese doble mensaje como en las pel\u00edculas \u00abLa naranja mec\u00e1nica\u00bb de Kubrick o en la m\u00e1s reciente \u00abTesis\u00bb de Amenabar.
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\nLa muerte como emblema de las mayores angustias se multiplica ante nuestros ojos, pero, al parecer, con una intenci\u00f3n: la de abaratar a toda costa la angustia que genera. \u00bfCu\u00e1ntos asesinatos podemos ver en una t\u00edpica pel\u00edcula americana de acci\u00f3n?, \u00bfcu\u00e1ntas muertes cuando nos televisan en directo desde la guerra del Golfo, de Bosnia o Kosovo? Parece como si se tratara de un medio de desansgustiarnos ante ella, convirtiendo en pel\u00edcula una realidad que nos espanta. Como en tantas otras cosas, no vivimos en contacto con la realidad, sino con una imagen de ella.
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\nY la libertad, fuente permanente de miedo y ansiedad, vive hoy momentos especiales tambi\u00e9n. Ante un horizonte vac\u00edo de proyectos colectivos en eso que llamamos la post-modernidad, la libertad produce v\u00e9rtigo. Est\u00e1n muy claras las \u00ablibertades de\u00bb que hay que conquistar. Pero est\u00e1 oscuro y vac\u00edo el horizonte de \u00ablibertades para\u00bb por las que empe\u00f1arse. El paisaje se desdibuja sin referencias.\u00a0Top-Models<\/em>\u00a0y futbolistas parecen ser los grandes h\u00e9roes sociales que se perfilan en nuestro panorama como \u00fanicos modelos que alcanzan relevancia. El individualismo, el abuso con el tema de la autoestima, la b\u00fasqueda obsesiva del bienestar y la salud ps\u00edquica y corporal, etc., se convierten en un refugio solipsista y egoc\u00e9ntrico para una angustia que no sabe ad\u00f3nde ir. El remolino del narcisismo acaba engull\u00e9ndolo todo.
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\nYa hemos visto c\u00f3mo la religi\u00f3n nos aparece como una v\u00eda privilegiada en la que la angustia ha encontrado siempre, con mejor o peor acierto, un lugar para aliviarse. Tambi\u00e9n hoy la religi\u00f3n cuenta con el favor de muchos en el empe\u00f1o por encontrar salida a la angustia. A pesar de la tan cacareada secularizaci\u00f3n, la experiencia religiosa sigue manteniendo una vigencia y una capacidad de transformaci\u00f3n que ya querr\u00edan para s\u00ed otras dimensiones sociales. Y en ella, la angustia se sigue enfrentando con mejor o peor acierto.
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\nEspecialmente significativos en el tratamiento de la angustia moderna son los movimientos religiosos emergentes, no siempre identificados como tales y camuflados, a veces, en par\u00e1metros desprovistos de explicitaciones sacrales. As\u00ed parece, por ejemplo, en todo ese movimiento de la \u00abNew Age\u00bb que, en fronteras poco delimitadas con determinadas psicolog\u00edas\u00a0transpersonales<\/em>\u00a0o\u00a0humanistas,<\/em>\u00a0propone la v\u00eda m\u00edstica en diversas modalidades y con trasfondos te\u00f3ricos diversos. Lo mismo que en la proliferaci\u00f3n de espiritualidades de corte oriental malamente digeridas y aderezadas con grandes\u00a0gurus<\/em>\u00a0e, incluso, estrellas de Hollywood. Como en tantas otras ocasiones a lo largo de la historia, comprobamos adem\u00e1s que el pensamiento m\u00e1gico, el iluminismo, y las fantas\u00edas mitol\u00f3gicas m\u00e1s infantiles pueden coexistir con una alta preparaci\u00f3n en otros terrenos intelectuales, profesionales o sociales. Es una religiosidad con alergia a cualquier dimensi\u00f3n institucional y a cualquier exigencia \u00e9tica en materia de compromiso social.
\nEs una religi\u00f3n para el consuelo. El trasfondo regresivo se pone en evidencia desde una \u00f3ptica psicoanal\u00edtica. La uni\u00f3n con el todo, la conciencia c\u00f3smica, la inmersi\u00f3n en el universo, etc., tienen el efecto de proteger, como en una especie de seno materno, de toda eventualidad y amenaza procedente del exterior. La angustia se reduce mediante la regresi\u00f3n imaginaria. A veces, el fracaso en el intento desemboca en la adoraci\u00f3n del\u00a0tranxilium,<\/em>\u00a0como \u00fanico remedio a una ansiedad que no quiso ser reconocida y se disfraz\u00f3 de m\u00edstica y espiritualidad.
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\nTambi\u00e9n dentro del marco m\u00e1s institucional la angustia puede ser atendida. En ocasiones, en par\u00e1metros no muy lejanos de los anteriores, en cuanto que el lenitivo de la ansiedad viene tambi\u00e9n por la v\u00eda regresiva de la pura emocionalidad y la exaltaci\u00f3n m\u00e1s o menos pseudom\u00edstica. El reavivamiento de determinados grupos carism\u00e1ticos en el seno de la Iglesia parece tener como uno de sus motivos m\u00e1s importantes esa b\u00fasqueda de cobijo a la angustia de vivir a la intemperie.
\nJunto a la atm\u00f3sfera post-moderna que desmitifica la raz\u00f3n y exalta la sensibilidad y la onda involutiva eclesial de los \u00faltimos a\u00f1os, todo ha venido a propiciar un debilitamiento de las din\u00e1micas m\u00e1s cr\u00edticas y prof\u00e9ticas que caracterizaron a muchos cristianos de los a\u00f1os sesenta. Estar\u00edamos viviendo as\u00ed, el \u00abretorno de lo reprimido\u00bb, la venganza de una espiritualidad que desatendi\u00f3 peligrosamente toda dimensi\u00f3n m\u00e1s personal, emocional, afectiva, ritual y simb\u00f3lica y que ahora anda fascinada en la b\u00fasqueda de lo extraordinario.
\nEn Am\u00e9rica Latina, desde donde esto escribo, este tipo de religiosidad, cercana a la de tantas sectas\u00a0evang\u00e9licas,<\/em>cuenta con un poderoso motor: la situaci\u00f3n de angustia que necesariamente emerge ante la pobreza, la injusticia, la corrupci\u00f3n, etc. En este tipo de grupos se puede encontrar entonces una posibilidad de estar juntos, de ser protagonista, de experimentar un gozo que la vida parece negar. Pero el precio es muy alto. F\u00e1cilmente ese alivio de angustia es a costa de alentar la resignaci\u00f3n y la conformidad con lo que est\u00e1 clamando justicia. Es una religiosidad tambi\u00e9n para el consuelo y menos problem\u00e1tica que se deriva, por ejemplo, desde una teolog\u00eda de la liberaci\u00f3n.
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\nCabe otro modo de defensa frente a la angustia dentro de la religiosidad m\u00e1s institucionalizada. Justamente la que la instituci\u00f3n puede garantizar m\u00e1s directamente: la de la ortodoxia dogm\u00e1tica y moral. En personas inseguras es muy grande la tendencia a ampararse con la solidez y firmeza de lo institucionalmente establecido. La seguridad les viene de fuera y la angustia que nace de su propia singularidad se reduce.
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\nTal como indicaba m\u00e1s arriba, fan\u00e1ticos y fundamentalistas parecen, en efecto, poseer una estructuraci\u00f3n de personalidad muy d\u00e9bil. El dogma y la ley les ofrece entonces una especie de seguridad\u00a0fetiche,<\/em>\u00a0que en el caso del fanatismo puede conducir incluso a la negaci\u00f3n de toda alteridad y a la persecuci\u00f3n de toda diferencia. En el fondo, es una angustia muy profunda la que la alteridad provoca en ellos. En el fundamentalista, en menor grado, la idea oficial y la norma le garantizan tambi\u00e9n el\u00a0fundamento<\/em>\u00a0del que carecen. El integrismo, en otro grado y modalidad, proporciona una\u00a0integraci\u00f3n<\/em>\u00a0de lo que se vive como angustia de dispersi\u00f3n de s\u00ed. Son tentaciones de la religiosidad contempor\u00e1nea, particularmente en el seno de los grandes monote\u00edsmos.
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\nSin llegar a estos extremos, es un hecho que en muchos sujetos y grupos cristianos la doctrina y la moral religiosas les conduce a mantener lo que se ha llamado una \u00abmentalidad cerrada\u00bb, es decir, una mentalidad poco predispuesta para abrirse a la complejidad de lo real y que busca en la experiencia religiosa l\u00edmites y seguridades para sustentarse.
\nEn un estudio reciente que hemos realizado conjuntamente Jos\u00e9 Luis Trechera y yo sobre la relaci\u00f3n entre creencia religiosa y mentalidad abierta o cerrada se aprecia con claridad este fen\u00f3meno. La creencia religiosa favorece mentalidades m\u00e1s cerradas y ensimismadas y con tendencia a mostrar una menor tolerancia frente a la diversidad en pol\u00edtica, moral u en otras dimensiones de la vida social. Una importante cuesti\u00f3n para la catequesis se plantea evidentemente desde aqu\u00ed[1]<\/sup><\/a>.
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\nTodo conduce a replantearnos el tipo de experiencia religiosa que, de cara a las angustias actuales, es necesario favorecer. Se trata de qu\u00e9 modo podemos operar favorablemente en el manejo de la angustia, sin caer en las trampas de aliviarlas infantilmente mediante socorros maternales o de encubrirlas mediante el recurso a seguridades externas, dogm\u00e1ticas o moralistas.
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\nLa primera tarea, pues, ser\u00e1 la procurar una \u00abeducaci\u00f3n y catequesis para la realidad\u00bb. Una catequesis que se detiene en el an\u00e1lisis del entorno sin obviar todo lo que tiene de complejo, de conflictivo, de injusto y de contradictorio. No se trata, por tanto, de proteger, adormecer y embriagar con cantos e intensas celebraciones emocionales, ni de reasegurar con ideas y normas con las que escudarse frente al relativismo y a la fragmentariedad de nuestra cultura.
\nLa realidad a la que Dios nos convoca para transformarla en Reino de Dios es dura, injusta, enga\u00f1osa, manipuladora, compleja y desconcertante. Pero ella es el \u00fanico lugar en donde Dios quiere hacerse presente y visible a trav\u00e9s de nuestra presencia. La Jerusal\u00e9n celeste a la que aspiramos pasa por la Roma pagana. Hoy pasa por el Nueva York de Wall Street, por el Pent\u00e1gono y la CIA, por Kosovo, por los nacionalismos violentos, por el fanatismo religioso, por el pensamiento \u00fanico, por el capitalismo, el liberalismo y las reglas salvajes del mercado, por la manipulaci\u00f3n del sexo, por la devastaci\u00f3n de la naturaleza…
\nNo hay otro lugar adonde dirigir el dinamismo de la fe cristiana. La catequesis que pretenda obviar esta pel\u00edcula terrible de nuestro mundo se hace c\u00f3mplice de lo ilusorio y del manejo infantil de la ansiedad.
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\nEn la \u00abcatequesis para la realidad\u00bb tiene que dejarse ver tambi\u00e9n c\u00f3mo, a pesar de todo, en ese mundo late el Esp\u00edritu de Dios y, a trav\u00e9s de muchos hombres y mujeres, pugna por crear una esperanza, una solidaridad entre los seres humanos, una fe en la utop\u00eda de un Reino digno de Dios y de su familia humana.
\nTan s\u00f3lo contagiando esta confianza b\u00e1sica que proporciona la fe, la angustia no alcanzar\u00e1 unos niveles intolerables que desestructuren o impulsen al abandono. A contracorriente de los aires post-modernos se hace necesario proclamar el gran Proyecto y el gran Relato de la Historia de la Salvaci\u00f3n.
\nEl canto, el sentimiento, el s\u00edmbolo y la celebraci\u00f3n tendr\u00e1n tambi\u00e9n un lugar en nuestra catequesis: ellos expresar\u00e1n la confianza, el gozo de no sentirnos solos en el proyecto y, al mismo tiempo, nos estimular\u00e1n dinamizando la lucha que ese proyecto implica.
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\nJes\u00fas seguir\u00e1 siendo nuestro modelo en el enfrentamiento de una realidad injusta hip\u00f3crita y despiadada, as\u00ed como en los modos de abordar el problema de la angustia. No se refugi\u00f3 en el desierto de los esenios, ni cay\u00f3 en la desesperaci\u00f3n de los zelotas. No se ampar\u00f3 en la religiosidad oficial de los sacerdotes del templo, ni en el respeto a la ley de los fariseos, ni en la doctrina de los letrados. No se present\u00f3 como una maestro de la asc\u00e9tica y la renuncia, ni consider\u00f3 los comportamientos sexuales como el asunto de m\u00e1s trascendencia en las relaciones del ser humano con Dios. Tampoco cre\u00f3 un \u00abgrupo de espiritualidad\u00bb para el progreso en la experiencia m\u00edstica y la virtud.
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\nElimin\u00f3 la angustia del pecador y del que se sent\u00eda separado de Dios y de los otros a causa de su culpa. No huy\u00f3 de la violencia que progresivamente se le opon\u00eda, ni se asust\u00f3 de la indignaci\u00f3n y la rabia que en algunos momentos ve\u00eda nacer en su coraz\u00f3n. Enfrent\u00f3 su angustia, la de su libertad y la de un proyecto ut\u00f3pico que parec\u00eda derrumbarse estrepitosamente. Le plant\u00f3 cara a su realidad hasta sudar sangre en una radical soledad ante Dios y supo superar la tentaci\u00f3n de reclamarle como poder que se impusiera aniquilando m\u00e1gicamente los motivos de su angustia. Su fe no le libr\u00f3 de ella ofreci\u00e9ndole parapetos y tapaderas. M\u00e1s bien le confiri\u00f3 la fuerza y la confianza para mantenerse firme en la manifestaci\u00f3n de un Dios desconcertante en la radicalidad de su misericordia. En Getseman\u00ed, en un mar de angustias, comprendi\u00f3 que su fidelidad pasaba por la entrega total y que en ella tenemos la \u00fanica fuerza y \u00fanico poder en el que Dios se expresa.
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\nSi la angustia es de modo muy esencial angustia por la muerte y expresi\u00f3n a la vez de ella, la catequesis s\u00f3lo podr\u00e1 ofrecer un veh\u00edculo eficaz para contrarrestarla, manejarla y vencerla mediante el dinamismo del amor. Un amor l\u00facido, y no bobalic\u00f3n, que abre los ojos a la terrible complejidad de lo real. Un amor que, porque nace de las entra\u00f1as y no de una mera ideolog\u00eda, genera ayuda, compasi\u00f3n y solidaridad. Un amor valiente que, porque sabe que la realidad es estructuralmente injusta, denuncia y profetiza en favor de la vida. Un amor confiado que sabe que mediante \u00e9l se est\u00e1 haciendo realidad la Vida que vence a la muerte, la esperanza que triunfa sobre la angustia.\u00a0n
\n <\/p>\nCarlos Dom\u00ednguez Morano<\/h3>\n