{"id":12234,"date":"1999-04-01T08:23:50","date_gmt":"1999-04-01T06:23:50","guid":{"rendered":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/?p=12234"},"modified":"1999-04-01T08:23:50","modified_gmt":"1999-04-01T06:23:50","slug":"el-sacramento-de-la-misericordia-de-dios-penitencia-reconciliacion-aprender-de-la-historia","status":"publish","type":"post","link":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/el-sacramento-de-la-misericordia-de-dios-penitencia-reconciliacion-aprender-de-la-historia\/","title":{"rendered":"El sacramento de la misericordia de Dios (penitencia-reconciliaci\u00f3n): Aprender de la historia"},"content":{"rendered":"
[vc_row][vc_column][vc_column_text]Pie de Autor: [vc_row][vc_column][vc_column_text]Pie de Autor: Paulino Montero\u00a0es director del Instituto Superior de Teolog\u00eda \u00abDon Bosco\u00bb de Madrid y profesor de Liturgia. S\u00edntesis del Art\u00edculo: La historia del Sacramento de la Reconciliaci\u00f3n, junto con la mirada a la situaci\u00f3n y estado de conciencia del hombre de hoy, puede proporcionarnos pistas para ser creativos y responder a las […]<\/p>\n","protected":false},"author":3,"featured_media":0,"comment_status":"closed","ping_status":"closed","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"_et_pb_use_builder":"","_et_pb_old_content":"","_et_gb_content_width":"","footnotes":""},"categories":[124,359,94,378],"tags":[],"class_list":["post-12234","post","type-post","status-publish","format-standard","hentry","category-1999-mision-joven-2","category-estudios-266","category-mision-joven-2","category-paulino-montero"],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12234"}],"collection":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/users\/3"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=12234"}],"version-history":[{"count":0,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/12234\/revisions"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=12234"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=12234"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/pastoraljuvenil.es\/misionjoven\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=12234"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}
\nPaulino Montero<\/strong>\u00a0es director del Instituto Superior de Teolog\u00eda \u00abDon Bosco\u00bb de Madrid y profesor de Liturgia.<\/em>
\n
\nS\u00edntesis del Art\u00edculo:
\nLa historia del Sacramento de la Reconciliaci\u00f3n, junto con la mirada a la situaci\u00f3n y estado de conciencia del hombre de hoy, puede proporcionarnos pistas para ser creativos y responder a las necesidades pastorales actuales. Esa historia, en concreto, nos muestra unos cambios de acento fundamentales: el paso del arrepentimiento a la obra y actos del penitente, y de la confesi\u00f3n oral a la celebraci\u00f3n de la misericordia de Dios que subraya el nuevo ritual (1973).
\n
\n
\n
\nPuede que alguna vez hayamos o\u00eddo quejas respecto al poco aprecio que se tiene a la historia de la humanidad, la historia de los pueblos. Y en la mayor\u00eda de los casos existen motivos dignos de consideraci\u00f3n para que tales quejas no queden desatendidas. La historia tiene ciertamente su valor como instrumento para conocernos un poco m\u00e1s y\u00a0\u00a0para relativizar algunos esl\u00f3ganes que aparecen con la etiqueta de\u00a0novedad.<\/em>\u00a0Pienso que tendr\u00edamos que acudir con m\u00e1s frecuencia a la historia para aprender de la historia, no para justificarnos o para repetir lo que se hizo en un momento y otro. La historia tiene su importancia. No en vano algunos la han considerado como madre de la ciencia, fuente inagotable del saber o, incluso, lugar en el que tiene que beber la reflexi\u00f3n teol\u00f3gica. Y para esta tarea todos estamos llamados a aportar nuestra peque\u00f1a luz.
\n
\nExisten un sin fin de manuales sobre los sacramentos de la Iglesia que tratan detenidamente la evoluci\u00f3n hist\u00f3rica del que yo llamo sacramento de \u00abla misericordia de Dios\u00bb y que normalmente denominamos \u00abreconciliaci\u00f3n\u00bb, \u00abpenitencia\u00bb, o de modo m\u00e1s frecuente \u00abconfesi\u00f3n\u00bb. No es mi intenci\u00f3n repetir cuanto se dice en dichos manuales, ni tampoco detenerme en demasiados detalles, porque para eso ya tenemos las bibliotecas.
\nMe propongo hacer un recorrido hist\u00f3rico del sacramento en cuesti\u00f3n a partir, precisamente, de estos nombres que acabo de se\u00f1alar y con los que nos referimos o denominamos al \u00abcuarto sacramento\u00bb (seg\u00fan el orden en que aparece tratado en algunos concilios ecum\u00e9nicos y en distintos tratados teol\u00f3gicos: en primer lugar la iniciaci\u00f3n cristiana -bautismo, confirmaci\u00f3n, eucarist\u00eda- que, como se puede apreciar, son tres momentos de una misma celebraci\u00f3n, pero que pasar\u00e1n a considerarse tres sacramentos con autonom\u00eda total; en segundo lugar, la penitencia, que ocupar\u00e1 el cuarto puesto, despu\u00e9s de los sacramentos anteriores).
\n
\n\u00a0<\/strong><\/p>\n\n
\nNo podemos acudir a los evangelios buscando la estructura ritual del perd\u00f3n, seg\u00fan el ritual actual de Pablo VI (1973), o el anterior, de Pablo V (1614), porque lo que nos vamos a encontrar es la invitaci\u00f3n al perd\u00f3n, por parte de Jes\u00fas, y el don que hace a la Iglesia de ser signo de reconciliaci\u00f3n por la presencia del Esp\u00edritu Santo: Signo de la reconciliaci\u00f3n que Cristo nos ha conseguido con el Padre Dios. Quienes se adher\u00edan al mensaje de Jes\u00fas y ratificaban su adhesi\u00f3n mediante el signo bautismal (en agua y en Esp\u00edritu), se compromet\u00edan a una vida totalmente testimonial de coherencia con la fe abrazada, porque la venida gloriosa del Se\u00f1or se consideraba inminente. La tensi\u00f3n acumulada ante una espera que se prolongaba se fue debilitando. Ese \u00abfinal de los tiempos\u00bb no resultaba ser tan inminente. En las comunidades cristianas comienzan a surgir testimonios de incoherencia respecto al mensaje de Jes\u00fas.
\n
\nEl modo de actuar la comunidad cristiana respecto a estos que ensombrec\u00edan la pureza de la fe era seguir las palabras de Jes\u00fas como quedaron reflejadas b\u00e1sicamente en dos textos del evangelio: Mateo 18,15-18, y Juan 20,22-23. En el fondo se encontraba la invitaci\u00f3n de Jes\u00fas al perd\u00f3n (\u201chasta setenta veces siete\u201d), desde la correcci\u00f3n fraterna. Estos textos reflejan, ciertamente, la convicci\u00f3n de la comunidad cristiana primera del deber de convertirse ante el hermano ofendido, como tambi\u00e9n el deber del perd\u00f3n generoso ante el hermano ofensor (\u201cSi sabes que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda, y ve primero a reconciliarte\u201d).
\n
\n
\n2. La estructuraci\u00f3n ritual del perd\u00f3n:
\nla \u00abpenitencia p\u00fablica\u00bb como expresi\u00f3n del arrepentimiento sincero (\u00abcontrici\u00f3n\u00bb)
\n
\nLa Iglesia primitiva se consideraba como Iglesia de los santos, por tanto la \u00fanica conversi\u00f3n que se aceptaba y que inclu\u00eda en la comunidad de los santos era la del bautismo. Los cristianos culpables de delitos especialmente graves y notorios (como la apostas\u00eda \u2013idolatr\u00eda-, el homicidio y el adulterio) eran expulsados para siempre de la comuni\u00f3n eclesial. Por lo general \u00e9stos no eran readmitidos a la comuni\u00f3n de la Iglesia.
\nAl relajarse la vida espiritual de las comunidades y crecer el n\u00famero de cristianos sujetos de los pecados graves antes mencionados, se baraj\u00f3 la posibilidad, por parte de la jerarqu\u00eda de la Iglesia, de ofrecer una \u00absegunda oportunidad\u00bb de salvaci\u00f3n para estos cristianos, y as\u00ed surge la estructuraci\u00f3n ritual del perd\u00f3n llamada \u00absegundo bautismo\u00bb o \u00absegunda tabla de salvaci\u00f3n\u00bb, que consist\u00eda b\u00e1sicamente en realiza una penitencia p\u00fablica muy rigurosa durante un per\u00edodo prolongado de tiempo. Este era el modo de demostrar ante la comunidad el arrepentimiento sincero o la contrici\u00f3n perfecta por parte del pecador.
\n
\nQuien reconciliaba al pecado era el obispo. No olvidemos que hab\u00eda sido el obispo quien hab\u00eda realizado la inserci\u00f3n en la comunidad cristiana por medio del bautismo, la confirmaci\u00f3n y la eucarist\u00eda. La reconciliaci\u00f3n del cristiano pecador arrepentido se realizaba mediante un proceso que comprend\u00eda tres momentos: el ingreso entre los penitentes p\u00fablicos, el per\u00edodo de penitencia, y la reconciliaci\u00f3n o absoluci\u00f3n del penitente por parte del obispo.
\nHay que destacar en esta estructuraci\u00f3n ritual del perd\u00f3n: su no reiterabilidad, su laboriosidad y rigor y su excepcionalidad. Si el cristiano pecador, una vez reconciliado, volv\u00eda a pecar, ya no pod\u00eda repetir este proceso reconciliador con la Iglesia. Incluso si abandonaba el proceso de reconciliaci\u00f3n durante el per\u00edodo en que se encontraba realizado la penitencia impuesta, era apartado permanentemente de la unidad eclesial.
\n
\nPienso que todo este proceso y esta rigurosidad penitencial buscaba, como finalidad concreta, poner de manifiesto ante la comunidad y ante el mismo pecador su sincero arrepentimiento, su contrici\u00f3n perfecta. Porque de nada sirve realizar todo un ritual de petici\u00f3n de perd\u00f3n cuando el pecador no est\u00e1 dispuesto a perdonar ni se arrepiente del pecado cometido. El acento, por tanto, reca\u00eda en la demostraci\u00f3n del arrepentimiento sincero, una demostraci\u00f3n comunitaria de petici\u00f3n de perd\u00f3n desde un coraz\u00f3n contrito, que se realizaba mediante una penitencia p\u00fablica.
\n
\n
\n3. Penitencia arancelaria y posibilidad de repetir el signo ritual del perd\u00f3n:
\nel valor reconciliador de la \u00abpenitencia\u00bb
\n
\nA partir del siglo VI se da un giro en la apreciaci\u00f3n de la no reiterabilidad del signo ritual de la reconciliaci\u00f3n. Este giro viene motivado por la pr\u00e1ctica mon\u00e1stica de la direcci\u00f3n espiritual ligada a la confesi\u00f3n de faltas como camino para progresar en la perfecci\u00f3n de vida.
\nPoco a poco se introducir\u00e1 la pr\u00e1ctica de admitir a la reconciliaci\u00f3n una y otra vez al pecador arrepentido, si bien manteniendo la realizaci\u00f3n de una penitencia bastante rigurosa, una penitencia que, adem\u00e1s, va ligada a cada pecado. Aparecen manuales describiendo listas de pecados y a\u00f1adiendo a cada pecado la penitencia correspondiente, a modo de arancel o tarifa con la que se deb\u00eda saldar la deuda contra\u00edda.
\n
\nEsta pr\u00e1ctica no fue bien vista ni aceptada sin m\u00e1s. Hubo obispos que se opusieron duramente consider\u00e1ndola como peligrosa y nociva para la vida de la Iglesia. A pesar de todo, esta pr\u00e1ctica se impuso porque ofrec\u00eda m\u00e1s ventajas pastorales, concretamente la posibilidad de acudir repetidamente a la celebraci\u00f3n ritual de la reconciliaci\u00f3n. Esta nueva modalidad, en la que ya no hac\u00eda falta que estuviese presente el obispo para el momento de la reconciliaci\u00f3n, sino bastaba con la presencia de un sacerdote, aportaba una nueva orientaci\u00f3n con respecto a la consideraci\u00f3n del sacramento.
\nAhora el acento recae en la obra penitencial m\u00e1s que en la expresi\u00f3n del arrepentimiento del pecador. Basta con realizar la obra penitencial impuesta para que el pecador se sienta ya perdonado. Acudimos a un desplazamiento de valor en cuanto a los as\u00ed llamados \u00abactos del penitente\u00bb (contrici\u00f3n \u2013arrepentimiento del mal realizado-, confesi\u00f3n, satisfacci\u00f3n \u2013obra penitencial-).\u00a0\u00a0Si en un primer momento se daba valor a la contrici\u00f3n mediante la inserci\u00f3n en el grupo de los penitentes p\u00fablicos, ahora el valor recae en la obra penitencial en s\u00ed.
\n
\nPuesto que para cada pecado estaba indicada una obra penitencial, se daba el caso de penitentes que por los pecados cometidos deb\u00edan realizar una penitencia que duraba m\u00e1s a\u00f1os de los que \u00e9l pudiera vivir. As\u00ed se llega a poder conmutar penitencias por oraciones y limosnas. Esto ocasiona graves problemas en cuanto a la pastoral sacramental: se llega a una situaci\u00f3n tal en la que estas conmutaciones se consideran m\u00e1s una fuente de ingresos nada despreciables que verdadera expresi\u00f3n del arrepentimiento sincero.
\n
\n
\n4. Generalizaci\u00f3n del rito sacramental en su forma privada-individual: acentuaci\u00f3n de la \u00abconfesi\u00f3n\u00bb oral
\n
\nComo respuesta a los abusos provenientes de las conmutaciones penitenciales, se resuelve unificar las obras penitenciales en: ayunos, oraciones y limosnas (entendidas estas \u00faltimas como realizaci\u00f3n de obras de misericordia). De este modo, se mitiga la dureza de la obra penitencial. Esto ocasiona otro desplazamiento de valor en el interior del rito. Si la obra penitencial ha perdido su dureza, ahora el valor lo toma la confesi\u00f3n oral de los pecados. Los te\u00f3logos de la \u00e9poca (siglo XII) ya hablan de c\u00f3mo el rubor que ocasiona la declaraci\u00f3n oral de los pecados, la humillaci\u00f3n y la verg\u00fcenza que supone en el penitente, constituyen por s\u00ed mismas la expiaci\u00f3n propiamente dicha, como si la sola confesi\u00f3n oral de los pecados aportase autom\u00e1ticamente la reconciliaci\u00f3n.
\n
\nEsta acentuaci\u00f3n dada al momento de la declaraci\u00f3n oral de los pecados, que recibe el nombre de confesi\u00f3n, dar\u00e1 nombre a la celebraci\u00f3n ritual sacramental en su totalidad, y comenzar\u00e1 a denominarse sacramento de la \u00abconfesi\u00f3n\u00bb. Aunque dicha expresi\u00f3n conviva con las otras de \u00abpenitencia\u00bb o \u00abreconciliaci\u00f3n\u00bb o \u00abperd\u00f3n\u00bb, se impondr\u00e1 a lo largo del tiempo, de modo que, incluso hoy, seguimos expres\u00e1ndonos con frases como: \u00bfMe puede confesar?, \u00bfcu\u00e1ndo confiesan?, ha venido el confesor, las confesiones ser\u00e1n…
\n
\n <\/p>\n\n
\nA partir del a\u00f1o 1973 disponemos de un nuevo ritual para la celebraci\u00f3n de este sacramento. Por tanto ha dejado de tener valor el ritual anterior, de Pablo V (1614). Tantos siglos con el ritual anterior nos impiden caminar m\u00e1s r\u00e1pido en la puesta en pr\u00e1ctica del nuevo ritual de Pablo VI, fruto de la reflexi\u00f3n del Concilio Vaticano II.
\nEl nuevo ritual nos habla de celebraci\u00f3n y nos invita a celebrar. Pero \u00bfqu\u00e9 celebramos? La respuesta al interrogante la encontramos repetidamente se\u00f1alada a lo largo de todo el ritual: celebramos la misericordia de Dios. Basta con que pasemos hoja a hoja el ritual para que descubramos una y otra vez repetida la palabra\u00a0misericordia.<\/em>
\n
\nEsto quiere decir que hoy acudimos a otro desplazamiento de valor, y pienso que importante: el valor no est\u00e1 tanto en lo que nosotros hacemos, sino en lo que hace Dios, puesto que lo que celebramos es lo que Dios hace en beneficio nuestro, la misericordia que nos manifest\u00f3 en su Hijo y que sigue manifest\u00e1ndonos hoy por la actualizaci\u00f3n del misterio de la pascua.
\nCon esto no negamos el valor de cada uno de esos actos del pecador que acude a pedir perd\u00f3n a Dios y a la Iglesia (contrici\u00f3n, confesi\u00f3n, satisfacci\u00f3n). Lo que estamos afirmando es que cada uno de esos actos debe estar en referencia estrecha con lo que es central en el sacramento: la misericordia de Dios.
\n
\n <\/p>\n\n
\nDespu\u00e9s de esta breve s\u00edntesis hist\u00f3rica, y consciente de haber tenido que dejar aspectos que podr\u00edan darnos luz en el camino de acercamiento y vivencia del sacramento, presento algunas conclusiones (\u00ablecciones de la historia\u00bb) que considero de importancia.
\n
\n6.1.<\/em>\u201cSed misericordiosos como vuestro Padre celestial es misericordioso\u201d<\/em>\u00a0(Lc 6,36)
\n
\nEsta frase del evangelista Lucas nos hace volver los ojos a cuanto ya indiqu\u00e9 del nuevo ritual del sacramento \u00abde la misericordia de Dios\u00bb o reconciliaci\u00f3n-penitencia. Se haya puesto el acento en uno u otro de los actos del penitente, siempre, en el fondo, se ha mantenido en la Iglesia la idea de expresar la actitud misericordiosa de Dios Padre para con el pecador arrepentido.
\nEsta actitud de misericordia de Dios no es exclusiva de este sacramento; es una actitud que debe mantener viva la Iglesia en toda su vida, como expresi\u00f3n de la actitud misericordiosa del Padre Dios que \u201chace salir el sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos\u201d (Mt 5,45).
\n
\nY si esta actitud es normativa para la vida de la Iglesia, es natural que no pueda faltar como referencia esencial en la celebraci\u00f3n sacramental de la misericordia. Por eso habr\u00e1 que facilitar, en los modos posibles, la experiencia de un Dios misericordioso siempre que celebremos este sacramento.
\nYa hemos visto los pasos seguidos por el sacramento en su historia. Ser\u00eda un error perder lo que hemos conseguido por falta de un talante acogedor y misericordioso por parte de los ministros del sacramento. Como ser\u00eda tambi\u00e9n un error, al tratar el tema de los signos sacramentales en la Iglesia en nuestras catequesis, descuidar el contenido de referencia obligada como es la misericordia de Dios. Y no har\u00edamos justicia al pensar de la Iglesia, seg\u00fan se desprende del ritual vigente, si pusi\u00e9semos como centro de la celebraci\u00f3n sacramental nuestros actos en vez de la misericordia de Dios.
\nUna adecuada formaci\u00f3n personal nos podr\u00e1 orientar en una adecuada formaci\u00f3n de nuestros destinatarios.
\n
\n
\n6.2.<\/em>\u00a0La Iglesia tambi\u00e9n cuenta<\/em>
\n\u00a0<\/em>
\nPienso que es fundamental conquistar el terreno que hemos perdido en cuanto a la vivencia comunitaria-eclesial de los sacramentos. Las expresiones tan com\u00fanmente o\u00eddas de \u00abyo me confieso con Dios\u00bb o \u00ab\u00bfporqu\u00e9 tengo que confesar mi pecado a un sacerdote?\u00bb son un exponente de esa falta de vivencia eclesial en la celebraci\u00f3n de los sacramentos. Los soci\u00f3logos, hace tiempo, nos advirtieron del tipo de sociedad que se iba formando y c\u00f3mo todo invitaba al privatismo, al individualismo, al hedonismo, una desenmascarada egolatr\u00eda.
\nSi las generaciones de j\u00f3venes que llegan est\u00e1n vacunadas contra lo comunitario, contra la familia, contra el grupo-sociedad, es natural que el efecto de la vacuna sirva tambi\u00e9n para mantener alejada de su estructura personal al grupo-Iglesia. Por eso dir\u00e1n que piden perd\u00f3n a Dios pero no saben por qu\u00e9 tienen que pedir perd\u00f3n a la Iglesia.
\n
\nLa historia nos ha revelado una constante fundamental en la celebraci\u00f3n del sacramento: el signo de Iglesia. La Iglesia, de un modo u otro, acompa\u00f1\u00f3 el proceso o camino de reconciliaci\u00f3n de los pecadores arrepentidos. Este acompa\u00f1amiento se aprecia con dificultad en un tipo de celebraci\u00f3n privada como el que ha durado hasta nuestros d\u00edas y en el que se ha acentuado, casi de manera exclusiva, la declaraci\u00f3n oral de los pecados.
\nTendremos que ser creativos a la hora de presentar este camino de acompa\u00f1amiento de la Iglesia a los pecadores. Sin duda alguna este acompa\u00f1amiento aparece reflejado de modo m\u00e1s claro en la celebraci\u00f3n comunitaria del sacramento. No en vano el Concilio Vaticano II, en la constituci\u00f3n conciliar sobre la liturgia, invitaba a preferir una celebraci\u00f3n del sacramento que fuese comunitaria a otra que pareciese algo individual o privado (cf. SC 27).
\nCuanto hagamos en este sentido ser\u00e1 bienvenido porque ayudaremos a recuperar uno de los valores permanentes de la tradici\u00f3n eclesial: la eclesialidad, la catolicidad.
\n
\n6.3.<\/em>\u00a0El valor de los actos del penitente<\/em>
\n
\nPara llevar a cabo el rito sacramental de la reconciliaci\u00f3n, la Iglesia ha exigido al cristiano pecador tres requisitos: que est\u00e9 sinceramente arrepentido (contrici\u00f3n), que declare su condici\u00f3n de pecador mediante la enumeraci\u00f3n de cada uno de los pecados graves cometidos (confesi\u00f3n), que realice una obra penitencial como expresi\u00f3n de su arrepentimiento y su compromiso de no ser reincidente (satisfacci\u00f3n o penitencia).
\nCumplidos estos requisitos, la Iglesia, en la figura del obispo, conced\u00eda la reconciliaci\u00f3n o absoluci\u00f3n, o reinserci\u00f3n en la comunidad, al penitente. Por distintas circunstancia, que antes no he citado en la evoluci\u00f3n hist\u00f3rica del sacramento, algunos de estos requisitos se pospusieron al acto de la reconciliaci\u00f3n o absoluci\u00f3n, como fue el caso de la realizaci\u00f3n de la obra penitencial o satisfacci\u00f3n (pr\u00e1ctica habitual hoy en la Iglesia), o la confesi\u00f3n y satisfacci\u00f3n en caso de enfermos muy graves o moribundos que despu\u00e9s se recuperaban.
\n
\nLos tres actos del penitente presentan en s\u00ed unos valores muy interesantes a nivel humano y a nivel de fe. Son como esos tres momentos por los que transita toda persona que siente en su interior el dolor del mal cometido hacia el pr\u00f3jimo y se arrepiente.
\nEl arrepentimiento exige, de alg\u00fan modo la restauraci\u00f3n del mal realizado. Y esto lo procuramos con la petici\u00f3n de perd\u00f3n y la acci\u00f3n de restituci\u00f3n en cuanto nos sea posible. A nivel de fe, estamos expresando nuestra relaci\u00f3n con Dios, con el pr\u00f3jimo y con la Iglesia (contrici\u00f3n, confesi\u00f3n, satisfacci\u00f3n).
\nSon tres momentos que deber\u00edamos descubrir como oportunidad para gritar la misericordia de Dios que celebramos, momentos para gritar el amor que Dios nos tiene a pesar del mal cometido.
\n
\nHoy parece que el acto de la confesi\u00f3n oral de los pecados al sacerdote crea dificultad en un n\u00famero no peque\u00f1o de cristianos para acercarse a celebrar la misericordia de Dios. Los motivos de esta dificultad son distintos, por ejemplo una acogida fr\u00eda y distante, poco respeto en su condici\u00f3n de persona por el trato recibido, palabras de recriminaci\u00f3n en vez de aliento y esperanza…; incluso, hay personas que no celebran el sacramento si no es con un sacerdote con quien tienen confianza, por el modo de acoger, de dirigir en el camino espiritual, etc.
\nHabr\u00eda que buscar el modo de dar respuestas a estas situaciones. En algunas iglesias de oriente existe un rito para el perd\u00f3n de los pecados sin confesi\u00f3n oral del penitente; en occidente se dieron casos de confesi\u00f3n a un laico, por falta de sacerdotes, como expresi\u00f3n de arrepentimiento y buscando el perd\u00f3n de Dios y de la Iglesia.
\n
\nEs cierto que el concilio de Trento declar\u00f3 que la absoluci\u00f3n dada por el sacerdote es un acto de naturaleza judicial y que, por derecho divino, es necesario confesar al sacerdote todos y cada uno de los pecados mortales, as\u00ed como tambi\u00e9n las circunstancias que modifican la especie de los pecados, de los que uno se recuerde despu\u00e9s de un cuidadoso examen de conciencia. Tambi\u00e9n es cierto que en la Iglesia antigua la acci\u00f3n penitencial era p\u00fablica, visible a toda la Iglesia, de modo que el penitente que abandonaba este requisito penitencial era expulsado definitivamente de la Iglesia. Ahora, estas obras penitenciales caen bajo la privacidad.
\n
\nVemos que la historia nos va ense\u00f1ando, y entre esta ense\u00f1anza descubrimos a la Iglesia en actitud de favorecer el encuentro con la misericordia de Dios por medio del sacramento. No es mi intenci\u00f3n dejar de lado unos valores multiseculares de vida sacramental, pero ante urgencias nuevas de tipo pastoral se deber\u00edan ofrecer respuestas nuevas.
\nQui\u00e9n sabe si el d\u00eda de ma\u00f1ana la Iglesia llegase a ofrecer un listado de personas a nivel de di\u00f3cesis (laicos o consagrados, hombres o mujeres) con honda capacidad de acogida y expertos en direcci\u00f3n espiritual, con los que se pudiese realizar ese requisito de la confesi\u00f3n oral, de modo que en una celebraci\u00f3n comunitaria posterior, en fechas determinadas, tuviese lugar la reconciliaci\u00f3n por parte del sacerdote o del obispo, as\u00ed como la propuesta de la obra satisfactoria atendiendo a la orientaci\u00f3n del gu\u00eda espiritual.
\n
\n
\n6.4.<\/em>Otros modos de vivir el perd\u00f3n, la reconciliaci\u00f3n o la misericordia de Dios<\/em>
\n
\nLa Iglesia instituye el rito sacramental de la reconciliaci\u00f3n, acogiendo las palabras de Jes\u00fas, para salir al paso de las situaciones de pecado grave que se dan en las comunidades cristianas. Aunque tambi\u00e9n los pecados leves pueden hacerse objeto de la celebraci\u00f3n sacramental, siempre se ha mantenido en la Iglesia la praxis de utilizar otros medios para el perd\u00f3n de estos pecados, llamados tambi\u00e9n \u00abde la vida cotidiana\u00bb.
\nY esos otros medios son: la eucarist\u00eda, las obras de caridad, la oraci\u00f3n, el ayuno… Una buena formaci\u00f3n acerca del sacramento de la misericordia de Dios tiene que tener en cuenta tambi\u00e9n esta praxis de la Iglesia, muy v\u00e1lida para acercar el misterio de la misericordia de Dios a la vida cotidiana.
\nAsimismo, una educaci\u00f3n en este sentido, puede ayudar a clarificar y dar luz al sacramento de la misericordia de Dios, que no pocas veces ha sufrido una seria inflaci\u00f3n al utilizarse como excusa para la direcci\u00f3n espiritual.
\n
\n <\/p>\n7. A modo de conclusi\u00f3n<\/h1>\n
\nPienso que la historia nos sigue dando luz para descubrir lo que es esencial y fundamental en el camino de la fe. Eso de que la historia es \u00abun lugar teol\u00f3gico\u00bb tiene, ciertamente, su valor, y no podemos descuidarlo. Hablando de los sacramentos, siempre se dice que \u00e9stos son \u00abpara las personas\u00bb, para favorecerles el encuentro con el Padre, por medio de Cristo y sabi\u00e9ndonos acompa\u00f1ados por el Esp\u00edritu. No lo olvidemos. Me alegrar\u00e9 si he contribuido a ofrecer un poquito m\u00e1s de luz en ese camino tan importante para la fe como es la celebraci\u00f3n sacramental. En caso contrario, pido perd\u00f3n, y acepto gustoso la penitencia.\u00a0n
\nPaulino Montero<\/strong>[\/vc_column_text][\/vc_column][\/vc_row]<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"